El que ama no miente
—No entiendo qué sucede contigo, Elsa, no sé por qué apagas esto tan rápido y te atreves a compararme con alguien que ni siquiera conozco —habló, dolido.
Solté un suspiro y traté de entenderlo, pero no fue tan fácil, además él tampoco me entiende y eso arruina las cosas entre nosotros. Incluso, tanta fue la molestia que nos separamos de inmediato y uno está sentado lejos del otro, de verdad esto se jodió con tan solo una frase.
—Tú no comprendes —susurré.
—Ayúdame a hacerlo —propuso —Comienza contándome ¿quién es él?
—Un tormentoso amor del pasado —confesé sin desvelar la identidad de mi demonio —Aquella persona que tanto me hizo sufrir.
—¿Y crees que yo voy a ser como él? —preguntó, enfadado.
No pude verlo a la cara porque sentía mucha vergüenza por no tener el valor de contarle toda la verdad, pero es que me da tanto miedo que descubrir mi pasado lo aleje de mí, que me rechace y me eche en cara mi error. No quiero escuchar de sus labios un no quiero volver a verte, me dolería mucho.
No sé por qué mi cerebro asimila que Jack me va a lastimar como lo hizo Tadashi, quizás sean los recuerdos de las noches en las que obligaba a estar con él, recuerdos que me atormentan y no me dejan disfrutar de tenerlo a mi lado, a pocos centímetros de mi cuerpo.
—Jack... lo siento, estoy confundida —abracé las piernas a mi pecho.
—¿Quieres que me marche? —su pregunta me hizo respingar.
—¡No! —respondí algo ofuscada y de inmediato busqué su calidez.
Me moví hasta a él y me senté en su regazo para abrazarlo fuertemente, él accedió a mi contacto y pasó sus brazos tras mi espalda.
—Entonces ¿qué quieres? —susurró.
Guardé silencio para sumergirme en el mar de mis pensamientos. No tenía idea de lo que quería realmente, sin embargo, mi corazón anhelaba que se quedara conmigo y que no se atreviera a dejarme sola esta noche. Me doy cuenta que me estoy apegando mucho a él y también temo no poder seguir adelante si no está a mi lado, se convirtió en un deseo insaciable para mí.
—Te quiero a ti —se me ocurrió decir —Quiero... quiero volver a sentir, deseo con toda mi alma que tú vuelvas a despertar eso que se murió dentro de mí hace tanto tiempo.
—¿Tendrás miedo? —acarició mi cabello suelto.
Moví mi cabeza para poder verlo a los ojos. Tomé aire por la nariz y me dejé llevar por lo que deseaba mi corazón.
—No.
Jack me mostró su mejor sonrisa y acarició mi rostro con las yemas de sus dedos, luego acercó su rostro al mío y me besó con lentitud. Me dejé guiar por él y traté de no sentir miedo. Tengo que entender que él no es Tadashi que él será diferente, me aferro a que lo sea o no encontraré modo de seguir con esto.
Mantuve a Tadashi Hamada lejos de mis pensamientos y me centré solo en la sensación del roce de los labios del peliblanco sobre los míos, de sus manos acariciando mi piel, encendiendo de nuevo lo que yo me encargué de apagar por mis dudas.
Él me dejó caer otra vez sobre la cama y siguió tocándome de una forma que me cuesta describir. Cada caricia suya era como el roce de algo suave y su cercanía me hacía sentir plena de nuevo.
Le permití que me quitara el vestido y que dejara caer besos cálidos sobre mi abdomen y pecho. Cerré los ojos y apreté mis labios conteniendo los jadeos.
La Elsa atrevida se esfumó en ese momento, ella ya se le hubiera lanzado y no tendría tantos nervios, pero la que se apoderó de mí ahora es una chica tímida y asustada, como si esta fuera mi primera vez. Ya soy mayor, y he vivido esto antes, no soy una adolescente inexperta, pero sigo teniendo miedo y así esto no va a ser placentero.
Jack dejó de tocarme para verme al rostro.
—¿Qué sucede contigo? —preguntó.
—N...nada —titubeo.
