Parte Única.

Su puño dolía de tantos rostros que había golpeado a lo largo de la mañana, siendo que estos ya no sólo tenía rastros de sangre de sus adversarios, sino también los de ella por haberse hecho heridas al realizar tantos impactos en esa zona.

A pesar de que quería aparentar lo contrario, realmente se estaba comenzando a cansar por el esfuerzo que estaba realizando y eso se debía a que fue emboscada por otro grupo de delincuentes aprovechando que no tenía a sus compañeros cerca como refuerzo.

Claro que siempre pudo contra ellos, pero los malditos cada que venían lo hacían en cantidad y además llevando diferente tipos de armas blancas siendo que ella solo estaba a puño limpio. En ese momento agradeció todos los conocimientos que tenía en combate y el buen reflejo que desarrolló con los años.

Era un fastidio, porque solo pretendían "secuestrarla" al ser reconocida como la novia del sub-líder de la ToMan. Pero esos estúpidos no sabían que no estaba en la Tokyo Manji solo porque sí, ya que antes de ser su pareja también era un miembro y claro que se hizo camino pateando tantos traseros que finalmente el grupo le tomó respeto hasta el punto que los líderes la reconocieron y no solo eso, sino que también se hizo pareja de uno de ellos.

No por nada era la novia de Draken.

Solo le faltaba dos imbéciles para finalizar esa tonta emboscada e ir a casa a descansar un buen rato. Porque últimamente las peleas habían aumentado y necesitaba recargar energías ya que estaba implicada en conflictos sin fin, sumado a la pequeña ansiedad que se iba formando en su interior.

Había escuchado una de las advertencias de Takemichi una vez y aunque hubiera sonado como una inmensa estupidez, irremediablemente se había quedado profundamente grabado en su memoria.

"Draken... si todo sigue como está... Draken podría morir pronto".

Ese día se lo había dicho en una juntada, el rubio había bebido más de la cuenta junto a los demás y en una de esas, entre sus murmullos reflexivos luego de haber tocado el tema de los múltiples conflictos con otras organizaciones, el contrario dejó salir esas palabras siendo ella la única que había escuchado perfectamente eso al estar a un lado de él.

Solo había sido unos segundos que Takemichi se había mostrado de esa manera, pero realmente se veía preocupado. Le sería difícil pensar que su pareja pudiera morir teniendo en cuenta lo fuerte y hábil que era en combate... pero con su experiencia, sabía que confiar en que alto así no pudiera suceder, sería idiota.

Ya tenía bastante experiencia con las pérdidas y no era posible calmarse al pensar que nuevamente podría pasar... y con Draken.

—¡Maldita mujer! —exclamó uno de los maleantes que se encontraban peleando con ella, que con su grito, la había sacado momentáneamente de sus pensamientos.

—Cierra la boca —gruñó la castaña al esquivar el puñetazo que el mismo pretendía darle para contrarrestar con otro que lo tumbó en el suelo con fuerza, posiblemente dejándolo inconsciente.

Con él, había acabado con los veintitrés que habían llegado a atacarla en ese patio baldío.

—Me tomó más tiempo de lo que pensé... mi rendimiento está bajando —bufó moviendo su adolorido hombro a la par que lo masajeaba con su mano libre y fue solo ahí que notó las heridas de sus nudillos—. Oh, era por eso que dolía al golpear.

—¡Romy! —exclamó una voz algo aguda pero indudablemente masculina, siendo reconocida inmediatamente por la joven.

—Takemichi —dijo esta dejando salir una ligera sonrisa al verlo.

Aunque fuera un miembro algo reciente de la ToMan y no mostrara tanta habilidad en la pelea como para destacar, si era alguien que pronto se ganó la simpatía de muchos por su valía y fidelidad. Siendo una de ellas con quien rápidamente se formó un buen compañerismo.

La castaña pasó entre los cuerpos de sus atacantes que se encontraban tirados en el suelo sin importar que con ello pudiera pisar una cuantas manos o espaldas en el proceso. Bueno, no habría mucho problema con ello ya que después de todo se lo merecían por molestarla.

Así fue hasta que el rubio de ojos azules terminó por acortar toda la distancia que había entre ambos.

—¿¡Qué fue lo que sucedió, Romy!? —exclamó atónito viendo los cuerpos repartidos en el piso— ¿Estás bien, no estás herida?

