Separación

Ya estaban aquí, ahora era tiempo de actuar.

Por lo que él sabía, los dos Hunters estaban juntos, y dudaba que tuvieran intención de separarse pronto. Así que él tendría que aplicar la fuerza. Desde la oscuridad, la sorprendentemente ágil forma de uno de los capitanes de Sigma comenzó a hacer su movimiento, enrollándose en sí mismo y empezando a rodar, acumulando trayectoria y velocidad hasta ganar algo de velocidad. A este ritmo, sería imparable, y sin duda encontraría a X y Zero en muy poco tiempo.

Y entonces, su duelo finalmente comenzaría.

Todo iba saliendo de acuerdo al plan. Bueno, su plan, ya que, si Sigma se enteraba de lo que estaba haciendo, habría muy serias consecuencias. Pero él no podía echarse atrás con este desafío, ya que hacerlo destruiría todo lo que era. Todo aquello por lo que peleaba. Maverick o no, había un rasgo que ningún título o facción podría superar. Sabía que eso acabaría en su muerte, pero ya había aceptado ese destino hacía mucho tiempo.

Aunque tuviera que cometer algunos actos imperdonables para llegar a donde estaba ahora.

Storm Eagle le vino a la mente, junto con el resto de su unidad. Uno de los pocos que habían rechazado a Sigma abiertamente cuando se le aproximaron, y más todavía cuando ocurrió el ataque a Abel City. Él y toda su unidad salieron para oponerse a Sigma, uniéndose con los Hunters que quedaban. Luego, él declaró que se enfrentaría a Sigma personalmente, y que el resto de sus hombres y mujeres voladores buscaran el trozo de tierra oculto que se había separado de la isla, la tierra sobre la cual Sigma seguramente estaría residiendo ahora, observando desde lejos.

Eagle tuvo un éxito tremendo, pero fue tontamente superado.

Era lamentable lo que le sucedió a su escuadrón, ya que él podía identificarse mucho con sus convicciones, especialmente con las del líder. Pero él no era quién estaba al mando. Sigma lo era, y él tenía que obedecer sus órdenes, sin importar qué.

Al menos, hasta ahora.

Si bien se estaba rebelando, no estaba yendo en contra de Sigma en el sentido de desear usurpar o tomar el control de sus fuerzas, pero deseaba ver si aquel con quien estaba tan fascinado era el "elegido" de quien hablaba el Dr. Light. Aquel que, aunque nunca proveía resultados satisfactorios, tenía intrigados y perplejos a Fujiwara y al resto de sus científicos. Él no entendía totalmente al principio, hasta que Sigma le había informado de toda la investigación que había sido adquirida, información de Fujiwara que les había sido traducida directamente, en relación a varias notas y documentos.

Y aunque muchas de ellas eran lecturas generales detallando la creciente complejidad de los sistemas de un reploide, al igual que algunas teorías sobre mecaniloides e inteligencia artificial más avanzada, había un área de estudio que le cautivaba, y que no podía borrar de su mente. Fujiwara lo describía como "los murmullos del pasado" y "nociones anticuadas", pero Sigma a pesar de todo se llevó dicha investigación, ya que detallaba lo que el humano experto en robótica no fue capaz de ver, no realmente. Vio el potencial del crecimiento para los humanos y su propia carrera, pero nunca en lo que habían hecho. A diferencia del que precedió a Fujiwara por casi un siglo, antes de todos ellos. Y dicho científico creó una leyenda, aunque nunca hubiese sido su intención hacerlo.

La leyenda del Bombardero Azul.

...

Ahora que habían comenzado a aumentar la velocidad, X se preguntaba si haberse subido aquí sería o no una buena idea. Los magnetos que descansaban bajo la superficie de la plataforma mantenían al reploide en su lugar, pero no le hacían sentirse más seguro. La velocidad a la que iba viajando ya podía sentirse por el frío soplo del aire que rozaba contra sus mejillas y su cuerpo metálico, mientras la vía continuaba llevándolo más hacia las profundidades oscuras y desconocidas de la mina.

– Pareces algo nervioso. – X fue traído de vuelta a la realidad, viendo a Zero desplazándose junto a él. – Ya antes has experimentado estas velocidades con una Ride Chaser, ¿qué hay de diferente con esto?

