03. Un día común en la vida de Leon


Gemma

Mire por los lados mostrando extrañeza al encontrarme en un lugar rodeado de la oscuridad, una luz blanca muy intensa se fijó sobre mí cubriendo todo mi cuerpo y yo cerré los ojos soltando un gemido de dolor al que la iluminación me dañara la vista.

—Gemma Adelaida Salem, se le acusa de haber usado su mano del caos para haber dañado a dos potestades, ¿Cómo se declara?

Yo mostrando demasiada confusión empecé abrir los ojos, mostré miedo al ver que enfrente mio hay un púlpito muy alto que puede medir más de tres metros tuve que alzar la mirada para ver quien me ha hablado, en él se encontraba la serafín, pero siendo la escultura que se encontraba en el piso del Edén de la academia teniendo vida, su voz se escuchaba aguda y ronca empeorando este miedo en mi.

—¡Responde! —gritó ella dando un golpe a su púlpito con gran ira haciendo brillar sus ojos de diamante, pero si salen de ella causaba mayor terror e iba dando pasos hacia atrás mirándola asustada negando con la cabeza.

—No...yo...solo...le he preparado unas galletas a Scarlett, mi mano no le hizo ningún daño, ¡Es una mano completamente normal! —grité con enfado mostrándole mi mano humana, pero solté un grito de terror al ver mi mano.

Mi mano...¡Se había deformado!, ya...ya...ya no tiene siquiera la forma de una mano, mi piel en esa zona se encontraba podrida con hongos y gusanos alrededor que se encontraban gordos al seguir devorando mi piel, que por mis heridas escurría un líquido muy oscuro como si fuera mi sangre, algunos de mis dedos se encontraban unidos y otros fuera de lugar.

Yo me cubrí la boca aterrada abriendo en grande mis ojos al ver mi mano de esta manera.

—¡Mira lo que nos has hecho a mi y a mi padre mugre rata! —gritó Scarlett y yo volteé a verla paralizándome al ver que ella y su padre me miran con gran enfado teniendo un gran agujero en su estómago pudiéndose ver algunos de sus órganos, ellos me miran con gran enfado.

Yo me quería ir corriendo de ahí, pero...pero...¡No podía moverme!, sentía como si algo en mi cuerpo me estuviera abrazando impidiendo moverme, maldita sea, ¡Se me ha subido el muerto!, empecé a temblar con miedo por esta horrible pesadilla.

—Se declara culpable —dijo la serafín golpeando el púlpito con sus puños agrietandose a ella misma— Culpable, por ser un demonio...

—Yo...yo...no soy un demonio...¡No lo soy! —gritó desesperada pero di un grito de susto al ver como un espejo gigante cayó del cielo enterrándose en el suelo sin sufrir ningún daño mostrando mi reflejo.

Pude sentir como una capa de sudor se iba creando en todo mi cuerpo respirando con dificultad al ver mi reflejo que tengo la apariencia de la mestiza que Reto pinto, teniendo unos cuernos falsos clavados en mi cabeza del cual no dejaba de chorrear sangre, una cola de demonio cosida detrás mío y unas cadenas habían aparecido.

—¡Se te sentencia a muerte! —gritó la serafín apareciendo al lado mio jalandome las cadenas con una mano y yo empecé a gritar asustada al ver que ella apareció una espada en su otra mano a punto de decapitar la cabeza.

—Pero ¿Qué carajos está ocurriendo aquí?

Al solo escuchar las palabras de Leon todo se desvaneció apareciendo la cafetería donde de costumbre nos juntamos, había aparecido estando sentada enfrente de mi amigo que él me miraba con el ceño fruncido estando completamente perdido por la pesadilla que debió ver hace rato, yo me levanté de la mesa a lanzandome abrazarlo asustada sintiendo el miedo devorandome.

—Solo por un día que no entre en tu hueca cabeza y ya es todo un caos, conejita —dijo él con poca gracia, pero yo seguía abrazándolo tratando de calmarme, pero una vez que me sentía más tranquila me apartaba de él mirándolo confundida.

—Yo...pensaba que por la distancia ya no ibas aparecer en mis sueños.

—¿Estás decepcionada de que no sea así? —preguntó él con gracia, yo le regale una sonrisa negando con la cabeza y yo lo abrazaba de nuevo— Tampoco te ilusiones, que estoy usando esfuerzo para encontrarme en tus sueños a larga distancia, no se cuanto tiempo vaya a durar —dijo él con seriedad y yo me apartaba de él mirándolo con suplica.

—Por favor, usa todas tus fuerzas para no irte Leon, todo...esta de mierda —dije desesperada yéndome a sentar poniendo mis codos en la mesa y cubriendo mi rostro con angustia, desesperación, estrés, todas las emociones negativas que existan las siento aun dormida.

—No me digas, pensaba que ver a la serafín como una escultura con vida, a Scarlett y el señor Alex con un agujero en el estómago y a ti teniendo una apariencia de un demonio era porque te la debes estar pasando increíble en la mansión Hansen.

Yo bajé mis manos de mi rostro frunciendo un poco el ceño mirando a Leon con poco enfado ya que este no era momento para sus bromas y él me regaló una pequeña sonrisa traviesa.

—Mesera, bailarina de tubo y ahora de sirvienta, sí que vas por todo —dijo él sacando pocas risas y yo solté un gruñido.

—Leon, no me estas ayudando —dije con seriedad y él se acomodaba subiendo sus pies en la mesa llevando sus manos en su nuca alzando una ceja mirándome un poco molesto.

—¿Sacarte de una pesadilla no es de ayuda?

Yo empecé a sentir culpa al que tenga la razón.

—Lo siento Leon, yo...te lo agradezco, pero...ya debiste de ver mis recuerdos para saber lo tanto que ha ocurrido —dije agarrandome las raíces de mi cabello— La familia Heaven jodiendome como es de costumbre queriendo hacerme un juicio por unas simples galletas —dije con enfado golpeando de un modo leve la mesa con mi puño.

—Ve el lado bueno, me has hecho la noche haciéndole esa broma a Scarlett, te mereces mi respeto —dijo él alargando su sonrisa regalandome pequeños aplausos— Pero si que estas jodida —dijo él borrando esa sonrisa dejando de aplaudir llevando sus manos de nuevo detrás de su nuca.

—No, mi padrino me dijo que ya tienen las evidencias suficientes para que el señor Alex no gane el caso, mañana se hará el juicio y tengo la total confianza en mi padrino que ganara el caso —dije con una corta sonrisa y Leon me miró de una manera incrédula haciendo una pequeña mueca.

—Conejita, no te digo esto para molestarte, más bien para que te prepares para lo que viene, pero tu querido padrino no ganara el caso —dijo él con seriedad y yo fruncí el ceño mostrando enfado.

—Tenemos las pruebas, análisis de sangre de esos idiotas para demostrar que no les hice ningún daño, investigaciones de la maestra Lian sobre mi sangre indicando que no es tóxica...

—Eso no les va a importar ni mierda, conejita. Pueda que los del consejo si, lógicamente como tu dices deben tomar una decisión lógica con las evidencias que hay, pero ya todos te hemos dicho como nuestra diosa te odia, ella controla a su propio consejo, los obligará a que aprueben el siguiente juicio para que ella pueda juzgarte, debe ser su mayor deseo en el momento.

—Si lo que dices fuera cierto, desde un principio hubiera aceptado el juicio para juzgarme.

Leon rodeó los ojos negando con la cabeza pareciendo frustrado por mi ignorancia.

—Es claro que sí ha hecho un juicio de su consejo, es para que no se note que sin importar de las evidencias que tengan, quiere sentenciar enviandote en el inferno porque te odia al ser una mestiza o espero que no seas adivina por esa pesadilla que tuviste para que pueda ser una visión al futuro.

—No juegues con eso —dije con tristeza y él sacó pequeñas risas.

—Conejita, solo estoy jugando, no te va a matar, no puede hacerlo, no por unas ridículas galletas, ella te dijo que te iba a dar tres oportunidades, debe cumplir con su palabra de diosa, apenas llevas dos con esta, lo más leve que puede hacerte es como ya he dicho enviarte al inferno.

—Pero yo no quiero ir ahí —dije abrazándome a mi misma nerviosa a ese probable destino para mi.

—No es tan malo, no es como las prisiones humanas, tienes tu propia celda, te la limpian todos los días, en su receso tienen su propio gimnasio, sala de televisión, canchas para jugar y sobre todo una hermosa vista al cielo todos los días.

Yo alcé una ceja estando confundida.

—Entonces...¿Cuál es el castigo?

—La comida —dijo Leon respondiendo inmediatamente— Se dice que ahí la comida sabe a mierda, que si llegas a probar solo un poco a pocos minutos después ya te encuentras enfermo del estomago y te sirven agua con picante para empeorar las cosas, se rumorea que algunos han fallecido por hambre y siempre salen del lugar estando en un peso muy bajo como el de tu querida hada madrina —dijo él al final burlándose de mí y yo rodeé los ojo soltando un suspiró, pero empecé a verlo con extrañeza al que su cuerpo esté parpadeando, como si tuviera algún error de conexión en mi cabeza.

Leon bajo la vista para ver como su pecho iba desvaneciendo.

—Ya no puedo seguir en tu cabeza, maldita sea... —dijo él haciendo una pequeña mueca viendo como su mano iba desapareciendo.

—¿Volverás a verme en mi siguiente sueño? —pregunté preocupada y él volteo a verme alargando su sonrisa de oreja a oreja.

