Sirena
La información almacenada en su procesador sobre esta ubicación era extensiva, pero estar aquí en persona únicamente amplificaba el asombroso esplendor del Triángulo de Coral, era casi imposible para el Hunter creer que un lugar como éste existiera en el planeta, y estaba tan cerca a su área general en comparación a otros arrecifes del mundo. Una inmensa extensión de pólipos vibrantes entrelazados para formar un ecosistema bullicioso repleto de vida y variedad cautivaba a X por completo mientras navegaba por el agua. La asombrosa belleza oculta bajo las olas era un anzuelo irresistible, invitando una ola de tranquilidad para relajar su mente. Una invitación que, aunque tentadora, en última instancia debía declinar. Ya que, por maravilloso que fuera este lugar, X sabía que no tenía tiempo para distraerse, pues tenía un Maverick al cual rastrear.
Y también podría ayudarle a evitar cualquier futura calamidad similar al incidente con la embarcación de rescate.
– ¿Puedes ver algo? – inquirió la voz de Roll, trayéndolo de vuelta al presente.
– Hasta ahora, nada de interés. – respondió X, cuyos ojos azules escudriñaban por el área. – Pero el sujeto que estamos buscando definitivamente pasó por aquí.
Roll se quedó callada unos momentos, pensando en si debería seguir inquiriendo más al respecto. Aun así, viendo que estaba técnicamente sirviendo para la batalla en este momento, esa información debería ser vital saberla. – ¿Y quién es exactamente el Maverick al que estás siguiendo?
El Hunter azul se detuvo, tanto para chequear sus alrededores como para responder la pregunta de su navegadora. – No pude verlo bien cuando estaba bajo el agua. – confesó. – Pero la señal de rastreo indica que se trata de alguien que solía trabajar con nosotros.
– ¿Un antiguo Hunter? – preguntó Roll. X no respondió, pero el silencio era toda la confirmación que ella necesitaba. Todos los involucrados todavía sentían esa oleada de traición que les vino encima cuando Sigma declaró la guerra abiertamente contra la humanidad y lo que siguió después. – Bueno... ¿quién es esta vez?
X se mordió el labio, tenía el nombre en la punta de su lengua, pero reconocer que otro de los suyos se hubiese alineado con esas acciones todavía le punzaba en el núcleo. Estaba a punto de responderle, pero no tuvo oportunidad de hablar.
– ¡OOF!
Una fuerza repentina lo golpeó por el costado, enviándolo a volar (o en este caso, a dar vueltas bajo el agua) hacia una formación de corales y rocas cercanas, donde su aterrizaje desmanteló algunos de los frágiles especímenes que estaban en ese lugar. Por un momento se vio desorientado por el impacto, y sus audio receptores trataban de volver a su frecuencia normal en desorden, pero pudo escuchar el sonido de alguien más tratando de recuperarse del golpe que ambos acababan de darse.
– Ugh...
– ¿X? ¡¿X?! ¿Te encuentras bien? – preguntó Roll preocupada, intentando contactar de nuevo al Hunter tras la breve desconexión.
– S-sí... – respondió él, recibiendo la voz de su hermana desde lejos en Abel City. – Pero dónde... ¿con quién me...?
– ¡Hey! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – Una voz femenina se hizo notar, y su tono indicaba que la dueña debía estar muy furiosa sobre algo. – ¡¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?!
– ¿Qué? – cuestionó X, tratando de recuperar el sentido. Pronto se dio cuenta que una silueta estaba flotando encima de él, cuya forma era similar aunque distinta a la suya propia.
Levantando la mirada, el Hunter azul pronto se encontró en presencia de otro reploide igual que él, y que a la vez no lo era. El ser mecánico con quien acababa de chocarse era de forma femenina, con una cabellera rubia, larga y fluida, que parecía danzar en el agua, y sus audio receptores parecían haber diseñados más como si fueran aletas de un pez. Sus ojos eran de un deslumbrante color violeta, con cejas delgadas pero feroces que lo miraban con un gesto enfurruñado. La parte superior de su cuerpo estaba adornada con una pechera de color turquesa que tenía aspecto similar a un top de bikini sin tiras, con los brazos y el pecho descubiertos, aunque todavía mostrando las uniones y atributos que delataban su naturaleza mecánica. Tenía unas muñequeras largas del mismo color turquesa, y en lugar de piernas, poseía una cola de pez de aspecto aerodinámico que terminaba en una aleta afilada en la punta, que seguramente le serviría para guiarse por el océano.
