#5 hogar.

Shazadi ese día no pudo sentirse más sola que en toda su estadía en el colegio. Nadie estaba a su lado, un lugar vacío y una esencia inexistente.
Hibari-sama se había ido temprano por que lo suspendieron desde hace una hora. A veces la pelirroja se preguntaba si era su culpa; en primer lugar ¿Qué hacía Hibari en el aula si ya tenía mucho de haberse ido? En segundo lugar ¿Por qué no arreglo sus asuntos con yuki al salir del colegio? Y en tercer lugar...

-shazadi, tu trabajo-

La había llamado por su nombre. Tal vez era algo que estaba sobrevalorando a creces pero, Hibari jamás a llamado por su nombre a nadie y, ni mucho menos dirigirle la palabra con tanta calma y serenidad.
Los regordete brazos se estiraron ligeramente para entregar un cuento que se había pedido para ese día. Foji-Sama por otra parte estaba muy contenta de que, alguien por fin, en todos esos siete años que shazadi estudiaba con ella...La hubieran defendido; no era el tipo de amigos que ella prefería pero kyoya y la pelirroja eran más similares de lo que ellos mismos creían.

La campana de la hora de la salida sonó y todos se apresuraron a guardar sus cosas. Todo estaba tranquilo para la de mirada azulada; ni yuki ni su grupo de torturadoras estaban pues las habían mandado a casa para calmarse y limpiarse, Hibari también se había ido y nadie la acompañaba en silencio...¿Y si ella hubiera apoyado a kyoya-San? Decir su nombre la pone nerviosa, de tan sólo pensarlo dentro de su cabeza ya se cree indigna de pronunciar esa palabra tan valerosa y...dominante. Si lo hubiera apoyado quizá el se hubiera molestado o, quizá, la habría considerado una ami..¡PARA NADA! Hibari-sama lo dijo el mismo: no está para esas tonterías. Entonces ¿Por qué la defendió?... en realidad ¿Lo hizo?.

El salón se iba vaciando cuando la mirada azulada se clavó en el semblante cansado de su maestra, fue con pasó apresurado y torpe hasta su escritorio y tomó una pila de papeles que ahí había.

-la ayudare sensei- murmuró temerosa. Su maestra asintió con una sonrisa apenas marcada por el cansancio pero agradecida con sinceridad.

En realidad shazadi se moría por preguntarle acerca de Hibari. ¿De dónde había llegado? Llegar a mediados del curso no es normal, en especial en escuelas como las de Namimori; ¿Quiénes eran sus padres? Jamás lo vio llegar con alguno ni irse con un mayor. Incluso ese día se marcho solo; ¿Por qué era tan frío? No le importaba pero le daba curiosidad; ¿Por qué a Namimori?¿De donde venía? Nunca hablo con nadie de ello...tenía muchas preguntas sobre Hibari Kyoya pero sólo una fue capaz de salir de su boca.

-¿Castigará a Hibari-sama?-

La maestra lejos de enojarse o sorprenderse había estado esperando esa pregunta. Negó con tranquilidad.

El estacionamiento era pequeño por que sólo diez maestros compartían clases en ese nivel. El automóvil de la maestra foji era pequeño y amarillo pero cómodo; sacó las llaves de su bolso color rosa y abrió la puerta para que la niña regordeta pudiera dejar las hojas sin problema.

-Hibari-kun hizo mal al agredir a tus compañeras- comenzó a explicar mientras acariciaba la melena de la niña pelirroja- pero no lo castigare pues, el hizo bien al defenderte-

-el no me defendió maestra- murmuró con un leve sonrojo en el rostro. La mujer de tercera edad la miro pensativa pero no hablo al respecto, sólo espero a que su alumna prosiguiera.-yuki-sama lo llamó por su nombre de Pila y el es un carnívoro, los herbívoros no deben faltarle al respeto-

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De nuevo su camino a casa era solitario. Cargaba su mochila con pereza y sus pies se arrastraban por el suelo de concreto. Hacía calor, su cabello aún seguía húmedo por lo que su compañero de asiento había hecho pero su ropa...Esta casi no se mojó. Suspiro para ella misma cuando levantó la mirada en el cruce peatonal; ¿Las cosas cambiarían con Hibari en el colegio? Quería creer que si pero no iría a ilusionarse de sobremanera como siempre lo hacía.

La luz verde cambio. Los pasos de shazadi retomaron velocidad para cruzar la calle sana y salva, la banqueta del otro lado no era diferente de la anterior, las calles eran monótona y a nadie parecía importarle la presencia solitaria de una niña tan pequeña; es normal que en Japón los niños caminen solos por las calles pero aún que la pelirroja caminata día tras día por el mismo lugar...Nadie la tomaba en cuenta.

Pasaba un parque desgastado y con los juegos oxidados. Definitivamente no era por que esos barrios eran pobres si no por que cada niño que vivía en esa avenida tenía sus propios juegos como para visitar el parque olvidado.
Veinte pasas más y las cabañas de veranos de gente adinerada comenzaron. Un portón con un policía custodiaba la entrada en automóvil.

-señorita- el momento más feliz de sus días era cuando llegaba a casa. El señor kekei la saludaba cariñosamente, su abuela la esperaba con un estofado delicioso y su cama tenía sábanas tan suaves que parecían nubes.

-buenas tardes señor kekei- saludó amablemente y sacó con sus torpes manos una tarjeta de pase de sus bolsillos. Contenía su nombre, su dirección y una foto suya (la foto más espantosa del mundo según ella) -¿abuela a llegado?- era su pregunta rutinaria.

-hace una hora- contestó amablemente- No me digas entrometido pero...acababa de llegar de supermercado lo que significa-

-¡Bolas de arroz!- y sin decir más la niña entro corriendo a la hilera de casas para gente rica en verano.

Su cabaña era humilde a diferencia de las demás, tenía un calor particular y siempre olía a almendras. Abrió la casa con su llave y se quitó los zapatos sustituyendolos por sandalias.

-ya llegue abue- gritó con felicidad. Apenas se acercó a la sala común cuando el olor a arroz inundó su nariz. Corrió como pudo con esos pies gorditos y desequilibrados, giró a la derecha en la última puerta de la casa -¡Abuela hizo bolas de arroz..-y cuando miro hacia enfrente...

-cariño, que bueno que llegaste con bien- shazadi estaba acostumbrada sólo a tres tipos de visitas: las del señor Yoshi (que de vez en cuando se quedaba a comer), las del servicio social (visitas que no le agradaba mucho por la cantidad de preguntas que hacían) y el policía kekei (que era un chismoso en la comida de su abuela).- espero que no te moleste cariño...lo encontré divagando en el centro comercial y..-

-¡¿Hi-hibari-san!?- en definitiva no esperaba este tipo de visitas.

-Pelirroja lenta- murmuró sin mirarla. Lo ocultaba demasiado bien, pero kyoya estaba igual de sorprendido que ella.

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