Confrontamiento

—Vengo enseguida, ¿sí? 

—¿Qué tienes? ¿No estás feliz de vernos? 

—Sí, pero necesito hablar algo con él. Espérenme aquí, por favor— le agarré la muñeca a Adrien y lo saqué de la oficina conmigo. 

Nos alejamos de la oficina a un lugar donde estuviéramos completamente solos y lo suficiente lejos para no ser escuchados por mis padres. 

—¿Qué te traes? — lo confronté.

—¿Qué hay con esa cara de fiera? 

—Estoy harta de que te hagas el imbécil cuando de asuntos serios se trata. ¿Por qué trajiste a mis padres aquí? 

—¿Por qué los traje? 

—No me respondas con otra pregunta para evadir dar una respuesta. 

—No entiendo tu actitud. Pensé que esta sorpresa te iba a agradar, pero al parecer fue todo lo contrario. 

—¿Sorpresa? Esto me parece más un recordatorio. 

—¿Recordatorio? 

—Sí, para que haga todo lo que quieres. 

—Aquí hay un grave malentendido. Veo en tus ojos desconfianza. ¿Realmente crees que los he traído para amedrentarte? En primer lugar, ¿por qué piensas que les haría daño? ¿Acaso no estamos del mismo lado?

—Te creo capaz de todo. Disfrutas de hacerme sufrir, de lastimarme y usarme a tu antojo. Has llegado a mi vida para destruirla y ponerla patas arriba, parece que ese es tu propósito conmigo; eso es lo que genuinamente te satisface. Te lo advierto, Adrien, métete conmigo lo que te dé la gana, pero con mis padres no te metas, porque ahí sí no respondo de mí. 

Frunció el entrecejo con evidente molestia. Es la primera vez que muestra una expresión tan profunda y bastante notoria hacia algo que digo. 

—Espero que esas palabras no te las tengas que tragar luego — metió las dos manos en los bolsillos, caminando por el mismo pasillo que vinimos, solo que lo siguió de largo y no se atrevió a entrar a la oficina de Gabriel.

Regresé con mis padres y por fin pude darles un cálido abrazo, de esos que, por más que el mundo se caiga en mil pedazos a tu alrededor, sientes que vale la pena seguir viviendo. 

—No sabes la alegría y la paz que nos brinda verte. Perdimos contacto contigo y con Osvaldo. Pensamos que les había pasado algo. Si no hubiera sido por la transacción que hiciste en el banco, no hubiéramos podido saber de ti y dar con tu ubicación. Entablamos conversación con el Sr. Gabriel que muy amablemente nos presentó a ese agradable hombre que nos ayudó a contactarte directamente. ¿Por qué no te has comunicado con nosotros? ¿Tienes una idea de lo preocupados que hemos estado por ustedes? 

—¿Fueron ustedes quienes vinieron?

—Sí, vinimos en el primer vuelo de por la mañana.

Entonces, ¿él no fue quien los trajo aquí? 

—¿Y Osvaldo?

Sentí que la presión me bajó de golpe y tuve un pequeño desbalance. 

—¿Estás bien, mi amor? ¿Por qué estás tan pálida? ¿Te estás alimentando bien? Sé que has debido estar ocupada con todos los proyectos y sé que a causa del estrés sueles saltarte las comidas, pero necesitas alimentarte. 

—Estoy bien, mamá, no te preocupes. Créeme que me he estado alimentando bien. 

El rostro de Osvaldo se cruzó por mi mente y negué con la cabeza. 

—No vuelvas a desaparecer así, por favor. 

—Lo siento, lo siento tanto… 

Quise cortar lazos con ellos con tal de no ponerlos en riesgo. Luego de lo que pasó con Osvaldo, ahora temo por la seguridad de ellos, pero no puedo contarles nada. 

—¿Cómo está Osvaldo? No nos has respondido. Él también ha estado perdido.

—Osvaldo y yo decidimos terminar nuestra relación. 

—¿Qué? ¿Cómo es posible, hija? — cuestionó mi padre—. Todo matrimonio se enfrenta a dificultades, pero todo problema tiene solución, siempre y cuando haya amor de por medio.

