Real
—¿C-cómo es posible?
—Esperaba un cálido recibimiento. ¿Por qué no me sorprende que seas tan seca conmigo?
—No sé cómo pudiste burlarte de la muerte, pero ni creas que vas a sembrar miedo en mí por haber traído un juguete contigo.
—Este nuevo juguete lo he guardado exclusivamente para este momento; para ti. No sabes lo mucho que nos vamos a divertir con el— me dejó ir, y automáticamente me volteé para enfrentarlo—. ¿No vas a correr? Así no es divertido. ¿No tienes oculto otro destornillador por ahí? Tal vez, debajo de esa toalla y por eso te sientes tan segura— me miró de arriba abajo.
Vestía un pantalón de vestir negro y una camisa blanca, con las mangas dobladas hasta los codos. Se ve tan atractivo. No es miedo lo que siento en este momento, más bien como si me hubiera quitado un enorme peso de encima.
—No voy a correr, no pienso seguir huyendo.
—Claro, lo olvidaba, ya lo has hecho lo suficiente, pero de nada ha servido. No fue difícil dar contigo. Sabía que vendrías a este estado. Una vez me contaste que te gustaría visitarlo algún día, y mírate, no te rendiste hasta que lo lograste. Aunque, tal vez no de la manera que esperabas.
—Entonces, ¿viniste por tu cuenta? Cuéntame, ¿cuáles son tus planes ahora? ¿Viniste a vengarte por lo de tu hermana o por lo que te hice? ¿Volverás a secuestrarme para torturarme, o para seguirme tratando como una más de tus muñecas? Oh, ya sé, tal vez has venido a matarme para impedir que hunda a tu familia… Te lo anticipo, no se los dejaré fácil.
En sus labios se dibujó una sonrisa. Hace tiempo no contemplaba esos hermosos hoyuelos.
—Mamita chula, debo aplaudir tu audacia y valentía. Has sido una muñequita muy traviesa. Tal vez eso es lo que me enciende tanto de ti. Sobre todo, porque eres impredecible y esa cabecita guarda tantos secretos y misterios que muero por descubrir. Anda, dilo; di que me extrañaste y que te arrepientes de lo que hiciste — sonrió con arrogancia.
Solté una carcajada por su exigencia.
—Tu soberbia y descaro no tiene límites. ¿Eso es lo que esperas escuchar de mí? Ni en tus sueños. No pienso disculparme por algo de lo que no me arrepiento. Aunque, pensándolo bien, sí me arrepiento de algo; tu hermana merecía una muerte mucho más lenta, y tú ni se diga. Es una lástima que actué bajo impulso y coraje del momento, me dejé cegar por la rabia y la silencié demasiado rápido.
Se mantuvo sonriendo ampliamente, como si mi respuesta, más que enojo, le hubiera causado jocosidad. Es su hermana y actúa como si no lo fuera. ¿Por qué se ve tan tranquilo al respecto?
—Deberías haberla visto; tenía los ojos así de grandes y bien abiertos—hice un círculo con ambas manos—. No se esperaba jamás y nunca que le borraría esa sonrisa arrogante, hipócrita y falsa de su rostro — reí al recordar con detalle sus ojos abiertos de la sorpresa.
En medio de mi ataque de risa, me tomó por la cintura con una mano y me soltó como si nada sobre la cama. Su rodilla entremedio de mis piernas fue lo que desajustó mi toalla, dejando mis pechos al aire.
Me sorprendió que no me atacara desprevenidamente con ese filoso cuchillo. Parecía un cuchillo de caza. Podría rebanarme si se lo propone. ¿Qué lo detiene?
Prefirió pasar la punta filosa por mis pechos, a vuelta y redonda. La frialdad los puso bien erectos y me molestaban.
—¿Por dónde debería comenzar? — descendió de ellos por el centro de mi pecho, en dirección a mi ombligo, donde dibujó un círculo, pero no lo suficientemente fuerte como para dejar la marca o llegar a lastimarme.
—¿No lo estás pensando demasiado? — cuestioné, con el corazón a mil.
Movió a un lado el resto de la toalla, esta vez dejando completamente mis partes al descubierto debajo suyo. Me sentía devorada con esa mirada tan hambrienta que recorría mi cuerpo.
Dejé de respirar cuando vi esa punta tan filosa descender más abajo de mi vientre, hasta que la hoja entró en acción y acarició mis labios pausadamente. Un movimiento en falso podría hacerme daño, tanto de su parte como de la mía.
No sé por qué la situación me tenía ardiendo por dentro. Se supone que lo odie, que desee verlo muerto, pero ahora mismo, solo teniéndolo así de cerca, respirando el mismo aire, aspirando su olor a hombre y sintiendo su calor corporal, solo me entran ganas de que me tome, justo como aquella vez.
—Debería atravesarte de la misma manera que lo hiciste conmigo — separó mis labios, poniendo la parte de la hoja en posición vertical.
—Si eso te haría feliz, entonces hazlo.
—Por supuesto que lo haré, pero sin este cuchillo de por medio— arrojó el cuchillo a un lado nuestro.
A diferencia de aquella última vez, no sentí ganas de tomarlo. No sé qué me sucede con él. Es un desquiciado, que no ha hecho otra cosa que mentirme, usarme y lastimarme. ¿Por qué lo deseo tanto? Al nivel de mandar a la mierda todo.
Robó mis labios en un apasionado y ardiente beso. Fue desabotonando su camisa en el afán de despojarse de lo que nos estorbaba. Noté que en su camisa, en el área del costado, dónde lo había herido, tenía una mancha de sangre. ¿Lo lastimé? ¿Todavía no ha cicatrizado?
Estaba impaciente, por lo que ni siquiera consideré su herida, al momento de arrancar los botones restantes de su camisa de un tirón. Anhelaba embadurnarme de su olor. Quería fundirme con su piel, derretirme en sus fornidos brazos.
Tumbé su cuerpo hacia el centro de la cama, tomando en gran parte el control. Es la primera vez que lo permite, pero me sentía fuera de sí. Mis dientes se clavaron en sus pectorales y soltó un gruñido de satisfacción. Es tan masoquista.
No es un sueño, es real, está aquí conmigo, a nada de conectarnos de nuevo como lo he deseado por tanto tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top