04. Muñecas

Gemma

Sentía unos pequeños golpes en mi rostro, cada toque se sentía suave con pelaje, además que sentía una presión cálida sobre mi pecho, como si un pequeño ser estuviera encima de esa zona, yo extrañada iba abriendo los ojos y enfrente mio solo podía visualizar dos puntos amarillos al que mi cuarto se encontrará oscuro, además que ella soltó un maullido siguiendo pegandome con sus patas en mi cara y yo saque pocas risas débiles al no tener las fuerzas suficientes por el sueño.

—¿Le ayudas a la señora Ciara en ser mi alarma? —preguntó con gracia, ella hizo un pequeño maullido y pude sentir cómo se apartaba de mi pecho dando un salto hacia el suelo.

Yo me iba incorporando quedándome sentada en mi cama, me es extraño que Leon no se hubiera presentado en mis sueños cuando ayer me dijo que si lo iba hacer, llevé mi mano en mi frente, pero solté un gemido de dolor al sentir como mi palma al hacer tacto con mi piel un dolor agudo se presentaba, yo mostrando algo de preocupación por eso me salia de mi cama tratando de no tocar las cobijas.

Llegue al interruptor para prender las luces usando un dedo que gemí algo adolorida que este también me ardió con solo hacer ese simple acto, cuando las luces se prendieron iluminando el lugar abría en grande mis ojos al ver mis manos.

Pareciera que me las habían cambiado mientras dormía, ¡Están totalmente resecas e irritadas!, algunas partes de mis manos se encontraban con ampollas y pocas ronchas, ¡Están horribles y me arde bastante!, todo por culpa de esta horrible tortura que me ha dado la señora Ciara, bueno...además que había algunos rasguños que Serafina me hizo en la piel, pero la mayor parte de culpa es el trabajo.

Con preocupación trataba de hacer puño mis manos, pero solté un gemido de dolor que al solo intentar mis manos empezaron arder como si las hubiera hundido en ácido, yo hice una mueca sin dejar de ver mis manos, claramente hoy no voy a poder hacer la limpieza.

Pude escuchar que alguien abrió la puerta y la señora Ciara entraba con una cubeta con agua, yo alcé una ceja sin saber porque ha traído eso y ella al verme despierta alzó un poco las cejas mostrando poca impresión, bajó la mirada viendo de lo que tiene en sus brazos con una mueca y yo iba entendiendo un poco las cosas.

—Pensaba arrojar esa agua hacia mí para despertarme —dije con un tono bastante serio y ella volteó a verme directo a los ojos.

—Sí —dijo ella siendo totalmente sincera y yo rodee los ojos tratando de calmar mi enfado, si no fuera por Serafina hoy la señora Ciara me hubiera despertado de la peor manera posible, si es que esa es la peor manera para ella— Pero como te has despertado antes que llegara a tu cuarto, ya no será necesario —puso la cubeta en el suelo y yo saque una pequeña sonrisa aliviada— Puede que tenga suerte de hacerlo mañana —dijo ella con gran normalidad y borre completamente mi sonrisa.

—Ya me se la clave para escapar de eso —dije tratando de usar poca de gracia y ella se me quedó viendo con la misma expresión seria sin haberle causado nada de gracia ese comentario y yo hice una pequeña mueca, baje la mirada para ver mis manos— Señora Ciara...

—Ejem —carraspeo su garganta con molestia dándome un recordatorio y yo alcé mi mirada al techo apretando los dientes con fastidio.

—Quiero decir...mi señora... —dije volteando a verla directo a sus ojos— Hoy...no creo que pueda trabajar —dije haciendo una mueca de dolor mostrándole mis palmas de las manos y ella dirigía su mirada a ellas— De tanto sujetar el sacudidor, la escoba, el trapeador, lavar las vasijas, planchar la ropa, exprimir trapos y limpiar las ventanas en solamente dos días. Mis manos...amanecieron así.

—Mi esposo me ha comentado que practicaste ballet en tu primer semestre en la academia —dijo ella repentinamente dirigiendo su mirada a mis ojos y yo fruncí el ceño a que sacara ese tema sin que tenga relación con mis manos— Por lo que se a las bailarinas por tanto entrenamiento que realizan sus pies se les maltratan saliendoles ampollas, irritación y en los peores de los casos les causa uñas enterradas. Debo suponer que esos casos te debió de suceder a ti, ¿Me equivoco?

—No se equivoca, pero...yo no estoy encontrando relación eso con esto —dije agitando un poco mis manos para darle entender que ahorita lo que estamos hablando era de mis manos.

—Te equivocas, si hay relación, tú seguiste con tus entrenamientos de ballet sin importar de las heridas que eso te causo en tus pies, puedes hacer lo mismo con la limpieza.

Yo fruncí el ceño mostrando enfado a esa gran estupidez.

—Son dos cosas completamente diferentes, si hice eso con el ballet es porque me estoy esforzando para tener un buen futuro, haciendo limpieza de manera explotadora no me ayudará en nada.

—Yo misma te digo la verdad por mi don que estas totalmente equivocada —dijo ella bajando la mirada para ver a Serafina que la gata se sentó enfrente de su dueña y ella se hinco a cargar a su mascota empezando acariciarla— Lo que te ha sucedido en las manos no hará que evites realizar tu lista de tareas.

—Pero mi señora, con cualquier tacto que hago me arde... —dije de manera suplicante.

—Eso mismo debiste de sentir en tus pies cuando te encontrabas en tus entrenamientos en tu taller y no te importo, la razón es porque tus pies necesitaban acostumbrarse a las posiciones que hacías con tus zapatos de ballet, es el mismo caso, sirvienta, acostumbre sus manos para hacer la limpieza.

Tocaron la puerta, la señora Ciara y yo volteamos a ver la puerta con seriedad.

—Gemma, ¿Puedo pasar? —dijo mi padrino atrás de la puerta y yo desvíe la mirada sin ver a la mujer enfrente mio llevando mis manos detrás de mi espalda sin querer hacer preocupar a mi padrino en este día.

—Pase padrino —dije tratando de fingir una alegre voz y mi padrino abrió la puerta entrando al cuarto teniendo un gran traje muy presentable para el juicio.

Él me regaló una corta sonrisa dirigiéndose hacia a mi acomodándose de su corbata, pero borró esa sonrisa al tropezarse con la cubeta que cuando su pie pegó con esta un pequeño charco de agua se salió cayendo sobre el zapato y la bastilla de su pantalón mojandose.

Mi padrino hizo una mueca molesta bajando la mirada y volteo a verme con seriedad esperando una respuesta de porque se encontraba una cubeta con agua en mi cuarto, yo mire a la señora Ciara indicando que si le ha pasado eso es culpa de su esposa.

Él volteo a ver a su esposa con mucha seriedad esperando una explicación y ella se le quedaba viendo con una mirada aún muy fría, desde que han tenido esa discusión en la cocina, ya no he visto que se hablen o si quiera se vean de buena manera, al menos mi padrino hacia sus intentos, pero...sí parece molesto con ella por lo que le ha dicho y no puedo evitar sentir una gran culpa por lo que pasó.

—Perdona, pensaba usar esa cubeta con agua para arrojarla a la sirvienta asi despertandola, pero se ha levantado más temprano que yo y no tuve la oportunidad de hacerlo, para no cargar la cubeta todo el tiempo la deje en esa zona —dijo ella con gran normalidad y mi padrino fruncía el ceño mostrando molestia al escucharla.

—Mi pantalón y mi zapato no estarían húmedos por ese acto de maltrato que intentaste hacer con Gemma —dijo él con bastante seriedad bajando su mirada para ver la mancha húmeda en la punta de su pantalón.

—Otra razón es porque la sirvienta se ha levantado cinco minutos antes a la hora que debería despertarse, eso implica que no está cumpliendo con su horario de siesta correctamente causando de esa manera que también ella tenga parte de la culpa, Galder.

Yo frunci el ceño abriendo la boca sin poder creer en las estupideces que puede llegar decir y lo peor del caso es que dice la pura verdad, yo mire a Serafina que en realidad ella ha sido quien me ha despertado, pero no pienso acusarla por haberme salvado de una alarma humeda.

Mi padrino solo negó un poco la cabeza mirando con gran seriedad a su esposa.

—Me permites hablar en privado con Gemma.

—No tomes mucho tiempo que ella ya debe empezar a alistarse para servir el desayuno —dijo ella con seriedad dirigiéndose a la salida de mi cuarto junto con Serafina que ella se quedaba agusto en los brazos de su dueña.

La señora Ciara se salió de mi cuarto cerrando la puerta, mi padrino soltó un suspiro agotado al que esto le sea muy cansado y yo hice una pequeña mueca de culpa.

—Yo he venido a despedirme de ti antes que comience el juicio —dijo él subiendo su muñeca para ver la hora en su reloj y después volteo a verme poniendo su mano en mi hombro— No voy a permitir que ese juicio con nuestra serafín se apruebe, Gemma.

Yo traté de fingir una sonrisa a esas palabras que parecían promesa, pero sin poder evitarlo bajé la mirada mostrando mucha seriedad, sin poder evitar recordar lo que Leon me ha comentado, esas horribles pesadillas que he tenido por culpa de ese estúpido juicio. Yo mire a mi padrino con tristeza mirándolo atentamente a los ojos y él iba frunciendo el ceño mostrando preocupación a esa mirada mía.

No puedo mostrar esta desconfianza en él, tengo que darle la confianza que él necesita, darle los ánimos para ese juicio, de esa manera pueda mostrarle a Leon que se puede equivocar, yo alargue mi sonrisa haciéndola verdadera.

