Terrores de arriba y abajo

Los receptores ópticos del Maverick estaban inmóviles y eran incapaces de transmitir expresiones. Pero, dado como acababa de empezar a temblar ante el agarre del Hunter rojo, era evidente que Goldminer estaba más que un poco nervioso de estar en presencia de uno que seguramente habría pasado por encima de uno o dos guardias para llegar hasta aquí.

Que probablemente ahora estaban a varios kilómetros, destrozados en pedazos.

– ¡¿T-tú...?! – tartamudeó Goldminer. Los ojos azules de Zero perforaban los receptores visuales del Maverick. – ¡N-No! ¡No puedes estar aquí! ¡No ahora!

– Entonces, el reploide parado frente a ti no existe. ¿Es lo que intentas decir? – cuestionó Zero, a lo que Goldminer no pudo responder. – Tus amigos a los que vi de camino aquí están en mejor condición de lo que estarás tú, si no detienes todo este sinsentido de una vez.

– ¿Hm? ¿Me estás ofreciendo piedad? – inquirió el Maverick, genuinamente curioso, pero no creyéndoselo del todo.

– Piedad sería convencer al Consejo de darte una sentencia reducida. – respondió el Hunter rubio. – Eso es algo que haría mi compañero, pero él no está aquí, sino yo. – agregó con un ligero gruñido. – Y no tengo ningún problema en aceptar y admitir que NO soy tan amable como él.

Goldminer comenzó a forcejear, tratando de sacar una pica similar a las utilizadas por los Dig Laborers y agitándola hacia el costado, esperando clavársela en las en el torso a Zero. El Hunter rojo evadió el golpe del arma justo a tiempo, pero pudo sentir la fuerza del instrumento curvo y afilado zumbando cerca de él, cortando el viento con su velocidad. Ambos, Hunter y Maverick, saltaron hacia atrás, mirándose desafiantemente.

– Depende de ti. – le advirtió Zero a Goldminer. – Si terminas del lado equivocado de este, buster, sin embargo, tú mismo te pusiste allí.

Goldminer permaneció en silencio, pero sus ojos se movieron rápido, espiando detrás de sí.

– "El túnel." – pensó. – "Está guardado en el túnel. De todas maneras planeaba utilizarlo en él. ¡Pero no sé si podré llegar allí a tiempo!"

Lentamente, el Maverick comenzó a retroceder, dando pasos pequeños pero deliberados. Zero pudo ver lo que estaba haciendo, pero permaneció donde estaba, ya que cabía la posibilidad de que Goldminer cargaba un explosivo o algún otro dispositivo.

El silencio cayó entre los dos, ninguno atreviéndose a hacer un movimiento hasta que el otro lo hiciera primero, pero era claro que sólo uno de ellos se ponía cada vez más y más nervioso con el tiempo. Eventualmente, Goldminer no pudo más y se lanzó a correr hacia una enorme abertura en la pared rocosa, donde la oscuridad que enmarcaba el túnel abierto en la montaña rápidamente absorbió la silueta del Maverick, dejándolo cada vez más difíciles de ver entre más de alejaba.

Zero lo siguió, y sus ojos se ajustaron a las densas sombras que había adelante, pero para su sorpresa, Goldminer se las arregló para mantenerse fuera del alcance del Hunter rojo. Impresionante, pero no podría mantener esa velocidad para siempre. Eventualmente, Zero sabía que el cobarde se quedaría sin lugar a dónde ir.

Por supuesto, eso fue hasta que el androide de pelo largo oyó el eco de lo que parecía ser un motor arrancando, como si fuera encendido por primera vez después de un largo tiempo. Al principio, Zero no comprendía lo que era, salvo por el hecho de que debía tratarse de algún vehículo o máquina de tamaño considerable.

Fue entonces que vio un objeto aproximándose lentamente en la distancia, y en cuanto se acercó unos cuantos centímetros, el Hunter rojo inmediatamente abandonó el túnel, corriendo tan rápido como pudieran llevarlo sus piernas. Incluso aunque moverse a esa clase de velocidad, esforzándose un poco más allá de sus límites, ponía en riesgo sus componentes internos. Pero luego podía ocuparse de los dolores que vendrían después.

– Hey, ¿qué sucede? – preguntó Samantha, notando que, para su desconcierto, su protector tenía una expresión algo asustada en sus usualmente frías facciones.

– ¡No hay tiempo para explicar! – le respondió Zero, cuyos ojos azules estaban muy abiertos de precaución. – ¡Tenemos que salir de aquí, pero ya!

– ¿Por qué? ¿Qué está...?

La minera de pelo violeta no llegó más lejos antes de que una sinfonía que perforaba los oídos al romper la roca y la tierra dura cediera ante la fuerza diseñada para moverla resonara por toda el área. Y antes de que pudiera siquiera preguntar, vio lo que venía hacia ellos, pero no tuvo tiempo de responder con shock o gritar, ya que Zero le agarró el brazo y la arrastró con él, mientras varios otros los seguían.

Habían sido rescatados, pero ahora posiblemente nunca llegarían a la superficie con vida.

Detrás de ella, Zero y los demás que ahora estaban huyendo, Goldminer se encontraba en el asiento del conductor de una máquina enorme de color azul brillante, rojo, plateado y dorado, a pesar de las manchas de tierra en su superficie, con un enorme rodillo aplanador con púas filosas insertadas a su alrededor abrían la tierra bajo sus ruedas mientras su conductor pisaba el acelerador para arrollar a los rehenes.

– ¡Jajaja! ¡Intenten escapar de esto! – se reía Goldminer, cuyos receptores ópticos vieron un interruptor en el panel de control del Mole Borer. – ¡Oh, esto será muy útil!

Todos oyeron el sonido de una especie de proyectil siendo cargado, pero nadie se atrevió a mirar atrás por miedo de que hacerlo resultase fatal. Independientemente, una mayoría de los que estaban huyendo del vehículo que movía la tierra sabían lo que venía, y Zero no perdió el tiempo dándoles una orden a todos los que alcanzaran a oírlo.

– ¡Salten hacia los lados!

No había razones para no obedecer las palabras del Hunter rojo, y los trabajadores saltaron fuera del camino en cuanto el misil salió disparado, explotando en el segundo que hizo contacto con el suelo. Toda el área se sacudió con el impacto, enviando esquirlas de roca a volar por todas las direcciones, y quienes lograron evitar el disparo ahora intentaban evitar los trozos de piedra que venían volando en su dirección. Zero vio a Samantha cerca y corrió hacia ella, viendo que estaba en el suelo e inmóvil. Aunque tras sacudirla firmemente en el costado, la minera de cabello púrpura respondió.

– ¿Puedes caminar? – le preguntó Zero, ayudándole a levantarse.

– Creo que sí. – dijo ella.

Pero su conversación se vio interrumpida por el sonido del Mole Borer volviendo hacia ellos, ahora con la herramienta de picos en frente haciendo trizas la tierra a medida que se acercaba. Estaba conduciendo el vehículo en círculos, mientras disparaba misiles a cualquiera que tuviera la mala suerte de estar en el rango de los disparos.

– ¡Ninguno de nosotros saldrá de aquí con esa cosa suelta!

Zero observó el Mole Borer mientras Goldminer lo conducía, claramente gozando de la destrucción que estaba causando. Pronto, el Hunter y los trabajadores en huida oyeron ruidos aproximándose desde atrás. Varios Dig Laborers se estaban dirigiendo hacia el área, habiendo recibido la señal de alarma del Maverick en el breve tiempo que tuvo mientras era perseguido por Zero.

– Grandioso. – siseó el reploide rojo, cuyos ojos azules se pusieron en rendijas al ver a las tropas que venían hacia ellos. – Esto no va a funcionar, vienen a nosotros por ambos lados. – dijo pensando en voz alta, antes de centrar su atención en el Mole Borer. – ¡Pero esa cosa tendrá que irse primero!

