"Perdidos en la Oscuridad"
Todo esto tenía que ser una broma. Una maldita broma de mal gusto. Simplemente no podía ser verdad...No podía. ¿Por qué? ¿¡Por qué debían pasar por estas circunstancias!? El karma actuaba en contra de ellos de una manera inimaginable. Siendo cazados por sus propios demonios ahora solo podían observar mientras la obscuridad devoraba sus almas y violaba sus corazones. La tortura en la que ahora se encuentran, aquella desgarradora y perturbadora pesadilla, estaba comenzando. Esto era solo el comienzo. La realidad azota con fuerza y esta situación no era la excepción, las noticias cayeron como baldes de agua helada. Gélida realidad.
Despreciados. Abandonados. Malditos por la eternidad. ¿Era esta la vida que tendrían que llevar? Por un momento pensaron que podían cambiar...vieron un futuro donde la luz era parte de ellos también, pero era todo una ilusión. Una dulce mentira.
Ahora les tocaba despertar y regresar a donde pertenecían atrapados por toda la eternidad en el abismo de las monstruosidades, los renegados...los exiliados.
-¿Cuándo desaparecerá el dolor?- preguntó Ken al Profesor, horas habían pasado desde que los chicos habían sido regresados a la normalidad. La condición de las chicas no había cambiado, el punzante dolor en el pecho las restringía de cualquier actividad, sin importar cuantos análisis o pruebas de sangre el Profesor Utonium realizara la respuesta a este desconocido dolor no aparecía en ninguna parte.
-No puedo decir con claridad- dijo el Profesor Utonium después de dar un largo sorbo a su novena taza de café- El dolor que experimentan las chicas es único en su especie, no logro descifrar que lo ha causado, mucho menos como detenerlo.
-Pero usted podrá hacerlo, ¿o no Profesor?- preguntó Ken, sus ojos hinchados no soportaban más...años había disfrutado a lado de las chicas y el pensamiento de perder las le partía el corazón. ¿Por qué esto volvía a suceder? La vida de las chicas ahora peligraba a cada momento, siempre había algo nuevo que azotaba contra ellas...que las destrozaba...que las mataba. Nuevamente debía ver a su propio padre desesperarse para salvar la vida de aquellas tres chicas a quienes amaban como parte de su familia.
-Eso espero- dijo el Profesor al borde de la histeria, comprendía la preocupación de su hijo, él mismo estaba pasando por esa misma situación. -Sigo buscando algo, una pequeña pista, lo que sea que me pueda decir o explicar lo que le puede estar sucediendo a las chicas.
-El tiempo avanza y no muestran mejoras- dijo Poochie, no pensaba dejar el lado de Ken en estos momentos. A pesar de ser inmensamente maduro, seguía siendo un pequeño chico en busca del reconocimiento de su padre junto con el amor incondicional de su madre y tres hermanas.
-Dudo que las muestren- opinó el Profesor- Los Rayos Z Negros que parecen estar incrustados en sus cuerpos se niega a salir, ni siquiera el extractor podría sernos de ayuda.
-¿Cómo es que Rayos Z Negros tan poderosos lograron penetrar sus cuerpos?- preguntó Ken
-Algo o alguien debió haberlos implantado en ellas, no sé cómo ni mucho menos cuándo...pero estoy seguro que los implantaron para aniquilar a las chicas permanentemente- explicó el Profesor Utonium mientras por el rabillo del ojo cuidaba a sus tres chicas.
-¿Pero quién?- preguntó Poochie.
-No lo sé Poochie- contestó el Profesor Utonium.- Pero les puedo asegurar que incluso los RRBZ pueden estar en peligro.
Con Kaoru y Butch...
Recargada en la pared, Kaoru descansaba sosteniendo una bolsa de hielo en su mandíbula tratando de evitar que esta se hinchara del golpe que Butch le había otorgado cuando no se encontraba en sus cinco sentidos...o eso pensaba ella. El dolor en su pecho desistía por algunos minutos para después azotar con fuerza destruyendo los intentos de Kaoru para mantener la compostura. Con cada ciclo que su pecho provocaba la sensación de su corazón siendo estrujado, comenzaba a delirar atormentando al azabache que se sentaba a su lado. Preocupado y angustiado, Butch hacía su mejor intento para aliviar a la pelinegra.
-Muñeca, me preocupa el verte así- dijo Butch con tono burlón a pesar de que por dentro su alma se estaba quebrando.
-Ya te he dicho que no me llames muñeca- contestó Kaoru de mala gana, a pesar de estar en condiciones críticas no dejaba de mostrar fuerza, su orgullo le impedía ceder ante él.
-Pero es mi marca personal- se quejó Butch haciendo un puchero con sus labios.
-¿Marca personal?- preguntó Kaoru con sus mejillas sonrojadas y un destello de ira apareciendo en su mirada- ¿Qué acaso soy de tu propiedad?
-Ya te lo había dicho antes- dijo Butch antes de acercarse peligrosamente a los labios de Kaoru quien no supo que más hacer aparte de quedar estática, congelada en su lugar.- Tu eres mía y sólo mía.
-No soy trofeo que puedas quedarte y exhibir.- dijo Kaoru avergonzada por el recuerdo bochornoso de cuando el la tomó por su cintura y la beso...y ella solamente le correspondió.
-No- dijo Butch con seguridad- Ningún trofeo se compara contigo...
-¿Disculpa?- preguntó Kaoru, en verdad no estaba acostumbrada a esto...y posiblemente nunca lo estaría.
El calor en sus mejillas la incomodaba, la imagen de corazones le parecía ridículamente tonto, sin mencionar el torbellino que sentía revolver su estómago. Todo era tan nuevo...desagradablemente nuevo, pero de cierta manera le encantaba. ¿Estaba enamorada? No. No podía...¿o si? El amor no había llegado para ella, en ocasiones había llegado a salir con uno que otro chico...pero no era especial.
-Es sólo que...-las palabras de Butch comenzaron a fallar en cierto aspecto; su lengua parecía un nudo al tratar de hablarle a Kaoru de una manera honesta, ¿por qué le costaba trabajo decir aquello que llevaba pensando por horas?
-¿Que sucede?- preguntó Kaoru, ¿acaso Butch estaba nervioso? De ninguna manera, no tenía razón para ponerse nervioso...¿o sí? No. Era ridículo pensar que ella podría poner a Butch nerviosa, negó ese tipo de pensamiento y se encerró nuevamente dentro de ella...era lo único que sabía hacer en este tipo de situaciones.
¿Qué más se podía hacer? No era femenina...ni mucho menos delicada. Era ruda, tosca, salvaje, no una chica linda o delicada. Hablaba con chicos y se llevaba bien con ellos...pero sólo eso. No le interesaban las relaciones "más que amigos," no era su estilo. No estaba interesada en ellas y por lo tanto no se involucraba en ellas. El como actuar con alguien que te gusta, como llamarle la atención, como arreglarse para una cita eran cosas que la pelinegra nunca llegaba a pensar...y ahora que algo dentro de ella quería despertar, simplemente no sabía como actuar.
-Es que...la verdad es que yo...- ¿Lo iba a decir? ¿Estaba seguro de lo que quería decir? ¡Confusión! No podía decirle...algo dentro de él no quería decirle.
Sus nuevos poderes, su vida como villano, dejar todo eso por ella sonaba...ridículo, ¿no? No podía renunciar a lo que era por una persona, ¿o si?
-No puedo, ¿por qué no puedo?- rascando su mejilla Butch guardo silencio con la mirada abajo.
-¿No puedes que?- preguntó Kaoru confundida, ¿qué rayos le había pasado a Butch? Que el más rudo de los RRBZ de repente comenzara a balbucear y ponerse nervioso antes de ponerse serio y callado no es lo que muchos llamarían "normal."
