A cargo
Cuando logré reponerme, salí del despacho por el escándalo que tenía Adrien en la segunda planta. Subí las escaleras y me asomé a ver lo que estaba haciendo. No solo golpeaba las puertas y les ordenaba a las empleadas a salir y reunirse en el pasillo, sino que también portaba un arma la cual ni siquiera sabía que tenía. Todas salieron en batas al pasillo, desconcertadas y asustadas con lo que estaba ocurriendo y no era para menos.
Planificaba simplemente regresar al cuarto donde se encontraba el cuerpo de Osvaldo, y más ahora sabiendo que está enojado conmigo, pero él me agarró el antebrazo antes de que pudiera pasarle por el lado.
—Las he reunido porque quería darles un aviso muy importante; y es que de hoy en adelante estarán bajo mis órdenes. Tienen prohibido rotundamente mencionar a mis padres en esta casa. Desde hoy, Olivia y Harry no existen. No lo olviden; son ciegas, sordas y mudas. Lo más importante, lo que yo digo no se cuestiona. ¿Hasta ahora todo está claro?
—Sí, señor— respondieron al unísono.
—Bien. Quiero que limpien y desinfecten la habitación principal y el despacho. Quiero todo impecable para cuando salga el sol. Todas las camas, a excepción de las de ustedes, serán quemadas. Quiero remodelar los cuartos, especialmente el principal, pues ahí me estaré quedando con mi mujer.
¿S-su mujer?
—Ella es Marilyn Moore; la nueva dueña y señora de esta casa, por consiguiente, todo lo que pida esa boquita, absolutamente todo, lo harán sin cuestionar. ¿Entendido?
Ninguna dudó en responder. Tal parece que todas ya conocen el temperamento de Adrien y por eso no se atrevieron a cuestionarle nada.
—¿Qué esperan para moverse? ¡A trabajar que para eso se les paga!
Ellas se dividieron; unas bajaron las escaleras y el otro grupo fue hacia la habitación principal, mientras que Adrien me llevó casi arrastrada a otra habitación. No es que me hubiera presionado, más bien es que camina tan rápido que fácilmente me quedo atrás.
Esta habitación, a diferencia de la otra, posee una decoración de color púrpura. Todo estaba bien combinado, solo que demasiado oscuro para mi gusto.
—¿En este cuarto es donde te has estado quedando?
—Sí. Como escuchaste, de mañana en adelante estaremos durmiendo en el otro. Es el más grande de la casa.
¿Así que estaremos durmiendo juntos? ¿Eso quiso decir?
—Por cierto, mi tío y mi hermana vendrán mañana.
¿Su hermana? Entonces, ¿él sabía que ella había escapado de ese hospital que mencionaron?
—¿Tu hermana?
—No te hagas la tonta. Escuchaste toda la conversación. No tienes que fingir no haberlo hecho.
—No sabía que tenías una segunda hermana.
—Ahora lo sabes. Cuidado con lo que haces.
Creo que ya se le ha ido pasando el enojo. Sé que su comentario fue por Camila. A buen entendedor pocas palabras bastan.
—¿Puedo hacerte una petición?
—Habla.
—¿Podrías soltar esa arma? Me pone nerviosa.
—¿Por qué? — acortó la distancia que había entre los dos, paseando la boca del arma por mis pechos.
Me arrepentí de haberle dicho. Sabía que ahora lo usaría en mi contra para preocuparme.
—¿Piensas que te volaré la cabeza? — movió mi cabello hacia la espalda y hundió su rostro en mi cuello, solo acariciándolo con sus labios, provocándome escalofríos, no solo debido a ese roce constante, sino a su aliento caliente chocar con mi piel —. Sería una forma de morir demasiado aburrida, ¿no crees?
—Y según tú, ¿cuál sería la forma más entretenida?
—Por mis manos ejerciendo presión en tu frágil cuello — mordió el lóbulo de mi oreja, antes de soltar una risita traviesa, como si ese hecho le estremeciera y le excitara tanto—, y con una explosión dentro, de esas que tanto te gustan.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top