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Ross terminó de vestirse y miró a su compañero, estaba un poco enojado, en realidad esa palabra no lo describía para nada. La conversación de Mills con su hermano fue confusa y la verdad es que no había comprendido nada de ella.

Mills mordió su labio inferior, se veía realmente preocupado y parecía no saber que decirle.

Ross esperó a que su compañero por fin decidiera hablar.

—Es complicado, los dragones somos dife…

—¡¡Ya basta con eso, Mills!! —Ross gritó haciendo que su compañero saltara—. Sigues diciendo eso y cada vez que me lo repites me enojo muchísimo más.

Mills suspiró mirándolo.

—Es que, aunque te lo explique pasará igual que las últimas veces.

Ross achicó los ojos, Mills simplemente quería perder el tiempo y él no lo dejaría.

—Mills, ¿de qué hablaba tu hermano?

—No es importante —dijo rápidamente, Ross perdió la paciencia.

Dímelo —gruñó de forma inconsciente con su voz Alfa, Mills levantó una ceja.

—Eso no funciona en mí.

—No hagas que me enoje más —refunfuñó con mal humor, Mills colocó los ojos en blanco dando su brazo a torcer de una vez por todas.

—Las alas para un Dragón son más importantes de lo que piensas.

—Sé que lo son, se supone que es parte de ustedes.

Mills negó y comenzó a caminar de un lado a otro, Ross no lo perdió hasta que se detuvo y suspiró.

—No, es… más complicado, volar es toda nuestra vida, Ross, un Dragón sin alas no es un Dragón.

—Estás bien —recalcó señalándolo, Mills sonrió con tristeza, sus ojos azules se veían un poco cristalinos.

—Ese es el caso, por el momento estoy bien.

—¿Qué pasa con los que están en tu situación?

—No tienen buen pronóstico, apenas se dan cuenta se quitan la vida, ninguno ha sobrevivido, al menos que sepamos —Ross apretó su mano en un puño, las puntas de sus uñas hicieron daño sobre su palma, pero no le importó. 

—Pero tú no lo has intentado, así que… —Mills tragó con nerviosismo, Ross se peinó hacia atrás y suspiró con desesperación, evidentemente había algo que no sabía—. ¿Mills?

—Lo siento —lloriqueó.

Ross se giró de espaldas sin saber cómo reaccionar a la noticia, incluso como procesarla. Si lo hacía de mala manera cabía la posibilidad de que Mills se alterara y eso no sería un buen resultado teniendo en cuenta lo que acababa de escuchar.

—¿Cuando?

Mills miró a otro lado y suspiró.

— … Luego de que me llevaste a casa y ver realmente en lo que me había convertido.

—¿Ibas a hacer algo como eso? ¿En qué pensabas?

—En lo mejor para mí y para todos, Ross —explicó, Ross arrugó la frente tratando de encontrarle un poco de sentido a toda la situación está de más decir que no lo encontró.

—¿Lo mejor?

—Te dije que no lo entenderías.

—Y no, no lo entiendo —gruñó con exasperación, Mills colocó una mano en su hombro.

—Ross.

—¿Qué te detuvo? —Mills suspiró.

—Malik, él me habló en ese momento.

—¡¡Maldita sea!!

Ross ni siquiera podía creer que lo hubiese intentado cuando Malik estaba cerca, lo cual quería decir que Mills no estaba en sus cabales al intentar algo como eso.

Sólo esperaba que no se volviera a repetir.

Mills miró a un lado avergonzado, Ross caminó hacia él y colocó una mano detrás de su cabeza, su compañero lo miró extrañado.

Ross no sabía realmente que hacer, ¿cómo reaccionabas cuando tu compañero te admitía algo como eso? Sólo dejó que todo saliera espontáneo.

Ross finalmente lo besó.

Ya no podía imaginarse sin este Dragón, no importa lo mucho que se resistió a él, era inevitable. Ross le acarició la mejilla mientras profundizaba el beso ¿Cómo podría olvidarse de la textura o sabor de sus labios? ¿De lo bien que respondía ese Dragón a él? Era simplemente un engaño.

