08. Mis roomies


Seguía esperando a mi futura compañera con aburrimiento, estaba entreteniéndome leyendo la revista que el hombre que se llama Leon estaba leyendo. Era un poco confusa ya que las noticias eran difíciles de creer, por ejemplo esta "Se descubre que la familia Marca usa sus dones para fortalecer su empresa" ¿Eso sería algo malo o bueno?, digo...si tuviera algún don y pudiera servir en mi empresa, obviamente lo usaría.

—Gemma.

Yo baje la revista, reaccione al ver a la mujer que me regaló una corta sonrisa amable, al parecer todos en esta academia eran extranjeros y con gran belleza encima.

La mujer tiene de un hermoso cabello del tono como el mismísimo chocolate, ondulado corto, pero aun así recogido dejando que algunos pocos mechones se salieran de su peinado que a pesar de eso no se le veía nada mal. Sus ojos color oliva, para mi esos ojos me parecen mágicos porque me es difícil averiguar si son verdes o color miel, pareciera que cambiarán mágicamente y gracias a ella pude conocer el uniforme de la academia para las mujeres.

Parece que por debajo de ese suéter color azul marino con el escudo bordado en la ubicación del pecho, se ponen de una camisa color gris casi oscuro, en las puntas del cuello tienen de broches plateados incrustados, la falda era de cuadros teniendo de base gris con lineas azules y blancas. Las calcetas de un azul marino arriba de las rodillas y los zapatos de suela con tacón pequeño oscuros.

—Ella es Mia, te hará el favor de llevarte hacia su departamento —dijo la secretaria con una amable sonrisa.

Yo agarre las cajas levantándome caminando hacia Mia con una sonrisa amable.

—Así que tu y yo vamos a ser compañeras de departamento —dije con algo de entusiasmo y ella bajo la mirada haciendo una pequeña mueca logrando que borrara un poco mi sonrisa.

—Eso parece, sígueme —dijo ella con un tono de voz seria empezándose a ir y yo mire a la secretaria, pero ella ya estaba en su trabajo.

Yo empecé a seguir a Mia, nos salíamos de la oficina del director caminando por los pasillos dirigiéndonos a los elevadores, yo me ponía a lado de ella y me volteo a ver apartándose un poco de mi, yo hice una pequeña mueca, pero trataba de ignorarlo.

—Por cierto mi nombre es Gemma.

—Lo sé, la secretaria lo dijo, aunque me lo sabía antes de, todos saben tu nombre ragazza.

Yo alargué mi sonrisa con poca emoción.

—¿Eres italiana?

—Si... —dijo ella alzando una ceja extrañada por mi emoción— ¿Algún problema con eso?

—No, no, al contrario, el país favorito de mi madre y mío es Italia.

—Oh... —logró hacer que sacara una corta sonrisa con algo de arrogancia— Me halagas, ¿Llegaste a visitarlo?

Yo baje la mirada con algo de tristeza, eso me hace recordar que madre y yo teníamos nuestro sueño de ir a Italia juntas.

—Disculpa mi ofensa, se me ha olvidado que eres povero, no tenías el dinero para ir —dijo ella mirándome con lástima y yo si mostré un poco de enfado a su pequeño insulto, aunque no sepa que es povero y que no hubiera tenido dinero para ir sea verdad, pero hay otras formas de decirlo— Pero por lo que entiendo ya no sera asi, espero que tengas la oportunidad de ir a mi país en vacaciones del invierno.

Fruncí el ceño estando confundida, llegamos a los elevadores y Mia le pico al botón llamando algunos de estos.

—¿Por qué dices que ya no será así?

Mia volteo a verme con el ceño fruncido igual un poco confundida como yo.

—Por lo que escuche el director Galder ahora está a cargo de ti, ¿Me equivoco?

—A lo que yo entendí es que gracias a él pude ser solo una estudiante de esta academia. ¿Hay...algo más?

Mia subió los hombros sin mostrarle mucha importancia al asunto.

—No me hagas caso, debí escuchar mal, debes tener razón en que solo te ayudará en ser un celeste.

Sonó el timbre que uno de los elevadores había llegado, nosotras caminábamos hacia el elevador entrando una vez que las puertas se habían abierto.

—¿Un qué? —pregunté con ceja alzada y Mia me miró de la misma manera que yo, no se porque pienso que está empezando a creer que soy idiota.

