Capítulo 11
El grito era de Ben.
Hijo de la Bestia, tenía que ser.
Mis ojos dejaron de brillar.
No podía permitir que él viera lo que acababa de hacer. Así que miré a mis amigos y les hice un gesto para que me soltaran. Finalmente lo hicieron.
Le di una patada al cuerpo de la chica que seguía en el piso para acto seguido acomodar mi cabello y abrirme paso entre la multitud de gente hasta llegar a donde estaba el príncipe.
—Hey, Ben. —Le sonreí mientras colocaba mis brazos alrededor de su cuello. —Te ves más hermoso que antes, ¿te hiciste otro peinado? ¿Te cambiaste de ropa? ¿Te pusiste más perfume? ¿Tienes puesta tu ropa interior con coronas? Porque no sabes lo sexy que es eso, es lo que está a la moda, según Evie. —Le guiñé el ojo, él se mantenía serio, mirándome.
—Mal, ¿qué significa esto? —Dudó él.
—Esto... —Señalé la poca distancia que había entre nosotros. —Significa que quiero pasar todo el tiempo del mundo con el mejor novio del mundo, es decir, tú. Así que podemos ir a tener otra cita, los dos, solos... Yo te sugiero que vayas a buscar tu moto y nos vayamos muy lejos de aquí, a donde nadie nunca pueda volver a encontrarnos. ¿Aceptas? —Mencioné, coqueta.
Escuchar como mi mejor amiga coqueteaba hasta en sueños con Chad y luego con Doug ha servido de algo, supongo que soy buena coqueteando.
Evie debía estar orgullosa de mí.
Me acerqué más al príncipe hasta quedar a centímetros de sus labios.
—Mal, ¿sabes qué quiero? —Cuestionó mientras acariciaba mi mejilla con lentitud y sonreía, acercándose cada vez más.
—No, dime...
Sus labios estaban aún más cerca de los míos.
Va a besarme.
Cerré los ojos y esperé a que sus labios se unieran con los míos.
Y esperé. Pero nada pasó.
Abrí nuevamente mis ojos.
—Yo quiero que me expliques por qué acabas de hacer lo que hiciste. —Sentenció mirándome con seriedad y señalando a la chica que seguía en el suelo, cuyo vestido rosa estaba manchado de sangre por los golpes que le había dado hace tan solo unos minutos.
Hice una mueca y mordí mi labio inferior, lo miré a los ojos, en los que se notaban enojo y decepción, luego me volteé a ver a la multitud.
No pude soportarlo más.
—Ben, yo... esto que te voy a explicar es algo que estoy segura que no vas a entender—Susurré tomando sus manos, mis ojos se llenaron de lágrimas. —Es solo que... nunca quise reconocerlo hasta ahora pero Audrey tiene razón, yo no pertenezco aquí. —Confesé empezando a llorar.
—Mal, yo...
—No, Ben. Déjame terminar. —Supliqué angustiada. —Mis amigos sí pudieron adaptarse a este lugar, en cambio yo... no sé cómo hacerlo, nadie entiende lo difícil que fue para mí dejar la isla para tener una vida mejor... pero mira lo que he hecho, no merezco ser feliz. Tal vez lo mejor para todos sería que regresara a casa de una vez por todas.
Bajé la mirada, entonces el chico que se encontraba en frente de mí, tomó mi mentón para hacer que lo mirara, mientras limpiaba mis lágrimas.
—No sabía que te sentías así, cariño. Pero no tienes que compararte con los demás, todos tardamos en adaptarnos a los cambios. Pero tú te mereces toda la felicidad del mundo, voy a apoyarte siempre, no tienes que dejar el reino, voy a ayudarte en todo lo que necesites, pero no nos dejes. Sé que Evie, Jay y Carlos te necesitan aquí tanto como yo lo hago, no nos abandones. —Pidió el príncipe antes de besar mi mano.
—Bueno, supongo que tienes razón, no tengo que volver a casa, mis personas favoritas están aquí. —Sonreí mirando a mi novio, a la chica de cabello azul, al chico de cabello largo y también a aquel que tenía un perro como mascota, a pesar de que antes le temía.
—Eso es muy dulce, hermosa. —Dijo para acto seguido abrazarme, cuyo gesto correspondí. — ¿Quieres acompañarme a cenar con mis padres?
Relamí mis labios y finalmente asentí con la cabeza.
—Claro que sí, ahora sí me disculpas, será mejor que me vaya, pero te veré más tarde, hermoso. —Le sonreí antes de mirar a mis mejores amigos para finalmente alejarnos de ese maldito lugar de una vez por todas.
Caminamos hasta qué finalmente entramos a la habitación que compartía con la chica de vestido azul.
Aquí nadie podría oírnos.
—M, estamos orgullosos de ti. Tanto Lea como Audrey se estaban buscando lo que se merecían, así que no te preocupes por ellas. —Mencionó Jay.
—De todas maneras, no creo que puedan odiarte aún más de lo que ya lo hacen. —Habló Carlos para luego reír. —Pueden sacar a la chica de la isla, pero no pueden sacar a la isla de la chica. —Dicho esto, el más pequeño nos guiñó el ojo.
