21

Lloraba. Lloraba todo lo que mis ojos me permitían. Zach no merecía que le pasara eso a su coche, y menos por mi culpa.

- ¿Qué te pasa hermanita? - Daniel se sentó a mi lado en el bordillo de la acera.

- He-he destruido el coche de Zach. - respondí en un sollozo - Alex me había llamado monstruo y... No quería hacer daño a nadie, así que toqué lo primero que vi... - suspiré limpiando algunas lágrimas que resbalaban por mí quijada - Toqué su coche y al instante desapareció.

- No te preocupes. - intentó relajarme acariciando mi espalda - Puedo crear otro.

- No es lo mismo. - me lamenté mirándole con los ojos llorosos - Se dará cuenta de que no tiene sus cosas dentro. Daniel, tu no has estado tanto tiempo en ese coche como para saber todo lo que almacenaba y tenía. - suspiré pesadamente - Cada abolladura, mancha o cosa rara que él tuviera en ese coche era un recuerdo, no quiero quitarle ningún recuerdo.

- Oh... Ya veo. Pues... Dile la verdad. - soltó de la nada - No creo que se enfade con una niña de 6 años y además, Zach te adora.

- Lo intentaré. - respondí levantándome y secando el resto de mis lágrimas.

- Zach. - le llamé entrando en la casa.

- ¿Qué pasa Allison? - sonreía ampliamente y eso solo me hizo sentirme peor.

- He destruido tu coche. - contesté en un hilo de voz comenzando a llorar de nuevo.

Él solo se puso a mí altura, me miró con una sonrisa apenada y colocó su mano en mi hombro.

- No pasa nada.

- Sí, sí pasa. - le interrumpí algo enfadada por no gritarme - Ya no tienes coche y es todo por mi culpa.

- Tranquila, me iba a comprar otro de todas formas.

Me abrazó fuertemente y por primera vez en el día me sentí bien.

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- ¡Shhhh! - le mandé callar a Daniel cuando se acercó a mí lado en la escalera.

- ¿Quién es ese hombre? - preguntó en un susurro agachándose al igual que yo.

- Parece que es amigo de papá y mamá. Creo que se llama Chris.

Él asintió y metió su cabezota entre los barrotes de la escalera, causándome una sonrisa.

- Bien. - empezó el tal Chris - ¿Para qué me habéis llamado? Debéis recordar que la L.C.P.S. se encuentra detrás de mí ahora.

Levantó un poco el dobladillo de su pantalón y enseñó un aparato atado al tobillo.

- ¿Un localizador? - preguntó mamá confundida.

- Exacto. - corroboró él - Creen que me voy revelar contra ellos. Y están en lo correcto.

- Oh... Y... ¿Crees poder guardar nuestro secreto?

- Claro que sí. Sois mis amigos. - sonrió inclinándose interesado hacia delante - ¿De qué se trata?

Daniel y yo nos acercamos más a la barandilla de la escalera para oír mejor.

- Como ya sabrás, tenemos dos hijos mellizos. - comenzó papá.

- ¡Ah sí! - exclamó el tal Chris entusiasmado - ¿Cuál es el que tiene poderes?

- Ese es el problema... - siguió mamá - Los dos tienen poderes.

- ¿Qué? - gritó en un susurro - ¡Eso es imposible! Solo un hijo en la familia debe tener poderes

- Es posible, Chris. Los dos tienen poderes. Lo hemos visto - papá parecía preocupado - Y no es un poder cualquiera. Mi hija Allison posee el poder de la destrucción, y mi hijo Daniel tiene el poder de la creación, añadiendo que tienen más de 5 poderes y eso era "imposible".

- ¿Puedo verlos?

Papá y mamá asintieron, girándose sin vernos hacia la escalera.

- ¡Daniel! ¡Allison! ¡Tenemos visita!

Esperamos un rato y bajamos como si no hubiéramos escuchado nada.

- Hola. - saludamos los dos.

- Hola chicos. - sonrió nervioso el hombre - Soy Chris Argent.

- Cielo. - mamá me tocó el hombro - Chris tiene un problema con esa pulsera. - señaló su tobillo - ¿No crees que es muy fea? - asentí con una risita - ¿Podrías quitársela?

Asentí de nuevo y me agaché hasta su pie.

Toqué aquella pulsera y pronto se desvaneció.
Aparté la mano antes de tocar su piel.

- ¿Esto es enserio? - se sorprendió Chris.

- Sí, ¿No es extraordinario? - dijo papá alegre.

- No, al contrario. - le miramos confusos - Es magnífico pero... ¿Y la L.C.P.S.? Experimentarán con ellos, los arrestaran, les creerán un peligro para el mundo. - hizo una pausa y nos miró - Tenéis que llamar a Zach.

- ¿Zach Herron? - preguntó mi padre extrañado - Creí que había desaparecido.

- Yo sé dónde está. - Chris se levantó del sofá - Él es el único que puede ayudarnos a arreglar esto, recordar que trabaja para Gomez. Él podría escondernos de la L.C.P.S.

- ¿Escondernos? No pienso huir Chris. - contestó mi padre seriamente.

- Lucharemos. - aclaró mi madre agarrando nuestras manos.

- Si eso es lo que queréis... Pero esto no acabará bien.

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- ¿¡Borrar mentes!? - exclamó Zach al otro lado de la puerta.

- Es la única solución. - dijo papá manteniendo su voz calmada.

- ¿¡La única solución?! ¡Eso no es ninguna solución! ¿Quieres que tus hijos se olviden de tí, de mí, de Chris? - parecía muy agitado - ¡Ni siquiera recordarán a su propio hermano!
No me parece justo.

- Es lo mejor. Borraremos sus memorias y neutralizaremos sus poderes para que solo salga uno a la luz, el menos peligroso y llamativo. Después los daremos en adopción y los separaremos. - mi respiración se cortó y tapé mi boca para no dejar escapar algún sollozo - Si no saben lo que son y lo que tienen, nunca podrán probar su existencia y la de los poderes. Estarán a salvo.

- Pero ¿A qué precio?

Los sollozos de mi madre se oían desde detrás de la puerta. Nadie respondió a la pregunta del joven castaño.

- Zach... - suspiró mi padre - También te borraremos la memoria a tí. No puedes recordarlos, no debes saber de su existencia, ni de lo que hicimos.

- Algún día, - mamá hablaba cansada - cuando sean más mayores, terminarán con todo esto. Estoy segura.

Mis ojos ardían de las lágrimas que intentaba aguantar.

Iban a borrarnos la mente.
Iban a quitarme todos los recuerdos que tenía.
Iba a olvidar a Daniel...

Y esto era mi culpa. Solamente mi culpa.

¿Por qué tuve que hacer aquello? ¿Por qué no podía controlarme?

Era un monstruo, como todos decían. Un verdadero monstruo.

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