1

La piel lechosa del mayor estaba preciosamente enrojecida en lugares estratégicos cada vez que Jungkook dejaba una nueva mordida. Yoongi amaba cada segundo de ello, sintiéndose realmente querido al recibir las marcas suaves pero que a la vez era lo suficientemente fuertes como para dejar chupetones que se harían más notorios.

Gimió y tembló cuando el menor hizo un camino de besos bajando por su pecho hasta sus pezones que reclamaban atención. Cuando Jungkook tocó uno de ellos con sus dedos y el otro con su boca no pudo evitar arquearse, sintiendo como olas de placer delicioso erizaban su piel.

— Eres tan sensible aquí —murmuró con voz profunda, soplando en la aureola rojiza brillante por la saliva.

— A-Ah~ —jadeó el doncel y enredó el cabello de Jungkook en los dedos de su mano derecha cuando éste brindó un mordisco a uno de sus pezones—. Jungkookie~

Se tomó su tiempo estimulando esa área, engullía gustoso los rosados botones que parecían ponerse cada vez más duros y sensibles. Sin duda era su dulce favorito, Yoongi era su dulce favorito e iba a comérselo entero. Disfrutaba de los agudos soniditos que salían de sus labios cada vez que le daba placer.

Las manos grandes del menor se deslizaron por sus piernas y las abrió aún más sin dejar de saborearlo, Yoongi gimió al sentirse expuesto, aquellas manos traviesas estaban tocando su miembro erguido dolorosamente, apenas sintió el contacto creyó que se correría allí mismo.

— ¿Quieres que te lama, bebé? —preguntó el menor irguiéndose y Yoongi ahogó un gemido de frustración, los toques sutiles se habían detenido.

Jungkook se lamió los labios ante la imagen de su novio totalmente vulnerable solo para él. Sus mejillas estaban fuertemente sonrojadas y sus belfos brillaban carmines.

— S-Sí, por favor, hazlo —rogó con voz átona y volvió a gemir por la fricción que Jungkook había creado rozando ambos miembros.

La cabeza de su falo lloraba pre semen y el menor sonrió de lado antes de cernirse hacia abajo. Yoongi se agarró de la almohada que tenía bajo la cabeza y soltó un gritito cuando la cálida boca de Jungkook acunó su hombría. Su lengua se movió con maestría en su glande, haciendo que el doncel temblara.

— Mmm~ —tarareó el menor para si mismo mientras que sus dedos presionaban en la entrada de su pareja, oyendo sus tiernos lloriqueos cuando introdujo uno suavemente.

— Kookie —gimió y arqueó la espalda, empalándose a si mismo más profundo en el dedo del menor.

Jungkook dio una última lamida al miembro del pelinegro y se irguió ligeramente, mordiéndose el labio. Ingresó un dedo más en el cuerpo de Yoongi.

— Joder, tan apretado... —murmuró y se relamió la boca antes de agacharse y probar la rosada abertura.

— ¡A-Ah!

El mayor se retorcía y gemía fuertemente, su piel erizándose hasta que no pudo soportarlo.

Tocó la cabeza de Jungkook e hizo que se irguiera.

— Bebé, no más, sólo fóllame —rogó respirando agitado.

— ¿Me quieres, hermoso gatito? —ronroneó y Yoongi asintió con los ojos llenos de deseo.

Jungkook besó al doncel mientras que se acomodaba entre sus piernas, dejando que Yoongi le rodeara la espalda, siempre queriendo sentirlo cerca, le encantaba que el menor le besara y que gimiera en su oído roncamente mientras lo hacían.

Besó suavemente los labios del mayor y gruñó sintiendo cómo se volvían uno, la cálida entrada apretando gustosamente su miembro.

— J-Joder... tan profundo —jadeó Yoongi y movió las caderas contra las del pelinegro, este le siguió el ritmo de imediato.

Lento pero profundo y duro cada vez que llegaban al borde. Ambos sabían cómo satisfacerse el uno al otro.

— ¡Ah! ¡A-Ahí! ¡Sí! —gritó al sentir como su próstata era abusada.

El cuerpo de Yoongi se tensó y soltó un pequeño gritito escondiendo la cabeza en el cuello de su novio cuando se corrió, el menor dio unas cuantas estocadas más antes de jadear y llegar a la cima.

— Mhn... rico~ —gimió el doncel sintiendo como el esperma caliente de Jungkook llenaba su vientre.