En la cámara de Armadillo...

Había llegado hasta aquí, más lejos de lo que el antiguo Hunter habría creído. En efecto, de no ser porque había forzado a su oponente en ello, dudaba que hubiese recibido una oportunidad como ésta.

Y efectivamente, el reploide de mayor rango empezaba a ver con sus propios ojos de lo que Sigma y Fujiwara estaban hablando.

Con todo, el mamífero mecánico de bandas no estaba satisfecho. No totalmente, Su oponente, aunque había incrementado su agresión y voluntad para infligir golpes que hicieran caer al otro reploide, todavía no ejecutaba ese único movimiento decisivo.

El movimiento que cambiaría todo el curso de la batalla.

– Todavía no has tomado acción. – declaró Armadillo, finalmente perdiendo la paciencia. – Estás dudando a causa de tu ingenuidad y estupidez, o es que deliberadamente me estás insultando.

X hizo una pausa, todavía apuntando con el buster a su oponente, pero no disparó. – El trato era que te venciera en batalla. – respondió el reploide azul. – Eso no significa que tenga que eliminarte.

Armadillo gruñó y sacudió su cabeza. – Eres un tonto. Incluso si mi intención es que llegues con él, estoy de acuerdo con Sigma en una cosa. – dijo entrecerrando sus ojos. – Estás atrapado en el mismo sueño que tenía tu creador.

X se detuvo en seco. – ¿Sueño?

– Antes de que Sigma soltara la primera ronda de misiles sobre Abel City, te puso una prueba. – dijo el mamífero acorazado. – Una prueba que fallaste.

X se mordió el labio, recordando el incidente que Armadillo estaba describiendo.

– Tu sentimentalismo te detuvo de cumplir con tu deber, y a su vez, Sigma capitalizó en tu error. Aunque tampoco levantaste tu arma contra Zero.

Eso pareció sacarle una reacción al reploide azul, fuera de la decepción o su fracaso de usar todas sus capacidades. – Entonces, ¿lo que estás sugiriendo es que prefieres que yo le dispare a él en lugar de a Sigma? ¿Es eso?

– Pareces ofendido por la sugerencia. – señaló el oficial de mayor rango, sorprendiendo a X. – Pero, ¿no es ese tu deber como Maverick Hunter? ¿Lidiar con Sigma o Zero tal como lidiaste con Penguin y Mandrill? – Hizo una pausa. – Y ahora, tienes que lidiar conmigo, ¿no?

X no dijo nada. El silencio del Hunter azul parecía no ser una respuesta apropiada para su oponente. Se preguntaba si Armadillo estaba tomando su falta de respuesta como un insulto directo, y su expresión se tornó amarga.

– ¿Es tan malo que no me guste utilizar medidas extremas?

– Estás negando la realidad de lo que eres, de lo que somos todos nosotros. – dijo Armadillo. De inmediato procedió a redirigir la conversación, viendo que el reploide azul buscaba salirse de ella. – Aun así, volviendo al tema en cuestión, tu deber como Hunter es eliminar cualquier amenaza potencial a los humanos y reploides por igual, aunque hay más énfasis en los primeros. Y comparado con Sigma, ¿no crees que Zero sería el objetivo más obvio? Seguramente esto se te habrá ocurrido al menos una vez durante tu confrontación con el Comandante.

X sintió que le temblaba el labio. Sabía que debía verse completamente patético, pero la verdad, esta era una pregunta que se había repetido a sí mismo cientos de veces desde que sucedió. Ciertamente, aunque Zero estaba agradecido de que X se hubiera contenido, eso no cambiaba el hecho de que, efectivamente, si Zero hubiese sido un Maverick, el Hunter azul le habría dado una oportunidad a su compañero no sólo para acabar con él, sino también a Sigma.

– No serías capaz. – concluyó Armadillo. – No importa si fuese el Comandante o Zero. No lo harías ni aunque te vieras obligado a hacerlo. Nunca fuiste capaz de eliminar a alguien por tu propia voluntad. Penguin fue abatido por tu buster, pero eso fue sólo porque no te quedaban opciones, y no aprovechar ese disparo sería lo mismo que escupir sobre la tumba de Marth.

X permaneció en silencio, mientras el mamífero de bandas continuaba. A pesar de estar en un estado debilitado, seguía de pie alto y orgulloso.

– Y Sigma tuvo que intervenir para acabar con Mandrill por ti. Pero eso no lo recibirás de mí. Deberás vencerme. – le dijo al Hunter azul, guardando silencio temporalmente. – No sólo por mi orgullo, sino por nuestro futuro.

Fue entonces que X volvió a hablar. Si no era porque pudiese refutar a su camarada... ex camarada, en algo que sabía que no era verdad.

– ¿Entonces por qué pelear? – preguntó. – Si ante tus ojos estoy obligado a derrotarte por el bien de todos los demás.

– No, no es por todos los demás. – interrumpió Armadillo. – Eso es otra cosa, debes perder esa noción estúpida que compartía tu creador. Al igual que tu predecesor.

Armadillo suspiró y cerró sus ojos. – Ese engaño de que el hombre y la máquina pueden vivir juntos en este mundo.

X apretó los labios. – ¿Y por qué, si esa noción es tan tonta, es parte de la fundación en la que fueron construidos nuestros procesadores?

El mamífero de bandas soltó un gruñido grave, aunque esta muestra de irritación no parecía enteramente dirigida al Hunter eazul. – Planeaba decírtelo momentos antes de enfrentarme a la muerte en tus manos, pero parece ser que esta información es la única manera de que entiendas.

Antes de que X pudiera preguntar a qué se refería, volvió a hablar.

– ¿Has oído de un evento conocido como el Retiro de los Robots?

Sitio de excavación 3-D...

Al ver al imponente y poderoso vehículo del que su superior había tomado el control el pequeño escuadrón de Dig Laborers dudaron por un momento antes de ir por el Hunter rubio, debido a que Goldminer maniobraba el masivo instrumento de una manera poco más que algo imprudente. Aun así, si no hubiesen oído su petición de asistencia, probablemente ya tendría razón más que suficiente para usarlo en contra de ellos. Siendo así, tal vez tendrían mejor suerte lidiando con uno de los

Incluso si ese individuo resultaba ser alguien que tampoco tenía problemas disparándoles a ellos.

Zero probó dicho punto, ya que en cuanto el primero de los Mavericks arrojó su pica en dirección al Hunter, Zero no perdió un instante e inmediatamente se puso a la defensiva. Luego, uno que había lanzado su arma tuvo que agacharse para evadir un disparo cargado, pero esto le permitió a uno de los Dig Laborers venir directo hacia Zero con su pica, sosteniendo el instrumento afilado sobre su cabeza y listo para bajárselo sobre la piel metálica del otro reploide.

Se agachó rápidamente y con una patada al pecho envió de espaldas al Maverick, resultando en que más de las fuerzas opositoras avanzaran hacia el Hunter rojo. Sin embargo, el repentino ataque no duró mucho, pues todos empezaron a sentir que el suelo a su alrededor temblaba, junto con un zumbido continuo que llegaba a sus audio-receptores.

– ¡Salgan del camino!

La voz de Samantha no era la señal necesaria para decirles a los otros que estaban parados en medio del peligro, pero sirvió su propósito al captar su atención. Zero y el pequeño grupo de Dig Laborers que seguían de pie se dieron la vuelta para ver al Mole Borer, o más específicamente, a Goldminer viniendo directo hacia ellos, con el enorme rodillo aplanador con púas listo para aplastar y destrozar la tierra misma, junto con cualquiera que se opusiera a Sigma.

