♕II.

Capítulo censurado



Isagi Yoichi tendría unos quince años cuando que se manifestó como un Omega.

Tal vez aquello fue la excusa perfecta para que su mejor amigo, Michael, empezará actuar sobreprotector y un tanto posesivo con el oriental. Porque, ¿Quién podría resistirse a las suaves y encantadoras feromonas de Yoichi?

Debe protegerlo a toda costa de cualquiera que quisiera dañar lo o aprovecharse de él.

Por carne propia lo ha experimentado, existe gente muy cruel en este mundo. Yoichi es demasiado ingenuo y amable como descuidado, no entiende que solo trata de protegerlo y cuidarlo, es tan bonito que cualquiera quisiera secuestrarlo.

¿Será solo un sentimiento de hermandad o acaso había algo más que lo tiene prisionero de los encantos del Omega nipon?

(...)

En el bullicioso escenario de la capital del Sacro Imperio Romano, Isagi Yoichi, el joven azabache panadero de todavía quince años, se pasea por las empedradas calles de la poblada ciudad. Su atuendo, aunque simple y sencillo, refleja un toque de modestia elegante que se ajusta perfectamente a su cuerpo. Lleva una camisa de lino blanco de mangas largas que resalta su delicada figura Omega. La camisa se ajusta suavemente a su cintura antes de caer en pliegues sutiles que se mezclan con pantalones oscuros de tela resistente. Un delantal de lino crudo esta atado a su cintura, manchado con las huellas de la harina de su trabajo en la panadería. Sus feromonas son suaves y sutiles, tranquilas.

Simplemente lo han mandado a hacer un mandado hacia algunas varias cuadras de su hogar, nada cansado. Lleva incluso una canasta con el encargo que le pidió su adorada hermana Wataru, y en la casualidad, durante el camino de regreso se encuentra a su amigo de la infancia, y tal vez de los pocos que tiene ese título preciado de ser su amigo cercano.

A su lado camina Michael, un poco robusto, soldado del Emperador quien solo le saca media cabeza. Vestido con su impecable traje de guardia del Palacio Imperial, el rubio resuelta ser un contraste evidente con su amigo Omega. El uniforme esta confeccionado en una tela escarlata que destaca su estatura y tez blanca. Los botones dorados de su chaqueta contrastan con la oscura capa azul de terciopelo que lleva sobre el hombro. Su espada, una obra maestra de artesanía, esta envainada a su lado, un recordatorio constante de su deber como protector de la ciudad, y que por supuesto, que a pesar de su joven edad resulta ser alguien muy hábil.

Más de una mirada se lleva el Alpha, no sólo por el uniforme, sino por su facciones y rasgos masculinos tallados cual obra de arte.

Varias jóvenes de la ciudad, en su gran mayoría Betas, no le apartan la mirada de encima. Murmuran que seguramente su belleza es una bendición de la Diosa de la belleza y el amor, Afrodita.

Mientras caminan por las concurridas calles adoquinadas, Michael no puede evitar mostrar su preocupación y posesividad hacia Isagi. La conversación se entremezcla con destellos de orgullo por sus habilidades con la espada, diciendo que apenas lleva un par de semanas aprendiendo y se ha convertido en alguien muy bueno a comparación de otros jóvenes de su misma generación.

—Michael, en serio, no tienes que preocuparte tanto por mí.—dice Isagi, su voz tranquila pero firme.—Sé cuidarme por mí mismo, y además, ya no soy un niño.—suspira irritado de tanta atención por parte de su amigo.

Desde que se manifestó como un Omega hace un par de meses, el rubio se ha vuelto tan sobreprotector que a veces le resulta irrtante y tan hostigante.

Michael, mirando hacia abajo con sus ojos azules claros y brillantes, sonriendo con seguridad mientras habla, dice:

—Lo sé, Yoichi, pero no puedo evitar preocuparme. Eres mi amigo, y no soportaría si te pasara algo.—Sus dedos acariciaron suavemente el hombro del contrario, un gesto protector como afectivo.—Últimamente la ciudad ya no es tan segura como antes.—agrega con molestia, estos años la delincuencia ha aumentado a comparación de otras temporadas.

Isagi suspira pero comprende las palabras de su amigo, sus padres también hablan mucho acerca de la seguridad en la capital, su rostro se ilumina con una sonrisa amigable.

—Lo sé, Michael, y aprecio mucho que te preocupes por mí. Pero debes tener confianza en que puedo cuidar de mí mismo.

El nombrado asiente, aunque su expresión sigue siendo aprensiva. Yoichi se le ocurre mencionar el tema de las practicas de espada al Alpha para que así cambie de tema.

—No puedo evitar practicar mi manejo de la espada. Debo estar preparado para protegerte en caso de necesidad. De hecho, estoy seguro de que soy el mejor espadachín del Palacio Imperial.—agrega fanfarrón, Isagi solo ríe ante sus ocurrencias. Su amigo es muy engreído muchas de las veces.

