9🐺

Marcus caminó hacia él lentamente, a Milo le pareció una eternidad el tiempo que llevaron esos pequeños pasos.

El Alfa extendió su mano, Milo cerró los ojos inconscientemente, pero sólo sintió un leve toque en su rostro y desapareció como mismo había llegado.

Abrió los ojos otra vez, Marcus seguía mirándole con atención, luego se sentó detrás suyo apoyándose al respaldo de la cama, sus brazos lo rodearon y lo jalaron para que descansara en su pecho.

Milo suspiró y se aferró a sus brazos.

—Estoy bien —murmuró Marcus cerca de su oído aferrándose fuertemente a él.

—Lo siento, sólo te causo problemas —Marcus le besó la sien.

—No me importa, Milo, yo también lo siento, dejé caer todo esto sobre ti y no pensé en cómo te sentías —Milo se mordió el labio y gruñó.

—Te hice daño, no tenías que pensar en mí cuando estaba actuando como un gilipollas —Marcus lo agarró más fuerte y escondió la cara en su cuello, aspiró su aroma.

—Está bien, todo está bien ahora.

—¿Podemos regresar? —Marcus no salió de su escondite.

—¿Por qué?

—Dijiste que ahora tenía que esconderme, que nosotros… —Marcus le besó la mejilla y suspiró.

—Milo.

—Lo que dije fue un error, no quiero que te vayas —confesó aferrándose a él.

—No me iré.

—Pero me llevas de regreso.

—Sí, pero es porque no quiero que tu tengas la misma vida que yo tuve durante estos veinticuatro años, fue miserable y luego de pensarlo mejor no quiero eso —Milo asintió y se acurrucó levantando las piernas.

—¿A dónde fuiste ayer? ¿Por qué volviste con ese collar?

—No tienes que saber eso, sólo estoy arreglando todo este desastre —Milo sintió la leve inflexión en su voz y eso lo hizo estremecer.

—Marcus, háblame, necesitamos hablar, no como estos últimos días.

Marcus sólo suspiró.

—Lo sabrás cuando lleguemos a la manada.

—¿Qué edad tienes? —preguntó olvidándose del tema momentáneamente.

Marcus sonrió enviando una ola de aire a su oreja.

—Noventa y cuatro.

Milo salió de sus brazos y lo miró directamente, Marcus le estaba sonriendo a diferencia de los últimos días en los que sólo le vio gruñir.

La vista era increíble, este Alfa estaba echo para sonreír.

—¡Dios!

—¿Sorprendido? —Milo asintió.

—Eres mayor que mi padre —Marcus le arqueó una ceja y acarició su labio inferior con el dedo pulgar.

—Lo soy. ¿Eso te molesta? —Milo negó.

—No, ahora dime a dónde fuiste ayer —Marcus suspiró y lo atrajo hacia él, esta vez hizo que se sentara de lado para poder verlo.

—Fui a hablar con el concejo, pedí una reunión, nos encontraremos con ellos y le mostraremos que no eres peligroso.

Milo acarició el collar de plata y lo miró.

—Este collar…

—Es un seguro, pero no te preocupes demasiado.

Milo frunció el ceño y pese a lo que dijo le preocupó, hizo esta tontería por su culpa.

—Estás arriesgando tu vida por la mía después de que fui tan… —Marcus colocó un dedo sobre sus labios y lo hizo callar.

—No me importa, eres mi Omega, Milo.

—Siento mucho mi comportamiento, fui maleducado, pero no suelo ser de esa forma —explicó tocando su camisa, Marcus lo miró con una sonrisa socarrona.

—¿Cómo? ¿Enojado todo el tiempo?

—Estaba enojado porque decidieron esto para mi vida, decidiste que era mucho mejor tenerme lejos de tu vida, estuve viviendo feliz mientras tu corrías —gruñó.

Marcus le acarició el pelo sacándolo de su frente.

—Eras demasiado pequeño para escogerlo —dijo en voz baja mirando sus labios.

Milo notó que realmente no se habían besado desde aquella vez hace cinco años.

— ¿Y cuándo crecí? —gruñó—. Esperaron hasta que las pastillas no funcionaron para decirme todo esto, me ocultaron quien era por tanto tiempo que ya no sé quién soy —Marcus alisó el ceño en su frente y luego lo besó.

—Sigues siendo tú, eso no cambiará, no eres diferente, tienes cambios fisiológicos, no hay nada más.