—No me perdería ver el día que vas a tener hoy. Me ayudaras de práctica para mejorar mi don —dijo él, toda su parte baja se fuera desvaneciendo completamente quedando solamente su pecho y su cabeza— Oh antes de irme, recuerda lo que dije ve preparandote para lo que viene conejita, mañana no te esperes una buena noticia.

—Gracias por tus ánimos, Leon —dije fingiendo una muy larga sonrisa diciéndolo con gran sarcasmo.

—Es mejor eso que entristecerte por haberte equivocado —dijo él empezando a desvanecerse de un modo que su rostro ya no era visible, todo su cuerpo ya se había esfumado completamente y yo hice una mueca abrazándome a mí misma al que mi amigo ya no se encuentre aqui para hacerme compañía.

Pero de repente iba escuchando unos fuertes sonidos...

***

Abri en grande los ojos al escuchar un fuerte sonido al lado de mi oreja como si estuvieran tocando una gigantesca campana cerca de mi oído para dejarme sorda, yo me levanté de golpe asustada tratando de ver que era lo que sucedía, estaba completamente perdida al verme en mi cuarto, estoy muy segura que había tomado la decisión de dormirme en la sala, pero fruncí el ceño mostrando confusión al ver a la señora Ciara siguiendo golpeando un sartén con un gran cucharón de metal.

—Ya...ya...ya...estoy despierta —dije con enfado y ella bajaba del sartén junto con la cuchara mirándome de una manera muy fría— Tenía un alarma en mi celular para despertarme —dije con molestia queriendo agarrar mi celular, pero me extrañaba al no verlo en mi pequeño escritorio.

—Mi esposo le faltó llevar tu celular a tu cuarto —dijo ella aventándome mi celular que este cayó en mi cama, oh cierto...lo he dejado en la sala ayer en la noche, espera un momento...

Yo mire a la señora Ciara con una pequeña sonrisa.

—¿Su esposo me ha traído a mi cuarto?

—¿Te sientes alegre con eso? —preguntó ella con demasiada seriedad acercándose a mí y yo iba arrastrando mi parte trasera hacia un lado para apartarme de ella a esa mirada muy intensa que entre esa y la del señor Bern van a un empate, aunque Ciara le hace sus esfuerzos para tratar de estar en la primera en la fila— ¿Te agrada que un hombre de 47 años te haya cargado ya siendo una adulta joven y no una infante? —preguntó acercando su rostro al mío y empecé hacer una mueca de culpa juntando mis manos.

—Yo...no me di cuenta, si me hubiera dado cuenta le hubiera dicho que me dejara en la sala donde me había quedado dormida. Mi intención no era dormir en la sala para que su esposo me llevara al cuarto, señora Ciara... —ella me frunció el ceño mostrando enfado— Digo...mi señora.

Ella me hizo una mueca de disgusto apartándose de mí y mi celular empezó a sonar la alarma, yo confundida agarre mi celular para ver que ya son las 5:00 am en punto.

—Pero...si apenas son las cinco en punto, ¿Por qué me ha despertado más temprano? —pregunte algo molesta por ello.

—Porque yo seré tu primera alarma, te despertaré de diferentes maneras, ya has escuchado una, te faltan los próximos días para escuchar las otras, tu alarma será la segunda para asegurarme que ya estes despierta completamente y si te vuelves a dormir a pesar de las otras alarmas o en el trabajo como lo has hecho ayer en la noche... —dijo ella mostrando una mueca muy molesta y yo fruncí el ceño agarrando mis cobijas con fuerza haciendo puño mis manos.

—Yo no me he dormido en el trabajo, me dormí porque ya había terminado con toda la lista de tareas.

—¿Apagaste todas las luces y aparatos electrónicos antes de irte a dormir? —preguntó ella con demasiada seriedad y yo hice una mueca al que se me haya olvidado ese detalle, aunque se me ocurría algo.

—Bueno...los guardias necesitan luz para ver si alguien trata de hacerme daño —dije con una sonrisa nerviosa y la señora Ciara se me quedaba viendo con mucha seriedad, pudiendo ver en su mirada que debe creer que soy toda una idiota.

—Los guardias han sido entrenados en la academia Angelus para no depender de la luz para hacer su trabajo, el enemigo no puede tener ese entrenamiento siendo una ventaja para esos hombres que te están cuidando, pero si el enemigo hubiera venido esta noche por ti, se le hubiera facilitado al que todo nuestra casa estuviera iluminada para él —dijo ella fingiendo una corta sonrisa y en un instante la borró completamente— Los guardias han tenido que hacer esa tarea por tu irresponsabilidad, que no se vuelva a repetir.

—Pero tome en cuenta que solo me ha faltado por realizar eso, en lo demás si lo he hecho, me dormí a las tres de la mañana por haber limpiado todas sus ventanas...

—¿Quieres recibir algo a cambio? —preguntó ella interrumpiendo de muy mala manera y yo fruncí el ceño mostrando enfado— Ve a asearte para que vayas a preparar el comedor para el desayuno —dijo ella con seriedad dándose la vuelta sin decir más y yo me crucé de brazos mostrando seriedad, pero en uno de sus pasos pude ver como ella se desequilibrada que se fue por un lado y yo mostré preocupación.

Pero ella a tiempo puso sus manos en la pared salvándose de esa caída y bajo su cabeza de un modo que parecía estar muy débil, cerró sus ojos con presión respirando hondo y soltando aire sucesivamente, sus labios se estaban tornando de un tono púrpura al no tener color.

—Por Dios, señora Ciara... —dije muy preocupada levantándome de mi cama queriendo ir con ella para ayudarla— ¿Se encuentra bien?

—No te... me acerques... —dijo ella señalando con su índice de una manera de amenaza, teniendo aún su rostro en bajo tratando de recuperar esas energías que no tiene y yo me detuve haciendo una mueca al ver su estado.

—Necesita comer algo, tomar algo dulce al menos, una soda de azúcar le va a ayudar a recuperar pocas energías...

—No quiero tu ayuda —dijo ella incorporándose volteando a verme con gran odio y yo me abrazaba a mi misma mostrando tristeza, ella a pasos lentos se iba retirando de mi cuarto y yo bajé la mirada haciendo una mueca.

Pude escuchar un maullido y yo extrañada miraba por los lados buscando a Serafina, ya que la escuchaba, pero no la veia, di un pequeño salto al sentir como algo me toco los tobillos, baje la mirada aterrada, pero saque una sonrisa mostrando ternura al ver dos patas peludas saliéndose debajo de mi cama, moviéndose de un lado para otro buscandome, Serafina sin darse cuenta que la he descubierto volvía a esconder sus patas.

—No sabia que tenia una monstruita debajo de mi cama —dije con gracia bajando mis rodillas y manos al suelo, lleve mi cabeza muy abajo casi pegada en el piso y agarre una parte de la cobija ya que me cubría la parte de abajo de mi cama, al subirla al que todo en ese espacio esté muy oscuro al no recibir mucha luz, solo podía ver dos ojos amarillentos con unas puìlas delgadas observando fijamente y yo alargaba mi sonrisa mostrando mis dientes— Con que eres tu Serafina.

Ella me dio un patazo en mi rostro y yo me apartaba poniendo mi mano en mi cara un poco adolorida por ese golpe, Serafina se salía por debajo de mi cama sacando un maullido empezando a frotar su cuerpo por al lado de mi cadera ronroneando y bajaba mi mano sacando aun así una sonrisa sin poder molestarme con ella.

—Que formas más extrañas tienes para saludar —dije agarrándola y me iba levantando con ella cargándola empezando acariciarla— ¿Serás de nuevo mi acompañante hoy? Ojos de Sol —dije picandole su nariz con mi índice, pero hice una mueca de dolor al sentir que me ha atrapado mi dedo dándole una mordida rápida— Tomare eso...como un si —dije tratando de ignorar el dolor liberando mi dedo, pero ella de terca no me lo soltaba.

Empecé a caminar con Serafina en mis brazos directo a los baños para alistarme...

***

Narrador

Leon se despertaba al sentir como la luz del sol se pegaba a su rostro, él se iba incorporando haciendo una mueca molesta al que esa iluminación le dañara un poco su vista, masajeando sus párpados para calmar el dolor. Él bajó sus manos abriendo sus ojos verificando que su vista ya se encuentre bien.

Él empezó a estirar sus brazos hacia arriba usando todas sus fuerzas cerrando sus ojos con presión y soltando un pequeño gemido exhausto, se sujetó una muñeca curvando su espalda de un lado y después del otro, dejaba caer sus brazos con una pequeña sonrisa satisfactoria a esa agradable sensación de haberse dado una estirada.

Hizo un lado sus cobijas levantándose saliéndose de su cama, por el tiempo de invierno lleva puesto una pijama térmica oscura, él se dirigía a su pequeño mueble agarrando un limador de los montones que tiene y empezaba a limarse las uñas pareciendo entretenido con eso, apartó la lima mirándose sus uñas para ver si han quedado en la forma de correcta y empezó a realizar lo mismo con la otra mano.

Una vez que terminó de limar sus uñas, aventó la lima a su cesto de basura con buena puntería para haberla metido, se dirigía a la salida de su cuarto estando descalzo. Una vez que salió del cuarto mostraba seriedad al ver el montón de sirvientas que se encontraban sacudiendo o limpiando. Las sirvientas son jóvenes humanas, con un buen aspecto y se encontraban con un uniforme provocador francés. Las sirvientas voltearon a ver a Leon regalándole una sonrisa amigable.

