Recuerdo tus manías de estresarte por todo e inflar tus mejillas cuándo estabas aburrida, también que te preocupabas mucho, por todo y todos.

Eras un poco solitaria y triste, pero tú sonrisa era la más bella del mundo entero, también se que odiabas que yo estuviera mal y hacías cualquier cosa por verme mejor. Te gustaba aprender cosas nuevas y no dejabas de sorprenderme, amabas leer y escribir era más lo tuyo que lo mio.

No creías en el amor y a pesar de haber aceptado ser mi novia, tarde 2 años en que estuvieras tan locamente enamorada de mi como yo lo estaba de ti.

No creías en retener a las personas, no me prohibias nada, me alentabas a salir mientras tu dormías, no te importaba si salia con mis amigas siempre y cuando te llamara, nunca fuiste extremadamente celosa porque creías que eso era una perdida de tiempo.

Me enseñaste a amar de la forma más sana e desinteresada del mundo, me enseñaste que pequeñas y tontas notas entre mis cuadernos, los buenos días en mi móvil podían hacer que mi día fuera perfecto.

Hoy es el último día en que puedo escribirte porque mis dedos ya están muy cansados.

Nunca despertaste e eventualmente tuvieron que desconectarte.

Lloré por años y hoy se que será la última vez.

Te sigo amando cómo te lo prometí pequeña niña rara.

Nos vemos.

Con amor tú esposa.

— Yoonji.
84 años.