Revisitando secretos


– Entonces... ¿no es una bomba?

Noelle LaLinde negó con su cabeza, mientras Blues se incorporaba y se cerraba la placa del pecho. – No, pero eventualmente cesará de funcionar. En vez de un explosivo, puedes considerarlo más como una vela encendida que eventualmente terminará por extinguirse.

La máquina con aspecto de niño de cabello castaño asintió. – Ya veo.

Wily le había mentido. Kalinka seguía en peligro, y él acababa de entregársela directo en las manos a su propio atormentador. Lo que había que hacer era claro. Se levantó de su mesa, caminando hacia la puerta, pero no sin antes tomar su casco.

– Whoa, ¿a dónde crees que vas, guapo? – le preguntó Vesper Woman. – ¿No escuchaste lo que acaba de decir mamá? Tu núcleo va a...

– Ya lo sé. – respondió Blues, cogiendo el casco que ocultaba su rostro por completo. El casco de Break Man. – Pero... todavía no. Hay... algo que tengo que hacer primero.

– ¿Qué quieres decir? – inquirió la Dra. LaLinde. – Blues... – le puso una mano suavemente en el hombro. – ¿Qué ha pasado durante tu ausencia?

– Mejor aún. – Una figura se aproximó desde atrás. – ¿Por qué tienes tanta prisa? Técnicamente ahora deberías estar en cirugía.

Tanto Blues como LaLinde observaron para ver a Quake Woman echándole una mirada a la castaña, luego al brazo de su madre, como si estuviese esperando a que el otro robot intentase algo. No podía articularlo, pero la suspicacia en sus ojos le trajo a su núcleo un cierto dolor que no había experimentado antes, pero aun así le seguía punzando.

– Hay... algo que debo hacer. – respondió él. – Después de eso, les explicaré, lo prometo.

– Blues... – dijo la Dra. LaLinde, pero el niño robótico se había ido. – ¡Espera!

La máquina desapareció en un borrón de luz roja, y la mujer española-filipina corrió en un vano intento de atraparlo, pero fue demasiado tarde. Su dedo no atrapó más que unas luces de colores que se evaporaron en nada

...

De pie sobre la torre parcialmente dañada, Ray B. observaba hacia afuera, viendo su destino a larga distancia. A pesar de todo, tenía toda la intención de llegar a la planta de energía, luego de recibir los detalles de la fábrica abandonada que posiblemente eran su única pista sobre lo que Sigma estaba tramando. Aun así, por lo que le informó uno de los Hunters (Signas, creía que era su nombre), posiblemente tendría que hacer algo de trabajo extra para conseguir la información que necesitaba.

– Por una vez, espero que no hayas golpeado demasiado a alguien. – se dijo en voz alta, iniciando su viaje hacia la planta de energía. Su energía estaba bajando, y necesitaría descansar las próximas horas, pero hasta entonces tenía que al menos tratar de conseguir esto, si no por el bien de los que estaban en la ciudad, quizás por sí mismo y aquellos como él que todavía seguían aquí.

Por escasos que fueran.

...

– ¿Advertencia? – cuestionó Chiyo, luego recordando que, efectivamente, aunque no la había escuchado directamente, sí había oído de vez en cuando sobre ella entre el personal del laboratorio de su padre cuando el reploide azul fue desenterrado por primera vez. – Oh, sí. Eso. – asintió. Aunque todavía no entendía del todo. – ¿Qué con ella? ¿No es su mayor contribución el hecho de que has vivido más que tu propio creador?

X asintió. Por dura que fuese la verdad, seguía siendo la verdad. – A comparación de aquellos que me precedieron, se suponía que no habría otro. – le dijo a la humana. – La programación de Blues estaba en línea, por lo poco que escuché, pero su cuerpo no podía contener la energía que se acumulaba en su propio pecho, y estaba muy reacio a entregar su supuesta libertad. Rock, por otra parte, podía mantener sus niveles de energía sin problemas gracias a que utilizaba un generador en lugar de un reactor nuclear, pero la diferencia de mentalidad entre ambos era muy clara. – Hizo una pausa. – El Dr. Cain y Fujiwara me dijo que probablemente yo tengo lo "mejor" de cada uno, la mente de uno, y el cuerpo del otro. Y no fue sólo por accidente que el Dr. Light me construyó como lo hizo, y aun así, lo hizo. – El reploide azul miró sus manos. – Igual que Blues, Rock, incluso Roll y los Robot Masters, el quería que hubiera más de sólo uno. – Se detuvo de nuevo. – Quería que las máquinas estuvieran en pie de igualdad con los que las hicieron.

