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Mills miró a su compañero y no pudo evitar que un suspiro escapara de sus labios, en serio el lobo era hermoso, pero también era terco.
Le dió espacio como pidió, de hecho, aún estaba dándoselo, con el día de hoy eran ya seis jodidos meses, Ross entró al club y Mills lo siguió, al menos debía cuidar a su compañero ¿no?
Ross saludó a algunas amistades y Mills deseó estar lo suficientemente cerca para captar su aroma, era difícil estar lejos, pero no más que no saber quién era tu compañero durante un milenio.
Ross se carcajeó mientras abrazaba a otro lobo, Mills apretó los puños y no dejó que los celos lo cegaran, sin embargo, Ross no ayudaba mucho con la tarea. El otro lobo lo agarró de la nuca y le susurró algo al oído, Ross lamió sus labios y agarró algo, Mills tuvo un mal presentimiento al verlo masticar.
Los cambia-formas no podían caer bajo los efectos de ninguna droga ¿verdad? Llevaba mucho tiempo lejos y no estaba muy actualizado sobre algunas cosas, aún ahora.
Mills se peinó hacia atrás y se sentó a la barra, hizo bien en entrar para vigilar a su compañero, Ross parecía un poco perdido últimamente.
Ross bailó lo que fueron aproximadamente cinco canciones y comenzó a besar a alguien, maldita sea, eso no iba a aguantarlo, le cortaría la cabeza a ese jodido Omega.
Mills caminó empujando a algunos cambia-formas en el proceso, ellos lo miraron mal, pero en cuanto detectaron que él era más fuerte lo dejaron seguir su camino sin ningún obstáculo.
Mills cogió la muñeca de Ross y lo jaló, Ross enredó los brazos alrededor de su cuello como si hubiese estado esperándolo hace un tiempo.
—Ya estaba preguntándome cuándo vendrías —gruñó Ross en su oído.
Mills apretó la mandíbula, este lobo no sabía lo que hacía, era tan inmaduro haciendo que se alejara y acercara a la misma vez que comenzaba a ser un fastidio.
—¿Por qué?
—¿Piensas que no puedo olerte? Siempre estás cerca —sonrió con los ojos vidriosos, Mills lo agarró de las mejillas.
—¿Qué tomaste? —Ross deslizó el dedo pulgar por su mejilla, Mills simplemente quería arrodillarse ahí mismo y pedirle que nunca dejara de tocarlo, la sensación era increíble.
—¿Qué importa?
—¿Con qué carajo puede drogarse un lobo? —Ross sonrió acercando su rostro a la curvatura de su cuello, luego mordió la piel arrancándole un gemido.
—Umm… es algo que pone divertidos a los lobos.
—Vámonos de aquí —gruñó, Ross mordió su labio inferior, en serio ese lobo lo sacaría de quicio, estaba utilizando toda su fuerza de voluntad para no atacarlo ahora mismo, pero el chico no cooperaba.
—¿A dónde me llevarás? —preguntó Ross mientras lo jalaba, luego puso su tono un poco más bajo, provocándolo—. Espero que te aproveches de mí.
—Te llevaré a tu casa.
Dijo como respuesta justo cuando salían. Ross hizo un puchero de inconformidad.
—Eres un lagarto aburrido.
—Soy un Dragón —replicó Mills.
—Son familia —murmuró Ross soltándose de su agarre.
—Por Dios, ven aquí.
—No quiero irme a casa, cada vez que salgo de fiesta duermo en casa de mis ligues.
Mills apretó los puños y lo miró, ahora mismo estaba enojado con la inmadurez de su compañero.
—¿No es un comentario desconsiderado para tu compañero?
—¿Por qué? Te ofrezco lo mismo —Mills lo agarró del cuello de la camisa y lo fulminó con la mirada.
—No soy uno de tus ligues, soy tu compañero, deberías aprender a diferenciarlo.
—Al final cumplen la misma función —Mills lo soltó y lo empujó para que caminara, acababa de cambiar de idea.
—Ya calla esa gran boca y camina o te dejaré tirado.
Ross se rió de su comentario, obviamente tenía mucha confianza en sus habilidades.
—Alguien podría llevarme a casa con él.
