#6 ¿Cosa de...dos?

Cada año, siempre antes de invierno, los niños del Instituto obtienen la oportunidad de viajar al gran lago de Namimori: Kaihen, conocido por la gran cantidad de peces de distintos colores y tamaños que habitan ahí.

-Las parejas las haré yo- sentenció una contenta maestra de cabello blanco  mientras anotaba los instrumentos necesarios para poder tener el día de pesca perfecto.

-¡Quiero estar con yuki-San!- exclamó uno de ellos.

-¡NO!- Bufo molesta una niña de ojos azules- yo pedí estar con yuki-san primero-

Los alumnos estaban preparándose para salir del aula dando así por terminado el día de labores. Ponían sus sombreritos sobre sus cabezas y acomodaban sus mochilas sobre sus pequeños hombros. Shazadi miraba a Hibari de reojo, aun no podía creer lo pequeño que era el mundo y las coincidencias de alguna u otra manera terminaban por ser pequeños fragmentos del destino que habían estado ahí esperado para ser recogidos.

-Tomen su lugar- ordenó la voz mayor limitándose a las pequeñas quejas de sus alumnos en un quejido de berrinche-. Una vez sabiendo su pareja pueden retirarse-

Tanto Hibari como a Shazadi les importaba poco la clase así que ambos se sentaron sin ningún sentimiento en concreto una vez terminando sus actividades. Pasando a otra cosa nueva en los sentimientos encontrados últimamente resulto que a la pelirroja ya no le daba miedo Yuki ni nadie de sus compañeros; era como si, de alguna manera, se sintiera segura a lado de Kyoya es decir, desde que el chico de mirada gris la amenazo no se ha acercado a el ni un centímetro, lo que es peor, lo evita a toda costa por miedo a que le haga algo igual o peor que la última vez.

-Empezaré a decir las primeras parejas en unos momentos-

Aun que ambos compartían asiento solo una era capaz de expresar en silencio la intriga que la mantenía atenta ¿que hacia Hibari en su casa?, no podía creer que su abuela lo allá encontrado vagando sólo por el centro comercial buscando comida. ¿y sus padres? Se preguntaba si al chico no le preocupaba ver a su madre afligida o a su padre molesto por las horas tarde de su llegada; si bien Hibari no se quedó a cenar estuvo bastante tiempo en la casa de campo, tanto que tuvieron la oportunidad de preparar los obentos den día siguiente.

Lo mas sorprendente hasta el momento para la niña de cabellos rojos era la expresión tan serena que el niño mostraba. La mitad alemana conocía na sonrisa apenas pronunciada del pelinegro sin embargo las miradas a la nada con ojos grises sumergidos en tranquilidad además de alegrarle también la intrigaban; por alguna razón Shazadi pensó que Kyoya sufría mas que cualquiera en ese salón de clases y que valientemente era capaz de demostrar lo contrario.

-Akio Nikima- la voz de la maestra la hizo volver. - cariño, tu pareja será Shise Gito- le sonrió. La pareja que había escogido era peculiar, dos chicos completamente diferentes en gustos pero ambos con un amor por los crayones y lentes redondos.

-predecible- susurro su compañero de lugar. La de ojos azules no sabía si mirarlo, preguntarle, asentir o simplemente salir corriendo. En todo el día no se habían dirigido ni una sola palabra y no estaba segura si aquella afirmación la estaba haciendo considerando que ella existía. El bufo- ¿cada año hacen esto?-

Entonces lo supo, cuando esa mirada gris penetrante se clavo en ella con fastidio su voz pareció desaparecer en segundos. Hibari esperaba una respuesta ignorando a medias lo que la profesora delante de el estaba diciendo, al ver que Shazadi no respondía  su semblante se volvió mas frívolo por lo que obligatoriamente la pelirroja reacciono.

-E-es una forma d-de premiar a nu-nuestro grupo- tartamudeo con nervios a flor de piel, cerro los ojos esperando una represalia o algo parecido y apretó sus regordetas manos contra su falda. Nada llego mas que un "hmn".

-Yuki Kian- llamo la maestra. Una manita de levantó tímidamente, mostrando ante todos un rostro de inocencia  forzado.-cariño, Compartirás lugar con Shazadi Vorgrimler- el salón explotó en euforia, yuki sonrió por debajo mientras que la pobre pelirroja aun no creía haber escuchado lo que sus pequeños oídos estaban luchando por hacerle entender.

-¡Eso no es justo!- habló uno- Yo quería estar con Yuki-san-

-Albóndiga Shai le arruinará el viaje sensei- uno imaginaria que los niños son inocentes, que cada uno de ellos tiene bondad en su interior y que sus pensamientos son tan puros que nadie puede profanarlos con la realidad; cuanto se equivocaban con cada palabra mal argumentada.

Shazadi temblaba, ella esperaba muy en el fondo que la pusieran con Hibari es decir, ninguno de los dos hablaba, eran los mejores en la clase, ambos estaban acostumbrados a la presencia del otro, uno era carnívoro y la otra solo una presa fácil que pasaba por alto ¿Que salió mal en una elección tan sencilla como esa? era una de las muchas preguntas que se formulaba en su cabeza y sobre todo ¿Por que?.