—Y cuando dijiste que en la isla serías feliz de nuevo... Ahí supimos que simplemente estabas engañando a todos para salir ilesa de ese problema.—Comentó Evie mientras empezaba a buscar la ropa adecuada para la cena con la familia real.—Además, mientras distraías a Ben con ese discurso, le mostré su reflejo a Audrey en el espejo mágico. La hice llorar y la pateé antes de irnos, no sin antes asegurarle que no estabas mintiendo cuando dijiste que ni todo el maquillaje del mundo puede hacerla lucir linda, porque no lo es. —Sonrió— Te estás volviendo cada vez más manipuladora, eso nos enorgullece.
—Gracias, gracias, muchas gracias. Soy una gran actriz, luego me dan todos los premios que quieran. Pero hay algo de verdad en ese discurso... Ustedes son mis personas favoritas y no las cambiaría por nadie en el mundo, los necesito. Hemos pasado por muchas cosas juntos y no nos detendremos ahora. —Dije entonces y los abracé.
Nos separamos luego de unos segundos. Me senté en la cama y los miré.
—Ahora, hablemos de lo más importante. Todos nos temen, y van a querer enviarme a casa de cualquier manera, sabemos que no puedo volver sin esa varita, ¡no quiero que mamá me castigue!—Me estremecí de tan solo recordar uno de los castigos que ella me había dado hace tiempo.
— ¡Mal! No te asustes, no dejaremos que eso pase. Te lo prometemos. —Se apresuró a hablar Jay al darse cuenta de que me estaba concentrando en los recuerdos horribles del pasado, se sentó a mi lado y tomó mi mano.
—No dejaremos que nuestros padres nos destruyan, así que ¿cuál es el plan?—Cuestionó Carlos mientras miraba como Evie finalmente encontraba un vestido para mí y me lo entregaba, me levanté de la cama.
—El plan es que luzca completamente sensacional, no queremos que le de una mala impresión a los reyes, eso sería fatal. —Escuché hablar a mi mejor amiga, luego me hizo una señal de que me cambiara en el baño así que me metí en el mismo.
—Yo creo que ya es un poco tarde para eso, E. —Mencioné lo suficientemente alto como para que pudieran escucharme.
Me quité la ropa que llevaba y miré el vestido que mi mejor amiga me había dado, mientras pensaba.
Debimos haber escuchado a Carlos cuando dijo que no asistiéramos a esta estúpida celebración, robáramos la varita y nos largáramos. Pero no, tenía que ir a demostrarles a todos que era capaz de hacer muchas cosas horribles.
—Además, estábamos hablando del plan sobre la misión que nos dieron nuestras familias, eso es más importante ahora. —Habló el chico de cabello largo.
—Bueno, pero si fallamos... —Empezó ella.
Dejé de admirar la prenda para ahora colocármela. Abrí la puerta y salí para ver a mis amigos nuevamente.
—Nos destruirán, Evie. —La interrumpí, vi que había sacado su maquillaje favorito.
Sin decir nada más, dejé que me maquillara.
—Podemos aprovechar que Mal se irá para robar la varita, luego ella puede marcharse con la excusa de que está cansada y nos robamos la limusina. —Sugirió el chico de cabello blanco y negro.
—No, te aseguro que luego de lo que le hice a Audrey, nos tendrán bien vigilados. Hay que cuidar nuestros movimientos. —Musité entonces. Escuché cómo alguien golpeaba la puerta. Llevé mi dedo a mis labios para indicarles a los demás que no dijeran nada comprometedor antes de abrir la puerta.
Ahí estaba el príncipe, al parecer no había sido la única que se había cambiado de ropa.
—Te ves perfecta, preciosa. Mis padres se alegrarán de verte. —Sonrió.
Bestia se alegrará de enviarme a la isla.
— ¿En serio? —Cuestioné confundida.
—Claro, pero tus amigos también están invitados. —Al escuchar aquello, volteé a verlos. Los necesitaba conmigo, no quería enfrentarme a los reyes sola.
—Nos encantaría ir, ¿verdad chicos? —Evie fue la primera en seguirme la corriente mientras que mis mejores amigos asentían con la cabeza.
Siempre puedo contar con ellos, por eso estoy muy agradecida de tenerlos en mi vida.
Salimos de la habitación no sin antes cerrar con llave, ya que no quería que nadie entrara y nos incriminara por algo más para arruinarnos.
—La limusina está afuera. —Anunció el príncipe mientras caminábamos por el pasillo hasta que salimos de la residencia, donde nos estaba esperando aquel vehículo.
Entramos al mismo, Evie estaba quejándose porque no había tenido tiempo de cambiarse de ropa, simplemente la miré con seriedad para que se callara de una vez y ella me obedeció.
El viaje se me hizo demasiado corto, tal vez era porque deseaba no llegar al castillo, no quería soportar más críticas, ya habían sido demasiadas por hoy. Y de seguro me acusarían de traición a la Corona si me descontrolo, aunque sé que estando mis amigos aquí, ellos evitarán que haga alguna locura.
