Capitulo 10

Los orbes aguamarina estabas enfocados en las letras de un muy interesante libro, aunque pareciera estar perdido entre todos  esos párrafos, la realidad era muy distinta, su completa atención estaba en cierto chico de intensa mirada violeta. Intentaba ser disimulado en sus acciones, sin embargo Shinazugawa podía sentir y ver como el azabache no dejaba de mirarlo, pero decidió hacerse el tonto y fingir que no se había dado cuenta.  

Cuatro días eran los que el albino llevaban trabajando para la familia  Tomioka, durante todo ese corto tiempo, ambos se hicieron muy cercanos, aunque no hubo muchas diferencias, después de todo desde antes se comportaban como algo más que solo amigos, aunque ellos dijeran lo contrario.  Otro dato para nada novedoso, fueron las incontables veces en donde ambos se hacían comentarios con unas muy notorias dobles intenciones, los dos sabían lo que el otro deseaba, pero decidían seguir con su tonto juego y fingir que no se daban cuentan, pero ¿Por cuanto tiempo iba durar aquello? Tal vez no mucho, Giyuu moriría si pasaba un día mas sin probar los labios del albino, los necesitaba con urgencia, hace unas horas atrás, estuvo apunto de pedirle directamente a Sanemi que lo besara, pero no se atrevió, se sentía lleno de vergüenza, tal vez por eso estaba tan inquieto en estos momentos. 

Giyuu no era tonto, tal vez todo este tiempo le dio muchas vueltas al asunto, pero ahora estaba muy seguro de su sentir y aunque todavía no puede explicar con palabras lo que siente, sabe que su corazón esta feliz con eso, eso es suficiente ¿Verdad? 

Por otra parte Sanemi era un asco identificando sus sentimientos y era todavía peor cuando tenia que reconocerlos y enfrentarse a ellos, tal vez por eso durante gran parte de su vida provocaba situaciones en las que nunca afrontaba las consecuencias, como ahora. El albino tenia una ligera idea de los pensamientos del oji azul, no era adivino, pero era muy obvio. Observo de reojo al menor, pudo ver una ligera mueca de frustración en su bello rostro, supuso que el era el causante de eso, después de todo, estos días el se ha comportado muy impulsivo ¿Se arrepiente? No, pero un poco de cuidado y cordura, no le vendría mal. Sanemi estaba seguro de dos cosas, una, deseaba besar a Giyuu, no solo una vez, si no todos los días a todas horas, pero no era solo un deseo físico, eso lo podía asegurar, sin embargo la segunda cosa lo detenía de hacer la primera, es decir su mente le jugaba una mala pasada auto saboteándose, el no era suficiente para Giyuu, nunca lo seria, se consideraba una persona sucia y debido a esto se negaba a hace lo que ambos llevaban queriendo desde hace un tiempo. 

Aunque los pensamientos de ambos involucraban al otro y parecían ser relajantes, por fuera era una situación muy diferente, estaban  rodeados por un tenso ambiente, el aura de ambos chocaba profundamente, generando ciertas molestias, querían hablarse, pero era mucho mas fácil para ellos y su orgullo ignorarse,  incluso si sus pensamientos eran bombardeados por la presencia del otro, fuera de ellos, no se atrevían a dirigirse ni una sola palabra, pero si miles de miradas inquietas. 

¿Por qué estaban en esa situación? Bueno, un incidente esta mañana los hizo tomar cierta distancia, la cual los estaba asfixiando, pero no cederían así de fácil. Ambos tenían un orgullo que cuidar ¿Cierto?, era tan difícil tener tus pensamientos divididos por una misma situación, ¿Por que no todo se arreglaba por arte de magia? Era tan molesto estar en ese jueguito de ver quien le habla primero a quien, así que Sanemi con mucho orgullo, pero sin nada de paciencia, decidió romper esa distancia.  

— Giyuu.

El azabache se sobresalto al escuchar su nombre, fingió estar leyendo su libro, intentando disimular sus contantes miradas al albino. 

—¿Puedes dejar de ignorarme?

¿Le dolía esto? Un poco, ¿Le molestaba? Mucho, un tiempo se acostumbro a ser ignorado por el azabache, pero aquellos días llegaron a su fin, no recuerda cuando, pero habían terminado y ahora por mas que quería parecer indiferente a las acciones del oji azul, no podía, le era extremadamente imposible. 

— No lo hago.

—¿No?

— Si lo estuviera haciendo, ni siquiera estuviéramos en la misma habitación.

Bien, ese era un buen punto, pero no le bastaba esa respuesta. 

— Pero no me hablas. 

— Estas ocupado y yo estoy leyendo.

— Otras veces no te para el pico.

— Esas veces, me pedias silencio.

Era muy cierto aquello, pero no quitaba el hecho de que le molestara ser ignorado.

— Pues ahora quiero que hables.

— Ahora yo no quiero.  

Apretó con fuerza el libro (el cual segundos antes estaba limpiando) que sostenía su mano, sus nudillos se volvieron blancos por la presión y su mandíbula se tenso. 

— Estas teniendo un comportamiento infantil.

— No es verdad.

— Lo es y lo sabes. 

— Tu te comportaste igual esta mañana, ¿Por qué yo no puedo?

Quiso responder, pero las replicas se quedaron a la mitad, algo inusual, porque siempre sabia como contradecir al azabache. 

— Lo admito, ahora hablemos, no soporto estar así.

— No quiero. 

— Giyuu. 

Su voz tomo un tono de advertencia, aunque era más una suplica disimulada. 

— Sigue en tu trabajo Sanemi, después de todo eso es lo que vienes a hacer aquí ¿No?