– Pero no podía garantizar los resultados. – terminó Chiyo.

– Correcto. – X estuvo de acuerdo. – Él sabía que no viviría para verlo, y que yo jamás podría verlo a él. – Hizo una pausa, mordiéndose el labio. – Pero... se aseguró de que al menos yo podría verlos a ellos. A los otros que había creado. Que seguramente sobrevivirían otros treinta años luego de la partida de su creador.

La humana estuvo de acuerdo. Incluso si la muerte era un obstáculo, el Dr. Light habría pasado la tarea de libera alguien que fuera de su confianza.

– Entonces ¿por qué? ¿Por qué transcurrió un siglo hasta que mi cápsula fue encontrada? – Se detuvo de nuevo, mientras todo lo que llevaba dentro salía a la superficie, siendo su buster su único medio de "terapia" de cierto modo. X no se atrevería a decirlo, ya que aún no consideraba la violencia como una forma de pasar el tiempo, pero la energía liberada y ver los resultados de alguna forma le servía de alivio. Sólo deseaba que no tuviera que resultar en metal roto y circuitos dañados. – ¿Qué sucedió que la programación como la mía fue prohibida mundialmente? Que aquellos que vinieron antes de nosotros fueron... – bajó la cabeza. – ¿Cuándo y por qué cambiaron las cosas?

Chiyo guardó silencio, inseguro de qué responder exactamente. Sí, aunque se había visto rodeada de mecaniloides durante la mitad de su vida y reploides durante la otra, algunas teorías abundaban en relación a lo que pasó con los robots que una vez fascinaron y a la vez aterrorizaron al mundo. Igual que con los reploides ahora, se dio cuenta.

– Tal vez simplemente sea que la historia se repite. – le dijo. Luego se giró para encargar a X. – Aunque ahora, tú estás en una posición para hacer algo al respecto.

– Eso es a lo que le tengo miedo. – confesó X bajando la cabeza.

– ¿Miedo de qué? ¿Tienes miedo de nosotros? ¿De mí? – inquirió Chiyo. Para sorpresa del reploide azul, la humana parecía perpleja por esto. Casi como si lo encontrase divertido de una manera enfermiza. Y quizás lo fuera. Una sonrisa inconscientemente se apoderó de su rostro. – Seguro te habrás dado cuenta que nosotros no somos rivales para ti. Y todos fuimos testigos de eso con el ejemplo que proveyó mi padre.

X se quedó en silencio brevemente, procesando su reacción a la situación.

– ... tal vez tengas razón. Después de todo, el mismo Dr. Light lo dijo. – concluyó, recordando una línea específica de la advertencia dejada en el código de su cápsula, y también en sí mismo.

NINGUNA FUERZA EN LA TIERRA PODRÍA DETENERLO.

– Si ese es el caso, ¿de qué deberías tener miedo? – cuestionó Chiyo. – Si no podemos alzarnos contra ti, entonces... – Se detuvo cuando notó que los ojos de X estaban enfocados en otra parte. – ¿Qué?

X se levantó hasta ponerse de pie, sin estar totalmente seguro, pero al analizarlo más detenidamente, no había forma de equivocarse.

Había una figura saltando de azotea en azotea.

– ... vuelve adentro. Necesito hacer un corto viaje.

...

En ese momento, esperaba que X tal vez se lo tomaría con calma por una vez, a pesar de las circunstancias de la situación presente.

La primera vez que vio la figura correr hacia el interior de la fábrica abandonada que previamente había visitado, y de la cual apenas logró escapar, Ray B. no estaba totalmente seguro de qué había visto entrar con exactitud. Ciertamente, era algo rápido y de constitución delgada, pero aparte de eso, tenía muy poco para seguir. Por supuesto, al investigar el lugar por su cuenta, se dio cuenta que la misma silueta se había topado con él de nuevo.