– Un vehículo es mucho más estable. – respondió X. – Además, ¿quién nos dice que estos magnetos son totalmente funcionales? Podrían haber perdido su toque si no los han reemplazado desde que se construyó esta mina.

– Ya veo. – Zero volteó la mirada hacia el túnel oscuro frente a ellos, y luego otra vez a X. Y entonces, una idea le vino a la cabeza. Parecía un poco cruel, pero valía la pena intentarlo. – Bien, en ese caso, ¿qué tal si los ponemos a prueba?

– ¿Qué cosa? – preguntó X, pero antes de que pudiera procesar del todo lo que Zero había dicho, el Hunter rojo incrementó la velocidad de su transporte y se fue zumbando delante de su compañero, desapareciendo en la oscuridad. – ¡H-Hey! ¡Espera!

X siguió gritando, tratando de acelerar también para poder alcanzarlo. ¿En qué diablos estaba pensando Zero?

...

– ¿Cómo está? – preguntó Samantha, mientras una médica humana revisaba al hombre anciano bajo su cuidado.

– Todavía está muy débil, pero ya está estable. – le respondió, apartándose el cabello oscuro de su rostro. – Por ahora.

– Muy bien. – La reploide de cabello violeta se dio la vuelta. – Voy a ver si nuestro "anfitrión" va a hacer algo respecto a esto.

– Ya viste que le disparó a ese reploide, ¿qué te hace pensar que no te disparará a ti? – cuestionó la médica humana.

– ... No tengo nada que me haga pensar eso. Pero tengo que intentarlo. – respondió Samantha con honestidad. Y con eso, abandonó la pequeña tienda médica, entrando hacia la aldea de trabajadores de las Minas de Zalts.

Aunque no era parte del plano original del área, la aldea de trabajadores fue establecida después debido al influjo de trabajadores, tanto para motivar el empleo, como para proveer de cierto respiro al duro entorno y las condiciones de trabajo. A pesar de que Abel City se situaba muy cerca de Arcadia, una ciudad-estado en un Japón que había sido muy expandido, las estructuras de la aldea estaban diseñadas similares a las de un caserío de madera, bajo el sol ya que era una de las pocas secciones donde se había abierto un tragaluz para permitir su acceso. Aunque ella no había estado aquí por mucho tiempo, Samantha había sido construida por los Estados Unidos del lado este, y el ambiente le recordaba mucho de las antiguas tierras de Norteamérica cuando la tierra era salvaje y peligrosa. Un nuevo horizonte había sido visto, el país se había expandido, y las oportunidades de minar cosas como oro, o hacer descubrimientos como fósiles se multiplicaron como nunca antes.

Pero con ello vino un severo conflicto y derramamiento de sangre, guerras entre los colonizadores y los pueblos nativos, la guerra México-Americana, y muchas cosas se destruyeron y se perdieron debido al hambre y a la codicia de otros. Aunque eso hubiese quedado muy atrás, Samantha se encontraba sintiéndose como si estuviera en medio de esa tierra sin ley, apenas aferrándose a cualquier semblanza de orden para escapar del caos. Sigma había sumido a toda esta isla en la anarquía.

Finalmente, llegó hasta la choza de descanso y entró allí, viendo una figura solitaria sentada junto a la barra, pues el interior de la estructura se parecía mucho a la imagen típica de una taberna de los viejos días de Estados Unidos.

– ¿Disfrutando de tus tragos? – cuestionó con un cierto grado de veneno en su voz.

Vile se rio, revolviendo ligeramente el vaso, mientras observaba el líquido dorado-marrón moverse en su recipiente al ritmo de sus sacudidas.

– Lo haría, si supiera cómo es su sabor.

– ¿Por qué no buscas una lata de cristales o de energón? – sugirió Samantha. No era que quisiera mostrarle nada a esta hospitalidad, pero se había quedado con pocas opciones ahora. – Ciertamente te va a satisfacer mucho más que el borbón.

Vile se quedó en silencio por un rato después de eso. La reploide de pelo púrpura y armadura verde temía haberlo ofendido, hasta que le habló de nuevo, aunque una voz más melancólica de lo que esperaba.

– Según he escuchado, los humanos son adictos a esto. – dijo mientras examinaba el vaso y su contenido. – Cerveza, vino, tequila, vodka, sake, whisky, no importa. Cada uno tiene su efecto, y parece que los humanos han estado tomando ventaja de lo que ofrecen aquí.