¿Por qué intentaba marcar un limite inexistente? Desde un principio ambos ignoraron cualquier tipo de limite y eso era lo que siempre los ponía a la defensiva, con esa tensión y adrenalina recorriendo su ser, tan excitante y adictiva, esa sensación  era tan necesaria como el oxigeno que respiraban, los hacia sentirse  vivos y atraídos el uno al otro. 

— ¿Qué quieres decir con eso, Giyuu?

— Estoy poniendo limites, justo como lo dijiste esta mañana.

— Ni siquiera terminaste de escuchar lo que dije.

— Escuche todo lo necesario, Sanemi. 

— No, no lo hiciste—. Afirmo con un tono que hizo estremecer al oji azul, quien dejo de enfocar sus orbes zafiros en el libro y miro directo a los orbes malva. — Si lo hubieras hecho, no estaríamos en este jueguito.

— ¿Soy un juego entonces?

— Sabes a lo que me refiero.

— No, explícate.  

El albino estampo el libro que traía en su mano, en una estantería, el golpe resonó por toda la habitación, Giyuu estaba jugando con fuego y desde el inicio sabia que se quemaría, tal vez justo ahora iba a quemarse, sin ningún arrepentimiento, continuo con la mirada llena de desafío hacia al cicatrizado. 

— No te entiendo, Giyuu. 

— Yo...

—  Cállate, me vas a escuchar, porque estoy harto de tus malas interpretaciones. 

Los esponjosos labios del menor, por inercia fueron cerrados, esperando que el moreno continuara hablando, pero no fue así, todo quedo en un abrupto silencio, justo en ese momento el azabache quiso pararse e irse a encerrar a su cuarto, donde estaría mas seguro, sin embargo sus movimientos fueron detenidos, al ver como el albino comenzó a dar pequeños pasos firmes, Giyuu no supo en que momento Shinazugawa había llegado justo enfrente de el, ahora el mas alto se agacho hasta su altura, quedando a unos escasos centímetros de distancia. 

— Hace unos segundos dijiste algo demasiado gracioso, príncipe. — Uno de los musculosos brazos del albino se poso en el respaldo del sofá, arrinconando al menor. — Hablas de limites, inexistentes por cierto, porque ninguno de los dos les tomo importancia. 

—  Tu ignoraste los limites, no me incluyas. 

— Bien—. Un suspiro seguido de una sonrisa cínica se instalo en  su rostro, acto que hizo que Giyuu sintiera un escalofrió cargado de arrepentimiento, sin embargo lo ignoro. — Si tanto quieres un limite, entonces demuéstralo. 

— ¿Qué? 

— Dime que me detenga, que nunca me vuelva a acercar a ti, si no es solo para hacer mi trabajo. — Hizo un pausa breve, meditando sus siguientes palabras. — Dímelo y lo hare. 

— ¿Qué me asegura que lo vas a cumplir? 

El albino hizo una mueca de total ofensa, frunciendo sus labios por escuchar esas desagradables palabras. 

— Lo hare, solo marca ese limite que tanto quieres. 

El menor estaba confundido por las acciones repentinas del otro, quiso replicar, pero la intensidad con la que era observado, lo hacia sentirse inseguro e indefenso. ¿De verdad deseaba establecer ese supuesto limite? Tal vez, es decir si quería establecer un limite, pero no para alejar al cicatrizado, al contrario, necesitaba, porque si, era necesidad lo que sentía. Necesitaba hacerle saber que ya no quería estar en el juego de quien provocaba mas a quien, quería hacer realidad todas las provocaciones que salían de  ambos labios, su cuerpo, mente y corazón, pedían a gritos cumplir cada una de las palabras que siempre lo tenían expectante y eufórico, esa necesidad insaciable que tanto ha estado reteniendo, pero que quiere dejar salir en cualquier momento. 

— ¿No dirás nada, príncipe? 

Maldijo por el silencio que inconscientemente se instalo. Los orbes violetas luchaban con la preciosa vista que tenían frente suyo, pues era  la primera vez  que esos ojos zafiros lo miraban con el mismo o incluso mayor deseo del que el poseía, la mirada azul, se volvió tan cristalina y transparente, que por un momento Sanemi estaba seguro de sus actos, sus labios rozaron los del azabache, con un simple roce supo que encajaban a la perfección, como si ambos solo fueran creados para estar juntos. 

— Tu.

— ¿Yo? 

Ambas miradas estaban enfocadas en los labios contrarios, imaginándose lo que estaba por ocurrir, todo lo que habían estado esperando desde hace días, mejor dicho semanas, tal vez desde el primer momento en el que se conocieron deseaban probarse, en todos los sentidos, pero hasta ahora se sentía tan cercano e intimo, solo ellos dos, rodeados de un pulcro aroma a libros y lavanda, sumergidos en sus pensamientos, bajo la atenta mirada de ambos, como si eso les facilitara la conexión entre sus corazones. 

— Di algo, príncipe o no me reproches mis actos después. 

La referencia era clara, esas palabras indirectamente le estaban pidiendo permiso para unir sus labios y terminar con la maldita tortura que los sumergía en un asfixia recurrente, lenta y dolorosa. 

— Haz lo que quieras. 

Eso era un si ¿Verdad? Las abejas en el estomago de Giyuu zumbaban de una manera intensa, su vientre estaba lleno de impaciencia, ¿Por que el primer besos siempre tenia que ser tan lento? Dios, era horrible estas resistiendo la tentación hacia el objeto de tu deseo.  

— Eso pensé. 