—Buenos días joven Hammer, ¿Desea que le ayudemos en algo? —preguntaban las tres sirvientas al mismo tiempo de una manera coqueta.

Leon desvió la mirada con seriedad siguiendo su camino sin contestarles, las sirvientas se miraban entre sí por la seria actitud del joven, él iba caminando por el largo pasillo y una vez que llegó a las escaleras iba bajando los escalones, terminando de bajar las escaleras iba dirigiéndose al comedor.

Abrió unas medianas puertas de madera entrando al comedor, donde en la mesa alargada se encontraba su madre sentada en la cabecera de la mesa, teniendo a dos mayordomos humanos adultos en su lado con un aspecto apuesto, la mujer tiene en su mano una copa de cristal con vino, notándose una pequeña cantidad mostrando que ya ha tomado cantidad suficiente.

Su madre se le queda viendo a su hijo con una mirada fría, habiendo tenido su mirada en la puerta como si lo hubiera esperado en toda la mañana, Leon sacando un pequeño gruñido se dirigía al otro extremo de la cabecera, habiendo como ocho sillas de distancia a donde está su madre.

Leon tomo asiento y uno de los mayordomos tocó una pequeña campana, de la puerta salieron unas sirvientas con una jarra de oro y otra con una charola de plata. La sirvienta de un modo seductor dejaba la charola de plata enfrente de Leon agachando su espalda de un modo poco seductor mostrando sus dos extensos pechos estaban pegados entre sí creando una línea en el centro que podía enloquecer a los hombres, pero él se le quedaba viendo de una manera muy fría.

La sirvienta levantaba la charola de plata mostrando de un delicioso desayuno de diferentes tipos de carnes frías, jamón, salami, salchicha, junto con diferentes quesos por igual, blanco, amarillo y lo acompañaba con unos bolillos recién horneados.

—Sus favoritos joven Hammer —dijo la sirvienta agarrando la servilletas queriéndolo poner a Leon sobre sus piernas.

—Pueden dejar su puta actuación a un lado y simplemente servirme de una manera normal, joder —dijo Leon con desesperación arrebatándole su servilleta de tela y las sirvientas se miraban entre si mostrando algo de miedo a esa respuesta del joven.

—Como...desee joven Leon —dijo la sirvienta apartándose y Leon con seriedad se iba poniendo su servilleta sobre sus piernas él mismo.

—¿Desea vino para tomar? —preguntó la sirvienta acercándose a él y Leon volteo a verla con seriedad.

—Rosie, dulzura, sabes perfectamente que opino del vino en la mañanas —dijo él fingiendo una sonrisa en su rostro y Rosie bajaba la mirada poniéndose muy nerviosa— Solo traeme una botella de cerveza fresca.

Rosie dio un asentimiento rápido dirigiéndose a la cocina, Leon volteo a ver a su plato agarrando los cubiertos correctos y su madre soltó una pequeña risa de burla acercando su copa a su labios dándole un pequeño sorbo, apartó del vino mirando con gran disgusto a su hijo.

—Además de una decepción, el destino me ha dado un hijo marica —Leon volteo a ver a su madre con enfado— Me vas a contradecir, hazlo, quiero que me des las evidencias para ver si lo que digo es incierto.

—Me vale una mierda lo que pienses de mi, no importa lo que haga siempre me seguirás viendo como en el día en que nací —dijo él con mucha seriedad bajando la mirada empezando a cortar sus carnes frías.

—No me recuerdes ese día —dijo ella desviando su mirada hacia las ventanas teniendo un rostro muy frío— Que desperdicio de embarazo, no decir del dolor del parto que me provocaste que fue en vano para tener un hijo tan decepcionante como tu, no solo me arruinaste la vida con tu nacimiento, me destrozaste el vientre dejándome infértil, maldita para no poder tener a otro hijo o hija con la mayor probabilidad que fuera mejor que tu.

—Quizás sea porque el karma fue agradable con el mundo para hacerte esto por lo desgraciada que eres, madre y me alegro ser parte de ello —dijo Leon fingiendo una larga sonrisa hacia su madre y ella volteo a verlo frunciendo el ceño mostrando gran enfado a ese insulto, pero después tomó la calma tratando de verse calmada.

—Si te he esperado en el desayuno es para avisarte que tus tíos no tardarán en llegar a Berlín, se van hospedar en nuestra casa hasta año nuevo como es de costumbre todos los años, pero Gunther traerá a lo que llama su pareja a ese animal —dijo ella haciendo una mueca de gran disgusto y Leon casi se atragantaba al haber escuchado su madre, se cubría la boca con la servilleta frunciendo mucho el ceño por la gran molestia, Rosie llegó a dejarle la botella de cerveza al hombre y se apartó de él poniéndose a su lado.

—Estoy realmente perdido y confundido, no puedo soñar por culpa de mi don, pero gracias a esto me hacen sentir que estoy viviendo en uno. ¿Cómo es posible que tú... —dijo él mirando a su madre con gran disgusto y ella entrecerró sus ojos mostrando gran molestia— Vayas a aceptar a una metamorfa...

—Ejem — carraspeó su madre mirando a su hijo con gran enfado que él de mala manera tuvo que guardar silencio mirando a los humanos que tienen su mirada fija en él mostrando confusión a esa palabra "Metamorfa"

—Quise decir la mujer que parece una rata con alas en esta casa, te aborrece los roedores y no decir de padre, esto para el abuelo debe ser un sacrilegio, permitirle la entrada a mujeres como esas a nuestra casa, que ridículo —dijo él extendiendo sus brazos haciendo un ademán molesto.

—Tu primo nos lo ha exigido, le dimos el permiso porque es lo justo por el sacrificio que hace la familia para tener que venir a nuestra mansión sabiendo que vas a estar presente molestandolos con tu presencia.

Leon mostraba un poco sus dientes sintiendo gran ira.

—Más bien lo hacen utilizando al imbécil de mi primo para que me joda en todas las vacaciones, como así ha sido siempre —dijo él levantándose de golpe de la mesa agarrando su cerveza.

—Si no fueras un hombre débil, no tendrías estas complicaciones con tu primo, Leon —dijo su madre con normalidad, después le dio un pequeño sorbo a su copa con vino, Leon solo soltó un gruñido dirigiéndose a la cocina, se llevaba la punta de la botella a sus labios llevando su cabeza hacia atrás mirando al techo mientras que se iba tomando todo el líquido de la cerveza de un solo trago de manera muy veloz.

Llegó a la cocina apartando la botella de cristal vacía al haberse tomado toda la cerveza, él empezó a escuchar unos sollozos, volteó a ver a un pequeño grupo de sirvientas que iba consolando a una de sus compañeras que se veía la más joven de todas, ella se encontraba sentada en una sencilla silla de madera, estando entre lágrimas teniendo su uniforme roto sobre todo del escote que se podía notar de su brasier oscuro de encaje, teniendo variedad de moretones recientes en su piel, su cabello se encontraba totalmente alborotado y su maquillaje totalmente escurrido por las lágrimas que no dejaban de salir de sus ojos. Sus compañeras tratan de tranquilizarla, pero ella no dejaba de llorar.

—Quiero irme...quiero irme a casa...

—Shh, shh, si un Hammer te escucha llorando vas a empeorar la situación —dijo una de las sirvientas de un modo muy nervioso.

—Nueva eh —dijo Leon con seriedad y todas las sirvientas dieron un salto volteandolo a ver, la sirvienta que lloraba mostraba gran terror con solo verlo— ¿Cuánto tiempo tiene aquí? —preguntó él con seriedad dirigiéndose al refri de la cocina y las sirvientas se quedaron en silencio asustadas, él abrió el refri volteando a verlas— ¿Me van a dejar hablando solo?

—Tiene un mes y medio, Leon, su nombre es Halina —dijo una de las sirvientas teniendo el valor y Leon volteo a ver a la adolescente que seguía sollozando abrazándose a sí misma aterrada, sin dejar de temblar por ese miedo.

—Debo suponer que mi padre ya te ha estrenado esta mañana —dijo él con un tono frío volviendo su mirada al refri y agarró otra botella de cerveza, Halina cerró los ojos presión haciendo una gran mueca de tristeza por el recuerdo— Todas ustedes no se dan cuenta que han hecho un trato con un demonio —dijo él con seriedad cerrando la puerta del refri volteando a ver a la sirvienta— ¿Qué es lo que esperabas con un sueldo muy alto?, ¿Crees que solo ibas a ser un bonito adorno para esta mansión?, no preciosa, para mi padre todas ustedes son como bocados, si se le antoja uno, va por el para comérselo.

Todas las sirvientas se le quedaban viendo con mucha seriedad a esas palabras, Halina abría sus ojos teniendo sus ojos totalmente irritados respirando con dificultad al tener su nariz suelta por los sollozos, viendo a Leon que él fue a dejar la botella vacía en una mesa y usó sus dientes para destapar la botella nueva. Escupió la tapa en el suelo y volvió a ver a su joven sirvienta.

—Si te sirve de consuelo, mi padre nunca ha llegado a violar o tener alguna relación sexual con algunas de tus compañeras y un consejo, si él quiere tener su tiempo a solas contigo, no hagas forcejeos y mantente tranquila sin lloriqueos, de esa manera le parecerás aburrida.

Leon llevó la punta de su cerveza a su boca empezando a tomar dirigiéndose a la salida y Halina se levantó del asiento con una mirada llena de enojo.

