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No hubo un anuncio cuando ella llegó. Por supuesto, desde la última vez que visitó la Torre de los Vees, Valentino le había exigido a los recepcionistas que controlarán el acceso al lugar, en especial cuando se trataba de La Princesa.
Pero la Princesa no tenía pensado detenerse esta vez.
Ella entró, seguida por Vaggie y Cherri. En cuanto uno de los asistentes de Valentino se les puso en frente, Vaggie se adelante apuntando a su cabeza con la lanza. Había furia en el rostro del angel. Otra chica intentó levantarse de su silla para impedirles el paso pero ahora Cherri llegó a ella de un saltó. Tenía una bomba en la mano. La chica retrocedió.
Charlie no detuvo su marcha, altiva y decidida, y llegó al ascensor sin decir nada. Sus dos acompañantes entraron con ella.
Cuando las puertas del elevador se abrieron en el piso de Valentino, el cabello de Charlie ondulaba salvaje a su alrededor.
— ¿Dónde está? —preguntó Charlie mientras entraba a la habitación.
Valentino estaba en una silla frente a un montón de monitores con escenas porno en ellas, se giró para ver a la princesa.
— Alteza, no esperaba su visita —dijo casi cordialmente y luego con desprecio, agregó —. De nuevo.
— No estoy bromeando y créeme cuando te digo que no tengo paciencia ¿Dónde está Angel Dust? —dijo Charlie, sus ojos brillaron amenazantes.
Valentino pronunció la sonrisa pero a pesar de ello era evidente que sí sentía cierto temor ante la confianza que Charlie demostraba en sí misma. No era la misma que la primera vez que visitó el estudio. Tal vez salvar al infierno te daba una o dos pizcas de autoconfianza.
— ¿A quién está buscando exactamente?
— ¡Angel Dust! Está aquí, lo sé. Y más vale que lo dejes ir ahora mismo —ella se acercó, apuntando con su dedo índice a Valentino. Quizás eso era lo más grosero que se había atrevido a hacer… solo eso.
— Él está bien cuidado —Adán interrumpió avanzando con paso seguro por la oficina de Valentino. Ésta vez no llevaba puesta la máscara de exorcista, solo su rostro al descubierto con una expresión meramente burlona.
Charlie se sorprendió al verlo, tanto que su cabello y apariencia volvieron a la normalidad.
— ¿Adán?
Vaggie se puso de pie frente a su novia con la lanza en mano observando desafiante a Adán. Ella estaba lista para atacar ante la mayor provocación.
— Pero a quién tenemos aquí. Será un gusto masacrarte en el infierno. Voy a enviarle tus bolas a Lute en una bolsa de regalo —dijo Vaggie con una sonrisa macabra en el rostro.
Charlie le puso una mano en el hombro, para contenerla, todavía necesitaba entender lo que estaba sucediendo.
— Vaggie, espera…¿Qué estás haciendo aquí, Adán? ¿Por qué de todos los lugares viniste con los Vees?
— ¿Te lo explico, en serio? No sabía que habías venido a chismear —respondió alzando una de sus cejas.
— Es verdad, vine aquí por Angel y ahora creo que no es una coincidencia que ambos estén aquí ahora mismo.
— ¿Angel y yo? ¿Te refieres a tu huésped ejemplar cuya historia has usado en la corte celestial para demostrar que las almas pueden cambiar? Ah, yo en realidad creo que sí es una coincidencia. No se me ocurre motivo alguno para pensar que es un acto premeditado —respondió dejando salir una risa sarcástica.
— Eres un hijo de puta —murmuró Vaggie.
— Dime algo que no sepa.
— Exijo que liberen a Angel ahora mismo —demandó Chalrie.
— La situación aquí, princesa, es que es una demanda que no puede hacer. El alma de Angel me pertenece —atajó Valentino, lo cuál atrajo la mirada de Charlie que se volvió para mirarlo.
— Solo la mitad de su alma. No puedes retenerlo aquí contra su voluntad.
