05. La paciente




Lentamente iba abriendo los ojos poco a poco, entrecerró los ojos al ver una luz blanca que lastimaba mi vista, al obligarme acostumbrarme a ese intenso brillo los abrí completamente, me extrañe al estar en un cuarto de tonos blancos, baje la mirada para verme acostada con una bata blanca puesta, en una camilla bastante cómoda con aparatos conectados y mire por mis lados para ver sillones de cuero, parecían recién comprados, en la pared de enfrente había una tele de plasma colgada, al lado del aparato una ventana con cortinas cerradas bloqueando la vista y de mi lado derecho parecía haber un clóset.

Esto parece un hospital, pero entonces...¿Será que algunos policías lograron salvarme de ese hombre?, puse una mano en mi frente cerrando los ojos tratando de recordar lo sucedido, no recuerdo...lo único que puedo lograr recordar es que ese hombre me obligó a oler una extraña sustancia.

Me sobresalte al recordarlo, baje mi mirada sujetándome del cuello de la bata jalándola checando que tuviera mi collar por abajo, pero me espanté al no verla conmigo, ¡El collar de madre, nuestra caja!

Yo trate de levantarme, pero me paralice al escuchar que alguien entró al cuarto. Yo quieta mire a la mujer que cerró la puerta regalándome una dulce sonrisa. Por sus delgados ojos pude notar que podía ser de origen asiático y que era una doctora por su saco blanco.

—Buenos días, Gemma, ¿Cómo te has despertado?, ¿Alguna molestia que me pueda servir para poder ayudarte? —preguntó ella con su acento asiático.

—Mi collar... —dije preocupada cogiéndome el cuello.

—No te preocupes por tus pertenencias las tenemos guardadas con nosotros.

Sacó un suspiro de alivio bajando mi mano en mi pecho.

Ella se sentó a mi lado tomándome la muñeca, se quedó quieta con una mirada perdida, estuvo así por un tiempo sin decir ninguna palabra y yo alcé un poco la ceja, pero después la mujer alargó su sonrisa soltándome.

—Todo se muestra en orden, no hay más signos de escopolamina, pero si tienes un poco de desequilibrio en tus electrolitos, necesitas más sodio, calcio y potasio, Gemma. Por ello mientras que estabas inconsciente he hablado con una nutrióloga que quisiera que te de una dieta especial...

—Espere —le muestro mis palmas de las manos para que me prestara atención y ella guardó silencio— Yo...estoy confundida, ni siquiera sé cómo llegué aquí, ¿Sabe si detuvieron al hombre que trató de raptarme?, ¿En qué hospital estoy?, se ve bastante costoso —dije preocupada mirando el cuarto y mire con pena a la doctora— Yo no tengo el dinero para pagar el tratamiento que me hicieron...

—Tranquila, no tienes que preocuparte por el dinero —dijo ella con una voz serena, de una manera que me quitó toda preocupación por su tono— Fui una completa grosera, no me he presentado y te pido una disculpa —bajó su cabeza muy culpable y volteo a verme extendiendo su mano como modo de saludo— Mi nombre es Yon Pin, pero puedes llamarme doctora Pin. Me gustaría ser yo quien te respondiera tus dudas, pero tengo ordenes de mi superior de no hacerlo, solo puedo darte información sobre tu salud como es mi obligación.

Yo mostré un poco de enfado, ¿Cómo que no puede decirme en qué hospital estoy?

—En ese caso quisiera hablar con su superior —dije cruzándome de brazos mostrándome enfadada.

—Y lo verás Gemma, él espera hablar contigo, solo esperaba que te despertaras. Le daré el aviso que te has despertado para recibir las siguientes instrucciones de él, por mientras puedes ver la televisión para entretenerte o si deseas ir al baño ahí está ubicado —señaló una puerta cerrada.