Mientras decía eso, el rubio comenzó a girar a su alrededor con prisa buscando que si la misma tuviera alguna herida grave que pudiera ponerla en peligro. Pero al no encontrar nada, el muchacho dejó salir todo el aire de sus pulmones con alivio.

—Estás bien —murmulló como si realmente su alma hubiera vuelto a su cuerpo, causándole cierta gracia a la muchacha.

—Pues claro, ¿qué esperabas? —contestó ella alzando una de sus cejas a la par que sonreía entretenida.

Nuevamente el rubio estaba actuando raro y muchas veces eso ocurría cuando el mismo desaparecía por algunos días o como si de repente su personalidad cambiara como si fuera un interruptor, aquello siempre llamó la atención de la castaña pues era como si su personalidad cambiara seguido. Pero ahora, estaba siendo el mismo Takemichi que le agradaba, por lo que no había mucho problema.

—¡Tus nudillos! —volvió a exclamar, exaltado, tomando las manos de la joven mientras veía las heridas con pánico—. ¡Hay que tratarlos!

—De nuevo estás actuando como un loco, Takemichi —expresó la fémina arrebatando sus manos de las del chico que había quedado pasmado—. Eso no es para tanto, se curaran solos una vez que los lave.

—Pero...

El chico trataba de dar alguna explicación a su comportamiento, pero ciertamente estaba actuando como un lunático de repente. Aunque tenía razones para estar así... de repente la había visto en medio de un conflicto en solitario, producto de una posible emboscada. Y eso era peligroso incluso para cualquiera de los otros miembros de la ToMan porque nunca se sabía lo que realmente podría suceder.

Takemichi estaba entre la espada y la pared, porque al volver al futuro como normalmente lo hacía ante algún acontecimiento que lo ameritaba, descubrió otro dato importante y algo más se había sumado a su misión.

Para poder salvar a Draken... debía también salvar a Romy. Su novia.

—Perra... —gruñó uno de los hombres que anteriormente había estado tumbado en el piso.

Este se había estado levantando mientras sostenía una vara metálica entre sus manos con cautela. Este había recibido una orden de Kizaki y lo único que tenía que hacer era llevar a esa chica hasta él, viva o no tenía que llevarla. No había contado con que la misma seria realmente un dolor de culo puesto que no tenían demasiados conocimientos sobre las habilidades que la misma podría tener.

El rubio a su lado que torpemente trataba de dar excusas no parecía ser muy fuerte según la perspectiva del contrario, por lo que supuso que sería fácil vencerlo si podía derribar a la muchacha en un descuido. Y así fue, porque aprovechando la distracción de la misma se levantó de golpe, abalanzando su vara hacia ella.

—¡Muere!

(...)

Takemichi ya no había aguantado más el quedarse callado y finalmente dio aviso a los líderes sobre lo que había sucedido. No había querido decir nada de los conflictos que Romy tuvo que pasar en solitario por dos simples pero poderosas razones;

1- Ella no había amenazado con desfigurar su rostro si decía solo una palabra de eso a los líderes.

2- No quería incrementar la tensión que de por si ya había en la ToMan.

Porque los líderes eran conscientes de que posiblemente la castaña era objetivo de posibles ataques para hacia ellos, usándola a ella de posible carnada para atraerlos y crear conflicto. Porque se acepte o no, la muchacha era una parte ya importante de la Tokyo Manji.

Es por eso que se generó un pequeño conflicto que amenazaba con explotar en algo más grande.

Draken pedía la remoción de Romy de la ToMan.

Obviamente muchos estaban en contra de ello, mientras que otros apoyaban el punto de vista del sub-lider. En cuanto a la castaña, estaba en contra rotundamente de algo así, siendo el grupo de la ToMan muy importante para ella, además de no parecerle justa su expulsión sin sentido aparente.

Era una remoción que una expulsión, pero Romy lo veía así. Además, según ella podía defenderse perfectamente bien por lo que no había necesidad de sacarla.

Con respecto a Mikey, él se había quedado neutral con el tema. Porque confiaba en la habilidad de Romy pero después de todo, también ya era consciente de que es algo que podría suceder.

El que Romy estaba en un eminente peligro, era un hecho.