— ¿Qué te hace pensar que es contra su voluntad? —Valentino dijo casi ronroneando. Parecía estar divirtiéndose con la impaciencia de Charlie.
Pero Charlie ya no podía seguir dejando que hicieran lo que quisieran con ella, con su gente ni con su hotel. Aspiró profundamente y dio un par de pasos a él. Los cuernos brotaron de su frente y su cabello volvió a cobrar vida.
— He dicho que lo dejes libre —la voz de Charlie se escuchaba como un grueso rugido.
Ella alzó su mano que comenzó a brillar y en un movimiento rápido sujetó a Valentino del cuello. Lo arrastró varios metros por el departamento hasta hacerlo chocar contra la pared. Vaggie y Cherri rodearon a Adán, en caso de que este intentara ayudarlo pero al parecer no tenía intenciones de intervenir.
— Prince-sa… —Valentino intentó hablar pero Charlie apretó más su cuello.
Sin embargo, Charlie sabía que no podía matarlo. De hecho descubrió que ni siquiera quería matarlo. Odiaba esa forma en la que trataba a su amigo, pero ella, la mismísima hija de Lucifer había crecido entre demonios, sabía cómo se manejaban los contratos. Sabía que Valentino era parcialmente dueño de Angel y que no podía interferir en eso.
Pero Valentino no tenía que saber cuándo es que ella iba a detenerse. Ella apretó los dientes, inclinó la cabeza, frunciendo el ceño de manera que le daba un aspecto mucho más amenazante. Levantó la otra mano hacía atrás, una bola de fuego comenzó a formarse en su palma. Ella pudo ver el miedo en los ojos de Valentino.
— En su antigua habitación. Ahí está… —respondió con la voz entrecortada—. Puede ir. Las dejarán pasar.
Era suficiente… por ahora.
Charli lo soltó, dejando que Valentino cayera al suelo. Ella le lanzó la mirada más despreciable antes de darse la vuelta.
— Tú y yo hablaremos después —dijo al pasar junto a Adán, mirándolo fijamente. Justo antes de salir de la habitación se detuvo como si acabara de recordar algo importante. Giró para ver a Valentino aún en el suelo y agregó, de una manera mucho más amable, incluso con una sonrisa dulce en su rostro—. Y gracias, muchas gracias por entender. Lo siento si fuí muy dura.
Vaggie rotó los ojos. Era tan típico de su novia disculparse después de haber ejercido la más mínima muestra de autoridad. La tomó de los hombros y la empujó hacía el interior de
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Las drogas eran un buen medio de escape para Angel. El alcohol también lo era. Sin embargo, Valentino no le había facilitado nada de eso. Solo la hiriente e insoportable realidad.
No tenía claro el lugar en el que se encontraba, tampoco el tiempo que llevaba ahí. Intentó moverse pero de inmediato sintió un dolor opromiendole en el estómago. Llevó sus manos ahí. No estaba vestido.
Los brazos sí le dolieron al hacer ese movimiento. Se giró lentamente sobre el colchón, apoyó el par de brazos inferior en la cama y levantó su torso mientras que con sus otras manos se frotaba el cuello. El lugar era familiar. Su antigua habitación.
Se incorporó para sentarse, dejando que las sábanas se deslizaran sobre su cuerpo. No llevaba nada puesto. Pero daba igual, eso no le sorprendía porque era rara la vez que Valentino le dejaba usar ropa. Ese infeliz buscaba cualquier forma para demostrar su poder sobre él. Solía desnudarlo mientras él seguía vestido. Angel era un actor porno, su cuerpo no era un secreto para nadie, pero con Valentino el trasfondo cambiaba, pues lo dejaba expuesto y vulnerable ante él. Le daba todo el control a ese hijo de puta.
Hubo silencio en la habitación. Por un largo rato. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Valentino lo había dejado ahí, bien podrían ser unos minutos u horas. La sangre seca que salía de sus labios le indicaba que ya llevaba más de un par de minutos así.