—Sabe padrino, hágame un favor de comprar una docena de galletas, ponle una nota que diga "Lo siento" y cuando vea al señor Alex se las entrega de mi parte diciendo que le entregó ese obsequio como manera de disculpa.

Mi padrino alargó su sonrisa negando su cabeza alzando su mirada al techo por mi parte malvada, apartó su mano de mi hombro acomodándose su saco.

—Como te había comentado no se cuanto tiempo vaya a durar el juicio Gemma, puede que no pueda regresar esta noche por juntarme con mi abogado después de la primera sesión, pero te hablaré para mantenerte informada.

—Entendido —dijo con una larga sonrisa y él se me quedaba mirando con mucha atención en el rostro.

—¿Te has sentido bien? —preguntó él preocupado y yo me tense un poco a esa pregunta— Te veo un poco más pálida de lo normal, tus ojeras se van notando un poco más cada día que pasas aquí en mi mansión, ¿Si estas comiendo correctamente?

—Todo esta perfecto padrino, quizás ya no duermo tanto como antes, pero nada que preocuparse —mentía sintiendo gran culpa por hacer esto y él me miraba con mucha atención sospechando en esa mentira, sobre todo que bajo la mirada tratando de buscar mis manos, pero estas se encontraban detrás de mi espalda.

—¿Escondes algo? —preguntó él con seriedad y yo empecé a sentir muchos nervios en mi interior.

—No...¿Por qué la pregunta? —pregunté entre pocas risas nerviosas y mi padrino iba dando pasos queriendo acercarse para ver detras de mi espalda y yo tragué saliva cruzandome ahora de brazos de una manera muy rápida que no le deje tiempo a mi padrino para ver mis manos, las escondía muy bien debajo de mis brazos y él frunció el ceño mostrando mucha extrañeza a mi actitud.

Pero en eso un milagro sucedió cuando su celular empezó a sonar, él me miraba con mucha sospecha sabiendo que le escondo algo, pero sin opción tuvo que sacar su celular de su bolsillo sin apartar su mirada de mi, como si me estuviera diciendo "No creas que me olvidare de ti"

Él contestó su celular sin apartar sus ojos a los míos.

—Sebastián, buenos días —dijo él saludando a su abogado, ya que me ha comentado que ese es su nombre, mi padrino empezó a fruncir el ceño desviando su mirada hacia la pared y yo sonreí aliviada al no sentir presión— Pensaba que el juicio no iba a ser público —dijo él con bastante seriedad y pude escuchar murmullos de su celular sin comprender muy bien su abogado— ¿La prensa?, estoy totalmente perdido, se supone que este juicio era privado totalmente —hizo ademanes molestos y su abogado seguía hablándole, mi padrino soltó un pequeño gruñido— Si, llegaré en un momento para hablar con los del consejo. Nos vemos en un momento.

Mi padrino colgó la llamada de su celular y venía conmigo a darme un beso rápido en la frente olvidándose por completo el tema de hace rato por la prisa que esa llamada debió crearle. Pero aun así mostraba preocupación.

—¿Ha pasado algo? —pregunté preocupada y mi padrino me hizo una pequeña mueca.

—Se supone que el juicio era en privado sin medios, Alex quiere que sea pública hasta habiendo una prensa terminando el juicio, pero no te preocupes, no es tan grave como parece, aun así hablaré con los del consejo para que siga la idea original que sea en privado —dijo él con una sonrisa— Me despediré rápido de mi esposa y me iré al purgatorio.

—Mucha suerte padrino, como diría mi madre que Dios le ayude —dije con una sonrisa él me sonreía.

—Te deseo lo mismo. Estaremos en contacto —dijo él desvaneciendo empezando a usar su don teletransportandose en alguna parte.

Yo solté aire descruzando los brazos para ver mis manos muy adoloridas por los movimientos que tuve que hacer para mantenerlas escondidas, pero era lo mejor que mi padrino no se enterara, no quiero que esté preocupado en el juicio, no se como le hare para trabajar, pero...parece ser que no tengo opción.

***

Narrador

El purgatorio, es un lugar que se ubica en el palacio de la serafin, escondido por debajo de la gran mansión, el lugar no presentaba ninguna ventana para poder ver al exterior, tienen de pocas luces que iluminaban el cuarto, su propósito era tenerlo oscuras para cumplir con el aspecto del verdadero purgatorio, todas las paredes incluyendo el techo, los muebles, las puertas, se encontraban pintadas de color negro, para que la oscuridad misma esté presente siendo más intensa que la poca luz que iluminaba el salón.

El salón es circular teniendo una gran altura y profundidad como si este fuera el interior de un cilindro, hay cuatro púlpitos de gran altura midiendo unos dos metros y medio, estos son oscuros con detalles de metal oscuro marcados en ellos, al lado de ellos se encontraba una pequeña mesa y enfrente de estos se encontraba una mesa en cada lado, en el derecho y en el izquierdo habiendo dos sillas en cada una de las mesas.

Encima de ese piso la altura que sobraba del salón está repleta de paltos para el público, teniendo una vista en el centro del purgatorio para ver del juicio, habiendo variedad de sillas oscuras que parecían infinitas, pero estas se encontraban vacías sin haber algún espectador.

En una mesa del lado izquierdo se encontraba Alex acomodando sus papeles con una leve sonrisa serena en su rostro mientras que su hija siendo la víctima del caso se encontraba a su lado mirando su reflejo en un espejo practicando sus rostros de actuación fingiendo rostros heridos.

En la otra mesa Galder se encontraba con su abogado, Galder acomodaba todos esos folder amarillos de manera organizada haciendo ese favor a su abogado y que él le sonreía de manera agradecida.

Alex volteó a ver a Galder desde su mesa con una sonrisa de gran burla.

—Galder te debo una disculpa.

—Por todo el conflicto que estás realizando por haber ingerido unas simples galletas comunes, Alex. Todavía hay tiempo para que tu hija y tú retiren los cargos —dijo Galder con bastante seriedad volteando a ver a su ex-compañero.

Scarlett y su padre se miraban entre sí con una sonrisa al que esas palabras les causaron mucha gracia y voltearon a ver a Galder.

—Perdona en no haber sido más específico, mi disculpa es por haber dado la autorización de meter a los medios en esto, sin haber pensado que hubiera sido muy humillante para ti que tu derrota sea vista por los demás de nuestra raza. Que conveniente que los del consejo han aprobado tu decisión en que el juicio siga siendo privado.

Galder junto con su abogado fruncían el ceño mostrando enfado teniendo su mirada en Alex que seguía sonriéndole de una manera que mostraba gran maldad en su interior.

Unos arcángeles abrían la puerta del primer piso, un hombre vestido muy formalmente iba caminando poniéndose en el centro del purgatorio viendo a los individuos presentes en el juicio que ellos se levantaron con una postura firme y correcta mostrando respeto ante ese hombre. Una mujer iba caminando directo hacia la mesa que se encontraba al lado de los cuatro pulpitos siendo la taquígrafa del juicio sentándose en su asiento y preparando su máquina de escribir que se encontraba sobre la pequeña mesa.

—El juicio es privado por órdenes del consejo, se les recuerda no utilizar dones dentro del purgatorio, no se permiten de aparatos electrónicos y no habrá salidas hasta que se haya terminado la sesión —dijo el hombre mirando atentamente a los individuos que ellos daban un asentimiento al haber comprendido el reglamento y la taquígrafa iba empezando a escribir con gran velocidad todo lo que sucedía en el interior del cuarto— Recibamos con respeto a los tronos de nuestra diosa, sus consejeros más fieles e intelectuales.

Cuando el hombre dijo esas palabras entraron cuatro sujetos con túnicas blancas con capucha que les cubrían la mitad de su rostro solo mostrando su barbilla, teniendo sobre su cabeza una argolla de oro puro que de alguna manera encontraron una manera para que estas se encuentren flotando como si fueran verdaderamente ángeles. Entre ellos habiendo dos hombres y dos mujeres.

Los dos arcángeles cerraron las puertas acomodándose en ser guardias del cuarto, el hombre que dio el aviso se iba retirando, los del consejo se iban acomodando en sus púlpitos quedando enfrente de los presentes siendo más altos que ellos por el gran mueble, teniendo su mirada fija en ellos y un hombre del consejo alzó sus manos.

—Por la palabra de Ryan Rain, junto con mis hermanos Falan Malanda —dijo él viendo a su compañero de al lado que él daba un asentimiento— Mis hermanas, Naya Malanda y Carine Carto —dijo él viendo al otro lado viendo a sus compañeras que ellas daban un asentimiento y después de ello observo a los presentes— Damos inicio al juicio para decidir si es preciso realizar un juicio con nuestra serafín por el delito que Gemma Adelaida Salem cometió en haber usado su mano del caos contra dos potestades. Se le darán las primeras palabras al abogado Alex Heaven.

El hombre al terminar de dar su presentación bajo sus brazos quedando firme como sus compañeros, Galder, Sebastián y Scarlett tomaban asiento mientras que Alex se acomodaba de su cabello pasando su mano sobre su cabeza y daba pasos quedando en el centro del purgatorio y enfrente del consejo.

Él empezaba hablar con los del consejo...

***

Gemma

Entre al comedor empezando a servir la comida que por hoy uno de los guardias ha comprado para sus compañeros, ya que mi padrino debe seguir en el juicio y no podía hacerles ese favor. Mientras que iba sirviendo la comida miraba como los guardias se quedaban sentados sin decir alguna palabra, me sorprende cómo toman muy en serio su trabajo.

