#9 Compañerismo

Los feroces ojos grises se clavaban dudosos sobre el portero de uniforme azul y ojos cansados. Si lo pensaba bien todo tenía sentido; desde la casa ausente el día de las hamburguesas hasta la fecha que la pelirroja había faltado a clases.

-¿No sabías que Shazadi tuvo un accidente?- contestó de manera sorpresiva el mayor presente mientras que en su pregunta se figuraba cierta molestia e incomodidad por sacar el tema a flote. - paso hace dos días, ella y su abuela están internadas- sentenció más para él que para el pelinegro aún dudoso de todo lo que había pasado.

Hibari no respondió; el silencio que género fue un aviso positivo para que la incomodidad en el ambiente aumentará al doble. Por otra parte a kekei le sorprendía la frialdad con la que el niño se dirigía, kurenai le había contado la situación del menor hasta donde ella alcanzaba a saber puesto que la abuela de Shazadi no era el tipo de mujer que se metía en lo que no se le llamara, sin embargo, citaba las palabras en su mente tal cual ese día "Yo se reconocer la mirada de un niño cuando servicios sociales no le permite ser feliz..Mi querida y preciada nieta me lo enseño".

Bufó al recordar que servicios sociales se pondrá pesado cuando Kurenai regrese del hospital y con ello el futuro de la pelirroja a la que quiere tanto.

-¿Quieres ir a visitarlas?- pero la pregunta quedó al aire cuando, al subir la mirada café, el niño de mirada envenenada había desaparecido.

Busco por todos lados pero había sido tan sigiloso que por un segundo dudo de su presencia de no ser por que en su espacio observo la libreta de colibrí que tanto atesoraba la pequeña shazadi. Con cuidado la tomó y la guardo dentro de su saco para llevárselo más tarde y contarle que uno de sus amigos la había ido a visitar.

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El parque al que tanto acudía después de clases significaba mucho para él por ser el favorito de su madre, aún que no lo decía en voz alta la extrañaba y el hecho de perderla le hizo comprender que la vida se termina apenas parpadeas. Cerró sus puños con un coraje que no terminaba de entender; se había prometido así mismo no relacionarse con otro ser humano para evitar el apretón en el estómago que volvía a sentir, no sólo la niña que le parecía la menos herbívora de su clase estaba internada sino también la mujer que lo acogió y lo alimento cariñosamente justo el momento en que se cumplían 3 días sin comer por culpa de un castigo que no merecía dentro del orfanato.

Era curioso como ambas llegaron a su vida en el momento más indicado. No es que aceptará a la pelirroja como amiga por que, como bien sostenía, esas cosas eran propias de herbívoros. Sin embargo algo en el le gritaba que ella era diferente, tal vez en sus ojos veía el mismo sufrimiento que en los suyos al mirarse en el espejo.

Sus pies aún eran muy pequeños como para llegar a tocar el suelo, así que se columpiaban a la par que él a una lentitud casi deprimente. Hibari odiaba pensar en los sentimientos por que lo confundían, no se explicaba como de la imagen de su madre cambiaba drásticamente a la de Kurenai sonriendole, o como su mirada gris era sustituida por la azul de su torpe compañera. Chasqueo la lengua y se dejó caer en el suelo polvoriento ensuciando sus zapatos negros del colegio, metió sus manitas al pantalón escolar y colgó su mochila con cierto desprecio. Camino con bolsa en mano llena de compras que no quería hacer y se perdió en las calles de Namimori con intención de despejar sus ideas.

Servicios sociales era una pesadilla para el por que aun lo trataban como a un niño, no llegaban a entender que el era capaz de hacer más cosas si se le retirará la obligación de convivir con otro niños de su edad. Él aún los veía como seres insignificantes incapaces de tomar una simple decisión como lo era hacer una figura de plastilina o pintar cualquier cosa que se le venga a la mente. Hibari ya era capaz de leer libros enteros de matemáticas básicas, geografía y literatura contemporánea; la educación que se le brindó a ele cuando aún tenía una familia era digna de cualquier niño con padres influyentes. Aún que el colegio de Namimori era bueno a nivel estatal simbolizaba un sentimiento inferior a lo que podría llegar a ser con un buen líder a la cabeza.

