Capitulo 5
Los tres me obedecieron y mientras esperábamos a que las galletas se cocinaran, De Vil planeaba qué haría con esa bestia salvaje en cuanto termináramos esta misión y Evie nos contaba algo sobre un rubio, pero no les presté demasiada atención, estaba distraída.
— ¡Casi lo olvido! Tengo una cita con Doug, en realidad según él es una cita de estudios para que ambos podamos aprobar el examen de Química pero esa es una excusa muy estúpida, ¡por favor! Aquí todos son tan buenos que no saben elaborar una buena mentira. —Prosiguió la chica rápidamente.
—Creo que eso es porque ellos son los buenos y nosotros somos los malos, son tan bondadosos que me repugnan, agh. Aunque Mal puede ayudarte a hipnotizarlo para que él entienda que la mejor elección que puede hacer es ser como nosotros, de hecho, ¿por qué ese bueno para nada es el único que está involucrado que no ha sido hechizado? —El más pequeño del grupo nos miró, frunciendo el ceño.
—No, gracias, ustedes consigan toda la información que puedan sobre esa varita a su manera, yo la conseguiré a la mía, como siempre lo hago. A diferencia de ustedes, yo no necesito magia, cautivar al hijo de Tontín con mi belleza para hacerle creer que tiene una oportunidad para estar conmigo y luego romperle el corazón es una de las mayores satisfacciones. —Ella nos sonrió y acomodó su cabello.
—Si cambias de opinión, recuerda que la chica de cabello morado que duerme contigo tiene lo que necesitas. —Jay le guiñó el ojo. —Y solo para aclarar, podría enamorar a Lonnie sin que ustedes le hicieran crecer el cabello, aunque me facilitan todo.
—Lo sé perfectamente. —Murmuró la chica de cabello azul. —Sea como sea, tengo que estar perfecta para esa cita, así que cuando las galletas estén listas, iré a prepararme y tú vendrás conmigo para darme tu opinión, ¡tengo que verme como la chica perfecta!
—E, ni siquiera tienes que esforzarte, eres la villana más perfecta en todo momento, no debes preocuparte por eso. —Comenté sonriéndole.
—Ya sé que lo soy en todo momento, pero me refería a que debo lucir más perfecta de lo que ya soy. —Explicó mi mejor amiga con paciencia.
—Honestamente, no sé cuál de los tres tiene más ego, pero así los quiero. —Admitió el dueño de Dude.
Abrí el horno en cuanto el tiempo de horneado pasó y guardé las galletas en un tupper, probablemente se las daría mañana a Ben, aunque sabía que con solo un mordisco bastaría para que el hechizo le hiciera efecto.
Nos despedimos de los muchachos antes de que la hija de la reina malvada me arrastrara a la habitación para que ella pudiera prepararse, aunque las dos sabíamos que eso no hacia falta ya que era hermosa naturalmente.
—En serio, no puedo creer que haya creído en las palabras de ese idiota, ¡me engañó para que le mostrara el espejo y luego me acusó ante el profesor porque hice trampa! ¡Y además, cuando ese príncipe heredero al trono no estaba, Audrey besó a Chad! ¿¡Puedes entender que quiso reemplazarme con esa princesita creída!? —Se quejó mientras se probaba ropa.
— ¿Quién es Chad? —Dudé confundida.
— ¡Se los conté a Jay y Carlos en la cocina, mujer! ¿Acaso no me escuchas? Como sea, Chad Charming es el hijo de Cenicienta y me usó, pero esto no se va a quedar así, él ha metido las manos en el fuego y va a quemarse. —Me miró sonriendo con malicia y acomodé mi cabello.
—Esa es mi mejor amiga malvada, él es un idiota, no te merece, eres demasiado para ése, no puedo creer que tenga tan mal gusto como para besarse con la hija de Aurora, agh. —Comenté mientras guardaba mi libro de hechizo, aunque lo había protegido con magia para que nadie me lo robara. —Podrías envenenarlo, como hizo tu mamá con Blancanieves. —Sugerí.
—Tienes razón, M. Con la princesa de la isla nadie se mete. —Afirmó mientras se maquillaba. — ¿Así estoy bien? —Cuestionó, dando una vuelta lenta para que pudiera apreciar mejor su atuendo.
—Estas divina, E. Todas las princesas se morirán de envidia porque tú eres la más hermosa. —Le guiñé el ojo y escuché que golpearon la puerta. —Ya vino tu enanito a buscarte, suerte.
Evie besó mi mejilla para acto seguido marcharse con su chico, no pasó mucho tiempo hasta que escuché otro golpe en la puerta y me levanté para abrir.
— ¡Ben! No esperaba que vinieras…—Dije algo nerviosa al verlo frente a mí.
—Quería sorprenderte. —Murmuró. — ¿Puedo pasar?
Asentí y me hice a un lado para que él entrara.
—Wow, todo es muy diferente, es… artístico. —Exclamó el chico.
—Es que odio el rosa. —Me encogí de hombros. —Tengo algo para ti, es como un regalo de agradecimiento por haberme sacado de ese horrible lugar al que no pertenezco. —Mentí y me senté en la cama junto a él, saqué el recipiente con las galletas y tomé una.