—Ire...ire...denunciarlo...denunciare...por lo que me ha hecho —dijo ella con palabras temblorosas, pero tratando de reunir ese valor, las sirvientas mostraron espanto a esas palabras que una se cubrió la boca aterrada, Leon se detuvo apartando la botella de su boca alzando una ceja mirando a su sirvienta con poca burla.

—Diganle a la pobre ilusa cómo funcionan las cosas y tomate este día libre —dijo él con muy corta sonrisa y Halina lo miraba con gran odio.

Él sin poder hacer algo al respecto se salió de la cocina dirigiéndose a su cuarto.

***

Leon se encontraba en su cuarto estando ya aseado y vestido con un outfit oscuro, teniendo unos botines y una chaqueta gruesa de cuero, con muchas cadenas plateadas colgadas como adorno, en su mano se encontraban anillos de plata de diferentes diseños, llevando una gargantilla para hombre en su cuello gruesa con picos metálicos insertados. Lleva su peinado a un lado, pero con el paso del tiempo que no ha ido a una peluquería su parte que anteriormente se encontraba rapada, ya su pelo había crecido llegando por arriba de sus orejas, mientras que en su otro lado derecho su cabello se encontraba muy alargado que ya hasta le llegó a su hombros.

Él se encontraba recostado en su cama observando el techo de su cuarto mientras que escuchaba música de rock a muy alto volumen con sus bocinas de alta calidad. En su mano derecha sostiene de un cigarro de marihuana que ya se veía consumido, le faltaba poco por acabarlo, él llevó la punta del cigarro pegando a sus labios chupando de la hierba y lo apartaba expulsando el humo de una manera relajante.

Alguien abría la puerta con fuerza con una patada rompiendo del seguro causando que Leon diera un pequeño salto soltando de su cigarro por el susto, él volteo a ver a la persona que había entrado de esa manera tan brusca y Gunther le regaló una sonrisa de oreja a oreja mostrando gran maldad.

—Pero mira, mira, mira nada más, si es la lagartija que intenta mantenerse encerrado en su cueva consumiendo mierda sin tener el interés de saludarme a mi y a mis padres —dijo él dirigiéndose a Leon que él frunció el ceño mostrando gran ira bajando la mirada recogiendo del cigarro y prefirió aventarlo al bote de basura que al tener siempre buena puntería había acertado.

—Saca tu culo de mi cuarto imbécil de mierda —dijo él con enfado levantándose de su cama y Gunther finge un rostro herido poniendo su mano en su pecho, frunciendo el ceño como manera de tristeza.

—Pero si yo solo quiero jugar contigo como los viejos tiempos primito, además que esta vez no he venido solo —dijo él alargando su sonrisa y Leon desviaba la mirada haciendo una mueca molesta sabiendo a quién se refería— Sería de muy mala educación si no la saludas, después de todo tu y ella tienen tantas cosas en común, se alegrará mucho si la recibes con un beso.

—Sabiendo que tus labios han llegado a contaminar todo su rostro, no gracias —dijo Leon fingiendo una sonrisa de gracia y Gunther frunció el ceño mostrando confusión, pero después se echó a reír con fuerza llevando una mano en su frente.

—Oh tu crees que hablo de... —él se empezaba a reir con gran fuerza mirando a su primo con gran burla y Leon frunció el ceño mostrando gran ira— ¿Crees que hablaba de Meg?, aquí hay una confusión, yo te hablaba de esta linda invitada que traje especialmente para ti —dijo él entre pocas risas llevando su mano a los bolsillos de su saco.

Leon mostró una expresión de terror al ver como Gunther sacó a una mediana serpiente verde de su bolsillo que está siseo. Gunther entre pequeñas risas de travesura iba dando pasos rápidos acercándose a su primo que él iba dando pasos hacia atrás apartándose de él mostrando gran terror sin apartar la vista del pequeño reptil.

—Ap..apa..aparta esa cosa...de mi... —dijo él entre palabras temblorosas por el miedo que sin darse cuenta se pegó contra la pared, él miró por los lados confuso al no haberse dado cuenta de lo lejos que había llegado.

—Pero si es hembra, quizás no sea una lagartija como la primera vez, pero tienes que ver más opciones primo. Además es un reptil como tú, es más llamativa que la anterior, anda dale un beso a tu nueva amiga —dijo él entre risas sujetando el cuello a la serpiente de manera brusca que con enfado abría su hocico mostrando sus colmillos haciendo un silbido molesto y Leon se pone pálido al ver como su primo acercaba el rostro del reptil a su rostro que esta se quería desquitar con quien sea dándole una mordida.

Leon se agachó esquivando la mordida de la serpiente y Gunther frunció el ceño bajando la mirada viendo a su primo, Leon empujó a Gunther por el estómago apartándolo de él y se levantó corriendo a la salida del cuarto.

Él al salir del cuarto iba corriendo dirigiéndose a la salida entre respiros alterados por el miedo que siente en su interior, sin querer voltear hacia atrás, solo tiene su mirada enfrente deseando llegar a la puerta de salida, él al llegar escaleras iba bajando dando saltos largos teniendo su mirada en bajo verificando en no tropezar en los escalones.

Pero una vez que termino de bajar todos los escalones subió su mirada, pero en la entrada principal se encontraban sus padres y sus tíos que le lanzaron una muy fría mirada, pero su mirada se fijaba más en Meg, que ella se le quedaba viendo con poca extrañeza al verlo de ese modo tan alterado.

Ella llevaba un saco de piel de conejo blanco impecable, debajo de ese saco llevaba ropa oscura ajustada a su cuerpo, unas botas de terciopelo oscuro por arriba de sus rodillas, teniendo un maquillaje que hacía llamar la atención con esa belleza de su rostro, su cabello se encontraba suelto aplacado, llevaba como accesorio unos aretes de diamante fino, se podían ver unos brazaletes de oro junto con un reloj de marca, tenía cargado un bolso de marca oscuro con metales de oro.

Leon se quedaba paralizado viéndola y ella desviaba la mirada con seriedad abrazándose a sí misma sintiéndose un poco incómoda por el último encuentro que tuvo con él. Leon bajo la vista mostrando seriedad tratando de tomar calma, pero alzó la vista viendo a sus tíos con seriedad.

—Bienvenidos...sean a nuestra casa.

—No muestres hipocresía solo para quedar bien con nuestra invitada —dijo su tía con demasiada seriedad haciendo una mueca de disgusto y Leon frunció el ceño mostrando enfado.

—Mi madre tiene razón, siempre tengo que ser yo quien lo tiene que sacar de su cueva para que tenga que bajar a que conviva con toda la familia —dijo Gunther bajando los escalones y Leon volteo a verlo mirando con algo de miedo a su primo, que no tenía nada en sus manos, pero se podía de ver el bulto en su bolsillo.

Gunther llegó al primer piso llegando con Meg tomándola de sus hombros de manera cariñosa viendo a sus tíos con una sonrisa.

—Tío, tía quiero que conozcan a mi pareja Meg, es una metamorfa, pero su belleza lo esconde —dijo él pegando su mejilla al de ella y ella bajó la mirada mostrando pena a ese halago.

—Es un gusto conocerlos señor y señora Hammer, les agradezco que sean muy amables en haberme admitido hospedarme en su hogar, tiene de una magnífica arquitectura —dijo Meg sonriendo de manera amable viendo a su alrededor.

—Lo hacemos por nuestro sobrino que extrañamente muestra interés en ti a pesar de tu peculiar don. Se te queda prohibido usarlo dentro de esta mansión, sería grotesco para mí encontrarme con pelo de roedor —dijo la señora Giselda mostrando un rostro de disgusto observando a la mujer que borró completamente su sonrisa bajando la mirada un poco herida a esas palabras.

—No se preocupe tía, Meg me ha comentado que no ha usado su don desde hace más de un año, además que sobre todo ella sabe a la perfección que hay humanos que ayudan en la limpieza en su mansión, el único pelo de roedor que puede encontrar es él de su saco de piel de conejo, ¿No se ve esplendida con el? —preguntó Gunther abrazando a su pareja por detrás de ella y Meg volteaba a ver a su pareja con una corta sonrisa.

—No me importa el tiempo que ha usado su don o no, no quiero que por ninguna circunstancia se transforme y mantenla vigilada a que no salga a los jardines, los perros la pueden confundir con un roedor por su olor y no quiero ser la responsable de las heridas que ellos le pueden provocar.

Meg fruncío un poco el ceño empezando a sentir enfado a los insultos que la madre de Leon le está dando y Gunther como respuesta sacó pocas risas.

—Se me ha olvidado darle esa advertencia, gracias por recordarmelo tía, ella tiene razón mi vampiresa, mis tíos tienen perros guardianes que sí se encontrarán con cualquier roedor lo matan de una sola mordida.

Meg volteo a ver a Gunther con enfado, después bajó la mirada haciendo una mueca molesta, Leon la volteaba a ver con poca lástima y Gunther volteo a ver a su primo sin borrar esa sonrisa.

—Contigo no hay necesidad de presentarla, después de todo los dos se conocen muy bien, ¿Me equivoco?

Leandro y Giselda voltearon a ver a su hijo con poca amenaza queriendo escuchar su respuesta, Meg volteo a ver a Leon con seriedad teniendo esa misma duda que sus padres, él hizo una pequeña mueca desviando la mirada a esa pregunta.

—Si, ya nos conocemos —dijo Leon de manera cortante.