Antes que X pudiera preguntarle quién era, mucho menos por qué iba tan rápido, la sirena le agarró el antebrazo y lo levantó de un tirón de donde estaba, perdiendo el equilibrio por un momento antes de poder detenerse. Seguro, eso no le hizo verse menos torpe en frente de esta reploide, quienquiera que fuese.
Girándose para encararla, X estaba a punto de hablar, pero la sirena rubia lo cortó, pues claramente no había terminado en lo más mínimo de decirle lo que pensaba sobre él.
– ¡¿Sabes el daño que acabas de causar?! – le preguntó enojada, señalando el coral con el que X acababa de chocar. – ¡Esos pólipos son organismos increíblemente sensibles que necesitan las condiciones correctas para florecer! ¡A esta parte del océano le lleva años ponerse de nuevo en orden, y te encuentro aquí, yendo por ahí y destruyendo todo como un...! – En medio de su perorata, se detuvo por un momento, mirando con sus irises púrpuras al intruso de pies a cabeza. Sus ojos se ensancharon con una realización. – Espera un minuto... eres un Maverick Hunter, ¿no?
– ¿Huh? – preguntó X, algo sorprendido por el cambio de conversación. – Oh, bueno, sí. De hecho estoy aquí en una misión...
– ¡Ah, eso es grandioso! – exclamó la sirena, echándole los brazos al torso del Hunter azul en un abrazo de gratitud bastante inesperado. – ¡Eres justo lo que necesitaba! ¡De hecho, tú eres a quien he estado buscando! Yo...
– ¿Discúlpame?"
Otra voz interrumpió su conversación, provocando que los involucrados se detuvieran por un momento. La sirena rubia comenzó a mirar a todos lados. – Uh... ese no fuiste tú, ¿verdad? – le preguntó a X.
X estuvo a punto de responderle, pero su navegadora intervino para hacerlo por él. – En realidad, esa fui yo. Y soy parte del equipo de ayuda aquí en el cuartel general. ¿Quién eres tú?
La androide con cola de pez se acercó más al audio receptor de X, estudiando el atributo del casco con intriga. – Llámame Marty. – se presentó, aunque fue menos un saludo y más una declaración. – ¿Y te importaría explicarme quién eres TÚ, niña?
– ¿Niña? – preguntó la voz del otro lado, sin estar exactamente preparada para una réplica como esa. – También tengo un nombre, señorita. Mi nombre es Roll, o si deseas ser más precisa, Roll Unidad 2.5, y este es mi hermano menor, el Maverick Hunter Mega Man X, Unidad 17, Clase B. O al menos eso es lo que dice tu archivo, X.
El reploide azul se mordió el labio, aunque no importaba si decía algo al respecto, ya que al parecer casi siempre los demás hablaban por él. – ... gracias por eso, Roll. – le dijo. Aun así, tenía asuntos que atender, por lo que el Hunter dirigió su atención de vuelta a la sirena. – Pero sí, soy un Maverick Hunter que está aquí por una misión, Srta. Marty...
– Ew, deja de lado eso de "Srta.", ¿quieres? – la reploide acuática hizo una mueca de disgusto. – No soy ninguna damisela o niñita. Marty será suficiente.
X parpadeó, tomándose un momento para asimilar esa actitud abrasiva suya. – De acuerdo, Marty. – le respondió. – Aunque estoy aquí por asuntos oficiales, tengo que preguntarte ¿por qué andabas con tanta prisa cuando chocaste contra mí?
– Oh sí, eso. Supongo que debo disculparme. – respondió la rubia de pelo largo, rascándose detrás de la cabeza y tratando de sonreírle tímidamente al Hunter.
– "¿Supones?" – pensó X, pero decidió guardárselo para sí mismo. La sirena turquesa continuó:
– La verdad es que... estaba tratando de escapar.
