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Saber que su supuesto compañero era un Dragón fue impactante por no decir más, Ross nunca había visto un Dragón, escuchó la historia de Dian sobre Mills, pero nunca lo había visto personalmente.

El Dragón frente a él debía medir al menos dos metros, sus escamas eran de color azul oscuro y era increíblemente bello. Ross nunca había visto algo como esto y estaba un poco en shock.

Malik parecía dormir plácidamente sobre el suelo y Ross se agachó cerca, estiró una mano con la intención de tocarlo, pero luego se detuvo. 

—Puedes tocarlo, no despertará —Ross deslizó sus dedos por su cuello.

—Aún no me lo puedo creer aunque estoy viéndolo.

—Debemos hablar de esto —Ross arqueó una ceja.

—¿Hay algo de qué hablar?

—Por supuesto que lo hay, hablemos en la sala.

Ross suspiró y caminó hacia allí, se sentó en el sofá y miró a Mills, el Dragón colocó sus brazos en el espaldar de un asiento y lo miró.

—¿Cómo haremos esto?

—Lo criaremos y punto, no harás que me aleje de él porque no quiero tomarte como compañero ¿verdad? —Mills apretó la mandíbula.

—Veo que sigues pensando igual.

—Eso no va a cambiar, no necesito un lazo.

Mills salió de atrás del asiento y lo fulminó con la mirada.

—¿Por qué? Ese es el sueño de todo cambia-formas.

—Los lazos sólo existen para hacer daño, me haré responsable del niño, pero no más que eso, no vengas buscando más —Ross ni siquiera supo cómo Mills terminó tan cerca de él y jalándolo del pelo, había estirado su cuello de forma que lo viera directamente.

—Aprendí contigo lo mucho que se puede amar a alguien y odiarla con locura a la misma vez, ¿qué edad piensas que tengo?

—¿Por qué me lo preguntas? —murmuró, los ojos de Mills cambiaron.

—Creo que piensas que soy uno de esos lobeznos que se reúnen contigo, déjame aclararlo, no lo soy, tengo más de un milenio, no sigas jugando conmigo.

Ross tragó.

—¿Cuándo he jugado contigo?

—Desde que me conociste, Ross, desde ese instante no haces más que eso, tus provocaciones, los juegos donde te pones en peligro sólo para ver si reacciono, ¿qué pretendes realmente con eso?

—No sé de qué hablas —dijo alejando la vista de él.

—¿No lo sabes? —preguntó con una sonrisa—. Oh, lo sabes perfectamente.

—Suéltame de una vez —gruñó dándole un golpe a su mano, Mills no se resistió.

—Si quieres empezar a hacer de padre puedes empezar hoy, necesito salir y no puedo dejarlo solo —Ross quiso preguntar a dónde, sin embargo lo dejó pasar, eso no le importaba realmente.

—Lo llevaré conmigo a la mansión.

—¿Cómo vas a explicarlo?

—Diré la verdad —Mills enseñó sus colmillos y sus ojos dorados.

—Ross, no quiero encontrarlo llorando cuando regrese, es tu última oportunidad.

Después de esa amenaza se fue a la habitación con Malik.

……

Despegar a Malik de Mills fue una ardua tarea, el chico había llorado un montón rogándole a su padre que no lo dejara. Mills lo convenció diciéndole que sería un viaje rápido y necesario, le había dejado una de sus camisas de la que no se despegaba ahora mismo.

Malik caminaba a su lado, a un metro de distancia para ser exactos y no le dirigía la palabra, no es que tuviese mucho de qué hablar tampoco.

—No estés triste, Mills vendrá más tarde, mientras podemos jugar juntos —Malik miró alrededor.

—¿A dónde vamos?

—Mmm… a la mansión donde fuiste antes, es muy grande y tengo juguetes ahí.

—¿Juguetes? —murmuró con extrañeza, Ross ladeó la cabeza.

—¿No sabes lo que es?

—No, hasta ahora estuvimos en un bosque, sólo nosotros dos.

—Entonces te los enseñaré.

Ross trajo todos los juguetes que encontró a la sala de estar, Malik no parecía saber qué hacer con todo eso, así que decidió enseñarle. El pequeño pareció entretenerse con un simple rompecabezas y ya casi lo terminaban cuando Milo entró y se detuvo al verlo tirado en el suelo jugando con un niño. 

—¿Ross?

Ross se congeló, no esperaba dar excusas tan pronto.

—Hola, papá…

—¿Quién es este pequeño? —preguntó con una sonrisa agachándose a su nivel, la sonrisa de Milo se desvaneció cuando Malik lo miró a los ojos ya que estos eran un rasgo heredable suyo—. Ross, ¿qué hiciste?

