#1 Prejuicios
"Eres gorda" "Eres fea" "Eres una inútil" "Estas Sola" "Patética" "Niña tonta"...
¿Que culpa tiene una niña de diez años cuya felicidad se vio opacada por prejuicios? Esta es la historia de Shazadi Vorgrimler, pero todos la llaman...
-¡Oye Albóndiga Shai! ¡Me estorbas!-
Sí, albóndiga shai es su apodo ¿Por que? por que todos dicen que es gorda.
-Lo lamento- gorda y lenta. Muchos mayores suelen decir que los niños son la cosa más inocente en este mundo, bueno es por que en realidad no ven lo que hacen como por ejemplo Yuki Kian que es la principal encargada de hacer de la vida de Shazadi una miseria a tan solo diez años de edad.
En realidad todos la molestan y eso la pequeña pelirroja lo sabe mejor que nadie pues el hecho de ser extranjera empeora las cosas. Vorgrimler es originaria de Alemania, su madre era japonesa mientras que su padre alemán, ambos murieron en un trágico accidente de avión cuando Shazadi tenía tres años dejándola al cuidado de su abuela materna kurenai Kitsune que vivía en Namimori.
Prejuicios es lo que más aprendió la de mirada azulada durante esos siete años de vida: Prejuicios hacia su persona, su apariencia, su físico e incluso su acento. Todos hablaban de prejuicios, pues nadie parecía conocer otra cosa más que prejuicios.
-Mi nombre es Hibari Kyoya-
Las maestras en el colegio ya habían tomado sus respectivos lugares en cada aula, los niños dejaban sus almuerzos en los casilleros y sus botas eran cambiadas por zapatos secos en la entrada ya que el invierno había llegado y la nevada de esa mañana estaba a flor de piel. Frente a los alumnos ya acomodados se encontraba un niño presentándose ante la clase sus ojos eran grises y cabello azebache, su mirada era fría, no expresaba sentimientos y a primera vista su aura era de temer.
-Hibari se une a nosotros a partir de hoy- explicó la maestra de avanzada edad al resto de sus cometidos- ¿Trátenlo bien vale? Hibari, puedes sentarte a lado de Shazandi.-
-Albondiga Shai- susurro divertido un chico de mirada almendrada lo que provocó que muchos rieran mientras que la mencionada, como era de costumbre, bajo la mirada y entrelazo sus dedos por debajo de su mesa cosa que no le importo en absoluto al pelinegro nuevo.
Las clases comenzaron, la pelirroja era la primera en la clase pues no por nada la habían adelantado un año en sus estudios a tan corta edad mientras que el pelinegro no se quedaba atrás, era rápido aprendiendo y muy hábil con las manos, tanto que incluso algunas clases le aburrían.
Mientras las horas pasaban los dos últimos lugares de la parte de atrás se encontraban en sumo silencio: Hibari la ignoro así como ella a él no por que fuera mala, arrogante o grosera, simplemente tenía miedo de los prejuicios; siempre que intentaba hacer amigos muchos la ofendían y la miraban con asco así que ella aprendió a evitar el sufrimiento innecesario.
La campana sonó, algunos se acercaron al chico nuevo ignorando por completo a la pelirroja que estaba a su lado (cosa a la que también estaba acostumbrada).
-Así que ¿Por que te cambiaron?- la ansiada hora del almuerzo llegó y con ella una castaña de ojos verdes muy carismática acercándose al asiento del pelinegro nuevo- No es muy común que eso pase.- Yuki Kian era la niña más bonita del colegio, una chibi tierna y con padres influyentes; ambos japoneses.
-Eso no te incumbe- su voz era fría, distante y sobre todo imponente a pesar de tan solo ser un niño. Muchos lo miraron asombrados, otros con miedo y una chica en especial con lágrimas en los ojos.
-¡No tenías que ser tan grosero!- intervino molesto un chico de muchos.
-Ella sólo quiso ser amable- le defendió otra niña de su estatura y piel canela a la par que le abrazaba por los hombros. Yuki por su parte tenía escondida la mirada y un berrinche ligero se podía escuchar entre las pequeñas ropas de su amiga.
-Amable no es sinónimo Hipócrita- habló con la misma frialdad de antes sacando con una calma que envidiaba la chica de cabello rojo a su lado pues, en silencio, presenciaba el show que Yuki de nuevo hacia.
El chico que primero habló apretó sus manos en señal de enojo mientras que destapaba con su mano izquierda una botella de agua; Hibari al darse cuenta de su cometido se apresuró a moverse tal que pudiera ser capaz de arrebatarle el plástico en pleno acto y mojarlos a todos. Shazandi se quedo con la boca abierta, acto que compartieron todos los presentes.
-No te metas conmigo-
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-Hibari, esta contra las reglas agredir a tus compañeros- reprendió la maestra mientras que el niño de mirada gris la miraba sin ninguna expresión en el rostro.
-¿Por que debería dejar que me agredan a mi?- retó con la palabra aquel niño cosa que molesto a su superior.
-Para eso estamos nosotras-
-Hacen un mal trabajo- fulminó sin miedo alguno. Luego dirigió la mirada a la puerta deslizable que se encontraba a su izquierda- él me habría insultado tal como hizo con aquella pelirroja a mi lado- explicó sin dejar de mirar la puerta blanca- y usted no hizo nada-
La maestra se quedó callada no sólo por lo insultada que había logrado estar gracias a un niño de diez años pues, eso ya se lo habían advertido en cuanto su expediente llego a ese colegio. Mas bien muy en el fondo estaba feliz, por fin alguien se había dado cuenta de la presencia de Shazandi y no precisamente para insultarla.
-Su nombre es Shazandi-
-Eso no me importa- habló con la misma frialdad de siempre. - No voy a dejar que me traten igual. Patético.-
-Bueno- sonrió con tranquilidad pues sus pequeños ojos grises por fin se habían clavado en los de ella y habían dejado de ver aquella puerta blanca con tanta serenidad- Pues hoy limpiaras el salón con ella como castigo por haber mojado a todos tus compañeros.-
-Entonces no tiene por que esconderse-
Shazandi quien se encontraba escuchando todo por fin se digno a abrir aquella puerta. No era su intensión entrometerse pero como todos los días ella debía limpiar el salón antes de irse así que cuando vio a la maestra hablando con el chico nuevo decidió esperar. Estaba muy sorprendida de lo inteligente y ágil que era ese chico.
-Lo siento Kyo-sama, fuji-san- la voz de la chica era gruesa, sus cachetes regordetes se movian de manera divertida mientras que su andar era desequilibrado. La maestra sonrió de ternura pues no había alumna a la que quisiera más que a ella, por otra parte Hibari Kyoya la ignoró no solo por llamarlo con su nombre de pila, simplemente no le interesaba en lo más mínimo ni su tutora ni mucho menos ella.
Esta es la historia de Shazadi Vorgrimler; también conocida como Albóndiga Shai.
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