—Se ven deliciosas pero hay un partido de Tourney muy importante y nunca como antes pero muchas gracias. —Se excusó para luego sonreírme, relamí mis labios lentamente.
—Supongo que todos te han advertido que soy como mi mamá, aunque creí que los príncipes no se dejaban llevar por las opiniones de los demás, estoy acostumbrada a que nadie confíe en mí así que esto es completamente normal para mí, aunque creí que las buenas personas daban segundas oportunidades, supongo que me equivoqué.—Murmuré, bajando la mirada. —Al menos hay más galletas para mí. —Añadí, esperando a que se conmoviera por mi discurso mientras que acercaba la comida a mi boca, fue entonces cuando él me la arrebató.
—No es eso, bonita, no soy esa clase de príncipe, yo quiero darles las oportunidades que se merecen, yo confío en ti. —Afirmó antes de comérsela rápidamente. —Está riquísima, ¿siempre fuiste tan talentosa? ¿Siempre tuviste esos reflejos en los ojos?
—Sí, supongo que siempre lo he sido. —Reí levemente. —Ahora escúchame porque tengo que contarte algo muy importante, no sé cómo vayas a reaccionar…
— ¿Alguien los ha molestado? Porque si lo han hecho solo dime y hablaré con ellos para que no vuelva a suceder, no quiero que se sientan incómodos. —Susurró entonces, negué con la cabeza, porque si alguien nos molestaba, seríamos nosotros quienes nos encargáramos de darle su merecido a aquella persona.
—No, no es eso. Es algo sobre tu novia, no quiero entrometerme en tu relación con ella pero he visto algo y sería una persona horrible si me quedara callada. —Tomé sus manos. — Vi a Audrey besando a Chad, ella no merece tenerte a su lado, ¿quién sabe desde hace cuánto está engañándote con él? No quiero que sufras por su culpa. —Dije entonces, él seguía comiendo la galleta mientras me escuchaba atentamente.
Entonces empezó a toser y no pude evitar preocuparme, ¡ese hechizo debía hacer que se enamore de mí, no matarlo!
— ¡No, no, Ben! ¡No te mueras, te necesito! ¡Quédate conmigo, te necesito, mierda!—Musité preocupada, si a él le pasaba algo obviamente me culparían a mí y no podría conseguir esa varita, que era lo único que me interesaba. El heredero al trono dejó de toser después de un rato y me miró extrañado. — ¡No se te ocurra volver a hacer eso, casi me matas del susto, tarado!—Me quejé y le golpeé el brazo.
— ¿Por qué reaccionaste así?—Cuestionó confundido.
Era hora de hacer lo que mejor me sale: mentir.
— ¿¡Cómo que por qué!? ¿Acaso no es obvio? Ben, estoy enamorada de ti y Audrey no te merece, a ella lo único que le importa es ser reina, ¡además te está engañando con el hijo de Cenicienta!—Respondí rápidamente y mordí mi labio inferior.
—Mal, tienes toda la razón del mundo, de hecho yo también siento algo por ti, es como si ambos estuviéramos conectados, estamos destinados a estar juntos. —Admitió él y acarició mi mejilla. —Quiero gritarle a todo el mundo que eres muy especial para mí, preciosa.
—Créeme que yo también deseo hacer eso pero para eso primero deberías pedirme ser tu novia y ese tipo de cosas…—Le sonreí. —Podemos tener una cita en algún lugar. —Sugerí mientras jugaba con mi cabello.
—Entonces eso haremos linda, verás cada rincón del reino que algún día será tuyo. —Dijo Ben.
El reino será mío cuando consiga esa varita, no necesitaré ser reina, los haré pagar a todos los buenos por habernos condenado a vivir en esa isla.
—No sabes lo feliz que me hace saber que conoceré todo…—Sonreí falsamente.
—En cuanto a la cita, te pasaré a buscar en dos horas así que tienes que estar más hermosa, aunque no creo que eso sea posible, linda. —Murmuró entonces y asentí. —Será mejor que me vaya, tengo mucho que preparar, te veré más tarde amor. —Me guiñó el ojo y acercó sus labios a los míos pero me volteé para que besara mi mejilla.
—Nada de besos hasta la cita. —Sentencié y él mordió su labio inferior antes de despedirse y marcharse.
Suspiré hondo, sabiendo que todo terminaría muy pronto, no me interesaba si le rompía el corazón al traicionarlo de esta manera.
Me levanté de la cama y empecé a buscar entre mi ropa algo más decente, aunque no sabía qué podía usar, nunca había tenido citas.
En la isla jamás me había interesado ese tipo de cosas, además de que no confiaba en nadie. Aunque tampoco confiaba en los buenos, pero esto tenía perfectamente claro que mi estadía aquí no sería para siempre.
Cuando finalmente encontré un atuendo adecuado, me saqué el vestido y me coloqué el otro justo cuando escuché la puerta abrirse.
Vi a la chica de cabello azul mordiéndose el labio inferior y frunció su ceño al verme arreglándome.
— ¿Qué estás haciendo?—Dudó.