—Mientes. Estás temblando. Lo mejor es no seguir con esto, no es el momento.
—No, yo sí quiero estar contigo, Jack, pero... —hice una pausa y desvié mi mirada —no sé que pasa conmigo.
—Entonces puede ser otro día, yo no tengo problema con eso —dibujó una media sonrisa en su boca.
Pero, yo no estaba convencida de que aplazáramos esto, yo quiero que sea hoy porque después no será lo mismo.
—Olvida eso, será esta noche y punto —por primera vez en la noche soné más segura y decidida.
Yo no puedo dejar que mis miedos arruinen mi noche especial, está en mí ser fuerte y dejar de pensar tanto.
Vi un ápice de duda en el rostro de Jack; parece que ahora es él quien no está seguro, pero yo no voy a dejar que por mi culpa todo acabe aquí, no señor. Tomo la iniciativa y coloco mis manos en su nuca y logro atraerlo hasta mí, luego soy yo quien lo besa con intensidad, él ríe sobre mi boca y toca de nuevo mi piel. Parece que mejoraron las cosas entre los dos porque mandamos a la mierda tanta inseguridad para continuar con lo que tanto deseábamos los dos.
El temblor de mi cuerpo cesó y mi lado atrevido salió de su escondite dentro de mi ser. En pocos segundos Jack terminó sin pantalones porque prácticamente se los arranqué del cuerpo. Él tampoco tuvo mucho cuidado en quitarme lo que me quedaba de ropa. Mi cuerpo quedó a su merced, sin nada que le obstruyera el paso.
Definitivamente no quedó espacio de mi piel en donde no hubieran estado sus manos, esa fue su forma de marcarme como suya y yo también me atreví a tocarlo por todos lados y fijándome de la cicatriz que tenía en su espalda, la marca de su sacrificio por mí, esa marca tiene mi nombre.
Fue un momento épico cuando no quedó ni un centímetro de distancia entre nuestros cuerpos, que encajaban a la perfección. Él logró hacerme sentir viva de nuevo, como se lo pedí, fue intensa pero también tierna nuestra unión. Más que complacer un deseo carnal llenamos los espacios vacíos de nuestro corazón. Encontramos en el otro la tranquilidad que nuestros trabajos nos arrebató, fue sublime.
Deseo con toda el alma que esto no acabe tan rápido porque quiero disfrutar cada segundo que pase junto a él, yo lo necesito conmigo, regalándome más besos, más caricias, más encuentros como este y quedar exhaustos de tanto querernos.
El tiempo pasó, pero no nos dimos cuenta, fue hasta que él cansancio nos detuvo y no hubo otra opción que separarnos y volver a recuperar el aliento.
—V...vaya... eso fue... indescriptible —murmuré jadeante.
—Si que lo fue.
Solté una suave risa y me acomodé a su lado, él pasó sus brazos por mi cuerpo y me abrazó hacia él, luego besó mi frente.
—Me encantas —susurró.
—Y tú a mí.
Mis ojos comenzaron a cerrarse hasta que me quedé dormida en sus brazos. Solo espero no arrepentirme mañana.
(...)
—Elsa, Elsa —escucho que me llaman por mi nombre. Busco aquella voz masculina y me topo con un ser despreciable que nunca quise volver a ver.
Corrí lejos de él, pero había una barrera invisible que me acorralaba. Volteé a verlo y repetí una y otra vez en mi mente que esto no era real.
De pronto mi mirada viajó de su rostro a mi vestimenta y casi me desmayo al ver el color blanco del vestido que estaba usando, él de mi matrimonio. Deseé romperlo con mis manos, pero estaba tan asustada que no tenía fuerzas para hacerlo.
El panorama era desolador; estábamos en una gran habitación de paredes blancas, yo, expuesta al peligro latente que resultaba ser Tadashi Hamada quien me sonreía con descaro.
—¿Por qué tiemblas? —dio un paso hacia mí. Un metro nos separaba, pero sentía su presencia mucho más cerca.
—¡Aléjate de mi! —grité entre lágrimas —¡Tú estás muerto!
—No del todo, tú me mantienes vivo en tu mente —avanzó otro poco.