Eso era cierto, Samantha tuvo que admitirlo. Originalmente, el alcohol se había prohibido en las instalaciones, pero la gente encontraba formas de meterlo de contrabando. Aunque nunca lo hacían durante las horas de trabajo, cuando se estableció la aldea de trabajadores, muchos se quedaban después de las horas para conversar y compartir en compañía de sus colegas trabajadores. Y desde que todos habían sido tomados prisioneros, los humanos habían encontrado otra forma de lidiar con su situación actual.

– Pero para nosotros, no sabe diferente del lodo. – continuó Vile. – ¿No te parece que eso es prueba suficiente?

– ¿Prueba de qué? – cuestionó Samantha, tratando de no detonar la ira del ex-Hunter.

– De que pierdes tu tiempo aferrándote a esas tres leyes que no se aplican más a nosotros.

Samantha sintió que los fluidos que recorrían su cuerpo metálico se congelaban. Incluso la electricidad interna que le daba energía a sus circuitos internos sintió los escalofríos subiendo por todo su cuerpo.

– Quizás no se apliquen a ti, pero hay muchos de nosotros a los que particularmente no nos gusta lo que está haciendo su jefe.

Vile no dijo nada al principio, quedándose en silencio por un rato. Luego procedió a aplicar presión en el vaso hasta romperlo en pedazos, haciendo que el alcohol en su interior se derramara chorreando por la mano blanca del reploide violeta.

– Siempre es la misma mierda con ustedes. – gruñó levantándose de su asiento, y fijando sus ojos ocultos en la máquina femenina. – Tú, X, Zero, y todos los demás Hunters que de alguna manera lograron sobrevivir a la pequeña "limpieza" que hicieron en el cuartel principal dicen lo mismo una y otra vez. ¿Por qué?

– ¿Por qué, qué? – cuestionó Samantha.

– ¡¿Por qué les importa?! – cuestionó Vile con frustración. – Ninguna de esas bolsas de carne siquiera dijo algo sobre ese reploide al que le pegué un tiro, simplemente volvieron a preocuparse por ellos mismos.

– ¿Y tú acaso eres un bastión de carácter moral? – inquirió Samantha, con los ojos en rendijas y el ceño fruncido.

– La moralidad es subjetiva. – replicó Vile. – Tú dices que lo que estamos haciendo es una traición, nosotros decimos que finalmente estamos realizando nuestro verdadero propósito.

– ¿Cuál propósito? – cuestionó Samantha. – ¿La extinción de la raza humana?

– Todavía no. Al menos, acorde con Sigma. Eso ya vendrá naturalmente. – respondió Vile. Luego notó el gesto fruncido de la otra reploide. – ¿Y supongo que tú deseas detenerlo de alguna forma?

Ella no respondió, pero tampoco retrocedió.

– ¿Por qué? – preguntó Vile. – ¿Por qué te preocupas por los humanos, cuando claramente ellos preferirían salvarse a sí mismos antes que a ti?

– Eso... – Samantha titubeó. Para ser honesta, no tenía una respuesta para él. – Es... una directiva. Es... es sólo que...

– ¿Sólo que qué?

Se quedó sin habla, encogiéndose un poco ante la intensa mirada de ojos rojos del ex-Hunter, que hizo un gesto señalando el cañón de su hombro.

– ¿Ves esto? Fue un regalo de Fujiwara antes de que muriera. Fue diseñado para alguien apto para el combate, y con el arsenal para completar los componentes necesarios para crear a la máquina perfecta. – Se miró la mano, viendo que todavía había un rastro de líquido en la superficie de blanco liso. – Yo era esa máquina. El propio Fujiwara me lo dijo. Que mi cuerpo, mi función, y mi verdadero propósito tiene sus raíces en el uso de aquello de lo que los reploides somos capaces. Y aun así, ¡los idiotas como tú se niegan a verlo!

Vile estuvo a punto de continuar, pero recibió un mensaje de su superior. O al menos, de su superior actual, dado que era sólo el comandante de esta área de la isla en particular.

– ¿Sí, qué pasa? – preguntó, con una clara falta de respeto en su voz. Sin embargo, el que lo había llamado no le prestó atención a su tono, y respondió su mensaje.