—Eres tan idiota algunas veces —gruñó Mills, Ross lo miró.
—Deberías saber eso antes de enredarte conmigo, nunca aceptaré un lazo.
Cada vez que lo mencionaba dolía y él no parecía notarlo, Mills siguió caminando en silencio hasta llegar a la que era su casa por ahora. Cecil se la había cedido para que dejara de vivir en su confortable cueva no hacía más de un mes, era un lugar realmente cómodo.
—Ya estamos aquí —anunció, Ross miró alrededor mientras él deslizaba la llave en la cerradura.
—¿Dónde?
—En el lugar donde me quedo.
—Es pequeño ¿no lo conozco? —probablemente lo hiciera, sin embargo, estaba tan ido que ni siquiera lo sabía.
—Vivo solo aquí.
—No me importa, quítate la ropa —Ross comenzó a desabrochar su camisa enseñando el pecho y el abdomen cuadriculado, Mills se carcajeó sentándose en el sofá.
—Ve a darte un baño y deja de ser mandón.
—Venga, no seas tímido —murmuró tirando la prenda al suelo, Mills arqueó una ceja en su dirección.
—¿A quién le dices tímido, cachorrito?
—Entonces no sigas rechazándome.
—No —Ross lo fulminó con la mirada, sus ojos verdes se tiñeron completamente de dorado.
—Bien, entonces buscaré a un Omega disponible para pasar la noche.
Este era su límite, y Ross seguía cruzándolo una y otra vez. Mills se puso de pie y lo acorraló contra la puerta, Ross lo miró un poco asustado por la situación y obviamente porque no lo había notado moverse.
—¿Qué tan malo puedes ser, cachorro?
—No sé a qué te refieres —dijo Ross mirando a un lado, Mills soltó un bufido.
—Quieres que me acueste contigo como si fuese uno de tus ligues, me repites una y otra vez que no quieres un lazo conmigo, ¿quién crees que soy? ¿crees que puedes jugar conmigo?
—No juego contigo.
—Lo haces.
—Simplemente déjate llevar —murmuró Ross colocándole una mano en la nuca y besándolo suavemente.
Mills no pudo aguantarlo un minuto más. Simplemente devolvió el beso, al fin estaba obteniendo lo que había esperado por tantos años, aunque no era realmente como lo quería.
……
Ross cerró los ojos y disfrutó el beso con su compañero, esta era probablemente la mejor sensación que había tenido en sus veintinueve años. Mills mordió su labio inferior, sus ojos azules ahora tenían el brillo dorado de los de un dragón. Se separaron entre jadeos, Mills le acarició la mejilla y negó.
—¿Por qué estás tan indispuesto ante un enlace? —Ross torció los ojos y comenzó a dejar besos por su cuello dejándose envolver por el aroma de su compañero.
—Olvídate de ello y disfrutemos.
—Maldita sea —gruñó Mills arañando su espalda.
Ross lo jaló de su camisa y se dirigió a la única habitación que veía por el momento, aunque quizás fuesen más, no importa, sólo quería tenerlo en un lugar disponible para devorarlo.
La cama no era lo suficientemente grande como para dormir cómodos, pero cumpliría la función de esa noche. Ross lo arrojó a la cama y se quitó el pantalón.
—No deberíamos usar este cuarto.
—¿Mills, dejarás que te folle? —Mills arqueó una ceja y lo miró con una sonrisa ladeada.
—¿Dónde aprendiste a hablar así?
—Mills…
—Enséñame que puedes hacer, cachorro —Ross se carcajeó y puso un pie en la cama, Mills no lo perdió de vista haciéndolo sentir importante.
Ross se sentó a horcajadas sobre su pelvis sintiendo su excitación, al menos no era el único en esta situación. Mills deslizó una mano por su pecho delineando cada músculo hasta llegar al ombligo.
—Sé mi compañero, cachorro —pidió Mills, Ross rajó la camisa que traía con sus garras.
—No —Mills se vio decepcionado, pero no por mucho tiempo, sobre todo cuando deslizó la mano dentro del pantalón y acarició su erección.
—No creo que esto sea una buena idea —jadeó su compañero.