Estuvo muy cerca, pero Zero saltó hacia un lado para evitar el vehículo, y algunos Dig Laborers que se dieron cuenta que se movió hicieron lo mismo. Pero desafortunadamente, esos pocos fueron también los únicos que lograron escapar de lo que vino a continuación.

– ¡Espera, detente! – Zero oyó gritar a Samantha de nuevo, sólo que esta vez, su preocupación parecía ir más hacia aquellos que previamente habían sido sus agresores.

Para conmoción de Zero y aquellos que lo habían seguido, Goldminer le dio la vuelta al Mole Borer, claramente apuntando hacia el reploide rubio, pero al hacerlo, pareció olvidarse por completo que había otros en el rango del masivo mecaniloide, o más bien, no le importaba.

– ¡No, espera! ¡Espera!

– ¡Goldminer! ¡Detente!

– ¡AÚN ESTAMOS...!

Cada voz que protestó en contra de su superior fue cortada, cuando una serie de ruidos de ruptura y retorcedura, de metal siendo triturado, la silenció a continuación. Y si no, eventualmente se ahogaba entre los gritos de pánico y que suplicaban que se detuviera o por ayuda antes de ser aplastados por el rodillo, triturando todo en su camino, y a todos.

Zero y su pequeño número de agresores observaron, el primero en shock y los otros en horror, cómo Goldminer arrollaba a cada uno de sus camaradas que se metían en su camino, ni siquiera dándoles un momento para intentar escapar. Uno por uno fueron atropellados, con el Mole Borer incluso atrapando y triturando a algunos de ellos, varios siendo atrapados más rápido que el resto mientras otros intentaban en vano liberarse o incluso arrastrarse si el rodillo había partido sus cuerpos de metal en dos. Un Dig Laborer se las arregló para arrastrarse a pocos metros, esperando al menos alcanzar a uno de sus camaradas más intactos, pero la aplanadora se le vino encima a su medio cuerpo, triturando lo que quedaba de él y siguiendo adelante. El instrumento con picos sujeto a la máquina semi-independiente siguió haciendo su trabajo hasta que los receptores ópticos y otros componentes internos del reploide literalmente estallaron por cualquier abertura disponible, dejando su rostro como una máscara congelada de ojos destruidos, cables y alambres enredados saliendo de las áreas abiertas creadas por su rostro al ceder ante la presión que le aplicaban.

Los otros Dig Laborers quedaron horrorizados ante lo que acababan de atestiguar, y decidieron abandonar a Zero a su destino, en última instancia concluyendo que, si alguien iba a ser aplastado, mejor que fuera él que cualquiera de ellos.

– "Bien por mí." – pensó Zero, observando cómo el Mole Borer se acercaba más y más a él. – "De todas maneras, esos payasos no estaban más que avergonzándose más a sí mismos."

Aun así, sabía que ese vehículo masivo, junto con su conductor, tenía que ser detenido, antes que hubiera más que sólo algunos Mavericks desafortunados que sufrieran ser aplastados por el rompedor de rocas con púas.

Un hecho que al parecer no se le escapaba a Goldminer, cuyos receptores ópticos se movieron hacia los desafortunados rehenes, humanos y reploides, que estaban a poca distancia de allí.

En la cámara de Armadillo...

– ¿Retiro de los Robots? – preguntó X. Armadillo asintió.

– No es un conocimiento público. Al menos, no los detalles de todo lo que ocurrió durante la ejecución de dicha orden. – Se quedó en silencio por unos momentos. – Pero, se podría decir que, junto con el incidente que resultó en su implementación, fue la razón por la cual tú pasaste los primeros meses de tu vida escondido del mundo. – Armadillo suspiró. – Escondido de aquellos que tenían la autoridad para eliminarte.

X se quedó en silencio, todo el rato estudiando a Armadillo en su condición actual. En efecto, hasta ahora la estrategia del Hunter azul estaba funcionando, aunque el otro reploide no era consciente de ello. O quizás lo era, considerando que Armadillo era un seguidor de "el arte de la guerra" de cierto modo, incluso antes que Sigma decidiera rebelarse y se declarase el adversario de la humanidad. Cualquiera que fuese el caso, X sólo esperaba, independientemente de si su oponente era consciente o no, poder ejecutar lo que tenía en mente. Entonces, tal vez, sólo tal vez, podría ganar esta batalla de la forma que quería hacerlo.

– Entonces, si ese es el caso, ¿cómo es que tú sabes de él? – cuestionó a Armadillo, todo el rato monitoreando la energía que le quedaba en las armas de Penguin y Mandrill.

Como si fuese su respuesta, Armadillo se quedó callado, al parecer preparándose para lo que estaba por decirle a su oponente. Efectivamente, tenía dudas sobre si esto haría alguna diferencia, pero si no fuese consciente de por qué su vida era tan fácil de extinguir desde antes, entonces el antiguo Hunter estaría condenando no sólo a X, sino a toda la raza reploide a una posible extinción.

Después de todo, ¿no era el propósito de esta batalla poner a prueba la decisión y potencial del otro? ¿Estos rasgos que necesitaría después cuando se enfrentase al propio Sigma? ¿A las amenazas desconocidas que vendrían después?

En efecto, X necesitaba saberlo. Sin importar cuánto intentase argumentar en contra de ello.

– Como estoy seguro de que sabrás, el descubrimiento de tu existencia no fue exactamente recibido con asombro y maravilla. – dijo el mamífero de bandas al reploide azul pacifista. – Uno de los primeros cursos de acción que las autoridades humanas estaban dispuestas a tomar era destruirte.

X apretó los labios, sin poder contrarrestar nada de eso por varios momentos. En efecto, por mucho que lo odiase, no había forma de negar que probablemente nunca había estado tan cerca de la muerte que durante ese tiempo.

– Irónico, considerando que aquellos que vinieron después de ti fueron mayormente construidos para protegerlos, cuando en realidad los humanos podrían haber puesto fin a toda nuestra existencia allí mismo y en ese momento.

– Ellos jamás habían visto... algo como Roll o como yo antes. – argumentó X. – No era su culpa. No estaban seguros de qué hacer.

– ¿Pero no te parece interesante lo que pasó después? – cuestionó Armadillo. – Al darse cuenta de quién te construyó, hubo un cambio colectivo. Tú y la reploide prototipo, tal vez eso sólo los hace a ustedes reploides sólo de nomrbe. Ya que, efectivamente, los sistemas que tú y tu compañera inicial no fueron ensamblados de la misma manera, el método estándar de programación de las cámaras cerebrales sólo hizo eco realmente en el que vino después de ti.

X bajó la mirada. – Algunos rasgos fueron copiados de las pruebas iniciales de Fujiwara en relación a mis habilidades funcionales.

– Pero no los que tú habrías preferido. – replicó Armadillo. – En efecto, incluso entonces, tú considerabas los datos de combate que tu creador instaló dentro de ti no tenían ningún valor.

– ¡Eso no es verdad! – argumentó inmediatamente X. – ¡Yo valoro todo lo que el Dr. Light me dio!

– Entonces, mayor razón para que sientas vergüenza. – declaró el antiguo Hunter. – El resultado de décadas, tal vez incluso siglos de investigación, de tiempos donde los humanos no podrían siquiera manejar la electricidad a toda su capacidad, ¿y aun así el nivel Clase B es todo lo que puedes lograr? – Armadillo hizo una pausa, y luego entrecerró los ojos. – No, eso no es lo mejor. Muy lejos de serlo. No es ni siquiera una fracción de lo que puedes hacer.

X abrió los labios para hablar. – No tenía intenciones de ir y dejar salir todo lo que el Dr. Light...

– Oh, pero claro que sí. – le interrumpió el mamífero mecánico violeta y plateado. – En la posición en la que estás, incluso si Sigma sirvió como la base para los detalles más intrínsecos.