—¿No te lo dijo el director?, así se les llama a los estudiantes que estudian en la academia Angelus, celestes.

—No...no me lo dijo, entonces sería una celeste.

—Así es, como yo —dijo ella sonriendo amablemente picandole al botón del sexto piso— Nuestro piso es el sexto, que no se te olvide, porque nosotras no podemos entrar al quinto piso.

—¿Por?

—Es el piso de los hombres. A las mujeres no se nos permite entrar.

Llegamos a nuestro piso, las puertas del elevador se abrían y nos salíamos entrando al sexto piso, sonreí al ver la hermosa escultura de Eva, no la maldita que trato de asesinar a mi madre, sino la primera mujer que creó Dios, ella estaba alrededor de flores y hermosos animales.

—Déjame adivinar, la escultura que representa el quinto piso es de Adán —dije con poca gracia.

—¿Es tan obvio? —preguntó ella con poca gracia.

Pero en este piso había una pequeña caseta con un guardia, había unas rejas aunque lindas porque tenían de detalles de flores marcados en el metal plateado, pero cubrían del pasillo derecho y había una igual de lado izquierdo, Mia y yo caminábamos hacia la pequeña caseta del lado derecho.

El guardia nos miró con una cara de pocos amigos, Mia sacó su tarjeta de identificación de la academia. El guardia la cogía mirándola con mucha atención y después me miro a mi.

—El director me dijo que mañana me iban a tomar la foto para tener mi tarjeta de identificación —dije con una sonrisa un poco nerviosa, ya que este hombre me había lanzado una mirada muy fría.

El hombre le pico a un botón abriendo las rejas, le entregaba la tarjeta a Mia que ella la tomó dandome una corta sonrisa con una seña usando su cabeza que la siguiera.

Yo entré al pasillo con prisa tratando de alejarme del guardia por esas miradas de miedo que me lanzaba.

—Uff, ¿Cuál es el problema con ese tipo?, ¿Todos los guardias son así de fríos y serios?

—Así deben serlo, si quieres dedicarte a ser un guardia debes borrar toda emoción alegre o triste que pueda causar alguna distracción en tu trabajo, les enseñan a no sentir piedad o lástima, su mayor objetivo es causar miedo, veo que lo han logrado fácilmente contigo —dijo ella sonriéndome con poca burla.

—Pero...que horrible —dije volteandome a ver al guardia desde lejos que se mantenía en una posición firme— No quisiera ese trabajo aquí en esta academia.

—Oh ragazza, eso que no has visto cómo son los arcángeles.

—¿Arcángeles? —pregunté con curiosidad y Mia dio un suspiro exhausta a todas mis preguntas— Lo siento, es que...soy nueva en esto —dibuje una sonrisa apenada en mi rostro.

—Los arcángeles son guardias superiores, son elegidos por nuestra serafín, ella los escoge dependiendo de su don, fuerza, habilidad, edad, una vez que los escoge ellos prometen dedicar su vida dando orden y seguridad a nuestra raza, dejando a un lado las relaciones del cual les puede distraer en su propósito.

—¿Dejando a un lado sus relaciones?, dices...que no se pueden casar.

—O tener alguna amistad, si te encuentras con algún arcángel debes mostrarle el mismo respeto que le muestras a nuestra serafín, por todo lo que ellos han sacrificado por protegernos.

Nos detenemos enfrente de una puerta, Mia me señalo la puerta con una corta sonrisa, el material era de madera fina blanca, pude ver que estaba puesto el número 13 hecho de metal plateado, abajo de este tiene de nombres "Mia Cupido" que estaba escrito en cursiva con metal de oro con la letra "o" tenía forma de corazón y abajo de su nombre se encontraba otro que dice "Maya Agatha Ruiz Calavera" las letras eran simples y...de metal negro, se veía...algo deprimente.

—Creo que mañana van a colgar tu nombre, espero que le des un poco vida a nuestra puerta —dijo ella entre pocas risas nerviosas viendo el nombre de Maya.

—Espera...¿Yo haré el diseño de mi nombre? —pregunte emocionada y Mia me dio un asentimiento con una tierna sonrisa por mi emoción.

