Decepción

Le envié mensaje a mi esposo tan pronto llegamos al restaurante. Me sentía como si estuviera cometiendo un delito, tal vez se trataba de ese sentimiento de culpabilidad por estar ocultándole esto. 

—Te ves tensa. ¿No te gusta el lugar? 

—Sí, está muy bonito y estamos prácticamente solos, pero ese es el punto. 

—¿Por qué te preocupa tanto? Solo vamos a cenar, no estamos haciendo nada malo. La idea es que te distraigas un poco, no que estés más tensa. 

Descansó su mano sobre la mía y quedé helada. 

—Sé que, tal vez está mal pedirte este tipo de cosas sabiendo que estás casada, incluso puede que te parezca prematuro, pero no puedo evitarlo. Siento que los días pasan rápido. Cuando llega el momento de que te vayas, no puedo dejar de pensar en ti. 

—Adrien, no digas esas cosas. 

—Es cierto. No pienso irme con rodeos. Creo que se nota lo suficiente que me gustas mucho. No espero que dejes a tu esposo por mí o que compartas este mismo sentimiento. De igual manera me conformo con tenerte cerca y pasar más tiempo contigo. 

—Gracias por ser honesto conmigo, pero amo a mi esposo y no quiero que mi matrimonio se vea afectado por este tipo de salidas. Espero puedas comprenderlo. Si accedí a venir aquí, fue porque… — se me hace irresistible y complejo decirle que no—. Es porque me agradas. 

—Entiendo. No te forzaré a hacer algo que no quieres. Entonces, disfrutemos de esta última salida — volvió a sonreír, apartando su mano de la mía. 

Su calor era agradable y no me disgustó en lo absoluto que me tocara. Sus palabras se escucharon sinceras y esa mirada tan hipnotizante confirma que no miente. Quisiera poder corresponderle, pues sé que es un buen hombre, pero no puedo engañar a mi esposo. 

—¿Qué harás cuando se estrene la película? 

—Aún no sé. Tal vez regrese a mi país natal por un tiempo.

—¿Regresarás a tu país? 

—Sí. He dejado mi país y a mi familia atrás para darlo todo por este proyecto. Esta es una oportunidad que no podía dejar pasar. Quiero agradecerte por décima vez por darle vida a mi personaje. Para mí más que un logro, es un sueño hecho realidad. Ojalá todos los escritores puedan tener esta dicha y experimentar lo que es tener frente a frente a alguien que nació de nosotros y que directa o indirectamente es un reflejo nuestro de lo que callamos. 

—Me intriga conocer lo que callas, esos pensamientos que fluyen a través de ti y que nadie conoce… 

A medida que conversamos de diversos temas, el temor y la inquietud se fue desvaneciendo. Es agradable tener la confianza de hablar con alguien y que se muestre tan curioso al respecto. Trae muchos temas interesantes que te mantienen entretenida. A veces tengo temor de esa conexión que siento con él. 

Nos despedimos con un beso en la mejilla, el cual no esperaba, pero dejaba en evidencia la confianza y cercanía que se había creado entre los dos. Él no mostró ningún asombro, de hecho, lo hizo ver tan natural, no sé por qué le estaba dando tantas vueltas al asunto. Tal vez se trataba de que su confesión aún no había abandonado mi mente y creo que tampoco lo hará. 

Llegué a mi casa de buen humor, sintiéndome feliz por lo agradable que fue compartir con él. El auto de mi esposo no estaba aparcado en la entrada. Tal parece que le ha tomado más tarde de lo habitual.

Había un sobre amarillo sin remitente en el buzón. En el estaba mi nombre escrito en letras mayúsculas con algún tipo de marcador negro. Estaba curiosa por el contenido del sobre, pues rara vez recibimos cartas, a no ser que sean de cuentas o pagos pendientes. 

Vencí la curiosidad que tanto me mortificaba, abriendo por fin el sobre, aunque no de la manera que esperaba. Todo se desmoronó dentro de mí tras ver tantas fotos, que aparentaban ser tomadas en distintos días, de mi esposo besándose con otra mujer mucho más joven.

Por mi mente circulaba el día que nos conocimos, nuestro primer beso, cuando me pidió matrimonio y nos casamos a la orilla de la playa, justo como lo habíamos soñado. Cuando nos mudamos juntos, nuestra primera casa, todos los sacrificios que nos tocó hacer para conseguir de a poco nuestras cosas. 

Trece años de supuesta felicidad, amor, de confianza, sacrificios, fidelidad y apoyo, que ahora fueron tirados a la basura. Trece años que se sintieron como dagas atravesando mi pecho. 

Fue mi primer amor, el mismo que juró amarme y respetarme hasta que la muerte nos separe, por el mismo que me sentí culpable de haberle mentido, a pesar de estar consciente de que no estaba haciendo nada malo, pues le he sido fiel por todos estos años. ¿Y así me paga? ¿Esto es lo que merezco?

Las fotos se humedecieron debido al mar de lágrimas que caían sobre ellas sin cesar. Los recuerdos, de un segundo a otro, se pueden volver un maldito martirio; en tu peor enemigo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top