Capitulo 8
Sus ojitos adormilados fueron incomodados por la calidez de los rayos de luz que se colaban por su ventana, parpadeo un poco, algo somnoliento, sin embargo cerro sus ojos con fuerza de nuevo, no quería despertar, estaba muy cómodo arropado por sus suaves sábanas, se negaba a abandonar sus sueños, aparte era sábado, aquellas tres silabas, le susurraban dormir unos minutos más. Suspiro levemente, se acomodo del lado izquierdo de su cama, le dio la espalda a la entrada de su cuarto, la cual en ese momento se abrió lentamente, evitando hacer cualquier tipo de ruido, afortunadamente el azabache no se dio cuenta de nada.
Una cabellera blanca se asomo cuidadosamente desde la puerta, al ver un pequeño bulto en la cama, rodo los ojos, esperaba que su príncipe ya estuviera levantado, pero claramente fue todo lo contrario. Se acerco a pasos lentos hasta la cama y sin pedir permiso se recostó a lado del pequeño ovillo azabache.
Al sentir un peso desconocido en su cama, el oji azul se sobresalto un poco, pero luego de hacer memoria y recordar que tenía un invitado, se relajo. ¿Le molestaba? No, ¿Planeaba echar a Sanemi? No, ¿Iba seguir durmiendo como si nada? Definitivamente si.
— Príncipe.
Bueno, parece que no iba poder volver a dormir, de todas formas ni quería.
—¿Uhm?
— ¿Estas despierto?
— No, esta respondiendo mi holograma.
— Oh, ¿Puedo preguntarle algo a ese holograma tuyo?
— ¿Qué quieres?
— ¿Te gusto?
¡¿Qué?! ¿Escucho bien? No supo en que momento su cuerpo abandono su posición y se giro, provocando que (debido a la diferencia de altura) su cara estuviera directamente frente al pecho de Sanemi, el cual estaba desnudo, pues su pijama estaba desabotonada de la parte de arriba. Inmediatamente el color carmín, adorno su rostro.
— ¿Ahora si estas despierto?
— ¡Shinazugawa!
Sus mejillas rosadas se inflaron, molestas, sin darse cuenta cayo redondito en la provocación del albino.
— Pero mira que adorable expresión, ojala pudiera tomarte una foto. — Sonrió burlón. — Solo bromeo, relájate. — La vista que tenia era jodidamente perfecta y adorable, le gustaba, aunque claro no lo iba admitir y tampoco lo diría en voz alta.
—Yo quería seguir durmiendo.
Murmuro bajito, miro de reojo a la ventana y el sol apenas y se veía.
— Son las siete de la mañana, eres un dormilón.
— Es sábado.
— ¿Y?
— ¿Cómo que y? Voy a dormir todo lo que pueda.
— Tengo un príncipe muy flojo.
— Cállate. — Golpeo levemente el pecho del otro.— Déjame dormir un poco más, tú haz lo mismo.
— Uhm, bien.
Sin embargo no se espero que, uno de los brazos del cicatrizado, lo rodeara, juntando sus cuerpos en un abrazo, Giyuu no se quejo, al contrario, se acomodo de una forma un poco más cómoda, recargando su cabeza en el pecho del contrario, colocando uno de sus brazos en el abdomen del de piel canela, abrazándose mutuamente, sin duda al despertar de nuevo, se harían los desentendidos y dirían que fue culpa del sueño.