El reploide azul ladeó su cabeza con curiosidad. – ¿Escapar?
– Sí. Verás, me alegro mucho de que seas un Hunter. – respondió Marty. De pronto se puso más tímida, retirándose hacia sí misma, lo que indicaba que había cierta tensión que había intentado suprimir. – Porque, en este momento, me están persiguiendo.
Cuartel General Subterráneo de Abel City...
– Pareces estar pensando muy profundamente. – Roll se giró de donde estaba sentada para ver a Trinity de pie frente a ella. La presencia de la navegadora pelirrosa sorprendió un poco a la otra reploide. – ¿Asumo que estarás oyendo algo interesante?
Roll estaba a punto de contestarle luego de recobrar la compostura, pero se detuvo, dándose cuenta de con quién estaba hablando. – ¿En dónde está Ai? – le preguntó.
– Está ocupándose de las comunicaciones principales por el momento. – informó Trinity. – Aunque yo fui construida para mantener la red en crecimiento que tenemos aquí, los períodos extendidos pueden provocar dolores de cabeza particularmente agudos.
– Ah, eso tiene sentido. – respondió Roll. Cierto, ella dudaba que su cuerpo pudiera soportar recibir un flujo de información tan fuerte de fuentes diferentes, pero el solo hecho de asumir la tarea le daba mucho trabajo a su procesador. – La verdad es que, al parecer, tenemos una invitada inesperada en medio de esta refriega.
Los ojos azules de Trinity se ensancharon. – ¿A qué te refieres?
Triángulo de Coral...
– Entonces, ¿un Maverick te ha estado persiguiendo desde entonces? – inquirió X, luego de que Marty terminó de contarle los últimos detalles de su situación al Hunter.
– Exacto. – respondió la sirena. – He hecho lo posible para mantenerme fuera de su línea de visión hasta ahora, pero él tiene espías por todos lados aquí abajo. Sin mencionar que tiene conexiones con el tipo que está provocando caos allá arriba en la tierra principal.
– Espera. – X interrumpió momentáneamente a la androide acuática. – ¿Dijiste la tierra principal? ¿Es decir, en Arcadia y Abel City?
Se puso a pensar más en este detalle. Aunque la segunda no era exactamente parte de la masa terrestre que formaba la Ciudad Blanca, los eventos que estaban ocurriendo allí en ese momento seguramente tendrían que ser conocidos. Después de todo, Arcadia había respondido, pero sus esfuerzos literalmente fueron torpedeados, y ahora reposaban en el fondo del océano.
– Sí, ese tipo. – confirmó Marty con un asentimiento. – Su nombre es una letra griega, no me acuerdo cuál. Sólo recuerdo haber oído el nombre de pasada mientras estaba cautiva.
– Sigma. – respondió X. – Y creo que tengo una idea relativamente buena de a quién envió aquí para causar problemas.
– ¿Lo sabes? – preguntó Marty esperanzada. – Tiene delirios de ser un galán, ¡pero en realidad es un viejo y asqueroso cefalópodo que ni siquiera tiene ocho brazos!
X se mordió el labio, entrecerrando los ojos. – Entonces SÍ es él. – murmuró, antes de interrogar a Marty. – Dime, ¿exactamente dónde viste por última vez a tu captor?
– Por el mismo lugar donde vine, ¿dónde más? – respondió la sirena.
– Oh... claro. Sí, eso... sería bastante obvio. – admitió X, sintiéndose algo tonto por no ver lo obvio de la pregunta. – Aun así, si está en esa dirección, entonces ya sé por dónde tengo que ir. Gracias.
– ¡No hay problema! – La sirena rubia le presentó una sonrisa. – ¡Ahora que estás aquí, podemos ir y ponerle fin a todo este sinsentido que ese calamar estúpido está provocando aquí abajo! – Comenzó a nadar hacia adelante, deteniéndose sólo cuando se dio cuenta que X no la estaba siguiendo. – ¿Y bien? ¿Vienes o qué? Este ES tu trabajo después de todo, ¿no?