—Draken...

Takemichi vio desde el patio de la casa de Romy como Draken había saltado la cerca metálica que había en el lugar. Una vez estuvo en la propiedad de la fémina, fue avanzando a pasos apresurados pero seguros en dirección a la puerta de la muchacha.

—Draken, Romy... ella está bien, pero...

El rubio ignoró por completo las explicaciones del menor, pues su rostro mostraba una profunda molestia en esos instantes y solo quería verla directamente a ella para asegurarse si realmente estaba bien. Pero recobrando el sentido, se frenó momentos antes de ingresar a la propiedad y dándole la espalda al menor, le dedicó unas palabras.

—Gracias por avisarme, Takemichi —expresó—. A partir de ahora me encargo yo, puedes irte.

—Draken... ella es fuerte y lo es más si estás tú a su lado —murmulló el chico pero lo suficiente fuerte como para que el rubio pudiera escucharlo.

En tanto Draken evitó dar contestaciones al respecto y simplemente ingresó a la casa que para su suerte no tenía seguro en esos momentos dejándole la libertad de ir hacia adentro en busca de su pareja.

A simple vista podía intuir que la chica se encontraba en su habitación y que en esos instantes no había nadie en la casa, después de todo en ese lugar el ruido era algo muy común teniendo en cuenta la cantidad de hermanas que Romy tenía. Pero después de todo agradeció el hecho de que podrían estar a solas ya que realmente quería hablar seriamente con ella después de haber discutido hace dos semanas.

En ese tiempo, ninguno de los dos se habló ni se buscaron. Porque cuando se trataba de esas cosas, ambos eran realmente problemáticos.

Al final del pasillo llegó a donde sería su habitación y entró en ella sin previo aviso sorprendiendo ligeramente a la castaña que se encontraba sentada en su cama, observando su brazo.

Su moratoneado brazo.

Para su suerte no había recibido algún golpe crítico ante el ataque sorpresa de aquel hombre, después de todo a pesar de ser repentino, tuvo el tiempo suficiente como para poder evitar que golpeara su cabeza poniendo su brazo como escudo. Pero eso sí, le dolía como el infierno.

Una vez se deshizo de quien intentó atacarla, fue cuando ahí realmente sintió de lleno el dolor y toda la fatiga que estuvo acumulando en esos días. Por lo que haciendo provecho de eso, Takemichi la llevó hasta su casa para que descanse pero además también le avisó a Draken de lo sucedido.

Su objetivo no era que los dos pelearan más, sino que se arreglaran para que estas cosas no sucedieran nuevamente. Debían estar juntos y no separados.

Ni removerla de la ToMan y ni hacer las cosas en solitario solucionaría la situación. Simplemente era que permanecieran uno al lado del otro porque así eran más fuertes.

—Te dije que avisaras si algo así sucedía, pero resulta que no es la primera vez, ¿eh? —expresó molesto a la par que ingresaba por completo a la habitación y cerraba la puerta tras de sí.

Romy solo giró ligeramente la cabeza refunfuñando un sin fin de cosas de las cuales Draken casi nada pudo entender. Solo unas cosas como que golpearía a Takemichi hasta que perdiera el conocimiento y cosas así. Realmente no haría algo así, pero lo decía más por el enojo del momento.

Le había dicho que no mencionara nada.

—No pasó nada —contestó indiferente—, los derroté a todos y lo haré con los que vengan —añadió con seriedad.

—Con nada te refieres a la herida que tienes en el brazo y los nudillos, ¿verdad? —cuestionó avanzando hacia a ella a lo que llegaba hasta quedar frente a frente mientras que la fémina seguía sentada en la cama.

—No es para tanto.

—Tck, ¡¿Cómo puedes decir que no es para tanto con esa mierda de moratón ahí?! —exclamó molesto— ¿Al menos sabes si te fracturaste o no el brazo?

Romy solo se mantuvo en silencio mientras escondía con su mano la mancha oscura que se formó en su piel producto el golpe. Ciertamente le seguía doliendo mucho e incluso ella también llegó a pensar en la posibilidad de que realmente se haya fracturado, pero ahora que el contrario lo mencionaba así, jamás accedería a aceptar ese hecho.

Porque sinceramente su orgullo no se lo permitiría.