Dos horas más tarde, unos llorosos y confundidos ojos zafiro, se abrieron lentamente. Contemplo su alrededor, pero su vista se centro en el rostro apacible que aun estaba durmiendo. Recordó el día de ayer, cuando encontró al albino bajo la lluvia y las lágrimas que recorrían su rostro sin intenciones de parar, claramente Giyuu tenía muchas preguntas y todas ellas necesitaban una respuesta. El jamás se imagino ver a Sanemi llorando y mucho menos sentirse mal por aquello y tener la necesidad de resguardarlo en su casa y cuidarlo mucho hasta que estuviera seguro que no volvería a pasar, no soportaba la idea de saber que el escudo que Sanemi siempre mostraba el mundo, ayer se desmorono por completo, dejando ver una versión vulnerable de si. Aunque la mayoría no notaria el cambio, pero el si, ¿Cómo tenia el valor de asegurar aquello? Fácil, mientras cenaban, no tenia su característica expresión seria y tensa, tampoco apretaba con rabia sus puños como usualmente lo hacia, toda su atención estaba enfocada en Giyuu y no se fijaba en su entorno, no miraba a las personas como si lo fueran a atacar, tampoco recorría el lugar con su desconfiada mirada violeta, el azabache podía jurar que no se comportaba a la defensiva, no sabia porque, pero la actitud que tuvo Shinazugawa, nunca la había visto, pero no le desagradaba. Lo que Tomioka no sabia es que Sanemi ayer se sintió seguro junto a el y no tuvo ninguna necesidad de poner sus sentidos en alerta.
De algo estaba seguro y es que, iba procurar no volver a tratar mal al albino, estaba decidido a trabajar en la confianza entre ellos, para que no hubiera la necesidad de llorar solos y aislarse, Giyuu deseaba por algún motivo, que cuando ocurriera algo malo, Sanemi recurriera a el y poder hacerle compañía para que no sufriera solo.
— ¿Tengo algo en la cara o que?
Dio un pequeño brinco en su lugar, no noto que el otro ya estaba despierto.
— Pensé que si, pero solo era tu feo rostro de siempre.
— Que hermosa manera de darme los buenos días.
— Lo siento. — Si su propósito era mejorar la confianza entre ellos, claramente con esas pequeñas bromas, no lo conseguiría. — Buenos días, Sanemi.
— Buenos días, Giyuu.
El azabache pudo sentir su corazón desbordar de sorpresa y ¿Felicidad? Si, lo era, escuchar por primera vez su nombre en aquellos labios, sonaba bien, mejor que en cualquier otra persona. Aunque ¿Se emocionaba por un simple "Buenos días"? Si ¿Y que? No veía el problema.
— ¿Sucede algo? De pronto cerraste el pico y te pusiste rojo.
Rayos, debía controlar eso y evitar ser tan expresivo.
— Solo me siento un poco mal.
— ¿Quieres que te traiga alguna pastilla? Aunque seguramente es porque no has comido nada y necesitas comer.
— Pediré que traigan el desayuno.
—¿Comeremos aquí?
— ¿Algún problema?
— Ninguno. Sera como tu quieras príncipe.
— ¿Príncipe?
Si, definitivamente se desilusiono, el quería volver a escuchar su nombre y no el apodo de siempre, aunque ambos le gustaban, pero no era lo mismo.
— ¿Sucede algo?
— ¿Ah? No, nada.
Rompió la cercanía, algo avergonzado por su comportamiento. Se levanto de la cama y fue directo a un pequeño intercomunicador, para pedir que trajeran el desayuno. Sin embargo, el cicatrizado lo siguió, pues su comportamiento lo desconcertó un poco.
— ¿Hice algo malo?
Eso era bastante raro, es decir el jamás cuestionaba algo así. Cuando recién se conocieron y Sanemi tenia actitudes que molestaban bastante al oji azul, nunca le hizo esa pregunta, parecía no importarle su comportamiento, pero ahora, simplemente iba y preguntaba con una vocecita un tanto inocente.
— No, ¿Por qué?
— Luces molesto.
— No lo estoy, solo me duele un poco la cabeza, es todo.
— Seguramente vas a enfermarte — Murmuro bajito. — Lo siento, es mi culpa.
— ¿Tu culpa?
— Por lo de ayer.
— ¿Tu hiciste que lloviera acaso? — El otro negó. — Entonces no digas tonterías.
— Esta bien, pero no me veas así.
El azabache cambio su expresión rápidamente, por una sonrisa tenue y relajo su mirada.
— ¿Puedes esperar el desayuno? Lo traerán en unos minutos, saldré un momento a buscar algo ¿Si? No tardo.