—Es la tradición de este piso, en todas las puertas los nombres los diseñamos nosotras —dijo ella señalando la puerta de nuestra vecina del cual pude ver que los nombres tiene de un diseño diferente muy bonitos todos.

—Que divertido —dije emocionada dando pequeños aplausos y Mia frunce el ceño con una corta sonrisa al causarle un poco de gracia mi actitud, yo sonreí nerviosa y me rasco la garganta— Digo...me es interesante esta tradición —dije con una voz formal para ella señalando de una forma lenta y con elegancia la puerta.

Ella se cubrió la boca de un modo que trato de esconder su sonrisa del cual se quería reír, pero después sacudió su cabeza como si se dijera a sí misma "Concéntrate", después me señaló su mano.

—Me han avisado que tu huella ya está registrada, cuando quieras abrir nuestra puerta debes poner tu mano potestad en el pomo y no necesitas girarlo, solo se va abrir ya que el pomo está hecho con tecnología para que pueda leer tu huella.

Mia sujeto el pomo de diamante, mis ojos debieron de dar un brillo al ver tal objeto. El diamante dio un resplandor azul y se abrió la puerta como dijo Mia que iba hacerlo por su cuenta.

—Que bonito pomo —dije tan emocionada dándole un toque sintiendo ese diamante tan fino y reluciente.

—Ugh, para serte sincera se me figura un pomo de baño, pero si a ti te gusta —dijo ella mirando el pomo con poco de disgusto, pero después me señaló el departamento con una sonrisa— Bienvenida a nuestro departamento.

Yo abrí en grande mi boca dando un gran suspiro al ver el lugar. Lo primero que vi fue un pequeño pasillo donde al lado había una puerta, en el fondo del pasillo está la gran sala que había comentado el director, di lentos pasos viendo cada detalle del lugar.

—En esta puerta está el baño de visitas, por si quieres invitar a una amiga tuya, tienes toda la libertad de hacerlo en nuestro departamento —dijo Mia señalando la primera puerta que se veía y cerró la puerta de la entrada.

Saque todo el aire que tenía guardado sacando un gran "wow" al estar en la sala, la sala tenía el tamaño de mi viejo departamento y eso que aún faltan más cuartos por ver. Era muy espaciosa, los tonos claros, los sillones de piel gris oscura con cojines muy grandes de colores azules y una mesita de noche de cristal en el centro.

—Esta es la sala, Maya te puede decir que es el lugar ideal para leer, de hecho... —dijo ella poniendo su mano en su barbilla muy extrañada— Me es extraño no encontrarla aquí leyendo. Debe estar en su cuarto, quédate aquí, no tardo.

Mia se fue por la izquierda pasando por un arco que no podía ver mucho lo que hay más allá de ese arco porque una pared me bloqueaba, ella se dio la vuelta agarrando otro pasillo.

Mientras dejaba las cajas en la mesita de noche, Mia parece una amable mujer, temía que me tratara mal como el director me lo había advertido, solo era cuestión de hablar con ella para demostrarle la falsa teoría de esa maldita mujer. Escuché que alguien entró al departamento, me di la vuelta para ver a una mujer con un cabello que casi le cubría toda la cara y un libro sostenido con sus dos manos, había llegado.

Tragué saliva nerviosa cuando ella se detuvo al sentir mi presencia, volteo a verme y mostré impresión al ver cuánto delineador y sombras oscuras usaba en sus párpados, ella tiene el cabello tan liso de un tono chocolate como el de Mia, era como una cortina que le cubría la mitad de su rostro, sus ojos celestes se resaltan de una manera tan hermosa por las sombras oscuras alrededor de ellos y su piel de un tono aperlado con algunos lunares.

Ella igual tenia puesto el uniforme de la academia, pero por debajo de sus mangas del suéter le pude notar que tenía vendas en sus muñecas, yo mostré algo de preocupación a esa mala señal, quizás solo se ha lastimado las dos muñecas, aun así siendo amistosa con ella le regale una sonrisa amigable, pero lo apague un poco al ver que no ha mostrado alguna emoción desde que me vio. Se mostraba muy seria y fría con una mirada muy intensa en mi.

—Tu debes ser Maya —dije caminando hacia ella poniéndome enfrente, yo me tomó del brazo nerviosa al que estuviera más alta que yo y eso que a mi me conocen como una persona alta— Mi nombre es Gemma, soy su nueva compañera de departamento.