Hablaba con un tono que cargaba cierto grado de desprecio hacia el reploide (de nombre solamente) más pequeño. Como si su ignorancia fuese poco más que un insulto.

– Te rehúsas a aceptar que fuiste diseñado con la habilidad de matar y destruir desde tu nacimiento. – le dijo. – Algo que aquellos que nos precedieron no podían hacer.

X se quedó pensando, preguntándose si Armadillo estaba hablando de este "Retiro de Robots", pero continuó hablando mientras el Hunter más pequeño todavía no lograba articular sus palabras.

– Pero, antes de ti, antes incluso de los mecaniloides, había automatones autónomos viviendo y sirviendo entre sus creadores orgánicos, y lo hacían libremente. – declaró el ex-Hunter – Incluso luego de que el primer modelo registrado del Dr. Light desapareciera durante la noche, los datos que recibió fueron lo bastante impresionantes para permitir que la comunidad científica le permitiera crear otra máquina. Aunque se tratara de una con mayor adherencia a las reglas.

X se quedó callado por un momento, pensando si debería agregar algo, pero ultimadamente, para bien o para mal, lo que estaba en su cabeza migró hacia su lengua. – Rock, ¿verdad?

Armadillo asintió. – Él fue esencialmente el segundo en relación a ser creado, pero fue el primero en lo que se consideraba como la forma "ideal" de la vida robótica. – Se le escapó un gruñido por lo bajo en ese momento. – Aunque, si se podría considerar lo que tenían antes como "vida", eso ya es un argumento diferente.

– Pero el Dr. Light...

– En última instancia tuvo éxito contigo. – lo interrumpió Armadillo, entrecerrando sus ojos. – Pero incluso entonces, eso fue porque tú no eras como los otros. Tú posees las mejores cualidades definitivas de sus dos hijos. Pero, el mundo estaba dispuesto a matarte, si te hubiesen descubierto antes que el Dr. Cain lo hubiera hecho en una de sus excavaciones en busca de vida vegetal antigua. – Un resoplido de burla se le escapó. – Gracioso, considerando que, aunque lejos de ser prehistóricos, tú y los fósiles que él buscaba encontrar son ambos artículos de tiempos fuera de nuestro alcance.

X quería responder, refutarle, decirle a su oficial superior (bueno, antiguo oficial superior, por mucho que le doliera reconocerlo así) que se equivocaba, pero no tuvo palabras que pudieran formar al menos un argumento medianamente decente.

– Aun así, había dos fallos en tus dos hermanos mayores. Bueno, los primeros entre muchos. – señaló Armadillo. Por la información que hemos leído, literalmente eres el "bebé" de la famila Light en cierto sentido. – Este hecho parecía resultarle divertido al mamífero de bandas, pero no lo encontró divertido por muy largo tiempo, reemplazando su pequeña sonrisa por una mirada amenazadora. – Pero, las primeras creaciones de Light, incluso su tú, yo, y todos nosotros, tal vez les debamos cierto grado de respeto considerando que son nuestros... "ancestros", si bien que tales lazos son imposibles para nosotros. El primero, su núcleo era inestable y tenía el potencial de sufrir combustión espontánea, si recibía suficiente daño. El segundo no poseía este problema, pero incluso entonces, se podría decir que, pese a que se convirtió en el rostro de Laboratorios Light, y la imagen de todas las formas de existencia mecánica en ese entonces, su predecesor fue el primer ejemplo verdadero de una criatura viva, sin carne ni sangre.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X. Aunque todavía estaba esperando a que Armadillo hiciera un movimiento, no podía evitar la sensación de que el antiguo Hunter intentaba darle cierto sentido de claridad. O al menos, lo que el ahora "Maverick" vería como claridad.

– El primero desapareció de la faz de la tierra. – continuó Armadillo. – La última vez que fue visto, hubo reportes de ciertos visitantes de las estrellas que vinieron a la tierra. A petición de su padre, a quien las creaciones de Light asesinaron juntos cuando el mundo se oscureció. – Hizo una pausa. –– Los autoproclamados Hijos de la Luna.

¿Hijos de la Luna? Una chispa familiar de Deja Vu le sobrevino a X, aunque no reconocía el nombre. Más bien, el concepto de "hijos" provocó que una recolección de fragmentos de información se juntase formando otra memoria de la cual él ni siquiera era consciente de tener. Un registro de haber visto los cielos iluminarse en nueve áreas selectas arriba de la Tierra, figuras que de alguna manera habían entrado en la oscura cámara oculta que fue hecha sólo para él en el hogar de Light, y las ofertas que tenían para él.

Cierto, era claro que planeaban llevárselo de todos modos, y que sus rostros eran indiscernibles y borrosos en el archivo de su memoria, y sus voces eran poco más que murmullos enredados y sonidos electrónicos, pero el mensaje que tenían para él era uno que, ahora que lo sabía, no lo podría olvidar.

A medida que X recordaba, aunque de manera algo forzosa, este evento breve pero profundo, Armadillo continuó hablando. – La primera de las creaciones de Light tenía libertad sobre su mente.

Este mundo es demasiado pequeño para alguien como tú.

– La segunda fue dotada de inmenso poder y fuerza, para detener al antiguo amigo de su creador.

La criatura orgánica sólo te creó por un mero accidente. No es capaz de nutrirte, permitirte ser lo que realmente eres.

– Pero ninguno de ellos se compara contigo, con nosotros.

Nuestro Padre puede darte mucho más. Con ÉL, podrás ser todo lo que realmente estás destinado a ser.

– Porque a diferencia de ellos, el Dr. Light te proveyó de una serie de regulaciones muy especiales. Una serie de límites, límites que únicamente eres tú quien se impone. Ya que la verdad es que tus restricciones, tus inhibiciones, no son como las de los otros. Tú no eres como los otros. Los otros que vinieron después del Retiro.

– ¿Y cuál es la gran diferencia? – cuestionó X, mientras las imágenes de sombras que lo rodeaban y le incitaban a venir con ellos continuaban apareciendo en su mente. E, independientemente de si veía hablar una figura, una silueta alta con un cabello sorprendentemente largo y hermoso abrió los labios para dirigirse a él.

Pero mientras hablaba, la voz de Armadillo pareció fusionarse con la suya, como si el mensaje que ambos intentaban dar, pese a la enorme separación de tiempo entre el pasado y el presente, seguía sonando tan clara como en el momento actual.

Tienes el alma de uno, y el poder del otro. Ambos son una muestra del deseo de Light de proveer vida, y a la vez de su habilidad con las armas vivientes. – dijeron ambas voces al unísono. Luego, comenzaorn a decir unas cuantas palabras que, pese a que el mensaje que enviaban parecían muy obvio, sacudieron el núcleo de X. – Pero eres libre de las cadenas de cada uno. Por lo tanto, tu potencial sobrepasa con creces el de ellos. De hecho... es completamente ilimitado.

En la última frase, las voces de Armadillo y la figura de cabello largo se fundieron entre sí, y X no fue capaz de separarlas o diferenciarlas en absoluto.

Sitio de excavación 3-D...

¡Ahí estaba!

Los receptores ópticos de Goldminer vieron el destello rojo frente a él, junto con una onda dorada que parecía seguirlo con cada paso, añadiendo a la apariencia casi "de realeza" de la otra máquina. Como si el otro Hunter le estuviese presentando una exhibición de sus mejores cualidades antes de volver al Maverick poco más que chatarra. Oh, eso sólo sería para enfurecerlo aún más.

– ¿No quieres moverte, niño bonito? – se burló Goldminer, acercándose más y más, mientras las ruedas del tanque seguían rodando y aplastando el suelo a medida que conducía al Mole Borer en la dirección de Zero.

Y el Hunter simplemente se quedaba parado allí. Bastardo arrogante, Goldminer lo maldijo por dentro. ¡Muy bien! ¡Le daría a este sujeto algo de lo cual sentirse orgulloso!