El otro asintió, poco convencido. Giyuu le dio una última mirada y salió de la habitación.
Sanemi estaba aburrido, ¿Qué podía hacer? tenia miedo que si rompía o movía algo de su lugar, Giyuu se enfadaría con el, así que opto por permanecer quieto en una esquina de la cama, sin embargo no pudo evitar ver la decoración de la habitación y una foto en especifico de Tomioka y una chica, supuso que era su hermana, por el parecido de ambos.
— ¿Qué miras?
No supo en que momento el azabache hizo acto de presencia, sonrió, al sentir la curiosa mirada zafiro en el.
— Tu y tu hermana son idénticos.
— Los genes de la familia Tomioka son fuertes. Papá y su hermano también se parecen mucho.
— ¿Todos tienen el pelo negro y ojos azules?
— Si, es una característica de la familia Tomioka.
— Uhm.
El oji azul lo miro cuestionando la expresión del cicatrizado, pues este se había quedado callado, parecía querer decir algo, pero no sé atrevía.
— ¿Sucede algo, Sanemi?
— Estaba pensando.
— ¿En qué?
— Los genes de la familia Shinazugawa también son muy fuertes.— Hizo una leve pausa, aumentando la curiosidad del oji azul. — Me pregunto ¿Qué pasaría si...?
Aunque no lo demostró el albino reía en sus adentros, de nuevo fue el culpable de un sonrojo en las blancas mejillas, sin duda amaba provocar al chico, aunque tal vez un día podía matarlo de un paro cardiaco.
—¡Cállate! ¿Cómo insinúas algo así?
— Solo era una broma, Príncipe. — Sonrió restándole importancia. — Tal vez en otro universo, sea posible.
— Deja de decir tonterías.
Sanemi siguió burlándose un poco más de la poca paciencia de su príncipe, probablemente implanto cierta curiosidad en la mente ajena, no era algo malo ¿Verdad? Digo le daría algo en que entretenerse un rato a Giyuu.
— ¿Qué es eso?
Pregunto curioso, pues el más bajito, tenía una caja en su mano derecha.
— Casi lo olvido. — Coloco la caja en la cama y la abrió, mostrando su interior. — Es un cambio de ropa para ti. Tu ropa está muy sucia y desgastada.
— ...
— ¿Ahora que pasa?
— No tengo como pagarte nada de eso.
Y mentira no era. El espero un cambio sencillo, pero de lejos se notaba la calidad de aquellas prendas, los detalles en la costura y podía jurar que la camisa era de seda, no necesita ser experto para reconocerlo.
— ¿Y cuánto te cobre o que? — Musitó molesto. — Es un regalo.
— No puedo aceptarlo.
— No te pregunté, es una orden.
— Eres muy mandón, príncipe.
— Es parte de mi encanto.
Ambos sonrieron, definitivamente el albino no iba a contradecir lo último. Aún estaba dudoso por aceptar algo tan caro, pero sin muchas opciones, agradeció. Unos minutos más tarde, les llevaron el desayuno en una mesita, la cual colocaron en la cama con mucho cuidado.
Ambos agradecieron por la comida y en silencio comenzaron a comer. El de piel canela no dejaba de observar disimuladamente al otro, Giyuu tenía una forma muy peculiar de comer y es que cuando algo le encantaba arrugaba su naricita sin darse cuenta y tardaba más en comer. Según la perspectiva de Sanemi, el menor, era igual que un gato negro.
— ¿Qué tanto me ves?
— Nada.
— Mentiroso.
— Mira quién habla.
El azabache rodó los ojos, en total desacuerdo.
— Cuéntame un poco sobre ti, por favor.
— ¿Por qué? Ayer te dije que no es necesaria tanta cercanía.
— No me refiero a que respondas mis preguntas. Cuéntame algo que desees, cualquier cosa.
— ¿Y si no quiero?
— Sería muy cruel de tu parte y no creo que quieras hacerme sentir mal.
— Eso es chantaje, eres muy tramposo, Giyuu.