Entonces se escuchó el pomo de la puerta moverse. El aire le faltó, su garganta se cerró y el corazón latió a gran velocidad. No estaba listo para enfrentarse de nuevo a Valentino. No ahora, necesitaba algo de tiempo para recuperarse. Él jamás había sido tan salvaje como ahora…
— ¿Angel? —se escuchó una voz femenina luego de que la puerta se abriera.
Él reconoció esa voz de inmediato. Volvió la cabeza solo para confirmar que era Charlie la que estaba ahí y recuperó la respiración al ver que sí. Y no solo ella, estaba Vaggie y…
— ¿Qué putas te hizo ese hijo de perra? —Cherri se abrió paso entre las otras dos para acercarse a él y comenzar a revisarlo. Angel no era por completo consciente de sus aspecto pero debía verse terrible si Cherri estaba tan alterada.
— Está bien, Cherri …
— No, no está bien —ella pasó el brazo de Angel por sus hombros. Angel sujetó la sábana para seguir cubriéndose la entrepierna mientras ella lo ayudaba a ponerse de pie. Vaggie le alcanzó una de las batas y entre las dos chicas lo ayudaron a ponersela.
— Tenemos que irnos de aquí. Oh, maldición ¿Que tanto te hizo? —Charlie se acercó a él. Puso las dos manos en sus mejillas y lo miró de cerca. Fue entonces que Angel vio su reflejo en uno de los espejos detrás de ella.
No era para menos la sorpresa de las chicas. Angel tenía el rostro manchado de sangre por alguna herida que venía de su cabeza pero que ni siquiera sentía. Tenía ambos ojos con los párpados morados. Le dolía caminar, el estómago lo estaba matando en ese momento.
— ¿Quién se cree ese idiota que es para hacerle esto? —replicó Vaggie haciéndose a un lado para que Charlie, quien era más alta que ella, ayudara a Angel a caminar.
— Nada más que mi dueño —respondió Angel—. ¿Cómo supieron que estaba aquí?
— Keith nos dijo —confesó Charlie mientras avanzaban a la salida—. Llegó demasiado alterado al hotel. Parecía preocupado por ti.
Angel rió con algo de desprecio.
— Ese cabrón no se preocupa por nadie.
— Tal vez no es lo que crees —Charlie habló suavemente.
Ángel no le creyó.
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No quisieron que entrara por la puerta principal. Charlie creía que Angel necesitaba privacidad. Lo último que necesitaba era un montón de personas mirándolo y cuestionandose qué es lo que le había sucedido.
Nifty abrió las puertas de servicio de la cocina para dejarlo pasar. Al verlo, ella se abrazó a la pierna de Angel como una niña pequeña.
— ¿Te duele? ¿Te duele mucho?
— Estoy bien. Tranquila, pequeña —Angel mintió pero Nifty pareció tranquilizarse. Soltó su pierna y lo dejó avanzar.
— ¿Qué putas? —esa era la voz de Husk.
Angel automáticamente alzó la vista y lo vio a él, de pie en la entrada de la cocina. Hasta ese momento, Angel creía que estaba en los límites de su umbral de dolor pero pronto se dió cuenta que la dolencia físico no era nada comparado con la que sintió dentro de él al ver a la preocupación en los ojos de Husk.
Él usó sus alas y voló hacía él como si el tiempo que le llevara caminar fuera demasiado largo. De inmediato lo sujetó. Cherri y Vaggie lo soltaron para darles espacio.
Angel lo abrazó. Se aferró a él y suspiró lentamente dejando entrar ese aroma a alcohol que él tenía impregnado. Y de alguna manera lograba calmarlo, incluso en ese momento Angel notó como la ansiedad iba disminuyendo. Por supuesto, no desapareció por completo pero sí lograba sentirse mucho más seguro.
— Ven, siéntate —le dijo Husk tomándolo de la mano y guiandolo a una de las mesas.