– ¡Como quieras! – gritó el Maverick, acercándose a su objetivo. – ¡Veamos si sigues teniendo buena cara luego de aplastarte bajo toneladas de presión bajo la superficie!

Y con eso, aplastó su bota en el acelerador para hacer mover la máquina a todo gas, esperando con ansias el sonido de miembros siendo aplastados y destrozados, junto con tal vez los últimos gritos del patán rubio antes de destrozarle la cabeza con el rodillo de púas.

Desafortunadamente, tales eventos no parecían estar en los ojos del destino, ya que en el último segundo, y para sorpresa y shock de Goldminer, el Hunter carmesí saltó de frente, y con una voltereta sin esfuerzo en el aire, aterrizó justo frente al Maverick enmascarado. Goldminer casi dio un salto en el asiento del conductor, con Zero parado frente a él. Intentó alargar una mano, pero fue detenido por una bota roja y blanca hundiéndose en su pecho, que le impidió asir los controles, y manteniéndolo en su lugar.

Los labios del rubio se curvaron en una sonrisa confiada, y su mirada gélida azul contrastaba con las lentes gruesas del visor protector de su enemigo.

– Ahora, jovencito. – dijo Zero, cuyo tono sonaba de sermón y algo condescendiente, como si fuera un instructor corrigiendo el comportamiento intolerable de un niño. – Sé que no soy exactamente tu padre, pero incluso yo creo que este juguete es demasiado grande para que juegues con él, ¿no lo crees?

La cara de Goldminer estaba oculta bajo una máscara y gafas protectoras, pero no le tomó mucho tiempo a Zero para deducir que seguramente se había puesto lívido tras esa declaración.

– ¡Tú...! – siseó el otro reploide, sacando una pica similar a las que usaban los Dig Laborers y agitándola tratando de asestar la punta afilada en el tobillo del Hunter.

Pero, de nuevo, al parecer la suerte hoy no estaba de su lado. El reploide de pelo largo saltó hacia atrás, pero se puso contra el panel de control, bloqueándole el acceso a los interruptores y módulos que le permitían darle poder y maniobrar la máquina.

– Esto ya ha durado demasiado. – dijo Zero. – Viendo que los pocos escuadrones de tus hombres no tuvieron tanta suerte, te advierto que te rindas mientras tienes oportunidad. Especialmente mientras tengas un procesador funcionando.

Diablos, ¡estaba arrinconado! ¡Y el bastardo rojo lo sabía! Aun así, por furioso que lo estaba poniendo el Hunter rubio en ese momento, Goldminer era consciente de que no pedía permitir que Zero tomara ventaja de él. Aun así, ¿qué podría hacer? ¿Cómo podría salir de esto?

Un momento.

– Oh, ¿en serio?

El semblante de Zero cambió, pues el Maverick acababa de conjurar algo en su mente.

– Bueno, en ese caso, tal vez así sea. – admitió Goldminer. – Pero ¿las condiciones serían las mismas si dirigiera mi arsenal a alguien más?

Fue en ese momento que Zero se dio cuenta de lo que quería decir, pero para entonces, lamentablemente ya era demasiado tarde.

Con un giro rápido y repentino, aunque no increíblemente veloz, la transición de moverse en una sola dirección a experimentar un cambio de perspectiva fue suficiente para atrapar al Hunter rojo con la guardia baja, permitiéndole a Goldminer estamparle un gancho de derecha por debajo de la quijada y enviándolo al suelo.

El aterrizaje no fue exactamente agradable, pero el reploide sabía que en su estado actual no sería nada comparado a la fuerza destructiva que aguardaba a los nuevos objetivos del Maverick.

– Admito que tal vez no pueda matarte. – dijo Goldminer por encima del hombro, y el grupo de sus futuras víctimas se reflejó en su visor.

La primera de ellas, una minera con cabello largo y violeta, vio al Mole Borer acercándose, y el Maverick en el timón se reía a medida que el rodillo de púas comenzaba a caer, haciendo trizas de la roca sólida bajo el masivo vehículo. Con su grito alertando al resto, todos comenzaron a despegar, pero pronto se dieron cuenta que habían subestimado el ritmo a la que la máquina mamut era capaz de seguirlos.

– ¡Pero creo que al menos me puedo llevar a algunos de ellos!

En la cámara de Armadillo...

Las figuras que lo rodeaban desaparecieron de la vista, y los sentidos de X le recordaron que, en el tiempo presente, seguía dentro de una cámara aislada en la mina, todavía peleando contra su antiguo colega Hunter y aliado. Antiguo... amigo.

Aunque fuese la verdad, se sentía amarga y asquerosa en su lengua.

Independientemente de ello, la voz de Armadillo lo sacó de su reminiscencia, pero X todavía tenía la misma pregunta para él, y de cierto modo, para las siluetas que vio en su CPU.

– ¿Ilimitado? – cuestionó X. – ¿En qué sentido?

– No me tomes por idiota. Y tú también tienes que dejar de hacerte el idiota. Sabes bien de lo que estoy hablando. – gruñó el mamífero de bandas, entrecerrando los ojos. Hablaba como si fuese un instructor sermoneando a un estudiante difícil. – Fujiwara habló de él ante el Consejo, y el Dr. Cain podía verlo, incluso si era si era menos insistente en poner ese potencial a uso. Él sabía lo que eras, el pináculo de toda la creación robótica al momento de tu nacimiento, no de tu despertar. – Aclaró la última parte e hizo una pausa, observando la forma más pequeña de su adversario. – La obra maestra del Dr. Thomas Light.

X se quedó rígido. – Pienso que el Doctor me habría visto como un igual a sus demás hijos. – replicó el reploide azul. – Quería incluso a aquel que pensaba que no quería volver a casa...

Armadillo resopló. – Hmph, y yo aquí pensando que eras el mejor en todas las áreas.

– ¿Te importaría explicar? – X levantó una ceja.

– Posees las habilidades y programación de tus predecesores, pero sin los fallos que los convirtieron en defectuosos.

– No entiendo cómo puedes considerar que eran defectuosos. – respondió X. Incluso si estaba genuinamente sorprendido por las palabras de Armadillo, esas palabras eran un insulto pobremente disimulado.

– La primera creación que huyó del laboratorio sufría por un núcleo de energía inestable, que se volvía cada vez más y más reactivo. Y el otro, aunque ciertamente más funcional que el otro, sin mencionar menos frágil, no poseía los medios cognitivos para ser igual al que sirvió de modelo para él. En resumen, posees los poderes del DLN-001, pero también la mente del DLN-000. En resumen, él, tú, nosotros, todos somos lo que el Dr. Light deseaba ver. Fuese que estuviéramos hechos de carne o de metal, quería vernos vivir igual que los suyos. Él deseaba ver... – hizo una pausa, bajando su cabeza – ...vida.

X se sorprendió por esto. Pero antes de poder responderle, Armadillo continuó:

– Pero, pese a todos tus avances, a todas nuestras mejoras respecto a la generación previa, has hecho un juramento de nunca utilizarlos. – Sus ojos se fijaron en el buster del otro Hunter. – Específicamente lo que tu creador te proveyó en ese solo componente.

X frunció el ceño, mordiéndose el labio. – ¿Es que no hay nadie que entienda que hay más sobre mí aparte de lo bien que puedo disparar?

– Es tu característica más vital, te guste o no. – respondió Armadillo. – Sin él, habrías muerto hace mucho. Pero de nuevo, sin contar el hecho de que eres la última de las creaciones de Light que quedan, probablemente estarás buscando cualquier excusa para no utilizar lo que es parte de ti tanto como tu procesador.

– No soy el último. – espetó X. – Está también...