Y ahí estaba otra vez, el brillo en los ojos zafiro, uno muy lindo y cautivador, pero que sin duda Sanemi no tenía idea de cómo describirlo y de cuando le gustaba.
El cuarto permaneció en silencio, no era incómodo, simplemente meditaba que podían compartir con el otro, deseaban hablar, pero no sabían de que.
— Cuando era niño, mis padres nos llevaron a una casa en el campo, era muy linda, pero había muchos animales. — Hizo una breve pausa, para tomar algo de jugo. — Mi hermana y yo encontramos una perrita blanca, acababa de dar a luz, pero sus cachorros se veían muy débiles.
— ¿La ayudaron?
— Eso queríamos hacer. Quise tomar a sus crías y colocarlas en una caja para llevarlas con mis papás y pedirles ir a un veterinario, pero cuando agarre uno de sus cachorros, su mamá me gruño y comenzó a ladrar, me asusté mucho. Yo apenas tenía cinco años, así que corrí buscando a mi hermana, pero la perrita me siguió y mordió mi trasero. — Hizo una mueca al recordarlo. — Desde ahí le tengo miedo a los animales.
— Fue tu culpa.
— ¿Mi culpa? Y ¿Por qué mía?
— Por tomar a sus cachorros así, obviamente ella los iba a defender.
— ¡Yo no les quería hacer daño!
— Aún así, debiste ser más cuidadoso.
El oji azul lo miro indignado, pero no se veía nada intimidante.
— No volveré a contarte nada.
Cruzo sus brazos, el albino no se preocupo en lo absoluto, sabía que estaba mintiendo.
En la mente de Shinazugawa había un caos, por una parte quería abrirse y contar una anécdota igual que lo hizo Giyuu, pero por otro lado se sentía inseguro. Al contarle detalles de su vida, inconscientemente le estaba dando una invitación para ser algo más que simples conocidos y eso le asustaba, es decir no era correcto, no debía, entre más lejos se encuentren mejor, sin embargo, Sanemi mando a la mierda todos esos pensamientos y se dispuso a hablar.
— Cuando tenía seis años, mis padres me llevaron por primera vez a la playa— ¿Se iba a arrepentir por entablar una cercanía más profunda con Tomioka? Tal vez. — Mi madre es una mujer muy bajita y físicamente débil, así que no podía cargarme, sin embargo ese día lo hizo. Recuerdo que mi padre tenia a mi hermano en sus hombros y yo estaba en los hombros de mamá. Caminamos por la orilla de la playa para ver el amanecer, fue hermoso.
— Suena lindo.
— Después, padre se llevo a mi hermano a nadar y yo me quede con mi madre, haciendo castillos de arena.
— ¿Te gusta mucho pasar tiempo con tu madre?
— Claro que si, es la persona más importante en mi vida.
— ¿Y cómo terminaron esas vacaciones?
— Bien, estuvimos cuatro días. Es mi recuerdo favorito.
— ¿Tienes más hermanos? O ¿Solo es uno?
— Tengo cinco hermanos. Dos mujeres y tres hombres.
— ¿Y no te molesta compartir tus cosas con ellos? o simplemente tener muchas personas.
— No, todos son tranquilos. Casi nunca hacen nada, para no molestarlo.
— ¿Molestar? ¿A quién?
— ...
Mierda. Claramente hablo demás. En este momento no quería contarle todos sus problemas y abusos familiares, no era algo que le fuera fácil decir. Se avergonzaba de aquello y la única razón, es porque se sentía un completo inútil, como hermano mayor no puede hacerle frente aún a su padre, al menos no de la forma que le gustaría. Era una personas repugnante ¿Verdad? siempre se lo repetía hasta el cansancio, ese era su castigo por ser un cobarde.
—¿Sanemi?
— ...
Desvió su mirada. Por un momento se olvido de todos sus problemas al estar con el azabache, incluso podía decir que se sentía como un adolescente normal, sin preocupaciones que no le correspondían, pero lo bueno no dura absolutamente nada, al menos no para el.
— Sanemi...