Yo estaba completamente confundida, ¿Por qué el dueño de este hospital desearía hablar conmigo?, ¿Será por que casi fui raptada y tienen que hacer esto en estos casos?, además ¿Cómo esto me va a salir gratis?, algo no me cuadra en todo esto. Pero si ella me dice que hablaré con él tendré que esperar a obtener respuestas.

—Creo...que iré al baño —dije tratando de levantarme y ella me tomó de las manos ayudándome a hacerlo, yo le sonreí agradecida— Gracias, aquí ya puedo sola.

—Te pediré que no salgas del cuarto, no voy a demorar, pero si ocurre algo aquí está este botón que está ubicado en los barandales de tu camilla —señaló dónde, pudiendo ver un botón de un color rojo vivo y brillante— Presionalo si necesitas ayuda.

Yo le asentí comprendiendo todo lo que me dijo, ella me regaló una última sonrisa y se volteó dirigiéndose a la salida del cuarto, cuando se salió del cuarto miré la puerta del baño, caminé y me detuve extrañada al no sentir dolor en mi tobillo.

Baje la mirada para verlo, ya no estaba vendado, yo confundida lo moví haciendo diferentes movimientos, es extraño...no siento dolor alguno, la doctora debió curarlo y si que hizo un excelente trabajo.

Siguiendo con lo que iba por hacer, agarré el picaporte empujando la puerta abriéndola. Me quedé atónita casi dejando caer mi quijada al suelo.

—No...jodas —dije sin poder creérmelo.

Pero si este baño tiene casi el tamaño de mi departamento, el lavamanos es extenso donde al lado había diferentes tipos de jabón siendo de barra o líquido, un gran espejo con un marco de plata para poder verte, tiene una tina, una...tina, ni siquiera sabía que los hospitales costoso tuvieran tina para sus pacientes, además que tenían una regadera aparte y se veía bastante extraña, me acerque a la peculiar regadera mirándola como si fuera un cavernícola descubriendo el fuego.

Es un cubo de cristal, pero una de las paredes era un espejo completo, en una zona del cubo tenía una barra con botones y...¿Una pantalla?, ¡Acaso era una pantalla para ver la televisión, no me la podía creer!

Me metí a la regadera para ver la pantalla, pude ver un botón que decía "On/off" le pique al botón y me aparte un poco asustada cuando la pantalla se prendió con una tonada, aparecían unas letras que decían "Poseidón" en eso apareció un dibujo de la regadera con una silueta humana.

"Se presenta mugre en las zonas del pecho, caspa en el cabello y pies secos. Recomiendo la opción Hidro para exterminar la suciedad"

Yo fruncí el ceño, pero qué carajos, ¿Esta cosa habla?, mire de los botones que tenían muchos nombres, oh aquí esta el que me dijo "Hidro", la maquina me lo recomienda ya que dice que me quitará la suciedad, mmm...miré por los lados y sonrió con travesura, ¿Por qué no?

—De acuerdo...límpiame —dije quitándome la bata tirándola en el suelo fuera de la regadera y le pique al botón.

Me espanté al ver que la puerta de la salida del cubo de cristal se cerró automáticamente, empecé a escuchar un sonido extraño dentro de esta máquina, yo arrepentida trate de abrirla, pero no lo me permitía.

"Iniciando el proceso Hidro"

—No, no, no, ya no lo quiero sácame de aquí —dije asustada golpeando sus puertas.

Pero empecé a gritar asustada cuando sentí chorros de agua que se salían de este cubo, los chorros tienen la presión fuerte que me lastiman mi piel, yo traté de protegerme de esos chorros tratando de tapar de los agujeros de donde salían, pero ¡Salían en diferentes direcciones!

—¡Ayuuuda! —grité a todas fuerzas, pero la estúpida de mí había cerrado la puerta del baño.

Dejó de arrojar agua, yo suspire aliviada, se terminó, uff...ya paso, ya paso, me di golpecitos suaves en mi pecho tratando de tranquilizarme a mí misma.