Al dejar un plato el centro empezaba hacer una mueca molesta al sentir el ardor de mi otra mano que sostenía el otro plato de comida, tanto era el dolor que esa mano empezaba temblar causando que hubiera un pequeño terremoto en ese plato lleno de arroz que algunos granos se me cayeron del plato ensuciando la mesa.

—¿Se encuentra bien jovencita Salem? —preguntó un guardia teniendo su mirada fija en el plato que hago temblar mucho y yo nerviosa lo iba sujetando con las dos manos tratando de fingir una sonrisa para esconder mi sufrimiento en esta falsa máscara.

—Son solo...los nervios, mi padrino ahorita está presentando un juicio donde decidirán si tendré un juicio con la serafín, estoy temblando que los del consejo puedan dar la autorización —dije de manera nerviosa contestando al guardia que él se me quedó viendo sin creer mucho en mi palabra.

—Jovencita Salem, puede servirme agua de sabor —dijo un guardia alzando su copa y yo me sobresaltaba un poco al notar que me ha faltado servirle bebida.

—Oh lo lamento, no me habia dado cuenta que le he faltado de servir bebida —dije dejando el otro plato al lado del otro e iba por la jarra de plata que mi mano al agarrar la oreja de esta empezaba arder con mayor intensidad, yo respire hondo y deje salir aire por la misma zona como si este fuera un modo de calmar el dolor.

Llegue poniéndome al lado del guardia que me había pedido bebida, incline la jarra para que el líquido cayera sobre su vaso, pero de repente sentí un gran dolor agudo como se me hubieran encajado una aguja en una parte de mi dedo que solté un gemido soltando la jarra por el dolor haciendo que esta cayera en la mesa derramando todo lo que había dentro.

Me sujeté la mano con gran dolor y los guardias se me quedaban viendo con mucha atención, yo empecé a bajar la mirada con mucha pena.

—Vaya a tratarse las manos, nosotros nos encargaremos de servirnos la comida —dijo un guardia y yo lo voltee a ver con un poco de nervios.

—Pero la señora Ciara...

—Nosotros le diremos que la hemos enviado a que repose un poco, tengo conocimientos en la medicina, espérame en la cocina, terminando de comer trato tus manos.

Yo le sonreí un poco de manera de agradecida.

—Gracias.

Yo me iba dirigiendo a la cocina uno de ellos me acompañó para ir por un trapo a limpiar el desastre que deje en la mesa, yo me fui a recargar en una mesa teniendo mi mirada en mis manos y el guardia que me acompañó se salió de la cocina con el trapo que necesitaba.

Respire hondo haciendo un sonido por mi lengua que la tengo pegada en el paladar dejando que todo el aire pasará por el pequeño hueco que creaba encima de esta, como si esta fuera una manera de calmar el dolor infernal, hice una mueca al ver como una ampolla se me había estallado mientras le servía bebida a ese guardia y cerré los ojos con presión tratando de aguantar el dolor.

Escuche unos maullidos y baje la mirada para ver a Serafina que había llegado, ella se me quedó viendo con mucha atención a mis manos y yo le regalé una pequeña sonrisa.

—Lo siento Serafina, pero mis manos ya no están al servicio este momento para que pueda acariciarte —dije con poca gracia como si ella pudiera entenderme y ella volteaba a ver su platón hondo e iba hacia este empezando a darle golpes con su pata, yo iba haciendo una mueca— Serafina, no puedo servirte leche, ni si quiera siento mis manos.

Serafina volteaba a verme haciéndome ojitos agrandando sus pupilas como una gran bola mirándome suplicante, ella soltó un pequeño maullido tan tierno sin dejar de golpear su plato con sus patas y yo hice una gran mueca al no poder evitar esa mirada suya, yo solté un suspiró exhausta dirigiéndome al refri rendida y Serafina venía corriendo conmigo a pasearse por mis piernas de manera muy agradecida.

Sujete el agarre del refri con una mueca de dolor al sentir como mis mano ardió bastante con solo hacer eso, trate de usar poca presión para abrir la puerta, pero aun así solté gemidos de dolor por dolores que iba sintiendo por solo hacer este pequeño acto, al tener el refri abierto miraba la pequeña botella cristal con leche fresca.

De manera delicada sujetaba la botella y Serafina impaciente empezaba a maullar emocionada teniendo su mirada en la botella levantándose en dos patas abrazándome la piernas como si me dijera "Ya dame mi leche, humana" de modo desesperado.

—Ya voy, ya voy, esperame Serafina, se paciente —dije cerrando la puerta del refri empujando la puerta con la espalda y Serafina se apartaba de mí corriendo a su platón queriéndolo en este instante lleno de leche.

Yo con una mueca de gran dolor trataba de abrir la tapa, ¿Por qué las tienen que reforzar tanto?, yo con desesperación al no poder seguir aguantando el dolor llevé la tapa a mi boca mordiendo con los dientes haciendo fuerza en jalarla y de ese modo pude destaparla.

Escupía por mientras la tapa en el suelo e iba al platón de Serafina agachándome empezando a servirle su leche y ella encantada de su bebida preferida empezó a tomar su bebida. Me levante sacando una sonrisa satisfecha al verla tan contenta, valió la pena aguantar el dolor por esto.

Pero en un momento ella dejo de tomar leche quedándose paralizada, yo frunci el ceño mostrando extrañeza por eso y ella se había quedado quieta, como si alguien la hubiera pausado, solo sus orejas empezaron a moverse un poco y ella volteó a ver la puerta pareciendo prestar mucha atención en algo.

—¿Qué sucede Serafina? —pregunto extrañada a su comportamiento, claro como si me fuera a responder.

Pero su actitud parecía muy nueva en este momento, es muy raro no ver que siga tomando de su leche, las últimas veces que le he servido se la termina en minutos sin pausar, ella empezó a bufir levantando sus pelos de su cuerpo en punta teniendo su mirada en la puerta y yo iba empezando a sentir un poco de miedo, y si está...viendo un fantasma, dicen que los gatos ven fantasmas mientras que nosotros no.

Serafina soltando otro bufido empezó a correr saliendo de la cocina dejando su plato de leche casi lleno y yo me había quedado completamente perdida, pero ¿Qué ha pasado?, yo me sujeté la barbilla pensando en las razones, será que ha olfateado algún ratón. No conozco mucho de gatos para saber, pero es la única razón que se me ocurre que pueda hacer.

Yo mire la puerta teniendo la gran curiosidad, no creo que pase algo si me salgo solo un rato de la cocina, quiero saber qué ha pasado con Serafina para que hubiera tenido esa extraña actitud despreciando su platón con leche.

Tome la otra salida de la cocina saliendo por un pasillo de la mansión y miraba por los lados buscando a donde pudo haberse ido Serafina, pude escuchar de otro bufido de ella y yo miraba hacia la derecha, a esa dirección la he escuchado, ¿Qué será lo que está pasando que hasta acá escucho sus bufidos de enfado?

Iba caminando buscándola, sin que hubiera algún guardia en los pasillos ya que ellos se encuentran comiendo, siento que se pueden enfadar por haberme salido de la cocina y no deben tardar en darse cuenta, pero había algo que hacía molestar a Serafina en esta mansión, porque hasta acá puedo escuchar sus maullidos muy molestos.

Yo iba empezando a subir los escalones para llegar al segundo piso, estoy muy segura que se encuentra aquí, mire por la derecha y ese pasillo se encontraba totalmente vacío y mire hacia el otro lado, escuche un pequeño pequeño maullido en forma de grito de Serafina que me hizo sobresaltar volteando a ver hacia el otro pasillo.

Yo solo pude ver como su cola negra se metía por su entrada especial en el cuarto de Yrsa, yo frunci el ceño mostrando gran extrañeza al ver la tabla que bloqueaba la entrada de la gata suelta, pero al escuchar los maullido de Serafina como si estuviera forzando mucho en un combate dentro de ese cuarto mostré mucha preocupación, ¿Qué estara pasando?, ¡Hay una rata dentro del cuarto de Yrsa?

Yo corrí con prisa, me detuve enfrente de la puerta colorida, trate de abrir la puerta, pero esta se encontraba con seguro, claro cómo iba a estar abierta cuando tengo prohibido entrar a este cuarto, Serafina soltó unos pequeños maullidos de dolor como si algo la estuviera lastimando y yo golpeó la puerta preocupada.

—¡Serafina! —grité muy preocupada y miraba del cuarto de la señora Ciara, iba por correr para pedirle ayuda, pero me frené mostrando terror al escuchar un rechinido de una puerta.

Me quedé paralizada al haber escuchado ese ruido, como...si la puerta que en un momento se encontraba con seguro, se había abierto, yo tragué saliva tratando de calmar ese miedo en mi girando lentamente deseando que esa puerta estuviera cerrada, pero empecé a sentir gran terror al encontrarla ahora un poco abierta, donde en la pequeña llanura me mostraba un cuarto totalmente oscuro.

—Se...Se...Ser...Serafina... —pronuncie su nombre asustada con palabras temblorosas abrazándome a mi misma empezando a dar pasos lentos hacia ese cuarto— ¿Cómo...abriste la puerta...traviesa? —pregunté con una corta sonrisa nerviosa empujando la puerta queriendo encontrarla en el cuarto, pero este se encontraba totalmente oscuro, tan oscuro que Serafina debió haberse fusionado con la oscuridad, pero lo más preocupante del caso es que no veo sus dos soles que tiene como ojos— Serafina, por favor, di algo preciosa —dije entrando al cuarto muy preocupada buscando el interruptor para prender las luces.