No tenía el valor de responder absolutamente nada, tampoco podía siquiera verlo a los ojos, era un completo ridículo por actuar así, pero es la primera vez que cuenta un poco de su vida, a alguien que no sea Obanai.
Justo cuando quiso levantar la mirada, sintió unos cálidos brazos rodearlo y envolverlo en un abrazo reconfortante, como aquellos que le daba su madre. Fue invadido por una sensación protectora y suave, como si entendiera su silencio y atreves de ese abrazo le hacia saber que todo estaría bien, una lágrima traicionera rodo por su mejilla, fue casi imperceptible, pero el supo que desde ese momento Giyuu ya no era más un simple conocido.
Ya habían pasado aproximadamente cuarenta minutos, en los cuales hablaron de cosas ajenas a ellos, bueno el azabache era quien más hablaba, el otro solo se limitaba a escuchar y hacer pequeños comentarios, pues no le quedaron ganas de contar alguna otra anécdota, tal vez lo dejaría para otro momento.
Giyuu jugaba con la cuchara, moviéndola de un lugar a otro por el plato (ahora vacío), parecía entretenerse mucho, con ese pequeño juego. Mientras hablaban de sus amigos, principalmente de la relación entre Obanai y Mitsuri.
— Tu amigo es muy obvio. Parece pulga pegado a Mitsuri, pero sigo sin entender porque no simplemente le dice que la ama y ya.
— No es tan fácil decir algo como eso. Por ejemplo tu.
— ¿Yo? ¿Qué tengo que ver?
— Tu tampoco fuiste capaz de decir tus sentimientos.
— No entiendo.
— Cuando te pregunte si te gustaba, no respondiste.
Ah, si eso. La respuesta obviamente era que no, entonces ¿Por qué no simplemente lo dijo y ya?
— Deja eso. Obviamente mi respuesta es no.
— Ouch. ¿No soy tu tipo ideal?
— No voy a responder eso.
Sanemi sonrió ladino, no quería una respuesta, solo deseaba ver los pucheros que hacia Giyuu al ser molestado.
— Eres muy fácil de molestar.
— Y tú te aprovechas de eso.
Lo señalo con un dedo en forma de acusación.
— Joven Giyuu.
Ambos miraron a la puerta, si bien estaba cerrada, uno de los empleados dio un par de golpes, para proceder a hablar.
— Las señoritas Kocho y Kanroji están en la sala, esperándolo.
Rayos, ¿Por qué ahora? justo cuando Sanemi estaba con el.
— ¿Por qué están aquí?
— Se suponía que hoy iríamos de compras y probaríamos un nuevo restaurant.
— ¿Lo olvidaste?
Miro mal al albino, claro que lo olvido, era obvio, nunca miro su calendario ni su celular para recordar tal salida.
— En un momento bajo.
Cuando escucho los pasos de su empleado alejarse, se levanto rápidamente de la cama, definitivamente no alcanzaba si quiera a ducharse, por otro lado ¿Qué haría con Sanemi? No podía salir junto a el a saludar, tampoco podía dejarlo en su cuarto hasta que regresara, ¿Entonces?
— ¿Qué harás?
— Bajar ¿No es obvio?
— ¿Y yo?
— Sacaré a Shinobu y Mitsuri de la casa, luego haré como que se me olvido algo, voy a regresar y te sacare de aquí.
— Tu plan es brillante. Solo hay un problema, no se como llegar hasta mi casa desde aquí y dudo mucho que no se den cuenta de mi presencia.
— Entonces quédate aquí hasta que regrese.
— ¿Qué? ¿Tú piensas que tengo todo el tiempo del mundo?
— ¿Si?
— Ni lo pienses, tengo que ir a trabajar.
— Entonces sal, pero te advierto que si Shinobu y Mitsuri te ven y comienzan a interrogarte o alguna otra cosa, tú vas a escaparte de ellas solo.
— Mierda. ¿No tienes una mejor idea?
— Puedes pensar algo, tu también.