"Expulsando jabón de cuerpo, contiene de un nutriente para evitar mugre y resequedad"

La máquina empezó a aventarme liquido rosado hacia mi cuerpo, unas barras rasposas como esponjas del baño casi del tamaño de mi cuerpo se salían de la máquina pegándose contra mi cuerpo moviéndose de un lado a otro, ¡Me sentía como si fuera un maldito auto en un autolavados!

"Por favor de pegar sus pies en el tallador que se ubica en el suelo"

—¡Aaah, nooo, cosa del demonio déjame en paz! —grité con miedo y enfado tratando de liberarme de estas barras.

Las barras se esconden de nuevo dentro de la máquina empezando a arrojar chorros de agua de nuevo y yo me cubrí el rostro protegiéndolo. Se detuvo  de nuevo en arrojar agua y yo bajé mis manos queriendo llorar del sufrimiento que estaba pasando.

—Ya...ya...ya me has dejado limpia, déjame salir —dije con súplica juntando mis manos en forma de oración.

"Expulsando champú para el cabello, especial para la caspa"

Empecé a sentir un líquido cayó encima mío.

"Por favor de tallarse la cabeza verificando que todo el líquido esté expandido por todo su cabello"

Yo empecé a tallarlo como me lo dijo la máquina con miedo, no vaya a hacer que me haga otra cosa por desobedecer, en un momento sentí como la maldita regadera ya se prendía dejando caer agua de una manera que sintiera como lluvia sobre mi cabeza, ¡Como así debe ser siempre!

—Así hubieras empezado desde un principio, no tratando de matarme maldita máquina —dije con mucho enfado, me vale mierda si no puede escucharme o si quiera entenderme.

Dejó de arrojar agua, la puerta de la regadera se abrió, yo sin pensarlo me salia agarrando una toalla que estaba colgada en la pared, me la puse mirando con enfado a esa máquina apartándome con cuidado.

"Proceso Hidro terminado"

La pantalla de la máquina se apagó, yo suspire exhausta abrazándome a mí misma, ¿Gratis?, como esto me va a salir gratis teniendo una regadera futurista que te enjuaga el cuerpo sin que lo tengas que hacer tu, yo busque el retrete y empecé a reírme histérica al ver que tenía muchos botones igual que la regadera, ¿Ahora que?, ¿Esta me va a limpiar el culo?

Escuché que tocaban la puerta.

—Gemma, ¿Todo bien? —preguntó la doctora Pin. En el mejor momento.

Yo abrí la puerta y le señalé la regadera con gran odio.

—Esa cosa casi me mata ahogada.

La doctora Pin miro la regadera, me miró y pude notar que trataba de esconder una sonrisa de burla.

—No causa gracia —dije molesta mirándola con toda mi seriedad.

—Quisiste experimentar utilizando a Poseidón si no me equivoco —dijo aun con esa sonrisa amable.

Yo me crucé de brazos y desvié la mirada apenada.

—Esa cosa me recomendó usar la opción Hidro diciéndome que me iba a quitar la suciedad, pensé...que iba a hacer otra cosa, no intentando ahogarme con chorros de presión.

—¿Por qué no cancelaste el proceso? —preguntó extrañada como si hubiera sido algo tan obvio y yo fruncí el ceño.

—¿Cancelar?

—Si, aquí hay un botón más grande que los demás y con un tono amarillo que dice "Cancel" —entro a la regadera mostrándome el gran botón amarillo y yo me quede callada sin saber que decir, sonreí apenada.

—No...lo vi.

Ella se me quedó mirando, pero sacó pequeñas risas cubriéndose la boca tratando de ser educada.

—Lo...siento.

Yo rodé los ojos— Ya ríase, le doy el permiso, solo porque me curó él tobillo —dije moviendo mi tobillo enfrente de ella y alargó su sonrisa.

—Lo tenías bastante inflamado, pero con unas cremas especiales se ha curado en una sola noche, me alegra que no tengas ya molestia alguna. Ya que has aprovechado en darte un baño —dijo con una sonrisa un poco burlona— Puedes vestirte.