El menor brindó besos castos al cuello de su novio y lo abrazó por la cintura, aún intentando normalizar su respiración después del intenso orgasmo que habían tenido juntos.

— Te amo —susurró Jungkook, respirando el delicioso aroma del cuello de su novio.

Yoongi sonrió y enredó sus piernas a las caderas del menor, buscando sus labios para besarlo.

— Yo también te amo, Kookie —dijo trémulamente, apartando los cabellos de la sudorosa frente de su amado.

Así pasaron unos cuantos minutos, entre palabras dulces y caricias tiernas. Ambos amaban eso, demostrar cuanto se querían luego de hacer el amor.

Jungkook se deslizó fuera del doncel y quiso alejarse para cubrirlos con las sábanas, pero Yoongi tomó su mano y le rogó que no se moviera a lo que asintió. Sabía lo mucho que le gustaba cuando lo abrazaba y le hacía sentir amado y protegido entre sus brazos.

— Está bien, bebé —susurró y le dio un besito, volteando para dejar que el mayor se refugiara en su pecho. Jaló la manta con una mano sin alejarse del doncel y cubrió ambos cuerpos.

Ambos estaban a punto de caer en los brazos de Morfeo hasta que Yoongi frunció el ceño al sentir su entrada tibia y resbaladiza. Se atoró con su respiración.

— Bebé —murmuró Yoongi sentándose de repente—. Oh, mierda.

Jungkook gimió en protesta por la falta de calor.

— Amor, vuelve aquí —alegó, removiéndose sin abrir los ojos.

El doncel se cubrió la boca.

— No usaste condón —dijo, y Jungkook abrió los ojos apenas.

— No lo hice.

— P-Pero... ¡Jungkook! ¡¿Sabes qué significa eso?!

Pensó en su pasado y el sentimiento fue angustioso, el miedo comenzó a crecer dentro de él.

— Que quizá tendremos un hermoso bebé en nueve meses, cielo, regresa aquí.

Le miró, sorprendido por la emoción con la que lo dijo, Jungkook parecía genuinamente feliz con aquello.

— ¿Eh?

— ¿No quieres tener hijos? —preguntó el menor sentándose, sintiendo temor por la respuesta.

¿Se había precipitado?

— ¿Y-Yo? Claro que quiero, pero...

Una sonrisa aliviada adornó el rostro masculino del pelinegro. Besó suavemente al doncel y volvió a recostarlo en la cama, deslizando sus manos por su vientre. Acarició allí con los pulgares.

— No es que vayas a quedar embarazado hoy, pero... —soltó una risita tímida—. Me hace ilusión. Sería lindo tener un bebé en casa.

Yoongi parpadeó.

— T-Tú... ¿estás seguro?

— Claro que sí, ¿Por qué piensas que no? ¿Es por el trabajo? Podremos hacerlo, sabremos organizar nuestro tiempo. Bebé, quiero que tengamos hijos —hizo un puchero, y el mayor no pudo decir más.

Él nunca se planteó aquello, jamás se visualizó siendo padre por más que lo anheló por un tiempo, mucho menos con el mal ejemplo que tuvo cuando era un niño.

— Por favor —susurró y besó tiernamente los labios del doncel.

— B-Bueno...

Se dedicó a recibir los mimos y los susurros emocionados de Jungkook diciéndole que se vería hermoso con una pancita, y que ellos criarían perfectamente a su bebé.

Aquello lo convenció por un momento.

[...]

Jungkook rodeó con cariño la cintura del doncel de espaldas y recostó el mentón en su hombro, inspirando levemente el aroma dulce de su piel. Yoongi rió.

— ¿Qué haces? —dijo divertido, comparando dos productos de limpieza.

— Te abrazo.

Las manos de Jeon se movieron suavemente hacia el vientre del mayor mientras que este soltaba una risita dulce.

— Enserio, enserio, quiero que estés embarazado, amor —susurró y dejó besitos en su cuello.

— Kookie, solo lo hemos hecho una vez sin condón —dejó el producto en el carrito de compras y besó los labios de su novio  logrando que este se separara con un tierno puchero.

Jungkook se cruzó de brazos con cara de niño enojado.

— Voy a botar todos los condones de la casa.

Yoongi lo miró divertido, planteándose seriamente el hecho de que Jungkook no estaba bromeando.

— ¿Realmente quieres ser padre, huh?