—¿Qué pasará cuando me vean? ¿Si no me aceptan? —Marcus negó.

—Eso no entra en mis planes, pero si pasa, corremos —Milo sonrió y lo miró.

—¿Juntos?

—Sí, juntos, te dije que ya no iba a separarme de ti —Milo frunció los labios.

—Ibas a hacerlo.

—Porque creía que era lo que querías —Milo lo agarró con fuerza de la camisa.

—No, te quiero conmigo, aunque eso me haga ser un egoísta —Marcus sonrió y lamió el lugar donde debería ir su marca, Milo gimoteó.

—Bien, no me importa si lo eres, hay que irse —dijo separándose, Milo abrió los ojos un poco confundido.

—¿Qué? ¿Tan pronto?

—No tenemos demasiado tiempo, sólo quería que nos calmáramos y creo que ya es suficiente —Milo no dejó que lo quitara de encima.

—Todavía tienes tu celo y no te has…

—No hay tiempo, nos esperan en la mañana.

Milo acercó sus labios a su oreja, mordió levemente el lóbulo sacándole un gruñido, no tenía idea de lo que hacía, pero su Alfa reaccionó.

—Para, estoy bien —Milo negó sintiendo la dureza contra su pierna.

—Creo que no nos tomará demasiado tiempo —Marcus encajó las uñas en su cintura.

—Para —pidió, Milo sonrió pinchando con un colmillo y probando su sangre, Marcus gimió.

—Sabes delicioso —lamió la herida un poco antes de que se cerrara por completo—. Acuéstate.

—No tenemos t…

Milo lo besó, nada de besos castos, sino uno como el primero en su cabaña, saboreándolo por completo, cuando lo dejó Marcus se veía absolutamente borracho de placer.

—Por favor, no nos llevará más de veinte minutos —dijo, saliendo de su regazo.

Marcus gateó hasta el medio del colchón y se acostó ahí, Milo se sentó a horcajadas sobre su pelvis notando su excitación.

Marcus lo miró con su lobo en la superficie, Milo reaccionó a eso y sus colmillos se alargaron, arrancó los botones de su camisa y besó su piel, entreteniéndose en sus pezones duros.

Marcus gimió otra vez cuando lo pinchó y Milo abrió su pantalón, acariciando su polla dura.

—Dios —Marcus guió su mano con el movimiento de sus caderas, parecía un hombre que estuvo esperando su caricia por años.

Lo cual era la mayor verdad.

—Eres absolutamente perfecto —gruñó lamiendo el recorrido de su abdomen cuadriculado y deteniéndose un poco en el ombligo.

Marcus le agarró del pelo gruñendo.

Milo lamió el líquido de su polla y gimió, Marcus no dejó de verlo como si fuese a devorarlo, así que se arriesgó colocando la mitad en su boca y haciendo exactamente lo que había hizo Marcus con él.

Su mano se agarró con más fuerza de su pelo, pero nunca empujó o lo detuvo, solo quería algo a lo que aferrarse.

Chupó agarrándolo de la cadera, Marcus gimió, Milo sacó su boca y lamió la vena más prominente a la vez que acariciaba sus bolas, su Alfa no demoró demasiado en correrse con un fuerte gemido que quizás esa atrevida Omega debía escuchar en recepción igual que los otros clientes.

……

Marcus jadeó y Milo se acostó a su lado mirándole, tan hermoso como siempre, sus mejillas completamente rojas igual que los labios.

Le acarició el rostro donde ya comenzaba a asomarse una barba y Milo cerró los ojos recibiendo su toque.

—Tenemos que irnos.

Milo le sonrió, dejó un beso en sus labios y se fue al baño, eso no demoró demasiado, así que Marcus tomó su ropa y se dio un corto baño, se puso el uniforme y salió, Milo se lo comió con la mirada.

—¿Por qué te pones eso? —musitó con los ojos azules, Marcus sonrió.

—Veré al concejo, tengo que vestirme así —Milo lo repasó una vez más.

El traje era completamente de cuero sintético negro, aferrado a su cuerpo, botas altas, con hebillas y correas en los muslos, cintura, el pecho y los brazos y al parecer también era completamente excitante para su Omega.

—No hay más tiempo —Milo se levantó, lo besó nuevamente y se separó.

—Una lástima —Milo recogió su maleta y se colocó su chaqueta.

Marcus sonrió cuando Milo fulminó con la mirada a la Omega de recepción, ella se encogió en su lugar mordiéndose el labio.

