Besos y caricias bajo la luna

—Quien te haya hecho eso lo voy a estrangular —oí su voz en mi oído.

De alguna manera, logramos salir del lugar en el que casi me matan. Jack caminó cargándome y parece que ya está bien porque dejó de toser. Incluso, le escupió a los de su equipo que fueron unos cobardes al no rescatarme como lo hizo él, arriesgando su vida.

Ahora actúa frío y seco porque no estamos solos, pero alcanzo a notar algo de preocupación en su tono de voz y cómo tiemblan sus manos sobre mi piel. Sonreí al captar que le dio miedo verme así y que le importo mucho para que actúe así. Me dan ganas de darle un beso prolongado y hacerle saber que estoy bien.

Ignoro su anterior comentario y decido acariciar su mejilla con ternura, él detiene su paso y me mira detenidamente. Continúa con el ceño fruncido.

—Aquí no, Elsa, Alguien puede vernos —susurró.

—D... De acuerdo —musite y aparté mi mano de su piel.

Jack siguió caminando hacia la ambulancia que había llegado por mí. Faltaban unos cuantos metros para llegar y separarnos, debíamos aprovechar ese poco tiempo para hablar. Siguió él con la conversación:

—¿Todo bien contigo? —cambió el tema —Te veo mal.

En realidad yo no me sentía enferma, a pesar de que no puedo mover los dedos de la mano y que quedé casi sin oxigeno en ese cuarto misterioso; no sé qué pasa conmigo, pero estoy tranquila después de pasar por aquella situación. Otras personas estarían en shock, llorando, lamentándose por lo ocurrido, pero yo no, sí estoy feliz de que no haya muerto allí, sin embargo, no fue lo peor que me pudo haber pasado en la vida, se puede superar en uno o dos días.

—Me siento bien —contesté con una sonrisa —Pero, quisiera saber ¿cómo me encontraron?

—Fue mera casualidad, estábamos realizando un operativo por aquí cerca cuando vimos la estela de humo en el cielo. No teníamos idea de que estabas tú —me explicó, neutral, sin mostrar su preocupación por mí.

—¿Tuviste miedo de perderme? —insinué con una ceja enarcada.

—Eso lo podemos discutir en la noche, si es que sales hoy del hospital —desvió el rumbo de nuestra charla; simplemente me evadió.

Fijé mi mirada en nuestro camino, ya habíamos llegado a la ambulancia, una camilla me esperaba junto con dos paramédicos. Nuestra charla tenía que finalizar, pero si es posible esta noche continuaremos lo que se pausó aquí.

Jack me dejó caer sobre la camilla y luego lo vi alejarse hacia una patrulla. Antes de subirse al auto me echó un vistazo y me mostró una media sonrisa, volviendo a ser él, yo también sonreí y solté un suspiro.

—Revisen sus signos vitales —habló una chica en cuanto me subieron a la ambulancia. Luego, volteó a verme —¿Cómo te sientes?

—Bien —Contesté tranquilamente.

Sentí que el auto comenzó su marcha con normalidad. La mujer que me hacía compañía comenzó a hacerme preguntas sobre mi estado de salud, yo le contestaba a medias mientras detenía mi mirada en el techo de la ambulancia. Sabía que todo iba a estar bien y que en la noche podré verlo, abrazarlo y besarlo para que me sienta mejor, su compañía será mi cura.

(...)

Observo fijamente a la Elsa del espejo, a la chica sonriente que espera a su amante con ansias, a la que no le duele nada a pesar de estar físicamente lastimada. Ella me cae bien ahora porque es segura y conserva una sonrisa en sus labios que sí toca sus ojos, que es verdadera.

Estoy feliz también porque la operación de mi mano fue todo un éxito, a pesar de que tardó mucho tiempo, sin embargo podré recuperar por completo la movilidad de mis dedos. Además, mi pierna no tenía una herida profunda, así que solo bastó una curación sencilla, lo demás son solo boberías, a diferencia de otros golpes que he sufrido.

Mi familia estuvo a mi lado los días que estuve en el hospital en lugar de Jack que tuvo que estar en el departamento para que nadie sospechara de lo que tenemos, en fin, me puedo acostumbrar a eso, que seamos distantes frente a los demás, pero que la noche podamos ser nosotros mismos, suena divertido.

Esta noche quiero que sea especial para los dos, que nada de nuestro presente nos incomode, que olvidemos nuestros papeles en el mundo y que el hecho de que nos queda poco tiempo juntos se vaya a la mierda. Incluso, me he arreglado para verme bien ante sus ojos, deseo que sea suficiente para él. Llevo días sin verlo y besarlo que hoy quiero estar perfecta.