Nifty se adelantó y arrastró una silla, más alta que ella misma, y la acercó a Angel. Una vez que Angel estuvo en la silla, Husk llevó la mano a su mejilla y la acarició con tal delicadeza como si temiera que de ejercer un poco de presión terminaría quebrándolo en miles de pedazos. Y probablemente lo hubiera hecho, más no por los efectos de la paliza que Valentino le había dado, sino por el desenfrenado latir que su corazón estaba protagonizando. Durante esos segundos, solo pudo mirar a Husk y nada más. El felino pareció esbozar un pequeño atisbo de sonrisa y Angel la devolvió.
Luego ese contacto único se rompió.
Husk volteó a ver a Charlie, tenía el ceño fruncido e incluso se podía escuchar una especie de rugido salir de su garganta.
— Se acabó. Voy a matar al hijo de puta de Valentino en este momento —declaró Husk.
— No, no, no ¡No puedes hacer eso! —Charlie replicó.
Casi se pudo escuchar un suspiró indignado, que venía de cada uno de ellos, incluso de Vaggie.
— ¿Cómo mierda, no? —cuestionó Cherri, quien tenía las manos hechas puño a los costado—. ¿Qué carajos estás esperando? ¿Qué mate a Angel antes de que tomemos la decisión de hacer algo?
— ¡Claro que no! —se defendió Charlie—. No pienso dejar que vuelva a tocarlo. Pero entiendan ¡No podemos matarlo!
— Es un puto psicópata que no hace más que causar dolor y dañar todo lo que toca —señaló Husk que ahora elevaba su voz. Se notaba mucho más enojada ahora—. No merece nada de compasión.
— Todos aquí lo son —respondió Charlie—. Esto es el infierno. Las almas que están aquí han hecho cosas terribles. Pero son mi gente, todos ellos. Y no soy capaz de juzgarlos y definir en qué momento pueden ser considerados dignos de salvarse y cuando condenarlos. Eso no es lo que hago, ni lo que hacemos. Aquí damos segundas oportunidades —mientras ella hablaba iba acompañado sus palabras con ademanes pronunciados.
— ¿Incluso a alguien como él? —preguntó Husk pero parecía que estaba desafiando a Charlie.
— Sobre todo a alguien como él —dijo Charlie sin siquiera pensarlo dos veces aunque sí titubeó cuando pronunció las siguientes palabras—. Y a Adán. Necesitan nuestra guía más que nadie.
Husk levantó las orejas, su pelaje se erizó y su rostro se volvió más sombrío.
— ¿Qué tiene que ver Adán en esto?
— Él estaba ahí… Parece que ahora trabaja con los Vees.
Los ojos de Husk parecieron apagarse por un momento tras sopesar las palabras de Charlie. Gruñó por lo bajo y apretó las dientes antes de ser capaz de responder.
— No puedo creer que en este momento seas tan indulgente. ¿Vas a anteponer la salvación de ese par de putos desgraciados antes que tu amigo? —al decir eso, apuntó con una mano a Angel quien estaba recibiendo una bolsa con hielos de Cherri.
— ¿Cómo puedes pensar eso? No los estoy anteponiendo —la voz de Charlie estaba teñida por el dolor que le causaba esa acusación.
— Ah, no. No vas a hacer eso —Vaggie intervino, se escuchaba furiosa cuando se paró frente a Husk para encararlo—. No voy a permitir que culpes a Charlie por lo que Valentino hizo. Ella fue a sacarlo de ahí, maldito pendejo.
Husk apretó sus puños. Gruñó al darse cuenta que no estaba siendo tan sensato como debería. Vaggie tenía razón, pero Husk guardaba una ira que no sabía a quién dirigir. Valentino había sido el autor de las heridas de Angel, pero en el fondo, Husk seguía escuchando la voz de Keith mientras afirmaba que era por su culpa que Angel estaba en esa situación.
— A la mierda —dijo Husk y se dió la media vuelta para volver con Angel.