Sólo que esta vez, se veía un poco más confrontativa.

El área estaba escasamente iluminada y apenas funcional, pero al menos era capaz de discernir la figura, lo que fuera o quienquiera que fuese, se dio cuenta que no era humanoide, sino una criatura de cuatro patas. Era muy rápida, y los disparos de su buster no eran capaz de alcanzarla ya que saltaba alrededor de las mesas de operación y las computadoras desfasadas que necesitaban mejoras desde hacía más de media década, y una vez que el primer juego de mandíbulas aterrizó en su hombro y desgarraron tanto la tela como el metal, Ray B. supo que era mejor salir de allí de inmediato.

No sin antes darle a su perseguidor un pequeño corrientazo para desorientarlo el tiempo suficiente para escapar, pero sobrevivir a ese encuentro fue sólo un retroceso. Por lo que encontró en esos archivos, y lo poco que había escuchado en relación al testamento de la hija de Fujiwara, la máquina sabía que simplemente cortar el acceso a Abel City y el resto de la isla, estaba muy lejos de lo que Sigma tenía en mente.

No, lo que iba a suceder aquí sería una demostración para el mundo, para todos aquellos como él y X. Y más importante aún, sería un mensaje para toda la humanidad.

– Cuyos efectos resultarán en la perdición para todos ustedes. – murmuró, viendo su destino a poca distancia. Ray B. ajustó su cabeza, mordiéndose el labio, mientras una figura muy familiar y con barba y ojos cálidos venía a su mente. – Sé que no he hecho más que causarte problemas, y él es el que hiciste para este tipo de evento. – Sus ojos ocultos ahora se centraban en la ahora activa y reclamada planta de energía. – Es muy egoísta de mi parte, pero debo intentarlo.

Cerró sus ojos, mientras un momento muy específico venía a su mente. La primera vez que fue activado.

"¡Bienvenido al mundo, mi querido y dulce muchacho!"

– ... Tengo que darte una razón para que no te arrepientas de haberme creado. De habernos creado a todos.

...

Aunque él tal vez debería estar en otra parte, al ver a la figura encapotada en la distancia, X no pudo evitar seguirlo, y estaba determinado a ir tras Ray B. mientras se abría paso hacia la planta de energía, que ahora le daba electricidad a la dañada pero todavía parcialmente en pie Abel City.

Aun así, la pregunta seguía en el aire: ¿por qué iba allá en primer lugar?

Agradecido por la ausencia de lluvia intensa y relámpagos, el Hunter azul viajó a través de la ciudad que se iba oscureciendo, todo mientras se mantenía detrás de Ray B. a la vez que intentaba no ser visto. Cierto, no había preguntado, pero la figura enigmática parecía ser del tipo que no le gustaría que lo siguieran.

Por cómo se veían las cosas, las calles estaban sorprendentemente calladas a comparación de lo que había escuchado, sin un solo mecaniloide o Maverick a la vista. Bien, pensó. Era demasiado pronto para repetir lo que ocurrió con Armadillo.

– ... maldito Vile. – refunfuñó X. – De nuevo, tal vez podría haber...

Una buena porción de sí mismo deseaba echarle toda la culpa al antiguo Hunter violeta, pero lo que Firefly le dijo sobre que tuvo tiempo más que suficiente para darle un tiro de gracia también era cierto. En efecto, fue muy cobarde de su parte, X tuvo que admitirlo, no ser capaz de jalar el gatillo. Penguin fue una excepción a la regla, aunque apenas. Y aun así, estuvo considerablemente reacio, y el propio X seguía sin estar seguro del porqué. Sí, había razones muy obvias sobre por qué todos habían estado yendo en contra de quienes alguna vez fueron sus amigos y aliados por un número considerable de años, batallas y dificultades compartidas, de sufrimientos aireados, y momentos que compartieron entre todos. Todo eso se había ido en el espacio de un solo día. Mucho más podría haberse perdido, sí, pero la cantidad de daño hecho era enorme. Y de muchas maneras más allá que sólo haber lanzado misiles a una metrópolis poblada.