Los finos belfos del albino, delinearon con suavidad y extremo cuidado los labios contrarios, recorriendo cada parte de ellos, eran deliciosamente suaves. Se hizo un nudo en el interior del estomago del azabache, jamás se imagino que su primer beso seria en la biblioteca de su casa, pero no importaba lo que alguna vez haya imaginado, estaba bien ahora, se dejo llevar, sintió ese cosquilleo nuevo, pero adoraba esa sensación. 

Espero con ansias la unión entre sus labios, su mente ya estaba imaginando como seria el sabor de ambos belfos combinados. Perfección, no le quedaba duda de eso, sin embargo nunca se concreto la unión que ambos deseaban, busco con desesperación una respuesta,  miro a Sanemi y noto algo inquietante en sus ojos, duda. Su corazón se estrujo al saber que no sucedería nada, no sabe si fue por molestia o el dolor del rechazo, pero sea lo que sea, no le gustaba. 

Por otro lado, el albino estaba seguro de lo que haría, incluso feliz por al fin conseguir lo que tanto deseo en su momento, pero cuando estuvo a segundos de profundizar las cosas, sus pensamientos lo detuvieron, no podía, lo deseaba a horrores, pero no podía, simplemente no. Sanemi, se sentía un completo tonto por aquello, incluso intentaba ignorar sus pensamientos intrusivos, sin embargo le fue imposible, su cuerpo no reacciono, sintió asco de si mismo ¿Cómo iba a besar a alguien como Giyuu? Ese no era el verdadero problema, lo besaría sin titubeos, si tan solo no tuviera sentimientos intensos por el, sentimientos que solo aumentaran con ese cercanía y de una manera realista, seria imposible que algo saliera bien de todo eso. 

Ninguno menciono nada, rompieron la cercanía llenos de vergüenza consigo mismos, pasaron un par de minutos en los que simplemente se evitaban, sin muchas opciones y al ver que el albino no tomaría la iniciativa,  el azabache iba a hablar, pero justo fue interrumpido por una tercera presencia. 

— Joven Giyuu, el auto esta listo para llevarlo a sus clases de equitación. 

El mencionado asintió leve, cuando quedaron solos de nuevo, el par de zafiros buscaron a esos bonitos orbes malva, pero no tuvo éxito. 

— Suerte en tus clases. 

Fueron las únicas palabras que recibió, quiso reprochar, tenia derecho de hacerlo ¿No?, pero ¿Qué le diría exactamente? ¿Eres un idiota? ¿Por qué me ilusionaste? ¿Eres un hablador, cobarde? Eran buenas opciones, pero no las correctas, después de todo, sentía que existía  una buena razón para el cambio de actitud del albino. 

— Sanemi. 

—¿Uhm?

Dudo un poco, resoplo molesto por abrir la boca y arrepentirse en el acto, ojala el arrepentimiento no se volviera rutina, seria demasiado tedioso. 

— Gracias. 

El albino lo miro de arriba a abajo, parecía querer decir algo, pero como de costumbre, se arrepintió, Giyuu sonrió débil, para después salir de aquella habitación. 

Por fin sus clases terminaron, estaba cansado, todo su cuerpo dolía por las incontables veces que se cayo del caballo, algo inusual en el, ya que era un buen jinete, sin embargo hoy su mente no estaba enfocada  en otra cosa que no fuera lo que ocurrió en la biblioteca al medio día. 

Un suspiro lleno de cansancio escapo por sus labios, no quería llegar a su casa, esperaba que Sanemi hubiera acabado con todos sus labores y se haya retirado, aunque se decepcionaría al no verlo, pero verlo solo desbordaría el cumulo de emociones confusas que surgieron hoy, así que no era una buena idea verse, al menos por hoy. 

Camino despacio hasta su auto, pues con cada paso que daba el dolor en sus piernas aumentaba, por un momento se cuestiono que le dolía más, si su cuerpo tras varias caídas o su corazón por el tajante rechazo que le propino el albino, su ego respondió de inmediato, su cuerpo, se negaba a creer que una simple acción del Shinazugawa lograba desestabilizarlo al punto de desconcentrarlo y hacer que solo pensara en el, no reconocería algo tan vergonzoso y humillante, no después de lo que ocurrió. 

Una vez llego a la comodidad de su auto, se dejo envolver por la suavidad de su asiento, de manera amable saludo a su chofer, este respondió el saludo, segundos después todo quedo en silencio. 

Miraba a través de la ventana, para contemplar el atardecer, las pinceladas cálidas entre naranja y amarillo inconscientemente le hacían sonreír, relajando un poco sus interior. Sus orbes zafiro se maravillaban entre la combinación de tonalidades  suaves, acompañadas de la brisa fresca que golpeaba su rostro y lo despojaba de cualquier tensión en su cuerpo, relajando sus músculos y disfrutando de la hermosa vista que casi siempre contemplaba a esta hora del día. Para su fortuna su mente se despejo por un rato y agradecía por eso, se volvería loco si su mente aun estuviera llena de pensamientos incomodos.   

Se sumergió tanto en la tranquilidad que inundo su ser, que no se dio cuenta en que momento su chofer abrió la puerta de su auto, para permitirle salir. Hizo una leve mueca de incomodidad, rezando para que Sanemi este de camino a su casa y no tener que verlo hasta mañana. Se armo de valentía para disponerse a salir de su auto, con algo de ¿Vergüenza? camino de manera torpe hasta adentrarse en su casa. No sabe si sus plegarias fueron escuchadas, pero al no visualizar a Sanemi por ningún lado, se relajo un poco, tal vez y solo tal vez, sus suplicas se hicieron oír y no tendría que ver (al menos hoy) a su albino favorito. 

— Bienvenido joven Giyuu—. Una de las sirvientas lo saludo, el solo respondió con una sonrisa, para después simplemente entregarle sus cosas para que ella las subiera a su habitación. — Por cierto, tiene visitas. 