—Perfecto, entonces ya que todos conocen a mi vampiresa, le daré un tour especial por la mansión. ¿Quieres acompañarnos?, primo —dijo él alargando su sonrisa a su primo que lo miró con enfado— Después de todo es tu casa.

—Has venido tantas veces que ya la conoces tanto como yo, pueden irse sin mi, yo estaré en mi cuarto —dijo él con seriedad dándose la vuelta empezando a subir los escalones.

—No.

Leon se detenía pudiendo sentir un pequeño golpe a la palabra de su padre, se había quedado paralizado teniendo una mirada muy nerviosa, pero tratando de controlar esos nervios se volteaba a ver a su padre con una mirada fría. Meg miraba cada expresión que Leon hacía con gran intriga, podía sentir y notar en esos ojos el miedo que él tiene a ese hombre que lo mira directamente con una mirada fría.

—Dirígete a mi oficina, quiero hablar seriamente contigo —dijo su padre llevando sus brazos detrás de su espalda y Leon tratando de esconder ese gran miedo por eso bajo mirada, él empezaba apretar sus puños tratando de reunir ese valor y valentía dando un asentimiento.

—Sí padre.

Leon a pasos lentos iba subiendo los escalones, poniendo su mano en el barandal que esta se veía un poco temblorosa por los nervios que iba sintiendo encima, él cerró sus ojos con presión soltando una pequeña maldición en silencio.

—Calmate, joder —dijo él en susurro a si mismo para que los demás no lo escucharan, al terminar de subir las escaleras tomaba por el lado derecho para dirigirse a la oficina de su padre.

Meg se había quedado extrañada al haber notado ese comportamiento en Leon, ella de reojo miro a ver a Leandro que él la volteaba a ver con gran amenaza, ella desvió la mirada repentinamente al haber sentido una sensación fría por todo su cuerpo una vez que sus ojos conectaron con las de ese hombre.

Gunther le tomaba de su mano con gran cariño.

—Si nos disculpan, me iré a mostrarle el dormitorio a mi vampiresa —dijo él con una dulce sonrisa empezando a caminar sin soltar la mano de su pareja y ella empezaba a caminar con él, pero sin poder evitarlo se volteó para ver como Leandro iba subiendo los escalones...

***

Leon se encontraba en la oficina de su padre, su padre se encontraba enfrente de él, sentado en su escritorio, en una gran silla de piel de color rojo fuerte, él iba jugando con su anillo de oro girandolo en su dedo de manera entretenida, teniendo su mirada fija en su hijo mientras que Leon tiene su mirada en bajo sin querer ver a su padre directo a sus ojos.

—Tu madre me ha comentado que te ha disgustado la idea de la visita de tus tíos.

—¿Por qué te sorprende padre?, siempre he reaccionado de ese modo cuando me dan la noticia que ellos tienen que venir a hospedarse en nuestra casa antes de los festivos navideños —dijo él con seriedad sin subir la mirada, su objetivo es tener su mirada en el suelo.

—Tu madre me ha comentado que has mostrado más conflicto al enterarte que la pareja de tu primo viene con ellos —dijo él con un tono muy serio dejándose de agarrar el anillo, llevando sus manos sobre la mesa mientras que su hijo soltó un pequeño gruñido haciendo una mueca y frunciendo el ceño.

—Mi conflicto es no saber la razón por la cual mis tíos y ustedes le permiten a Gunther estar con un animal.

—¿Eso es lo que piensas que es ella?, un animal.

—Tu me lo has enseñado, tú y madre me advierten de Reto al ser metamorfo, es una raza con instintos salvajes y tienen el intelecto de un animal, me dan como ejemplo y evidencia al señor Bern.

—Qué más te he enseñado.

Leon rodeaba los ojos mostrando fastidio teniendo una gran mueca molesta.

—Son animales, su don demuestra que son mejores siendo uno y si no es así son completamente inútiles al que su don no les sea de ayuda, débiles, como los humanos.

—Háblame sobre los humanos, que te he enseñado sobre ellos Leon.

—Son...una plaga para nuestra raza, un estorbo, inservibles, al no tener don no tienen alma como los animales, son deficientes...

—Con eso me es suficiente —dijo su padre interrumpiendolo y Leon guardo silencio obedeciendo en todo— Ya me ha quedado en claro que puedes memorizar, pero no entender, ¿Por qué le has dado el día libre a Halina?

Leon alzó sus cejas mostrando miedo en su mirada, apretando con más fuerza sus puños al sentir ese sudor frío encima de su piel y él empezaba hacer muecas nerviosas tragando saliva para tratar de calmar ese sentimiento en su interior.

—Yo...la vi muy herida padre...iba hacer una perdida de tiempo si se quedaba...no iba a realizar bien su trabajo... —dijo entre palabras de tono bajo y pausadas al que por los nervios pareciera que no tuviera el control de su lengua.

—En ese caso la hubieras vigilado, si no realizaba bien el trabajo como tu esperabas que ocurriera, la hubieras castigado.

Su padre se levantó de su asiento y Leon sin poder evitarlo empezó a temblar un poco, pero se agarraba la muñeca con fuerza tratando de controlar esos temblores, Leandro se ponía al lado de su hijo teniendo su mirada fija en él y repentinamente le tomó un mechón largo del cabello de Leon jalandoselas de un modo brusco y él cerró sus ojos con presión tratando de no hacer una mueca de dolor.

—Todavía no eres alguien en esta casa para dar las órdenes a las sirvientas o mayordomos, no me creas estupido al no saber tus verdaderas intenciones. Te enfada que Gunther este con la metamorfa que has mostrado interés, temes que algo le suceda a ese animal por nosotros, no quieres que salga lastimada... —dijo él jalando con más fuerza ese mechón que causaba que la cabeza de Leon fuera bajando a esa fuerte presión— ¿Por qué mostrar preocupación e interés por una metamorfa con todas las cosas que me has mencionado que te he enseñado?, la razón es porque piensas diferente.

—No...padre...yo...solo trato...de proteger el título de la familia, que...Gunther no lo ensucie saliendo...con esa metamorfa —dijo Leon tratando de tener un tono serio, haciendo lo posible por esconder su mentira, pero su padre le tomaba de la muñeca a su hijo con gran fuerza empezando a torcerle el brazo pegando a la espalda.

Leon sin poder evitarlo soltó pequeños gemidos de dolor y su padre con gran fuerza iba presionando la muñeca de su hijo como si su intención fuera rompersela, después lo empujó contra la pared que su hijo soltó un gemido al que su pecho hubiera impactado contra el muro.

—Eres patético, él que ensucia nuestro apellido has sido tú desde el dia de tu nacimiento, en tu grupo celeste un animal es mucho más listo y fuerte que tu, eres solamente reconocido al ser un bufón en la academia, fui un completo ignorante al haberte dado una oportunidad en esta familia —dijo su padre apartando el cuerpo de Leon de la pared, él soltaba del mechón que tenía sujetado llevando esa mano a la punta de la cabeza de su hijo y de nuevo lo empujó contra el muro usando más fuerza en la cabeza de su hijo para que el rostro se pegue contra la pared teniendo mayor impacto.

Leon soltó un gemido de dolor al sentir como su nariz al impactar contra la pared esta se hizo un lado causando que la punta pudiera tocar la mejilla de él y su padre usó fuerza agarrando ahora a los hombros a su hijo para tirarlo contra el suelo haciéndolo a un lado, el joven Hammer se dejaba caer en el suelo cubriéndose la nariz con un rostro de gran dolor y a pesar que estuviera cubriendo su herida por debajo de sus manos se escapaba la sangre que no dejaba de fluir.

—¿Qué te he enseñado sobre la lástima en una humana? —preguntó él con gran enfado desabrochando su cinturón del pantalón y Leon abría los ojos mirando a su padre desde el suelo mostrando gran terror negando con la cabeza mirando a su padre de manera suplicante mostrándole las palmas.

—Padre...no...no...lo volveré hacer... —su padre alzaba su mano con el cinturón— ¡No lo volveré hacer padre!

Pero su padre sin hacerle caso a sus súplicas empezó a darle cinturonazos a su hijo en cualquier zona del cuerpo y Leon mostrando miedo se cubría el rostro poniéndose en una posición fetal prefiriendo estar en la oscuridad que en la realidad, su padre lanzó a un lado el cinturón incandose para ver a su hijo con gran decepción.

—Pareces maricon sin tener a una pareja de gran nivel como tus amigos, me reclamas que tu primo tenga un animal como su pareja, pero él al menos ha tenido variedad antes de ella, me es ridículo que hasta un metamorfo se haya presentado en la fiesta con una sucia mestiza como pareja y tú sin ninguna, si lo eres dímelo para mandarte a un psiquiátrico, ¿Eres homosexual? O también debo preocuparme en que seas zoofilo en solo tener interés por metamorfas.

—No...no...padre...no lo soy... —dijo Leon entre palabras agudas por la tristeza y miedo que sentía mirando con suplica a su padre a que detuviera esta tortura para él.

—Si no lo eres... —dijo él levantándose dirigiéndose a la puerta de su oficina y al abrirla se podían escuchar sollozos, él agarraba de manera brusca a Halina que unos de los mayordomos se lo entregaban a su dueño a sus ordenes y Leon mostró terror al ver como su padre cerró la puerta de su oficina con seguro y empujaba a su sirvienta al suelo que ella caía de rodillas abrazándose a sí misma sollozando mostrando gran miedo— Demuestramelo, usa a la sirvienta como yo lo hago.