—¡Quiero que te marches y me dejes en paz! —caí sobre el suelo y me encogí en mí misma.
No quería seguir escuchando su voz así que cubrí mis oídos con las manos y cerré los ojos para no verlo. Sin embargo, sentí sus manos sobre las mías y su respiración muy cerca de mi rostro. Abrí los ojos y me crucé con su fría mirada.
—Eres tan débil, continúas siendo una niña indefensa —apretó mis muñecas. Grité de dolor, pero me silenció con su mirada —Nadie te puede amar, eres tan poca cosa.
—No sigas... por favor —le implore.
Me estaba lastimando con sus palabras, el dolor iba más allá de lo físico.
—Temes que comience a hablar de él ¿verdad? De mi reemplazo.
Comprendí a quién se refería pero no pude entender cómo Tadashi sabía de él.
—No lo metas en esto —pedí entre sollozos.
—¿Lo amas? —preguntó elevando las cejas. Yo desvié la mirada sin saber qué contestar —Me lo imaginaba, sin embargo, el que ama no miente, Elsa, y tú le guardas muchos secretos —acarició mi rostro —No te va a querer por mentirosa y asesina.
—Tú no sabes qué siente él y tampoco lo haré sufrir con la verdad —afirmé limpiando mis lágrimas.
Tadashi se levantó y me dejó espacio para respirar, luego caminó hacia un hombre que estaba recostado contra la pared y escondía el rostro entre sus piernas, sin embargo, alcancé a notar el color de su cabello: era blanco como la nieve.
Al ver a Jack cerca de Tadashi no dudé en intentar alejarlo de ese demonio, pero unas duras cadenas me apresaron al suelo y no pude siquiera acercarme a él.
—Jack ya sabe todo, todo tu pasado y se siente destrozado porque tu no fuiste capaz de contárselo antes ¿verdad?
El beliblanco levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos; los suyos estaban rojizos y empañados en lágrimas, su gesto denotaba tristeza y dolor, mi corazón se fragmentó.
—¿Por qué lo hiciste? —me habló dolido.
—Jack, yo...
—¡¿Por qué lo hiciste?! —repitió, enfurecido.
Lo vi levantarse y caminar hacia mí. Tadashi le tendió un revólver en las manos y él lo tomó sin remordimientos. No pude evitar llorar y suplicar que no lo hiciera, pero él me apuntó justo a la cabeza.
—No lo hagas, Jack... yo... yo te amo más que a mi vida —me arrodillé ante él.
—El que ama no miente —fue lo último que escuché antes de que todo se oscureciera.
Abro los ojos y me doy cuenta que tan solo fue una pesadilla. Mi pecho sube y baja una y otra vez y mis manos tiemblan como nunca. Dirijo mi mirada hacia un lado y noto el color blanco de la piel de la espalda de Jack.
Me levanto para mirar si sigue dormido y si no lo he despertado. Él continúa inmerso en el mundo de los sueños. Me dejo caer a un lado y respiro profundo para superar lo de mi pesadilla que se sintió tan real y dolorosa. Necesito espacio para pensar.
Decido que lo mejor por ahora es levantarme y tomar algo para eliminar la presión que se instaló en mi pecho al despertar. Cubro mi cuerpo desnudo con lo primero que encuentro, la camisa de Jack. Al colocarla sobre mi piel recibí de lleno el olor de su perfume en mi nariz, lo olí una y otra vez tratando de atesorar esa fragancia en mi mente.
Luego, caminé fuera de la habitación hasta llegar a la cocina, allí me serví un trago de agua bien fría y traté de beberlo rápidamente, pero en un imprevisto movimiento el vaso se resbaló de mis dedos y se estrelló contra el suelo causando un fuerte ruido.
—Mierda —murmuré y traté de recoger los pedazos, pero mis manos temblaban demasiado.
Además, se me dificultaba aún más porque no encendí la luz sino que me dejé guiar por la iluminación de la luna que se metía por las ventanas. Sin embargo, alguien sí las encendió.
—Quieto ahí —oí que decían a mi espalda.