—Realmente es mejor que te retires de la Tokyo Manji —añadió de repente con cansancio.

—¡¿Otra vez con eso?! —gruñó con molestia a la par que se levantaba de la cama para hacerle frente al mayor. La diferencia de alturas se hizo evidente pero eso no intimidó a la castaña en lo absoluto— ¡¿Por qué tu obsesión con echarme de la ToMan?! ¡¿Es que acaso no te interesa lo importante que es esto para mí?!

Romy sentía un profundo enojo y rabia en su pecho en esos instantes, ya que ciertamente era como estar siendo traicionada por su pareja. Puesto que ella muchas veces ya le había confesado lo a gusto que se sentía ahí y lo especial que eran los momentos con la ToMan cuando todo estaba bien.

No quería irse por nada en el mundo porque también ahí fue donde conoció a Draken.

Le había costado demasiado acercarse a él, hacer que la mire más allá que de otro miembro de la Tokyo Manji. Y si bien al principio todo fue genial, luego las cosas fueron cambiando poco a poco pues Draken iba invirtiendo su tiempo en todo menos estar con ella.

Era como si nuevamente alguna brecha se había creado entre ambos y por más que lo intentó no pudo hacer nada para volver las cosas a la normalidad. Por eso solo esperaba el momento en que Draken le dijera para acabar la relación... prepararse mentalmente para ese suceso. Ya que ella nunca sería capaz de decir algo como "ya no quiero estar contigo".

Pero Draken seguramente si podría hacerlo, ya que la castaña estaba totalmente convencida de que finalmente el rubio había perdido el afecto por ella.

Que realmente ya no se preocupaba por su bienestar.

Que ya no le importaba.

—No te estoy echando ni quiero que te vayas de la ToMan porque sí, Romy —contestó él, con el rostro serio—. Es solo que ya no quiero que sucedan estas cosas.

—¿Eh?..

Los oscuros ojos de Draken recorrieron a la joven antes de que se clavaran en las heridas y golpes que se generaron en ella. El chico, que en silencio tomó la mano de la joven, la alzó ligeramente para poder apreciar sus nudillos más de cerca y pudo notar lo enrojecido que este estaba, sin obviar el moratón que había en el mismo brazo. Incluso ese ligero movimiento había logrado causarle dolor a la joven formando una ligera mueca en sus labios sin quererlo.

—No soporto ver que salgas herida por estar en la ToMan —confesó sincero—, que te ataquen por mi culpa y que yo no esté ahí para evitar que eso suceda.

Romy quedó impactada por la confesión de su pareja y sin imaginarse que algo así pudiera salir de la boca de el rubio, quiso formar alguna palabra, pero las mismas quedaban simplemente en el aire hasta que finalmente pudo decir algo.

—Yo... yo pensé que ya no te importaba...

—¿Ah? —soltó involuntariamente— ¿Qué tontería es esa?

Las mejillas de la más baja prontamente quedaron rojizas por la vergüenza que repentinamente la invadió ante la respuesta del chico. Era obvio que podría pensar de esa manera después de todo lo ocurrido, incluso habían dejado de hablar dos semanas por las constantes riñas que tenían estos últimos tiempos.

—Pero nosotros...

—¿Acaso no lo notas? —bufó Draken con cansancio, dejando su brazo para poner sus dos manos en los hombros de la chica y acercarla ligeramente hacia él— Estoy malditamente preocupado por ti.

(...)

Aunque Romy y Draken parecieran complicados, además de pelearse con suma facilidad ante cualquier cosa... así de fácil también era el estar bien el uno con el otro.

Porque esa era una de las cosas que los mantenían unidos; que a fin de cuenta, solo entre ellos podían ser sinceros con lo que sentían y darle a entender al otro lo importante que eran en sus vidas.

La castaña se encontraba sentada sobre el regazo del más alto que la abrazaba de la cintura estando sentada en la cama junto a ella. En ese ínterin de intimidad, ambos habían compartido unos cuantos besos a causa de las dos semanas que no habían interactuado.

Para Draken, los rosados labios de Romy eran como un tipo de dulce que aunque en teoría no era muy su estilo, en realidad amaba saborearlos hasta el cansancio. Lo suave y llamativo que era para él la convertía en su excepción.