Aun así, en una sola área, eso debería haber hecho que X estuviera más dispuesto a tomar acción, tras haber visto la enormidad de lo que su antiguo líder estaba dispuesto a hacer en su campaña. En efecto, era el código, tal como Sigma irónicamente lo había dicho una vez. Los Hunters eran tanto espadas como escudos para aquellos que no podían protegerse a sí mismos, y nadie parecía encajar en dicha posición más que los humanos.

Y aun así, acababa de aprender que había muchos más sobre volverse Maverick que un simple impulso de rebelarse contra la humanidad o de seguir a su Comandante, sin importar a dónde fuera. Cierto, tal vez la mente de Fujiwara estaba llena de cómo utilizaría su nueva posición sobre los demás humanos, y tal vez el propio Sigma estaba cuerdo, pero ahora que había escuchado lo que hizo de la boca de Armadillo, X no podía olvidarlo.

– ...Dr. Light, su sueño. – murmuró. – No sé si ahora podrá ser posible...

Justo entonces, un sonido de revuelo alrededor de una esquina llegó a sus audio receptores, el Hunter azul dio la vuelta con el buster preparado, pero mantuvo la energía a un nivel donde sólo lanzaría un disparo pequeño. Si necesitaba más fuerza, sería fácil de conjurar, pero quería asegurarse. Por supuesto, al poco tiempo se dio cuenta que tal maniobra sería innecesaria en absoluto, sin mencionar ilegal, considerando quién acababa de aparecer.

– T-tú... – Chiyo acababa de salir a plena vista para que el reploide pudiese verla. Su uniforme estaba manchado y mostraba signos de necesitar una lavada, y llevaba su arma en la mano. – ¿Qué estás haciendo aquí?

La joven de cabello oscuro suspiró, con el presentimiento de que no le iba a gustar lo que iba a decirle. A pesar de todo, ¿qué otra opción tenía sino ser honesta? – Sé que estás siguiendo a ese sujeto. – le dijo. – Ray B. ¿correcto?

X asintió. – Y supongo que estás aquí porque quieres venir conmigo, ¿verdad? – le interrogó como respuesta, y ella le respondió desviando sus ojos oscuros hacia un lado. X negó rotundamente. – No, imposible. Ni siquiera deberías estar aquí en primer lugar, es peligroso. Y Roll estará muy preocupada.

– No voy a estar sola. – señaló Chiyo. – Tú estás aquí.

– ¡No puedo llevarte conmigo! – protestó X. – Puede que hayamos recuperado el control de la planta de energía, pero eso no significa que sea seguro meterse en ella sin más. Ten en mente, este momento sería perfecto para los mecaniloides o soldados de sigma empiecen a patrullar el lugar en busca de alguien como tú.

– Mayor razón para que nos quedemos juntos, ¿no crees?

– ¡No, tú no vas a venir conmigo!

– ¿Entonces planeas llevarme de vuelta?

– ¿Qué?

– Piénsalo. – sugirió la humana. – Estás aquí afuera, y yo también. Tú, al ser una máquina, eres inherentemente más fuerte que yo. Y aunque no me topé con nada ni con nadie en el camino mientras te seguía... – miró su arma – ... no vine aquí sin estar preparada.

– Nunca podrías estar preparada. – le dijo X. Se detuvo por un momento, y suspiró. – Y el hecho de que hayas venido aquí... sabías que no podría enviarte de vuelta.

La humana asintió. – Y ya que estás tratando de alcanzarlo, sería una pena si desperdicias tiempo enviándome de vuelta.

El reploide azul maldijo internamente, dándose cuenta que la joven había fraguado este plan en su cabeza en el segundo que lo vio irse. – Me conoces muy bien.

Para su shock, la humana le sonrió con astucia. – Te conozco desde que apenas tenía la mitad de tu estatura.

Aunque no lo articuló, X entrecerró la mirada, incapaz de hacer otra cosa que acceder a su petición. No podía arriesgarse a que hubiese una humana menos. En efecto, en algunos aspectos, sí se parecía a su padre.

...

Ray B. miraba a su alrededor, notando que iba a medio camino de su viaje, ya que la planta de energía estaba a pocos kilómetros de distancia. Aun así, el hecho de que no se estaba moviendo molestaba a su acechador.

