♕X.
La expresión en el rostro del rubio es de desagrado e irritación al detectar feromonas fuertes de otro Alpha rodeando a su prometido.
—¿Por qué hueles a otro Alpha? Es tan molesto.—comenta con visible enojo, Isagi traga duro y nervioso. Se había olvidado completamente de aquel detalle.
—¿Huelo a otro Alpha?—balbucea tímido y cabizbajo, con un profundo miedo de que el más alto se moleste mucho con él.
—Afortunadamente es leve y es...—sigue olfateando, por encima de la cabeza del menor quien se mantiene callado y ligeramente temblando. Kaiser abrió los ojos en grande al reconocer el aroma.—¿Te encontraste con Itoshi Rin?
—Solo fue algo muy breve, no pasó nada más.—comenzó a explicar nervioso, sin atreverse a mirar al Emperador. Ha escuchado de Alphas que son violentos cuando huelen un aroma a otro en su pareja. Además que Kaiser a veces actúa de manera impulsiva, por lo que es normal que sienta miedo y ansiedad.—
Además él ya se fue,—continúa para tratar de defenderse, siendo interrumpido por el mayor.
—¿Por qué luces tan nervioso y me explicas todo?¿Crees que me pondré furioso y armare una escena ridícula e innecesaria de celos?—cuestiona con duda, ofendido.—¡Ja!—bufa cruzado de brazos, realmente Isagi le tuvo mucho miedo hace unos instantes.
El menor se permite suspirar aliviado, pero a la vez se sorprende de la reacción de Kaiser. Madura y pacífica, no puede creerle viniendo de él. ¿Actúa de forma irracional cuando se trata de Barou pero no con un Alpha Rey?
—Perdón, mal pensé las cosas.—se disculpa con una pequeña reverencia.
—No me pondré celoso de un Alpha que no llega ni a mis talones. Sé mis virtudes y que jamás te fijarías en alguien más teniéndome a mi enfrente, sobre todo si estamos a pocos días de casarnos.—agrega el rubio, arrogante y con aires de visible superioridad.
Isagi quiso reír incrédulo. A final de cuentas, Kaiser no se sintió celoso porque supo que el aroma del Alpha se trata de alguien que conoce y que según el mismo rubio, no es rival amoroso para él. Alguien de quien no debe preocuparse.
—Eres demasiado egolatra, su Majestad...—opino en voz baja. Se asusto por nada, Kaiser es tan irritante. Actúa fácilmente de una forma que da miedo.
—¿Así le hablas a tu esposo?—advierte, claramente lo escuchó, pero Isagi ya no se sentirá otra vez intimidado.
—Por cierto, muchas familias nobles vienen a visitarte.—recuerda mientras cambia de tema.
Ambos caminan por los largos y bien decorados pasillos del castillo real. En dirección al comedor, pues ya es hora de merendar.
—Invitados que estoy obligados a tener a mi alrededor, aunque ellos ya se van enterando de mi compromiso, todavía no saben quien es el afortunado con el que él me casaré.—comenta relajado. Todavía recuerda a la pareja de nobles que insistieron en comprometerlo con su hija.
—¿No te importa lo que los demás vayan a decir?
—¿Decir de qué?—arquea la ceja con intriga, confundido.
—Esas familias ricas, o incluso otros Imperios y reinos, ¿No te importa lo que digan de casarte con un simple panadero?¿Alguien de estatus bajo?—menciona con una pizca de preocupación.
La reputación suele ser muy importante en estos días. Es algo que cree que nunca cambiaría sin importar la época en la que estén.
Kaiser es alguien que debe relacionarse con gente de poder y dinero. Él es el sol y los demás planetas giran a su alrededor. Isagi es una pequeña e insignificante estrella a lado de la enorme bola de fuego.
—Yoichi, yo al igual que tu, nacimos humildes, e incluso yo fui pobre, tu eras y eres clase media. Si bien corre en mis venas sangre de la realeza, no quita que era hijo de una sirvienta, y no me avergüenza ser un bastardo, es la realidad.—comienza a explicar con gesto serio y melancólico. Recordar sus orígenes, sobre todo a su preciada y difunta madre, le trae recuerdos, le pone muy sentimental.
Se ve envuelto en un estado vulnerable, emocional, sensible, un estado que no le importa reflejarse frente a su prometido quien lo mira atento.
Mientras continúan caminando, una de sus manos pasa por la espalda alta del Omega, como un abrazo.
—Pero también soy un Emperador.—dice autoritario y tragandose aquella sensación agridulce.—Tú no eres un simple panadero, eres el Omega más hermoso y dulce, más noble que cualquiera de esas familias que han venido a mi con malas pretensiones. Entre todos los Omegas que pueden venir a querer unirse conmigo, tú eres el único que vale la pena, y del único del que estoy enamorado.—confiesa con sinceridad y afecto, con un profundo cariño irreemplazable.
