Parte única
Semi-AU | Ooc
Nota: Aiolia con 14 años & Marín 10 años
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Aiolia iba cruzando por el segundo templo del santuario cuando una gruesa voz lo detuvo de su andar.
—Aiolia de Leo — Aldebarán lo miraba con una afable sonrisa desde un pilar.
Aiolia sonrío tenuemente, sin sentirse en guardia como otras veces sucedia. Su compañero de armas; Aldebarán de Tauro, era de los pocos que no lo habían tratado con recelo desde la traición de su hermano mayor Aiolios.
Aiolia había tenido que enfrentar por años (y aún sin detenerse del todo) murmureos, directas e indirectas, palabras crueles, de sus compañeros de armas que no estuvieron de acuerdo en que el Papa no pagara el pecado de Aiolos con su hermano menor.
—¿Te toca guardia? — responde con otra pregunta Aiolia.
—Si, Milo, Camus y Death entregan hoy, y hasta la próxima luna nueva nos toca custodiar el templo a Shaka, Aphrodite y a mi. — Aldebarán descruzó sus brazos y camino junto a su amigo, para despedirlo en la entrada de su templo.
Antes que tomará en el primer escalón, el caballero de Tauro lo volvió a detener.
—Trata de no matarte, Aiolia.
Aiolia lo miro de reojo, entendió sus palabras. En respuesta solo alzo una mano en modo de despedida.
Aiolia salió del santuario y camino hacia el risco más cercano. Sus pies tomaron un ritmo mucho más rápido que el humano promedio. Deseaba llegar cuanto antes a dicho lugar y verla luego de dos semanas de ausencia. Claro que nunca se lo admitiría.
Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios cuando vio la espalda femenina sentada desde una roca. Un instinto infantil se apoderó de él, y haciéndole caso, ralentizo sus pasos y se ocultó detrás de un tronco, además de su cosmos.
Contó hasta tres y salto de dicho lugar, para tomar a la chica por la cintura y ambos terminar en el suelo, con Aiolia debajo de ella y una daga en su garganta.
—Aiolia, crece de una vez — refunfuño la niña con su débil acento nipón y quitando la daga de su cuello.
—Mal, Marín, debiste esquivarme — le señalo divertido.
Marín solo bufó y se levantó de él, para volver a tomar asiento en la roca. Sin que Aiolia pudiera verlo por la mascara, una pequeña sonrisa se asomó en los labios femeninos.
—Escuché que te enfrentaste a un titán en Asia oriental. — comentó en tono casual y despreocupado.
Aiolia sonrió con fingida soberbia.
Por alguna razón, desde hace rato le gustaba la idea que Marín lo encontrará fuerte.
—Su nombre era Kreios, digno adversario. Pero logre que volviera al tártaros. — Aiolia miro a la chica risueño. — ¿Te preocupe mucho Marín?
La joven rodó sus ojos ante el jugueteo de su amigo.
—Ni un poco.
Aiolia refunfuño y tomó una piedra con su mano para luego lanzarla.
Marín río entre dientes.
Aiolia entonces acerco su rostro al de la castaña.
—Te gusta mucho robarle el espacio personal a uno ¿No?
Aiolia llevo una mano a su barbilla.
—Marin, ¿me mostrarías tu rostro algún día?
—¿Acaso quieres morir?
Aiolia no respondió de inmediato.
Qué podría él decir.
En realidad Marín, a mí no me importaría que te enamoraras de mi...
—Ya quisieras que lo intentarás — la provoco, pero sabía que Marín muy rara vez se dejaba llevar por sus impulsos.
La había conocido hace dos años, el mismo día que ella llegó al santuario y encontró en su exploración su sitio favorito. Aiolia al principio se sintió invadido por la niña extraña, pero luego que una que otro cruce de palabras, y sin poder prevenirlo, ambos habían forjado una camaradería silenciosa.
Era relajante, en realidad, tener a alguien con que pasar un momento interpersonal.
—Aiolia, deja de aceptar esas misiones suicidas.
El caballero del león salió de sus pensamientos antes las palabras de Marín. Su tono había sido frío pero no por eso menos ahogado, como si hubiera estado conteniendo eso por mucho tiempo.
—Que raro, Aldebarán me acaba de decir lo mismo.
—Pues tiene razón. Aiolia, debes dejar de tratar de probarle a personas insignificantes que tu eres diferentes. Tu sabes como eres, y tus compañeros de armas, esos que nunca te han mirado por arriba del hombro, también.
—Es mi deber como caballero, Marín.
—Sabes que no estas cumpliendo todas esas misiones sin descanso por tu deber de caballero.
El rubio frunció el ceño y Marín supo que había tocado un tema sensible. El tema de Aiolios siempre sería el punto débil de su amigo.
—Athena despertará su poder pronto, guarda todo eso para cuando la verdadera guerra estalle.
—No sabes nada Marín — se levantó de golpe y le dio la espalda. — No sabes como es vivir con la traición.
Marín se levantó y camino hasta ubicarse detrás de su espalda.
—Puede que no lo sepa, pero... — La chica apoyo su rostro oculto por la mascara en su espalda. — Pensar que podría perderte tan rápido... — Marín llevó una mano a su pecho. Era raro, mostrarse vulnerable luego de tanto tiempo. Su entrenamiento como saint femenino la había hecho dejar tantos sentimientos de lado. — Eres mi muy preciado amigo.
Aiolia volvió a mirarla.
Observó el rostro de Marín cubierto por la mascara y alzó una mano para jugar con uno de sus rizos café que caían por sus hombros.
Y de nuevo Aiolia pensó, ¿qué expresión tendría Marín en ese momento?
Por un segundo anhelo arrancar esa mascara, pero se contuvo. Porque más que Marín podía bromear sobre querer matarlo o aborrecer la idea de enamorarse de él, Aiolia odiaría romper esa confianza con ella.
Alejó su mano de su caballo y la pasó por el suyo propio.
—Entiendo tu preocupación, Marín — Y teniendo un gesto galante llevó el dorso de su mano a sus labios — Y gracias por tenerlos por mi.
Aiolia se alejo dos pasos y sonrío de un modo que a Marín le pareció lastimero.
Pensando que lo había intentado, se acercó y toco el pecho de Aiolia con su mano.
Y Aiolia cubrió su suave mano con la suya.
Las preocupaciones no dejarían de existir, por mas que debían hacerlas aun lado como caballeros de Athena. Pero al menos ambos sabían que se tendrían el uno al otro para hacerla mas llevaderas.
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