Leon negó con la cabeza y su padre lo miró con una mirada muy fría, fue con la sirvienta agarrando la raíz del cabello que ella soltó un pequeño grito.

—Por favor...señor Hammer...

—Desnudala.

—Basta...padre... —dijo Leon apretando los puños con enfado mirando con gran ira a su padre teniendo los ojos irritados y la mujer no dejaba de llorar junto con temblores en todo su cuerpo por el miedo.

—Desnudala Leon —dijo su padre de manera exigente y Leon volteo a ver a la sirvienta con gran sufrimiento en su mirada sin saber que hacer y ella la miró con gran súplica en que le ayudará— No te lo volveré a repetir, desnudala.

Leon se iba levantando del suelo usando sus fuerzas a pesar de las múltiples heridas que le causó su padre, su nariz se encontraba hinchada y su rostro junto con su ropa completamente manchada de sangre. Leon iba haciendo una mueca de tristeza teniendo su mirada fija en la sirvienta que ella lo miraba sin dejar de arrojar lágrimas entre sollozos tratando de hacer que Leandro la dejara libre.

Leon se le acercó a la sirvienta poniéndose a su lado y su padre le soltaba el cabello a la mujer teniendo su mirada en su hijo observando cada detalle de él.

—Por favor...por favor...déjenme ir...por favor...

Leon se hincaba para estar a su altura y ella juntaba sus manos en forma de oración desesperada.

—Por favor...no diré nada...no diré nada...se los prometo... —dijo ella sollozos y soltaba pequeños gritos de desesperación.

Leon la miraba con mucha lastima, pero él desviaba la mirada cerrando sus ojos con sufrimiento por lo que iba hacer, él le tomó las muñecas a la mujer de una manera brusca con una sola mano y con la otra iba usando fuerza arrancándole el delantal...

—¡No, suéltame, ayuda por favor... —gritó la mujer con gran fuerza y Leon le daba una bofetada haciéndola callar, la sujetaba de su cuello tirándola contra el suelo y se subía encima de ella, ella empezó a patalear soltando gritos de súplica tratando apartar al hombre que la tiene presa a golpes.

Leon dejando salir pocas lágrimas en sus ojos con un rostro lleno de ira por lo que su padre obligaba hacer, usaba el vestido de la mujer para desquitar de su enojo arrancando telas empezando a dejarla en solo ropa interior...

—¡Basta....

Leon con desesperación le cubría la boca a la mujer que ella cerraba sus ojos con presión gimiendo del sufrimiento.

—Cállate...solo...cállate...maldita sea...

—Hazle daño para que comprenda —dijo su padre con seriedad observando a su hijo como si él estuviera en un algún entrenamiento dándole ese consejo.

Leon soltó un gruñido de desesperación apartando su mano de la mujer dándole otra bofetada y ella soltó un gemido de dolor, él bajó la mirada para ver su brasier y lo agarraba arrancándole descubriendo sus pechos y ella empezó a patalear el suelo entre lágrimas y Leon ponía sus manos sobre los pechos bajando su cabeza para chuparle el cuello a la mujer...

***

Toda la familia Hammer se encontraba en el comedor a excepción de Leon, todos iban cenando de sus exquisitos platillos de manera formal sin decir alguna palabra. Meg mostraba demasiada intriga al no encontrarse a Leon en esta mesa.

—Señora Hammer, ¿su hijo no se presentará para la cena? —dijo ella mirando a Giselda que ella le lanzó una mala mirada a esa pregunta.

—¿Quién es tu pareja?, Leon o mi sobrino —dijo ella con un tono bastante frío y Meg bajó la mirada haciendo una pequeña mueca.

—Su sobrino, pero...mi madre me ha enseñado...que es de mala educación que no esté presente toda la familia en el comedor. Al menos que sea por una circunstancia por la cual el ausente no se presentó en la mesa.

Leandro y Giselda miraron de muy mala manera a Meg a ese comentario, los padres de Gunther miraron con enfado a su hijo para que arregle de ese error y Gunther rodeó los ojos agarrando la servilleta limpiándose sus labios de manera educada, pero fingía una sonrisa hacia su pareja.

—Vampiresa, queriendo buscar la educación cuando tu has hecho todo lo contrario, haber acusado a mi familia de cometer una grosería no es muy amable de tu parte, pídeles una disculpa —dijo él dando un lento señalamiento con su palma a sus tíos. Y Meg frunció el ceño mostrando enfado.

—Yo no he cometido ninguna grosería, solo he hecho una simple pregunta que podían haberme contestado.

Gunther frunció un poco el ceño mostrando un poco de enfado.

—Mi tía tiene razón en que la pregunta que has hecho es innecesaria, que mi primo no esté presente en la mesa no es de tu incumbencia. Dale la razón a mi tía y discúlpate por tu grosería —dijo él ahora de una manera muy seria y Meg bajó la mirada haciendo una pequeña mueca molesta.

Ella miraba a Giselda con toda seriedad mientras que esa mujer la miraba con total disgusto.

—Tiene razón, no debía mostrar importancia a su hijo y lamento mi grosería por el insulto que les di.

—Que inmadurez, siendo obligada en darme razón y pedirme perdón, es preocupante cómo estos comportamientos en estos adultos se presentan en estos tiempos.

—Estoy totalmente de acuerdo Giselda, no decir de la sangre sucia, he escuchado que Alex va organizar un juicio con los del consejo para que se apruebe un juicio contra ese ser con nuestra serafín.

—Le pido a nuestra serafín que ese juicio se apruebe y exterminen a ese demonio para que ya no cause caos en la academia. Es increíble que esa escuela reconocida y respetable se hubiera convertido en un circo por culpa de Hansen junto con esa sucia sangre que la ve como su hija enferma —dijo Giselda mostrando un rostro de gran disgusto y después de ello le dio un sorbo a su copa con vino.

—Esa familia siempre ha presentado sus problemas mentales, no le falta mucho a Ciara para que se vea igual que Amber —dijo la madre de Gunther sacando una pequeña sonrisa de burla.

—No exageres, ni la mestiza llega a ese nivel de deformación que tiene esa mujer —dijo Giselda alargando su sonrisa mostrando burla.

Las mujeres mientras que cenaban empezaban a criticar a sus conocidos, Meg hizo una pequeña mueca al no agradarle nada esta conversación, ella de reojo volteaba a ver a Leandro que él de una manera tranquila iba cenando con su hermano sin mencionar una palabra. Ella después dirigió su mirada en una silla vacía haciendo una pequeña mueca.

Ella sin poder evitarlo pensaba en Leon, teniendo esa pequeña duda del porque no está presente en el comedor cenando con su familia, se iba cuestionando así misma "¿No se ha presentado por mí?" pensó ella, ella frunció un poco el ceño mostrando algo de enfado "Si es esa la razón es muy inmaduro de su parte" pensó ella, pero después hizo una mueca preocupada "Pero...y si esa no fuera la razón, su padre ha hablado con él antes de la cena. Él también puede estar involucrado en la ausencia de Leon"

Ella de nuevo volteaba a ver a Leandro con sospecha, él al sentir la mirada de alguien volteó a ver directo a Meg, pero ella siendo rápida desviaba su mirada en la comida antes que él se diera cuenta, el padre de Leon frunció el ceño mirándola con amenaza al saber que ha sido ella quien lo ha visto, pero ella agarró su copa con vino dándole un pequeño sorbo tratando de verse lo menos sospechosa posible.

***

Meg iba desvistiendose en su baño de su dormitorio que le han dado para ella sola mientras se hospedaba en esa mansión, ella había quedado en ropa interior, en puntillas estando descalza iba hacia otro cuarto que se encuentra al lado del baño siendo este su closet y vestidor.

Ella iba buscando su pijama entre los múltiples cajones, no sabía donde se encontraban ya que las sirvientas han sido quienes le han sacado todo de su maleta para acomodarlo en su cuarto.

Gunther entró al cuarto de su pareja con una pequeña sonrisa de travesura teniendo una bolsa de regalo cargándola con una agarraderas que esta llevaba, él al no ver a su pareja en el cuarto iba alargando su sonrisa suponiendo que ella se encontraba en el baño, él siendo sigiloso iba caminando hacia el baño de ella con pasos lentos sin querer que ella la escuchara.

Meg abría un cajón y se sujetaba la barbilla al no poder encontrar su pijama.

—¿Dónde estará?

Gunther al encontrarla en el cuarto del vestidor alargaba más sonrisa mirando con gran deseo el cuerpo de Meg que se encontraba en ropa interior siendo oscuro con encajes, él se recargó en el marco de la puerta mordiéndose el labio inferior sin apartar la vista de la parte trasera de la mujer, de cómo la tanga le daba mayor visibilidad de piel.

Ella al sentir la presencia de alguien se daba la vuelta, se sobresaltó al ver a Gunther que él ahora llevaba su vista a los pechos de la mujer y frunció el ceño cubriéndose los pechos abrazandolos poniéndose en perfil tratando de que él no viera su cuerpo completo.

—Se puede saber que haces en mi dormitorio, por si no estas informado, se debe tocar la puerta antes de entrar a un cuarto del propietario para pasar.

Gunther a ese comentario rio tomándolo con gracia.

—Se puede notar como el noviazgo es algo nuevo para ti, al que seamos pareja ya tenemos la suficiente confianza para poder entrar a nuestros cuartos sin permiso y vernos hasta desnudos, vampiresa —dijo él sonriendo con gracia dejando la bolsa en el suelo yendo con su pareja.