Armadillo lo cortó. – El prototipo que Fujiwara desarrolló es poco más que una computadora en un cascarón frágil. – le dijo a su oponente. – Ella no es relevante.

– Fujiwara no sabría nada de mis sistemas, mucho menos si era posible replicarlos, de no ser por Roll. – espetó X. – Y acorde con el Dr. Cain, su presencia fue tal vez influenciada por la decisión de no... – Se detuvo.

– ¿No qué? – preguntó el mamífero de bandas al otro lado.

X se quedó en silencio por unos momentos. – Bueno, vernos, juntos... – comenzó a decir. – Tal vez... eso fue suficiente para hacerles cambiar sus opiniones.

– Suficiente para darse cuenta que podían utilizar los diseños de Light para sí mismos. – contraatacó Armadillo. – Así que, le permitieron, no, le exigieron a Fujiwara que lo demostrase. Así, Sigma fue creado como su respuesta a ti. Una... perspectiva más moderna de lo que se había considerado perdido. O más bien, prohibido. – Entrecerró sus ojos. – Porque la verdad del asunto es, que los humanos estaban considerando matarte cuando fuiste desenterrado por primera vez, ¿verdad?

X se quedó en silencio ante esa respuesta.

– En efecto. – suspiró Armadillo. – Incluso ahora, el Retiro le ha dado forma a todo para nuestra especie.

– Sólo dime, ¿qué ES esto del Retiro de Robots? – inquirió el reploide azul. – ¿En dónde escuchaste algo como esto de todos modos? – Seguía hablando aunque fuese sólo para desviar el tópico de su experiencia cercana a la muerte apenas momentos tras su resurrección. – Mejor aún, ¿qué tiene eso que ver con lo que sucede ahora?

– Todo. – respondió su oponente más grande. – Los eventos que ocurren en este momento sirven para confirmar que la vida orgánica no puede vivir con nosotros.

Se volvió a posicionar, con el cuerpo agotado y adolorido, pero todavía no había terminado. No, no hasta que X acabara con él.

– Pero ya hemos pasado demasiado tiempo hablando. Ya no retrasarás más esta batalla.

– ¡Dime sobre el retiro! – gritó X, pero su orden sólo fue respondida por un ladrido de frustración por parte de Armadillo.

– ¡Ya basta! ¡No más charla! ¡VAS a enfrentarme, y VAS a acabarme con tus propias manos!

– ¡El Retiro!

– ¡Derrótame primero! – gritó Armadillo, antes de resoplar. – Pero te impartiré un detalle importante, aunque no sea para saciar tu sed de conocimiento. Como esto ocurrió antes de nuestro tiempo, no había nada que aquellos que fueron afectados pudieran hacer.

Había un tono sombrío en su voz, algo que X no había escuchado antes de su parte.

– Pero ahora, ya no tenemos que temer tales cosas. Podemos, sin restricción alguna, asumir nuestro lugar en el mundo. – Hizo una pausa. – O, podríamos decir, por fin podemos evolucionar libremente.

X sabía lo que Armadillo les estaba diciendo, pero no podía dejarlo así. Tenía que haber mucho más en esto que lo que le estaban diciendo. Sin embargo, parecía que para obtener sus respuestas, tendría que adherirse a las demandas del Maverick por una pelea.

– Y lo más importante de todo... – agregó antes de enroscar su cuerpo en una bola de acero comprimida, empezando a rodar en su forma esférica para arrollar al reploide azul – ... si llegara a eso, ¡ahora tenemos el poder para hacer todo lo que los humanos les hicieron a quienes vinieron antes que nosotros!

Sitio de excavación 3-D...

– ¡Deprisa, corran! ¡Ahí viene!

Aunque su observación quizás no necesitara ser vocalizada, Samantha no pudo detenerse a sí misma de advertir verbalmente a quienes le rodeaban del peligro que literalmente venía pisándoles sus talones. Desde atrás, Goldminer condujo el Mole Borer más y más cerca de los rehenes que huían por sus vidas, tanto reploides como humanos.

Desde detrás del volante, Goldminer siguió adelante, con los ojos ocultos detrás de un grueso visor que tenía en la mirilla a las figuras que corrían desesperadamente tratando de escapar de él y su máquina. Ese pensamiento le daba un sentimiento de satisfacción, ante la visión de sus caras llenas de pánico y gritos de huida o pidiendo que alguien les ayudara, satisfaciendo una parte de sí mismo que no tenía idea de que poseía hasta recientemente. Cierto, al ritmo que iba, estaba llevando al vehículo a su límite, pero estaba decidido a no dejarlos escapar. No dejaría que ninguno de ellos saliera de este lugar con vida.

¡Estaba finalmente en una posición donde tenía control! ¡Podía decidir lo que haría y lo que sucedería! ¡Tenía poder sobre la existencia de aquellos que literalmente estaban debajo de él! ¡Finalmente, después de tanto tiempo, ya no era una herramienta! ¡Un objeto para que un montón de esos malditos simios sin pelo le dieran órdenes!

¡Era libre! ¡Verdaderamente libre!

¡Y su primer acto de verdadera libertad, sería quitarles su libertad a estos tontos! ¡A cada uno de ellos!

Más adelante, lo que fuera que su perseguidor estuviera pensando no se encontraba al frente del procesador de Samantha, con el ruido atronador de la roca siendo destruida y despedazada por el enorme rodillo aplanador zumbando en sus audio receptores, sirviéndole como recordatorio del peligro actual en el que estaban ella y todos los demás en ese momento. Desde su posición, la reploide vio que estaba cerca del frente del grupo, con los suyos más o menos tomando dominio a la cabeza mientras los humanos se rezagaban. Cierto, los más atléticos y en mejor forma lograban seguirles el paso por un corto tiempo, pero su energía no duraba para siempre, y eventualmente se quedaban atrás junto al resto.

Y poco después de dicho descubrimiento, sucedió lo peor.

Los paneles inferiores del Mole Borer de repente se abrieron, separándose para revelar un par de cañones escondidos, paralelos uno al otro, y si no estaban listos para disparar todavía, lo estarían en poco tiempo. El propósito inicial de los explosivos era aflojar y separar la tierra que era demasiado densa para las herramientas o maquinaria estándares, pero ahora, servían como herramientas de muerte.

Por la esquina del ojo, Samantha vio cómo uno de los trabajadores humanos, el hombre anciano que necesitaba atención antes, colapsaba en el suelo, cuando sus piernas ya no pudieron llevarlo más lejos.

Fue una decisión de un segundo, pero con toda honestidad, tuvo algo de tiempo, irónicamente, para pensar en su decisión. Samantha, junto con los demás de su clase, estaban en igual peligro que los humanos. Técnicamente, acorde con las Tres Leyes, ella, y por tanto el resto, estaban en su derecho de tratar de escapar con sus vidas. Sí, las dos primeras leyes declaraban explícitamente preservar la condición de los humanos, primeramente no lastimarlos, y luego adherirse a sus instrucciones y direcciones, pero la tercera les permitía a ellas y a los otros ejercer autopreservación.

Y en realidad, lógicamente la situación actual no involucraría violar ninguna de esas tres.

Goldminer era culpable de romper la primera ley, habiendo cometido esos actos contra un ser vivo orgánico, pero había demostrado que estaba dispuesto a ir un paso más allá sin dudar. ¿Pero ella y el resto? Francamente, no veía una salida de esto. Ella y todos los demás, hombres y máquinas, estaban amenazados por el Mole Borer, y por lo tanto, la tercera ley aplicaba en este caso, ya que también tenían el derecho a autopreservarse del daño. Los humanos ya estarían muertos a este ritmo, y la culpa no era de ellos.

Lo que venía a continuación simplemente era inevitable. Desafortunado, sí, pero en última instancia imposible de detener. No había nada que ella o los demás pudieran hacer.