La manera de expresarse del Alpha le resulta increíble, lleno de gracia y elegancia. Isagi se cautiva por la forma en que su Majestad se expresa de él, como si fuese lo más preciado e importante para él. Por unos instantes, su pecho se calienta y su corazón se acelera.
Por unos miserables segundos, cree sentir lo mismo por el Alpha a lado de él, aquello que ha querido enterrar e ignorar en lo mas profundo de su ser.
Por un fugaz momento, se le olvidó la promesa que se hizo de nunca darle la oportunidad al Alpha de volverlo a enamorar y lastimarlo. Siente mariposas en su parte baja y piensa lo bonito que sería ser la madre de los cachorros de Michael. Sus mejillas se calientan ante aquel fugaz como tierno pensamiento.
¿Por qué su Omega ha caído por el Emperador pero Isagi sigue aferrándose a no amarlo?¿Por qué su corazón se ablanda ante el Alpha rubio?
—Isagi Yoichi, yo solo quiero que me ames.—se detiene en su caminata, tomando las manos del más bajo quien le mira a los ojos, perdiéndose en el hermoso azul cielo de Kaiser. El nombrado esta seguro de nunca haber visto ser mas hermoso que su Majestad. Se siente mal, porque cree que le esta siendo infiel a su amado Barou.—No quiero hacerte daño, no quiero que sufras.—jura con afecto y sinceridad, besando suavemente los nudillos de las pequeñas manos del Omega, haciendo suspirar al menor.
—¿De verdad?
—Sé que el matrimonio conmigo no es algo que tu querías, pero te juro que te haré feliz y no te faltara nada, ni a tus padres ni a tu hermana. Y él otro estará bien, no le hará nada tampoco.—confiesa, deseando y ansiando que Isagi le corresponda o al menos, dejé de ser frio con él.
Solo quiere su atención, su cariño y sus besos.
—Te creo...
—Sé que todavía no nos hemos casado pero, ¿Podrías dormir conmigo esta noche?—pide gentilmente, con una sonrisa preciosa que hace temblar al Omega y se le hace tan difícil rechazarlo.
Isagi esta seguro de que Kaiser no intentará nada, en aquella petición, no encuentra ninguna doble intención, solo una honesta confesión de querer compartir la cama para descansar, para soñar y dormir.
En todo este tiempo el Alpha ha respetado su decisión, él no querer entregarse a él hasta que estén solemnemente casados. Por lo que solo asiente sin preocuparse mucho, confiando en que solo dormirán.
[...]
En la penumbra de la habitación real, la imponente cama matrimonial del Emperador se extiende majestuosa, un testimonio del lujo y la belleza. Los dos cuerpos yacen separados por la vasta extensión de lino y terciopelo, como dos polos magnéticos que se resisten a tocarse.
El delicado crepitar de las velas apenas ilumina la estancia, dejando al descubierto la belleza sobria de la decoración imperial. Isagi, acostumbrado a la sencillez de su vida como panadero, se encuentra sumido en un mundo de opulencia y grandiosidad que apenas puede comprender.
Cuando se case con Kaiser, ¿podrá acostumbrarse a los lujos de una nueva vida de la realeza?
Aunque la cama es lo suficientemente grande para albergar reinos enteros, el frío de la noche penetra en los huesos de Isagi. A pesar de la promesa de no buscar dobles intenciones, el abrazo tibio y reconfortante de su Majestad resulta ser un bálsamo inesperado contra el gélido ambiente.
La mirada de Yoichi se pierde en la oscuridad mientras admira en silencio el rostro sereno de Kaiser, sus cabellos dorados extendiéndose como un halo sobre la almohada. Aunque juró no enamorarse, su lado Omega no ayuda a mantenerse fiel a aquella promesa.
Sus instintos más primitivos quieren construir un nido acogedor en el calor proporcionado por el Alpha dormido.
Isagi se acurruca cómodo en el cuerpo de Kaiser, buscando su calor y protección. Ronronea gustoso por el contacto, por el encantador aroma a canela y rosas del Alpha que lo adormece hasta quedarse dormido entre los brazos del mayor.
[...]
A la luz matutina que se filtra entre las cortinas de terciopelo, Kaiser despierta antes que su amado Omega. El sol pinta de tonos cálidos el balcón de la habitación real, iluminando la escena como si fuera un cuadro renacentista. La atmósfera esta impregnada de una calma embriagadora, como si el mismo universo hubiera decidido hacer una pausa para admirar el cuadro que se revela ante sus ojos.