– Bueno, sí, pero... – X se detuvo por un momento, intentando pensar en una respuesta apropiada que con algo de suerte no fuera a ofenderla demasiado. – ¿Tú también vendrás?
– Uh... ¿sí? – respondió Marty encogiéndose de hombros. – Quiero decir, sí, me tomaron como rehén allá, pero pude escurrirme por las áreas donde la seguridad no es tan fuerte, así que es posible que... – Hizo una pausa. – ¿Tú no quieres que venga contigo?
– Sí. – respondió X, y de inmediato se echó atrás al darse cuenta de cómo podría interpretar su respuesta.—Bueno, quise decir que aprecio la oferta, pero no creo que sea en tu mejor interés venir conmigo.
Marty entrecerró los ojos. – ¿Por qué? ¿Es porque soy una mujer?
– No, no se trata de eso. – replicó el Hunter. – Tenemos varias mujeres Hunters trabajando con nosotros. – Hizo una pausa, y la imagen de Teal y su cabello oscuro le vinieron a la mente. Seguro, no la conocía del todo bien, pero parecía ser alguien agradable. Desde el ataque de misiles, nadie la había visto. – Pero tú eres una civil, lo que vuelve esta situación totalmente diferente. Por eso primero tengo que llevarte a un lugar seguro.
La sirena con armadura turquesa le dio la espalda al Hunter, con su cabello rubio ondeando en las olas y tapándole su espalda desnuda de la vista, dejando muy evidente que se sentía ligeramente ofendida por sus palabas. X estuvo a punto de hablar de nuevo, pero antes de poder decir una palabra, de pronto su mundo empezó a dar vueltas cuando la reploide acuática lo abofeteó con su cola en las mejillas, desorientándolo por unos momentos antes de recuperar el sentido.
– Ay... – se quejó X masajeándose la mejilla antes de volverse hacia la sirena, que se había ido nadando delante de él. – ¡Hey! ¡¿Por qué hiciste eso?! – le gritó, pensando que su acción fue bastante innecesaria.
Marty se detuvo, poniéndose la mano en la cadera. – Tu contacto, te llamó su "hermano menor", ¿verdad? – le preguntó.
Los ojos verdes de X se ensancharon. – ¿Qué? ¿Eso qué tiene que ver con...?
– Y también dijo que eres Clase B, ¿verdad? – continuó la sirena, girándose para encarar a X, y guiñándole el ojo. – ¡Estás muy lejos de ser el caballero con armadura brillante de nadie, niño!
X se maldijo a sí mismo por ello, pero no pudo evitar sentir una oleada de calor subir hacia sus mejillas. – T-tú...
– Como sea, voy a regresar porque tengo asuntos en el lugar de donde escapé. Sígueme si quieres, pero no voy a esperarte si no quieres aceptar mi ayuda. – Hizo un ademán de agitarse el cabello ligeramente. – Supongo que te veré allá, ¡si es que me alcanzas!
Con esas palabras, se fue nadando, dejando al estupefacto Hunter procesando sus palabras.
– Niño... – repitió él, sintiendo una oleada de vergüenza dañándole el orgullo y haciendo arder su rabia. – ¿Y qué le da derecho de actuar con esa superioridad, eh?
– Bueno, dado el orden en que el Dr. Light nos construyó, técnicamente ERES el más joven.
Ahora, el rostro de X estuvo a punto de ponerse de rojo brillante. – ¡C-claro que no! – argumentó resoplando.
– Aun así... – Roll decidió dejar las burlas, murmurando en voz alta – ... dado que estará totalmente sola allá afuera, y asumo que no está armada, probablemente no sea buena idea dejarla irse sin más.
Eso era cierto, pensó X. Además, mientras continuaba sopesando sus opciones, se dio cuenta que sería muy útil tener algo de guía en este lugar, sin mencionar que, fuera que le gustara o no su actitud, no estaría bien dejándola sola. Así que, con algo de esfuerzo, empezó a nadar hasta que lograse alcanzarla.
– ¡H-Hey! ¡Espera!
O, al menos, lo bastante cerca para que ella pudiera oírlo.