La miro esperando que continuara y saber quien estaba esperándolo, no recordaba haber hecho planes con nadie hoy, incluso si hubiera hecho planes, no estaba de ánimos para continuarlos, su cuerpo pesaba horrores y su mente no estaba mejor. 

— ¿Quién es?

Apenas iba a recibir respuesta, cuando una voz conocida lo saludo feliz. 

— ¡Giyuu! 

Giro su cabeza hacia esa persona, visualizo una cabellera negra con puntas moradas y un broche de mariposa característico de una sola persona en todo su circulo social. 

— Kocho, que sorpresa. 

— Lo se, lamento no avisar. 

— Descuida, pero ¿Qué haces aquí? 

— Mis padres salieron a una cena de negocios, quise salir con Mitsuri de compras, pero ella estaba con Obanai, supongo que ya son pareja. 

— Ah, si, es lo más probable. 

— Recordé que tus padres tampoco están, así que vine para no morir sola. 

— Ah.

— ¿Llegue en mal momento? 

— Estoy un poco cansado, pero no tengo problema, siempre eres bienvenida. 

— Entonces hagamos una pijamada, veremos películas de terror y jugaremos cartas ¿Te parece? 

— Uhm, mañana tenemos clases.

— Podemos omitir las películas de terror.

— Bien, pero primero comamos algo, muero de hambre.  

— ¿Te apetece algo de Sushi? Lo compre de camino, 

Se le hizo agua la boca, definitivamente la sola mención de ese platillo, le subió el animo. 

— Claro. 

Ambos se dirigieron al comedor que estaba en el jardín trasero, este estaba techado, así que si por alguna razón el clima les quería arruinar el momento, no tendrían que irse a refugiar, tomaron asiento, mientras acomodaban todo en la mesa, el olor a sushi y salsa de soya inundo sus fosas nasales con un aroma exquisito. 

— Por lo que veo mi increíble visita, te alegro. 

— Digamos que hoy no fue mi día. 

— Oh, ¿Quieres contarle a tu mejor amiga?

— Uhm.

Por un momento lo dudo demasiado, pues nunca le menciono nada a Shinobu, ni siquiera indicios de lo que sentía, ¿Qué le diría ahora? Estaba a punto de besar a la persona que me gusta y el me rechazo. No, en definitiva no podía decir algo como eso, para empezar nunca menciono que gustaba de alguien y peor la cosa, tampoco dijo que era hombre y para rematar que era Sanemi, pero necesitaba hablar con alguien. 

— Esta bien si no quieres, lo entiendo. 

— Me gusta alguien. 

— Oh.

¿Cómo se supone que debía tomarse eso? ¿Era un "Oh" bueno uno malo? Tal vez debió decirlo de otra forma y con un mayor tacto, pero las palabras se escaparon tal cual lo pensó. 

— Pensé que era mutuo. 

— ¿Pero?

— Pasaron cosas y simplemente recibí un ¿No? o bueno, fue como un sutil rechazo. 

— ¿Y que sientes respecto a eso?

— Estoy molesto y mucho. Siempre me hizo creer que había un algo de por medio, pero al parecer ese algo, solo era para fastidiarme. 

— ¿Hablaste con el? 

El azabache estaba tan ensimismado en su sentir y en como se lo iba a expresar a su amiga, que no se dio cuenta del pronombre que esta uso para referirse a la persona de la cual le estaba hablando. 

— No, no quiero hacerlo. 

— No digo que ahora, pero puedes hablarlo con el o si no, yo misma le pateare el trasero, no es justo que jueguen contigo. 

— Fue mutuo, así que no lo culpo. 

¿Cómo iba culpar solo a Sanemi de todo lo que estaba sucediendo? Si ambos tenían la culpa, ambos fueron responsables de alimentar esas ilusiones y malos entendidos, así que tal vez solo Giyuu es responsable de sentirse así, fue muy tonto de su parte formar parte de esos coqueteos. 

— Repito, puedo patearle al trasero. 

— No es necesario. 

— Uhm, que mi estatura no te haga dudar de lo que puedo hacer. 

— Confió en tus habilidades, pero tal vez tengas razón. 

— Entonces ¿Puedo patearlo? 

— No me refería a eso. 

— Uhm,  me quedare con las ganas entonces. 

— Kocho. 

— ¿Si?

— ¿Tu alguna vez has sentido abejas por alguien?

— ¿Abejas?

— Si, ya sabes, esa emoción y deseo en tu estomago, cada que ves a esa persona o la comodidad que te da al estar a su lado. 

— Pues no, nunca —. Se llevo un trozo de sushi a la boca, mientras fruncía sus labios, en una corta mueca pensativa. — ¿Por qué?

—  Quería preguntarte ¿Qué harías en caso de gustarte alguien? 

— Pues decirle, solo si es algo intenso y sano, no me importaría que no fuera mutuo. 

— ¿Que? 

— Tal vez a todos  les de pena ser rechazados, pero para mi seria liberador, saber que exprese mis sentimientos, después de todo, es mejor saber lo que paso con tus acciones, que el hubiera. 

— Pareces toda una experta en esto.

— Para nada, no esta en mis planes compartir mi vida con alguien, sigue en pie ser la tía millonaria y consentidora. 

— Estas muy segura de eso. 

— Claro, una pena que tu te hayas arrepentido y ahora estés enamorado, por cierto ¿Quién es? 

Casi se atraganta con esa pregunta, por suerte para el azabache no estaba comiendo un trozo grande, de haber sido diferente ya estuviera dando  señas de ahogamiento. ¿Qué le diría a su amiga? Confiaba lo suficiente en ella, pero también sabia que Sanemi y Kocho no se llevaban para nada bien y si le hacia mas preguntas, tal vez el azabache no sabría que responder. 