Ross no lo olvidaría, una muy buena parte de él moriría justo en el momento exacto en que su compañero tomara una decisión tan radical, sólo seguiría adelante por Malik e incluso así no creía que sirviese de mucho cuando se suponía que Malik debía estar con su especie.

Esto era justamente a lo que tanto le huyó, siempre tuvo miedo de terminar en la misma situación que el Omega al que amó, pero no ganaría nada asustándose. Ross simplemente necesitaba asegurarse de que Mills estuviese bien, sano y salvo a su lado y de Malik, no había oportunidad para pensar o escapar.

No es como si pudiese alejarse a estas alturas.

Ross se separó y lo miró a los ojos.

—Por favor, no te alejes de mi —murmuró con la voz rota, luego especificó aún más—. No te alejes de nosotros, Mills, Malik te necesita, aunque daña mi orgullo admitirlo no sabría qué hacer con él.

Mills le acarició la mejilla.

—Ross…

—No tienes que terminar como los demás, eres mi compañero, eres especial, sé más fuerte que ese maldito instinto.

—Estoy resistiendo, espero seguir haciéndolo.

—¿Vamos a casa?

—Sí.

Llegar a la cabaña no tomó más de quince minutos, Ross se negó a soltar su mano no importa qué, necesitaba sentir a su compañero, saber que estaría ahí para él.

Ross lo besó en cuanto la puerta estuvo cerrada, Mills no se dejó ganar y lo acorraló contra la madera, su boca tomaba lo que quería y Ross no estaba en contra de cederle lo que quisiera.

Ross le besó el cuello y luego se alejó para mirarle.

—¿Qué tan mal estás?

—Estoy casi curado, Mills, sólo me quedan algunos moretones.

—Lo siento —murmuró acariciando una marca en su cuello.

—Ya te dij… —Ross no pudo terminar la oración cuando Mills lo besó de nuevo, con sus garras rompió la camisa que hacía apenas unos minutos acababa de ponerse.

Mills acarició su pecho y deslizó las uñas por los moretones.

—No me importa lo enojado que te pongas no volveré a pasar mi celo contigo.

—Pero…

—Entiéndeme tú a mí, me duele ver lo que te hice.

—Fue el mejor sexo que tuve en mi vida —replicó con una ceja arqueada, Mills mordió su labio inferior.

—Ross, pude haberte matado, sólo un Dragón soporta el celo de otro, el daño que te hago demora en repararse.

—Ya para, hablaremos de ello cuando lleguemos ahí, ahora sigue con lo que hacías.

……

Mills exhaló y besó a su compañero, Ross lo rodeó con sus brazos y le arañó la espalda, Mills dejó caer su camisa al suelo e hizo lo mismo con la de Ross.

La marca que había dejado sobre su hombro persistía, estaba enrojecida y se veía dolorosa. Mills apretó la mandíbula y lamió la marca haciéndolo gemir.

—Deja de perder el tiempo —gruñó su compañero.

Mills sonrió y mordió su clavícula, luego dejó besos por todo su torso hasta arrodillarse, Ross suspiró y lo miró con los ojos achicados. Mills sacó su cinturón y luego bajó su ropa.  Su erección saltó orgullosa y mojada, por lo que deslizó la lengua por el tronco probando su sabor, Ross maldijo cerrando los ojos, era tan lindo haciendo eso. 

Mills lo llevó a su boca por completo haciéndolo gemir, Ross lo agarró del pelo y movió sus caderas sin dejar de verlo, sus mejillas estaban rojas y los ojos dorados en la superficie. Ross gruñó enseñando la punta de sus colmillos y lo alejó.

—No perdamos más tiempo.

Mills se puso de pie y lamió sus labios.

—¿No eres muy impaciente?

—No eras muy fan de los juegos previos durante tu celo —Mills apretó la mandíbula, Ross captó su incomodidad y besó su mejilla—. Lo siento, pero es cierto que lo disfruté.

Mills suspiró y lo tomó de la muñeca para jalarlo.