Una vez que prendí las luces pude escuchar como la puerta se cerró de golpe y yo di un grito de terror dándome la vuelta para ver quien ha sido la que ha cerrado la puerta, pero...pero...¡No se encontraba nadie!, yo mire a mi alrededor empezando a temblar de miedo, fue suerte que no me haya orinado encima, ¡Esta mansión está embrujada!

Pero al girarme de nuevo para ver el cuarto de Yrsa, las cosas...no pudieron empeorar, las paredes son de color rosa de un tono muy afeminado con posters de películas de Musa y cuadros aniñados colgados o pegados en la pared, habiendo montones de muñecas musas en estantes que parecía haber tenido una gran colección de ellas en sus tiempos, parecía tener más de cincuenta muñecas, además que en el suelo tenía montones de casas de muñecas, autos, hasta animales musa, yo volteé ver su cama que está como la puerta igual es muy colorida, repleta de diferentes peluches animales encima y mire la tele que está diseñada para niñas infantiles.

Yo hice una mueca al sentirme muy asustada en este cuarto que en este momento me parecía sacada en una película de terror por lo que está sucediendo. Yo mire la cama suponiendo que Serafina debe estar por debajo al no verla por aquí.

—Serafina...¿Estás debajo de la cama? —pregunté preocupada caminando hacia la cama, pero escuché que algo se había caído al suelo.

Me giré de golpe llevando mi mano en mi pecho mostrando una expresión de terror al ver a una de las muñecas musa que se encontraba en el estante había caído al suelo, yo mire por los lados empezando a sentir una gran presión sobre mi pecho y empecé a rezar el padre nuestro en susurro caminando hacia la muñeca.

Me detuve enfrente de la muñeca para ver que esta se encontraba de boca abajo y me la quedé mirando con mucha atención, pero al reconocerla mi miedo iba desvaneciendo un poco al reconocerla. Me agache para tomarla con delicadeza ya que esta muñeca musa cuando era niña eran muy populares al ser de gran calidad y de muy alto costo. Solo niñas con...dinero podían tenerlas.

—Te extrañamos mucho, Odette, ¿Dónde está Yrsa?

Yo abrí en grande los ojos en que mi imaginación al estar muy alterada hubiera creado una voz en mi cabeza haciéndome creer que la muñeca que tengo en mi mano me ha hablado, yo cerré los ojos con presión sacudiendo un poco mi cabeza tratando de darle esa pequeña sacudida que necesita para que todo mi cerebro vuelva en su funcionamiento, abrí los ojos mirando con mucha atención a la muñeca que esta se encontraba quieta teniendo su rostro pintado con una gran sonrisa.

—¿Cómo creciste tanto? —preguntó la muñeca moviendo su boca y yo automáticamente solté la muñeca con un grito de terror al darme cuenta que no es mi mente que me crea esa voz.

Está al caer al suelo cerró sus ojos haciendo una mueca de dolor y se iba moviendo a voluntad propia levantándose mirando con molestia.

—Eso no fue muy educado de tu parte, Odette.

—¡Es Odette?

Yo mire con gran terror abrazándome a mí misma al notar como las muñecas del estante empezaron a moverse volteándome a ver con esa larga sonrisa pintada en su rostro.

—No creo, no parece reconocerme, al menos que se haya olvidado de nosotras —dijo la muñeca del suelo mostrando tristeza.

—¡Pero ¿Dónde está Yrsa?

—¡Eres amiga de Yrsa?

—¡No quieres jugar con nosotras?

Baje la mirada aterrada al sentir que algo me abrazaba la pierna y un oso de peluche alzó su mirada hacia a mi.

—Te quiero mucho —dijo el oso y yo daba otro grito de nuevo mostrando gran terror moviendo mi pierna como si tuviera un bicho, pero este no me soltaba.

Pude ver como una pequeña pantera felina dando un pequeño rugido se salia debajo de la cama lanzándose contra el oso de peluche y me sorprendí al ver que era Serafina que ella sin piedad iba destrozando el oso con sus uñas y me volteó a ver mostrandome sus pequeños colmillos.

—No te quedes ahí parada, sal del cuarto inmediatamente —dijo ella con enfado y yo me paralice al poder escuchar que ella también hablaba.

Me sujete de la frente al sentir una sensación muy fuerte en todo mi cuerpo, iba perdiendo las fuerzas y mi vista empezaba nublarse quedando todo oscuro a mi alrededor, pude sentir que impacte contra el suelo, pero las voces que estaban a mi alrededor iban bajando de tono quedando en completamente silencio junto con la oscuridad.

***

—Gemma....Gemma...

Yo iba abriendo los ojos e iba viendo una silueta enfrente mío en forma de persona, mi vista se iba aclarando y podía ver a la señora Ciara enfrente mío mirándome con mucha seriedad, yo miré por los lados confundida al encontrarme en mi cuarto, pero hace un momento...

Al acordarme me incorporé de golpe quedándome sentada en mi cama mirando con gran terror a la señora Ciara.

—Muñecas poseídas en el cuarto de su hija —dije mirándola agarrandome las raíces de mi cabello y ella se me quedaba viendo con una mirada muy fría.

—No son muñecas poseídas, esas muñecas hablan y se mueven a voluntad propia gracias al don de mi hija. Te deje claro que específicamente no entrarás al cuarto de mi hija para evitar esta situación —dijo ella con enfado levantándose de mi cama y yo fruncí el ceño mostrándome perdida.

El don de Yrsa, lleve mi mano a mi frente, claro...Mia me había contado que algo parecido le había sucedido, Yrsa antes debía llevarse sus muñecas a la academia y ellas iban con Mia para invitarla a jugar, saque un gran suspiro de alivio, gracias a Dios que no es cosa del mal, aunque aun así es creepy.

Pero empecé a sentir en mi frente que mi mano se encontraba vendada, yo baje la mano con extrañeza para ver que mis manos se encuentran tratadas estando cubiertas de vendas completamente y yo mire a la señora incrédula al ver los materiales de primeros auxilios en sus manos, yo iba sonriendo con gran alegría.

—¿Me...ha tratado mis manos?, señora Ciara —pregunté mirándola con gran ternura y ella hizo una pequeña mueca molesta.

—Fuiste descuidada en no haber encontrado una manera de no empeorar el estado de tus manos con la limpieza, si no te trataba las heridas hubieran podido infectarse, no quiero tener más problemas con mi esposo por tu culpa, tuve que llegar al extremo de vendarlas de un modo en que no uses tus manos para que no cometas una idiotez en seguir utilizandolas con el estado en que están.

Yo aún así seguía con mi sonrisa en mi rostro, será que esconde la verdadera verdad, ¿Se...habrá preocupado por mi?, escuche un maullido y pude ver como Serafina dio un salto a mi cama sentándose en la esquina y yo la miraba con mucha atención.

—Sabe, estaba tan asustada que hasta me imagine a Serafina hablar diciéndome que corriera por mi vida —dije mostrando ternura a esa imaginación mía viendo a Serafina con atención.

Serafina y la señora Ciara se miraron entre sí, la gata se me quedó viendo fijamente moviendo su cola de un lado a otro de manera lenta y algo coqueta especial de los gatos.

—Ya has escuchado a unas muñecas hablar, así que no debes tener problemas si me escuchas a mi hablar —dijo Serafina, yo borre completamente mi sonrisa mostrando miedo y la señora Ciara rodeó los ojos mostrando fastidio mis actitudes.

—Serafina es la mascota de mi hija, fue el primer ser animal que usó su don en ella, le ha dado el poder de comunicarse con el habla.

—Oh...eso es... —dije mirando a Serafina sin poder evitar verla algo diferente y ella se me quedaba viendo con poca amenaza— Fantástico... —dije tratando de fingir una sonrisa y ella rodeó los ojos.

—Tomarás reposo este día —dijo la señora Ciara con seriedad y yo iba abriendo en grande los ojos al que eso para mi fuera un milagro e iba sacando una larga sonrisa por eso, ella frunció el ceño mostrando molestia a mi reacción— Pero este día será una excepción. Por tu seguridad vamos a poner seguro a tu puerta y los guardias estarán afuera si necesitas algo. Serafina, vámonos.

Serafina se levantó dando un salto hacia el suelo poniéndose al lado de la señora Ciara y las dos se salían del cuarto, escuche como le ponían seguro y yo bajé la mirada nerviosa al haberme quedado sola. Con lo que pasó, no puedo evitar sentir miedo, a pesar que me acabo de enterar que Serafina es un gato que habla, me hubiera gustado su compañía.

Me abracé a mi misma sintiendo un poco de escalofrío con solo acordarme de las muñecas y los peluches con vida, pero...lo que me han dicho, realmente parecen que extrañan a su dueña, digo casi nueve años que ella no esta con sus muñecas, para ella debieron ser sus amigas, comprendo la desesperación y no solo extrañan a Yrsa, han mencionado a Odette. Yo me quedé reflexiva ante eso, una se ha confundido conmigo creyendo que era Odette, la musa del lago de los cisnes.

Yo sonreí un poco sin poder evitarlo, ¿A poco me parezco a ella?, sería un bonito halago si así lo fuera, pero...¿Por qué me confundieron con ella?, con la colección que tiene Yrsa en su cuarto obviamente debió tenerla, pero parece ser que no está con las demás muñecas.

Yo subí los hombros tratando de no darle mucha importancia, aun así es demasiado creepy y espero que hayan asegurado ese cuarto de nuevo, no me gustaría volver a encontrarme con una de ellas, primero debo procesar y aceptar que Serafina es un gato que habla y parece ser que me tendré que acostumbrar a eso.