El menor asintió y siguió a su novio hasta la caja, ambos comenzaron a sacar las cosas.

— No puedo evitarlo. Siento que sería lindo.

Yoongi suspiró, y recuerdos tristes de cuando era un niño invadieron su mente. Él quería tener hijos, pero luego de pensarlo profundamente, ya no estaba tan seguro.

— No es así de fácil, Jungkook —murmuró.

Ellos tenían trabajos importantes, es cierto, tenían dinero, vivían juntos y hacían todo lo que una pareja casada hacía y lo que no desde hacía más de seis años, se amaban mucho, pero traer un niño al mundo en el punto más alto de su vida laboral no sería lo ideal. No le darían la atención requerida a su bebito, y el mayor realmente no quería que un hijo suyo pasara por lo mismo que él pasó de pequeño.

El dinero no reemplazaba el amor y el cariño que un niño necesitaba, los lujos y los juguetes tampoco.

— ¿Amor? Hey, bebé —llamó el pelinegro a su novio cuando estaban yendo al auto. Este volteó un poco ido—. ¿Qué sucede? —preguntó preocupado. El mayor lo había estado ignorando desde que pagaron sus compras.

— Nada, Kook. Volvamos a casa.

Dejaron las bolsas del supermercado en la maletera y Jungkook vio como su pareja caminaba cabizbajo y abría la puerta de copiloto.

¿Dijo algo malo?

Entró al vehículo negro y observó al pelinegro con duda.

— ¿D-Dije algo que no te gustó? —jugó con sus dedos en su regazo, esperando a que Yoongi le respondiera.

Éste frunció el ceño.

— No lo hiciste.

— ¿Entonces por qué estabas ignorándome?

La mirada herida del menor solo hizo que el pecho del pelinegro se llenara de arrepentimiento. Tomó una de sus manos y besó suavemente el dorso.

— Perdón, bebé —musitó—. Me perdí por un momento.

— ¿Fue por lo que dije? ¿Por los niños? —Jungkook sabía que el doncel estaba enmascarando las cosas—. Lo siento si fue muy molesto...

El mayor negó.

— No es eso, Kookie. Hablamos en casa, ¿te parece?

El menor asintió aún dudoso y puso en marcha el auto. Siempre odiaba cuando Yoongi lo ignoraba sin alguna razón aparente. Él quería saber qué había hecho mal para así poder remediarlo. No le gustaba quedarse con la incertidumbre.

El trayecto a casa fue callado y un poco incómodo. Min iba recargado a la ventana, observando a la calle mientras pensaba.

Amaba a los niños.

Pero, ¿y si no podían darle a su hijo la atención adecuada? ¿Y si luego terminaba odiándolos por no llenarlo de mimos, de besos y abrazos?

Aún recordaba el día que su nana llegó a su habitación y tocó la puerta, entró cautelosa y le preguntó a un Yoongi de cinco años por qué estaba tan molesto con sus padres.

Este solo le dijo que quería su atención. Ni las más altas calificaciones ni los primeros puestos en clase lograban que sus papás le dijeran un te amo, y él añoraba eso, dios, lo añoraba tanto...

Todos sus amigos eran recibidos por sus padres con un "te quiero, lo hiciste bien" a la salida de la guardería, y él solo era recibido por dos mayordomos que lo subían a un auto y lo llevaban a casa.

Cuando noona le prometió hablar con sus papás, a los dos días ellos llegaron con dos cajas en los brazos. Una muy grande y una pequeña. Tenían sonrisas nerviosas y el pequeño Yoongi pensó que finalmente estarían con él un día.

Pero los niños son tan ingenuos.

Acariciaron su cabeza y le dijeron que le habían traído unos regalos por su buen rendimiento escolar. Una play station y un IPhone, y él sería el único niño en su clase con un celular a tan corta edad.

Él quería cariño. Tenía el de su nana y el de sus abuelos. Pero él quería el de ellos. Quería el cariño de sus padres.

Dejó de intentarlo cuando cumplió ocho, porque sabía que era inútil.

Y joder, lloraba tanto...

Le aterraba eso. Le aterraba hacer con su hijo, lo que un día hicieron con él.

Saltó sorprendio al sentir las manos de su novio limpiando sus mejillas húmedas. Jungkook se veía triste y Yoongi muy vulnerable. No fue capaz ni siquiera de regalarle una sonrisa para hacerle saber que estaba bien aunque no lo estuviera.