— Tu silencio me dice que no quieres decirme. 

— Lo siento. 

— Descuida. Aunque mi intuición me dice que es mutuo y la otra persona solo es un poco torpe y muy tonto. 

— ¿Tu crees? 

— Estoy segura. 

— Confiare en ti. 

— De cualquier forma, si te llega a lastimar, me encargare de dejarle un muy notorio recordatorio, para que no vuelva a suceder. 

— Eres un poco violenta, Kocho. 

— Ustedes son muy blandos. 

— Tal vez. 

Siguieron comiendo, mientras hablaban de otras cosas, algunos chismes de la escuela, muy candentes por cierto, pero no eran chismosos, solo les gustaba mantenerse informados de su entorno, eso no era malo ¿O si? De cualquier manera, no lo dejarían de hacer. 

Otro tema que rondaba en sus conversaciones, era sobre la gala que ya estaba a un par de semanas, les entusiasmaba la idea de lucir sus mejores atuendos, pues esa gala nunca decepcionaba y era su evento favorito del año, era perfecto para ampliar su circulo social, darse a conocer con personas importantes y por supuesto resaltar su belleza. 

— Mañana tengo mi prueba de vestido, solo falta dar unos cuantos retoques y estaría listo. 

— Mi traje aun sigue confeccionándose, pero supongo que el fin de semana estará listo. 

— Recuerda enviar una foto al grupo, para darte nuestra opinión, queremos verlo. 

— Por supuesto. 

— Vayamos a comprar algunos accesorios el domingo, me encantaría un nuevo collar de amatistas. 

— Mitsuri y Tengen seguro aceptan, solo falta que puedan. 

— Pueden ir Kyojuro y Obanai, así estaríamos seguros de que irán. 

— Pensé que Obanai no era de tu agrado. 

— Es agradable, si quitamos su sarcasmo y su cara de aburrimiento. 

— Uhm, tal vez tengas razón.. 

— ¿Invitaras a Shinazugawa?

— ¿Eh? ¿Por qué lo haría? 

— Últimamente se han vuelto algo cercanos. 

Era cierto, probablemente se habían olvidado en un par de ocasiones disimular y mas de una vez, habían actuado como algo más que amigos, enfrente de sus amigos, para la fortuna de ambos, ninguna de sus amistades los cuestiono. 

— Ah, si, pero no creo que quiera ir. 

— Si tu lo dices. 

— Cambiemos de tema. 

El tiempo avanzo un poco mas rápido de lo usual, sin embargo cada segundo fue muy agradable para el azabache, las risas no faltaron e incluso lo hicieron olvidar sus pensamientos negativos que hasta el momento lo estaban siguiendo, pasar tiempo con tu mejor amiga, siempre es perfecto para revitalizarte, la compañía de Shinobu le vino como anillo al dedo, era como si las mejores amigas tuvieran una especie de radar para detectar cuando necesitaban aparecer. 

Ambos terminaron de comer y al darse cuenta de que el clima cambio a uno un tanto más frio, decidieron entrar para continuar con su estupendo plan de una pijamada perfecta. 

Subieron las escaleras, mientras hablaban de cosas irrelevantes, llegaron al cuarto del oji azul, quien se dirigió a un pequeño mueble y de ahí saco una pijama, entre otras cosas que le tendió a su acompañante, para disponerse  a sacar su propio cambio de ropa. 

— Por cierto Giyuu ¿De donde venias cuando me recibiste? 

— Equitación, ¿Por qué? 

— Parece  como si vinieras de un rodeo o algo por el estilo. 

— Lo sé, estuve muy desconcentrado en la clase, así que me caí varias veces. 

— Con razón luces fatal. 

—¿Gracias? 

— Quiero decir, ¿Te duele algo?

— Todo el cuerpo, espero mañana estar mejor. 

— ¿Quieres que vaya por algunas pastillas o una pomada?

— No es necesario, el dolor pasara. 

— ¿Seguro? 

— Claro. 

Se sentó en su cama, para quitarse sus botas con cuidado, sin embargo cuando quiso estirarse un poco para alcanzar el cierre de su calzado, sus brazos y torso dolieron, esa punzada recorrió todo su cuerpo, provocando que una mueca se asomara en sus labios. 

— Shinobu...

— Lo se, iré por alguna pomada y agua tibia para tus heridas.

— ¿Puedes buscar también el mazo de cartas? Y pedir que suban algunos bocadillos, preferentemente salados. 

— Claro, no tardo. 

Una vez escucho la puerta ser cerrada, soltó un leve quejido, maldijo a Sanemi por causar aquello, si bien no era su culpa, indirectamente fue responsable, hizo una nota mental, nunca pelear con el albino, antes de su clase de equitación o su delicado cuerpo pagaría las consecuencias. 

Cuando por fin logro quitarse las molestas botas, procedió a quitarse su camisa, desabotono cuidadosamente cada botón y aunque un gemido de dolor escapo de sus labios, una vez estiro su brazo para quitarse aquella prenda, pero intento concentrarse en otra cosa, para ignorar al menos un poco el malestar. Aventó su camisa al cesto de ropa sucia y busco entre sus cajones alguna pijama cómoda y fácil de poner, mientras lo hacia, escucho la puerta de su habitación abrirse y ser cerrada de manera cuidadosa, no le tomo importancia, el siguió buscando su ropa.  

— Volviste rápido, Kocho. 

No obtuvo respuesta, pero no se le hizo para nada inusual, sin embargo sus emociones se desbordaron cuando escucho su sonido favorito, pero justo ahora hubiera elegido no escucharlo. 