Dicho esto caminó hasta su baño, lavo sus manos y posteriormente hizo una mini (Y muy rápida) rutina de Skincare, tardó unos cinco minutos. Después se dirigió a su closet, no tenia idea sobre que usar, optó por agarrar un pantalón tipo sastre azul y un suéter blanco, ¿Había mejores oufits? Por supuesto. ¿Tenía tiempo? Claramente no.
— Esa camisa yo la conozco.
Intentó cerrar su closet lo más rápido que pudo, pero una de las manos del contrario lo evito.
— Rayos...
— Yo sabia que eras un mal mentiroso, pero no pensé que uno muy descuidado.
— No es tu camisa, estás loco.
— Entonces supongo que mis iniciales están ahí por pura casualidad.
Giyuu lo observó confundido, sin embargo noto un detalle que pasó desapercibido hace un tiempo. En la parte inferior de la camisa, estaban grabadas las iniciales de Shinazugawa, con un bonito color verde esmeralda.
— No se que hace aquí.
— Voy a hacer como que te creo.
— Digo la verdad.
— Ponte esa camisa, me gusto como te veías y a menos que quieras morir de calor usando ese suéter, creo que la mejor opción es mi camisa.
— Uhm. Supongo.
Tomó entre sus manos aquella prenda, a decir verdad si le había gustado como le quedaba la ropa de Sanemi. La diferencia de tallas era muy notoria, pero por alguna razón, el oji azul se veía precioso con esas prendas.
— Me cambiare en el baño, tú también deberías quitarte la pijama.
— Me encanta cuando me das ordenes.
— ¡Shinazugawa!
El otro soltó una sonora carcajada, algo escandalosa si, pero para nada molesta.
Ambos fueron a cambiarse. Giyuu usaba el pantalón azul tipo sastre, junto con la camisa del albino, un reloj y unos cuantos accesorios más. Por otro lado Sanemi traía puesto una camisa negra de manga corta y un pantalón suelto verde oscuro.
— ¿Puedes decirme por qué debo estar vestido así? Digo me dejaras encerrado en tu cuarto, puedo estar en pijama.
— Solo hazme caso y ya.
— Bien. — Aún no estaba muy convencido que digamos, pero sin duda no podía argumentar nada. — Eres muy bonito, príncipe.
— Yo siempre.
— Claro...
—¡Shinazugawa-san!
Ambos dejaron de respirar, reconocieron esa voz y no querían ver de donde provenía, maldijeron internamente su mala suerte.
— Kanroji
— ¿Qué haces aquí con Giyuu? ¿Acaso ustedes...?
—¡No! Mitsuri luego te explico ¿Si? por favor no malinterpretes nada.
— ¿Qué haces aquí? ¿Siempre entras a la casa de Giyuu y la recorres como si nada?
La peli rosa lo miro un poco confundida y por algún motivo, pensó que Shinazugawa estaba celoso.
— Giyuu nos prometió salir hoy.
— Y si no escuche mal, les dijo que bajaría en un momento.
— ¡Pero no bajo! Se tardo mucho y me ofrecí a venir a buscarlo.
— Que considerada.
— Mitsuri, por favor no le digas nada de esto a Shinobu, solo vámonos ¿Si?
— ¿Shinazugawa-san se quedará aquí?
— ¿Tienes algún problema Kanroji?
Negó, aunque un poquito asustada por el tono de voz usado por el albino.
— Sanemi, no seas grosero.
— Lo siento, Giyuu.
La mirada esmeralda de la chica los observo perpleja, ¿Desde cuando tenían tanta cercanía esos dos?
— Sanemi por favor no salgas de mi habitación, puedes ver la tele, usar el jacuzzi o hacer alguna otra cosa, pero por favor quédate aquí, te traerán algo de comer en unas horas.
— Esta bien. Ve con cuidado ¿Si?
El azabache sonrió como respuesta y se llevó a su amiga de la mano, casi a rastras.
— ¿Desde cuando son tan cercanos? ¿Son novios? Kyaa, les diré a todos, ¡Que emoción!
— No somos nada de eso, es una larga historia. Te la contaré luego ¿Si?