Él al llegar con ella le tomaba de su cadera para pegarla hacia él, acercó sus labios al cuello de ella empezando a chuparlos mientras que iba acariciando la gran cintura de Meg con gran satisfacción, él por ese fuerte deseo por ella le chupaba el cuello a la mujer llevando sus manos ahora en el pubis de ella usando poca fuerza para que la parte trasera de ella se pegara a la entrepierna de él.

Meg empezó a sonrojarse sintiendo gran pena al sentir como Gunther ahora empezaba acariciarle de la entrepierna con una mano y él llevó sus labios a los hombros de ella, él al sentir como el tirante del brassier le estorbaba con una pequeña mueca de fastidio con su mano libre apartaba del tirante haciéndolo un lado y al ver ese lado del hombro totalmente desnudo alargó su sonrisa de nuevo satisfecho y de nuevo un ataque de besos en esa zona a Meg y ella cerró sus ojos al sentir una fuerte sensación al que la mano de su pareja llegara a una zona más profunda en su parte baja.

—¿Te gusta? —preguntó él de una manera coqueta llevando su mano libre ahora al sujetador del brasier tratando de quitarselo, pero Meg al darse cuenta de ello abría en grande los ojos apartándose de él, Gunther borró totalmente su sonrisa y Meg se abrazó a sí misma incómoda y apenada al mismo tiempo, teniendo una mirada de culpa hacia él.

—Yo...no creo que sea lo correcto realizar estos actos en una casa ajena, Gunther.

Gunther le daba una sonrisa mostrando ternura.

—A mis tíos no les importara, ni siquiera nos escucharan, serán puras acaricias, nada de sexo, sera divertido, puedo... —dijo él de manera seductora juntándose de nuevo con Meg que ella hizo una pequeña mueca nerviosa— Enseñarte muchos trucos vampiresa —dijo él tomándole la mano a su pareja y la iba guiando por debajo de su pantalón.

Ella al sentir la cosa recta apartó su mano mostrando gran disgusto mirando con gran enfado a Gunther.

—Ugh, Gunther, yo no soy como las mujeres has estado para realizar una cosa tan grotesca.

Gunther fruncía el ceño sonriendo con gran burla.

—No se trata del tipo de mujer que lo haga, si quieres complacer a un hombre es haciendo este tipo de actos que los defines por "grotescos" —dijo él haciendo conejitos alzando su mirada al techo y después miró a su pareja con una sonrisa de travesura— Es normal que sientas miedo... —dijo él acercándose a su pareja de nuevo poniéndose detrás de ella tomándole de sus hombros empezando a masajearlos— Después de todo, será nuestra primera vez en interactuar entre nosotros.

Gunther pegó sus labios ahora al rostro de Meg empezando a besarlos con gran cariño, llevando sus manos a los extensos pechos de su novia empezando apretarlos con presión al sentirse muy excitado, Meg hacia una gran mueca apartándose de él de nuevo y él esta vez frunció el ceño mostrando gran enfado.

—Siento que estás llevando la relación muy rápido Gunther, yo...aun no me siento lista para interactuar a este nivel.

—Me sorprende que a pesar que eres un roedor que son los animales que más se multiplican no sientas excitación por esto.

Meg frunció mucho el ceño mostrando gran enfado mostrando sus pequeños colmillos a ese comentario de su pareja.

—Te voy a pedir que te retires Gunther —dijo ella con enfado señalando la salida y él desviaba la mirada soltando un pequeño gruñido de fastidio, pero a pesar de eso repentinamente fingía un rostro de culpa.

—No, no, vampiresa, no quise insultarte de ese modo —dijo él fingiendo gran culpa yendo con ella queriendo tomarle del brazo y ella se lo impedía girándose dándole la espalda cruzándose de brazos— No era mi intención lastimarte, es solo que... —dijo él fingiendo una mueca de tristeza— Yo te amo tanto que me comporto impaciente sin poder esperar ese gran día en que los dos nos fusionemos en uno... —abrazo a Meg por la espalda y ella desvió la mirada empezando a tranquilizar su enojo con esas lindas palabras— Te he comparado con un animal cuando el único que lo es soy yo, tienes razón en que me he comportado como un animal salvaje en tocarte de ese modo.

—Lo hiciste —dijo ella con mucha seriedad y Gunther sacó una pequeña sonrisa al que esa respuesta le causara gracia.

—No volverá a pasar mi vampiresa, perdoname.

Meg volteaba a ver el rostro de Gunther que él empezaba hacerle ojitos de manera suplicante, ella rodeó los ojos con una pequeña sonrisa.

—Te perdono, pero...ya que estas aqui quisiera hablar seriamente contigo —dijo ella bajando la mirada al tener esa angustia en su interior.

—Soy todo oídos, preciosa —dijo él sin dejarla de abrazar pegando su barbilla en el hombro de ella con una leve sonrisa calmada.

—Quisiera cambiarme primero y hablarlo en el dormitorio, Gunther.

Gunther rodeó los ojos haciendo una mueca de fastidio sin que su novia se diera cuenta, pero trató de fingir una sonrisa.

—Lo que usted diga mi diosa, pero ya que lo mencionas es buen momento para darte una sorpresa —dijo él con una sonrisa dirigiéndose a la bolsa del regalo metiendo sus brazos y Meg sonreía mostrando ternura.

—¿Otra sorpresa?, ¿Cuándo será el día en que me hagas caso que no es necesario que me sigas comprando obsequios?

—Te he comprado esta pijama que quedará espléndida en ti —dijo él con una larga sonrisa sacando la pijama de la bolsa mostrandosela a su novia que ella borró completamente su sonrisa al ver el obsequio.

Es lencería erótica siendo solamente un pequeño vestido que le debe de llegar por arriba de las piernas la falda suelta, el escote es muy abierto en forma de "v", la tela es oscura transparente donde el único lugar donde llevaba encaje es en la parte de los pechos, pero a pesar de eso no le iban a cubrir. Meg hizo una pequeña mueca de disgusto viendo esa pijama y Gunther aún tenía una sonrisa en su rostro esperando que dijera algo.

—Es...lencería erótica —dijo ella tratando de fingir una sonrisa— Lo guardaré...para la noche especial que esperas.

Gunther sacó pocas risas teniendo una gran sonrisa de ternura en ella.

—Esperaba que te la pusieras hoy, para verificar que si es tu talla.

Meg sacó pocas risas mirando el pequeño vestido.

—No creo...que la talla importe en ese tipo de ropa, además querido, estamos en medio invierno para ponerme una pijama tan fresca.

Gunther borró completamente su sonrisa mostrando enfado teniendo su mirada fija en su novia.

—Está pijama me costó 500 euros, ¿Vas a despreciar un regalo que tanto gasté por ti?

—No lo estoy despreciando, si lo pienso usar, pero no en esta noche...

—Está bien, lo regresare en la tienda —dijo él con un tono muy enojado guardando la pijama en la bolsa y se daba la vuelta dirigiéndose a la salida, Meg con un rostro de culpa iba con él sujetando el brazo deteniéndolo.

—Gunther, de acuerdo, de acuerdo, me lo voy a poner para que veas que si me ha gustado tu detalle —dijo ella desesperada y Gunther volteaba a verla con una gran sonrisa en su rostro.

**

Meg está recostada en su cama teniendo esa pijama puesta y Gunther estaba recostado a su lado con una sonrisa satisfecha viendo el cuerpo a su pareja que con esa ropa la hacía verse más sensual. Ella tenía una mueca disgustada por lo que tenía puesto.

—El tema que quería hablar contigo es sobre tu familia —dijo ella yendo al punto tratando de ignorar la pijama que tiene puesta.

—No te preocupes por ella...

—Gunther, es lo que me has repetido desde hace semanas y tu familia me ha mostrado de insultos y malos tratos hacia a mi que me dan la razón de preocuparme —dijo ella con bastante seriedad volteando a ver su novio que él seguía teniendo una sonrisa en su rostro viéndole los pechos, ella soltó un pequeño gruñido chasqueando los dedos para que le prestara atención y él dirigía su mirada a su rostro borrando un poco su sonrisa— Préstame atención, no me he sentido cómoda y agusto con tus padres, menos con tus tíos —dijo ella mostrando algo de tristeza.

—Yo te advertí que mis tíos tienen una actitud especial, pero mis padres no te han hecho nada malo —dijo él alzando una ceja mostrando confusión y Meg se cruzó de brazos mostrando gran molestia a ese comentario.

—Me he puesto del abrigo de piel como me lo has pedido para que tu madre me viera de buena manera y lo único que recibí de ella fue que se haya burlado de mí porque le parecía gracioso ver a un roedor usando un abrigo de otro roedor —dijo ella bajando la mirada sintiéndose herida, Gunther sacaba pocas risas sin poder evitarlo y ella lo volteaba a ver con gran enfado.

—Ella solo estaba siendo graciosa y es muy extraño que lo muestre, así que considerate afortunada.

—No me gusta que tu familia me esté tratando como si realmente fuera un animal, Gunther —dijo ella incorporándose quedando sentada en su cama cruzándose de brazos haciendo una mueca de tristeza frunciendo el ceño de manera que mostraba gran dolor por ello.

—Mi vampiresa... —dijo Gunther con una voz serena y tratando que se oiga con llena de dulzura igual incorporándose tomándole de la mano a Meg con gran cariño— Es una costumbre que nosotros tenemos de ver a los metamorfos, ¿Qué quieres que haga al respecto?