-No tengo la menor idea muñeca.- dijo Butch después de un momento.
-No me digas muñeca.- regañó Kaoru otorgándole a Butch un ligero golpe en el hombro con la pequeña fuerza que aún quedaba en su cuerpo.
-No sentí nada detrás de ese golpe- dijo Butch preocupado- Estas empezando a golpear como Boomer.
La chica de cabello azabache no pudo evitar reír, el pelinegro sonrió al ver lo que sus palabras podían provocar. Una hermosa sonrisa en el bello rostro de su muñeca, de su Kaoru.
-Me encanta tu sonrisa.- dijo Butch sin percatarse de las palabras que abandonaban sus labios. Kaoru al oír esto quedó estática, ¿acaso había escuchado bien? ¿Acaso estaba alucinando?
-¿Qué has dicho?- preguntó Kaoru, de los nervios el aire comenzaba a faltar en sus pulmones. ¿Por qué? No tenía la menor idea, lo que sí sabía era que el color en sus mejillas inundaba su rostro al igual que su cabeza se sentía llena de aire.
-Que...- nuevamente nervioso Butch no pudo aguantar más, así que hizo lo que mejor sabía hacerla enojar.- Que te ves como gorila.
-¿Gorila?- Joder. Simplemente joder. Su mente había jugado con ella, por supuesto que Butch jamás le diría que le encantaba su sonrisa, ¡que idiota había sido! ¿Por qué le habría de gustar algo en ella?
-Si, son primates parientes de Mojo Jojo- explicó Butch intentado ganarse un golpe de Kaoru, más Kaoru se le quedaba viendo al suelo.
-Aléjate de mi.- tomando toda la fuerza restante en su cuerpo, Kaoru se levantó y alejó de Butch. Atónito Butch no supo que hacer aparte de dejarla ir...tal vez fuera lo mejor.
-¿Qué se supone que debo hacer? Yo...yo no quiero la responsabilidad de decidir este tipo de situaciones. ¿Estaré enamorado? Lo dudo, o más bien no lo sé...ni siquiera sé que es el amor o cómo se siente que te amen o el amar a alguien. YO soy un villano, ELLA una heroína...dos mundos diferentes. ELLA es humana mientras que YO soy un experimento. ¿Los experimentos se pueden enamorar? ¿Los experimentos pueden ser felices?-
¿Acaso Kaoru esperaba que Butch la siguiera? No...en realidad sí. Muy al fondo de su mente Kaoru podía aceptar el hecho de querer que Butch estuviera a su lado en ese momento. No quería estar sola...no ahora.
-Maldita sea.- Maldijo entre dientes mientras una nueva ola de dolor atizaba todos sus sentidos. Agujas parecían perforar su piel y taladrar sus huesos, no podía detener sus piernas de sacudirse una contra la otra prohibiendo le huir, sus costillas colapsando mientras el grito agonizante de su mente siendo torturada inundaba su cuerpo.
-¡Kaoru!- el tan solo verla sufrir un ataque de esa magnitud era suficiente para zafar a Butch de sus propios pensamientos. Corrió a su rescate, su princesa estaba en peligro.
-Te he dicho que te alejes- su voz raspada y apunto de sucumbir, no tenía fuerzas tan siquiera para observar el rostro del pelinegro mientras éste la rodeaba con sus musculosos brazos.
-No te dejaré sola- dijo Butch con toda seguridad del mundo, ¿por qué? ¿Por qué tenía que decir cosas así sin encontrar el significado detrás de ellas? No eran solo palabras ni promesas sin sentido, para él significaban algo, más aún no descifraba el qué.
-No necesito de tu ayuda- se defendió Kaoru con brusquedad, tal vez algo dentro de ella se negaba a caer- No te necesito. Punto.
-Pues yo a ti, si- había hecho su confesión y no planeaba retirarse en sus palabras.
El cuerpo de la azabache en instantes se tensó, el color invadió sus mejillas como si intentase imitar a un tomate en temporada.
-¿Qué?- preguntó Kaoru, aún sin poder procesar las palabras
-¿Qué acaso no has escuchado?- preguntó Butch cansado y a la vez furioso, tanto sentimiento confundía su cerebro. Esto no era lo suyo. Golpear, robar, ser rudo, los deportes, éso era lo suyo. Comprender los sentimientos que azotaban su corazón no es algo en lo que el verde se concentre mucho.
-Yo, Butch, te necesito a ti, Kaoru, para ser capaz de seguir adelante- su confesión había sido declarada, las palabras habían abandonado sus labios como si hubiese leído su libro favorito, como si las hubiera ensayado miles de veces frente al espejo. Y ella simplemente se quedó atónita. Sin palabras.
Su corazón palpitaba demasiado rápido para que pudiera mantener la cuenta, de cualquier manera en mala en matemáticas. Su respiración era agitada, tal vez por el dolor o por el aire que el chico le había logrado arrebatar con tan sólo unas palabras. ¿Acaso era cierto lo que decía? No podía creerle, no quería creerle. ¿Acaso había ella, Kaoru Matsubara, cautivar a un chico?
-¿Será que mi belleza te ha dejado sin palabras?- preguntó Butch con burla, mejor para él que Kaoru no le respondiera con algún comentario cursi.
-No te halagues demasiado- avergonzada le contestó aún en sus brazos, se dejo llevar por el momento y dejó que su cabeza descansara en el pecho del verde.
-¿Cómoda?- se burló Butch con sus mejillas coloradas, el calor en su pecho se extendía por todo su cuerpo, le encantaba estar así con ella...sólo con ella.
-Calla- dijo Kaoru con brusquedad- Tengo un tremendo dolor de cabeza
-¿Y acostarte en mi pecho ayuda a que el dolor desaparezca?- preguntó Butch con burla mientras enredaba sus dedos en el cabello de ella, jugando y acariciándolo de manera lenta y adorable
-Si- respondió Kaoru sonrojada, aquellas caricias comenzaban a arrullarla- Así que no se te ocurra moverte
-No me movería aunque me lo pidieras- besando su cabeza, dejó que Kaoru se quedara acostada en su pecho
-Idiota- contestó Kaoru sonriendo, tal vez...sólo tal vez, podría estar enamorada.
-Pero me adoras- se burló Butch mientras la abrazaba de aquella manera tan dulce que había deseado. Ahora era capaz de sujetarla en sus brazos, abrazarla con el cariño que no lograba expresar en palabras.
-Tal vez si- dijo Kaoru causando que el corazón del pelinegro comenzara a agitarse con agresividad- O tal vez no
-Eres toda una provocadora, muñeca- dijo Butch con una sonrisa, no lograba cansarse de su humor. La adoraba. Tan agrevisa, tan violenta, tan perfecta en todo sentido para él y sólo para él.
-Así me amas- las palabras habían escapado sus labios antes de poder procesarlas. ¿Se arrepentía de ellas? No. ¿Quería saber la respuesta de Butch ante su comentario? Si. A pesar de querer hacerlo pasar como una pequeña broma, no podía ocultar que en su interior deseaba que no fuese una broma.
-Y no sólo por esa razón- contestó Butch nuevamente tomando por sorpresa a la chica que dormitaba en su pecho. Tal vez si era bueno con las palabras después de todo.
Con Miyako y Boomer...
Lágrimas que con las horas se habían secado ahora marcaban sus mejillas. Sus ojos, desbordando tristeza, ahora cazaban lo poco de felicidad que permanecía con él. No más destello en su sonrisa, no más vida en su alegría. Nada. No podía sentir nada sin ella.