El acechador en cuestión no era tan tonto de revelar su presencia, no todavía, no hasta que fuera el momento correcto. Pero aun así, no le importaba que su objetivo pareciera cada vez más sospechoso del mundo que lo rodeaba. Aunque no podía verlo, no desde las sombras de la ciudad vacía y la noche. Se sentía tentado a hacer algún ruido, algún movimiento para hacerlo moverse, pero recordó muy bien lo que su amo le había ordenado.

Seguirlo, pero no dejarse ver. Cuando estuviera solo, entonces podía matarlo.

Finalmente, después de mucho esperar, empezó a moverse de nuevo. La silueta oculta en la oscuridad iba siguiendo a la máquina encapotada mientras seguía su camino.

Las órdenes del amo Sigma, las recordaba muy bien.

...

– Y bien, ¿cuál es tu razón?

– ¿Hm? – Chiyo ladeó su cabeza inquisitivamente.

– ¿Para venir conmigo? – X reformuló su pregunta. – O debería decir, para obligarme a ser tu único medio de protección.

La humana de cabello oscuro levantó una ceja. – Si me abandonaras, ¿estarías tomando una elección?

– No, por supuesto que no. – replicó X. – Sabes que no puedo hacer eso.

– Pero sí puedes, si quisieras hacerlo. – añadió Chiyo. – Podrías hacerme cualquier cosa, doblarme, romperme. – Se examinó su propia garganta, recordando el agarre de Flame Mammoth en su cuello por un momento, y un dolor fantasma la asaltó en la carne de esa área. – Cualquier cosa.

– Bueno, no quiero hacerlo. – le dijo el Hunter azul sin más. – Y eso no tiene nada que ver con ningún código o protocolo.

– ¿Entonces qué?

X se quedó en silencio por unos instantes, cerrando los ojos. – Porque la violencia sólo genera más violencia. Este ciclo se está tratando de la manera equivocada. – le respondió, antes de quedarse callado de nuevo, mientras un ligero aullido de la brisa nocturna llegaba a los oídos de ambos. De inmediato volvió a redirigir la conversación. – Pero volviendo a mi pregunta, ¿cuál fue tu razón para venir conmigo?

Ella notó que él estaba un poco reacio a seguir más allá, y decidió tenerlo en mente para más adelante. Aun así, por ahora no le llevaría a ninguna parte, así que decidió responderle por el momento.

– Ese sujeto, lo reconozco. – le dijo Chiyo a X. – Fumiko, ella... lo trajo a su casa una vez. Pero él saltó por la ventana antes que yo pudiera hacer nada con mis herramientas. Apenas alcancé a vislumbrarlo una vez, pero me encontré con él de nuevo hace muy poco. No estaba segura al principio si había visto al mismo sujeto, pero al verlo encima del edificio... – hizo una breve pausa – ... definitivamente tiene que ser él.

La frustración inicial de X ante que la humana figurativamente le retorciera el brazo para dejarla venir se suavizó un poco. Todo esto estaba relacionado con la chica que se había perdido hacía unos días. Aun así, cualquiera que fuese la información de Chiyo estaba buscando sacar de Ray B. dejaba perplejo al Hunter. ¿Acaso esta interacción le hizo asumir que la enigmática máquina y su amiga fallecida se conocieron entre ellos? Seguía preguntándose eso, pero a pesar de que la humana le imponía su voluntad, no estaba seguro de si podría discutir ese tópico con ella. Dicho eso, todavía preguntó:

– ¿Qué necesitas que te diga?

– No más de lo que él tenga que decir. – respondió Chiyo. – Y si acaso no tiene nada, eso también está bien. Todavía hay un recuerdo compartido de ella que ambos tenemos.

X no dijo nada.

– Aun así... – continuó Chiyo, sin dejarse a sí misma pensar demasiado en eso. Por difícil que fuera, eso no le haría ningún bien, no ahora. – ¿No crees que su repentina aparición resulta algo extraña? Hasta me atrevo a decir, que hasta es conveniente de cierto modo.