Ross sonrió y rompió su pantalón también, la ropa interior no duró demasiado y por fin le dejó ver que tanto lo quería Mills ahora mismo. Ross acarició con un dedo de arriba abajo regando una gota de líquido por el tronco, Mills jadeó contrayendo su abdomen.
Con una mano lo agarró de la cintura y bajó la cabeza para lamer la punta, los gemidos de Mills se hicieron aún más fuertes y lo mantenían a un paso de correrse.
Ross la metió completamente en su boca y succionó, Mills lo agarró del pelo y le mostró el ritmo que quería, luego de unos pocos minutos lo jaló hasta alejarlo.
—No perdamos más tiempo
—¿Tienes algo para…?
—Debe haber algo en la gaveta —Ross se estiró y abrió el aparador, no era realmente lubricante, pero la crema serviría.
Mills levantó las piernas y colocó la planta de los pies en la cama, luego las abrió dándole espacio. Ross se embadurnó las manos y dejó el frasco a un lado, acarició su agujero haciéndolo jadear.
—Vamos —instó, Ross deslizó un dedo en su interior haciéndolo gemir.
—Te escuchas bien, ¿primera vez?
—Sí —gruñó rajando las sábanas con sus garras, Ross intentó con otro dedo mientras acariciaba su polla.
—¿Cómo se siente?
—Pon otro, Ross, y deja de perder el tiempo preguntándome cosas absurdas —Ross resopló y cumplió la orden.
Mills se arqueó apretando sus dedos, su frente estaba húmeda debido al sudor, Ross lo besó profundamente embriagándose de él y mordió hasta hacer un pequeño corte. Si antes fue increíble ahora era muchísimo mejor que eso y ni siquiera podía describir lo que estaba sintiendo.
Mills también probó su sangre haciendo un piquete.
—Fóllame de una vez, cachorro.
Ross no se negaría a ello, arrancó la ropa interior que le quedaba y se embadurnó con la crema, Mills tragó mirándolo fijamente. Regresó a su boca y lo besó con parsimonia mientras se metía en él pausadamente, Mills lo mordió y gruñó.
—Espera un segundo, maldición —Ross se detuvo agarrándolo de la cadera viendo la unión entre sus cuerpos.
—Se siente bien ¿verdad?
—Sí, empieza a moverte —Ross le besó el cuello dejando marcas por doquier, mordió ligeramente sus pezones mientras se impulsaba.
Mills gimió y enredó las piernas alrededor de su cintura ayudando en el proceso. Su compañero le arañó la espalda y esta vez sí se dejó llevar.
……
Ross se agarró la cabeza y frunció el ceño apenas abrió los ojos, la luz molestaba, las secuelas de tragarse esa cosa nunca eran agradables, pero valió la pena teniendo en cuenta… espera.
Ross se sentó en la cama que no era suya y miró alrededor, el aroma de su compañero estaba por todo el lugar, incluso más sobre él. Los recuerdos de la noche anterior se filtraron uno detrás de otro recordándole lo increíble que fue la noche, pese a esto su compañero no estaba cerca.
Ross torció los ojos y comenzó a vestirse, esto era lo mejor, después de todo no quería un compañero.
La situación fue una mierda incluso cuatro meses después, luego de estar detrás de él todo el tiempo Mills optó por desaparecer completamente.
Ni siquiera recibió una noticia sobre él hasta que pasaron cinco meses, Mills dio tres toques en la puerta de su cabaña y él lo recibió.
—Por fin podemos vernos otra vez —murmuró Mills, su aspecto no era tan bueno como antes, tenía ojeras y el pelo menos brilloso.
—¿Qué quieres?
—Quería presentarlos —dijo sacando al pequeño que se escondía detrás de su pierna.
El pequeño lo miró con miedo, sus ojos eran verdes, el cabello castaño con betas azules, traía puesta una camiseta verde con dibujos y un pantalón, su mano seguía fuertemente aferrada a la costura del pantalón de Mills.
—Él es Malik y…
—¿Ya tenías un hijo y aún así pediste que fuese tu compañero y te acostaste conmigo? —gruñó Ross enojado comprendiendo la situación, su malhumor hizo que el pequeño retrocediera y se escondiera detrás de Mills nuevamente.
Por este tipo de sorpresas no quería a un jodido compañero.
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