¿Por ella y no él? ¿Por qué debía ella sufrir aquello? Verla en aquél estado destrozaba su alma, estrujaba cada gota de felicidad de su cuerpo. ¿Tanto le importaba Miyako? Si. Sin duda alguna.
En ningún momento se atrevía a dejar su lado, sujetaba su gélida mano intentando otorgarle calor. De vez en cuando secaba el sudor de su bello rostro, algunas veces le susurraba hermosas palabras a manera de apoyo. ¿Qué otra cosa podría hacer? Se sentía impotente ante la situación.
-Miyako- llamó Boomer nuevamente a la rubia mientras dormía, su tez cada vez parecía adquirir un color más pálido de lo normal, sudor dejaba marcas en sus empapaba sus mejillas, sus hermosos y delgados labios, tan perfectos para él, estaban secos y rotos, deshidratados. Parecía muerta sin estarlo.
-Boomer- débilmente contestó la rubia, su voz era quebradiza, el aliento comenzaba a hacerle falta, tanto dolor era insoportable para su pequeño cuerpo. Simplemente no estaba acostumbrada a ese tipo de martirio.
-Aquí estoy- contestó Boomer mientras depositaba un beso en su mejilla.
-Eres tan dulce Boomer- dijo Miyako con una leve sonrisa; el mirar a Boomer con aquella preocupación en sus magníficos orbes azulados la torturaba. La culpa la carcomía por dentro. ¿Por qué ella era la causa de todo su dolor? No deseaba ser la tristeza reflejada en sus orbes, mucho menos la agonía reflejada en su rostro. No, Miyako quería ser la felicidad en sus ojos, la alegría en su sonrisa...no en la desesperación de su alma.
-Tú eres aún más dulce- confesó Boomer con una sonrisa- Todo un dulce de miel
-¿Miel?- preguntó Miyako, el dolor no dejaba que su cuerpo reaccionara como usualmente lo hacia. Incluso sonreír aumentaba dolor en su pecho. El tan sólo mirar a Boomer y mantenerse despierta, eran dos actividades que agotaban toda su energía.
-Si- aseguró Boomer sonrojado- Eres la miel más dulce que he probado.
Cuidadosamente el rubio se acercó a los labios de Miyako, ¿se atrevería a besarla? Ya lo había hecho antes, en diferentes situaciones, más eso no disminuía las mariposas que azotaban su estómago. Se acercó aún más a sus labios, lo iba a hacer, tal vez...mejor no. Ligeramente depositó un beso en la esquina de ellos, no directamente sobre ellos. Y después se alejó con sus mejillas encendidas como luces en un árbol navideño.
-Boomer...- las mejillas de Miyako pronto imitaron las acciones del rubio de ojos azulados al iluminarse de igual manera.
-¿Qué sucede?- preguntó Boomer con curiosidad, el sólo pensar en su nombre siendo pronunciado de aquella manera tan delicada le resultaba tentador. Hacía que su corazón se acelerara a ritmos inimaginables para él.
-Me da vergüenza decirlo- evitó su mirada lo más que pudo, Miyako simplemente no se atrevía a dar un primer paso
-No tiene por qué darte vergüenza, Miyako- Boomer intentó asegurarla, calmar sus nervios y apoyarla. No entendía el por qué de sus acciones, mucho menos las reacciones que surgían entre ellos.
-Si tiene- se defendió Miyako, a unos minutos de morir de la pena
-Claro que no- dijo Boomer con la más sincera sonrisa que pudo ofrecerle a su princesa- Vamos, no pasará nada
-Tus besos- contestó Miyako de manera rápida, de manera que Boomer no logró escuchar lo que la rubia había confesado
-¿Mis qué?- preguntó Boomer, en verdad era muy tierno la manera en la que la observaba sólo a ella. Su gran tesoro.
-Besos- susurró Miyako lentamente, el color rojo tomando control de su cuerpo
-¿Qué tienen?- preguntó Boomer nervioso, ¿acaso había hecho mal en besarla? ¿Había sido una mala experiencia para ella? Recordaba haber tenido cuidado con su higiene personal, ¿será que le olía mal la boca?
-Me gustan- contestó Miyako levemente, no comprendía de dónde había conseguido valor para decir aquellas palabras. Simplemente habían fluido de sus labios como si fuese algo común, o algo que ya hubiese dicho antes decenas de veces.
-¿Acaso los besos te hacen sentir mejor?- preguntó Boomer a manera de burla pero aún teniendo un gran sonrojo en sus mejillas, el cual delataba sus verdaderos sentimientos.
-Sólo los tuyos- contestó la rubia a medio dormir, no estaba al pendiente de las palabras que escapaban de sus labios en forma de suspiros, su mente no procesaba las verdades que su mismo corazón gritaba a los cuatro vientos.
Boomer se quedó pasmado, no esperaba una respuesta tan directa de parte de Miyako, es más, no esperaba ningún tipo de respuesta. En su momento, Boomer simplemente rezaba por la oportunidad de que Miyako no hubiera escuchado su comentario. Más ahora, se encontraba sin palabras. Anonado. Completamente atontado. Y todo por ella. Sólo ella.
-En ese caso- comenzó a decir Boomer con sus mejillas color carmín- Tendré que darte muchos besos para que te recuperes más rápido
Lo había planeado como una simple broma, sus nervios habían hecho que de su boca se formularan las palabras antes de tener la oportunidad de procesarlas. No pretendía ser juguetón con ella, simplemente no supo de que otra manera responder ante la situación.
-Sería buena idea- comentó Miyako sonrojada, el dolor en verdad había afectado su cabeza...eso o su corazón por fin decía lo que tanto callaba.
-¿Enserio lo dices?- preguntó Boomer pasmado
-Es un posibilidad- contestó Miyako sonrojada antes que su tez volviera a perder todo color. Un espasmo recorrió su cuerpo, el dolor en su pecho azotó con fuerza nuevamente. No podía gritar. No podía respirar. No podía vivir.
-¡Miyako!- los gritos de Boomer al instante se hicieron presentes. A pesar de que ella estuviera acostada, la sostuvo entre sus brazos, suavemente llamó su nombre mientras con una franela limpiaba el sudor que bajaba por su frente.
El dolor no cesaba, Miyako gritaba en silencio puesto su garganta no emitía ningún tipo de sonido. Le dolía, ardía. Todo dentro de ella parecía romperse en pedazos. Miles y miles de pedazos que se enterraban en su pecho.
-Tranquila, shh, estoy aquí para tí- lágrimas pronto comenzaban a formarse en los orbes del rubio, simplemente le dolía demasiado el ver a su chica sufrir. La dulcera que tanto admiraba de Miyako moría con el dolor que se extendía dentro de su cuerpo, y eso era algo que no podía soportar.
-Boomer- la única palabra que podía formular, el único nombre que le había llegado a importar tanto en un tiempo limitado...la única esperanza que le quedaba.
-Estarás bien- le susurró Boomer a Miyako mientras nuevamente besaba su frente- Pronto el dolor se irá
-¿Lo prometes?- preguntó Miyako con sus orbes dilatados, pronto se desmayaría.
-Lo prometo- dijo Boomer antes de que Miyako volviera a dormirse, no lograba aguantar el dolor.
No pudo decir más, Miyako simplemente cerró sus ojos. Colapsó del dolor. Su cuerpo no lograba soportar aquellos espasmos. Enorme era su suerte, al tener a un ángel guardián a su lado. Incluso si ella ni lo supiese, él no se iría a ningún lado, no posaría sus ojos en ninguna otra chica, no se enamoraría de nadie más.
Con Momoko y Brick...
