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Mills despertó y acarició la mejilla de su compañero, quizás luego de esta noche Ross estuviese preparado para tomarlo como lo que era. Mills gimió por un dolor en su abdomen y lo tocó, estaba un poco duro y eso lo hizo asustarse.

Se levantó de la cama y fue al baño, en el espejo pudo ver con claridad la línea de escamas azules bajo su abdomen, un claro indicativo de que estaba gestando un huevo.

Mills suspiró y se apoyó en el lavamanos, debió pensar con claridad antes de acostarse con él. Los dragones podían hacer este tipo de cosas cuando se apareaban entre machos, sin embargo, pensó que no funcionaría ya que su compañero era de otra especie, evidentemente eso no importaba demasiado.

Mills recogió su ropa y miró a su compañero, no quería irse, pero era lo mejor en esta situación, Ross aún no aceptaba ser su compañero y no sabía cuál sería su reacción, de todas formas, no podría ayudar mucho teniendo en cuenta que la cría sería un dragón.

Mills tomó algunas de sus prendas en el closet, también la camisa de Ross y salió de ahí antes de arrepentirse.

Una vez fuera dejó sus cosas en el suelo y dejó salir su piel de dragón, luego tomó sus cosas cuidadosamente entre sus dientes y comenzó a volar.

Mills entró a la antigua cueva que utilizaba como hogar, encontrarla no fue difícil, así que dejó sus cosas en el suelo y fue a buscar algo cómodo. El bosque proveyó todo lo necesario y lo apiló en el final de la cueva, puso algo de su ropa encima y por último la camisa de su compañero, eso ayudaría con sus dolores y también a la cría.

Se acurrucó en el nido durante dos semanas hasta que justo fue la hora. Los dolores fueron intensos y sus gritos agudos, Mills estaba agradecido de haber anidado lo bastante lejos, ocho horas más tarde tenía en el nido un huevo de color azul oscuro, algunas manchas negras estaban distribuidas como lunares.

Mills dejó salir un gruñido satisfecho y se enrolló para darle calor, esos fueron dos meses enteros de incubación en los que tuvo que asegurarse de que el huevo no sufriese daño alguno.

Mills miró al huevo cuando escuchó un crujido, el tiempo de incubación había terminado y por fin empezaba a romperse, pronto tendría a su cría. El huevo fue quebrándose poco a poco, fueron al menos diez horas hasta que una pequeña cabeza azul oscuro se asomó, la cría gorgoteó y terminó de romper el cascaron, luego se acurrucó con él para sentir su calor y olfatear la camisa de Ross.

……

Mills suspiró viendo a su compañero, debía tener paciencia o esto terminaría inevitablemente en una pelea. Malik se escondió detrás de su pierna, sus manos temblaban levemente aferradas a su costura, así que le acarició el cabello para relajarlo.

—¿Podrías hablar con menos brusquedad? Lo asustas —Ross resopló con una sonrisa irónica.

—Oh, sí, perdón por hablarle brusco a alguien de quien no sé nada hace cinco meses.

—¿Por qué estás enojado por eso, cambiaste de idea respecto a tomarme como compañero? —Ross arqueó una ceja ante su pregunta, luego miró con los ojos dorados a Malik asustándolo aún más.

—¿Sigues hablando de eso cuando obviamente no te hace falta un compañero?

—¿Qué?

—Digo, el niño salió de algún Omega, ¿no? —Mills pestañeó, ¿es que acaso no veía el parecido entre él y Malik, no sentía el vínculo?

—No, Malik es tuyo y mío.

—¿Perdón? Debo haber escuchado mal, ¿dijiste tuyo y mío? ¿Te has vuelto loco? ¿Ahora te crees Omega? —Malik jadeó, Mills lo miró sólo para ver sus ojos llenos de lágrimas, las feromonas de Ross estaban inundándolo todo a pesar de que estaban al aire libre.

—¿Podrías dejar de ser tan inmaduro por un momento? Detén tus feromonas.

—¿Podrías dejar de engañarme? —gruñó de vuelta enseñando los colmillos.

—No te engaño, la última noche estuvimos juntos, Malik es producto de esa noche.

—Tienes que estar jodiéndome, ¿realmente crees que voy a creerme eso? Te desapareciste cinco meses y te apareces aquí con un niño que tiene al menos ocho años.

—Los dragones somos diferentes.