Ella se quedó callada viéndome seriamente, yo esperaba que dijera algo, hubo un gran momento de silencio muy incómodo que hizo que mirara de otros objetos nerviosa ya que esta como Leon no dejaba de verme intensamente. Le miré de su libro sonriendo de nuevo.

—¿Qué estás leyendo?

Volteé a verla esperando a que me respondiera, pero ella seguía sin decirme nada, esto empezaba molestarme un poco, pero respire hondo y suspire señalando su libro.

—¿Puedo verlo?

Ella bajó la mirada viendo su libro, después volteo a verme, me negó con la cabeza abrazando su libro y le mostré mis manos como forma de paz.

—De acuerdo, si no quieres mostrarme lo respetaré, son tus decisiones, ¿Es muy personal para ti?

Ella se me quedaba mirando en silencio, yo iba apretando mis puños empezando a enfadar.

—Escucha, sé que...al ser mestiza deben pensar que soy algún tipo de monstruo como el primero, pero no lo soy de acuerdo, soy tal como tu, con sentimientos y me parece que estás siendo muy grosera en tomar esa actitud de ese modo conmigo —dije con un tono muy serio y ella seguía viéndome de la misma expresión sin decirme nada— Oh, ¿Así vas a seguir? —pregunte con enfado y seguía sin pronunciar ni siquiera una letra— De acuerdo, en ese caso, jugare a tu juego —me crucé los brazos desviando mi mirada sin querer verla.

Mia se salió del arco, se espantó un poco al vernos.

—Gemma... —dijo ella con una sonrisa nerviosa llegando hacia a mi— Ya...conociste a Maya —pero yo la volteé a ver con enfado, ella me frunce un poco el ceño— ¿Qué ha pasado? —preguntó preocupada acercándose a nosotras.

—La cosa es que ella parece ser muda —dije con una sonrisa muy fingida viendo a Maya con enfado.

—Eso es...por que lo es.

—¿Qué...has dicho? —pregunté con espantó.

Mia dio un suspiro poniendo una mano en mi hombro mirándome con bastante seriedad.

—Ragazza, si Maya no te ha hablado es porque es sordomuda.

Yo me espante de un modo que me sobresalte dando un pequeño salto, mire con gran culpa a Maya que ella seguia viendome con seriedad, yo puse mis manos en mi pecho mirándola con gran culpa.

—No sabes cuánto lo lamento...

—Gemma...no te escucha, recuerdas, si quieres comunicarte con ella debes hacerlo por señas —yo me la quedé mirando sin saber a lo que se refiere, ella miró al techo sacando un pequeño gruñido— Cosa que no sabes, por eso quería ser yo quien te la presentará para que estas cosas no ocurriera.

—Puedes...darle mis disculpas —dije muy apenada a Mia y en manera de súplica para que me pueda hacer ese favor.

Ella me dio un asentimiento, ella usando sus manos empezó a hacerle señas a Maya, la mujer volteaba a verme y yo le sonreía nerviosa juntando mis manos en forma de súplica que me perdonara.

Maya simplemente empezó a caminar hacia el arco al parecer dirigiéndose a su cuarto, Mia volteo a verme con una sonrisa nerviosa.

—Ella...es así con todos, no te sientas mal. Parece ser que solo seré yo quien te muestre de nuestro departamento —dijo ella con una sonrisa y yo le sonreía— Ya has conocido nuestra sala, es hora que conozcas lo que es para mi un segundo cuarto —caminó con prisa emocionada a una puerta y con solo empujarla se mostró el cuarto.

Alargue mi sonrisa juntando mis manos con gran alegría al ver la cocina; estufa, licuadora, horno, tostadora, microondas, ¡El refrigerador!, corrí hacia el aparato encantada al querer conocerlo, pegue mis manos en mis mejillas asombrada al ver que tiene para servir agua y además de una tele incrustada en la puerta derecha.

Le pique a la pantalla, asustada me puse detrás de Mia cuando hizo de un extraño sonido.

"Queda 10 por ciento de leche, ¿Quiere que pida leche a la obrería?"

—Se me había olvidado —dijo Mia espantada y le daba un toque a la pantalla— Lo bueno Gemma, es que tenemos un refrigerador inteligente que puede avisarte que ingredientes se te están terminando y hasta hacerte el favor de pedirlos en la obrería.

