Impresión

—¿Por qué les dijiste a todas ellas que soy tu mujer? 

Esa pregunta rondaba mi cabeza todavía. 

—Estamos en una situación interesante para que dañes el momento con preguntas irrelevantes. 

—Para ti es irrelevante, pero para mí no. 

Se apartó de golpe respingando.  

—¿Qué demonios soy para ti, Adrien? ¿Una muñeca más con quién pasar el rato y tener sexo desenfrenado? Supongo que si no puedes responder, es porque no sientes nada. 

—Si sabes tu lugar, ¿por qué lo cuestionas? 

Sus palabras fueron como un puñal atravesado en el centro del pecho. 

—Perfecto. Entonces busca con quién más pasar el rato, porque conmigo no será. 

—¿A dónde crees que vas? 

—A quitarme este mal olor que traigo encima. No sé para qué me buscaste, pero haya sido por la razón que fuera, me arrepiento de haber venido contigo — ingresé al baño, cerrándole la puerta prácticamente en la cara. 

Vi que la manilla de la puerta se movió, como si hubiera intentado abrir, pero se arrepintió. 

No pienso darle el privilegio de jugar conmigo como le plazca o de herir mis sentimientos sin tener una repercusión. Ya tuve suficiente. 

Cuando salí del baño, él ya no se encontraba ahí. No sé a dónde ha ido, pero esta vez no pienso buscarlo. Me limité solamente a explorar la habitación, especialmente su armario en busca de una camisa que pudiera usar. Todas mis cosas están en su auto y no pienso ir a buscarlas a esta hora. 

El cansancio, la debilidad y el dolor en mi cuerpo ya me estaba pasando factura. No rendía para más. Ha sido un día agitado, lleno de muchos golpes, uno detrás del otro. Todavía la planta de mis pies arden. 

La almohada huele a su perfume. Tendré que conformarme con esto. Esta será la única manera de tenerlo conmigo y para mí. Quisiera poder arrancarlo de mí, de la misma manera que acaba de hacerlo conmigo y actúa tan tranquilo al respecto. 

A la mañana siguiente, desperté por el rayo de luz que molestaba mi rostro. Me sacó tanto de quicio que salí de la cama para correr la cortina. Como era de esperarse, no regresó a la habitación anoche. No sé por qué debería afectarme o sorprenderme. 

Hundí mi rostro en la almohada, dejando escapar un fuerte suspiro en el que casi se me escapa la vida. ¿Realmente las cosas entre él y yo serán así de ahora en adelante? ¿Genuinamente quiero esto? 

Salí de la habitación, parecía que estuviera a punto de cometer un atraco, pues de manera sigilosa caminé por los pasillos viendo a todas partes pensando que me cruzaría con él, pero ese no fue el caso. 

Oí su voz abajo, parecía animado y feliz. Me asomé y estaba hablando con alguien, aunque desde este ángulo no podía saber con quién. Tenía la misma ropa de anoche, ¿acaso no durmió? 

No voy a andar curioseando, solo me limité a bajar las escaleras con intenciones de ir a su auto y buscar mis maletas, pero antes de que pudiera siquiera llegar a la puerta, vi mis maletas frente a ella.

Unos brazos me engulleron de repente por la espalda y me quedé rígida. Pensé que se trataba de Adrien, pero cuando vi las uñas naturales y largas que tenía, más las marcas negras en las muñecas, supe de inmediato que no era él. Además, él no es así de cariñoso conmigo.

Me volteé de golpe, encontrándome con una mujer bastante bonita. Era idéntica a Adrien; aunque era más alta que él, sus ojos eran igual de azules y profundos, su piel blanca, cabello negro, largo, lacio y sedoso, le llegaba a la altura de su cintura. Sus facciones eran finas, parecía una modelo. Su olor era fresco, como si se hubiera bañado recientemente, pero su perfume tenía un toque dulce, como caramelo. 

Debe ser su hermana, no tenía pruebas, pero tampoco dudas. Esperaba encontrarme con una mujer parecida a Camila físicamente hablando. Además, creí que para haber estado en un hospital, se vería desencajada o con un aspecto desaliñado. 

—¿Así que ella es Marilyn? — tenía pinta de ser bastante extrovertida.

—Sí— respondió Adrien indiferente. 

Al menos no cae igual de pesada que Camila. Luego de haber dicho eso me arrepentí, viéndome en la obligación de retirar por completo lo dicho. 

—Es linda. Me gusta. ¿Puedo quedármela? — sus manos se colaron por debajo de mi camisa y me atrajo a su cuerpo por mi trasero. 

Al no traer ropa interior, sentí directamente cómo las amasó con fuerza. Toda su familia me ha dejado una impresión de infarto. Por lo que veo esto corre en la sangre. 

Levanté la mirada, encontrándome con esos ojos tan profundos y fui incapaz de apartarme. ¿Adrien no le dirá nada? 

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