Sin embargo Hibari aún era un niño, por mucho que se lo negará así mismo y por mucho que odiaba ese término sobre él la realidad era indiscutible. Mientras la tarde envejecía intentaba entender que estaba haciendo mal para que le fueran negadas tantas cosas teniendo la capacidad suficiente para hacerse aún más superior. De poco en poco la regla que se puso así mismo de no crear vínculos con otros humanos se fortaleció determinando que aquello no traía beneficios de ningún tipo, pero con distractores como los que tenía en ese momento le era casi imposible.

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Al día siguiente, la lista de los niños que asistían estaba descrita de tal manera que las parejas estuvieran juntas; mientas la señorita perteneciente a ese grupo hacía un breve repaso de los que al momento habían llegado sin quitar una mueca de incomodidad de su rostro. Suficiente era con que la pelirroja no fuera capaz de hacerse presente como para que su otro alumno (cuyos problemas con servicios sociales eran los mismos) también estuviera ausente a lo que era su última oportunidad.

-Por favor niños, si su pareja ya llegó tomen asiento juntos- exclamó la de mirada cansada a un poco más de la mitad de sus alumnos.

Miro a Yuki con su nuevo compañero y luego miro a Momo Armando un rompecabezas con suma tranquilidad, tal vez era momento de emparejarlo con alguien más puesto que estaba segura que si el de ojos grises no llegaba temprano era por que simplemente no iba a llegar jamás y tal hecho la frustraba. Pensaba que Kyoya no sabía la magnitud del problema en el que se estaba metiendo por faltar a una visita didáctica del Instituto; suficiente era con estar en el sistema como para que de ahora en adelante también lo tratarán como un inadaptado ignorando todo el potencial que poseía a su corta edad.

Bufo, cada vez creía más injusta la vida de sus pequeños alumnos a comparación de aquellos que se dedicaban a hacer inferiores a los que fácilmente, en un futuro no muy lejano, podrían ser sus superiores. Entre ellos los mimados, los egoístas y los perezosos. Acreditaba que eran niños sin embargo los años junto a Shazadi le enseñaron que la inocencia cada vez era más escasa y de tal manera se molestaba con ella misma por no hacer nada al respecto.

-Niños pasaré lista por segunda vez- contó en voz alta al percatarse de que la hora de salida se acercaba y la mayoría de los niños ya estaban en el aula. Muy en el fondo deseaba que el peligro apareciera de último momento, con sus pantalones cortos, su pequeño sombrero de sol y su lonchera llena de alimentos para tomar de Snack. -Hibari Kyoya- pero no fue así.

-aún no se ha presentado señorita- respondió Momo sin despegar los ojos de su rompecabezas.

La profesora suspiro resignada. Empezaba a querer demasiado a Hibari como para que los servicios sociales se lo llevarán a contra de su voluntad; cerró su libreta y con pies pesados hizo una última ojeada a todas sus cosas para la salida del curso. Hibari no llegaría y eso era definitivo, la pregunta era ¿Por qué? ¿Por que tanto su afán de estar solo? ¿Por qué tanto el esfuerzo por parecer superior? Después de todo sólo era un niño. Un niño que había perdido a sus padres y, según parecía, la ganas de sentir.

-¿Ya podemos irnos?- pregunto Momo quien al parecer no le sorprendía que su compañero no se presentará. La profesora asintió; observo cada una de las sonrisas emocionadas de las criaturas de tan corta edad y tomó fuerzas para hacer de sus días los mejores.

Lo que ella no sabía es que Hibari, en realidad, prefirió hacer algo más importante que ir a una tonta excursión de herbívoros.

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Eso es todo por hoy chicas; les dejaré un meme de despedida C:

Hana out!!!!

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