Ella me señaló una parte del baño donde había un vestidor, en el había un gancho colgado con una playera oscura de manga larga con pequeñas perlas incrustadas, una falda oscura y debajo había unas botas largas de cuero gris.

—Te hemos conseguido ropa interior nueva, te la hemos puesto en esta caja —se metió  al vestidor mostrándome la caja decorada plateada que estaba sobre un balcón.

Yo caminé hacia el vestidor con el ceño fruncido, toque la tela del suéter, la tela se sentía de muy buena calidad, resistente, suave y las perlas...¡No parecían artificiales!, yo me aparté de la ropa y tomé la caja viendo mi ropa interior de encaje oscuro, mire con bastante seriedad a la doctora Pin que dulcemente seguía sonriéndome.

No había conocido persona más amable que mi madre, que aun así no le gana, pero tanta amabilidad es demasiado, esto no puede ser gratis, ¿Por qué me están ayudando de esta manera? y lo más importante ¿Cómo demonios saben mi talla de ropa?

—¿Dónde está mi ropa? —pregunte con seriedad y la doctora Pin borró su sonrisa.

—¿No te ha gustado la que hemos conseguido?

—No es eso, me encanta, digo tiene perlas reales incrustadas —señaló golpeando del suéter como si me hubiera hecho algún daño— Pero esto es suficiente, medicinas milagrosas para que ya no me duela el tobillo, hospital con un baño futurista donde la regadera y hasta parece ser que el inodoro son los que te limpian, me dan ropa de marca, no soy estúpida para no darme cuenta que este suéter pudo haber costado más de 1000 dólares, no logro comprender porque hacen todo esto.

—Y se te será explicado Gemma, confía en mis palabras —se acercó a mí poniéndose frente mío mirándome a los ojos pudiendo sentir toda su sinceridad— Mi superior me ha dejado explicarte un poco, pero me gustaría hacerlo de la manera correcta, donde tu estés vestida y podamos platicar tu y yo en los sillones del cuarto, una vez que termine hablar contigo iras con mi superior para que te resuelva toda duda, por favor, te pido que tengas paciencia, es lo único que te pido.

Ella me miró con tanta súplica en su mirada, yo bajé la mía suspirando rendida, di un asentimiento y ella me sonreía.

—Te dejaré para que puedas vestirte.

Ella se dio la vuelta caminando hacia la salida.

—Espera —dije haciéndola detener y ella se volteo a verme— Podrías...explicarme...como...se...usa el inodoro —dije con mucha pena dirigiendo mi mirada al retrete y ella me sonrió con dulzura.

—Con gusto, acércate  —me hizo señas acercándose al inodoro y me puse a su lado poniéndole atención— Estos botones controlan la temperatura de la taza —me mostró los botones y yo alcé la ceja— Estos para la presión del agua, una vez que termines de hacer tus necesidades, dependiendo, si es orina, está este botón para que te limpie con agua y si es la otra opción está este que tiene la misma funcionalidad —me enseñó los botones hasta con dibujos de unos bonitos traseros— Este es para cerrar la tapa, para levantarla, este es especial para los hombres y el más importante, para expulsar el agua al drenaje.

Terminó de mostrarme todos los botones volteandome a ver esperando mi respuesta si había entendido o no, yo seguí con la ceja alzada, no me la puedo creer, como hemos terminado, con razón el viejo de mi abuelo está obeso, debe de tener estas máquinas para que hagan todo por él.

—Pero...si no quieres utilizar esto, puedes hacerlo como estás acostumbrada, picando al botón para expulsar el agua sin necesidad de picarle a los otros, pero mi consejo como doctora es que utilices los demás botones.

—De acuerdo...lo pensaré —dije con una sonrisa— Gracias doctora Pin.

—No hay de qué, te esperaré en los sillones —se salió del baño haciéndome el favor de cerrar la puerta.

Yo mire el retrete, ya sufrí un huracán con la regadera, que es lo peor puede pasar con un inodoro.