La diferencia de estatura entre los dos es evidente mientras continúan su camino, lo que enfatiza aún más la necesidad del Alpha de proteger a Yoichi.

El sol se pone lentamente sobre las callesjuelas empedradas de la capital del Imperio Romano mientras Isagi y Michael finalmente llegan a la humilde panadería que el propio Omega llama hogar. El aroma tentador de pan recién horneado flotando en el aire, envolviéndolos en una sensación de comodidad y familiaridad. Es un rincón modesto pero acogedor en medio del ajetreo y el bullicio de la ciudad.

La luz dorada del atardecer pinta tonos cálidos en las paredes de piedra de la panadería cuando Michael se detiene en la puerta, su uniforme de guardia imperial contrastando con la simplicidad del lugar. Hay una tensión palpable en el aire mientras los dos amigos se miran, sabiendo que este momento de despedida debe llegar.

Michael toma su tiempo antes de hablar, sus ojos azules buscando a los de Yoichi. Luego, con una determinación visible, se inclina y le roba un beso en la mejilla, peligrosamente cerca de sus labios. Isagi siente un calor arrepentido subir a sus mejillas, sus ojos se abren sorprendidos por la audacia y el descaro de su amigo.

—Michael, ¿qué... qué estás haciendo?— balbucea el azabache, sus mejillas aún ardiendo mientras toca su mejilla donde el beso había caído. Mirando a los lados para confirmar que nadie de su familia lo haya visto, por suerte, todos están en la cocina muy ocupados.

Michael se mantuvo cerca, sus ojos fijos en el Omega mientras habla con sinceridad y franqueza.

—Lo siento, Yoichi, pero no puedo ocultarlo más. No te quiero solo como amigo o como hermanos. Te quiero de una manera más íntima.—es directo, mirando intensamente al azabache, sus ojos cargados de sentimientos fuertes.

Isagi se siente abrumado por la confesión audaz del mayor. No sabe cómo responder a estas palabras que son nuevas y desconcertantes para él. Mira hacia abajo, inseguro de cómo expresar sus sentimientos.

——Michael, yo...—Isagi comienza, traga duro y su voz apenas un susurro.—Yo te aprecio mucho, eres una parte importante de mi vida, pero esto es inesperado...—traga nervioso, ya que aprecia demasiado al rubio y no quiere romperle el corazón.

No quiere que las cosas entre ellos se arruinen.

Michael se acerca con tristeza, comprendiendo la confusión de su amigo.

—Lo sé. No espero que sientas lo mismo de inmediato. Solo necesitaba decirlo. Prometo que te daré tiempo.

Sin embargo, antes de retirarse, Michael hace una promesa que llena el aire con expectativa y ansiedad. Con ilusiones y esperanzas.

—Algún día, Yoichi, te construiré una casa más grande. Podremos tener nuestra propia panadería ahí, y vivir juntos como una pareja de amantes.

El Omega lo mira con ojos entrecerrados y su corazón latiendo fuerte, caliente y cosquillando. Aquello sonó demasiado dulce a sus oídos, es como si le estuviera proponiendo matrimonio.  Pero ambos todavía son muy jóvenes para pensar en matrimonio, ¿No?

—Michael, eso es demasiado. Mi panadería es mi vida, mi hogar.

El Alpha le acarició la mejilla con ternura. No resiste la sensación caliente y estremecedora de sentir la piel ajena bajo sus dedos.

—Sé que amas tu panadería, Yoichi, y yo también. Pero quiero estar a tu lado, cuidarte y protegerte. Aunque solo como amigos, si eso es lo que quieres.

Isagi se quedó en silencio, sus pensamientos dando vueltas en su mente. No quiere lastimar a Michael, pero también necesita tiempo para entender sus propios sentimientos. Además que no importa por donde lo vea, aquello suena a una confesión para ser una pareja.

—Michael, por favor, no vuelvas a besarme de esa manera.—pide el azabache con timidez, sus ojos encontrando a los de su amigo.

El nombrado se acerca con tristeza y se retira de la puerta, su expresión es una mezcla de valentía y nerviosismo.

—Lo siento. No pude resistirlo. Cuídate.—se disculpa. Agregando que regresaría para su cumpleaños que sería dentro de las siguientes semanas.

Mientras Michael se aleja, Yoichi se queda en la puerta, sumido en sus pensamientos. En ese momento, en su pequeña panadería, se enfrenta a una encrucijada emocional que podría cambiar su vida para siempre.

(...)


La luz tenue de una vela parpadea en la habitación de Isagi Yoichi mientras él se recuesta en su cama, perdido en pensamientos tumultuosos. Las sombras danzan en las paredes de piedra, creando un ambiente íntimo y contemplativo. El aroma del pan dulce horneado que aún impregna su ropa se mezcla con el suave olor a cera derretida de la vela que ilumina parte de la habitación.