—No hice nada —murmuró.

—Ocultaste a tu hijo de nosotros por unos cuantos años.

—Acabo de conocerlo y sólo tiene tres meses.

—¿Te has vuelto loco? —gruñó.

Ross no lo culpaba, esa fue su reacción exacta, Malik comenzó a llorar mirando hacia ellos, así que Ross se dio la vuelta para llegar a él, Malik retrocedió tratando de alejarse a él, parecía inconsolable, Mills lo mataría cuando llegara.

—¿Qué pasa? —murmuró Marcus, casi toda la familia a excepción de sus primos y compañeros había aparecido de repente asustando más a la cría.

Ross se pasó una mano por el pelo y tuvo una idea, el aroma de Ritz debería calmarlo.

—Tío, ¿podrías ayudarme? —Ritz asintió sin hacer ninguna pregunta y cargó a Malik, el llanto se detuvo enseguida y el chico escondió la cabeza en su cuello.

Ross suspiró aliviado, evidentemente eso funcionaba también en otras especies.

—A ver, creo recordar a cada cachorro en esta manada y no me acuerdo de él, además, es sospechosamente idéntico a ti —dijo Orión arrugando la frente, Kyle se sentó en el sofá, su panza era enorme, su compañero también se sentó a su lado.

—Es mi hijo.

Kyle suspiró cómicamente.

—¿Yo aún esperando a que nazcan los míos y tú ya eres padre desde los veinte?

—Tiene tres meses —defendió, Marcus levantó una ceja con escepticismo.

—Ross, no hay manera de que alguien crea algo así.

—Van a tener que creérselo.

—¿Con que Omega estuviste? Ya tienes compañero —regañó Milo, Ross sabía que sería difícil, pero no esperó que tanto, debió pensarlo mejor, después de todo él también tuvo la misma reacción.

—Fue con él.

—¿Perdón?

—Hace cinco meses me acosté con Mills y hoy vino con el niño.

……

Mills nunca hubiese esperado un recibimiento tan cálido, los padres de Ross, sus tíos y hermanos estaban ahí. Kyle le abrió la puerta y lo jaló enseguida al interior para encontrar todo este desastre, Mills caminó hacia Ritz y tomó a Malik en sus brazos, el niño se despertó y le sonrió.

—¿Terminaste? —murmuró restregando sus ojos, Mills se rió.

—Aún no, ¿por qué no vas a jugar fuera un rato? Necesito estar aquí por un tiempo.

—Bien —dijo dejando un beso en su mejilla, le dio una mirada a Ross y luego se retiró.

—¿Y ahora cuál es el problema? —gruñó mirado a la familia, Ross parecía encogido en su rincón de la pared.

—Necesitamos entender algunas cosas.

Mills suspiró imaginándose lo que preguntarían, sería exactamente lo mismo que preguntó su compañero al ver a Malik.

—Lo que dijo Ross es cierto, es hijo de ambos, Dragón por si se lo preguntan y sí, tiene tres meses.

—¿Por qué te alejaste para tenerlo? —Mills miró a Kyle quien estaba con el ceño fruncido mirándolo fijamente.

Mills negó, el Omega le caía bien y no quería esa mirada decepcionada sobre él.

—Porque necesitaba un nido lo suficientemente grande.

—¿Pero luego esperaste tres meses? —todos escuchaban expectantes, incluso el mismísimo Ross.

—Las crías dragones necesitan aprender y eso sólo se lo podía enseñar yo, ¿qué más?

—Deja de estar a la defensiva, no fue nuestra intención enojarte, sólo estamos un poco sorprendidos —dijo Milo con una pequeña sonrisa.

Ritz miró entre ellos.

—¿Entonces ya están juntos?

—No, nada de eso, fue un simple accidente.

Mills resopló.

—Normal que lo llames así, ya no me sorprendo con nada de lo que haces.

—¿Qué?

—¿Realmente fue un accidente? Eres un cobarde Ross, tu familia debería saberlo —gruñó.

—Tú…

Ross dio dos pasos al frente con intención de acercarse, Mills puso una mano al frente y negó.

—No voy a discutir, no existes para mí, cuando empieces a pensar como un adulto puedes dirigirme la palabra.

—¿Quién es el infantil ahora?

—Vete al demonio —gruñó dándole la espalda y comenzando a caminar, Ross lo siguió, pero no dijo nada.

—¿Ya? —murmuró Malik levantando sus brazos para que lo tomara, Mills sonrió y lo cargó, Malik enredó las manos en su cuello y miró detrás de él con intensidad.