Me reincorporé y encaré al sujeto, topándome con Jack apuntándome con su arma como en mi pesadilla. Mi corazón dio un salto y empezó a palpitar aceleradamente.
Él al verme bajó el arma y me miró confundido.
—Elsa, casi me matas de un susto, pensé que alguien se había metido a la casa cuando escuché ruidos. ¿Estás bien, linda? —quiso saber.
El tono dulce que usó para hablarme me hizo querer echarme a llorar allí mismo, frente a él, pero lo único que se me ocurrió hacer fue llegar hasta él y envolverlo entre mis brazos. Coloqué mi cabeza sobre su pecho y capté el sonido de su corazón, él me abrazó de vuelta y dejó caer su mentón sobre mi cabeza.
—¿Estás bien? —insistió.
—S... sí —tartamude.
Jack se separó de mí y atrapó mi rostro entre sus manos.
—No es verdad, algo te pasa, dime qué es. Quizás pueda ayudarte.
Negué con la cabeza y sonreí con falsedad para parecer más convincente, aunque él no pareció creerme mucho.
—Volvamos a la cama ¿sí? —propuse —todavía no amanece.
—De acuerdo, pero ¿segura que estás bien? ¿no te duele nada? ¿no te cortaste? —continuó preguntando.
Lo silencie con un beso en los labios que duró poco y le indiqué que todo estaba bien, aunque fuera mentira. Jack terminó convencido de que yo no tenía nada y lo tomé de la mano para regresar al cuarto, allí nos metimos entre las cobijas y nos abrazamos como antes, él pasó su brazo por mi cintura y yo me sentí protegida a su lado, a pesar de que tuviera tanto miedo de herirlo.
Los minutos trascurrieron y yo no podía conciliar el sueño, temía por volver a encontrar a Tadashi en ese mundo, temía encontrarme con la verdad de mi situación, con que estaba siendo una maldita con Jack al no contarle todo sobre mí, espero tener el valor algún día.
Su respiración suave en mi hombro me hace saber que se ha quedado profundamente dormido, eso me da la oportunidad de soltar mis lágrimas con libertad y así tratar de aminorar el dolor de mi corazón. Me obligué a mí misma a no sollozar y permitir solo que las gotas saladas resbalaran por mis mejillas.
Dejé caer mi mano sobre la suya y la acaricié lentamente. Su piel era tan suave y cálida.
No pude seguir luchando por quedarme despierta y el sueño logró vencerme. Estaba tan cansada que no era posible que pudiera soñar y encontrarme con el demonio de mis pesadillas.
(...)
Mi mirada se pierde en el color azul del cielo en la mañana. Hace unos cuantos minutos desperté de otra pesadilla con Tadashi, él sigue aturdiéndome y me hace sentir tan mal con sus palabras venenosas. Lo odio tanto, muerto o vivo el rencor sigue en mi corazón.
Al abrir los ojos noté que Jack no se encontraba a mi lado, pensé que se había marchado, pero algunas de sus cosas permanecían en mi habitación. Aproveché que no estaba para cambiarme y dejar su camisa sobre la cama. Puede estar en cualquier lugar de la casa, sin embargo, me preocupa que no se haya aparecido ante mi antes.
Solté un suspiro pesado y me alejé de la ventana para sentarme sobre la cama, hoy domingo es mi día libre y me permite tener tiempo para pensar bien las cosas, lo que sucedió con él, la pesadilla con tadashi y el temor que tengo por no contarle mi verdad, no quiero que me odie, le guardo mucha estima y hasta cariño, pero no deseo que sufra a mi lado.
La puerta abriéndose me trae a la realidad. Contemplo ese par de ojos azules que me miran diferente.
—Despertaste —murmuró —Pensé que te ibas a quedar allí todo él día —bromeó.
—Jack... —mencioné, sutil.
Él notó el tono bajo de voz que estaba usando y borró la sonrisa que tenía dibujada en los labios. Se atrevió a dejarme ver su verdadero gesto, uno de preocupación y casi de arrepentimiento.
—Elsa... —dijo, frío.
—Tenemos que hablar —hablamos al unísono.
Tomé aire por la nariz y asimilé que esta será una larga conversación...
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