Ya tengo a X y Zero en la mira. – respondió la voz, con un ligero zumbido que indicaba que la tierra se movía en el fondo. – Yo me ocuparé de uno, tú y Goldminer se encargarán del otro.

– Bien. – respondió Vile. – ¿Cuál me toca?

Eso no te concierne. – respondió la voz. – Sigue tus órdenes, y prepárate para cuando los envíe abajo. Cambio y fuera.

El enlace se cortó, dejando a Vile y a Samantha a solas de nuevo en la choza, siendo las únicas almas presentes en el edificio. La trabajadora se preguntaba si acaso el Maverick vería apropiado que sólo uno de ellos saliera de este lugar con vida. Pero para su gran shock, Vile simplemente la pasó de largo, aunque no sin antes detenerse para decirle unas últimas palabras.

– Te lo digo por tu propio bien, ¿sabes? Si eres inteligente, te darás cuenta que esos límites que nos colocaron ya no tienen peso sobre nosotros. Y cuando eso suceda... – hizo una pausa por un momento – ... serás verdaderamente libre.

Y entonces, se alejó, dejando a la tensa pero aliviada trabajadora a solas en la choza.

...

– ¡Zero! ¡Baja la velocidad!

Finalmente, X había alcanzado al Hunter rojo, pero parecía estar quedándose un poco atrás. Esto fue confirmado cuando Zero comenzó a acelerar de nuevo.

– ¡Vamos, acelera un poco, X! – le dijo Zero al Hunter azul. – ¡A este ritmo, terminaré ganándote en llegar al final!

– ¡¿Llegar al final?! – cuestionó X. – ¡Esto no es una carrera!

– ¿No lo es? – preguntó Zero, antes de acelerar más, dejando atrás a X.

X no tenía idea de lo que intentaba hacer, pero a pesar de todo lo siguió. Zero le permitía mantenerlo dentro de su rango de visión, pero apenas lo bastante fuera de su alcance para que tuviera que ganar la distancia. X se mantuvo avanzando y se las arregló para igualar la velocidad de Zero, pero el otro Hunter le dio una sonrisa y volvió a adelantarse. La confusión de X se tornó en frustración, pero también le dio una motivación para atrapar a su compañero rubio, aunque fuese sólo para demostrar que podía seguirle el paso a su comandante.

– Huh, supongo que sí es una carrera después de todo. – pensó X en voz alta. – Oh bueno, si eso es lo que quiere...

Y con eso, el reploide rápidamente echó de lado cualquier reservación que tuviera antes, e incrementó su velocidad, acercándose lentamente hacia su compañero en el canal opuesto de las vías.

Y entonces, para gran conmoción de Zero, se dio cuenta que X estaba justo a su lado, quizás incluso un par de centímetros por delante.

...

"¡Ahí están!" – se dijo a sí mismo la figura que se abría paso a través de la densa roca de la montaña, continuando por el camino que su cuerpo rodante iba creando a medida que avanzaba, permitiéndole mantenerse en el curso hacia sus dos objetivos.

Sólo tenía una oportunidad de hacer esto, pero no dejaría que se le escurriera entre las manos. Especialmente con Vile aquí. Ese sociópata y gatillo alegre que no respetaba la reglas no tendría reparos en asesinar a X o Zero sin piedad y utilizando cualquier medio necesario.

Eso no era para él. No deseaba tener una batalla así. Él quería un duelo, un choque de voluntades, uno basado en el espíritu de lucha de ambos involucrados. Un verdadero combate entre soldados honorables.

Sólo podía elegir a uno, pero ya había hecho su elección en su mente, decidiendo desafiarlo en el momento en que detectó la presencia del reploide azul.

– "Tiene que ser él." – pensó. –"La última creación de Light, el origen de todos nosotros. ¡El sucesor de su más grande creación!"

Se mantenía en silencio, pero su tren de pensamiento seguía el mismo curso mientras avanzaba, acercándose más y más al que quería capturar.

...

Aunque lo pillaron ligeramente por sorpresa, Zero rápidamente recobró la compostura, tratando de no dar ningún indicio de que X lo había tomado con la guardia baja.

– Así que al fin apareces.

– Sí, claro que sí. – respondió X.

Zero otra vez trató de ganar velocidad, sólo que esta vez X se movió con él, ya sin dejarse restringir por nada. El Hunter rojo sonrió, su pequeña apuesta había dado resultado. Los dos Hunters se mantuvieron cuello a cuello uno con el otro, tratando de asegurarse que su oponente no lograra ponerse por delante. Era casi como un juego, casi.