—Pero que complicada pregunta —dijo ella con gran sarcasmo apartando su mano a la de él— Obviamente espero que tu les contradigas —dijo ella con gran molestia empezando a levantarse saliéndose de su cama para quedar parada dirigiéndose a la ventana de su cuarto para ver la vista y Gunther empezó a reírse.

—Mi diosa... —dijo él levantándose saliéndose de la cama para ir con ella a tomarle de los hombros de nuevo como si esa fuera su manera de calmarla y ella se tenía su vista en el paisaje de la gran ciudad que se veía en el fondo— Solo necesitan tiempo, te doy mi palabra que un día te van aceptar, como si ese don que tienes... —dijo él empezando alargar su sonrisa de manera maliciosa— No existiera.

—Yo espero que acepten que tengo este don, Gunther. Aunque lo odie tenerlo, yo he tenido que esforzarme en aceptarlo y es algo que tu familia debería hacer si soy tu pareja.

Gunther subía su mirada al techo sintiendo gran fastidio, pero fingía una larga sonrisa a su pareja.

—Si hablo con ellos, ¿Te sentirás más tranquila? —y ella bajando la mirada asentía.

—Yo...puedo comprender que puede ser complicado, pero...significaría mucho para mi, Gunther.

—Yo se que si —dijo él tomándole la cabeza a Meg de una manera cariñosa empujando suavemente la punta de su cabeza a su labios dándole un beso cariñoso y ella sonreía al sentir cariño a ese acto— Ya es tarde, deberías ya irte a dormir y mientras que duermes como la bella diosa que eres... —dijo él tomándole la barbilla a su novia con una dulce sonrisa— Te inyectare tu medicina sin que te des cuenta en la mañana.

Meg alargó su sonrisa de manera de agradecimiento.

—Gracias. Descansa bien.

Gunther le daba un beso en sus labios de manera cariñosa y ella aceptó de ese beso, él se apartaba de ella dirigiéndose a la salida de su cuarto. Meg bajó la mirada con una sonrisa algo atontada y se dirigió a su cama para ya dormirse.

Gunther al salir del cuarto cerrando la puerta, empezó a caminar por los largos pasillos, él sonreía con malicia al ver a una de las sirvientas terminando de cerrar todas las cortinas de la ventana.

Él la sorprendía agarrándole de las caderas y ella daba un pequeño sobresalto del susto volteandose a ver quien era, pero al ver a Gunther alargó su sonrisa.

—Ya me extrañaba que no me vinieras a saludar —dijo ella de un modo muy seductor manteniéndose pegada al hombre quien la tiene sujeta y él pegaba su barbilla en el hombro de ella olfateando con fuerza del perfume que ella tiene puesto.

—Estaba ocupado dando las buenas noches a mi pareja.

—Se que nuestra relación nunca será seria, pero no puedo evitar sentir envidia por cada mujer que traes en esta mansión.

—Cuando se trata de juegos es bastante aburrida, pero tu si que sabes divertirte Emilia, porque... —dijo él abrazándola con más fuerza y ella se mordía de sus labios sintiendo gran satisfacción— No vienes a mi cuarto para jugar un rato.

—Recuerde que estoy a sus ordenes joven Hammer —dijo ella apartándose de él tomándole de sus manos empezando a llevarlo a su cuarto de una manera muy juguetona y Gunther alargó su sonrisa ansioso.

***

Meg se encontraba profundamente dormida, pero empezaba hacer muecas molestas por la pesadilla que iba teniendo y se iba moviendo de un lado a otro de manera inquietante, después de un momento abría los ojos de golpe dando un bocado de aire por el miedo que ese sueño le causó.

Ella mostraba miedo al ver que no se encontraba en su cuarto de su hogar incorporándose, pero después de un poco momento iba procesando las cosas y llevó sus manos a su rostro soltando un suspiró exhausto al recordar donde se encontraba, ella bajó las manos de su rostro abrazándose a sí misma un poco asustada por la pesadilla que tuvo.

Se levantó de su cama dirigiéndose al baño, agarró uno de los vasos y abría la llave sirviéndose agua limpia, ella cerró la llave una vez que su vaso se encontraba lleno y se salió del baño con el vaso en su mano dirigiéndose a la ventana. Ella se paró enfrente del cristal dándole un sorbo a su vaso tomando poca agua.

Viendo del paisaje de la ciudad donde se veía muy poca iluminación por las horas de la noche ya siendo madrugada, ella se quedaba viendo con mucha atención a la ciudad ya que vistas como esa no tiene en su hogar, ella dio de otro sorbo al vaso, pero un pequeño sonido que solo su oído de doble sentido auditivo pudo escuchar.

Ella frunció el ceño apartando el vaso de su boca mostrando extrañeza al escuchar ruido a estas horas de la noche en la mansión, se concentraba para escuchar con mayor atención y podía escuchar como si alguien estuviera bajando unos escalones. Ella mostrando mucha curiosidad volteaba a ver la puerta teniendo las ganas de salir para averiguar quién era.

"Puede ser un ladrón" pensó ella, pero haciendo una mueca negaba con la cabeza "No creo que una familia tan llena de riquezas tuviera mala seguridad en una de sus mansiones más grandes", ella se quedaba tan pensativa en que puede ser teniendo su mirada fija en esa puerta y se iba dirigiendo a ella dejando el vaso con agua en un mueble.

Antes de salir del cuarto agarro una bata para cubrirse el cuerpo que lo tenía en encima, camino hacia la puerta agarrando el pomo abriendola y podía encontrar todo totalmente oscuro, ella se salió del cuarto mirando por los lados verificando que no hubiera nadie que la pudiera ver despierta paseando a esas horas y trato de seguir ruido que escucha.

Pero se detuvo mostrando espanto al poder olfatear a un animal cerca, escuchó fuertes gruñidos y se volteó con gran espanto mostrando gran miedo al ver como unos dos perros belga iban dirigiéndose hacia ella olfateando su olor mostrándole sus colmillos con gran amenaza, ella estaba completamente perdida al pensar que esos animales se encontraban solamente en los jardines.

Meg dirigía su mirada a su cuarto de nuevo teniendo un plan de ir corriendo hacia la habitación con toda prisa por si los perros llegaran atacar, pero podía escuchar de otros gruñidos y se giraba a sus espaldas mostrando miedo al ver como otros dos perros habían llegado a donde estaba ella mostrándole sus colmillos dejando caer saliva por su hocico al que algunos le tuvieran antojo.

Ella se había quedado paralizada, sabía que cualquier movimiento en falso estos animales iban atacar pensando que es una intrusa de esta mansión, trataba de recordar las lecciones de Reto, pero en todas las que recordara en ninguna le ayuda, aunque llegara a transformarse, los perros en menos de segundos iban a llegar hacia ella mordiendola.

Los perros se iban acercando a ella de manera lenta y amenazante, acorralandola sin dejarla sin salida y Meg irritó sus ojos sintiendo un gran miedo en su interior, sin saber que hacer para salvarse de esos animales, aunque gritara, corriera, se transformara, aunque tratara de luchar contra esos perros, iba hacer en vano. Ya se odiaba a sí misma por haberse salido del cuarto.

Pero un agudo silbido causaba que los perros dejaran de mostrar sus colmillos volteando a ver a uno de sus dueños que le ha dado la señal de detenerse. Meg mostró impresión al ver a Leon que no podía ver bien su apariencia por la oscuridad, pero él hacía de otro pequeño sonido hacia sus perros que ellos entendiendo las señales de sonido se iban retirando vigilando que no hubiera intrusos.

Meg soltó un suspiro de alivio poniendo una mano en su pecho mirando a Leon con mucha gratitud dirigiéndose hacia él.

—Temía por ser comida de esos perros, pensaba que solo se encontraban en tus jardines, no estaba enterada que también vigilaban tu mansión por dentro durante la noche, estoy muy agradecida contigo...

Pero ella se calló infartada que al estar muy cerca de Leon ya podía distinguir su rostro, él se encontraba con vendas especiales para la nariz que está aun se encontraba muy hinchada, teniendo múltiples moretones en su rostro y además de algunos rasguños que llegaron hacer profundos causadas por una mujer.

Meg se cubría la boca mostrando gran espanto.

—Pero, ¿Qué te ha pasado?

—Regresa a tu cuarto y ya no salgas a estas horas —dijo él con un tono bastante frío hacia ella y se daba la vuelta sin decir más.

Meg se quedó quieta mostrando gran preocupación por Leon al verlo de esa manera, pero él se iba alejando y ella bajó la mirada dándose la vuelta regresando a su cuarto.

Leon iba caminando por su estacionamiento donde había gran cantidad de autos de grandes marcas, se iba dirigiendo a su auto deportivo Belga que es de un tono oscuro con efecto de tornasol metálico, un modelo delgado y fino. Él ponía su mano sobre la puerta de su coche al tener seguro de reconocimiento digital. El carro al reconocer sus huellas se prendía de modo automático.

Leon se apartó para que el carro le abriera la puerta automáticamente y él se iba subiendo sentándose en el lado del copiloto y la puerta se iba cerrando por sí sola. Leon movió la palanca y le pisó el acelerador empezando a manejar llevando su auto a la salida de esa mansión que considera como una prisión.

Se podía ver como el carro de lujo salía de la zona de la gran mansión dirigiéndose a la gran ciudad a alta velocidad.

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