Deteniendo su viaje por el agua, Marty se dio la vuelta para ver a X a poca distancia de él, alzando una ceja mientras se acercaba. – Entonces, ¿ya te diste cuenta de que te irá mejor conmigo cerca? – inquirió ella.
X se sentía tentado a no darle la satisfacción, pero en última instancia controló su temperamento y le respondió. – En este momento, no tengo muchas opciones.
Esto pareció deleitar a la sirena, que le dio a X una sonrisa algo coqueta, como si quisiera decirle sutilmente "¡Te lo dije!". – Bueno, en ese caso, es en esta dirección. – le informó ella, empezando a nadar de frente de nuevo. Sólo que esta vez le permitió al Hunter azul mantenerse a una distancia razonable. – Trata de seguirme el paso, ¿ok?
– ¡D-de acuerdo! – respondió X, manteniéndose en línea con ella, aunque todavía se rezagaba un poco.
La reploide acuática de largo cabello mantuvo su mirada centrada al frente, con sus ojos violetas fijos en el enorme espectáculo de vida submarina que los rodeaba tanto a ella como al Maverick Hunter.
– "Eso es todo." – pensó para sí misma, mordiéndose el labio. – "Sólo necesito llevar a este tipo al lugar correcto. Eso es todo. Y cuando lo haga..." – Suspiró, tratando de ignorar esa pequeña punzada de culpa que le picaba en su núcleo. – "Este lugar, y todos los demás como él estarán finalmente a salvo..."
...
Algún tiempo ya había pasado desde que verificó cómo estaba, así que Roll decidió enviarle a su hermano un pequeño mensaje. – ¿Cómo van las cosas allá abajo? – le preguntó.
– Hasta ahora, todo parece ir bien. – respondió X, cuyos ojos verdes escaneaban el entorno a su alrededor. – Pero sé muy bien que no puedo ser demasiado cuidadoso.
– ¿Y tu... guía? ¿Aún está contigo? – inquirió Roll.
– Justo aquí, hermana. – le respondió Marty, para shock de Roll al oírla recibir su voz al otro lado del canal de comunicación. – ¿Qué? ¿No puedo compartir su comunicador? Yo también soy parte de esto, ¿no?
– Bueno, en este momento, estás proveyendo asistencia. – admitió Roll. – ¿Pero cómo...?
– Fue muy fácil, una vez que descifré la frecuencia del niño aquí. – replicó la sirena, cuya atención se desvió hacia X. – Pero relájate, no planeo espiar a nadie excepto, bueno, a ti, supongo.
Roll se quedó callada por un momento, sin estar segura si la sirena estaba siendo genuina o sólo estaba buscando provocarla. Y francamente, se inclinaba más por lo segundo. – Sí, bueno, dado que fuiste tan generosa de ofrecerle voluntariamente tus servicios a X, ¿supongo que no te importaría darnos algo de información sobre ti misma?
– Oh, sí, supongo que debería. – Marty se encogió de hombros, y luego hizo una pausa, buscando construir una respuesta que su compañía presente se creyera. O al menos que aceptara razonablemente por el momento, pues el elemento de desesperación funcionaba a su favor. Para ambos lados. – Originalmente fui diseñada como una droide médica para asistir a los humanos o a reploides que cayeran al agua de embarcaciones. Aunque con el tiempo, me encontré más en casa observando maravillas como estas, en lugar de preocuparme por idiotas que no eran lo bastante cuidadosos.
– Entonces... ¿cambiaste de carrera, por así decirlo? – cuestionó X. Aunque él mismo a veces se preguntaba sobre esas cosas, no estaba seguro de que simplemente "cambiar" aquello por lo que un reploide había sido diseñado estuviese permitido, mucho menos que fueran capaces de hacerlo por su cuenta.
– Hmm, supongo que podrías decirlo de esa forma. – respondió Marty, cuyos ojos se desviaron al paisaje submarino que estaba en todos lados, y una sonrisa se formó en su rostro. – Sabes, este podría ser un solo arrecife, pero comparado incluso con el de la Gran Barrera Australiana, el Triángulo de Coral contiene más del 76% de las especies de corales que construyen en aguas poco profundas.