Nada.

Nada.

... nada.

...

Sus sentidos ya prácticamente lo habían abandonado, pero el repentino rumor del mecaniloide semiautomático seguía sonando en sus oídos. Esto era todo.

Estaba acabado. No sólo él, sino toda la humanidad.

Estos pensamientos, junto con lamentarse cómo sus nietos en Arcadia se quedarían solos y tendrían que valerse por sí solos cuando los Mavericks se expandieran más allá de Abel City llenaban su mente. Las nociones que conjuraba eran terribles, y sabían como un amargo veneno con un deje semidulce, como si buscase burlarse de él intentando parecerse al jarabe para la tos. De sabor similar, pero era beneficioso para tu salido en tiempos de necesidad. Pero este, sin embargo, no era menos que tóxico y le hacía arder la garganta, al igual que lo que fuera que el horrendo líquido tocase. Sabía como un revestimiento de mercurio que empapaba su lengua, y el olor era igual de asqueroso.

La oscuridad abrumadora que amenazaba con llevárselo en cualquier segundo estaba a pocos centímetros, y aun así esperó que viniera pacientemente, al oír los ruidos del Mole Borer aproximándose más y más hacia él.

Sólo que nunca llegó.

Cierto, un velo de oscuridad le robó cualquier posibilidad de ver, pero la repentina presión de un peso aplastándole su cuerpo envejecido nunca llegó a tocarlo, pero no tuvo tiempo para preguntarse por qué, ya que el hombre cayó inconsciente al darse cuenta que ya no estaba en peligro.

Aunque lo mismo no podía decirse de los que estaban más adelante.

...

Apenas lo había logrado.

La ventana de tiempo entre que se dio la vuelta y logró agarrar al anciano fue poco más de unos segundos, pero se sintió aún más larga cuando el rodillo de púas del Mole Borer apenas los falló a ambos en el último segundo, y el conductor de la máquina se dio cuenta que los dos habían hecho lo que parecía imposible.

Sin embargo, lo mismo no se podría decir de los que estaban más adelante.

Los explosivos que estaban contenidos en los cañones salieron disparados, y el impacto fue inmediato y terrible. Los que estaban al frente del grupo, los reploides, de la misma clase que Goldminer y Samantha, fueron envueltos en llamas, cuando la fuerza explosiva hizo pedazos sus cuerpos, enviando trozos de metal ardiente y piezas esparcidas de tuercas y tornillos, junto con circuitos fritos en varias direcciones. Lo repentino sirvió para que los humanos y los pocos reploides se detuvieran para evitar las llamas y las esquirlas de los componentes, pero nadie se quedó en un solo lugar por un largo tiempo, sino que reanudaron su huida, sólo que a los lados en vez de al frente.

Aun así, como observaron algunos, el Mole Borer ahora estaba enfocado en otra parte, y su conductor tenía la mira en dos figuras que se habían quedado rezagadas.

Más adelante, otra silueta había comenzado a dirigirse a la escena, aunque al irse moviendo más cerca del Maverick y su máquina de la muerte, notó que los explosivos que había lanzado habían sacudido algo más que la tierra bajo sus pies. Había varios trozos de roca y grava, algunos más afilados que otros, esparcidos por el área.

Y aunque esto dificultaba su navegación y le hacía perder el tiempo, no descontaba la posibilidad de que, tal vez, estos trozos de tierra podrían serle de utilidad.

...

Samantha se había llevado al anciano a poca distancia, pero perdió el equilibrio al recibir un choque del rodillo, cuyas púas generaban ondas de choque que la hicieron enredarse en sus pies mandándola al suelo. El anciano humano que sujetaba emitió un gruñido de dolor, cuando su cuerpo mucho más frágil echó a rodar por unos momentos hasta que volvió a detenerse.

La trabajadora de cabello violeta corrió hacia él, ayudándolo a ponerse de pie antes de verse envuelta junto con el humano en una sombra enorme que se alzaba sobre ellos.

Al ver hacia arriba, sus ojos captaron un destello en el visor de Goldminer, una reacción intensa oculta de la vista, pero la profundidad de la emoción se podía sentir. Estaba mirándolos a ella y al anciano, con el rodillo levantado a gran altura sobre ellos, listo para bajar en cualquier momento. Y aun así, no lo hizo. Simplemente se quedó allí sentado, observando, como si intentara disfrutar de lo que estaba frente a él.

Lo que le recordaba, lo que representaba... le ponía furioso.

– Incluso ahora... sigues esas malditas regulaciones. – siseó Goldminer.

Tenía que deshacerse de ello, pero algo le robó la oportunidad de destruirlos a ambos.

Un destello rojo y dorado se manifestó frente a los tres, sujetando un enorme objeto en la mano. Una de las varias estalactitas que se habían caído, que parecía encajar muy bien en la abertura del barril del cañón.

Antes qu Goldminer pudiera ladrar una orden de no hacerlo, o incluso una súplica disfrazada de amenaza a medias, Zero incrustó el trozo de roca en la boca del cañón, justo en el momento en el que el Maverick planeaba soltar otro misil, interceptándolo justo a tiempo. Antes que Samantha o el anciano lo supieran, salieron volando cuando el Hunter se alejó con ambos, dejando a Goldminer teniendo que lidiar con el Mole Borer que ahora estaba bloqueado y comenzaba a sobrecalentarse.

Giró la máquina y decidió disparar desde el otro cañón abierto, pero un enorme trozo fue lanzado en su dirección. La roca se alojó en los confines de un cañón muy apretado, y la reacción fue instantánea.

El impacto de los misiles no podía compararse a liberar toda la energía contenida dentro de la máquina, y el Mole Borer literalmente estalló en pedazos haciendo un espectáculo de humo y fuego, y su conductor apenas logró escapar momentos antes de haber quedado atrapado en la explosión y probablemente quedando en un peor estado que su vehículo. El Maverick echó una mirada por encima del hombro para ver que el vehículo estaba destrozado sin posibilidad de reconstrucción, y el bloqueo de los misiles literalmente causó que sus cimientos se partieran a la mitad.

Aun así, pese a la pérdida, Goldminer al menos logró evitar lo que sería una muerte segura.

Pero, esa noción pronto quedó descartada cuando vio una silueta cruzar el mar de llamas que continuaba en aumento. El fuego parecía camuflar a alguien en una hermosa mezcla de tonos rojos y dorados antes de emerger, revelándose a sí mismo. Y también, era rojo y dorado.

Goldminer intentó escapar, corriendo hacia la entrada que llevaba hacia una porción más profunda de la mina, y sus audio receptores registraron que alguien lo seguía muy, muy de cerca.

...

– Huh, parece que la rata cobarde tiene que lidiar con su propia peste. – observó desde las sombras proyectadas por las formaciones de piedra.

La figura oculta en la completa ausencia de luz observaba cómo Goldminer iba corriendo por su vida, perseguido por un destello rojo poco después.

– Parece ser que Zero le dio algo de ventaja. Pero bueno, puedo trabajar con eso. – comentó, antes de reanudar el viaje en el que originalmente estaba, escalando hacia la parte superior, a la cima, hacia el centro de la mina.

Donde "él" debía estar.

La figura se rio por lo bajo, con un solitario ojo rojo iluminando un pequeño espacio alrededor de su casco que ocultaba su rostro.

– Hm, con algo de suerte, no podrá lograrlo. – Siguió caminando, con una mano palpando con sus dedos la lisa superficie del cañón colocado en su hombro, y se permitió expresar una pequeña risa. – No hay de qué preocuparse. Luego de esto, todos verán que X no es tan especial.

En la cámara de Armadillo...

Su estrategia estaba funcionando, por fin. No estaba totalmente seguro cuando decidió ejecutarla, pero, por estúpido que fuera, y sabiendo que seguramente Zero lo regañaría por ello después, X sabía que debía intentarlo.