Y lo era. Su excepción, la persona que lo tenía en alerta todo el día pensando en cómo protegerla para evitar que la misma sea lastimada por el mundo.

Una de las personas más importantes en su vida. Su pilar, la cuerda que lo mantiene en la tierra en los momentos más difíciles porque ella era así. Esa irresistible e imprudente personalidad que lo tenía a sus pies, pero por obvias razones era algo que no quería que saliera a la luz.

Era tan importante que ella estuviera bien, que simplemente a veces podría caer en la locura tratando de encontrar un método de mantenerla a salvo. Pero fue estúpido de su parte tratar de alejarla de unos de los lugares en donde era feliz.

—Fue estúpido querer sacarte de la ToMan —expresó el rubio que se había separado momentáneamente de la joven para susurrar sobre sus labios. Este estaba serio, pero en realidad estaba fijo en los ojos chocolatosos de la contraria que lo había hipnotizado momentáneamente—, a veces olvido que también puedes patear tantos traseros como yo —añadió generando una pequeña sonrisa ladina—. Enana bravucona.

Romy suspiró inconscientemente dejando salir todo el aire que contuvo en sus pulmones de golpe, pues a pesar de que el rubio le había dicho "enana" a sabiendas que aquello le molestaba más que nada, lo que realmente sintió fue una abrumadora sensación cálida en su pecho gracias a que entendió el mensaje que el chico le quiso transmitir a través de sus burlonas palabras.

Draken sonrió ligeramente al notar el pequeño brillo que se formó en los ojos de su amada pareja y fue inevitable pensar para él que se sentía afortunado de poder compartir ese momento con ella.

De que Romy esté con él.

El mayor fue acercándose nuevamente para acortar la distancia que habían formado y unir nuevamente sus labios en un anhelado beso que fue intensificándose poco a poco. Gracias a la posición en la que estaban, el rubio pudo recostar un poco más a la castaña en sus brazos mientras que ella arrugaba parte de su chaqueta al sostenerse de esas prendas. Romy a penas podía seguir el ritmo del muchacho, pero por supuesto daba todo de si para seguir su ritmo cuando Draken había ingresado su lengua en su cavidad bucal, entrelazándola con la suya.

Llegó un punto en que la castaña y el mismo Draken se habían quedado casi sin aire por la intensidad que se estaban dedicando en ese beso, pero al tener que separarse de nuevo y fichar sus agitadas miradas en el otro no hizo otra cosa más que encender aún más las ganas de sentir al otro. Y no tardaron mucho en volver a unirse, pero esta vez los dos fueron subiendo desesperadamente a la cama de la fémina con el objetivo de estar más "cómodos".

Draken cubrió con su cuerpo al pequeño de Romy por completo, pues era obvio que la diferencia de alturas era casi abismal. Con el 1.85 que él tenía y el 1.50 de la castaña, se notaba demasiado.

En especial cuando Draken estaba sobre el cuerpo de Romy.

En medio de su beso, el muchacho llevó una de sus manos al muslo descubierto de la menor. Quien por estar en casa, simplemente se había puesto un short y una remera liviana que el contrario supo manejar a la perfección. Recorrió con vehemente la piel de la joven con la palma de sus manos y fue ascendiendo hasta que se adentró a por debajo de aquella remera negra.

La castaña suspiró entre besos al sentir el cosquilleo recorrer su cuerpo cuando Draken pasó la yema de sus dedos por parte de su abdomen y que fue subiendo hasta sus costillas de una manera que casi pareciera a propósito por la lentitud del mismo. Cuando el rubio llegó hasta uno de sus senos el cual aprisionó entre sus grandes manos con firmeza, sonrió en medio del beso antes de separarse ligeramente y ver el rostro acalorado de su pareja.

—No traes sostén, ¿acaso ya tenias esto planeado? —bufó el mayor dejando escapar una ligera risa que solo avergonzó más a la castaña.

—No digas estupid- ahg...

Romy no pudo terminar sus palabras al sentir que el rubio había presionado con sus dedos uno de sus pezones. Quedándose mirándola fijamente mientras se deleitaba con aquella reacción.

Porque Draken sabía lo sensible que podía ponerse Romy con el tacto.