Su condición no era favorable a pesar de estar en sus brazos. Su pecho ardía como nunca lo había echo, ningún otro dolor podía semejarse a aquél que explotaba dentro de ella. Su corazón ahora era una bomba de tiempo, no sabía cuando detonaría, más estaba consiente de que al explotar, la bomba se reiniciaría. Nuevamente se vería afectada por la detonación, una y otra vez. Un ciclo interminable de dolor. Un ciclo interminable de muerte.
¿Todo aquello era necesario? ¿Por qué debían ser sometidas ante tanta crueldad? Nadie dijo que ser heroínas de toda una ciudad iba a ser sencillo, nadie les advirtió del peligro en que pondrían sus vidas. Y ahora, ahí estaban. Muriendo. Agonizando por un dolor inhumano, un dolor que al pacer no tenía cura.
Brick no podía dejar de consolarla, le acariciaba el cabello como si fuese una muñeca de porcelana, frágil...delicada. La sostenía en sus brazos con cariño, lo suficientemente fuerte para sostenerla y darle apoyo y al mismo tiempo con suavidad para no causarle daño. Sabía exactamente como tratarla, como si llevase días planeando aquello.
Con su voz la arrullaba, sus intentos de tranquilizar el llanto que invadía su rostro. No dejaba de culparse por ello, por las lágrimas que sus orbes rosados creaban. ¿Ese era su castigo? Ver a Momoko llorar otra vez, verla desplomarse y sucumbir ante el dolor. Si la respuesta era afirmativa, deseaba mejor morir, dar su vida por la de ella, incluso sufrir el mismo castigo para no abandonarla con aquella maldición. Aquél martirio que él había causado...pero no sabía.
-Se ha ido otra vez- dijo Momoko con suavidad, sorbiendo su nariz con un sonroje en sus mejillas. Le avergonzaba ser tan débil ante él, ante su peor enemigo y mejor amigo. ¿Por qué debía de sufrir aquello? No deseaba que Brick la viera con los ojos hinchados, ni mucho menos con la nariz escurriendo de tanto lagrimear. No se sentía hermosa para él, lo que no sabía era que para él...ella siempre se veía hermosa.
-Esperemos que ya no vuelva- dijo Brick en un suspiro, si solamente sus plegarias fueran escuchadas ya no volvería a ver a Momoko siendo consumida por el dolor.
-Lamento que tengas que hacer esto- dijo Momoko mientras se separaba del chico de cabellera anaranjada- No tienes por qué quedarte
-Si tengo- afirmó Brick
-¿Por qué lo dices?- preguntó Momoko. Brick, después de todo, era su enemigo, su contraparte. ¿Por qué quedarse a cuidarla? ¿O será que sólo estaba asegurando que muriera?
-Por qué eres tú- contestó Brick mientras sujetaba la barbilla de Momoko
-No importa que sea yo- replicó Momoko, tristeza inundando los orbes rosados que una vez brillaron con alegría.
-Claro que si- dijo Brick agresivamente, ¿acaso estaba tan ciega para no ver lo que para él era tan claro?
-No veo el porque lo dices- dijo Momoko, y era verdad. ¿Por qué decía aquello? A veces ni él mismo lo sabía. No comprendía, no era capaz de aceptar todo pensamiento que rondara su mente...ni su corazón.
¿Acaso se había enamorado de ella? No...tal vez...¡ni en un millón de años! Aunque había una ligera posibilidad...¡nunca! Su mente en verdad estaba echa un lío.
-Porque te...- se detuvo, no terminó de decir aquello. ¿La que? ¿Qué quería decir?
-¿Me qué?- ¿Acaso era lo que ella pensaba? No, imposible. ¿O no?
-Te extrañaría si no estuvieses- concluyó Brick después de unos segundos de meditar, ¿acaso era todo? ¿Extrañar? Sabía que era más que eso, no sólo la extrañaría, no...había algo más. Pero no sabía que.
-¿Sólo eso?- preguntó Momoko incrédula ante la situación
-¿No?- no sabía que más contestar, ¿qué le estaba sucediendo?
-¿Me estás preguntando o asegurando?- duda comenzó a formarse dentro de la mente de la peli-anaranjada, ¿todo era un juego para él? Aquellas acciones que significaban todo para ella, ¿eran nada para él?
-Sólo...- no podía terminar la frase, no era capaz de pronunciar más palabras.
-¿Sólo que?- su desesperación estaba ganando lo mejor de ella, su corazón necesitaba las respuestas de sus comentarios más que sus pulmones necesitaban aire.
-...- Brick guardó silencio, ninguna palabra podía escapar de sus gruesos labios. Momoko ante ello, borro toda sonrisa. No más alegría. Brick, al notar aquello, prefirió perder los nervios. Con firmeza tomo su barbilla nuevamente y besó sus labios castamente.
-Cuando te mejores te lo diré- susurró sobre sus labios- Así que debes asegurarte de estar sana para mi, ¿esta bien?
El sonrojo en su rostro era notable a millas de distancia, el color escarlata tomó posesión de su cuerpo al igual que el de Brick. Momoko aún procesaba el hecho de que había sido ligeramente besada por Brick, mientras él no dejaba de atormentarse por las acciones tan radicales que el mismo había hecho sin haber pensado dos veces. ¿Acaso Momoko era capaz de afectarlo tanto? Al parecer si.
-¿Ahora te crees mi jefe para decirme que hacer?- romper la tensión jugando un poco era lo único que Momoko se vio capaz de hacer, ¿quién podía culparla? Había sido besada por Brick después de todo.
-Siempre lo he sido- al parecer era lo que ambos necesitaban, ser engreídos era lo suyo y por ello de cierta manera los relajaba. La voz de Brick pronto agarró un aire de superioridad, se sentía en las nubes después de haberla besado e incluso más ahora que Momoko intentaba buscarle algún argumento.
-¿Ah sí?- preguntó Momoko indignada, pero de igual manera con un tono juguetón en su voz- No estaba consiente de ser propiedad de un idiota
-Un idiota el cual te tiene a sus pies- terminó de decir Brick
-Creo que estás confundido- comenzó a decir Momoko- Tienes la situación completamente al revés
-¿Insinúas que eres tú la que me tiene a sus pies?- preguntó Brick con burla, le causaba gracia que Momoko pensara así.
-Captas rápido las cosas a pesar de se un gran idiota- se burló Momoko, la sonrisa nuevamente aparecía en su rostro y pronto olvidaba el dolor que la mantenía esclava.
-Aquello es culpa tuya- dijo Brick mientras sujetaba a Momoko por los hombros
-¿Mía?- preguntó Momoko sorprendida- ¿Y por qué mía? Si se puede saber.
-¿Quién te ordenó a tenerme loco por ti?- preguntó Brick mientras besaba la frente de Momoko quien quedo perpleja ante su pregunta. ¿Por qué decía aquello como si fuera un diálogo ensayado por meses? ¿Acaso le era tan sencillo mofarse de ella?
-¿Hablas en serio?- preguntó Momoko
-¿Dudas de mi?- preguntó Brick, le dolía aquello...a sus ojos no era correspondido por ella. ¿Momoko sólo lo veía como un chiste? ¿Un villano de mal gusto?
-No sé si intentas engañarme- confesó Momoko, le partía el corazón pensar en ello. Que Brick le mintiera, la utilizara...incluso le dolía más aquello que el dolor en el pecho.
-No confías en mi- sus palabras se volvieron secas, sin sentimiento alguno detrás de ellas...bueno, traición y depresión.
-¿Tu lo haces en mí?- preguntó Momoko, esperando que estuviese diciendo lo correcto
-Con mi vida- fue lo último que Brick pudo decir antes de levantarse e irse...
-Espera- Momoko intentó detenerlo, intento disculparse por aquello que había terminado siendo una daga directa a la yugular...pero Brick no se detuvo, no miró atrás...la dejó ahí muriendo por dentro. Literalmente.