He escogido un sencillo vestido largo; de diversos colores que alternaban entre el naranja y verde, un cinturón del mismo tono adornaba mi cintura. Lo que más me gustaba de lo que elegí era lo suave que era y cómo se movía mi falda con un simple movimiento, era vaporoso y adecuado para la ocasión. Complementé mi atuendo con unas zapatillas y unos pendientes dorados en forma de aro. Dejé suelto mi cabello y lo adorné con una corona de flores artificiales.

Desvié mi mirada hacia mi muñeca, allí colgaba el brazalete de la policía, nuevamente tuve que usarlo por orden del jefe Norte, pero ya me he acostumbrado a ese nuevo accesorio. También veo mi mano vendada, cuando termine mi proceso de curación me quedará una cicatriz enorme. Maldito Hiro, me las pagará algún día.

El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos. Mi corazón comienza a galopar dentro de mi pecho del solo hecho de saber que es él, y mis manos comienzan a temblar, pero de inmediato me levanto de la silla del tocador y corro hacia la entrada de mi casa.

Con mi mano sana abro la puerta y me topo con un par de ojos azules, hipnotizantes y hermosos. Sin embargo no lo veo sonreír.

—Hola —se me ocurrió comenzar con un saludo.

—Hola, Elsa —respondió, algo frío.

Le indiqué que me siguiera fuera de la casa, aunque le resultó extraño.

—¿Qué haces? —preguntó cuando empezamos a caminar hacia mi lugar favorito: la playa.

Debíamos caminar unos cuantos minutos, pero valdría la pena.

—Solo sigueme, te llevaré a un lugar donde podamos hablar —lo tomé de la mano.

—¿Y tu casa? —objetó.

—Allá no será tan tranquilo como a donde te llevo —Sonreí

—¿Qué estás pensando? —continuó con sus preguntas.

—Vamos, Jack, deja de hablar y camina más rápido.

—¿Tú puedes hacerlo? —rodeé los ojos y asentí con la cabeza.

Él siguió preguntando cosas, pero yo solo lo ignoré hasta que se cansó de hablar y caminamos en completo silencio, tomados de la mano.

Los minutos pasaron y por fin llegamos a mi lugar favorito. Las olas se escuchaban chocar contra las rocas y la luz de la luna iluminaba nuestros cuerpos. La vista desde aquí era espectacular y la tranquilidad que daba esta parte de la playa era sensacional.

—¿Qué hacemos aquí? —me preguntó.

—Lo mismo que haríamos en casa: hablar —contesté. Solté su mano y me senté en la arena para contemplar el mar —Aquí nadie nos molestará.

—Alguien de la policía te custodia todo el tiempo, no podemos estar aquí, nos van a descubrir.

—Deja tu paranoia. Este lugar no es frecuentado por muchas personas, y al policía ese, ya lo debimos haber dejado en el camino, no te preocupes —respondí sin mantener contacto visual.

Escuché el bufido que soltó. Decidió sentarse a mi lado y quitarse la capucha de encima para dejar al descubierto su cabello blanco y su identidad. Le dediqué otra sonrisa que él no correspondió.

—¿Pasa algo contigo? —tomé su mano entre la mía, con la que estaba sana.

—Sí —aceptó y desvió su mirada hacia el mar —Quiero saber quién te hizo daño.

Bueno creo que la charla empezó mal. Revelar la identidad de mi captor significaría contarle de dónde lo conozco y por qué me hizo eso, sería hablarle de mi pasado y eso no estaba dentro de los planes de esta noche.

—No lo sé, no mostró su cara cuando me capturó —le dije lo mismo que a los demás policías cuando me lo preguntaron.

—Me estás mintiendo, Elsa —me miró a los ojos —Repitelo en mi cara.

—No sé quién fue —repetí, haciendo énfasis en cada palabra.

—Sigo sin poder creerte —insistió.

Mi ceño se frunció.

—Si viniste solo a hacerme preguntas sobre lo de ese día, mejor vete y déjame sola —me crucé de brazos frente a él.

—No es eso, sino que... —hizo una pausa —Estoy enojado por lo que te pasó, por no haber evitado que pasará eso, por no protegerte y... por tener que ocultar que me preocupo por ti.

—Frente a mí no tienes por qué ocultar.

—Pero frente a los demás sí y eso me genera impotencia y ganas de mandar todo a la mierda.