—Mejor vayamos a la habitación o haremos que toda la casa apeste con nuestras feromonas.

Una vez en la habitación Ross se sentó en la cama y lo miró, Mills arqueó una ceja curioso por su actitud, por lo general su compañero ya estaría sobre él, sin embargo, parecía un poco pasivo con este tema.

—¿Quieres que te folle?

Las mejillas de Ross se encendieron.

— …Sí.

—¿Te avergüenza admitirlo? —preguntó con una sonrisa orgullosa.

Ross hizo presión en su mano.

—Deja de molestarme, idiota.

Mills colocó una rodilla entre sus piernas e hizo que se acostara, Ross tragó con nerviosismo.

—¿Por qué estás nervioso? —murmuró quitándole la ropa extra, Ross también desabrochó su pantalón y prácticamente lo hizo añicos con sus garras.

—No estoy nervioso —gruñó, Mills se carcajeó en su cuello poniéndole la piel de gallina.

—Mmm… creo que estás ansioso por lo que viene —dijo besando su clavícula.

—Deja de molestarme —gruñó perdiendo la paciencia e intercambiando sus posiciones, Ross quedó sobre él completamente desnudo y haciendo presión en sus caderas, no podía verse más sensual.

Mills lo agarró de la cintura y deslizó una mano a su entrada, Ross se sonrojó y sus ojos cambiaron a dorado.

—¿Quieres que me detenga?

—Creo que me gustabas más de la otra forma —Mills se carcajeó, agarró lubricante del cajón y lo embadurnó en sus dedos.

Ross suspiró cuando comenzó a estirarlo, su compañero prácticamente perdió la cabeza y le arañó el pecho.

—Deja de perder el tiempo y fóllame —Mills arqueó las cejas y se empapó en el lubricante, luego se desplazó con cuidado en su interior.

Ross se mordió el labio inferior y le encajó las uñas.

—Veamos que tan bien puedes moverte —murmuró Mills acariciando su labio maltratado, Ross abrió los ojos con sorpresa y luego lo fulminó con la mirada.

—Eres tan… —la ofensa de Ross se vio aplacada por un gemido, Mills aprovechó el momento para moverse—, maldito —gruñó entre dientes, Mills sonrió con orgullo.

—Si no te mueves no acabaremos nunca.

Ross finalmente cedió, a pesar de su vergüenza comenzó a moverse, luego de unos segundos olvidó completamente lo humillante que le parecía la situación y comenzó a buscar placer en serio.

……

Mills se levantó y comenzó a vestirse en cuanto escuchó los toques en la puerta, ese debía de ser Yael con Malik, Ross también se despertó y ya que fue el único con la decencia para vestirse luego del baño fue a recibirlos.

Mills realmente no se esperaba que Yael estuviese acompañado, su hermano llevaba en brazos a Malik, su cría parecía profundamente dormida, así que estiró los brazos para tomarlo, Yael se lo pasó sin problema alguno.

—¿Cómo es que está fuera del nido? —preguntó refiriéndose al otro Dragón que lo acompañaba, su hermano se encogió de hombros como si nada.

—Te dije que saldríamos.

—Pero…

—¿Sorprendido de verme otra vez, Mills? —murmuró Lyle ladeando la cabeza, sus ojos azules brillaron con dorado, su pelo largo por debajo de la cintura ondeó con la brisa de la noche.

Y como para no estarlo, era imposible no hacerlo, este Dragón odiaba a la humanidad con todo su ser.

—Sí, estoy realmente sorprendido de que saliera del nido.

—Tu hermano me convenció, sabes que no puedo negarme a él —Mills aún no entendía la extraña relación que tenían ambos, pero traerlo era demasiado.

—Lo sé, pero no entiendo que hace aquí, Dragón líder.

—Sin títulos, no los necesitamos, somos casi familia después de todo.

Mills se paralizó y vio al Dragón entrar en su casa como si fuese el dueño, sus palabras lo habían confundido.

—¿Qué?

—Vine a pedido de tu hermano para intentar arreglar tu problema.

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