—No me vengas con eso, lo he escuchado demasiado.

—Malik tiene tres meses, no ocho años —Ross lo fulminó con la mirada.

—Mentiroso, desaparézcanse de mi vista, no quiero verlos.

—Por Dios, eres un cachorro inmaduro, no sé ni porqué me sorprendo, vete al infierno, Ross.

Mills tomó la mano de Malik y lo llevó a su cabaña, estaba enojado y realmente decepcionado de su compañero como los últimos meses, aunque lo esperó no pensaba que fuese tan malo.

Ross era un lobo bastante inmaduro teniendo en cuenta su edad, no tenía tantos como él, pero con veintinueve años ya no era un cachorro. Mills abrió y se sentó en su sofá, Malik se encaramó en sus piernas y lo tomó de las mejillas.

¿Cómo podía negarlo si era tan parecido a él? Sus ojos verdes eran idénticos, también su cabello castaño, Mills le sonrió para tranquilizarlo, pero no ayudó.

—¿Qué pasa con papá?

—No te preocupes, está confundido, debemos darle un tiempo para que se acostumbre a nosotros —Malik hizo un pequeño puchero.

—¿No me quiere? —Mills golpearía al idiota, le dio un beso en la mejilla a Malik y le sonrió.

—Malik, por supuesto que te quiere, vendrá en unos días, ya te dije que debemos darle tiempo.

—Mentiroso, no nos quiere, no me quiere —lloriqueó y luego salió corriendo fuera de la casa, Mills se puso de pie.

—¡Malik! —gruñó, luego volvió a sentarse.

Los dragones eran testarudos y necesitaban espacio cuando sus emociones eran un caos, las crías no eran una excepción, dejarlo solo haría las cosas más fáciles, y ya que tenían un gran sentido de la orientación no había peligro de que se perdiese.

—Tonto lobo, todo esto es tu culpa.

……

Ross le dio un tirón a su puerta y se sentó en el sofá, ¿pero qué carajo se creía ese idiota, que podía venir a contarle cualquier historia absurda y él se la creería como un tonto? Era imposible, primeramente, él no era un Omega, en segundo lugar, ese niño no podía tener tres meses viéndose así.

—¡¡Ross!! —Ross gruñó hacia Emie, la Alfa parecía muy contenta mientras él estaba aquí de muy mal humor, sobretodo decepcionado.

—¿Cuál es tu problema?

—Por fin marqué a mi compañera —mencionó con una gran sonrisa, Ross torció los ojos.

—¿Ah sí? Que bien ¿Y por qué no estás con ella?

Emie sonrió enseñando sus colmillos.

—Porque tenía que fardar un poco de ello, llevo semanas proponiéndome.

Ross resopló, ya eran demasiados meses escuchándola.

—Que bien.

—¿Qué te pasa? Tu humor es una mierda en estos últimos meses.

—No es tu problema —gruñó, Emie lo fulminó con la mirada.

—Desde que se fue tu Dragón no cambias tu humor, ¿qué esperabas si lo estuviste rechazando durante muchísimo tiempo? Él también debe tener su límite, yo te hubiese golpeado hace mucho tiempo

—Gracias a Dios no eres tú, además, ya regresó y me mandó al infierno —Emie levantó una ceja de forma altanera.

—Me imagino que tu no dijiste nada para lograr esa reacción, eres tan imbécil, sigue de esa forma y terminarás solo toda tu vida, y recuerda que es una muy larga.

—¿No tenías una Omega marcada de la que fardar?

—Sip, debo contarles a nuestros padres —dijo perdiéndose escaleras arriba, Ross gruñó y se acarició el pelo hacia atrás.

—Esto es una mierda.

Ross salió a caminar, necesitaba despejarse un poco, no podía seguir ahí dentro o terminaría volviéndose loco, paró en seco al ver al chico con el que Mills había llegado, el dragón no estaba en ningún lado.

Ross se recostó a un árbol mirando al cachorro, el niño estaba simplemente sentado en la hierba, sus brazos estaban cruzados a nivel de sus rodillas donde apoyaba su barbilla, miraba fijamente a los cachorros que jugaban.

Ross frunció el ceño, ¿por qué no se acercaba a jugar con ellos? ¿Simplemente se quedaría ahí viéndoles jugar?

Sin poder soportarlo más caminó hacia él, el niño lo miró y luego bajó la mirada rápidamente, Ross se sentó a su lado.