Luego de ordenar las compras, lo único que Min quería hacer era dormir, pero el menor lo detuvo, aún con ojitos suplicantes. Lo llevó a la sala e hizo que se sentara en sus piernas.

Le acarició la mejilla.

— Me hiere que te pongas así —murmuró, agachando la mirada y abandonando los sutiles toques.

El rubio miró a su novio y sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas al verlo tan mal por algo suyo.

Lo abrazó fuerte.

— P-Perdón —murmuró con la voz quebrada—. Empecé a divagar, lo siento, bebé. No quería lastimarte —sollozó un poco.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Jeon comenzando a acariciar las caderas del doncel.

— Recordé mi infancia... y me dio miedo, Kookie —sollozó—. Miedo de no darle a mi bebé la atención que se merece. Yo no quiero que mi hijo me odie.

Jeon miró con comprensión los ojitos húmedos de su novio y le besó ambas mejillas, secándolas en el acto, y proporcionándole tiernas caricias en la espalda para calmarlo.

— Y es que... nuestros trabajos realmente nos consumen, nos gusta lo que hacemos, pero es agotador. Ahora vamos tan bien y estamos emergiendo... Amor, no quiero, no quiero que a mi bebito le pase lo mismo que a mí —repitió hecho un mar de lágrimas.

Todo el dolor, la frustración que había guardado por tantos años finalmente estaba abandonándolo en forma de lágrimas saldas que humedecían sus mofletes sonrojados.

Jungkook escuchó con atención cada una de las palabras que su novio tenía para decirle. Agradeciendo infinitanente que se estuviera desahogando ahora. Sabía por lo que el doncel habia pasado, y la primera vez que lo oyó hablar de ello su mirada fue tan fría y llena de rencor, era hora de que se desahogara, de que dejara ir sus demonios. Luego de eso, ellos podrían hablar tranquilamente. Estaba feliz por ello.

Yoongi lloró un rato más en el pecho del menor, hasta que finalmente comenzó a calmarse, relajándose por las caricias que Jeon le estaba brindando a su cuerpo.

Lo amaba tanto, realmente lo hacía.

— No quería hacerte daño, Kook —murmuró, escondiendo la cabeza en el cuello de su novio.

— Lo sé, amor. Está bien.

Sintió la respiración tranquila del doncel en su cuello, y volteó para darle un beso suave en la mejilla.

— ¿Ya estás mejor?

Yoongi asintió y se separó, para mirar a Jungkook con toda la sinceridad y amor del mundo.

— Gracias por escucharme.

— Siempre, amor.

El mayor sonrió y dio caricias suaves a la nuca de Jungkook, logrando que este sonriera tranquilo.

Quitó las manos de Yoongi de su cuerpo para entrelazarlas con las suyas e hizo que lo mirara a los ojos.

— Escúchame, ¿si?

Min asintió.

— Tú no serás un mal padre. Bebé, si tenemos un hijo, estoy más que seguro de que lo mimaremos y lo cuidaremos con todo el amor del mundo.

— Pero Kookie, yo...

— No, tu pasado no tiene nada que ver —negó serio y apretó ligeramente las manos del mayor—. Yo sé que no quieres que le pase a nuestro bebé lo mismo que te pasó a ti.

El pelinegro asintió, un poco cohibido. Agachó la cabeza y pronto sintió como Jungkook tomaba su mentón para elevarla otra vez. Min se sintió pequeño por la determinación en los ojos de su contrario.

— Y por esa misma razón —continuó, acercándose a sus labios—, sé que serás el padre más amoroso del mundo. No porque tus padres hayan sido fríos contigo, significa que tu vayas a serlo con tus hijos, ¿de acuerdo? Yo creo que es todo lo contrario.

Los ojos gatunos de Min estaban llenos de lágrimas.

Besó a Jungkook efusivamente y lo abrazó.

— Te amo mucho, Kookie. Soy muy afortunado de tenerte.

— También te amo, bebé. Entonces, ¿tengo una respuesta?

Min se acomodó en las piernas del pelinegro y asintió una vez más.

— Solo... ¿podemos ir lento? Está bien, pero quiero acostumbrarme a la idea.

— Eso quería oír —sonrió Jungkook y volvió a besar tiernamente a su novio.

Esa noche lo hicieron en el sofá, y no pararon hasta que sus cuerpos reclamaron descanso ya muy avanzada la madrugada. Jungkook cargó a un adormilado Yoongi y lo limpió antes de meterse a la cama con él.