***

Pasando el tiempo, me cepillaba de mi cabello al encontrarme con un cepillo, me dejaba el cabello suelto, caminé hacia el espejo completo para mirar cómo estaba vestida.

No puedo creer que esté utilizando esta ropa, aunque me es extraño que sea de invierno en pleno agosto, pero si se sentía fresco el hospital. No podía apartar mi mirada en mi reflejo, simplemente no podía creer que era yo usando esta ropa tan...costosa, pareciera otra.

Sin poder evitarlo posaba especialmente para mi, debo admitir...que me gusta como se me ve, me lancé un beso a mi misma, me reí por lo que estaba haciendo, a madre le hubiera gustado verme así...pero mis risas se iban apagando al acordarme de ella.

Mire la ropa que tenia puesta con seriedad, con el dinero que lo han comprado...cuantos problemas hubiera resuelto, la comida, las medicinas, el doctor...me abracé a mi misma sin estar de acuerdo en usar esta ropa, cuanta gente que debe estar en mi situación, Ruby, Piper, Eiza...madre...murió exactamente por culpa de esto.

Decidida me salí del baño, miré a la doctora Pin que me regaló una sonrisa juntando sus manos como si no me hubiera visto en un buen tiempo.

—Doctora Pin, agradezco en verdad que me hayan conseguido esta ropa, pero... —dije abrazándome a mí misma y ella iba borrando su sonrisa— No me siento cómoda usándola, me puede dar mi ropa, por favor.

Me miró con algo de lástima, como si tratara de leer mis pensamientos o lo que ocurriera en mi cabeza para que pensara en este modo y se levantó dirigiéndose conmigo.

—Nos hemos deshecho de ella quemándola.

—¿Perdón? —pregunté con enfado.

—Estaba muy mal gastada y sucia, como tu ropa interior, por esa razón fue comprarte otra, no hay necesidad que te sientas mal por cuanto nos costo, no tienes que preocuparte por el dinero, Gemma.

—Para usted es fácil decirlo ¿no? —ella frunce el ceño mostrando confusión— Claro, al trabajar en este hospital tan costoso debe ganar suficiente dinero para que le valga una mierda lo que cuesta esta playera —me agarre la playera con enfado como si tratara de quitármela a la fuerza.

—Gemma, te pediré que no me hables de este modo —empezó a usar un tono serio y algo preocupante.

—No sabe como sufro para conseguir dinero, quizás para usted esa ropa eran trapos sucios, pero para mí lo valía con todo el esfuerzo que hice para obtenerla, cuántos problemas pude haber resuelto con el dinero que costó toda esta ropa, pude haberla usado en comida, en medicinas para mi madre, en una doctora como usted para que pudieran atenderla y poder tratar su enfermedad ¡Así evitando que se muriera y exactamente un día después que falleció me ayudan dándome esta maldita ropa con malditas perlas reales, me dan esta habitación y me tratan como su paciente favorito diciéndome que esto será gratis, ¡Dónde estaba esa ayuda cuando ella lo necesitaba?

La doctora Pin se quedó paralizada sin saber que decir por mi reacción, yo podía sentir que respiraba de manera agitada, mis lágrimas iban resbalando por mis mejillas y como mis labios temblaban al querer soltar sollozos. Me di cuenta de lo que había hecho por como la doctora Pin me seguía viendo con esa mirada algo asustada.

—Yo...lo lamento —dije muy culpable dejándome caer en uno de los sillones sujetándome las greñas del cabello— No...era mi intención...ofenderla —trataba de tranquilizarme.

La doctora Pin se sentó enfrente mío, me tomó de una mano derecha y yo la mire con tristeza, ella me miró con lástima poniendo su otra mano sobre la mano con la que me la sujetaba con cariño.