"¿Desea algo más que la leche?"

Yo saque risas nerviosas.

—No solo tienen bañeras hablantes hasta...refrigeradores.

—Este debe ser nuevo para ti eh —dijo ella mientras que empezó a darles muchos toques a la pantalla del refrigerador sin entender lo que hacía.

Yo mire a mi alrededor, baje la mirada viendo mis pies con entretenimiento, si madre hubiera visto esta cocina...hubiera gritado como una loca, ella al contrario de mi sabía cocinar, era toda una chef con sus comidas exquisitas, sobre todo su receta más famosa, las galletas con chispas de chocolate con un pequeño ingrediente secreto, es una lástima...que ya no tendré la oportunidad de comerlas de nuevo, maldición...por el maldito trabajo ni tenía tiempo de aprender hacerlas como ella, recuerdo que ella me lo enseñaba de niña, pero...obviamente no recuerdo tan bien para intentarlo.

—Ni te lo imaginas —dije recargándome en la alacena cruzándome de brazos mirando las demás cosas electrónicas que ni sé para qué sirven.

"Son 10 artículos en total, ¿desea confirmar su pedido?"

—Confirmado —dijo ella dando un toque a la pantalla.

"Su pedido ha sido enviado en la obrería, tiempo estimado de llegada 30 minutos"

—Bene, bene —dijo Mia con una gran sonrisa dando de un aplauso, después me volteo a ver— Ahora el comedor.

Mia camino hacia otra puerta, yo la seguía y al salir me paralice al ver el comedor, una mesa alargada de cristal con seis sillas de metal blanco, tiene un colgador de diamantes. Para decorar la mesa en el centro tiene un candelabro junto con un pequeño florero con rosas. En el cuarto había pinturas, pequeñas esculturas y un vajillero de cristal donde se podían ver todos los tipos de platos y cubiertos.

Además que había unas puertas de cristal para salir al terraza, sin pensarlo corrí con alegría abriendo la puerta saliendo del comedor, saque pocas risas de alegría al ver la gran alberca, me asomé al agua para ver mi reflejo, mire a Mia sin poder creer que todo esto era nuestro, ella sacó pocas risas.

—Ragazza, parecieras que es la primera vez que ves una alberca.

—Eso es por que lo es —dije aun así emocionada sentándome en el suelo extendiendo mis manos hundiéndolas en el agua.

Me quedé maravillada al sentir por primera vez cómo es que el agua te abrazara, aunque sea una mínima zona, es magnífico, moví mis manos lentamente al sentir esa sensación tan increíble, ¡no puede ser...estaba creando pequeñas olas!

—Ves eso...estoy creando pequeñas olas —dije con gran emoción mirando a Mia, pero borre mi sonrisa al ver como ella me mira.

Su mirada parece muy triste, tiene una mano en su pecho como si le doliera, se le temblaban los labios como si tuviera las ganas de llorar. Yo bajé la mirada conociendo esa mirada de lástima, me aparté de la alberca abrazándome a mí misma.

—Todo...es muy bonito —dije fingiendo una sonrisa tratando de cambiar de tema— ¿Dónde está mi cuarto?, quisiera guardar mis cosas.

—Pero ragazza, no has visto la mejor parte —dijo Mia sonriéndome señalándome una parte de la terraza.

Yo mire donde su mano señalaba, yo abrí mis ojos como platos, me acerque a la aroma como el perfume, me detuve en el centro del jardín girando a mi alrededor para ver las diferentes flores con colores tan vivos y hermosos. Me detuve y me acerque para ver con cuidado al ver los girasoles.

—Eres la primera persona que muestra emoción por mi jardín —dijo Mia poniéndose alado mio con una gran sonrisa.

—¿Tu...has hecho esto? —pregunté incrédula y ella con algo de arrogancia me asiente— Este es tu don cierto, son las plantas —dije como toda detective al descubrirlo.

Mia me frunció el ceño— Para informarte que eso es algo discriminatorio para los potestades Gemma, no porque me gusten las plantas de eso se va a tratar mi don —dijo ella con seriedad y yo baje la mirada con culpa.

—Perdón.

—Pero...¿Quieres saber cual es mi don? —preguntó ella con una sonrisa pícara y yo sonreía emocionada.