Yo mire por los lados buscando mi celular, esto se lo debo contar a Mia, Reto, escribirle a Maya, a todas mis amistades, pero mi celular no se encontraba en el mueble donde siempre lo tengo, hice una mueca al no recordar muy bien donde lo he dejado, solté un suspiró exhausta hundiendome en la cama, lo buscaré después, además, mejor utilizo este día para dormir.

Iba cerrando los ojos para tomar una larga siesta, pero escuche un pequeño sonido, yo abrí de golpe los ojos viendo mi cuarto que este se encontraba igual sin haber nadie más que yo, quizás...solo ha sido imaginación mía, yo cerré mis ojos con presión tratando de obligarme a dormir a mucha prisa intentándolo do ignorar el miedo ya que esos pequeños ruidos no dejaban de sonar.

"El número que usted marcó no existe en el sistema, por favor de...

Yo abrí de golpe mis ojos al haber escuchado mi celular debajo de mi cama y ya iba por gritarle a los guardias.

—No, no, no, por favor, por favor, no grites.

Yo bajé la mirada infartada al ver como tres muñecas se salieron de debajo de mi cama teniendo mi celular, pero mi miedo empezó a disminuir un poco al poder reconocerlas a las tres. Caperucita roja de la marca Musa, Rapunzel de la marca Musa y...yo empezaba abrir en grande mis ojos ¿Psique...de la marca Musa?, ¿Acaso habían sacado una muñeca musa de la obra Love of Greek?

Pero las tres muñecas al verme fruncieron el ceño mirándome con atención.

—¿Odette? —preguntaron las tres al mismo tiempo y yo rodeé los ojos.

—Yo no soy Odette, ¿Acaso les parezco una muñeca de su estatura? —pregunté con seriedad, las tres muñecas se miraron entre sí y me voltearon a ver.

—Te pareces mucho a nuestra amiga Odette, ¿Eres una amiga de Yrsa?, si lo eres, por favor, podrias decirnos donde está —dijo Roja con súplica y yo hice una pequeña mueca ante esa pregunta.

—Escuchen, yo solo soy una invitada... —ellas bajaron su mirada viendo mi uniforme que se encontraba a vista sin estar cubierto por mi cobija— O...algo así, lamento decirles que no conozco a Yrsa.

Las tres muñecas al mismo tiempo bajaron la mirada con gran tristeza, dejaron mi celular en el suelo y Rapunzel trataba de contener sus lágrimas respirando hondo, Psique le daba pequeñas palmadas en su espalda tratando de consolar a su amiga.

—Lamentamos haber agarrado tu extraño celular y...haberte asustado sirvienta de los padres de nuestra amiga, pero si escapamos del cuarto de Yrsa desobedeciendo las órdenes de la reina Ciara, era para tratar de llamar a nuestra mejor amiga Yrsa —dijo Psique con una voz muy apagada y yo hice una pequeña mueca empezando a sentir lástima por estas tres.

—Odio ser yo quien se lo diga, pero...¿Saben que ella se fue de esta casa hace casi nueve años?

Las tres me voltearon a ver asintiendo.

—Sí, dijo que se iba a ir a un gran paraíso y... —dijo Roja e hizo un mueca molesta cruzándose de brazos mostrando enfado— La única a quien se llevó con ella fue a Odette.

—Yrsa dijo que iba a volver por nosotras, pero...debió haberse olvidado dónde está su casa, es muy olvidadiza, por eso queremos marcar para recordarle dónde está, Noruega, Tromsø, al lado del océano y en medio de las montañas gemelas.

Yo me sentía muy incómoda por esto que subí la mirada al techo al que lo que les vaya a decir fuera muy complicado, yo las volteé a ver con lástima.

—Escuchen, un hombre fue quien se llevó a Yrsa a ese "Paraíso" —dije entre conejillos con una mirada muy seria— A un lugar muy lejos y escondido, no les será fácil llamarla o si quiera buscarla, pero tengo fe en ustedes que algun dia va a regresar en esta casa para estar con sus padres, solo deben ser pacientes —dije con una corta sonrisa.

—Oh no, no, no, nosotras no queremos que ella regrese aquí —dijo Rapunzel infartada a mis palabras poniendo su mano en su pecho.

—Lo que queremos es ir con ella al paraíso —dijo Psique con una larga sonrisa en su rostro.

—Seriamos muy malas amigas con Yrsa si quisiéramos que ella se encuentre aquí, sobre todo con ese mal rey que hace llamar su padre... —dijo Roja con enfado e iba frunciendo un poco el ceño mostrando molestia a esas palabras.

—Oye, el señor Galder es un gran padre.

Las tres muñecas me miraron de una manera incrédula negando con la cabeza.

—No me sorprende que no estés enterada, pero la misma Yrsa nos contaba a nosotras sus amigas como ese mal hombre la maltrataba.

Yo me iba incorporando teniendo mi mirada fija en las tres muñecas saliendome de la cama levantándome quedando enfrente de ellas, aunque tengo que tener mi mirada en bajo por la pequeña estatura de estas tres.

—El señor Galder es como mi padrino y es tan buen padre que no puedo evitar verlo como uno. Él me dijo que el único daño que le hacía a su hija era regañarla y nada más, son cosas que hace un padre.

—Un padre no le hubiera pedido a su propia hija que dejara de usar su don haciendo que nosotras ya no tuviéramos vida, quiso obligar a Yrsa a quitarnos las almas que ella nos dio, a sus propias amigas, ¿Eso te parece un buen padre? —preguntó Roja con mucho enfado y Rapunzel empezó a sollozar cubriéndose el rostro.

—Roja no se lo recuerdes, sabes que para algunas de nosotras es muy sensible ese tema —dijo Psique con seriedad y yo me las quedaba viendo con un poco de confusión.

—¿Mi...padrino quiso que Yrsa les quitara de su vida? —pregunté preocupada y Psique volteó a verme con seriedad dándome un asentimiento.

—En el último día que vimos a Yrsa, pudimos escuchar como su padre discutía de una manera tan horrible con nuestra amiga, le dijo que él ya estaba harto de ella...

—No les creo y ni debería estar hablando con ustedes, yo creo que debería informarles a los guardias que ustedes tres están escondidas en mi cuarto —dije con seriedad dándome la vuelta dirigiéndome a la salida.

—Solo tratábamos ser buenas amigas para Yrsa... —dijo Rapunzel entre sollozos y yo me detuve volteandola a ver con mucha seriedad y de alguna manera mágica iban cayendo lágrimas dibujadas por su rostro— Nadie la quería en la academia... —dijo ella con una voz quebrada y yo bajaba la mirada con lástima al recordar que eso me dijo mi padrino— Ella lo único que tenía...era a nosotras y el hombre que proteges le quiso quitar eso.

Yo me las quede viendo con seriedad, había algo en estas muñecas que algo me decía que no estaba bien, pero...quizás pueda utilizarlas para obtener información útil.

—¿Por qué se llevó a Odette en especial en vez de alguna de ustedes? —preguntó con intriga y Roja soltaba un pequeño gruñido cruzándose de brazos.

—Odette fue la segunda amiga que hizo Yrsa después de haber convertido esa gata como la primera. Pero Odette superó el nivel de amistad que tenía Yrsa con Serafina convirtiéndose en mejores, mejores amigas por siempre —dijo ella con una voz molesta.

—¿Por qué te escuchas como si Serafina no te agradará? —pregunté sentándome en mi cama y las muñecas se me quedaban viendo desde el suelo.

—Serafina siempre mal influenció a Yrsa, le daba muy malos consejos y hacía que tomara muy malas decisiones —dijo Roja con bastante seriedad.

—Siempre quiso llamar la atención, pareciera que se quería robar a los padres de nuestra amiga y la pobre de nuestra mejor amiga no se daba cuenta —dijo Rapunzel con un rostro lleno de tristeza.

—¿Por qué crees que Serafina no quiso irse con Yrsa al paraíso? —preguntó Psique con un tono bastante serio y volteé a ver a la puerta a donde se había ido Serafina sin poder creerlo.

—Acaso...Yrsa iba a llevársela.

—Obviamente, lamentablemente Yrsa la consideraba una de sus mejores amigas, pero la gata pulgosa traicionó su amistad negándose ir con ella. Debiste ver a Serafina en estos días que has estado aquí... —dijo Roja empezando a caminar y dio un salto ágil hacia mis cobijas empezando a trepar en ellas para quedar sobre mi cama cerca mío y yo volteé a verla con una pequeña mueca al no poder creer lo que me está diciendo— Ella muy alegre con los padres de nuestra amiga para ella sola, lo que siempre deseó desde un principio.

Yo bajé la mirada con algo de decepción, no se si lo que me dicen las muñecas sea algo cierto o no, pero...hay evidencias, mi padrino me advirtió que Serafina le gusta llamar mucha la atención, se puede ver como ha obtenido gran cariño de los señores Hansen, sobre todo de la señora Ciara. Serafina fue quien le dijo a Yrsa que se fuera para obtener todo esto.

Yo pude sentir que una pequeña mano de plástico se puso sobre mi pie descalzo y baje la mirada para ver a Rapunzel que me mira con gran lástima.

—¿Te encariñaste con ella no es así? —yo desvíe la mirada mostrando un poco de decepción por Serafina— No es culpa tuya, esa gata nació con un don de ternura que lo utiliza para hipnotizar a sus presas controlandolas, te toco la mala suerte de estar bajo su control.

—Pero...¿Qué no se lo han dicho a los señores Hansen?

—Siempre tratamos de decirle a la señora Ciara que Serafina es una muy mala compañía, pero esa gata nos lo impide.

—Ha asesinado a varias de nosotras para tener ese secreto guardado e impedirnos salvar a nuestra reina de su control —dijo Rapunzel poniendo sus manos en su rostro y yo me acordaba como Serafina asesinó a ese oso de peluche sin piedad.