Ya cuando el mayor sintió que aquellos botones estaban completamente erectos, bajo su cabeza hasta ellos en cuanto levantó la remera de la joven, lo suficiente como para dejarlos a la vista, y metió uno de sus pezones en su boca, logrando que la castaña tuviera que morderse el labio inferior para evitar emitir algún sonido.

El rubio tenía entendido que la castaña aún quería reservarse con los sonidos por ser tan orgullosa y testaruda; pero eso no le molestaba. Es más, era lo mejor de todo.

Porque simplemente tenía que hacerle sentir tanto placer que ya no podría contenerse más.

Así que con ayuda de su lengua, se aseguró de jugar con ese botón dulce con algo de brusquedad, generando que la menor levantara ligeramente las caderas ante la leve sensación de dolor y placer que se mezclaban entre sí gracias a esas zonas tan sensibles que el rubio iba estimulando.

La fémina sin darse cuenta había llevado su mano hasta la nuca del chico para llevarlo hacia ella nuevamente, pues anhelaba volver a probar sus besos, lo cual fue cumplido casi al instante de una manera deseosa. Sus lenguas volvieron a combatir entre sí a la par que se robaban los suspiros y Draken que se encargaba de sacar por completo la remera que a joven llevaba, así como Romy que no quiso ser la única expuesta, también se apresuró para intentar sacarle las prendas superiores del chico. Se separaron del beso solo por un momento para admirarse mutuamente.

La castaña comenzó a sentir como su cuerpo ardía de necesidad cuando se fijó en la anatomía de su pareja. Esa piel tan blanca que la empujó a tocar su marcado abdomen con sus dedos para palpar que él estaba tan encendido como ella por el calor que emanaba. El rubio sólo se mantuvo en silencio mientras sonreía ligeramente viendo a la menor recorrer esa parte de su cuerpo con sus dedos.

Este, sin dar aviso previo, llevó también su mano para recorrer con lentitud parte de la cintura de la mujer e ir bajando hasta sus caderas en donde finalizaron en las gomas del short que traía consigo. Sin dar más vueltas, el mayor bajó esa tela para despojarla de ella, pero al hacerlo quedó ligeramente sorprendido sin evitar que saliera una pequeña risa de sus labios.

—No digas nada, no sabia que esto pasaría —soltó la castaña llena de vergüenza, llevando su brazo para cubrir ligeramente su rostro.

—Me recibes sin bragas también, ¿eh?

Por más de que Romy quiso volver a defenderse, al final sus palabras quedaron en el aire pues un suspiro involuntario escapó de sus labios cuando Draken retrocedió lo suficiente como para poder inclinarse a ese sector de su cuerpo, abriendo más sus piernas con seguridad al tomarla de los muslos. El rubio, sin esperar un permiso, fue dejando besos desde el inicio de la rodilla de la muchacha y fue bajando lentamente hacia la entrepierna donde logró que la respiración de la castaña se fuera haciendo cada vez más pesada.

Romy se había sobresaltado dejando salir un jadeo cuando un pequeño dolor se generó en su muslo interno, pues Draken de repente había mordido esa zona, donde no la lastimó, pero si dejó evidencia al quedarse una marca en su blanca piel.

Aunque en eso el rubio había gruñido algo molesto cuando la menor, ante la sorpresa, había cerrado ligeramente sus piernas. Esto solo hizo que el chico las volviera a abrir con más firmeza para declarar lo siguiente;

—¿Qué haces, enana? —expresó serio—. Todo esto es mío.

La castaña jadeó extasiada cuando el mayor llevó su lengua hasta la parte más privada y sensible de su cuerpo. Era impresionante para ella como el contrario conocía tanto su cuerpo como para saber que debía hacer en esos puntos y llevarla al placer de una manera tan extraordinaria. Pronto Romy se retorcía en la cama sin poder callar ninguno de sus gemidos que escapaban de su boca sin pudor.

¿Cómo podría contenerse si el rubio no tenía piedad alguna con ella al probar esa parte de su cuerpo de esa manera?

Tanto era la agitación de la muchacha que pronto iba sintiendo que llegaría al clímax, pero era claro que ella no quería terminar así. Por lo que como pudo, intentó avisarle ese hecho a su pareja para que hiciera las cosas como debían de ser.

Como él sabía y que a ella le encantaba.