El reploide azul se quedó pensando en la pregunta de la adolescente. – Debo admitirlo, es muy extraño que esté familiarizado conmigo. – respondió él. – Aun así, no creo que él sea una amenaza.

– Yo tampoco. – Chiyo estuvo de acuerdo. – Aunque, parece ser muy viejo, pese a su estatura. – Pensó en cuando lo vio por primera vez, en la lluvia. – Se ve un poco antigua, pero aun así, no parece haber diferencia entre ustedes dos, hablando de la programación.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– ¿Qué no es obvio? – inquirió la humana. – Por todo lo que has hablado del retiro de los robots, me sorprende que no te hayas dado cuenta todavía. Él es uno de ellos.

– ¿Él es qué?

Chiyo giró su cabeza, fijando sus ojos en los de X. – Es un robot renegado.

...

– ¿Supongo que habrás dicho todo lo que necesitabas?

– Más o menos. – asintió Firefly, respondiendo a su Comandante. – Creo que entendió el mensaje.

– No estés tan seguro. – respondió el rubio de cabello largo. – Hay algunas lecciones que parecen escapársele a veces.

Actualmente, el motociclista verde y el Hunter rojo estaban parados al borde de un borde rocoso de la isla, y detrás de ellos estaba el faro que previamente había sido encendido, pero ya no enviaba luz hacia el mundo exterior esa noche. Las olas golpeaban contra la barrera de piedras, chocando contra la tierra, como si intentase tragársela toda. Aunque, si las cosas continuaban así, tal vez no quedara mucho para tragarse de todos modos.

– Si me permite el atrevimiento, señor – empezó a decir Firefly – ¿por qué confía tanto a X para esta tarea?

Zero se volteó hacia el otro Hunter. – ¿A qué te refieres?

– Perdón si sueno muy directo, pero usted mismo lo dijo, que hay algunas lecciones que parecen escapársele. – respondió el motociclista. – Con el debido respeto, el potencial para ser una ventaja es sólo tan grande como quien está dispuesto a llevarlo a ese nivel, y él todavía no ha demostrado estar dispuesto a ir por esa ruta.

Zero asintió, para sorpresa del motociclista. – No es que él no sepa lo que hay que hacer, todo el código de los Hunters, y también las Tres Leyes, están arraigadas en su programación como conocimiento fundamental en este punto.

– ¿Entonces por qué sigue dudando? – cuestionó Firefly. – ¿Es que no está al tanto de que nos costó una ventaja enorme al no eliminar a Vile? ¿O simplemente no le importa?

– Por supuesto que sí le importa. – lo regañó el Comandante. Firefly se quedó en silencio. – Aunque, puede que te resulte difícil de creet. X... puede que él tenga la misma etiqueta que el resto de nosotros, pero él no es como nosotros.

– No termino de entenderlo. – confesó Firefly.

Zero miró hacia el océano, mientras la brisa nocturna ondeaba su cabellera ligeramente. – Reploides... robots... mecaniloides... Cuando me volví lúcido por primera vez, no tenía idea de cuál era cual, mucho menos que era importante. – admitió. – Si comparásemos con la escalera evolutiva de los humanos, supongo que los reploides estarían en la cima, con los mecaniloides al fondo. Los robots alternan entre ambos, pero nunca terminan de cruzar la línea entre uno y el otro.

– Perdón por preguntar, pero si X es el predecesor de todos nosotros, ¿cómo es posible que NO sea un reploide, mucho menos el primero de su clase? – cuestionó Firefly.

– Tú también sabes lo que el término "reploide" significa, ¿verdad? – inquirió Zero. – Réplica Androide. Y en teoría, sí, la estructura básica de los sistemas de X nos fue entregada a cada uno de nosotros, pero hubo algo en la transferencia que no terminó de concretarse. Y sea lo que sea esto, es lo que lo hace contenerse. – Hizo una pausa, entrecerrando sus ojos azules. – Y no creo que tenga nada que ver con Sigma.

– ¿Entonces qué es?

Zero se mordió el labio, preguntándose si debería o no compartir su teoría con el otro reploide. Si él mismo también era uno de ellos, su propio origen seguía siendo un misterio por sí mismo. – Puede que tenga algo que ver con lo que ve en sí mismo.