—Veo que no les agrada para nada a mi padrino y Serafina, pero noto que con la señora Ciara es diferente a pesar que las tiene encerradas como me lo dijeron en el principio.

—Oh con ella no estamos enfadadas es una muy buena madre, Yrsa la quiere mucho y siempre la trato como si ella fuera una princesa, por eso la llamamos reina Ciara, además que después que se fue Yrsa su malvado esposo junto con su bestia del mal quisieron matarnos, pero ella nos salvó manteniéndonos encerradas en el cuarto de Yrsa para que eso no sucediera —dijo Psique con una muy larga sonrisa.

—Si, como a mi me encerraron en una torre para estar segura, es lo mismo que hicieron con las demás —dijo Rapunzel alargando su sonrisa.

—Ahora todo está teniendo conexión —dije comprendiendo sujetando la barbilla e iba notando como Psique hacía esfuerzos para trepar mis cobijas y así quedar sobre mi cama al lado de su amiga.

—¿Crees que puedas ayudarnos a buscar a Yrsa?, sirvienta de los señores Hansen —dijo Psique juntando sus manos en forma de oración y yo hice una mueca por la manera en que me llaman.

—Me pueden llamar Gemma... —dije con una pequeña sonrisa y Rapunzel abria en grande su boca mostrando impresión.

—Gemma es muy hermoso nombre —dijo ella juntando sus manos mostrando gran admiración y yo sonreí un poco apenada.

—Gracias y...como quisiera ayudarlas, pero...como ustedes no se donde esta, aunque les voy a decir algo... —dije alargando mi sonrisa hacia las muñecas que ellas me miraban esperanzadas en tener alguna respuesta— Mi padre fue el hombre quien se llevó a Yrsa...

—Nooo —dijo Psique sin poder creerlo y yo iba asintiendo sonrojándome un poco— Tu padre fue quien se llevó a Yrsa al paraíso.

—No es algo que me haga sentir orgullosa —dije con seriedad— Pero mi plan es algún día encontrarme con él y hacer que ella regrese con sus padres... —ellas hicieron una mueca molesta cruzándose de brazos— Pero hablare con los Hansen para decirles que Serafina no es tan buena como parece y con mi padrino para que no sea tan dura con Yrsa, ella regresaría para estar con todas ustedes, en su hogar, ¿No quieren eso para ella?

Las tres se miraron entre sí y Rapunzel iba asintiendo.

—La extrañamos mucho, aceptamos cualquier cosa solo para volver a verla, Gemma —después de lo que dijo ella extendía sus brazos con una sonrisa apenada— ¿Me puedes ayudar subirme a tu cama? —preguntó ella sonrojándose un poco y sin poder evitarlo ya empezaba sentir ternura por estas muñecas, me siento como en una de sus películas para sentir como si esto fuera hecho por magia. Agarre a Rapunzel con delicadeza sin poder usar mucho mis manos subiendo a mi cama— Gemma, queremos conocerte, cuéntanos todo sobre ti.

Yo saque pequeñas risas apenadas.

—Bueno...no la he tenido fácil... —dije poniendo a Rapunzel al lado de mi cama y ella se iba recostando de panza abajo sobre la cama poniendo sus manos en sus mejillas queriendo escuchar todo con atención, sus amigas hacían lo mismo que ella para escuchar todo sobre mi, yo me sentía tan especial por ellas y empecé hablar con ellas.

***

Mientras que les platicaba sobre mi, yo ya me había cambiado teniendo mi bata puesta, recostada en mi cama de una manera relajante mientras que Rapunzel está sobre un hombro mío haciéndome trenzas en el cabello escuchando con atención, Roja y Psique estaban sentadas de chinito sobre mi vientre teniendo sus codos en rodillas y sus manos en sus mejillas.

—Sabes para mi madre y yo eres de nuestras obras favoritas —dije alargando mi sonrisa viendo a Psique que ella alargaba su sonrisa dando un aplauso por ello.

—Me siento muy halagada y ¿tuviste una gemela mía en tu casa?

—No... —dije con un tono apagado y ellas me miraban con lástima— Como debes ser de colección debes costar un mineral. Creo que las únicas musas que obtuve eran piratas —dije haciendo una pequeña mueca y ellas fruncen el ceño.

—¿Te refieres a la musa pirata?, puede ser un poco ruda y brusca, pero es muy agradable, te la podemos presentar en el cuarto de Yrsa —dijo Rapunzel de manera inocente y yo me reí.

—No me refiero a la musa pirata, cuando digo que solo pude tener musas piratas es cuando hay personas que se encargan de copiar eso utilizando materiales económicos, no son de calidad como ustedes.

—Dices...que son como...¿Impostoras? —preguntó Roja tratando de entenderlo y yo iba asintiendo.

—Si algo así —yo saque pocas risas por el recuerdo— Recuerdo que mi madre me compró una musa millonaria, esta al ser pirata tenía su cabello como si lo hubieran hecho de paja.

—Ugh, no, pero qué barbaridad —dijo Psique agarrando su fino peinado de cabello castaño— Por suerte nuestros cabellos están realizados por pelucas de gran calidad —dijo ella con poca arrogancia.

—Lo se, son las muñecas perfectas para una niña, era mi gran deseo tener una auténtica, pero... —dije apagando un poco mi sonrisa bajando mi mirada— Parece ser que solo fueron hechas para las niñas...con dinero.

—Oh Gemma, pero no pongas esa cara, alégrate que ya tienes a unas musas como tus amigas —dijo Roja alargando su sonrisa volteandome a ver y yo iba sonriendo mostrando ternura a sus palabras.

—Tengo una idea, ¿Qué te parece si jugamos? —preguntó Rapunzel terminando mi trenza mirándome con gran emoción.

—Si, hace años que no jugamos, ¿Qué quieres jugar?, ¿Quieres fingir ser nuestra amiga Yrsa?

Yo iba haciendo una mueca a que lo que dijo Roja fuera...un poco escalofriante, pero aún así trataba de tener una sonrisa con ellas.

—Yo creo que ya soy suficiente grande para jugar con muñecas.

—Pero la edad no importa Gemma, me gusta la idea de Roja, si solo tuviéramos una peluca oscura —dijo Rapunzel mirando mi cabello y yo empecé a reirme con pocos nervios a que esto ya me está asustando.

—Creo que ya fue suficiente platica chicas que me ha dado mucha hambre, iré a la co... —pero me calle repentinamente cuando en el momento que intente salirme de mi cama sentí un jalón en mechones de mi cabello— Pero que...

Me volteé a ver atrás mío y mostré espanto para ver que mechones de mi cabello se encontraban enredados en barras de madera del respaldo de la cama y volteé a ver infartada a Rapunzel que ella iba sonriendo de oreja a oreja.

Iba a gritar por ayuda de los guardias, pero Roja rápidamente venía conmigo sacando una aguja detrás de su espalda escondida por debajo de su capucha amenazandome con el filo de esta en un ojo mío y yo sellé mis labios empezando a temblar de miedo.

—No, no, no Gemma, no quisiera que te pusieran un ojo de porcelana como los míos, con esos ojos tan bonitos que tienes —dijo Roja con una maliciosa sonrisa teniendo el filo de su aguja cerca de mi ojo y yo empecé a respirar con algo de dificultad por el miedo que sentía, pero trataba de ser valiente mirándola con enfado.

—Yo de idiota confiando en unas muñecas parlantes, te recuerdo que tengo como diez veces de tamaño que el tuyo, fácilmente puedo quitarte encima mio y arrancarte esa cabecita tuya.

—Quiero ver que lo intentes, durante estos nueve años hemos entrenado en el cuarto de Yrsa, somos rápidas, ágiles, fuertes, antes que trates de hacer eso te aseguro que en menos de segundos te clavaré esta aguja en tu ojo —dijo Roja con amenaza.

—Además que... —dijo Psique dirigiendo su mirada a mis manos— Por esas vendas nos indica que tus pobrecitas manos no están disponibles para ayudarte.

—No tienes porque sentir miedo Gemma, solo queremos ser tus amigas y sobre todo jugar contigo —dijo Rapunzel juntando sus manos con emoción con una sonrisa que mostraba sus dientes pintados llena de locura y yo solté un gruñido molesto tratando de mover mis manos, pero la señora Ciara me las vendo de una forma para no poder utilizarlas.

—No quiero jugar con ustedes y menos ser su amiga con lo que me están haciendo.

—Creo que no estas entendiendo, no es algo con lo que tengas opción —dijo Psique alargando su sonrisa de una manera muy malévola— Escucha no es nada divertido estar encerrada en un cuarto durante nueve años sin poder jugar con alguien, nosotras... —dijo ella extendiendo sus brazos señalando a sus amigas— Fuimos creadas para jugar, Yrsa nos dio un alma para tener vida, para... —dijo ella poniendo su pequeño índice del tamaño de punta de un palillo para dientes en la punta de mi nariz— Jugar con ella y ser sus amigas. Ella por el momento no está, pero tu... —dijo ella y sus dos amigas alargaron su sonrisa— La vas a sustituir por mientras que nos ayudas a encontrarla. Así que desde ahora eres nuestra amiga Yrsa.

Yo desvíe la mirada mostrando gran molestia soltando un fuerte gruñido y voltee a ver a las muñecas con gran molestia.

—Ya les dije que no la conozco para poder fingir que soy ella.

—Nosotras te ayudaremos con ese problema, Gemma, no te preocupes —dijo Rapunzel sentándose en mi hombro.