– ¿En serio? – X levantó una ceja con curiosidad. Ciertamente, esa información era un tema que podría investigar por su cuenta, pero la sirena lo detallaba de tal manera que parecía estar completamente inmersa en la naturaleza de estos animales antiguos y a la vez enigmáticos.
Marty asintió como respuesta. – Eso no es todo. – continuó mientras veía varios peces nadando, y sus escamas se iluminaban con los rayos del sol que lograban penetrar en las profundidades. – Hay varios peces de arrecifes aquí, un 37% de los que hay en todo el mundo, de hecho. Lo mismo se aplica para las Navajas del Pacífico, de las cuales se encuentra un 50% aquí. – De repente se vio interrumpida por la presencia de una tortuga marina. El reptil oceánico pasó de largo a la sirena y al Hunter. Tenía un caparazón de color marrón tierra con pequeños parches de alga que crecían en su superficie. – Sin mencionar seis de las siete especies de tortugas marinas en el mundo.
En efecto, pensaba X, cuidar y preservar a las criaturas marinas que podían ver nadando a través de los arrecifes y el agua era algo admirable, casi haciéndole olvidar por completo que estaba aquí por una misión. – Este lugar ha estado aquí por un largo tiempo, ¿verdad? – inquirió, tratando de mantener en movimiento la conversación.
– Desde casi la prehistoria, hasta donde sé. – respondió la reploide acuática. – Por supuesto, aunque siempre ha estado pegado a estas islas, apenas fue en el siglo pasado que pudieron calcular los beneficios relacionados a esta área.
– ¿Beneficios? – preguntó X.
– Sí. – respondió Marty. – Algo que deja en evidencia que este mundo sigue gobernado por la codicia humana. – Volvió a mirar su entorno de nuevo. La chispa de maravillarse se había ido, reemplazada con una frustración casi melancólica. – En el año 2014, el Banco Asiático de Desarrollo, o BAD, reportó que el producto doméstico bruto del ecosistema marino del Triángulo de Coral se calculaba en unos 1,2 trillones anuales.
El Hunter absorbió la información, notando que, aunque tenía ciertas reservaciones sobre esas cosas, la sirena parecía estar casi resentida con sus creadores humanos. – Bueno, fuera del dinero, antes de que se volviera una ubicación bien documentada en la tierra, seguramente este lugar servía para satisfacer algunas necesidades de la gente, ¿verdad?
– Está eso, lo admito. – concedió Marty. – Alrededor de unos 3.000 millones de dólares en cambio extranjero vienen de la pesca y las exportaciones. Además, otros 3.000 millones vienen de las tarifas de turismo costero. – La sirena rubia suspiró. – Aunque, no puedo evitar preguntarme...
– ¿Preguntarte qué? – cuestionó X. La verdad, él tenía una cierta idea de lo que ella planeaba decir, pero en última instancia deseaba escucharlo él mismo.
La otra reploide estaba algo reacia a decir algo, presintiendo que su compañía actual probablemente no estaría de acuerdo con su postura. Aun así, hasta ahora, esta había sido la única vez que tuvo la oportunidad de compartir sus dolores en absoluto. Dadas las circunstancias, ¿habría algún daño en simplemente ser honesta con él? ¿O acaso importaba en absoluto?
– "No les importamos en absoluto. No a ellos."
Antes de que pudiera responderle a X, su atención se fijó hacia una serie de formas extrañas ondulando en el arrecife. – Mira. – murmuró, y X se giró para ver el movimiento también. Unos diminutos chorros de burbujas salían desde la arena, indicando que algo estaba emergiendo lentamente desde abajo. Emergiendo desde la gruesa masa de coral y la vibrante vida marina, varios pequeños mecaniloides se revelaron, diseñados para imitar la apariencia de caballos de mar en miniatura.
– ¡Sea Attackers! – exclamó Marty, retirándose instintivamente mientras nadaba cerca de X. – ¡Vinieron para acabar conmigo!
El Hunter azul concentró su mirada en el frente, sacando el cañón de su brazo. – ¡Encuentra dónde cubrirte! – le indicó, señalándole un parche cercano de coral aglomerado de manera densa. – ¡Yo me encargaré de estos tipos!
Esta historia continuará...
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