— Bien, aunque tu y Shinazugawa-san, se ven bien juntos.
Definitivamente esas palabras no iban a salir fácilmente de la mente del azabache.
Giyuu intentó terminar la salida lo más pronto posible, pero todos sus intentos fallaron. Cuando por fin finalizó la salida de amigos, se despidió rápidamente, cosa que sorprendió a Kocho (Mitsuri estaba consciente de la presencia del albino en su cuarto).
Una vez su auto se estaciono en el jardín de su casa, salió a toda prisa, entrando apresuradamente y dirigiéndose de inmediato a su recamara, abrió con cuidado la puerta, encontrándose a Sanemi recostado en la orilla de su cama, durmiendo tranquilamente.
— Vaya, debió aburrirse mucho.
Se acerco hasta el otro, lo movió despacio, en un intento por despertarlo.
— Sanemi, despierta.
Los ojos malva se fueron abriendo poco a poco, confundidos.
— ¿Príncipe?
— Vamos, te acompañare hasta tu casa.
— Uhm. Bien.
Se levantó todavía adormilado.
— ¿Cómo te fue? ¿Me extrañaste?
El azabache ignoró la última pregunta.
— Bien, compramos muchas cosas, aunque el restaurante no estaba tan bueno.
— Una lástima, eso te pasa por irte y dejarme abandonado.
— No seas exagerado.
Salieron de la recamara, caminando por los largos pasillos de aquella mansión, uno al lado del otro, de manera coordinada, mientras Giyuu miraba el piso pensativo.
— Giyuu...
Al oír su nombre, miro a Sanemi confundido, después su mirada se dirigió al frente, viendo como sus padres estaban en la entrada de su casa, aunque estaban en el segundo piso, los podía ver perfectamente.
— Son tus padres ¿Verdad?
Asintió leve, entro en un pequeño estado de pánico ¿Qué les diría a su padres? Digo no es como que haya hecho algo malo, pero claramente preguntarían quien era el albino.
— Tu padre es una fotocopiadora.
— No bromees ahora, por favor.
Bajaron las escaleras con aparente tranquilidad, la madre del oji azul lo saludo con una amable y cálida sonrisa, sin duda la bonita sonrisa la había heredado de su madre, eran idénticos.
— Madre, bienvenidos.
Sanemi se sintió un poco fuera de lugar, intentó quedarse al margen todo el tiempo que le fuera posible. Sin embargo la madre del menor, lo observó detenidamente.
— ¿El es el nuevo empleado?
Pregunto curiosa la mujer, Giyuu la observó confundido, hasta que recordó. Claro, sus padres estaban buscando un empleado multiusos, joven y fuerte, características que poseía el de piel canela. Y antes que Sanemi pudiera decir algo, el azabache se adelanto.
— si, así es madre. Es nuestro nuevo empleado.
Una intensa y confundida mirada púrpura lo miro, en espera de una respuesta, claramente no se esperaba nada de eso. ¿Empleado? ¿En que momento?
— ¡Excelente! Pasa por favor, te haremos una breve entrevista.
Los dos jóvenes entraron en pánico, ambos se miraron de reojo sin saber que hacer.
— ¡No!— Su madre lo miro sorprendida, por su reacción. — Digo papá dijo que necesitaba alguien que supiera hacer un poco de todo y el sabe cocinar, jardinería básica, incluso sabe conducir, mientras ustedes no estaban yo le hice las pruebas necesarias.
El más alto quiso callarlo de una, ¿Qué carajos? Sanemi ni siquiera sabia cocinar, era un desastre en la cocina de hecho. ¿Jardinería? Todas las plantas que tuvo en algún momento se le murieron, incluido un cactus.
— Oh vaya. Pues si es tan increíble, entonces esta contratado, mañana mismo inicia.
— ¿Gracias?
¿Qué otra cosa podía decir? Nada.
— Puedes instalarte en la casa para la servidumbre cuando quieras, Giyuu puede mostrarte tu habitación.
— El va vivir aun en su departamento, hasta que termine su contrato, así que se instalará en unas semanas, madre.