— ¿Por qué tienes esos moretones en tu cuerpo? ¿Alguien te lastimo, príncipe? 

Giyuu dejo de respirar en ese momento, no quiso voltear, confiaba en que su mente le estaba jugando una mala broma, si eso debía ser. Intento ignorar al albino, pero el temblor en su cuerpo y su errática respiración, no ayudaban en lo absoluto. 

— Deberías curar esas heridas. 

Bien, confirmaba que no era obra de su mente, el albino estaba justo ahí, como si nada, le hablo como si nada hubiera pasado, ¿Por qué a el no le afectaba tanto lo ocurrido al medio día? Quiso voltearse y encararlo de frente, pero cuando lo hizo, se dio cuenta que Sanemi ya estaba a unos centímetros de el, provocando que el azabache estuviera atrapado entre el mueble donde antes buscaba su pijama y el trabajado cuerpo del oji morado. 

— ¿Por qué...?

No supo que preguntar, deseaba  cuestionar todos los actos del albino, pero ¿Qué le diría con exactitud? Seria injusto dejar caer toda la incomodidad en los hombros del otro, así que prefirió callar. 

 — Primero responde mi pregunta ¿Qué diablos te ocurrió? 

— No es de tu incumbencia. 

— ¿Alguien te lastimo? 

— No tienes derecho a cuestionarme. 

— Me preocupo por ti. 

— Preferiría que no lo hicieras. 

— Giyuu. 

— Tienes que irte, no puedes interrumpir en mi cuarto, así sin más.  

— Otras veces lo he hecho. 

— Sanemi, me estoy cambiando. 

— ¿Y? Ya te he visto antes. 

Y de nuevo el rostro del azabache, se convirtió en una cereza llena de vergüenza, escondió su avergonzado rostro entre sus manos, provocando que Sanemi riera de manera dulce, por ver como su bonito, seguía reaccionando como le gustaba.

— Tonto. 

— Solo digo la verdad. 

Giyuu aun mantenía su rostro oculto, sin embargo una de las manos del albino, lo obligo a separar sus pequeñas manos, al principio trato de resistirse, pero simplemente se dejo hacer, como siempre. 

— ¿Me vas a responder lo que te pregunte? 

— Tu eres el culpable. 

— ¿Ah? 

No era del todo cierto, pero quería hacer sentir un poquito mal al cicatrizado, después de todo Giyuu estuvo demasiado pensativo todo el día, lo justo era que ambos sufrieran ¿No?

— Estuve todo el tiempo pensando en ti, así que estaba distraído. 

— Así que pensando en mi ¿Eh? 

— No lo digo como halago. 

— Lo se. 

— Estoy enfadado. 

— ¿Quieres decirme el motivo?

— ¿De verdad preguntas? 

— Me doy una idea de que es, pero quisiera confirmarlo por tu propia boca. 

— Sera en otra ocasión, debes irte. 

— No lo hare. 

— Sanemi hablo en serio. 

— Yo igual. 

— Tienes que irte, tengo visitas, Kocho esta aquí. 

Si Sanemi no se iba con la mención de su amiga, entonces no sabia como se zafaría de esta, a veces odiaba la terquedad del albino, aunque otras lo encontraba bastante sexy. 

— Lo se, la vi cuando llego. 

— ¿Ella te vio?

— Lo dudo. 

— Bien, no me importa eso, por favor, vete. 

— No quiero, necesitamos hablar. 

— ¿De que? ¿De como nos hicimos creer que había algo? o ¿De como me rechazaste esta mañana? Cualquiera de las dos, no me interesa. 

— Giyuu, siento eso. 

— Bien, te disculpo, vete. 

El peli blanco frunció el ceño, molesto por tanta negativa, aunque comprendía un poco el sentir del azabache, no quería que este siguiera sobre pensando y sacando conclusiones erróneas.

— Tenia ciertas dudas. 

— Sanemi, ahora no. 

Sus orbes zafiros emitieron una sutil suplica, rogando con todo su ser que ese tema, el cual al parecer iba ser sensible para ambos, no se tocara, al menos no ahora, ¿Por qué era tan difícil todo esto? Si tan solo era un beso, nada más ¿Verdad?  

— No quería que eso, nos hiciera profundizar algo que tal vez tu no quieras. 

—¿Te importa lo que quiero?

— Por supuesto. 

"Si de verdad te importara, me hubieras besado" Quiso responder, pero se contuvo, sus palabras tal vez serian hirientes o inapropiadas para el momento, sin saber que decir, desvió el tema, de nuevo. 

— Kocho vendrá en cualquier momento, dejemos el tema para otro momento. 

— No entrara a la habitación, si eso te preocupa. 

—¿Eh?

— Puse el seguro en la puerta. 

Su mirada se giro hasta la entrada, comprobando que era cierto lo dicho por el moreno, bien, al parecer iban a hablar si o si. 

— Bien, si de verdad te importa lo que quiero, te dejarías de juegos. 

Pudo ver un ligero rastro de sorpresa invadir los orbes malva, no era la respuesta que ninguno esperaba, pero los impulsos del azabache le ganaron. El oji azul intento marcar distancia entre ambos, pero eso no le resulto favorable, pues el albino lo tomo entre sus brazos, haciendo que ambos terminaran en la cama, con Giyuu acorralado esta vez entre las suaves sabanas de seda y el albino. 

— ¿Entonces puedo..?

— Por un carajo Sanemi, deja de buscar excusas, lo quieres, lo quiero ¿No es suficiente? 

— Giyuu. 

— Sea lo que sea que suceda después de eso, estará bien. 