—Me estoy arreglando para mi cita con Ben. —Respondí simplemente.
— ¿¡Cita con él!? ¿Y eso cuándo pasó? Agh, no creas que voy a dejar que te vayas estando así. —Mencionó mientras buscaba su maquillaje.
—Agh, E, no lo necesito, está hechizado, no va a notar si estoy linda o estoy horrible. Así que no tienes que hacerme nada. —Me quejé pero ella me hizo sentarme en su cama mientras empezaba a maquillarme.
— ¡Claro que sí! Está bajo el efecto de la galleta pero eso no significa que debas dejar de preocuparte por tu aspecto, M. —Replicó ella. —Estas en mis manos, no te preocupes, mamá me enseñó a aplicar rubor antes de que aprendiera a caminar.
—Sé que estoy en buenas manos, E. Lo sé cada vez que me tocas. —Murmuré y relamí mis labios lentamente, noté que ella los miraba demasiado pero no le tomé importancia. —No te quedó otra opción que aprender a maquillarte porque si no lo hacías, sufrirías las consecuencias. ¿Le tienes miedo?—Hice una mueca.
—A veces, M. No quiero terminar como Blancanieves, ¿sabes?—Admitió. — ¿Y tú le temes a la tuya?
—Sabes que no dejaría que ella te hiciera daño, E. No podría imaginar una vida sin ti. —Susurré. — ¿Quién no le tendría miedo a la emperatriz del mal? Se enoja conmigo cuando la decepciono, ¿recuerdas que me quemó una muñeca cuando se la robé a Uma porque decía que eso era inútil? ¡Era una niña! No quería ser mala todo el tiempo, a veces quería jugar… Bueno, me divertía robarle muñecas a esa brujita y decapitarlas frente a ella para hacerla llorar, sabes que llegaban pocos juguetes a la isla y bueno, si no eran míos, no serían de nadie.
—Sí, recuerdo cómo le hacías la vida imposible a Uma, bah, a todos en realidad, aunque yo era invisible para ti casi todo el tiempo. En cuanto a Maléfica; es demasiado exigente, recuerdo que quisiste salvar esa muñeca y ella casi te mata. —Suspiró y negó con la cabeza. —Quise ayudarte, pero tu madre…
—Te obligó a verme sufrir hasta que renuncié a esa estúpida muñeca. —Dije mirándola. —No fue un buen día para ninguna de las dos.
—Cierra los ojos. —Me indicó y cuando lo hice, empezó a delinearme. —Estaremos bien si le damos esa varita, los que sufrirán serán los demás… y se lo merecen, lo sabes.
Asentí con la cabeza rápidamente y ella bufó.
—No te muevas y no abras los ojos, porque no he terminado aún.—Gruñó y siguió maquillándome, pasaron unos segundos en el que ambas estuvimos calladas y entonces escuchamos un golpe en la puerta, abrí los ojos para ahora percatarme de que mi compañera de habitación estaba mucho más cerca de mis labios, como si estuviera dispuesta a besarme. Si no hubieran golpeado, ella tal vez lo habría hecho.
—Bueno, debo irme, deséame suerte. —Me levanté de la cama pero ella tomó mi brazo, mirándome con decepción.
— ¡M, no te he bes… digo, no te puse brillo labial!—Habló rápidamente.
—No puedo hacerlo esperar, E. Te amo, te contaré todo cuando regrese. —Le guiñé el ojo y me solté, abrí la puerta y vi al príncipe ahí, le sonreí.
—Wow, Mal, ahora entiendo la diferencia entre bonita y perfecta…—Comentó y acomodé mi cabello. — ¿Te gustan las motos?
Asentí y me acerqué a él rápidamente.
—Suerte…—Susurró Evie antes de que nos marcháramos.
— ¿Alguna vez tuviste una moto?—Dudó Ben y lo miré extrañada.
— ¿Por qué alguien iba a enviar una moto a la isla de los perdidos? Amor, habían semanas en las que casi no llegaba la comida.—Respondí mientras él me ponía el casco y luego se ponía el suyo, se subió a la moto que le pertenecía y lo imité, aferrándome a él.
—Lo siento linda, no tenía idea de eso…—Se disculpó. —No temas, no voy a dejar que te caigas. —Afirmó antes de empezar a conducir.
Era obvio que a Bestia no le interesaba que los villanos tuvieran una vida decente, tal vez en algún momento nos mate de hambre, pensé.
Seguí pensando hasta que finalmente llegamos a una especie de bosque, bajamos del vehículo y empezamos a caminar, él me indicó que cerrara los ojos y lo obedecí mientras dejaba que me guiara por el bosque hasta que de repente nos detuvimos.
—Abre los ojos, dulzura.—Exclamó e hice lo que me pidió, me sorprendí al ver un hermoso lugar rodeado de agua, miré cada centímetro del lugar, aunque del otro lado del agua había algo que me era demasiado familiar: un muro de espinas.
Mamá me había hablado tantas veces de ese lugar en el que ella había gobernado durante años, ella me había prometido que ése sería mi nuevo hogar cuando gobernáramos el mundo.
Frente a mí estaba el Páramo.
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