18

(7:00 a.m)

- Psss.

Mis ojos seguían cerrados y no tenía la intención de abrirlos.

- Psss.

Gruñí levemente rodando por la cama.

- ¡Psss! Allison

Abrí los ojos con el ceño fruncido.

Bostecé largamente mientras me incorporaba en la cama.

Parecía que a ese chico le gustaba interrumpir mis sueños siempre de la misma manera.

- Nos vamos. - avisó Zach después de dirigirle una mirada asesina.

- ¿Por qué? - me quejé como con voz cansada y haciendo una pataleta - Es muy pronto.

- No seas exagerada. - sonrió divertido - Vamos, te tengo una sorpresa.

- Vale - me levanté a regañadientes.

Cogí la ropa del otro día, entré al baño y me la puse. No si antes darme una corta ducha.

- ¿Por qué llevas tú camiseta de volar? - pregunté tras recoger algunas cosas.

- Porque vamos a volar. - contestó obvio.

- ¿Qué? - le miré extrañada.

- Te llevaré a dar una vuelta y luego volveremos para la comida de Navidad.

Asentí no muy convencida.

Zach agarró mi mano y me llevó a rastras por toda la guarida.

Un guardia recorría los pasillos con una pistola en la mano.

- Shhhh. - me ordenó callar mirando con el ceño fruncido a la mujer.

- ¿Qué pasa? Ya nos conoce. ¿No podemos salir?

- Se podría decir que... Está prohibido salir de la guarida antes de que amanezca.

- ¡¿Qué?! - exclamé en un susurro.

- Tu sólo no hagas ruido.

Agarró mi mano con fuerza y cerró los ojos concentrándose.

¿Qué estaba haciendo?

Cuando volvió a abrir los párpados, sus ojos se encontraban de color gris.

¡Wow!

Caminó firmemente por el pasillo, pese a la presencia de la mujer con pistola.

¿No le preocupaba que nos viera?

Pasamos de largo como si nada y la señora ni se inmutó.

Salimos de la guarida y nos posicionamos cerca de las furgonetas.

Sus ojos volvieron a un color normal cuando me soltó.

- ¿Cómo has...?

Él sonrió ampliamente y me guiñó el ojo.

- Nos he hecho invisibles.

- ¿Enserio? ¿Puedes hacer eso? - pregunté asombrada.

- Puedo hacer muchas cosas con mis poderes, Allison - respondió socarrón.

Rodé los ojos con una pequeña sonrisa.

- Y lo de los ojos...

- Se ponen así cuando me hago invisible. Es algo estúpido ya que nadie me puede ver.

Reí por inercia ante la mueca que puso.

Miró su reloj después de sonreírme tiernamente.

- Vamonos. Se está haciendo tarde.

Asentí sujetándome a su torso con fuerza.

Despegó del suelo y sentí el viento chocar con mi rostro en una agradable sensación.

Cerré los ojos con una sonrisa al notar el calor del sol en mi cara.

- Esto es... Increíble. - susurré desviando mi mirada hacía Zach.

Él me sonrió de vuelta y besó mi mejilla delicadamente.

Apoyé mi cabeza en su pecho admirando el paisaje y sintiendo la brisa por todo mi cuerpo.

Tras una hora volando, Zach descendió en el pico de una pequeña montaña.

Al sentir el suelo chocar contra mis pies, recorrí mi mirada por todo el lugar hasta parar en Zach, quién me miraba sonriente.

- ¿Qué es este lugar? - pregunté con una sonrisa boba en mi rostro.

- Espera y verás.

Nos sentamos al pié del precipicio hablando de cosas al azar.

Disfrutaba el tiempo que pasaba con Zach.
Siempre era agradable tenerle cerca.

Y después de besarnos y confesarnos lo que sentíamos...

Me sentía agraciada de tenerle junto a mí.

- Allison - le miré - Emm... Yo... Quería preguntarte algo.

- Adelante - dije con una sonrisa.

- Como ya sabrás, me gustas. Más bien, me encantas - sonreí colorada - Siempre he querido hacer esto, pero nunca encontraba el momento perfecto para pedírtelo. - paró unos segundos y cogió algo de su bolsillo - Esto es para ti - me entregó una pequeña cajita.

Le miré algo confusa pero sonriente.

Abrí la caja con cuidado y mis ojos se abrieron de sorpresa al igual que mi boca.

Un colgante se encontraba dentro.
Un corazón con alas de ángel.

Llevé mi mano a la joya y la acaricié alucinada por su belleza.

Miré a Zach con ternura y le besé la mejilla agradecida.

- Significa que mis alas siempre llevarán el camino hacia tu corazón. - sonrió tímido y aclaró su garganta - Allison... ¿Querrías ser mi novia?

Abrí los ojos algo asustada.

- Claro que quiero Zach - dije con un hilo de voz - Pero... Sabes que yo no soy inmortal como tú. ¿Verdad? - bajé la mirada - No puedo permanecer joven para siempre. No puedo darte todo de mí para siempre. No soy para siempre. - le miré triste - ¿Estás seguro de querer ser mi novio pese a tener que salir con una vieja después de años. Creo que te cansarías de mí.

Él sonrió divertido.

¿Qué le hacía tanta gracia?

- Entiendo tu punto de vista Allison. Pero no te preocupes - agarró mi mano - Te he pedido que seas mi novia, no que te cases conmigo. Aunque... También querría poder hacer eso. Pero no ahora. - me sonrojé un poco ante lo estúpida y exagerada que había sonado antes - Y... Aunque no lo creas, yo te amaría hasta el mismo día en el que el mundo se acabe. Me daría igual que tuvieras algunas arrugas - sonreí enternecida y divertida a la vez - Y... Hay una forma de hacerte inmortal.

- ¿Enserio? ¿Cuál? - pregunté emocionada.

- Tranquila. Todo a su tiempo. Pero tienes que tener en cuenta que solo lo haré si tú quieres.

- ¡Claro que quiero! No seas tonto Zach. Haría lo que fuera por pasar toda mi larga vida contigo.

Me sonrojé de inmediato al darme cuenta de lo que había dicho.

Zach me acercó a él y me sentó encima suya.

- Entonces... ¿Quieres ser mi novia?

- Estaría encantada. - sonreí y me lancé a sus labios desesperadamente.

- Bonita forma de aceptar - dijo después de separarse de mí a falta de aire.

Me puso el colgante y nos quedamos de nuevo mirando el horizonte.

El sol comenzó a salir y mis ojos brillaban al verlo ascender hacia el cielo.

- Sorpresa - susurró Zach en mi oído - De nada por hacerte despertarte tan pronto.

Le sonreí en forma de agradecimiento y apoyé mi cabeza en su hombro apreciando el paisaje.

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