—Lo primero que debes entender que desde ahora te llamas Yrsa Hansen y te encantan las muñecas Musas, osea nosotras —dijo Psique señalándose a si misma— Hagamos una pequeña prueba, ¿Cómo te llamas?

—Gemma Adelaida... —me sobresalte un poco al ver cómo Roja rápidamente me pincho la mejilla y volvía a amenazarme con la punta de esta que ya se encontraba manchada de mi sangre y yo empecé a sentirme nerviosa—Yrsa...Hansen...

—Muy bien —dijo Rapunzel aplaudiendo con alegría.

—Hagámoslo más divertido, que adivine las respuestas —dijo Roja entre pequeñas risas y yo iba mostrando una mueca tratando de apartar mi cabeza lo más que podía de esa aguja, pero ella al darse cuenta de ello me lo acercaba más a mi ojo ocular— ¿Cuál es tu película favorita de Musa?

Si se ha llevado a Odette con ella es porque la respuesta es obvia.

—El...lago de los cisnes —dije con una sonrisa nerviosa y Rapunzel y Psique me aplaudían con una sonrisa.

—Muuy bieen —dijo Rapunzel con pequeños saltos emocionados.

—Ponle una difícil —dijo Psique con una sonrisa malévola.

—Una difícil, veamos... —dijo Roja alzando su mirada al techo y yo miraba la puerta deseando que alguien viniera al rescaté— ¿Cuál es tu canción favorita?

—¿Cantada...o de baile? —preguntó nerviosa y Roja fruncía el ceño.

—Obviamente que cantada. Tienes que decir el nombre de la canción, la musa quien la cantó y la película.

Yo empecé a respirar con muchos nervios, maldita sea, son como más de doscientas canciones que Musa ha creado con todas sus películas, la mía siempre ha sido "Siempre al cuidado de las estrellas" de la película musa sirena, pero...no se si Yrsa también le guste, parece...ser que tiene los mismos gustos que yo.

—Siempre al cuidado...de las estrellas, Perla de la película musa sirena —dije con nervios y las tres fingieron un rostro de lástima.

—Huy que mal Yrsa, esa no es la respuesta, tu canción favorita es "Eres como mi reflejo", cantada por nuestra querida amiga Alia, de la película musa en el mundo de los espejos —dijo Rapunzel con una mueca.

—Tienes... —dijo Roja alzando la aguja y yo iba mostrando miedo, ella iba alargando su sonrisa— Un punto menos...

Yo cerré los ojos asustada al ver que me iba a dar un corte con la aguja, pero escuche un fuerte bufido y unos gritos de las chicas, yo al abrir los ojos alargue mi sonrisa al ver como Serafina cayó en el suelo teniendo a Roja en su hocico que ella muy enfada le encajaba la aguja a Serafina en uno de sus ojos y ella soltó un grito de dolor soltando a Roja.

—¡Serafina! —grite con espanto.

—¡Mátala de una vez, Roja! —grito Psique con enfado y yo solté un fuerte gruñido tratando de quitarme las vendas de mis manos.

—No lo creo.

La señora Ciara llego a agarrar a Psique que ella mostró un rostro de gran terror cuando la mujer le tomó de su cabeza y no uso tantas fuerzas en arrancarsela, Rapunzel dio un grito de terror cubriéndose la boca y la mujer con una mirada de gran frialdad aventó la cabeza de la muñeca hacia Roja que ella se quedó paralizada soltando la aguja de su mano observando la cabeza de su amiga que esta ya se encontraba sin vida pareciendo una muñeca ordinaria por la sonrisa que le debieron colorear los creadores una vez que la hicieron.

Roja volteo a ver a la señora Ciara que ella iba caminando hacia ella teniendo aun el cuerpo decapitado de Psique en su mano con una mirada de gran odio hacia la muñeca con la capucha y la muñeca iba dando pasos hacia atrás de manera cuidadosa manteniendo su distancia con su "Reina" sin apartar la vista del cuerpo decapitado de su amiga.

—Mi reina...nosotras...solo...queremos jugar... —dijo Roja entre risas nerviosas y ella se había alejado tanto que no se dio cuenta que se pegó en la esquina del cuarto.

—Lo sé, suponía que iban a venir al cuarto de la única mujer joven que se encuentra en esta mansión. Queriendo obligarla a que juegue con ustedes haciendo el papel de mi hija.

—Pero...pero...lo hacemos porque extrañamos mucho a Yrsa como usted... —dijo Rapunzel tratando de ayudar a su amiga en problemas y Serafina soltó pequeños maullidos de dolor teniendo su pata en su ojo herido y yo la miraba con mucha preocupación.

—No comparen como extraño a mi hija con como ustedes la extrañan porque hay una gran diferencia... —dijo ella soltando el cuerpo de Psique dejándolo caer en el suelo y Roja temblando bajaba la mirada al ver como la muñeca impacto contra el suelo y la alzó viendo a la señora Ciara— Ustedes nunca quisieron realmente a mi hija —ella se hinco de manera rápida agarrando a Roja rápidamente que ella iba mostrando un rostro de gran terror y la mujer le ponía enfrente de su cara mirándola fijamente a sus pequeños ojos— Además del maldito padre de esa mujer que se encuentra en esa cama... —dijo ella señalando con la punta de su dedo hacia a mi y yo hice una pequeña mueca— Ustedes también tienen la mayor culpa de que mi hija se haya ido de esta casa por sus malos consejos, siempre fueron una mala influencia para ella. Yo no las tengo en ese cuarto porque les tenga afecto —dijo ella volteando a ver a donde esta Rapunzel que ella seguía con la boca cubierta con sus manos mostrando terror a que la mujer le iba agarrando la cabeza a Roja y ella empezó a gritar.

—¡No Ciara, por favor, no, perdóneme por favor, no me voy a salir del cuarto, no por...

Pero Roja se calló repentinamente cuando la señora Ciara le arranco la cabeza y Rapunzel se cae de rodillas estando aún en mi hombro, pudiendo sentir como esta muñeca temblaba con gran terror, la señora Ciara dejaba caer la cabeza y el cuerpo de la muñeca al suelo caminando hacia a mi teniendo su mirada fija en Rapunzel que ella juntó sus manos en forma de suplica.

—Pi...piedad...piedad...por favor...quiero...quiero...vivir... —dijo ella entre sollozos, la señora Ciara la agarraba con su mano y Rapunzel soltó un grito desgarrador—¡Por favor!

—Si las tengo aún vivas en esta mansión es porque sé bien el gran significado que mi hija tiene con ustedes, lo hago por ella, pero...si siguen escapando de ese cuarto haciendo este tipo de daños... —señaló a Serafina con su mano— No tendré piedad, contigo será una excepción para que les des el mensaje a tus amigas, ¿He quedado clara?, Rapunzel.

Rapunzel asentía sin pensarlo y la señora Ciara se le quedaba viendo muy fríamente.

—Guardias —dijo ella con seriedad y los guardias entraban a mi cuarto por la llamada de la señora Ciara— Uno encarguese de liberar a la sirvienta de la cama y otro necesito que ayude a mi gato a cargarlo, digan a uno de sus compañeros que llame al veterinario para que la atienda.

Los guardias asintieron, uno vino conmigo empezando a desamarrar mi cabello y otro iba con Serafina que yo la miraba con mucha preocupación al que tuviera su ojo herido cerrado, el guardia la cargo con delicadeza y la señora Ciara se salía del cuarto teniendo a Rapunzel en su mano, llevándola al cuarto de su hija. Solo espero que Serafina se encuentre bien.

***

Pasaron horas, el guardia me había ayudado a desenredar mi cabello de la cama después regresó de guardia estando afuera de mi cuarto por las horas de la noche, yo no dejaba de ver la puerta con demasiada preocupación por Serafina, en ese momento se abría la puerta y yo me levantaba saliéndome de mi cama juntando mis manos en forma de oración mirando a la señora Ciara que venia hacia a mi.

—¿Cómo está? —pregunté angustiada.

—No pudieron salvarle su ojo derecho, se la han tenido que llevar para realizarle una operación de extracción, pero me aseguraron que iba a estar bien después y por mi don se que me dicen la verdad, mañana ella regresara a la mansión —dijo ella sentandose en la esquina de mi cama y yo me sentaba al lado de ella bajando la mirada sintiendo gran culpa por esto.

—Es...mi culpa, yo...fui una completa idiota en haber confiado en unas muñecas hablantes —dije cubriéndome el rostro con desesperación— Debí avisarle que esas muñecas se encontraban en mi cuarto desde un principio, si solo lo hubiera hecho, esto no hubiera pasado —La señora Ciara se quedó en silencio ante mis palabras— Vamos, digalo —dije volteando a ver con tristeza— Que es mi culpa que Serafina haya perdido un ojo.

—Aunque quisiera hacerlo, mi don me lo impediría ya que te mentiría —dijo ella con seriedad y yo fruncí el ceño mostrando confusión— Cuando entraste al cuarto de mi hija, los guardias al escuchar tus gritos fueron directo a ese cuarto y te encontraron desmayada y vieron a Serafina combatir contra los peluches, la ayudaron a poner control y otros guardias te llevaron a tu cuarto. Mientras eso sucedía yo entré al cuarto para hacer conteo de las muñecas y ahí fue cuando me di cuenta que tres de ellas habían escapado. Cuando llegué a tu cuarto a tratarte las manos, Serafina y yo ya sabíamos que las muñecas se encontraban aquí.

Yo fruncí el ceño mostrando confusión.

—Y...¿Por qué...no las sacaron?