Hibari por su parte miraba por el rabillo del ojo a su acompañante, también se preguntaba por que la profesora la había puesto con la persona que más le hacía la vida miserable ¿Acaso era tonta?. Bufó, preguntarse sobre eso ni le interesaba ni mucho menos le traía beneficios; pero no puede negar que estaba molesto, era la única herbívora en ese salón de clases que no lo molestaba con las típicas expresiones infantiles que se desbordaban últimamente. 

-Momo Mayuma y Hibari Kyoya son el último equipo- termino con una sonrisa a creces forzada.

Hibari miró a Shazadi y la pelirroja de inmediato entendió lo que el carnívoro quería decir. Cuidadosamente presto atención a un chico cuyas gafas sostenidas de unas enormes orejas eran evidentes; su cabello tenía un corte muy expresivo mientras que su cuerpo apenas podía andar sin dormir. Momo era reconocido por muchos como el niño de la biblioteca pues los libros para él eran su único amor verdadero.

-Los permisos ya fueron enviados a sus hogares, no olviden traerlos firmados- 

-Si sensei- Contestaron todos al unísono. 

De poco en poco el salón se fue vaciando; yuki miró arrogante a la pelirroja antes de salir con una enorme sonrisa fingida para despedirse de su superior; la regordeta suspiro derrotada y no se esforzó por prestar más atención que en sus libros de trabajo. Hibari tampoco dijo nada, el encuentro del día anterior lo tomo por sorpresa y no se permitiría caer de nuevo en la tentación de unas buenas bolas de arroz que hace mucho no comía. Su mente estaba serena hasta que escucho a una intrusa adentrarse a su calma.

-Mi abuela pregunta si hoy quieres venir a comer- era claro que estaba nerviosa; nunca se hubiera imaginado a ella misma preguntarle eso al carnívoro del salón...sin embargo los deseos de su abuela eran intocables.

-No- respondió en seco.  Sorprendentemente aquello no lo irrito y ni mucho menos lo molestó, era más bien una lucha contra sí mismo por rechazar la comida de una mujer tan amable y, por supuesto, conservar su orgullo.

La maestra los miraba con discreción mientras aparentaba guardar sus cosas. Cuanto hubiera dado ella por ponerlos a ambos juntos y no hacer sufrir a la pequeña pelirroja con su más grande miedo...pero eran ordenes del servicio social las que exigían que Kyoya se mezclara con los estudiantes de lo contrarío lo transferirían a otro colegio y definitivamente no podía permitirlo; ella lo sabía, sabía que tanto sufrimiento no puede ser eterno.

-Shazadi- llamó su maestra para enfocar la atención de sus únicos alumnos presentes. Los ojos azules se clavaron con inseguridad, misma que cambiaron cuando vieron a la maestra sacar un molde rosado del tamaño de una mano pequeña- Es para tu abuela, hoy es día de hamburguesas ¿no?- 

A la niña se le iluminaron los ojos y asintió inmediatamente.

-Gracias sensei, yo se lo haré llegar- la señora de edad media no hizo más que asentir con un pequeño ruido satisfecho, una pecosa extravagante miro por el hombro al compañero que aparentaba ignorarla, se dio media vuelta y se despidió con un "la puerta estará abierta" sonriente. Hibari solo la miró irse.

A solas la mirada cansada de la educadora se volvió más seria. Si Shazadi era constantemente molestada por los niños de su edad Hibari no podía tener un día en paz con los de servicio social encima de él.

-No iré- el pelinegro fue directo al grano- no iré a esa tonta excursión- 

-Lo harás Hibari-san-  se defendió la mayor con un tono de voz que más bien parecía forzado.- de lo contrario los servidores..-

-Me importa poco eso-volvió a soltar sin delicadeza- Un orfanato será mejor en todo caso-

La maestra negó con una sonrisa tímida.

-Cariño, un orfanato te limitará.- sus palabras se hacían pesadas. La profesora con cabellos canosos no se sabía lo difícil que era decirlo a un niño no tanto por los hechos si no más bien por la actitud tan fría del menor- Ambos sabemos lo que pasará si desertas en este colegio-

-Irme de Namimori no me importa-

El silencio gobernó. La profesora suspiro pesadamente, apilo sus papeles con exámenes dentro y lo miró; una mirada llena da compasión y dolor.

-¿Estas seguro?- sin embargo, por más que Hibari intentaba hacerse el duro aún era un niño y lo que había pasado no era justo para la niñez de cualquier persona; ocultó su mirada y cerró sus puñitos. La mujer entendió perfectamente tal gesto- Piénsalo-

A pesar de no querer decir nada, en su mente se le ocurrían todo tipo de excusas, insultos, arrogancia y demás. La puerta del salón cerrándose terminó por frustrarlo más; a veces estar solo para el no era algo reconfortante si no más bien un recordatorio de su realidad. Tomo su mochila y la deslizo por la mesa haciendo que algo no fijo cayera al suelo.

-Esa herbívora miedosa- bufó molesto cuando se dio cuenta de lo que era. 

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