— Buenas noches, amor —murmuró besando la frente aún sudorosa de su amado.

— Buenas noches, Kookie...

Esa noche, cambiaría la vida de ambos para siempre.

[...]

— Amor, ¿no crees que estás...?

Min alzó la mano y Jungkook calló, esperando a que su novio terminara de comer sus alitas broster.

El doncel se chupó los dedos e hizo una mueca de satisfacción, sobando su barriga llena.

— Ah, gracias por comprarme esto, bebé —dijo alegre, mirando al menor.

— Yoongi.

— Estuvo delicioso.

— Yoongi...

— Hace mucho tiempo que no comía estas alitas —sonrió angelicalmente pero su sonrisa decayó al ver el rostro cansado de su novio.

Jungkook suspiró.

— De acuerdo, vamos a casa.

Se levantó y llevó la bandeja de comida a un basurero, donde tiró los deshechos para luego dejar el plástico encima y caminar hasta donde Yoongi ya se levantaba.

El fastidio en las facciones de su novio no pasó desapercibido por el bajito, quien suspiró nervioso y tomó la mano de Jungkook.

Caminaron en silencio hasta su casa, ninguno quiso decir nada y Yoongi observaba culpable como es que el menor se veía herido por no haberlo dejado hablar.

— Jungkookie... —comenzó, utilizando el tono más dulce y lindo que tenía.

El menor lo miró de reojo.

— ¿Estás enojado conmigo? —preguntó nervioso, mordiéndose el labio. Lo vio negar con la cabeza—. Lamento lo que pasó...

— Ya llegamos —suspiró el menor, separando sus manos para sacar las llaves de su bolsillo. Yoongi agachó la cabeza.

Lo sabía, si estaba enojado. Jungkook estaba utilizando ese tono apagado y a Min no le gustaba porque odiaba pelear con Jungkook.

Ambos entraron a su hogar, el menor dejó las llaves en su sitio y se dirigió a las escaleras.

— Bebé...

— Iré a dormir.

— Jungkook, ¿podemos hablar? —pidió y el menor soltó un suspiro, bajando el peldaño que había subido y quedándose en ese lugar.

Min miró a su novio y luego de morderse el labio comenzó a jugar con sus dedos.

— S-Sé... sé que tienes todo el derecho de estar enojado ahora porque mi actitud no fue la mejor.

Lo miró furtivamente y Yoongi se sintió culpable al ver a Jungkook; él se veía herido.

— Lo siento, bebé —murmuró, moviendo las manos nervioso—. No estoy listo para esto, yo realmente estoy asustado.

El menor no dijo nada, solo observó a su novio desde la escalera.

— Pasó, ¿de acuerdo? —dijo con voz temblorosa y sus ojos se cristalizaron, tomó una profunda respiración y se abrazó a si mismo. El corazón de Jungkook comenzó a latir más rápido, expectante—. V-Vamos a... —inhaló, las lágrimas iban a desbordarse—, v-vamos a ser papis...

Ni siquiera supo en que momento el pelinegro corrió hacia él, solo fue consciente del fuerte abrazo que ahora le estaba dando y de sus mejillas húmedas por el llanto. Oh, joder, estaba tan asustado. Tenía a un ser humano desarrollándose dentro de él y la idea le ponía tan feliz que le abrumaba.

— Mi amor —murmuró Jungkook, sonriendo y acunando sus mejillas. Secó sus lágrimas con cuidado—. Bebé, joder, ¿C-Cuándo ...?

— Me hice tres pruebas hace dos semanas —sollozó y el menor volvió a abrazarlo, acariciando su espalda mientras que el otro lloraba—. Vamos a tener un bebé, K-Kookie, v-vamos a tener un bebito —gemía aferrándose al cuerpo de su novio, buscando estabilidad.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó el azabache tristemente—. Bebé, ¿es tan malo esto, realmente lo es para ti? —se separó de Yoongi y sujetó su rostro para examinar sus expresiones, se le apretó el corazón al ver la incertidumbre y el miedo en el rostro de su pareja—. ¿No quisiste decírmelo porque ibas a...? —sus ojos se abrieron en demasía, alejándose de él— ¿A-Acaso tu planeabas...?