—No tienes porque disculparte, comprendo la situación en la que te encuentras, la confusión de todas las circunstancias que te están sucediendo, la tristeza y el dolor que llevas dentro por el fallecimiento de tu madre, cuando nos enteramos de ti, ella ya había fallecido, Gemma. Si hubiera sido antes, te juro por mi sangre que la hubiéramos ayudado en su enfermedad, me hubiera encantado ser yo quien la hubiera atendido. Gemma... —me sujetó la barbilla haciendo que la mirara, yo aún trataba de dejar de llorar como una berrinchuda enfrente de ella— Nosotros ni sabíamos de tu existencia, si no fuera por la noticia en el periódico de la muerte de tu madre seguiríamos sin saber de ti.

Yo fruncí un poco el ceño.

—¿Qué es lo que cambió para saber de mi existencia? —pregunté confundida.

—Gemma, eres especial como yo —me mostró sus manos y me paralice al ver que ella como el amigo de mi padre tenía los dedos índices más largos que los otros dedos.

Yo sin importar la educación le tome de sus manos verificando que no fuera algo falso, ¡Cómo esto es posible?, mi padre, el amigo de mi padre y ahora hasta la doctora Pin, ¿Qué se puso de moda tener un indices más alargados que los otros?

—Te pediré que no hagas esos movimientos sin aviso o permiso, Gemma —dijo ella tratando de sonar aún serena y amable apartando sus manos algo brusco.

—Perdona...pero...el hombre que trató de raptarme...

—Tenía la misma peculiaridad—Yo asentí respondiendo— Eso es porque él también es como nosotras.

"Es porque tu o tu padre no son los únicos que tienen esta peculiaridad en los dedos, solo la gente especial como nosotros lo tenemos."

Las palabras de ese hombre, eran las mismas que las de la doctora Pin, pero...no entiendo, es alguna clase de grupo con los índices más alargados que los otros que por esto se creen tan especiales y cómo puede haber más gente con esta deformidad, ¿Son familiares míos?, yo me sujete la cabeza tan llena de dudas tratando que no explotara.

—Tranquila Gemma, mi superior te lo explicara con más detalle, pero me dio el permiso de decirte dónde nos ubicamos. La gente especial como nosotras necesitamos de un lugar, donde aprendemos a socializar entre nosotros y aprender a usar... —se calló repentinamente espantada, después dio una sonrisa nerviosa— Nuestra inteligencia.

Yo alcé la ceja, ¿Inteligencia?, ni siquiera terminé la secundaria

—¿Es cómo...una escuela?

Ella alargó su sonrisa notando que quizás ya estaba comprendiendo.

—Una academia, un internado para los que... —me mostró sus manos de nuevo— Somos especiales. Esto no es un hospital, Gemma. Te encuentras en esta misma academia, en uno de los cuartos de la enfermería y yo soy la doctora que cura a jóvenes como tú.

Yo abrí mis ojos como platos.

— Me...está diciendo que...esto...no...es un hospital sino...una enfermería...de...una escuela —dije incrédula sin poder creerlo y ella me asintió con tanta normalidad, yo empecé a sacar pocas risas— Je...je..no quiero imaginarme como...seria un hospital para ustedes.

Ella sacó pocas risas cubriéndose la boca.

—Es lo mismo, Gemma, tratamos que todos los estudiantes se sientan en demasiada conformidad y seguridad en esta academia, del cual espero que tu sientas lo mismo.

—Pero...yo no soy una estudiante de aquí.

Ella alargó su sonrisa con algo de ternura.

—Mi superior quien te hable es el director de esta academia, me pidió darte de esta información y una vez que te la diera llevarte con él, ¿Estás lista para conocerlo?

Yo me levanté del sillón sin pensarlo.

—Si es para quitarme todas estas preguntas de mi cabeza, encantada.

Ella alargó su sonrisa de un modo que tuvo que cerrar sus ojos, después me daba una pequeña reverencia.

—Sígueme y no te apartes de mí.

La doctora Pin se dio la vuelta dirigiéndose a la salida del cuarto, yo la seguí como ella me lo había pedido, ya es el momento de saber que es lo que está pasando.

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