El dolor en su pecho regreso con un estruendoso alarido, estando de rodillas sujetó su pecho con fuerza mientras suprimía sus gritos. Lágrimas escaparon de sus orbes rosas mientras su labio comenzaba a sangrar de tanto morderlo. No pidió ayuda. No rogó que Brick regresara a ayudarla, simplemente se desplomó contra el suelo sin hacer ningún ruido. Dejó que el dolor la consumiera mientras Brick se alejaba de ella y volvía a caer en soledad.
Hospital Townsville, Habitación 297
Sola.
Había sobrevivido y ahora estaba sola. No tenía a nadie más, todo aquello que le importaba más que su propia vida había desaparecido...para siempre.
No había nadie a su lado, solo el constante sonido del cardiógrafo marcando su pulso. Su latido constante era tan solo una canción de desesperación. Tristeza.
Pura soledad.
Esa era su vida a partir de ese momento. Lo había perdido todo. Todo. Sin excepción alguna, sus hijos, Fumma, Kyoske y Tadase, a su amado esposo, Takashi, y a lo más cercano que había tenido a un padre, Bernardo. Ya no tenía a nadie más.
-Señora Hazukataya- llamó una enfermera antes de entrar a la habitación, su voz era dulce y escondía una gran tristeza. Sentía lastima por la mujer que ahora estaba sujeta a una cama de plástico conectada a todo tipo de máquina para poder sobrevivir a la paliza que recibió horas atrás.
-Viuda- corrigió Saeko con lágrimas derramando por sus mejillas
-Lamento mucho su pérdida- dijo la enfermera mientras entraba para inyectar morfina a un tubo conectado a su vena.
-¿Bernardo?- preguntó Saeko, la medicina estaba tomando efecto, su cuerpo se relajaba y con ello una ola de cansancio azotaba su cuerpo.
-El señor aún se encuentra en condición crítica- comenzó a explicar la enfermera mientras escribía algún tipo de información en su tabla- Los doctores hacen lo posible para ayudarlo, en éste momento continúan en la sala de emergencia
-¿Sobrevivirá?- preguntó Saeko, lo único que necesitaba era un rayo de esperanza. Una razón por la cuál seguir adelante.
-Los doctores hacen lo posible para ayudarlo- repitió la enfermera
-Eso no es lo que le he preguntado- contestó Saeko en un grito de desesperación
-Toda posibilidad debe ser considerada- dijo la enfermera
-¿Me está diciendo que morirá?- preguntó Saeko perdiendo el aliento
-Los doctores hacen lo posible para ayudarlo- repitió la enfermera, tal vez era la frase que más tenían que repetir para evitar dar una respuesta certera.
-Largo de aquí- dio Saeko agresivamente, no deseaba escuchar aquellas palabras otra vez.
-Señora Hazukataya- llamó la enfermera intentando conservar la calma ante la situación- Entiendo por lo que está pasando, yo...
-¡No!- gritó Saeko, las máquinas a las que estaba conectada pronto comenzaron a emitir sonidos alarmantes, el pulso de Saeko subía rápidamente, la presión en su sangre aumentaba considerablemente. Era demasiado para ella. -¡Usted no tiene la menor idea de lo que he pasado! ¡No sabe lo que he perdido!
-Por favor, mantenga la calma- comentó la enfermera mientras rápidamente comenzaba a girar perillas y apretar botones en las máquinas que causaban tanto alboroto.
-¡No!- lágrimas de ira y traición resbalan por sus mejillas, comenzaba a arrancar cada cable conectado a su cuerpo, la enfermera intentaba detenerla. No pudo.
-¡AYUDA!- gritó la enfermera lo más alto que pudo- ¡Necesito ayuda!
Pronto cuatro enfermeros entraron a la habitación, todos intentaban calmar a la mujer que gritaba por piedad. Al arrancar todo cable conectado a sus venas, sangre comenzaba a brotar. Quería irse de aquél lugar, ver a Bernardo y asegurase que quedara una razón por la cuál seguir adelante.
Los enfermeros no tuvieron de otra más que sedarla, por el cuello insertaron una jeringa con suficiente morfina para dormirla. Debía descansar y recuperarse, pero sobre todo tranquilizarse. Había pasado por un infierno.
-¿Habrá alguien que pueda venir a hacerle compañía?- preguntó un enfermero al aire, esperando que hubiera alguna persona que fuera capaz de tranquilizarla
-Perdió a su esposo el día de hoy- explicó la enfermera que había estado con Saeko antes de que el lío se desatara- Tiene a otro conocido en condición crítica
-¿Hijos?- preguntó el enfermero
-Adoptivos y desaparecidos- explicó la enfermera- No hay manera de rastrearlos
-Haremos un boletín, sonará en la radio en busca de ellos- dijo el enfermero antes de salir de la habitación.
Una llamada de notificación, eso era lo que iban a hacer. Contactar a las autoridades sobre la condición de los Hazukataya con la esperanza de la aparición de los hijos adoptivos. Debía funcionar, necesitaban que resultase.
Pero el infierno no iba a dejar que resultase.
Residencia Utonium...
-¿Cómo está la ciudad?- preguntó el Profesor a su hijo, había estado las horas pasados enfrascado en encontrar la razón detrás del dolor de las chicas sin haber encontrado nada. Necesitaba un respiro.
-Tenemos suerte- dijo Ken, con el paso del tiempo había llegado a tranquilizarse lo suficiente para continuar con su trabajo sin llorar- La ciudad no ha sido atacado
-Gracias a la ciencia por ello- dijo el Profesor Utonium dejando salir un enorme suspiro, tener que mandar a las chicas a proteger a la ciudad en la condición que se encontraban sería mandarlas a la hoguera
-Las chicas tendrán tiempo para recuperarse- comentó Poochie mientras oprimía botones en la enorme computadora, el perro robot era capaz de más de lo que muchos creían.
-Pero no los chicos- comentó Ken mientras utilizaba unos audífonos igual de grandes que su cabeza
-¿Por qué lo dices?- preguntó Poochie, eso sonaba a malas noticias
-La familia Hazukataya fue atacada- dijo Ken mientras lágrimas amenazaban por salir nuevamente, todo lo que ocurría le entristecía.
-¿Atacada?- nadie entendía lo que sucedía. Sin querer, el Profesor Utonium había gritado aquella pregunta. Ahora todos estaban atentos.
-¿Qué sucede?- preguntó Momoko, el dolor que minutos había experimentado se había ido. Al no tener a Brick a su lado, decidió sujetarse de las paredes para poder caminar hacia donde el Profesor se encontraba.
-Asuntos- contestó Poochie, estaba intentando evitar una catástrofe.
-¿Qué sucede?- volvió a preguntar Momoko, esta vez forzando la pregunta. Estaba dolida. Había arruinado las cosas con Brick y ahora no sabía de que otra manera lidiar con ello. Tal vez salir y ser heroína era lo que necesitaba.
-Es algo...difícil de explicar- comentó Ken, para ese momento los demás se habían acercado. Kaoru y Butch se habían levantado de su muy cómoda posición. Boomer había dejado el lado de Miyako, ella seguía durmiendo plácidamente dónde su príncipe la había dejado. Brick, de igual forma, se había acercado lo suficiente para escuchar lo que tendrían que decir.
Era el momento.
-Chicos- comenzó a decir Ken, ahora él tenía que ser el adulto y dar las malas noticias- Es sobre su familia
-Entonces no importa- la tensión se volvió clara en la habitación tan pronto como aquellas palabras abandonaron los labios de Brick
-Lo que hagan ellos no es de importancia- dijo Boomer, aún le dolía el tener que aceptarlo. Su familia había sido una mentira. Los habían utilizado como marionetas y ellos lo habían permitido.