—¿Qué se supone que haces? —le gruñó a su obstinado compañero.

—Quiero estar más tiempo con mi hijo.

—Puedes verlo mañana.

—No quiero —Mills apretó la mandíbula casi escuchando el traqueteo de sus dientes.

—¿Te quedarás a dormir en mi casa?

—Hay un sofá que nadie usa.

—No te quedarás —sentenció girándose repentinamente.

Malik colocó una mano sobre su mejilla entreteniéndolo.

—Papá…

—¿Qué pasa?

—¿No podemos ir todos a la montaña?

Mills arqueó las cejas.

—¿Todos quienes?

—Nosotros.

—¿Nosotros dos? —especificó moviendo su dedo entre él y Malik, el niño miró hacia Ross.

—Ah…

—Quieres que también vaya tu padre.

Malik hizo un pequeño puchero, se veía demasiado tierno como para negarle algo, así que él no podría hacerlo.

—Sí, ¿te enojas?

Mills casi llora de frustración.

—No, está bien, vayamos un rato.

Mills comenzó a caminar otra vez hacia su cabaña, Ross no dejó de seguirlo.

—¿A dónde vamos?

—Sólo cállate y camina —gruñó abriendo la puerta, Malik se revolvió con tal de que lo bajara y finalmente lo consiguió—. Báñate y arregla tu mochila.

—Sí —chilló contento.

Mills fue a la cocina y comenzó a preparar emparedados, Ross ayudó en algunas cosas y finalmente puso todo en una canasta junto a varios refrescos enlatados.

Malik salió de su cuarto justo a tiempo, llevaba una camiseta negra y un short por encima de la rodilla, su sonrisa no podía ser más grande.

Ross caminó hacia él y lo tomó en sus brazos.

—Sé que somos cambiantes, pero la noche está fría y los cachorros son un poco frágiles.

—Está bien, nuestra temperatura corporal es alta.

—Yo no soy frágil —gruñó Malik enseñando dos lindos colmillos, Ross comenzó a disculparse y Mills no pudo dejar de reír por la escena.

Entraron al bosque y comenzaron a subir la montaña, Ross no preguntó otra vez a donde se dirigían.
 
—¿Ahora vamos a ser nosotros tres?

Mills lo miró.

—Cariño…

—Sí, seremos los tres, no me alejaré de ti —respondió Ross antes de que pudiese decir algo, Malik sonrió y fue hacia donde estaba él para tomar su mano.

—Papá hablaba todo el tiempo de ti.

—Malik.

—¿De verdad, y que decía?

—Que eres un lobo muy valiente.

Mills chasqueó la lengua.

—¿Uh?

—Te enfrentaste a muchos alfas sin importar que te dañaran, pero no te rendiste —Mills simplemente hablaba de cualquier cosa con tal de que Malik supiese que tenía otro padre.

—Oh, te diré un secreto —dijo su compañero con una sonrisa.

—¿Umm?

—No me rendí porque sabía que tu papá estaría cerca para ayudarme si tenía problemas.

—Mi papá es muy valiente —dijo con orgullo.

—Sí, lo es —aceptó Ross y Mills no pudo molestarse más con esa declaración.

—Ya dejen de hablar sobre los demás, no es educado.

—Pero no era nada malo.

—Lo sé, aún así, no es de buena educación —gruñó con enojo, Malik hizo un puchero.

—Lo siento

—No seas tan brusco, no estábamos haciendo nada.

—¿Por qué estás socavando mi autoridad?

—No lo hago, simplemente dije que no es para que te pongas así, ¿por qué estás enojado?

—Malik, ven aquí —murmuró agachándose, Malik tragó con los ojos llorosos y se aferró a Ross para que lo levantara.

Mills no había hecho nada como para asustarlo de esa forma y el rechazo dolió como una puñalada directo al corazón, Mills apretó el asa de la cesta en su mano y siguió caminando.

Malik llegó a la cima de la montaña aferrado a Ross, en la cúspide dejaba de haber árboles y solo había hierba delante, Mills dio unos pasos más, dejó la canasta sobre la hierba y sacó un mantel que había traído. Luego de tenderlo en el césped colocó cuatro piedras medianas que había recogido en el camino y las puso en cada esquina, colocó la canasta en el medio.

—¿Estás enojado? —Mills se sentó sobre el mantel y acarició su mejilla.

—No.

—Lo siento —dijo con puchero, Mills le besó la frente.

—No estoy enojado.

—Pero siempre están discutiendo por mi culpa.

—Eso es porque te queremos mucho, no debes preocuparte por ello, ¿por qué no haces lo que querías hacer?

Y entonces Malik se alejó.

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