Llegar sólo tomó unas cinco horas más y Milo se veía un poco más animado, al menos hacía conversación preguntándole sus gustos y los lugares que visitó en los últimos años.

Marcus pisó el freno justo frente a la casa de Milo y este se precipitó hacia su casa, tocó insistentemente durante unos minutos y luego Glen le abrió sorprendiéndose bastante, pero buscando a Marcus con la mirada, ahí fue cuando decidió salir y dar la cara.

Milo seguía aferrado a su padre cuando Marcus llegó y los demás se sumaron al abrazo.

El Omega fue jalado al interior por su hermano y los padres se quedaron para enfrentar a Marcus, tragó nervioso sin saber bien por qué.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué está aquí? —gruñó Glen olvidándose por completo de su etiqueta.

—Pensé que estarías un poco más feliz —Marcus le dio una media sonrisa, él estrechó los ojos.

—Estoy más preocupado, Marcus.

—Lo sé.

Marcus suspiró y se peinó hacia atrás, al parecer el movimiento que hizo falta para que notara el collar alrededor de su cuello.

—¿Qué es eso? —gruñó tocando el collar.

Glen lo miró como si estuviese loco.

—No te preocupes.

—Marcus. ¿Por qué tienes uno de estos? —iba a contestar, pero Glen siguió preguntando al verlo con su ropa—. ¿Y eso es tu uniforme?

Marcus mordió su labio, luego se dignó a responder.

—En unas horas vendrá el concejo —Trisha jadeó a su lado tocándole el hombro.

—¿Por qué?

—Supliqué para que conozcan a Milo y revoquen la sentencia.

Glen se llevó las manos a la cara y cuando volvió a mirarle su Alfa estaba asomándose, dorado se mezcló en sus ojos.

—La de él, no la tuya —Marcus asintió, el concejo podía perdonar a Milo porque no le debía nada, pero luego de su traición era demasiado tarde para él.

—¿Él lo sabe? —Glen miró a su hijo.

—No tiene que saberlo —Marcus negó mirando a Milo reírse con su hermano.

—Marcus —llamó Glen para que le prestara atención, él lo miró—. No podrá vivir sin ti —se encogió de hombros, realmente no se habló de su sentencia.

—Ellos probablemente no me maten, dentro del trato está no hacerle daño a Milo y si lo hacen asegúrate de que se reponga —Glen maldijo y lo empujó, Marcus no se enojó por ello.

— Esto es una locura.

—Una que espero que salga bien —murmuró.

Milo se acercó a ellos con la sonrisa más grande que había visto, se veía absolutamente hermoso y sobre todo feliz.

—¿Papá? —miró a Glen, luego a él—. ¿Qué hacen?

—Nada, dejemos que hablen —dijo su madre llevándoselo, Marcus apretó la mandíbula para evitar correr tras él.

—Así mismo se sentirá Milo lejos de ti, será diez veces peor, lo sabes —Marcus caminó exasperado.

—¿Qué quieres que haga?

—Vete con él.

Marcus sonrió y agarró el collar de plata, sus manos escocían debido al material dañino.

—Ya no puedo.

—¿Por qué hiciste esta estupidez? —Glen lo regañó.

—¿Por qué? —repitió alzando la voz, Glen se puso en guardia—. Porque tu hijo se estaba apagando cada vez más a mi lado, porque no iba a poder soportarlo, y porque yo tampoco iba a poder aguantar.

—Lo que tuvieron no fue una simple pelea —Glen lo miró con atención.

—No se trata de eso, Glen, hace unas horas fue la única vez que estuvimos sin gritarnos o hacernos daño —dijo exasperado, Glen dio un paso atrás sorprendido.

—¿Qué? Mi hijo nunca…

—No sabes lo enojado que estaba, porque se le ocultó todo esto, porque se siguieron tomando decisiones a su espalda —Glen negó y lo tomó del cuello del traje acercándolo.

—Acabas de hacer lo mismo ¿no lo crees? —Marcus cerró los ojos por un momento y suspiró.

—Al menos será la última.

—Marcus, espero que no te arrepientas de esto. 

—¿Pueden venir? —preguntó Milo abriendo la puerta y estirando una mano.

Marcus se mordió los labios, la tomó y fue con él.

No importa que lo mataran, este Omega estaría bien con su familia, ese fue el único consuelo que tuvo en mente hasta que llegó el concejo.

******

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top