—¿Puedes?

—Claro, no es que esté prohibido, lo puedes usar mientras que no lastimes a alguien. Mira —agarró una margarita que estaba cerca de ella.

Yo me quede viendo a la margarita, me aparte un poco asustada al ver que la margarita iba aumentando de tamaño casi al del girasol. Mia saco pocas risas acariciando los pétalos de la gigante flor.

—Tranquila, tranquila, no le saldrán colmillos, mi don se basa en poder aumentar o disminuir el tamaño de los objetos, incluyéndome —se señaló a sí misma.

Yo me acerque a la margarita aun con poco temor, pero Mia estiró su brazo ofreciéndome la flor, yo lentamente iba acercando mis manos hacia la margarita, la agarre llevándola a mi nariz olfateando, saque un suspiro de gran satisfacción a su rico aroma.

—Es...como magia, tu don... —dije mirando a Mia que ella me sonreía con poca pena— Es...increíble.

—Basta, raggazza que me sonrojas —dijo ella un poco sonrojada achicando sus labios de un modo algo chistoso del cual no pude evitar sonreír con ternura.

—¿Esto lo puedes hacer con comida? —pregunté con bastante curiosidad agarrando de otra margarita comparando los tamaños con gran impresión.

—Si, hasta con seres vivos, pero...aun no perfeccionó esa parte —dijo ella con una sonrisa nerviosa acariciandose los brazos como una pequeña manía.

—Como te envidio, con este don no hubiera tenido problemas con el hambre... —me quedé callada al ver a Mia que borró su sonrisa de nuevo mirándome con lástima, yo sonreí apenada— Entonces...mi cuarto.

—Ven —dijo ella con una pequeña sonrisa fingida.

Entramos de nuevo a la sala, iba por mis cajas y Mia alzó una ceja con una corta sonrisa burlona viendo la caja de mi madre.

—Ragazza, me da curiosidad, ¿Qué llevas en esa sucia caja? —apartándose de mí como si lo que tuviera en esta caja fuera alguna rata rabiosa.

Yo la mire con bastante frialdad a esa pregunta.

—Son las cosas de mi madre y mías.

Ella se sobresaltó un poco espantada poniendo sus manos en su pecho inhalando hondo.

—Llevas las cosas de tu difunta madre en esa...—miró con gran disgusto la caja— No, no, no, che cavolo ragazza, esto no está bien. Damela.

Mia agarró la caja de mi madre.

—Oye no, suéltala —dije haciéndome para atrás evitando que me quitara la caja de mi madre.

—Solo...estoy...tratando de ayudarte —dijo ella con algo de esfuerzo al que mostrara mayor prioridad en quitarme la caja que en sus palabras.

Solté la caja de la academia para agarrar con las dos manos la caja de madre para tener mayor fuerza.

—Hay cosas...muy personales para mi en esta caja, te pido...que la sueltes, ya —dije mirándola a sus ojos con gran amenaza y ella frunció el ceño pareciendo molesta como yo.

—Si fueran cosas personales para ti no las tendrías en este chesso scatola, es una grosería para tu madre tenerlas aquí.

—¡Eso es porque no tenía ni un puto dolar para poder comprar una caja decente, así que ya suelta la caja! —gritó con enfado tomándole con mi mano izquierda una de sus muñecas.

Mia dio un grito con gran agonía del cual yo hasta me aterré a ese grito soltando la caja de mi madre, ella se sujetó la muñeca de una manera como si se la hubiera roto, pero estaba bastante segura que no fue así, simplemente se la he sujetado sin mucha fuerza, sus ojos estaban llenos de miedo e ira, no podía explicar la manera en que estaba, se encuentra tan pálida temblando como si la misma muerte la hubiera tocado.

—Me...has tocado...con tu mano...humana —dijo ella tratando de guardar toda ira en su interior y yo confundida mire mi mano normal— ¡Me has tocado!

—Oye...tranquila...yo no...

Me asusté al sentir como ella venía a empujarme contra la pared con una fuerza bruta, me señaló su índice con gran amenaza, su respiración era rápida al estar tan alterada y yo le mostré mis palmas asustada, ya que realmente está logrando que me cause miedo su actitud.

—Escúchame cagacazza, vuelves a tocarme con tu repugnante mano humana y haré que esa no sea tu única deformación, ¿capisci?