Ben nos hizo entrar y nos dio un pequeño recorrido, todos estábamos admirando la belleza de este lugar, aunque era obvio que el príncipe ya estaba acostumbrado a ver tantos lujos pues este era su hogar.
—Cuando dominemos el mundo, este será mi hogar. —Murmuró mi mejor amiga y volteé a verla haciéndole una seña para que se callara, Carlos le dio un codazo. — ¡Auch!
Llegamos a un enorme salón que parecía ser el de baile, recordé que nos habían hablado sobre este famoso lugar en la escuela. Lo cruzamos hasta llegar a un gran comedor, en donde nos esperaban los padres de mi novio.
— ¡Sean bienvenidos al castillo, estamos muy felices de tenerlos aquí! Espero que tengamos una magnífica velada, tomen asiento por favor. —Bella fue la primera en hablar, mientras que su esposo se mantenía serio a su lado.
Todos nos dirigimos hacia la enorme mesa, la chica de cabello azul se sentó a mi lado en uno de los costados, el príncipe se sentó en la cabecera, Jay y Carlos se sentaron en frente de nosotras mientras que los reyes estaban del otro lado de la mesa.
—La cena les encantará, se los aseguro. —Afirmó mi novio, relamí mis labios lentamente.
Los sirvientes entraron con las bandejas de comida y luego la colocaron en nuestros platos. Era langosta.
Uma, mi archienemiga desde la infancia, estaría celosa si supiera que estamos comiendo la comida de los ricos mientras que ella debe sobrevivir con las sobras que llegan a la isla.
— ¡Buen provecho! —Dijeron los reyes, me di cuenta de que los dos chicos que se encontraban frente a mí ya tenían la boca llena de comida y ahora competían para ver quién comía más.
Ellos jamás cambiarían. Siempre estaban peleando y apostando por todo.
Tanto Carlos como Jay estaban comiendo con las manos, al igual que yo, en cambio todos los demás usaban los cubiertos.
Noté que la reina miraba a mis amigos con cara de asco, de seguro pensaba que eran unos inadaptados.
— ¿Dónde están sus modales? —Mi mejor amiga fulminó con la mirada a ambos.
—Oh, ¿te refieres a los que nunca nos dieron? —Musitó el de pelo largo, su compañero rió.
—E, eres una princesa, pero sigues siendo una villana. Y los villanos hacen lo que quieren, no lo olvides. —Murmuré lo suficientemente bajo como para que solo ella me escuchara. —No olvides tus raíces.
Seguí comiendo, Ben tomó una servilleta y empezó a limpiarme la boca, mientras que Evie jugaba con su cabello, estaba incómoda y lo sabía. Pero no entendía por qué.
— ¿Cómo puedes tener la cara sucia por comer así y seguir viéndote adorable?—Dudó él, la hija de la reina malvada bufó, pero no supe si era porque los chicos seguían peleando o por otro motivo.
En el momento exacto en el que el príncipe había terminado de limpiarme, vimos lo que mis mejores amigos hacían: Carlos acababa de tirarle un pedazo de langosta a Jay y el último le había hecho lo mismo.
— ¡Compórtense, estamos en público, nos avergüenzan!—Musitó Evie.
Los descendientes de Cruella y Jafar compartieron una mirada cómplice antes de empezar a arrojarle comida a mi mejor amiga, ella inmediatamente se defendió de la misma manera.
— ¡Chicos! Tenemos público. —Intervine, pero fue un error porque apenas dije aquello, varios trozos de comida fueron arrojados hacia mí. — ¡Mi venganza será terrible!—Advertí antes de defenderme como podía.
— ¡No ensucien a mi chica!—Pidió Ben, pero inmediatamente todos empezamos a arrojarle pedazos de langosta.
No supe exactamente en qué momento se habían retirado los reyes, pero estaba divirtiéndome.
— ¡Aprendan a comer!—Ordenó la chica de vestido azul, mirando a quienes teníamos en frente.
— ¡Aprende a dejar de ser tan princesa!—Exclamó Jay sin dejar de arrojarle comida.
— ¿O ya te olvidaste que así conseguíamos la comida en casa?—Dudó Carlos.
— ¡Estuve desterrada desde lo que sucedió en mi cumpleaños!—Se defendió mi mejor amiga, cruzándose de brazos.
— ¡Eso no fue por nuestra culpa, fue culpa de Mal!—Me señalaron ambos.
— ¡Así no fueron las cosas! ¡Ya es suficiente, chicos!—Dije rápidamente.
— ¿En serio tuvieron que soportar tantas cosas horribles?—Cuestionó Ben, mirándonos.
Esto estaba volviéndose demasiado incómodo, teníamos que irnos ya.
—Bueno, ya es bastante tarde, estamos cansados, será mejor que nos vayamos ya. —Cambié de tema, todos asintieron y cuando el heredero al trono iba a besarme Evie tomó mi brazo y me sacó de ahí rápidamente.
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