—¿Cuál es tu nombre?

—Malik, pero papá ya te lo dijo —dijo aburridamente, Ross asintió.

—Lo sé, sólo quiero hablar contigo.

—¿Por qué?

—Porque quiero, ¿qué edad tienes? —Malik lo miró directamente.

—Tres meses, ¿crees que diré algo diferente a lo que dijo papá? —Ross torció los ojos.

—¿Cómo es que eres tan grande? ¿Cómo puedes entenderme siquiera? —el pequeño arrugó la frente en señal de confusión.

—No lo sé.

—Lo siento, fue una pregunta difícil.

—Está bien —murmuró bajo.

—¿Por qué no estas allí con ellos? —Malik hizo un puchero mirando hacia los cachorros, luego dijo algo que no esperaba.

—Porque son como tú.

—¿Cómo yo?

—Sí, tampoco me quieren —Ross se congeló y lo miró con asombro.

—¿Qué? ¿Acaso tu padre dijo eso, que yo no te quería?

—No.

—Ven conmigo —dijo tomando su mano, Malik obedeció y lo siguió sin chistar, Ross dio dos toques en la puerta de Mills, ese Dragón lo escucharía.

—¿Qué pasa? ¿Por qué vienes con Malik?

—¿Tenías que decirle que yo no le quería?

—¿Qué?

Malik miró a Mills con los ojos llorosos mientras se rascaba la piel, Ross se preocupó un poco.

—Papá…

—Ve a la habitación, voy más tarde —Malik corrió al interior, luego Mills cerró la puerta y se colocó frente a ella como si tuviese que defenderla.

—¿Qué pasa con él?

—Nada, simplemente no está acostumbrado a su piel humana —Ross asintió, a los cachorros también les pasaba muy a menudo.

—¿Por qué le dijiste que no lo quiero? ¿No te parece un poco bajo decirle algo así? —Mills lo tomó del mentón e hizo que lo mirara.

—Ross, Malik piensa que no lo quieres por tu rechazo de hace unas horas, no porque yo dije algo, ni siquiera te creíste que es tuyo, ¿por qué vienes aquí haciendo este berrinche?

Ross mordió su labio inferior y por fin lo aceptó.

—Yo… siento la conexión —Mills torció los ojos y lo soltó.

—Por supuesto que sí, es tu hijo.

—¿Cómo puede ser eso?

—Soy un Dragón, puedo adaptarme a mi compañero, simplemente no pensé que funcionaba con especies distintas.

—No estaba preparado para tener un cachorro —replicó, su compañero se cruzó de brazos y lo miró con altanería.

—Bueno, siento que sea así, pero Malik ya está aquí, eso no cambiará.

—Explícame por qué es tan grande.

—Los dragones no estamos mucho tiempo como crías indefensas, crecemos hasta que somos capaces de defendernos por sí solos, Malik ya no necesita a sus padres para defenderlo, eso explica el tamaño.

—Eso es absurdo, los padres deben proteger a sus hijos —Mills se peinó hacia atrás.

—No dije lo contrario, Ross, los dragones son diferentes, que él no lo necesite no quiere decir que dejaré de hacerlo, es un mecanismo de defensa, si tus padres mueren no dependes de ellos.

—Por Dios, cada vez me parece más raro —gruñó, Mills suspiró viéndolo con decepción.

Ross dio un paso al frente al escuchar un ruido en el interior de la casa, el lugar donde se suponía estaba su hijo, Mills colocó las manos en su pecho impidiéndole ir.

—Deberías preocuparte un poco por tu hijo —gruñó mirando a la puerta con ansiedad.

—Él está bien.

—Pero ese ruido… —Mills negó con calma, obviamente su conexión con Malik era bastante fuerte, pero aún así Ross estaba un poco preocupado.

—No le pasa nada.

—Déjame verle —Mills se negó una vez más haciéndolo enojar.

—No creo que sea una buena idea.

—¿No dijiste que era mi hijo?

—Es tuyo, no sigas dudándolo, si no lo fuese la conexión no estaría ahí.

—Entonces déjame verle.

—Muy bien —Mills puso los ojos en blanco y luego salió de en medio, Ross entró y caminó directo a la habitación, lo que vio fue más allá de su imaginación y no puedo evitar exclamar al verlo.

—¿Pero qué rayos…?

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