Isagi esta en conflicto, su mente revoloteando como una bandada de pájaros inquietos. Recuerda el beso inesperado de Michael, el calor en sus mejillas y el nudo en su estómago. ¿Qué significa todo ésto? ¿Esta acaso enamorado de Michael? Las palabras de su mejor amigo resuenan en su cabeza, prometiendo una casa más grande, vivir juntos... ¿Es eso lo que Michael quiere?

El corazón de Isagi late con fuerza, y su mente divaga por los recuerdos de su amistad con rubio. Habían compartido risas, secretos y momentos especiales durante años. Michael siempre ha sido un apoyo constante en su vida, pero nunca antes había sentido esta avalancha de emociones.

Admite que el Alpha es parcialmente atractivo, tal vez muy apuesto y fuerte, pero a veces es un engreído y fanfarrón, además de sobreprotector y un tanto territorial con él.

A medida que reflexiona, una sensación inusual comienza a extenderse por su cuerpo. Un calor profundo y pulsante se apodera de su pecho, y sus mejillas se encendieron en un tono carmesí. Las palabras de su madre sobre el inicio de su período de celo resonaron en su cabeza. La realización lo toca como un rayo: el calor y la tensión que siente, la confusión sobre sus sentimientos por Michael, todo esta relacionado con su ciclo natural como Omega.

El celo, esa etapa intensamente hormonal que solo los Omegas y Alphas experimentan pero a diferente medida, había llegado de manera inesperada. Y, en medio de toda la confusión y las emociones, Yoichi se siente abrumado por un nuevo tipo de deseo, una necesidad profunda e instintiva que no puede ignorar.

Su mente se llena de pensamientos confusos mientras su cuerpo lo impulsa hacia un territorio desconocido, sus manos viajan inquietas desde su vientre hasta su pecho, subiendo su prenda para dejar al descubierto esa zona.

No deja de pensar en sus palabras y sus ojos mirándole, su cabeza se llena de ideas de lo que sería vivir junto con él.  ¿Cómo una familia?

Todos saben que cuando un Alpha y un Omrga viven bajo el mismo techo sin ser parientes, es porque se van a aparear, conlleva a formar algo mucho mas serio.

¿Michael quiere apararse con él?¿Quiere hacerle cachorros?

[...]

El primero de abril cae en época de primavera. El clima es perfecto y varias flores florecen embelleciendo el Imperio.

El día había llegado, el decimosexto cumpleaños de Isagi Yoichi. Había estado esperando ansiosamente la ocasión, pero sobre todo, esperando ver a su amigo Michael, quién había dejado una sensación sobre su corazón. Esta seguro de que el rubio vendría, después de todo, esté se lo prometió y él es un hombre de palabra.

Desde aquella última vez que se vieron hace semanas, poco antes del celo Yoichi, no volvió a saber nada más de él.

Isagi pensó que podría tratarse de que tiene muchas tareas como soldado Imperial, por lo que no se preocupó a pesar de que extrañó verlo durante todo este tiempo.

Sin embargo, el tiempo avanzó implacable, y Michael nunca llegó. Ni esa noche, ni al día siguiente, ni en las semanas que siguieron. Los días se convirtieron en meses, y la promesa de la confesión del Alpha pareció evaporarse en el aire. Yoichi se sintió defraudado, una sensación de decepción que pesa en su pecho como una pérdida.

Las emociones se mezclaron dentro del joven Omega: preocupación, frustración y desilusión. ¿Por qué Michael no había aparecido? ¿Por qué no se había comunicado de alguna manera? Incluso si su trabajo como soldado es muy importante y ocupado, Isagi esperó al menos una carta o un recadero para explicar y justificar su ausencia. La falta de explicación hacía que la herida sea aún más profunda y difícil de perdonar.

El Omega se encontró atrapado en un torbellino de emociones. Se siente herido, abandonado y frustrado. Había construido ilusiones y sueños sobre lo que podría ser su relación con Michael, hablarrlo con sus padres, pero todo se había desmoronado en su ausencia silenciosa.

Con el tiempo, Isagi tomó una decisión amarga. Juró que nunca volvería a ilusionarse de la misma manera. Había aprendido una lección dolorosa sobre la incertidumbre de las relaciones y la necesidad de proteger su corazón de futuras decepciones. Aunque todavía siente la pérdida de la amistad que habían compartido, Yoichi se obligó a seguir adelante, con la resolución de ser más cauteloso con sus sentimientos en el futuro.

No le volvería a dar la oportunidad al Alpha de jugar así con él, nunca más.















Palabras: 2,540
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de Publicación: Domingo 01 de octubre del 2023
Fandom: BlueLock
Au: Omegaverse–Época
Nota del escritor:
Es probable que vuelva actualizar hasta el viernes o sábado.
Nos vemos la próxima!

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