—¿Lo nuestro? —pregunté temiendo que esto terminara tan pronto.

—No, mi carrera como policía y a mi tío y a todos los que no creen en mí.

—Olvida a todas esas personas hoy —atrapé su rostro entre mis manos —Piensa solo en mí y en lo genial que se siente estar aquí completamente solos.

—Tienes razón, pensar en ellos me distrae, tanto que no me dio la oportunidad de decirte que estás hermosa y que esos colores primaverales te sientan muy bien —por fin pude ver su sonrisa esta noche.

—Eso ya no importa, lo que sí es poder olvidar todo estando aquí.

—¿Qué tiene de especial este lugar?

Me levanté de la arena y desde allí arriba lo observé con una sonrisa.

—Este lugar es tranquilo y es mi favorito porque aquí puedo pensar y sentirme libre solo escuchando las olas del mar y viendo la noche caer —le comenté. Di media vuelta para agacharme y tocar el agua —Tengo una fuerte conexión con el viento, el mar y la luna.

No quise decírselo pero siempre venía para desahogar mi dolor teniendo como testigo al mar. Aquellos días cuando me culpaba una y otra vez por ser una mala persona, una asesina y basura de la sociedad. Podía pasar horas llorando y lamentándome por no haber tomado una mejor decisión que ser una criminal.

Sin embargo, hoy no vengo a llorar sino a disfrutar de la compañía de quien me hace feliz.

—De verdad se siente bien estar aquí —comentó.

Volteo a verlo y noto que está de pie, observando las estrellas. Aprovecho su distracción y corro hacia él para abrazarlo con fuerza. Él me corresponde y acaricia mi cabello. Mis oídos alcanzan a captar el sonido de su pecho y como palpita con normalidad. Cierro los ojos y disfruto de ese sonido.

—También debe gustarte nadar aquí —susurró.

—No, solo vengo a mirar. Además, no sé nadar.

—¿Qué? —Rompió nuestro abrazo —¿En serio no sabes? —dijo con tono de burla. Negué con la cabeza —Pues conmigo vas a aprender.

No tuve oportunidad de negarme porque en segundos Jack me levantó del suelo y me llevó consigo hasta el agua. Grité que me dejara, pero él no paraba de reír y de darme vueltas para asustarme. Como si yo fuera una niña pequeña.

Sentí el agua fría rozar mi piel como una dulce caricia. Jack decidió bajarme de sus brazos para que el agua tocara todo mi cuerpo. Me agarré a su brazo con una sola mano y le exigí que no me dejara ahogar, él continuó sonriendo y me sujetó por la cintura, luego acercó nuestros cuerpos hasta que poca distancia nos separaba.

—Estás muy tensa —susurró en mi oído. Un escalofrío me sacudió de inmediato.

—Tengo miedo de ahogarme.

—No tienes que sentirlo, estás conmigo, no te pasará nada. Te lo prometo —afirmó con una espléndida sonrisa.

Dejé a un lado mi miedo y respiré profundo para solo sentirlo cerca de mi. Su cuerpo se convirtió en mi refugio y su voz en mi consuelo, eso era lo que le hacía falta a mi vida: él.
La molesta sensación que me agobiaba se esfumó cuando nuestras miradas chocaron una con la otra. podía quedarme viéndolo toda la noche, pero nos congelaríamos en el agua.

El hechizo en el que estaba se acabó cuando Jack comenzó a echarme agua en la cabeza, yo reí y le lancé agua al rostro. Empezamos a jugar como si nada nos importara, fue divertido y me hizo recordar mi infancia cuando todo era perfecto.

Pasé mis manos tras su cuello mojado y acerqué mi rostro al suyo, nuestras narices rozaron y nuestros labios estaban a punto de tocarse, sin embargo, había olvidado darle una buena noticia.

—Jack, tengo que contarte algo que te alegrará muchísimo —canturreo y acarició su cabello blanco —¿Adivina a quién le confiscaron un cargamento de cocaína?

Él abrió los ojos, sorprendido.

—¿Es en serio? —preguntó sonriente, yo asentí con la cabeza —¿Cómo lo sabes?

—Lo escuché por ahí ¿no te da gusto?

—¡Claro que sí! —mencionó emocionado —Ese imbécil está pagando por lo que nos hizo y espero que pronto termine en la cárcel. Pero, ¿cómo fue que dieron con su droga?

—¿Adivina quién ayudó? —enarqué una ceja.