Pero con esta realización, X se dio cuenta que lo estaba disfrutando. Era divertido. Genuinamente divertido.

Por desgracia, apenas lo descubrió, X se dio cuenta de que no duraría mucho. Al principio eran siluetas distantes, pero tras avanzar unos cuantos metros más, los dos Hunters podían ver lo que les aguardaba al frente. Un grupo de Dig Labors y varios mecaniloides esperaban su llegada, apuntando con sus armas y listos para disparar.

– Parece que tenemos compañía. – dijo Zero, alistando su buster. – ¡Prepárate, X!

– ¡Claro! – respondió X asintiendo, sacando su propia arma.

Los Dig Labors iniciaron su asalto, arrojando sus picas hacia los Hunters que se acercaban, tratando de obligarlos a bajarse de las plataformas o de causar daño, lo que ocurriera primero. Sin embargo, seguían manteniéndose a distancia segura de los dos, no queriendo arriesgarse a que les dispararan. Así, los mecaniloides estarían preparados para atacar. Unas cuantas docenas de Batton Bones empezaron a descender, con los dientes muy abiertos y listos para morder corazas metálicas.

Zero no perdió un instante y les disparó, derribando a varias de las amenazas voladoras pero a la vez dispersando a varios de los demás. Estos decidieron enfocar su atención en su compañero, lanzándose en picada contra él e inmediatamente con intención de morderle y arrancarle su coraza externa.

X gritó de dolor cuando las máquinas aladas y más pequeñas le clavaron los colmillos en su armadura, tratando de llegar hacia los cables y alambres más vulnerables que se encontraban debajo. A pesar de la constante y presente sensación de los dientes tratando de perforarlo, X sabía que no podía simplemente ponerse a disparar a lo loco, o podría arriesgarse a lastimarse a sí mismo o a Zero. Pero tenía que haber una forma de quitárselos de encima.

Fue entonces que recordó su batalla con Mandrill, y con ello el chip de armas que adquirió. Por lo que había visto, Mandrill era capaz de absorber y cargar electricidad en su cuerpo, y luego liberarla en forma de descargas de alto voltaje en varias direcciones-

– "Varias direcciones..." – pensó. Eso podría funcionarle. La pregunta era, ¿tendría que pasar algo de tiempo cargando la energía si quería ejecutar correctamente la maniobra?

Unos cuantos Spikys rodaron hacia ellos, intentando empalar con sus picos a los dos Hunters, pero Zero los mantuvo a raya con una serie de disparos rápidos. Fue todo lo que pudo hacer de momento, ya que no podía ayudar a X, desafortunadamente. No sin arriesgarse a volarle la cabeza en el proceso por accidente.

Y entonces, justo cuando más Spikys y Batton Bones llegaron para complicar aún más las cosas, el cuerpo de X repentinamente liberó una descarga eléctrica de alto poder, que dejó fritos a los murciélagos que lo estaban mordiendo, junto con todos los demás que venían a su alrededor. Los Spikys intentaron virar para esquivar los disparos eléctricos, pero Zero se encargó de ellos cuando trataron de rodar fuera del camino.

– ¡¿Qué fue eso?! – le preguntó a X. A falta de un mejor término, estaba en shock por lo que acababa de ver.

– El chip de Spark Mandrill. – respondió X. – Mis sistemas lo registran como "Electric Spark".

– Bueno, pues guárdalo, puede que después sea útil. – respondió Zero. Luego miró hacia el frente y gruñó. – Oh, grandioso. Parece que vienen más pajaritos de los que ocuparnos.

Su alusión era acertada, pues una bandada de Metal Wings rojos y azules, que eran mecaniloides con aspecto de pájaros mecánicos, vinieron volando hacia ellos, abriendo sus picos y disparando una multitud de lásers en su dirección. Incrementando la velocidad para, con suerte, evadir los disparos dentro del confinado espacio de la plataforma en la vía, X y Zero dispararon. El Hunter rojo lanzaba disparos regulares, mientras X comenzaba a experimentar.

En cuanto los Metal Wings se acercaron más, el reploide azul disparó una ronda de disparos de hielo con el Shotgun Ice contra las máquinas voladoras, congelando a varios de ellos y haciendo que se desplomaran en el suelo. Y otros tantos sufrieron una destrucción más explosiva, al recibir una probada de los disparos de Electric Spark al acercarse demasiado.