—Ese fue el problema, papá; el amor se acabó entre los dos y no hubo forma de arreglar lo nuestro. 

—Lamentamos tanto enterarnos de esto, mi amor. No hubiera podido siquiera imaginar que una relación tan bonita, que se enfrentó a tantas pruebas y superó por mucho tiempo las adversidades, pudo terminarse así como así. Se conocieron desde muy jóvenes y se veían tan felices. 

Que repitiera todo eso, solo causaba que el cargo de conciencia y la culpa recayera de nuevo en mis hombros. He culpado todo este tiempo a Adrien sobre lo que sucedió, pero aquí la única culpable fui yo, quién lo apuñaló hasta la muerte fui yo, quién se sintió liberada de esas cadenas que me ataban a él fui yo. Tal vez nunca lo amé lo suficiente como él lo hacía. Fantaseaba estar en los brazos de otro hombre y lo vi como un obstáculo en mi vida. No lo había visto de esa manera, quizá porque me sentía menos culpable, echándole la culpa a otro, que aceptando la realidad. 

—Lo mejor será que regresen. Nos mantendremos en comunicación. Esta vez no pienso perderme. 

Mis padres no querían marcharse, pero los presioné para que se fueran. No quiero que vaya a pasarles algo. Ahora que Adrien está molesto conmigo, puede ser capaz de muchas cosas. 

Me topé con Gisela en el estudio, al parecer esperaba por mí. Todavía no se me regulaba la presión. Lo mejor será regresar a casa. 

—Estás igual de blanca que un papel. ¿Alguna mala noticia? 

Me apoyé en ella al sentirme tan mareada.

—Oye, ¿estás bien?

—Estoy muy mareada. 

—¿Quieres ir a comer algo?

—No, llévame a la casa. 

Sin más preguntas me trajo a su auto. Por el trayecto no dejaba de mirarme y me tenía incomoda. 

—Me estoy sintiendo mejor, si eso es lo que tanto te preocupa. 

—¿Te has estado protegiendo con mi hermano? — su pregunta fue como un balde de agua fría por encima. 

Ahora que lo pienso detenidamente, no he tenido mi periodo. Con Adrien no me he protegido ni una sola vez, tampoco me he estado tomando los anticonceptivos. Los abandoné cuando él me secuestró aquella vez. 

Quiero pensar que por primera vez me he retrasado y que aún estoy a tiempo de remediar cualquier situación. Salir embarazada de Adrien sería el peor panorama. 

—Con esa expresión que has hecho, puedo intuir que es un no. ¿Será que voy a ser titi? 

—¡No! ¡Eso jamás! 

—Los he oído todas las noches destruyendo la habitación. No es para menos. Diría que han tardado mucho. Lo mejor será salir de dudas — se desvió del camino a la casa. 

Si la prueba sale positiva ella será capaz de contarle a Adrien y no sé cómo él lo tome. ¿Qué hago? Piensa en algo. 

No venían ideas a mi cabeza. La tensión empeoró mis síntomas. Sobre todo al estar a la espera de los resultados de las pruebas caseras que me realicé tan pronto llegamos a casa de la farmacia. Debía hacer todo rápido, antes de que pudiera llegar Adrien. 

Tomé las dos pruebas en las manos, confirmando lo que tanto temía. Me he descuidado. Siempre había tenido control sobre ello. Pasé años con Osvaldo y jamás tuvimos una sorpresa de esta magnitud. 

Gisela observó las dos pruebas y enarcó una ceja, sonriendo burlona. 

—¿Ya te divertiste lo suficiente burlándote de las desgracias ajenas?

—¿Un bebé es una desgracia para ti? ¿Soy yo o me parece que estás planificando ocultarle esto a mi hermano?

—No le digas nada de esto a Adrien, Gisela. 

—¿Crees que tardará mucho en descubrirlo? Es mejor que se entere de tu boca, a que se entere de otra manera. Conozco a mi hermano, puede perder la tabla si le ocultan una noticia como esa. Piénsalo bien, no vaya a ser que luego te arrepientas. 

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