Lo tomó del brazo, hizo que rodeara sus hombros con ellos y luego lo cargó en sus brazos mientras Angel se abrazaba a su cuello.
— Vamos a llevarte a descansar —dijo mientras caminaba con él a la salida de la cocina.
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— Estoy empezando a pensar que tenemos que cambiar este patrón de solo vernos para escondernos del resto del mundo —dijo Husk mientras cerraba la llave del grifo luego de haber llenado la tina de la habitación de Angel—. Me gusta pero no el hecho de que tengas que estar casi roto para hacerlo.
Angel estaba sentado sobre el asiento del excusado, el cuál tenía la tapa cerrada para que el pudiera sentarse mientras esperaba. Entre sus manos estaba la muñeca de Sally Matheson. La apretaba una y otra vez. A Husk le costaba verlo con esa cosa entre las manos, pero si ayudaba a calmar a Angel, no iba a ser él quién se la prohibiera.
— Ven, tenemos que dejarte limpio antes de acostarte.
Angel se levantó, caminó a él y dejó la muñeca sobre el lavabo. Aun llevaba puesta esa bata que se moría por quitarse y tal vez quemar después. No se la quitó cuando entró a la bañera y se sentó en ella.
— Hazme un favor y destruye esta cosa —murmuró Angel mientras abría la cinta de la prenda y la deslizaba por sus hombros. Tiró la bata empapada por el borde de la tina. Cayó al suelo formando un enorme charco de agua.
Husk la empujó con un pie para apartarla de él.
— No hacía falta que me lo dijeras. Solo estaba esperando que te la quitaras para hacerlo.
— Minino bueno.
Husk tomó la ropa del suelo. Exprimió solamente lo necesario.
— Voy a llevarme esto y te daré espacio —dijo él, justo antes de salir del baño dejando a Angel en privado.
Angel cerró los ojos y se hundió en la tina. Dejó que el agua lo envolviera por completo y relajara los músculo tensos y golpeados. Se inclinó hasta meter la cabeza al agua, de manera que solo su rostro sobresaliera aunque para ello tuvo que estirar las piernas sobre el borde de la tina. Luego contuvo la respiración y hundió la cabeza también.
Estaba bajo el agua. Ahora tenía la sensación de haberse transportado a otra realidad. Él estaba dentro, todo lo demás afuera. Habría suspirado pero no podía coger aire por el agua a su alrededor.
Y así, privado de su respiración, los recuerdos comenzaron a saltar en su mente como flashbacks borrosos, confusos y doloroso. Valentino sobre él, golpeándolo como no lo había hecho antes. Follandolo con más furia de la que podía imaginar, incluso para él. Y la mirada… los ojos rojos de Valentino estaban distintos. Estaba enojado, sí, pero ¿Acaso era dolor esa otra emoción que proyectaban y que no se había hecho presente jamás? Era extraño pensar que Valentino podía llegar a sentirse genuinamente herido por algo que Angel hiciera. Aun no sabía qué hacer con eso.
No sabía que hacer con muchas cosas, por ejemplo, ese dolor en el pecho que sentía por la falta de aire. El ardor en su garganta que trataba de hacerse con el oxígeno posible pero sin poder lograrlo.
Luego sintió algo clavarse en sus hombros y tirar de él con fuerza. Intentó resistirse pero fue en vano. Su cuerpo salió del agua y en un acto inconsciente abrió la boca y respiró hondo.
— ¿Qué mierda es lo que tratabas de hacer? —Husk le preguntó, estaba alterado. Eran sus brazos los que lo habían sacado del agua y que aún seguían sobre los hombros de Angel, así éste último pudo darse cuenta de que el felino estaba temblando.
Angel comenzó a toser, se llevó las manos al rostro para aparearse el cabello de la cara.
— ¡No intentaba hacer nada! Solo quería pensar.
— ¿Debajo del agua? Perdiste la cabeza —Husk lo soltó estiró las manos para buscar una toalla.