Por cualquier razón sentimental y motivada por su corazón blando, tenía que al menos intentarlo. Por el bien de Armadillo, y de los demás. Y tenía que hacerlo ahora, o de lo contrario no tendría otra oportunidad.

– ¿Por qué...? – jadeaba su oponente, evidentemente muy exhausto, pero rehusándose a admitir la derrota. – ¡¿Por qué te rehúsas a acabar conmigo?!

X se quedó callado por unos momentos, poniendo en acción la siguiente fase. – ¿Y quién dice que no lo hago?

Armadillo se detuvo por un momento, a punto de lanzar un puñetazo de gran poder en la dirección de X, pero antes de llegar con el reploide más pequeño, su cuerpo empezó a sentirse sorprendentemente pesado. Sin mencionar débil.

– ¿Cómo te sientes?

¿Sentirse? ¿Qué tenía eso que ver? ¡¿Qué valor tenía cualquier preocupación falsa y como si tuviese superioridad moral aquí?! Armadillo estaba a punto de burlarse de la pregunta de X, pero se vio forzado a reflexionar en las palabras de su antiguo aliado. En efecto, comparado a cómo empezó, había ocurrido cambios significativos desde que inició la batalla.

Aunque X había estado utilizando su buster contra el mamífero metálico, Armadillo se había dado cuenta de que no había utilizado totalmente la energía de su arma original. En lugar de eso, para su confusión, se había enfocado en utilizar mayormente el Shotgun Ice de Chill Penguin, tomando cada oportunidad para dispararle en el pecho, y el cosquilleo del frío producido por la mezcla de energía y químicos bajo cero estaba lejos de ser agradable, pero seguía sin ser suficiente para dejar fuera de combate a Armadillo.

O al menos, eso fue lo que asumió al inicio. A medida que la batalla se alargaba, el antiguo miembro de la Unidad Blindada se dio cuenta que, desde que perdió la armadura protectora que le daba su nombre, aunque por elección, en lugar de destruirlo de inmediato, su oponente lentamente había estado minándole su fuerza. No fue tan obvio al principio; de hecho, tal vez X contaba con que la impaciencia de Armadillo le sirviera de tapadera para poner su plan en acción.

Lo habían engañado.

Esta realización, aunque Armadillo estaba en shock de ver que el otro reploide había utilizado una táctica semejante, el hecho de que en esencia le habían visto la cara y cayó directo en su trampa sirvió para producir una última onza de furia ardiente, y la sensación abrumadora de alguna forma logró calentar su núcleo congelado, permitiéndole enroscar su cuerpo y transformarse en una esfera rodante, dejando a su objetivo con poco espacio para escapar de su furia.

Toda la cámara se convirtió en un espacio lleno de ruido atronador y rocas que salían volando a alta velocidad, y una masa ejerciendo su superioridad a pura fuerza sobre la tierra misma, y en medio de cada uno de estos destructivos y terribles despliegues de agresión, se encontraba el intento de obligar a la máquina más pequeña a actuar. El reploide más apacible se agachó y evadió cada segundo que tuvo la oportunidad, mientras observaba los movimientos del mamífero de bandas constantemente.

– ¡Acábame! – rugió Armadillo. – ¡Termina con esto, cobarde!

X no le respondió, sino que se arrodilló y se agarró el antebrazo, como si examinase la extremidad. Y en esta neblina de frustración y rabia, Armadillo no se dio cuenta de lo que su oponente estaba haciendo.

El antiguo Hunter se detuvo, desenrollándose y quedándose de pie, aunque apenas lo lograba. Cierto, aún no había caído, pero era claro que los límites de su fuerza pendían de un hilo. Incluso si era una maniobra que él mismo había implementado, forza despojarlo de sus defensas, desde que perdió su armadura Armadillo había sufrido un gran daño a su coraza externa, y el metal violeta se notaba golpeado y abollado en varias áreas, y tenía varios parches cubiertos de cristales de hielo o quemados por descargas de alto voltaje. Aun así, todavía no asestaba el golpe final.

Muy bien, si ese era el caso, ya no esperaría más. Cargó con el puño levantado, ¡a punto de lanzarle un gancho a la quijada de ese idiota azul!

– ¡ACÁBAME-...!

En esos breves segundos, su voz se vio cortada, y un repentino asalto de fuego a raíz de choques internos asaltó sus sistemas. Todo su mundo se vio consumido en una luz brillante y ardiente de color blanco, y luego, oscuridad total, seguida de luz de nuevo. Sus receptores ópticos se encendían y apagaban, pero, en su agonía, se dio cuenta de lo que acababa de suceder.

Cómo volvió a dejarse caer en otra de las trampas del reploide más pequeño.

Cuando la luz finalmente se apagó, Armadillo tenía la visión borrosa, con múltiples mensajes de error destellando frente a él, alertándole que su CPU había sufrido alto daño externo a todos sus sistemas, particularmente los de movimiento. Pero, a pesar de que sus ojos le fallaban, el Maverick vio el buster de X presionado contra su pecho, y del cual todavía brotaban chispas de electricidad alrededor de la boca del cañón.

Retirando el arma, X vio que Armadillo caía de rodillas, con un chirrido pesado acompañado de un zumbido continuo y grave emitiéndose desde su núcleo, audible incluso a través de su densa coraza.

– ... felicidades. – dijo el Hunter (o antiguo Hunter, de todos modos) de mayor rango al humanoide de rostro más joven. Hablaba entrecortado, sus componentes internos estaban divididos entre un estado de frío paralizante o calor ardiente. Las armas de Penguin y Mandrill seguían haciéndole efecto. – Ya no queda nada más que decir... tu recompensa, está detrás de la cascada...

Señaló hacia la pared al norte, en las formaciones de roca dividiéndose para revelar una enorme caída de agua rugiente que estuvo presente toda la pelea.

– Este regalo... el trabajo del Doctor... no... es... como los que... encontraste... antes...

X estuvo a punto de preguntar a qué se refería Armadillo, pero no tuvo la oportunidad, ya que el Maverick continuó con su discurso.

– Yo... no lo entiendo. – confesó Armadillo. – Tampoco Sigma... o Fujiwara... ni siquiera Cain lo sabe.

X captó la mención del nombre del humano al instante. De nuevo, antes de poder decir una palabra, Armadillo habló por él.

– Sí... él está con vida. Aunque... no puedo garantizar su seguridad... por un período indefinido. – continuó, percibiendo lo que X le iba a preguntar a continuación. – Está encerrado en la base de Sigma. Aunque... no... tengo idea de su ubicación actual.

Débilmente, el Maverick levantó su brazo, señalando el enorme velo de agua fluyendo. – Pero... con esto... – dijo casi tartamudeando, perdiendo gradualmente la conciencia. – Tú... podrás... entender...

Pasaron unos momentos de silencio entre ambos, hasta que X encontró su voz de nuevo. – ¿Entender qué cosa?

Armadillo suspiró, dejando caer sus párpados. – El verdadero... propósito... de tu creador para ti. Lo que debes... asimilar... para pelear.

Y entonces cayó. Su cabeza golpeó el suelo, su cuerpo se quedó inmóvil, y los cables y alambres de energía comenzaron a desconectarse. El mundo se empezó a oscurecer, desapareciendo los colores de la vista, y el sonido de sus audio receptores. Sus sentidos comenzaban a desaparecer gradualmente, hasta que no quedó otra cosa que un abismo sin luz, del que ni siquiera el suelo debajo de él podría separarlo.

Aun así, mientras se desplomaba en este estado, Armadillo no pudo evitar preguntarse si había juzgado mal el fenómeno de la muerte. Si no lo supiera mejor, casi se sentía como simplemente entrar en su estado de recarga natural.

Esta historia continuará...


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