—D-Draken... —llamó la castaña con agitación tratando de enfocar su mirada al chico que había dirigido sus afilados ojos en ella mientras hacía su labor.

Pero solo bastó decir esas palabras para que el rubio entendiera lo que la muchacha quería avisarle y así se separó de aquella zona que había estado estimulando, llevando su pulgar para quitar un poco de los fluidos de la castaña pero que finalmente volvió a lamer desde su dedo.

—Como digas —contestó el chico posicionándose entre sus piernas, no sin antes extenderse ligeramente para tomar de unos de los cajones de la mesita de noche que había a un lado, uno de los condones que se encontraban ahí para este tipo de situaciones repentinas.

El chico se quitó rápidamente las últimas prendas que le estorbaban y se colocó el preservativo correspondiente en su ya erguido miembro que por fin se sentía liberado luego de haber estado aguantando tanta excitación que le provocaba escuchar los gemidos de la contraria. Romy mordió ligeramente su labio inferior al admirar la virilidad del chico y con solo imaginarse tenerlo dentro suyo hacia que su impaciencia aumentara, por lo que en un descuido fue ella quien empujó al rubio hasta hacerlo sentarse en la cama para que ella pudiera subirse a horcajadas sobre él, llevándose la sorpresa del chico que pronto había sonreído ante la iniciativa de su pareja.

—Esto me está gustando —expresó este en un ligero jadeo cuando sintió que la castaña había posicionado su miembro ya en su entrada, a lo que el pronto llevó sus manos a su cintura para ayudarla—. Vamos, hazlo.

Con sus latidos a punto de atravesarle el pecho, Romy decidió empezar a bajar ante el pedido del chico quien quedó extasiado mirándola mientras ella misma iba bajando para introducir su miembro por completo. Cuando llegó por la mitad, Draken no pudo aguantar más la tortura y aprovechando que tenía sus manos puestas en su cintura, la impulsó para que bajara por completo, robándole un sonoro gemido y que él a cambio, pudiera dedicarle un gruñido al sentir la presión que las paredes cálidas de la castaña le otorgaban.

Ambos se miraron por unos segundos y Draken la observaba con ojos retadores, queriendo ver lo que ella podría ser capaz de hacer en esta situación. Porque ahora mismo, ella tenía el control. Romy lo comprendió y dejándose llevar por el placer, como así también por la excitación, ella fue la que empezó a moverse por encima de él mientras se aferraba a sus tonificados hombros como apoyo.

Así fue como los pequeños saltos fueron subiendo de intensidad y velocidad a medida que los segundos transcurrían. El rubio presionaba con fuerza sus caderas mientras la dejaba moverse a su gusto el cual era perfecto para él, quien admiraba con devoción los hermosos pechos de su mujer que rebotaban tan eróticamente que parecía querer llevarlo a la locura.

Pero Romy estaba casi al límite y levemente cansada de sobre esfuerzo que había hecho para mantener el ritmo, pero para su sorpresa, Draken fue más rápido al rodear su cintura con su brazo y tomarla para así volver a recostarla en la cama para que sea él quien tomara el control esta vez. Y fue el rubio quien al estar sobre el cuerpo de la chica, volvió a retomar el vaivén de los movimientos pero con un poco más de velocidad y fuerza, logrando que sus pieles incluso chocaran y formaran aquel sonido del mismo.

La castaña juraba que estuvo a punto de perder la cordura por las delirantes embestidas del mayor que no tenían compasión sobre ella. Así fue que ambos siguieron con ese ritmo hasta que ya no pudieron más y entre los dos llegando al más exquisito orgasmo que podían regalarse.

Cuando finalizaron, y luego de tomar un respiro, fue indispensable que ambos se abrazaran para compartir el descanso luego de aquella agitada actividad. Y en eso, Draken se encargó de besar en silencio todos los espacios de la piel de su amada. Desde los sectores más suaves hasta los lugares cuyo sitio residían heridas o moratones productos de sus anteriores peleas callejeras.

Draken los besó todas, contándolas de paso para que en la próxima vez que admire su cuerpo desnudo pudiera asegurarse de ver que no hubiera ni una más. Porque haría todo lo que sea necesario para que ella estuviera bien y ya no volviera a salir herida.

Ya que no había nadie quien se preocupara más por ella que Draken.

—Solo me preocupo por ti.

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