Firefly estaba a punto de preguntar más, pero un pitido empezó a hacer eco en su audio receptor.

– ¿Qué demo...? – respondió la llamada, sólo para darse cuenta que la voz del otro lado no pertenecía a Ai o ni siquiera a Trinity.

– ¡¿Habla el Equipo Zero?!

Al escuchar el tono de urgencia en su voz, el comandante rubio respondió a la llamada. – En efecto, aquí estamos. ¿Qué sucede, Roll?

– ¡Ah, sí! ¡Gracias al cielo! ¡Al fin logré contactarlos! – La otra rubia en la base expresó un evidente alivio. – ¡Disculpen si los he interrumpido, pero hay una emergencia!

Zero alzó una ceja, aunque tuvo un presentimiento de saber a quién se refería. – ¿X está en problemas?

– No... no lo sé. – confesó Roll. – No he escuchado nada de él desde la última vez que lo vi. ¡Pero se trata de Chiyo! ¡Ella desapareció!

– ¿Qué demo...? – El Hunter rojo jadeó, antes de apretar sus dientes. – Esa maldita mocosa... ¿Tienes alguna pista de dónde fue vista por última vez?

– No se trata solo de eso. – respondió Roll. – Tengo una idea de a dónde podría haber ido. Y si mi corazonada resulta ser cierta, sospecho que allí es donde X también debe estar. – Hizo una pausa. – Creo que están juntos.

– ¿Y esto cómo lo sabes? – cuestionó Firefly, sin entender totalmente a dónde querría llegar.

Entonces, desde atrás, vino el sonido de una figura que se aproximaba, y ambos se giraron para encontrarse, para su desconcierto, a la dueña de la voz acercándose a ellos, con la mano en su propio auricular izquierdo.

– Sólo digamos que, después de la última vez que salió corriendo, tuve que tomar algunas medidas personales. – respondió Roll. – Para su propia seguridad.

200X, Residencia Cossack...

– Y entonces Break Man me trajo a donde estaban papá y Mega Man, y fue allí donde me dejaron en la casa de la Dra. LaLinde por el momento, hasta que Mega Man terminó de llevarse al Dr. Wily a la cárcel... – La rubia rusa de nueve años se dejó llevar, explicando su última y bastante emocionante aventura a su querida amiga, Roll, de quien estuvo feliz de escuchar este giro de buenas noticias. Las dos continuaron, y la conversación eventualmente las llevó hacia el enigmático Break Man mismo.

– Dime algo, ¿sabes a dónde se fue? – le preguntó Roll a la humana, que se encogió de hombros.

– Lo siento, no tengo idea. – admitió, riéndose ligeramente. – Aun así, fue hasta cierto punto algo romántico, de cierta manera. Un hermano viene a salvarme a mí, mientras el otro salvó a mi papá y al mundo.

Esta declaración provocó que Roll se emocionara. – Oooh, entonces, ¿cuál de los dos te gusta más?

– Bueno... yo... – Kalinka sintió que sus mejillas se sonrojaban.

Las dos continuaron su conversación mientras otro par de ojos las observaba desde la ventana, completamente fuera de la vista en la densa capa de árboles en el invierno ruso. Salvo por un par que había captado un destello rojo, al igual que algo diferente que las hizo pausar por un momento.

...

– ¡Hey, espera!

Blues se detuvo, girando para ver a Quake Woman acababa de emerger de su amplia morada oculta en el bosque, mientras pequeños copos de nieve flotaban alrededor de una ligera brisa fría. Fue entonces que vio que su antiguo casco había ganado algunas características nuevas. O más bien, las había perdido. El cubrebocas había sido totalmente arrancado, dejando un espacio hueco que dejaba visible su nariz y labios. El resto de su cara también era más visible, pero aún se mantenía envuelta en el misterio.

– Sólo vine para ver cómo estaba Kalinka. No te voy a molestar mucho más. – respondió el DLN fugitivo, asumiendo que ella tampoco lo querría aquí.