-No pueden hablas en serio- dijo Poochie
-Claro que podemos- se defendió Butch- Ellos nos traicionaron primero
-¿Traicionaron?- la familia Utonium no sabía que decir, mucho menos que pensar. Ellos no estaban al tanto de la terrible situación por la que los chicos habían pasado. Aún no lo sabían.
-Esa historia la podemos dejar para después- comentó Kaoru- Ahora será mejo que nos digan que les sucedió a Saeko, Takashi y Bernardo
-Fueron atacados- dijo Ken con la mirada en el suelo.
Silencio.
Silencio total. Ni un sonida fue hecho después de haber escuchado a Ken. Ni siquiera se podían oír las respiraciones agitadas de los chicos que habían entrado en shock total. Sus corazones habían parado por completo. ¿Qué sucedía en la ciudad? ¿Que pasaba que ahora todas las personas que les importaban sufrían?
-¿Atacados por quién?- preguntó Momoko al ver que los chicos no se iban a involucrar en ello
-Nadie sabe- confesó Ken- Los están buscado a ustedes
-¿Nosotros?- preguntó Boomer, no podía soportar tanta oscuridad. Primero Miyako y ahora su antigua familia, ¿qué había hecho para merecer aquello?
-Si- afirmó Ken- Para que vayan y estén con ellos
-No tenemos por qué ir- dijo Brick, a pesar de toda la culpa y el resentimiento que albergaba su corazón no podía evitar preocuparse por ellos. Recordaba poco de lo que había sucedido, simples imágenes de la tortura. No se reconocía a sí mismo, mucho menos a las víctimas, por lo que prefirió pensar que era un simple sueño. Un sueño olvidado en vez de una realidad mutiladora.
-Si tienen- dijo Ken en lo que parecía un susurro, la verdad iba a ser revelaba y no le gustaba ser el portador de la noticia.
-No- respondió Butch de manera que Ken estuviera a punto de desmayarse, la furia en sus palabras era de esperarse. Después de todo, él lo recordaba. Recordaba haber aceptado aquellos poderes. Recordaba la sed de sangre que invadió su cuerpo. Recordaba cuerpos en el suelo, pero no podía recordar sus rostros.
-Butch- llamó Kaoru- Deberían escucharlo
-No tenemos por qué- repitió Brick, no iba a mostrar debilidad ante la familia que los había utilizado como entretenimiento. No podía. No debía.
-Takashi ha muerto- confesó Ken
Y ahí la oscuridad los consumió. Estaban perdidos. Todos lo estaban. Takashi había muerto por culpa de los chicos, y ellos no estaban consientes de ello. No lograban recordar, mucho menos pensar quién podría haber sido responsable de ello.
El tiempo siguió avanzando de una manera agonizante, la tensión en la habitación había aumentado desde el comentario de Ken. Ahora nadie era capaz de hablar, incluso de respirar. No había nada que los hiciera reaccionar. O esa era al principio.
Los chicos se transformaron, llevaban su antigua atuendo. No los poderes de las tres brujas. Salieron volando y desaparecieron. Al parecer si les importaba después de todo. O tal vez iban a terminar lo que habían iniciado.
El camino al hospital era largo, después de todo la casa del Profesor Utonium estaba en las afueras de la ciudad mientras que el hospital estaba al extremo opuesto. Gran suerte la de ellos. Volaron sobre la ciudad a una velocidad insuperable, les urgía llegar al hospital. Si, los habían utilizado a manera de su propio beneficio. Si, ellos habían decidido apartarse de esa familia para siempre después de haberse enterado de ello. Si, ellos habían sido culpables de sus heridas...pero eso no lo sabían. Aún.
Aterrizaron en un callejón cerca del edificio, necesitaban destransformarse para poder entrar en el hospital sin ser reconocidos como los jóvenes villanos que eran. No debían tomar ese riesgo. Entraron vestidos normales, fueron reconocidos inmediatamente por la calidad de la ropa: única en su diseño. Las enfermeras pronto se comunicaron con ellos.
-¿Son ustedes familiares con la familia Hazukataya?- preguntó un doctor que se encontraba en la recepción anotando algún tipo de medicamento a cinco diferentes pacientes.
-Así es señor- contestó Tadase, los chicos habían quedado que sería mejor si él fuese el que se comunicara con el personal del hospital. Tadase seguía siendo al que más le importaba su familia adoptiva a pesar de todo lo que había pasado. Fumma prefirió guardar silencio para bien, les convenía mantenerse lejos de más problemas. Kyoske, en especial, fue obligado a mantener la boca cerrada. Ambos hermanos sabían lo obstinado que podía llegar a ser el chico de cabellera negra, por lo cuál habían decidido callarlo.
-Deberán de llenar algunos formularios antes de poder ser llevados con la Señora Hazukataya- indicó el doctor a los chicos quienes estaban comenzando a desesperarse. ¿Por qué no podían ver a Saeko?
-¿Se encuentra bien?- preguntó Tadase con la mayor tranquilidad que pudo simular
-Inconsciente- explicó el doctor- Un grupo de enfermeros tuvo la necesidad de ponerla a dormir con una dosis no letal de morfina, despertará en un par de horas
-¿Cuál es su condición?- las preguntas de Tadase no cesaban, necesitaban saber que le había sucedido- ¿Qué fue lo que le ocurrió?
-La razón del por qué de su condición es un misterio- comenzó el doctor mientras ponía toda su atención en los chicos- Tiene fracturados varios huesos en su cuerpo, uno de sus pulmones fue dañado e incluso estuvo en peligro de ser perforado por sus costillas. Su cuerpo sufrió una gran cantidad de golpes de inmensa fuerza. Su condición es estable, pero de intenso cuidado.
-¿Qué podría haber causado aquellas heridas?- preguntó Fumma, no podía quedarse callado después de todo.
-No hemos podido averiguarlo- explicó el doctor- Su madre ha negado el hablar de ello, debió de ser una experiencia traumática
-¿Y Bernardo?- preguntó Tadase, era un milagro que pudiera hablar a pesar de los nudos que se formaban en su garganta.
-Condición crítica- el doctor parecía agitado, no le parecía sensato hablar de la condición de aquél paciente en particular- Hacemos lo posible para ayudarlo
-¿Se refiere a curarlo o ponerle fin a su dolor?- Fumma comenzaba a ver las cosas de una perspectiva diferente, sabía muy bien lo que aquellas palabras significaban. Si para detener el dolor al cual Bernardo se vería forzado a vivir...le pondrían fin a su misera. Una sobredosis de morfina para que duerma por siempre. Morir relajado y sin dolor.
-Como he dicho- repitió el doctor- Hacemos lo posible para ayudarlo
-¿Cuándo podremos verlos?- preguntó Kyoske, era su momento de aclarar su garganta y llamar la atención
-En cuanto entreguen los documentos a rellenar- contestó el doctor- Podría llevarles un par de minutos, no más de una hora si es que conocen la información requerida
-¿Dónde podemos rellenar los documentos?- preguntó Fumma- Preferible un lugar lejos de la prensa
-Comprendo- al ser los Hazukataya una de las familias más ricas en todo Townsville, era obvio que reporteros comenzaran a llegar a la sala de espera. "Ataque a familia millonaria, ¿plan de venganza de los Shirogane?" Era un buen titular después de todo, posiblemente al siguiente día cada noticiero, cada revista, cada estante de periódico de cada esquina tendría artículos con aquél titular. -Arriba hay una habitación disponible reservada para éste tipo de situaciones, pueden ir ahí y llenar el papeleo
-Se lo agradecemos, doctor- Tadase agradeció por todo y recogió los documentos que debían llenar.