—Serafina me dio ese consejo, pero preferí dejarlas para que hablaras con ellas, para que pudieras ver lo que realmente son esos seres, ella estaba preocupada por ti en que quizás estaba yendo muy lejos, pero... —dijo ella desviando la mirada mostrando mucha seriedad al asunto— Este era el único modo en que comprendas lo peligroso que es entrar al cuarto de mi hija con las otras muñecas que se encuentran ahí, son muy engañosas.

—¿Todas...son así? —pregunté asustada y ella volteo a verme dándome un asentimiento.

—El don de mi hija es muy peculiar, es un poder que desafía la realidad, eso la lleva a tener un gran poder, pero siempre hay un costo para eso. Ella cuando le da vida a un objeto le entrega un alma falsa y todo lo falso tiene sus complicaciones, las muñecas de mi hija tienen ese tipo de alma, para ellas como nosotros es su vida y harán cualquier cosa por seguir teniéndola y la única manera de hacerlo es tener satisfecha a su creador. Cumpliendole cada capricho, si a Yrsa no le gustaba realizar la tarea, las muñecas le daba malos consejos en que no la hiciera y jugaran con ellas para que ella se estuviera contenta, ese es su mayor objetivo, no importa cómo, hay que tenerla contenta para seguir con vida, esa debe ser su mayor misión, si no cumplen con eso, cuando mi hija se entristece su don se debilita causando que toda vida que haya dado se desvanezca por completo.

—Pero...si es así, porque las muñecas han venido a mi cuarto queriendo que fingiera ser su hija, si Yrsa no está en esta casa, ¿Por qué hacer lo que hicieron conmigo?

—Porque como ellas debieron de haberlo dicho, Yrsa les dio un alma falsa con un propósito, ser sus amigas y como mi hija no se encuentra con ellas, las muñecas se sienten vacías sin cumplir con el propósito por el cual se les dio vida, sienten una gran desesperación que al verte te vieron como una pastilla para calmar ese sentimiento.

—Serafina...no fue quien le dio el consejo a Yrsa que se fuera, no es así —dije con seriedad y la señora Ciara desviaba la mirada negando con la cabeza.

—No, ella hizo lo contrario a ello, si mi esposo y yo le tenemos mucho cariño a Serafina es porque ella era la única verdadera amiga de Yrsa. Mi hija antes de irse con tu padre fue a su cuarto para agarrar sus cosas esenciales, pensaba llevarse a Odette y Serafina, pero Serafina le trato de explicar que lo que ella estaba haciendo no era correcto, que lo único que ella necesitaba era... —dijo ella empezando a irritar sus ojos y yo la iba mirando con lástima— Hablar con nosotros, pero... —dijo ella apretando los puños con enfado— Odette al ver que mi esposo era un obstáculo a su vida queriendo que Yrsa les quitara de su falsa alma empezó a decirle que tenía que irse, que el lugar a donde iba a ir iba ser libre como siempre deseaba, que en ese lugar ella y su amiga iban a estar juntas siempre. Yrsa... —dijo ella soltando unas pocas lágrimas— Tomó una decisión, Serafina trató de venir con nosotros para avisarnos de lo que nuestra hija pensaba hacer, pero las demás muñecas del cuarto se lo impidieron logrando amarrarla. Después fue cuando mi hija salió a los jardines para irse con tu padre. Si...Serafina nos hubiera avisado, hubiéramos tenido tiempo de detenerla —dijo ella, después de eso se cubrió los ojos con una mano y yo baje la mirada sintiendo pena por ella— Siempre he culpado a mi esposo por lo sucedido, pero... —ella soltó un sollozo— Yo soy como esas muñecas, sin haberle llamado la atención, sin darle restricciones de su don, sin castigar con las travesuras que hacía, darle todo lo que deseaba, en solo importarme en la felicidad de mi hija sin ver de las consecuencias que esto traía y...lo peor del caso es que mi alma es real, yo...soy la mayor culpable en que mi hija se hubiera ido...por ser una mala madre —dijo ella entre sollozos liberando todo su dolor.

—No diga eso... —dije tomándole de la mano y ella volteo a verme con algo de molestia— Su situación con su hija no era sencilla, su esposo me comentó que Yrsa no era muy social en la academia, ella sufría y usted solo quería que su hija fuera feliz con esas muñecas y peluches, es lo mismo que yo hubiera hecho al ver a mi hija alegre, al ver que ese era el único modo en que la tristeza que ella sentía desapareciera.

La señora Ciara trataba de calmarse mirándome fijamente a los ojos, pero después de un momento se levantó de mi cama tratando de esconder toda tristeza limpiándose las lágrimas y se iba rascando la garganta para aclarar su voz.

—Lo que le sucedió a Serafina no es tu culpa, es mi culpa por no haber sacado a las muñecas desde un principio, te menciono esto para que puedas descansar por lo que has pasado, buenas noches —dijo ella dirigiéndose a la salida del cuarto sin decir más como si su único deseo era irse de ahí.

Ella cerró la puerta, una vez que salió de mi cuarto, yo iba sonriendo sin poder evitarlo, para que me hubiera contado una cosa así es porque...me tiene confianza, ¡Nuestra relación va mejorando!, esto se lo debo contar a mi padrino, aunque...le debo contar muchas cosas una vez que llegue a la mansión, pero...

Mire la hora de mi celular al ver que ya era más de la medianoche, ¿Tan largos son los juicios?, a lo mejor lo son porque están los del consejo.

***

Narrador

En el purgatorio todos se encontraban sentados teniendo su mirada en los púlpitos vacíos, Galder con un rostro bastante serio se acercó al oído de su abogado tratando que Alex no se de cuenta, que él se encontraba sentado con una sonrisa calmada, mientras que Scarlett tiene de un rostro que mostraba fastidio al haber estado todo el dia en ese lugar deseando ya irse a su casa.

—Sebastian, pensaba que este juicio iba a durar máximo tres días, no llegue a pensar que hoy los del consejo iban a tomar una decisión —dijo él en susurro y su abogado hizo una pequeña mueca.

—Es lo más común, pero también sucede que duran solo un dia, Galder y siendo esto un juicio por un simple delito de unas galletas que fueron realizadas por la mano humana de una mestiza, no muestra ilógica que dure este tiempo.

Las puertas se abrieron, todos se levantaban al ver como los del consejo iban regresando a sus púlpitos acomodándose, el más joven de ellos de nuevo extendía los brazos teniendo su mirada fija en los abogados con sus clientes.

—Los tronos de nuestra diosa serafín hemos tomado la sabia decisión. Con las evidencias que presentó cada abogado y con los testigos que se han presentado en el juicio. Se ve innecesario el juicio con nuestra diosa por el delito que Gemma Adelaida Salem, una mestiza que cometió en haber usado su mano del caos en realizar unas galletas a un potestad.

Galder y Sebastián se miraron entre sí con una gran sonrisa, pero Galder borró esa sonrisa mostrando extrañeza al ver como Alex lo volteo a ver aun con una sonrisa serena, como si este juego aún no hubiera terminado.

—Pero... —dijo el consejero y Galder volteó a ver al sujeto con el ceño fruncido mostrando confusión— Se confirma el juicio con nuestra serafín con la mestiza Gemma Adelaida Salem por sospechas de traición a nuestra raza con delito de haber sido cómplice con el escape de Kay Schlange en Nueva York.

—Pero ustedes presentaron una junta con los arcángeles y nuestra serafín que ese suceso solo hubiera sido una llamada de atención sin la necesidad de un juicio —dijo Galder con seriedad y todos los del consejo voltearon a ver al hombre con frialdad.

—Con los actos que ha cometido la mestiza, hemos leído su historial en la academia, nos da la advertencia de comportamientos violentos y desconfiables como las del primer mestizo, no puede haber otro mestizo que arriesgue la salud de nuestra diosa, nuestra serafín solo tiene el poder de asegurarse que esa mestiza no es como el primer mestizo, por esa razón es necesario el juicio.

—Ella no es como el primer mestizo... —dijo Galder con gran enfado y los Heaven lo miraban con una sonrisa de burla.

—¿Duda sobre nuestra decisión?, Galder Hansen —dijo una mujer con un tono muy frío y Sebastián miraba a Galder con preocupación dándole la indirecta que guardará silencio, pero él se veía muy enfadado.

—El juicio se presentará en dos días, damos por terminado el caso —dijo el consejero bajando sus brazos y se daba la vuelta empezando a retirarse.

Galder sin poder seguir conteniendo sus piernas se sentó en su asiento teniendo un rostro muy destrozado y Sebastián ponía su mano en su hombro mirándolo con lástima.

—Galder, me da lástima que seas tan iluso —dijo Alex recogiendo su portafolio y Scarlett alargó su sonrisa por lo que dijo su padre, Galder los volteó a ver con gran odio— Creyendo que la mestiza se iba liberar de un juicio con nuestra serafín, cuando nuestra propia diosa desea deshacerse de ella.

—No tiene caso seguir conversando Heaven, ya se ha terminado el juicio, vámonos Galder, solo estamos perdiendo tiempo —dijo Sebastián tomándole los hombros a su amigo haciéndolo levantar.

—No deben tardar de enviarme el correo de ser el abogado apoyando a nuestra serafín. Avisale a la mestiza que la veré dentro de dos días.

—Hágame el favor de darle mis saludos, señor Hansen —dijo Scarlett con una sonrisa satisfecha y Galder solo frunció el ceño mostrando sus dientes con gran enfado.

Les Heaven se iban retirando con una sonrisa de gran maldad en su rostro y Galder ponía su mano en su frente haciendo una mueca de gran tristeza y Sebastián trataba de consolarlo dándole pequeñas palmadas en la espalda al hombre.

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