Shinazugawa lo vio ofendido, estaban mintiendo mucho y por consiguiente se meterían en un problema si los descubrían y uno grande.
— Oh, esta bien. Por cierto un gusto ¿Joven...?
— Sanemi Shinazugawa, un gusto.
Recibió una amable sonrisa, por respeto hizo una breve reverencia.
— Bueno, iré a mi habitación, estoy cansada por el viaje, pero prometo bajar para cenar, tenemos mucho de que hablar, hijo.
Tomioka asintió, mientras su madre se alejaba directo a descansar.
— ¿Qué mierda fue eso? ¿Empleado?
— Lo siento, fue lo único que se me ocurrió.
— Siempre mientes ¿No podías hacerlo hoy también?
— No me regañes, al contrario, debes agradecerme.
— ¿Y por qué debería?
— Dijiste que hoy tenias que ir a trabajar, pero no fuiste, por lo cual es probable que te despidan.
—Ve al grano.
— Y como fue un poco mi culpa, ya te conseguí un nuevo empleo. Incluso puedes vivir aquí, bueno no aquí exactamente, en la casa de atrás, pero me entiendes ¿No?
— Giyuu, no se hacer nada de lo que dijiste, excepto conducir, eso si.
— Eso si es un problema.
— No me digas.
— ¿Entonces de que trabajabas o que?
— Se algo de electricista, carpintería, mecánica, fontanería incluso, hago bien la limpieza del hogar, pero ¿Cocinar y jardinería? Ni de broma.
— Pues aprenderás a hacerlo, la paga es buena.
— ¿De cuanto estamos hablando?
— Doscientos dólares.
— ¿Al mes?
— A la semana.
— Se me da bien aprender, lo hare bien.
El oji azul rio un poco, sin duda el albino era fácil de convencer.
— De nada.
El albino rodo los ojos por eso, ambos caminaron hasta el auto de Giyuu.
Durante el camino hablaron un poco, riendo por el día tan inusual, aunque verdaderamente todos los días tenían algo extraño con ellos dos juntos. Al azabache por un momento se le había olvidado como es que Sanemi había permanecido todo un día en su hogar, realmente parecían dos adolescentes normales que eran amigos de toda la vida, imposible saber que no era así.
— Bueno, aquí me bajo, nos vemos príncipe.
— Pero estamos en la escuela, no en tu casa.
— Lo se, pero me vendría bien caminar un poco.
— Puedo llevarte hasta tu casa.
— No es necesario.
El oji azul dio la indicación para que el auto se detuviera y así fue.
— Gracias por todo, prometo algún día devolverte todo lo que hiciste hoy por mi.
— No es necesario.
— Insisto.
— Bien, puedes contarme un poco de tu vida y así puedo ayudarte y no estas solo, eso seria la mejor forma de pagarme lo que hice por ti.
— Y sigues de terco, pero descuida, tal vez la próxima vez que nos veamos, te cuente un poco más.
— Eso espero.
Ambos sonrieron sinceros, agradecidos ¿Por qué? Exactamente no sabían, pero definitivamente tenían mucho que agradecer.
— Gracias, Giyuu.
Y antes de salir, tomo una de las delicadas y suaves manos blanquecinas, depositando un beso en ella, provocando un revoltijo de ¿Abejas? (así lo describía Giyuu) pues no era una sensación suave como las mariposas, era intensa, muy intensa.
¡Hola! aquí les traigo otro capitulo, denle mucho amor o lloro jsjs <3
¿Qué les parece? ¿Les gusta? espero que así sea, lo hice con mucho amor.
¿Qué les parece la relación entre Sanemi y Giyuu? ¿Muy lenta? o tal vez ¿Un poco apresurada? díganme por fis. otra cosa, la historia ¿Se les hace aburrida? jsjs no se, pero el otro día la estaba leyendo y se me cruzo un poco la idea jsjs, en fin.
¡Espero hayan disfrutado este capitulo! No olviden dejar su voto y sus comentarios (amo leer comentarios) cuídense. los tqm<3
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