Yo le asentí nerviosa, ella me soltó de un modo brusco e iba dejando resbalar lágrimas por sus mejillas.

—Mas te vale no decirle de esto alguien, estás advertida, ragazza.

Ella se dio la vuelta corriendo al parecer a su cuarto, pude escuchar sollozos y yo preocupada trate de seguirla, pero al pasar por el arco, mire al fondo del pasillo que ella ya estaba entrando a su cuarto cerrando la puerta.

Yo me puse enfrente de su puerta sintiendo gran culpa, aunque...no se muy bien la razón si solamente le he tomado la muñeca.

—Oye...yo no quería...

—¡Lárgate, de esto hablare con el director y espero que te saquen de este departamento, no me importa si tu único lugar sea en el pasillo! —me gritó desde adentro de su cuarto— Después de todo ya debes estar acostumbrada a dormir en ese tipo de lugares.

Yo puse una mano en mi pecho herida a esas palabras, pero fruncí el ceño mostrando enfado.

—¡Eres una demente, solo te he tocado con mi mano, si me cambian de departamento sería genial para no estar con una enferma como tu!

Mia abrió la puerta de su cuarto, yo me aparté de ella algo espantada y ella me sonreía con gran histeria teniendo su muñeca aún sujetada.

—Bambina, todos reaccionarían peor que yo si tu mano deforme llegará a tocarles, por eso tu eres la única enferma en toda la academia y si tanto deseas irte de aquí como yo, puedes empezar adelantándote en salir de aquí —dijo ella con gran enfado señalando la salida.

Yo desvié la mirada aguantando las ganas de no llorar enfrente de ella.

—Púdrete —dije con gran enfado yendo por mis cajas recogiéndolas y a toda prisa me fui a la salida del departamento, me salí del departamento pegándome contra la pared respirando hondo y exhalando tratando de no ponerme a llorar como una llorona.

Mi primer día aquí...todo iba perfecto, pero ¡Solo porque la he tocado con mi mano humana!, ¿Por eso todo se fue a la mierda?, se que el director me advirtió que mi mano humana iba a ser mal vista, pero no creía que era este nivel.

—Mira...

Mire a unas mujeres pasar por los pasillos mirándome con disgusto, como si fuera algún ser invisible empezaron a susurrar entre sí sin apartar su vista en mi y una de ellas empezó a sacar pocas risas.

Yo las miré con enfado y preferí irme de aquí, toda esta puta academia está loca, !Todos lo son!, me detuve enfrente de las rejas para poder salir, pero el guardia de la caseta me mira con mucha seriedad.

—Quiero salir —dije con seriedad abrazando mis cajas.

—El director me dio instrucciones que no la dejara salir del pasillo hasta mañana, debe estar en su cuarto reposando como me lo ha pedido el director verificar. Regrese a su departamento.

Yo rodeé los ojos con fastidio.

—No puede dejarme aquí encerrada, tengo la libertad de irme de aquí cuando quiera.

Llegaban unas chicas que como todas me miran con disgusto, aun así sin hacerme caso entregaban sus tarjetas de identificación al guardia que el igual ignorándome las tomaba viéndolas. De acuerdo, si así quiere jugar.

El guardia les abrió la reja a las chicas, yo con prisa iba por salirme como una bala, pero él con gran reflejo me tomó de los hombros deteniéndome sabiendo mis intenciones y me daba un pequeño empujón metiéndome de nuevo en el pasillo.

—No puede ser más patética —dijo una de las mujeres entrando al pasillo sonriéndome con gran burla.

—Y pensar que estará en nuestro piso —dijo la otra mirándome con gran desprecio.

Las chicas se iban yendo, escuche como el guardia cerró las rejas y yo lo mire con suplica.

—Por favor, déjeme ir.

El guardia me dio la espalda ignorándome, yo lo maldije en susurros y el volteó a verme con enfado al haberme escuchado, yo le sonreí nerviosa apartándome de él y me iba metiendo más al pasillo.

Dando un suspiro exhausta me recargue en las ventanas, mire a mis lados que en este piso solo había puros cuartos, del cual a ninguno seré invitada, me iba sentando el suelo lentamente dejando que mi espalda acariciara la pared, abracé de mis cajas sin saber qué hacer.

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