—¿Tú? —moví mi cabeza en una afirmativa —Cinco años menos de prisión. Me da gusto que por lo menos a ti te salgan las cosas bien.

—Al parecer —vacilé.

—¿Sabes que merece la mujer que está ayudando a que jodan al maldito Pitch Black? —habló en un tono juguetón.

—No lo sé —seguí su juego.

—Esto —murmuró.

Jack unió nuestros labios en un beso tierno y lento. Yo lo abracé a mi cuerpo para que no quedara ningún espacio entre nosotros, para que pudiéramos sentirnos aún más cerca y que fuera posible hasta escuchar nuestros pensamientos. Sin lugar a dudas, era el lugar perfecto para besarnos, sin miedo a que alguien nos viera y actuando como nosotros mismos, disfrutando de ternernos el uno al otro.

—Jack... —hablé contra su boca.

—¿Qué? —continuó acariciando mis labios con los suyos.

—¿Me... Me deseas? —se me ocurrió preguntar.

Se separó unos centímetros de mi rostro para mirarme a los ojos, después sonrió y mordió su labio inferior.

—No te imaginas cuánto —contestó.

Con eso fue suficiente respuesta para que me lanzara otra vez a sus labios y me atreviera a morderlo solo un poquito. Sin embargo, nos separamos de nuevo por falta de oxígeno, pero a penas recobramos lo necesario volvimos a besarnos con más intensidad y nuestras manos se aventuraron en el cuerpo del otro con completa confianza. La última vez que terminamos así tuve nervios y arruiné todo, pero en esta ocasión no quiero pausar lo inevitable. Sé muy bien que ambos deseamos que esto pase y que nuestra relación se consuma sin importar el poco tiempo que llevamos juntos. Nuestros cuerpos nos lo exigen.

Sin embargo, Jack detuvo mis manos de llegar hasta sus pantalones. Nos separamos y noté que algo no andaba bien con él.

—¿Qué pasa? —susurré casi sin aliento.

—No creo que este sea el lugar adecuado —murmuró.

Su comentario me causó tanta risa que no pude evitar soltar una carcajada y besar su mejilla.

—Si es eso, mejor vámonos de aquí —sonreí.

El fuego del momento se había apagado, pero estoy segura que puedo encenderlo en otro lugar.

(...)

Jack me dejó caer sobre mi cama con cuidado y retomamos lo que habíamos dejado en la playa. Sin parar comenzamos a besarnos y tocarnos de una forma diferente, como queriendo sentir algo más, algo que a los dos nos hacía falta desde hace mucho tiempo.

Sentí su mano bajo la falda de mi vestido y muy despacio comenzó a levantarla hasta que quedó bastante arriba, aprovechó eso para empezar a acariciar la piel de mis piernas y ascender más rápido de lo que pensé. Faltaba muy poco para que llegara bastante lejos.

No sé qué sucedía conmigo pero anhelaba que tocara aquellos lugares prohibidos de mi cuerpo, que me hiciera sentir mujer y que su aroma se adhiera a mi piel para nunca olvidarlo. Un deseo indomable tomó posesión de mí y me hacía actuar diferente. Me estaba incendiando por dentro y tanta ropa encima ya me estaba molestando.

Noté que a él también le molestaba porque apartó su mano de mi pierna para llegar hasta mis hombros y comenzar a bajar el vestido de mi torso hasta que la tela terminó enrollada en mi cintura. Después repartió besos por mi cuello encendiéndome aún más, tanto que tuve que morder mi labio para no soltar un sonoro gemido.

Dejó de besar mi cuello para volver a mis labios y morder el mismo lugar donde yo ya me había lastimado. Su camisa me resultó estorbosa así que se la quité del cuerpo lo más rápido que pude, estaba ansiosa por tocar su piel directamente y sentir la calidez de su cuerpo.

Mi corazón palpitaba con fuerza dentro de mi cuerpo e intensificó su brusco movimiento cuando las manos de Jack terminaron en mi espalda justo sobre el cierre de mi sostén. Un miedo irracional me sacudió y comenzó a actuar en mi contra.

—Para —le supliqué.

Él alejó sus manos de mi espalda y me miró a los ojos.

—¿Sucede algo malo? ¿Voy demasiado rápido? ¿Quieres que...?

—Nada de eso —le interrumpí —Es que... —hice una pausa —Tengo miedo.

—¿De qué? —frunció el ceño.

Me costó mucho hablarle con la verdad, pero no tenía otra opción.

—De que me lastimes como lo hizo él...

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