— No es para tanto. Solamente quería pensar… estás exagerando.
Husk le pasó una toalla. Angel la tomó con sus manos y quitó el tampón de la bañera. El agua comenzó a drenarse.
— ¿Exagerado? —Husk preguntó y hubo cierta frialdad en la tonalidad de su voz que hizo que Angel volteara a verlo, encontrándose con una expresión sombría y hasta triste en el rostro del barista—. Es la segunda vez… La primera fue en esa azotea… tenía miedo de que saltaras. Y desde ese día estoy en un constante temor porque no sé qué va a pasarte. No sé si cuando sales del hotel, pasaras por algo horrible que haga que vuelvas a intentarlo; no sé si algún día llegaras a tomar la decisión de hacerlo, porque hasta ahora te has mantenido en una línea confusa en la que juegas con la idea como alguien que juega a clavar los cuchillos en los huecos entre los dedos de su mano; y no sé qué va a pasar si lo intentas y no estoy cerca.
La voz se le empezó a quebrar a Husk. Cerró los ojos cuando la presión que sintió en la garganta fue demasiada para ignorarla. Solo había salido del baño seis minutos. Solo lo dejó seis minutos solo y el miedo ya lo estaba acechando, lo había hecho volver a pesar de haberle dicho que le daría privacidad. Necesitaba asegurarse de que él estuviera bien. Se había encontrado con Angel debajo del agua. Seis minutos.
Angel se sintió terrible. Había dejado de lado lo que sentía Husk y se centró en su propia desdicha. Le partió el corazón cuando notó que había lágrimas en los párpados de Husk y entonces supo que volvería a darlo todo por evitar que llorara. Jamás antes lo había visto así. Deseaba no volver a verlo llorar.
— Hey, lo siento. Lamento haberte asustado, no intentaba… —Angel tomó su mano y entrelazó sus dedos y colocó la mano en la nuca de Husk para acercarlo a él. Pegó la frente contra la suya y lo mantuvo cerca.
— Te juro que no quiero dejarte —Angel le aseguró. Era tan cierto que dolía decirlo. Aun si tuviera que volver a atravesar por todo, si eso le ayudaba a pasar otro minuto con Husk—. Valentino fue más cruel hoy que otras veces… pero necesita más que eso para quebrarme.
Tanto Angel como Husk sabían que eso era una total mentira. Angel estaba roto desde hace tiempo. Aun así Husk llegó a apreciar en cierta forma su preocupación. Llevó la mano que seguía entrelazada a la suya para darle a Angel un pequeño beso en el dorso. Le sonrió, mientras seguía manteniendo cerca. Quiso contenerse, porque sabía que no era el momento ni el lugar pero sus emociones estaban a flor de piel en ese momento. La sensatez no lo acompañaba ese día. Le dio a Angel un pequeño beso en la mejilla. Fue corto y sutil pero eso bastó para que Angel diera un pequeño brinco y el rubor se apoderara de su rostro. Era tan tierno, tan hermoso.
Al diablo la puta sensatez.
Husk tomó entre sus manos, las mejillas de Angel y finalmente lo besó en los labios. Cerró los ojos para besarlo pero de haberlos tenido abiertos, habría sido testigo de como Angel abría los suyos tanto como pudo, como si no pudiera creer lo que estaba sucediendo.
Y así era. Angel no dudó en corresponder ese beso, fue torpe al hacerlo. Angel sabía que besaba como un dios, que hacía cosas con su lengua que podrían volver loco a cualquiera ¡Y aún así había respondido de forma tan torpe al primer beso que Husk le daba! Podría sentirse humillado pero en este momento no tenía la capacidad emocional para hacer nada que no fuera sentirse en las nubes por este beso que había tardado tanto en llegar.
Cuando tuvo que separarse para coger aire, Angel esbozó una sonrisa.
— ¿Era tan necesario hacerme esperar tanto por esto? —preguntó Angel, débilmente.
— Probablemente no… pero valió la pena.
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