– ... No estoy aquí para decirte que te vayas. – le dijo Quake Woman simplemente, dejando claro que, aunque el rescate de la hija de Cossack la dejó en shock, al igual que su secuestro inicial, la confianza seguía todavía muy tambaleante entre ellos. – Pero, ya que fuiste y decidiste hacerte el héroe, ¿dónde planeas recibir reparaciones ahora?

– En este momento, el mejor plan de acción es mantener el daño al mínimo. – respondió Blues, presentando su escudo. – Por una vez, puedo darle un propósito real a esta cosa.

– Perdóname por decirlo, pero es improbable que te mantengas lejos de los problemas. – dijo la Robot Master de coletas, cruzando sus brazos. – Especialmente ahora que no estás exactamente en la lista buena de Wily.

Blues frunció el ceño. – Mayor razón para desaparecerme. – le dijo, dándose la vuelta tras poner su escudo de vuelta en su lugar. – Adiós, Tempo. Diles a Kalinka y Roll que Rock está ansioso de verlas a las dos.

Comenzó a alejarse caminando. Primero fueron pocos pasos, luego más, y pronto estuvo a varios metros, a punto de desaparecer por completo en el bosque invernal de las ventanas.

– ... Una cosa más. – dijo Quake Woman, logrando llegar hasta los receptores de audio de Blues, y haciéndolo detenerse en seco. – Yo... aún no sé qué pensar de ti. Lo que pasó antes ... fue demasiado. – añadió, aunque a diferencia de la vez anterior, estaba tratando de mantener la charla sobre el pasado al mínimo. – Pero, considerando la posición en la que estás ahora, no creo que sea sensato que simplemente te vayas por tu cuenta... no sin algún lugar donde puedas buscar apoyo.

Blues se quedó perplejo, pero lentamente empezó a juntar las piezas. – ¿Quieres decir...?

Quake Woman asintió. – Wily ahora es tu enemigo, y todavía te rehúsas a ir con Light. – Miró hacia la residencia de Kalinka. – Y aunque Cossack podría ser una opción, me imagino que no querrás poner en peligro a la chica nunca más, ¿verdad?

El prototipo de cabello castaño asintió. Aunque era más por hablar desde su propia perspectiva, tuvo que reconocer que, involucrarse con él sería peligroso. Kalinka sin duda le ofrecería ayuda, pero él no tenía intención de dejar que ella se viera enredada en algo como esto de nuevo. No si podía evitarlo.

– Sólo te pido que anuncies con anticipación cuando vienes, y qué necesitas específicamente. – le solicitó la androide violeta y verde al otro robot. – Mi madre tal vez no sea tan brillante como tu creador, pero tiene sus propias habilidades.

Blues se quedó callado por unos momentos, mientras la nieve caía suavemente entre ambos. –... gracias.

Quake Woman se abrazó a sí misma, como si se recuperase de un frío invisible, a pesar de tener que preocuparse poco por los elementos. Al menos no estaba enterrada en todo este hielo y nieve como la última vez... – ... Sólo quería que lo supieras, eso es todo. – dijo echándose atrás, girando su cabeza para observar la mansión oculta en este espeso bosque. – ... sólo ten cuidado.

Con eso, comenzó a volver. Al menos, eso fue lo que se dijo, pero a mitad de camino, se detuvo, y al darse la vuelta, vio que la máquina se había marchado, aparentemente como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.

Tiempo presente...

La verdad era, que había estado allí, observándola cómo se iba, asegurándose que no hubiera otras amenazas en el área. Ciertamente, Wily acababa de ser aprehendido nuevamente, pero el escurridizo anciano siempre tenía múltiples trucos bajo la manga, así que mejor prevenir que lamentar.

Y ya tenía cosas más que suficientes que lamentar.

– Tal vez un día, pueda volver a serlo. – Ray B. recordó a ese tonto y pequeño robot que pensaba en esos momentos. – Tal vez algún día, pueda volver a ser Blues. Sólo... no será hoy. Por ahora, soy el primero de todos los Robot Masters, de todas las máquinas, el prototipo.

Y un momento después, con un renovado sentido de esperanza, se declaró una nueva identidad.

– Por ahora, sin embargo, soy Proto Man. – Ray B. se burló de sí mismo. – Me pregunto cuánto tiempo durará este.

Esta historia continuará...

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