Yoichi, ajeno al mundo que está a su alrededor, yace profundamente dormido. Sus rasgos, que la noche anterior habían sido testigos de la danza de emociones y confusión, descansan ahora en una serenidad que solo el sueño puede ofrecer.
El Alpha, sintiendo una chispa de ternura en su pecho, no puede resistirse a contemplar al Omega que descansa a su lado. El cabello oscuro de Isagi ha crecido sutilmente durante esos días, cayendo en cascada hasta los hombros. Su nariz respingona y sus labios, que en ocasiones se entreabren ligeramente, son la esencia misma de la belleza que descansa ante él.
Sin poder contener la admiración que brota de su ser, Kaiser se inclina y deposita suavemente besos en cada rincón del rostro de Isagi. Cada beso es como una promesa, un susurro de ternura que intenta comunicar todo lo que sus palabras a veces no alcanzan a expresar.
—Tu belleza es etérea, como la luz de la mañana que danza en tu piel.—susurra Kaiser, las palabras acariciando el aire en la habitación.—Eres mi sol cálido, mi felicidad...
La habitación, impregnada de un silencio respetuoso, es testigo de la intimidad de aquellos instantes. Kaiser está cautivado por la figura dormida de Isagi, se deleita en cada detalle, de las suaves feromonas que desprende el Omega, consciente de cuanto adora la idea de despertar todas las mañanas a lado de la persona que ama, que dentro de poco será su esposo y gobernará con el Sacro Imperio Romano.
A lado de Isagi Yoichi.
[...]
Muy lejos de los sucesos anteriores, en medio de la invasión a tierras extranjeras...
No ha sido una tarea fácil, pero por fin, la hermana mayor de Isagi Yoichi; Wataru, se ha encontrado con el pretendiente de su hermano en esta invasión territorial.
Ahora solo queda buscar la forma de regresar a casa, la Alpha se siente tan intranquila de haber dejado a su hermano en un momento donde el Imperio pacífico que antes conocían, ha cambiado radicalmente en poderío de su actual Emperador.
No obstante, sus planes se ven interrumpidos cuando tanto ella como el joven Alpha Barou, son reunidos y trasladados a un enorme barco donde viaja la mano derecha de su Majestad quien ha venido a por ellos.
Alexis Ness, implacable y ágil, ejecuta sin dudar las órdenes de su Emperador.
—¿A dónde nos lleva?—pregunta con poca formalidad Barou, tan intrigado como la hermana de Yoichi.
A pesar de que están alejándose de la guerra, ninguno de ellos se siente más tranquilo en presencia del Alpha de cabello castaño y ojos púrpura.
—No deben temer, su Majestad Kaiser me mando para traerlos a casa.—explica brevemente con una sutil sonrisa.
—¿Sólo a nosotros?—cuestiona Wataru confundida, dudosa. No duda en sospechar de las intenciones del contrario.
—Lo que pasa es que han sido invitados.—responde encogido de hombros y tarareando una canción.
—¿Invitados a dónde?—pregunta Barou confundido. Aunque a diferencia a Wataru, él no desconfía tanto de su Majestad.
En el fondo, late ansioso por reunirse pronto con su amado Yoichi.
—¡A su boda!—responde con emoción y una gran sonrisa, mirando el inmenso mar.
Los tres están en cubierta.
—¿Su Majestad se casa?—cuestiona Wataru tan impactada como sorprendida, le cuesta creerlo.
Obviamente Barou no sabe porque la Alpha reacciona así, a él le da igual con quien se case su Majestad, pero lo que le deje en duda e intriga es porque los habrán invitado a su boda, sobre todo para recibir la invitación en persona.
Mientras que la Isagi está desconcertada ya que todavía recuerda que Kaiser había declarado su amor a su hermanito, ¿ya tan pronto se olvidó de él?
—Será una boda magnífica.—contempla ansioso.
—No entiendo, ¿Por qué se nos ha invitado personalmente?—expresan ambos confundidos.
Ness ríe desquiciado.
Ninguno de los dos recibió respuesta.
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Palabras: 2,168
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: Lunes 19 de febrero del 2024
Fandom: Blue Lock
Nota del escritor:
La neta esta madre no la iba actualizar hasta quien sabe cuando, pero ayer tenia antojo de escribir omegaverse kiis y me acorde de este fic sin terminar.
Dato curioso: yo tenía este capitulo escrito en borrador desde el 27 de diciembre del año pasado. Nunca lo terminé, lo tenía muy poco avanzado, solo tenía las bases del cap.
En fin, no sé cuándo vuelva actualizar o si lo haré.
Hasta la próxima!
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