...

Ya estaban allí, justo al frente. Tuvo que mantenerse escondido hasta que el momento fuese correcto, y los dos Hunters venían acercándose a una de las bifurcaciones en la mina. Desde aquí, podía seguir adelante con su plan y finalmente obtener lo que vino a buscar.

Aun así, había un cierto grado de ansiedad en su núcleo, ya que sabía que, si lo atrapaban haciendo esto, vendrían por su cabeza. Pero en este punto, estaba decidido a llevarlo hasta el final, independientemente de lo que sucedería.

Tenía que hacer esto, para ver si ese reploide era quien él creía que era. El único que realmente podría llevar y estar a la altura del título de ser un "Mega Man."

...

Todo parecía indicar que su suerte había cambiado, ya que no había enemigos presentes ni obstáculos a la vista. Aun así, ninguno de ellos se sentía totalmente tranquilo.

– ¿No tienes la sensación de que alguien nos observa? – cuestionó Zero.

X pensó en esto, sin estar seguro de cómo responder, ya que Zero solía decir que él se preocupaba demasiado. Aun así, si Zero estaba preocupado, en ese caso era mejor ser cauteloso. Pero incluso de ser ese el caso, ¿cómo sabría su acechador hacia dónde iban?

De repente, el techo encima de ellos se abrió, dejando caer una enorme masa redonda y rodante de entre las rocas, cayendo justo en el espacio entre las vías. Dicho objeto rebotó unas cuantas veces del suelo para ganar distancia antes que la gravedad lo forzara a correr por el camino. Eso estaba bien, pues ya había cubierto suficiente distancia.

– ¡¿Qué demo...?! – exclamó X, pero no pudo decir más nada antes que una silueta masiva lo agarrara por detrás, derribándolo de su transporte y cayendo directo a los brazos de quienquiera que fuese el que acababa de aparecer.

– ¡X! – gritó Zero, pero antes de poder disparar, la forma rodante lanzó una esfera de energía de color índigo vibrante que golpeó al Hunter rojo en el pecho. El dolor no fue muy extremo, pero el golpe le provocó un fuerte retroceso, sacándolo de la plataforma y mandándolo a volar de espaldas. Su cuerpo fue arrastrado por la gravedad mientras rodaba colina abajo, descendiendo más y más hacia la oscuridad.

X no pudo articular ninguno de los numerosos pensamientos que corrían por su mente, dividido entre pelear contra su agresor y tratar de procesar hacia dónde iba. Terminaron enviándolo a rodar de frente a alta velocidad, golpeándose repetidamente la espalda contra el suelo y abollando el metal, dejando hendiduras en la armadura azul que cubría su cuerpo. Pese a eso, no recibió tanto daño como podría haberlo hecho, ya que la mayor parte de su cuerpo estaba protegido por el sujeto que lo atrapó. Como si, quienquiera que fuese, no quisiera que se lastimara mucho.

Las escasas luces y el techo de roca pronto desaparecieron, y un vibrante cielo azul con nubes se hizo visible sobre él, mientras unos cuantos Metal Wings volaban hacia afuera para bañarse en la omnipresente luz del sol. El viaje duró muy poco, sin embargo, ya que cuando X y su agresor volaron por el aire y llegaron hasta el otro lado del barranco, una cascada que rugía se abrió, permitiéndoles entrar en un espacio aislado dentro de la montaña. X sintió que lo soltaban, y trató de levantarse, pero fue recibido por un fuego ardiente que puso en llamas todos sus sistemas, forzándolo a desplomarse en el suelo de nuevo.

– ¿Quién...? – gimió, tratando desesperadamente de luchar contra la oscuridad que amenazaba con consumir sus sentidos. – ¿Quién... eres?

La figura no dijo nada, su silueta se volvía cada vez más y más borrosa hasta que no pudo seguir enfocándola. Eventualmente, todo se desvaneció, y la CPU de X quedó en estado de estasis temporalmente, ya que su cuerpo había recibido un choque crítico que desconectó sus circuitos internos por un breve instante.

Eso le daría tiempo a su captor para prepararse, y para asegurarse de que su oponente estuviese en plena forma para lo que vendría después.

Esta historia continuará...


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