— ¿Seguro?

Giyuu pensó su respuesta, pero no tenia que pensar después de todo, sus pensamientos estaban claros y el estaba decidido, las abejas en su estomago zumbaron mostrando estar de acuerdo con lo que haría a continuación. 

— Detesto que seas un hablador y no cumplas tus palabras. 

— ¿Es parte de mi encanto?

— No lo creo. 

Los labios del cicatrizado se acercaron con cautela, pero con mayor  seguridad que antes, sus alientos se mezclaron, siendo uno solo, en definitiva Giyuu jamás se imagino que su primer beso seria en su recamara, sin el habitual fondo romántico, pero esta bien, su primer beso seria con Sanemi, el chico que aceleraba su corazón y pensaba en el a cada momento, con aquel que llego a su vida y lo hizo experimentar un mar de emociones, algunas un poco incomodas, pero  no se quejaba en lo absoluto, después de todo, esos momentos eran recompensados con la cercanía y atención constante que el albino le brindaba, no imagino nunca así su primer beso, pero era perfecto, porque era con Sanemi Shinazugawa, el chico al cual le dedicaría miles de poemas inspirados en el. 

Sus labios encajaron a al perfección, formando una unión desesperada, el beso no estuvo ni de cerca de ser suave, necesitaban saciar la urgencia que fue creciendo poco a poco en el interior de ambos, sus belfos estaban sincronizados, aunque de una manera un poco torpe. Sanemi guiaba al menor, pues este apenas y le podía seguir el ritmo. A pesar de ser un poco brusco el beso, ninguno se quejo, era lo que tanto habían deseado, en ese mismo momento sintieron como esa necesidad iba creciendo, el sabor de sus belfos combinados era perfecto, no se podía describir con palabras, pero era una combinación entre la brisa de la mañana, que al golpear tu rostro te hace sonreír y la tranquila comodidad del mar, ambos danzaban en un ambiente creado solo para ellos, destinados a eso desde el primer momento en el que sus miradas conectaron, después de todo, el blanco no existe sin el negro. 

Segundos más tarde, se separaron levemente, con su agitada respiración como prueba de lo que provocaban en el otro, una sonrisa torpe escapo de los labios del menor. 

— ¿Ves? No era tan difícil.

— Tu lo haces difícil, me pones nervioso.   

— ¿Yo? ¿Ponerte nervioso a ti?

— Tu bonito rostro me desconcentra ¿Sabes? No se si mirar tus labios y besarte o dejar muchos besos en toda tu linda cara. 

— Uhm, supongo que ahora ya puedes hacer ambas, Sanemi. 

— ¿Entonces eso es?

— No te adelantes, solo serán besos y ya. 

— No me refería a profundizar nada, con besos es suficiente. 

¿Creerían eso? En lo absoluto, ambos sabían que no durarían mucho solo dándose besos, pero podían engañarse y decir lo contrario. 

— Tus labios saben a uva, me gusta. 

— Y los tuyos a cigarro, no sabia que fumabas. 

— Últimamente había estado estresado. 

— ¿Ah, si? ¿Por qué? 

— Por un muy bonito chico, con unos hermosos ojos zafiros, es un encanto, pero a veces me saca de mis casillas ¿Lo conoces? 

— Suena muy romántico. 

— Claro. 

Ambos rieron un poco, Sanemi aprovecho la situación y robo otro beso de los labios de su príncipe. 

— Parece que alguien, se volvió adicto a mis labios. 

— No es mi culpa que sean tan esponjosos y besables. 

— Me declaro culpable. 

Iban a seguir bromeando cuando escucharon unos toques a la puerta, haciendo que ambos salieran de su burbuja. 

— Giyuu, ¿Puedo pasar?

Giyuu por reflejo empujo a Sanemi lejos de el.

— Mierda, olvide a Kocho. 

— Puedo decirle que se vaya. 

— No. Mejor ayúdame a buscar algo de ropa. 

El albino obedeció y de inmediato saco una camisa azul cielo con franjas blancas para colocársela a Giyuu. Una vez este estuvo vestido, le hizo una seña al moreno para que se escondiera en el baño y no saliera de ahí, hasta que el otro le dijera lo contrario, sin embargo sus planes se fueron por el caño. 

— Giyuu Tomioka, ya se que estas con Shinazugawa, así que abre. 

¿Al menos intentaron esconderlo? El azabache a veces se sorprendía por las habilidades deductivas de su amiga. 

— ¿Te vio?

—¿Le dijiste algo? 

Hablaron al mismo tiempo, el azabache soltó un suspiro pesado, se dirigió a la puerta, mientras se acomodaba la ropa. Abrió con cuidado, dejando solo una pequeña abertura que le permitía ver a su amiga. 

— Kocho.

— Estoy en lo correcto ¿Verdad? 

— ¿Cómo lo supiste? 

— Cuando llegue pude ver a Shinazugawa, además dejo su chaqueta en el perchero de la entrada, aunque eran demasiado obvios ¿Saben?

En eso la puerta fue abierta en su totalidad, dejando ver a un molesto albino.

— Pensé que harías un escandalo, pero creo que lo estas tomando muy bien Kocho. 

— Siempre apoyare en todo a Giyuu, aunque sus gustos sean muy cuestionables. 

— Gracias, Shinobu, eres la mejor. 

— Lo sé. Además gracias a ustedes gane la apuesta, así que ¿Cómo enojarme? Los invitare a comer, o bueno no, no quisiera ser mal tercio. 

Los orbes malva y zafiro se miraron confundidos, ambos buscando respuestas que el otro claramente no tenia. 

— ¿Apuesta?

— Si, todos apostamos que ustedes salían. 