Los tres se subieron a un enorme elevador, el tamaño se debía al hecho de que estaba construido para facilitar el transporte de personas encamilladas y sillas de ruedas, el arquitecto debía estar orgulloso. El hospital era hermoso, limpio y colorido. No era un hospital tapizado únicamente en blanco y con olor a cloro. De cierta forma habían logrado que tuviera un aire familiar no a una morgue. El elevador no contenía ningún espejo, por lo que cada hermano pudo derramar lágrimas sin que los otros se enteraran de ello. Pero de igual manera estaban consientes de ello. Conocían la tristeza uno del otro, más no se consolaban por ello. Eran demasiado rudos para ello.
El elevador los llevo al piso número siete, como el doctor les había especificado, se habían encontrado en otra sala de espera. Un poco más privada y menos familiar. Bienvenidos a la morgue.
La sala de espera tenía asientos cómodos, sillones grandes dónde fácilmente podían cabes toda una familia de cinco personas, los otros asientos consistían de sillas acolchonadas. En el centro una mesa ovalada de caoba era adornada por un jarrón sin flores. Que maravilla. Había revistas de entretenimiento con los chistes más candentes de hace tres siglos. Tan a la moda. También había una máquina de café negro, el simple olor de ésta era lo suficientemente fuerte para despertar a cualquiera. Tan agradable. La sala estaba completamente vacia, solamente los tres hermanos estaban ahí esperando por una oportunidad de ver a su familia rota. Destrozada por sus propias manos.
-Tenemos que hablar- dijo Kyoske en un susurró, ambos de sus hermanos se tensaron...no era muy común que Kyoske utilizara aquella voz.
-¿Sobre que?- preguntó Tadase a pesar de saber la respuesta: "¿qué había atacado a su familia?"
-Fuimos nosotros- dijo Kyoske sin ningún rodeo, no esperaba que Tadase comprendiera de inmediato. Tenía la esperanza de que Fumma si...y así fue.
La quijada de Fumma prácticamente cayó al suelo, al parecer no era el único que recordaba algo. Al principio pensó de aquellos recuerdos como un sueño lejano, una pesadilla de la cuál se había olvidado. Era común para él el soñar con ser más poderoso, le había sucedido en ocasiones pasadas, por lo cuál haberlos obtenido y golpeado a alguien por ello no le resultaba extraño. Su mente divaga entres cuerpos, tal vez si eran los de Takashi, Bernardo y Saeko.
-Es imposible- dijo Fumma- Lo recordaríamos
-¿Recordar que?- preguntó Tadase- No comprendo
-Nosotros los atacamos- dijo Kyoske mientras tomaba asiento en el sillón más grande- Nosotros somos el por qué detrás de su condición
-Jamás haríamos algo así- dijo Tadase, no lograba comprender el por qué sus hermanos pensaban ello. Los RRBZ eran malos, si, pero no asesinos...tal vez. Podían haber querido destruir a las PPGZ, pero ese era su trabajo. No asesinaban sólo porque si...no, ellos eran mejor que eso. ¿No?
-Ya lo hicimos- dijo Kyoske
-¿Cómo estás seguro de ello?- preguntó Fumma, tal vez Kyoske sabía algo que él no.
-Lo recuerdo, solo vagamente, pero les aseguro que lo recuerdo- la confesión de Kyoske era suficiente prueba para Fumma. Kyoske sabía algo...y no lo quería decir.
-Yo también- aceptó Fumma- Vagamente
-Yo no- dijo Tadase- Porque no lo hicimos
-¿Qué más recuerdas Kyoske?- preguntó Fumma ignorando a su hermano menor, sabía que era demasiado dulce para aceptarlo si fuera verdad.
-Nada más- mintió Kyoske, odiaba ocultar cosas, sobre todo si se incluía a sus hermanos...pero no quería arriesgarse...aún no.
-¿Sólo imágenes de nosotros atacando a alguien?- preguntó Fumma, sabía que Kyoske mentía.- ¿Tres cuerpos a los cuales no les puedes ver el rostro?
-Si- dijo Kyoske, y era verdad. Aquellos tres cuerpos los cuales no podía reconocer pero sabía quienes eran. Saeko, Bernardo y Takashi.
-Pero la fuerza con la que fueron atacados- comenzó a debatir Tadase- Aquellos poderes no son nuestros
-Si lo son- dijo Fumma, el también recordaba algo después de todo.
-No- aseguró Boomer- No somos tan fuertes
-Ellas nos hicieron fuertes- dijo Kyoske antes de analizar sus palabras. Mierda. Lo había dicho.
-¿Quiénes?- preguntó Tadase, no recordaba a nadie. Su mente estaba en blanco. Nada de lo que decían sus hermanos tenía sentido. Recordaba haber salido de la casa, recordaba haber llorado por la pérdida de un amor familiar que posiblemente nunca había sido verdad, y de ahí recordaba...nada más. Después recuerdos de despertar en la casa del Profesor Utonium invadían su mente. ¿Cómo había llegado ahí? No recordaba. ¿Que le había sucedido? No recordaba.
-No lo sé- mintió Kyoske. Chikage. Recordaba bien aquél nombre, aquél rostro, aquél poder que ella le había otorgado.
-Oh, si sabes.
La voz sonó, pero esta vez no dentro de su cabeza. Estaba ahí. Chikage estaba ahí...y no estaba sola.
-¿Quién anda ahí?- preguntó Tadase a la defensiva, no reconocía aquella voz femenina, pero el aura que emanaba le parecía familiar.
-Sus dueñas, se podría decir.
Itami. Fumma recordó aquél nombre con facilidad. Ahora recordaba haber cedido ante ella, haber aceptado un poder esquisto para proteger a sus hermanos, para evitar ser los bufones de la corte.
-No te conocemos- a pesar de que Tadase siguiera intentarlo negar, memorias comenzaron a atacarlo. Yami. Yami. Yami. Aquél nombre era su nueva maldición, su canción de cuna antes de ir a dormir.
-Cada quién conoce a su dueña.
Yami. Su voz era presente y con ello Tadase rompió en llanto. Se odiaba a si mismo, se odiaba como nunca había odiado a alguien. Él había asesinado a Takahi. Él. Tadase Hazukataya, mejor conocido como Boomer había asesinado a su padre. SU PADRE.
-No deberías gritar así- el cuerpo de Yami surgió de la oscuridad, seguido por el de Itami y Chikage. No eran alucinaciones, ellas estaban ahí. Las paredes comenzaban a despintarse, pudrirse, el olor a cloro desaparecía y era reemplazado por el olor a muerte, a odio, a venganza. Su poder era demasiado, no podían contra ellas.
-Somos sus salvadoras después de todo- ahora era el turno de Chikage para hablar, su voz llena de desprecio como siempre.
-Chikage- susurró Kyoske, ella simplemente le sonrió antes de mostrar una reverencia
-¿Cómo estás Butch?- preguntó con burla- ¿Acabaste con el viejo?
-Bernardo- susurró Tadase- ¡TU LE HICISTE DAÑO A BERNARDO!
-No deberías enojarte ternura- Yami llamó la tención del rubio al acariciar su mejilla, la uña negra de Yami era lo suficientemente afilada para dejar un rasguño- Después de todo tu fuiste el único de los tres que llego a asesinar a alguien
-Takashi- susurró Fumma antes de observar como su hermano menor de desmoronaba.
Tadase intentó golpear a Yami, el odio que había dentro de él era suficiente para explotar en un ataque de ira. Sólo que Yami lo hizo volar con una estruendosa bofetada, el cuerpo de Tadase salió disparado antes de estrellar contra el muro.
-¡Tadase!- gritó Kyoske en un intento de ayudar a su hermano, Chikage lo detuvo sujetándolo por el cuello.