— ¡No! ¡N-No, Jungkook, yo jamás haría eso! —gritó espantado al notar la dirección que seguían los pensamientos de Jungkook, se acercó buscando su tacto—. P-podré estar muy asustado pero yo jamás mataría un hijo tuyo, Kookie, nunca lo haría —aseguró mirando al pelinegro a los ojos. Este asintió y buscó los labios de su mayor para besarlo suavemente—. Sé cuánto lo quieres —murmuró con los ojos cerrados—. Yo solo... tengo miedo. Estoy feliz, pero tengo miedo.

El menor lo miró por un momento antes de asentir.

— Seremos los mejores padres, cariño —le dio un beso en la frente—, no tengas miedo ¿sí? —esbozó una pequeña sonrisa. Yoongi agachó la mirada, notando como las manos de su pareja vacilaban en torno a su estómago. Min vio los ojos de Jungkook, estos se notaban fascinados y a la vez nerviosos—. Uhm... yo... ¿puedo? —preguntó, mordiendo su labio.

— S-sí —murmuró.

Jungkook acunó el vientre del doncel entre sus manos y soltó una pequeña risa junto a un suspiro. Min no pudo evitar sentirse feliz por la forma en que el menor
parecía atesorar su barriguita, colando
sus dedos bajo su camiseta y trazando figuras aleatorias en su piel. Dejó escapar una respiración temblorosa y colocó sus manos sobre las de Jungkook. Le alivió
demasiado tener a su novio acariciándole así luego de haber extrañado su tacto por
dos semanas. La sensación fue abrumadora de nuevo.

Él tenía un bebé dentro.

Jungkook y él iban a tener un hijo.

Alzó la mirada y pudo ver los ojos de su novio brillantes por las lágrimas.

— ¿Bebé? —llamó en un susurro.

El menor lo abrazó con mucho cuidado— Te amo, Yoongi —susurró, feliz—. Te amo demasiado, bebé. Te lo prometo, vamos a ser los mejores, a nuestro bebé no va a faltarle absolutamente nada.

Los ojos del mayor se humedecieron por la infinita ternura que le invadió.

— También te amo, Kookie. Te amo mucho —restregó la nariz en el cuello del menor, llenándose de ese embriagante aroma varonil que siempre le transmitía calma.

Duraron abrazados un buen rato, dándose besos suaves y castos. Subieron a su
habitación y luego de cambiarse, se acostaron juntos en la grande cama.

— Jungkookie —murmuró el mayor, sentado sobre el regazo de su novio—. Estoy emocionado —una dulce sonrisa se deslizó por sus labios mientras que rozaba su nariz con la del pelinegro.

Jungkook le dio un beso suave.

— Yo también, amor —contestó abrazando cariñosamente la cintura del doncel, dejando que la curva de su espalda acunara sus manos.

Se quedaron en silencio de nuevo, solo allí, juntos. Eso era suficiente.

Cuando ambos estaban a punto de dormir, haciendo cucharita, Yoongi volteó y miró a su pareja. Sonrió suave al verlo, amaba demasiado a ese hombre.

— ¿Qué? —preguntó divertido el menor, abriendo los ojos.

Min negó.

— Solo... ¿puedes tocarme allí? —preguntó sonrojado, apartando la mirada. Jungkook sonrió.

Le había gustado mucho que Jungkook lo tocara en ese lugar.

— ¿Dónde? —jugó, deslizando una de sus manos por la cintura del doncel—. ¿Aquí? —apretó uno de sus muslos y Yoongi saltó.

— ¡N-No! No me molestes —puchereó acurrucándose más—. Tú sabes donde.

— Tierno —susurró Jungkook con una pequeña sonrisa y besó detrás del cuello de su pareja para luego posar su palma abierta en el vientre plano.

Pronto crecería.

Acarició allí con suavidad y el doncel suspiró a gusto. Era muy reconfortante ser acariciado de esa forma. Jungkook lo hacía muy bien, dando toquecitos con las puntas de sus dedos y haciendo movimientos circulares, justo como le gustaba.

El doncel se estremeció.

— ¿Te gusta? —preguntó el menor, Min sintió el aliento cálido en su cuello y asintió.

— Me gusta que estés cerca de mi —susurró dormitando.

— Nunca voy a alejarme —abrazó protectoramente la cintura de su amado y lo llenó de besos en la nuca—. Duerman, mis amores. Los amo.

Min durmió con una gran sonrisa en su bonito rostro, ese y todos los días hasta que su bebé nació, y Jungkook y él lo cuidaron y lo atesoraron como si fuera lo más preciado del mundo.

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