— ¿Fuimos un juego para ustedes?

— En pocas palabras, si. 

— ¿Quién fue el de la idea? 

— Mitsuri. 

El azabache recordó el día en que la peli rosa lo atrapo junto a Sanemi, era obvio que iba a sacar provecho de eso. 

— ¿Y que apostaron? 

— Dinero, oh, también  Uzui tendrá  que dejarse vestir y maquillar por Mitsuri. 

— ¿En serio? 

— Si. 

— Vaya, ahora ya no me resulta molesto que hayan apostado sobre nosotros. 

— ¿Quién dio el primer paso? 

— ¿Eh?

— También apostamos eso. 

La "parejita" se quedaron callados, parecían un par de cerezas al recordar como sucedieron las cosas minutos antes, aunque realmente ¿Quién se le declaro a quien? 

— Fuimos ambos. 

— Rayos, parece que Kyojuro gano esa apuesta. 

— Espera, nadie ha dado el primer paso, solo vamos a hacer amigos con alguna que otra cosa, pero no somos pareja. 

El albino no espero que Giyuu diera detalles, pero no se molesto en contradecirlo, era verdad, en parte. 

— ¿Es en serio? Ustedes nunca se han tratado como amigos, parecían pareja desde el inicio. 

— Kocho tiene razón, príncipe, dijiste que te molestaban los juegos, así que no nos compliquemos la vida. 

— Uhm. 

No se negó, pero tampoco acepto, una parte de el prefería no definir esto, pues le asustaba que al hacerlo hubiera problemas. 

— Aquí entre nos, dile a los chicos que yo fui quien dio el primer paso. 

— No permitiré que Uzui me gane en la apuesta, diré que fue Giyuu.  

— Obanai ¿Por quien voto?

— El dijo que tu eras demasiado idiota para dar el primer paso, ambos votamos por Giyuu. 

— Serpiente traicionera. 

El de piel pálida no pudo evitar soltar una risa, divertido al ver la reacción de su ahora ¿Novio?

— Príncipe no te burles de mi.

— Obanai tenia un poco de razón. 

— Uhm, hare como que no escuche eso. 

Dicho esto, tomo el tierno rostro de su chico y lo lleno de besos, provocando que Giyuu riera, a ojos del azabache Sanemi era un chico  muy lindo, en cambio a los ojos de Kocho, ambos eran horrorosamente cursis y apenas llevaban unos minutos siendo "pareja". 

— Mucho cariño por hoy ¿No? Quiero a mi mejor amigo de vuelta. 

— Uhm, yo llegue primero. 

— Técnicamente no, yo lo conozco desde hace doce años. 

— Bah, tonterías. 

— Kocho tiene un punto. 

— Supongo. 

— ¿Entonces me prestas a Giyuu? 

— Ya iba de salida de todas formas.  

— ¿Quieres que mi chofer te lleve?

— No es necesario, pero igual gracias, príncipe. 

— ¿Nos vemos mañana en la escuela, entonces? 

— Claro. 

Ambos se sonrieron de una forma cálida, como si todo lo malo que les había acompañado hasta hace unos minutos, hubiera desaparecido. 

Sanemi se acerco de manera lenta al rostro del menor, con una mirada le pidió permiso para volver a besarlo, nunca de los nunca lo besaría sin preguntar, tenían que desearlo y necesitarlo ambos, Giyuu acepto sin rechistar, fue un beso lindo y suave a diferencia del primero, el enjambre de abejas del azabache se había calmado o mejor dicho dejo de sonar, porque todas las abejitas estaban en un colapso sin poder creer todo lo que sucedió en un día. 

Se despidieron, ninguno miro atrás, tanto literal, como metafóricamente, las cosas iban a fluir con o sin una relación de por medio. 

Kocho y Tomioka entraron a la habitación del segundo, aunque el azabache se avergonzó un poco del desastre que era su cama, podía malinterpretarse eso. 

— Optare por no preguntar. 

— No es lo que crees, yo estaba molesto y paso esto. 

— Bien, pero tienes que contarme todo, aunque me doy una idea de las cosas, pero necesito detalles, aunque no tantos. 

— ¿No querías jugar cartas?

— El chisme es primero. 

El oji azul se preparo mentalmente para contar todo lo que había ocurrido hasta ahora, incluso lo que solo el y el albino sabían, nadie más. Soltó un suspiro profundo, tal vez mañana estaría en la escuela con unas ojeras terribles y mucho sueño. 

HOLAAA, volví después de casi un mes jsjsjs, ¡Lo siento!, dos semanas tuve Dengue y fue horrible, ni siquiera podía pararme de la cama y los demás días tuve que ponerme al corriente de mi escuela 7-7, no tuve mucho tiempo para editar el cap.  hasta hoy. 

¿Díganme que les pareció el capitulo de hoy? ¿Les gusto? 

Al inicio de la historia tenia una idea muy diferente sobre su primer beso y de hecho este se daba en el tercer capitulo jajaja, ahora me siento k-drama donde se besan hasta el ultimo capitulo casi, pero realmente decidí cambiarlo, para que tuvieran esa conexión emocional primero, ya que para mi es muy importante eso, antes de besar a alguien, es solo mi opinión personal. 

Espero que les haya gustado y me dejen sus comentarios, extraño leerlos, son mi parte favorita de la historia sin duda. 

Por cierto ¿Hay alguna canción que les recuerde al Sanegiyuu? A mi si, es de Lana del Rey de hecho. Chemtrails Over The Country Club, es la canción mas personal del Sanegiyuu, les queda tan bien, deberían escucharla y si ya la han escuchado ¿Qué opinan? 

En fin, Los tqm<3 

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