-No, debes dejar que reciba lo que merece- le advirtió apretando suavemente su cuello, enterrando sus uñas dentro de su piel. Ahora tenía cinco pequeñas perforaciones en su cuello, las cuales no desperdiciaron su tiempo en comenzar a sangrar.
-Déjenlos- ordenó Fumma, no iba a dejar a sus hermanos de aquella manera.
-¿Te crees el jefe?- preguntó Itami
-He ordenado que los dejen- repitió Fumma, la confianza que demostraba era mayor al miedo que se apoderaba de él
-Ya oyeron chicas- comenzó a decir Itami- Déjenlos
A la orden, tanto Chikage como Yami dejaron a ambos de sus hermanos. Era mejor hacer lo que Itami les ordenara.
-¿Mejor?- preguntó Itami una vez que los hermanos estaban reunidos nuevamente- Porque ahora debemos hablar del por qué estamos aquí reunidos
-¿Qué quieren de nosotros?- preguntó Tadase, ¿en que se había convertido cuando el poder lo había consumido? ¿Por qué él era el único que no recordaba nada antes de que ellas llegaran?
-Lo mismo de antes- explicó Yami
-¿Asesinar a conocidos desconocidos?- preguntó Fumma a lo cual Itami comenzó a reír, había utilizado la referencia que ella le había otorgado cuando le había ofrecido el poder.
-Así es- aceptó Itami- Conocidos desconocidos
-No asesinaremos a las chicas- las palabras de Fumma tomaron de sorpresa a sus hermanos, no se esperaban aquella misión. Era obvio que la iban a rechazar, eran sus princesas después de todo.
-¿Por qué el cambio drástico de opinión?- preguntó Chikage, una mueca comenzaba a formarse en su rostro- Hace unas horas no parecían tener problemas con eliminarlas
-No estabamos del todo cuerdos- explicó Tadase
-Ustedes quieren venganza- continuó Chikage
-No de ellas- dijo Kyoske con fuerza, no podía dejarse intimidar
-Claro que de ellas- dijo Itami, los iba a tentar nuevamente- Ellas solo están jugando con ustedes
-¡Mentira!- exclamó Tadase, aquello era ridículo. Las chicas eran honestas con ellos...la mayoría del tiempo.
-Es la verdad- continuó Yami- Solo les llenan la cabeza de mentiras
-¡Dejen de mentir!- los gritos de Tadase compensaban al corazón que se rompía con cada palabra que salía de los labios de las brujas. Lo que decían no podía ser verdad, ¿o si? ¿Acaso estaban siendo utilizados por las chicas también?
-Lo que piensan que ellas sienten por ustedes no es verdad- continuó Chikage- Solo los quieren detrás de ellas para utilizarlos, son sus peones
-Se equivocan- ahora era el turno de Kyoske para hablar, el tampoco creía en las palabras de aquellas tres brujas. Las chicas no eran capaces de ello.
-¿Ah si?- preguntó Itami divertida- Fumma puede decirles la verdad, fue rechazado por Momoko el día de hoy.
Fumma guardó silencio y recordó. Aquella memoria que le había partido el corazón en cientos de pedazos. Momoko no confiaba en él. A pesar de todo seguía dudando sobre su personalidad de villano. Él la había besado, le había dicho cosas hermosas...y ella simplemente las había ignorado. Las negó todas. ¿Acaso Itami decía la verdad?
-¿Fumma?- preguntó Tadase, el miedo lo consumía nuevamente. ¿Era verdad? ¿Era mentira? ¡Necesitaba saber!
-No- finalizó Fumma, lo negó por completo...no podía ser cierto. Iba a arriesgarse, negaría aquello y le daría otra oportunidad a Momoko. Eso debía hacer.
-Son inútiles- comentó Chikage
-Hay que eliminarlos- comentó Yami a lo que las tres sonrieron, los chicos se prepararon para transformarse en cualquier momento.
-Mejor- comenzó a decir Itami- Hay que terminar el trato
-¿Trato?- preguntó Fumma, no le gustaba el giro que los eventos estaban tomando.
-Ustedes se supone que deben asesinar para nosotras- explicó Itami- Para ello les hemos entregado el poder
-Tal vez las asesinaremos a ustedes con aquél poder- amenazó Kyoske, las iba a hacer pagar.
-No les conviene aquello- explicó Chikage- Una vez que se transformen y tomen el poder, nuevamente se verán consumidos por él...y serán nuestros asesinos
Era cierto, no podían controlar aquella magnitud de poder oscuro. Terminarían siendo marionetas sin alma nuevamente, y esta vez irían detrás de las chicas.
-Por ello debemos extraer el poder- dijo Itami- Tomar lo que nos pertenece
-Háganlo- dijo Tadase- No lo queremos ni necesitamos
-Con gusto- dijo Yami- Pero el dilema es el siguiente, para extraer el poder que les otorgamos debemos seguir ciertas reglas
-¿Reglas?- preguntó Kyoske con burla- No estaba consiente de que las brujas siguieran reglas
-Oh, si- dijo Chikage- Debemos de seguir ciertas reglas para conservar nuestro lugar
-¿Qué establecen las reglas?- preguntó Fumma, sus sospechas iban a ser confirmadas.
-Que vamos a jugar un poco- el turno de hablar era de Itami, se tomaba su tiempo explicando aquello que tanto amaba: jugar con sus víctimas- Verán, nosotras tenemos la obligación de eliminar a las personas que los convirtieron en luz
-¿Luz?- preguntó Kyoske sin comprender
-La razón del color blanco en sus almas- siguió Yami
-Para evitar que sus almas nos pertenezcan, deben salvarlos de nuestras garras- terminó de explicar Itami- Simple, ¿no?
-¿Están diciendo que asesinaran a personas por las que nos convertimos buenos?- preguntó Fumma
-Precisamente- dijo Itami con una sonrisa- ¡Felicidades! Has comprendido todo
-¿Y sólo debemos evitar que mueran?- preguntó Tadase
-Así es, si las logran salvar el poder será removido- dijo Yami
-¿Y si no?- preguntó Kyoske, sus peores miedos iban a ser confirmados.
-El poder los consumirá- explicó Chikage- Sólo que esta vez no sobrevivirán...solo serán incinerados.
-¿Conservarán su palabra?- preguntó Fumma, lo mejor era asegurarse que nada sería en vano
-Estamos obligadas a hacerlo- comentó Itami- Honor de hechicera, si lo rompemos nosotras seremos quienes ardan
-Entonces- comenzó a decir Chikage- ¿El juego puede comenzar?
-Iniciemos- comentó Tadase con seguridad, no iban a perder.
-¿Listos?- preguntó Itami mientras algún tipo de neblina comenzaba a rodear sus cuerpos- El juego durará tres horas
-Que inicie el juego- comentó Yami antes de que desaparecieran y se llevaran todo rastro de su presencia con ellas.
El olor a cloro regreso, las paredes regresaron a su estado normal y los chicos nuevamente estaban sentados en el enorme sillón. Como si nada hubiese sucedido.
Se observaron uno al otro, sabían exactamente lo que ocurría dentro de sus mentes. No podían dejar a Saeko y a Bernardo solo. Ellos iban a ser los blanco de aquellas brujas, ellos eran su luz, la razón del por qué habían dejado de ser villanos. Debían protegerlos a costa de todo. Su vida y la de ellos dependía de si podían ser capaces de salvarlos.
El problema sería enfrentarlos...después de todo ellos los habían atacado.
El juego había dado inicio, tenían tres horas para superarlo. Nada podía salir mal, ¿o sí?
Hasta ahí dura el capítulo de hoy, el próximo se titula "Juego Mortal."
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