Murmullos
Disparó su pistola de plasma, y el maldito Hunter casi le voló su cabeza con un solo tiro de su buster. Lo peor, ¡el disparo ni siquiera fue cargado al máximo!
Goldminer no poseía pulmones, pero estaba empezando a entender el significado de la frase humana de "quedarse sin aire". No tanto por estar agotado y privado de oxígeno, aunque sus ventilas estaban sobrecargadas al intentar enfriar sus sistemas, pero sí sentía un considerable estrés que afectaba su concentración y estado mental, su tensión y ansiedad iban en aumento ya que se volvía más y más claro que no era rival para el Demonio Rojo.
El Demonio Rojo que sin duda le quitaría su cabeza a su debido tiempo.
Pero tal vez, si lograba llegar hasta su "colección", ¡tal vez tendría una oportunidad! La maniobra sería arriesgada, pero en este punto tenía pocas opciones.
Tomándose un momento para detenerse, al darse cuenta que, para su horror, había perdido de vista al Hunter rubio, Goldminer se refugió detrás de una enorme roca, con sus receptores ópticos buscando cualquier señal de la ubicación del reploide rojo. Para alguien que tenía semejante melena de cabello, el bastardo era sorprendentemente bueno en ser sigilosos.
*¡CLICK!*
...muy, muy bueno.
...
– Entonces, el hecho de que esos Hunters vienen hacia acá, significa que X logró acabar con Armadillo. – musitaba una silueta oculta entre las sombras, aunque en voz muy baja, observando a Goldminer y Zero, pero manteniéndose fuera de la vista de ellos. – Aun así... dudo que lo haya hecho con facilidad, mucho menos ir todo el camino. – continuó resoplando con burla. Un siseo se le escapó. – Probablemente el idiota se haya cansado tratando de provocarlo mientras deliberadamente se contenía. Maldito cobarde.
Tal vez alguien más habría dicho que la prueba de la victoria de X era que las comunicaciones habían sido reestablecidas, pero la silueta oculta no era ningún tono. Lo sabía mejor que nadie, mejor que Sigma, Fujiwara, ¡diablos, mejor que el propio Zero! Conocía bien a ese pelmazo azul, aunque técnicamente había logrado superar el obstáculo frente a él, ese saco de tuercas de Clase B no se desató tanto como podría haberlo hecho. No ejerció tanta fuerza, ni utilizó tantas tácticas, y aquellas que utilizó eran lentas y consumían demasiado esfuerzo y tiempo.
– Armadillo no es un debilucho, por eso nuestro glorioso líder lo eligió como uno de sus oficiales de más alto rango. – musitó la figura para sí misma, todo el rato observando la escaramuza entre Goldminer y Zero que tomaba lugar abajo, y ambos se estaban disparando uno al otro tratando de incapacitar a su oponente. – Pero también está chapado a la antigua. No le daría a X ningún tipo de ventaja o piedad. – Se detuvo por un momento, y luego resopló, observando a los reploides ignorantes a buena distancia. – Pero, conociendo a ese idiota... Armadillo podría estar muerto... pero, si es posible, entonces X no tendrá que quedarse así.
...
Goldminer se quedó tieso, viendo el arma del Hunter, mirando cómo el Hunter rojo posicionaba su arma de tal forma que un disparo directo, no necesariamente uno muy poderoso, sería todo lo que necesitaba. Aun así, pese a su situación actual, el Maverick no pudo evitar hacer evidente su desprecio por el otro reploide.
– No entiendo por qué te molestas tanto. – se burló, con sus receptores ópticos fijándose en los bordes chamuscados del pelo rubio. – El negro contrasta bien con el tono claro, diría yo.
– Veamos si todavía crees eso, cuando el interior de tu córtex cerebral tenga el mismo color. – siseó Zero peligrosamente, sin dejar de maldecir al Maverick por haberle dañado sus mechones, fuese de manera intencional o no. – Y ya me has dado razón más que suficiente para mostrártelo.
– ¿No me vas a arrestar primero? – cuestionó Goldminer. – Eso no es exactamente profesional para un Hunter, especialmente con el tipo que se supone que ahora está a cargo.
Zero no dijo nada, pero el Maverick pudo ver que apretaba los labios con ira.
– Y yo aquí pensando que Sigma había dicho que tú eras el más decisivo de ustedes dos.
– ¿Dos?
– Sí, ya sabes, el tipo azul. – respondió Goldminer. – Aunque, quizás un trabajo de pintura de color amarillo le quedaría bien a él también.
– No te atrevas a hablar de X de ese modo. – le advirtió Zero. – Eres muy descarado al decir eso, considerando que has pasado los últimos minutos haciendo todo a tu alcance para evitarme. Al menos puedo confiar en que X se hizo cargo de Armadillo.
– Aun así, sólo fue porque lo obligaron. No finjas que crees que haría su mejor esfuerzo. – espetó Goldminer. El Maverick entonces entrecerró los ojos. – Ya lo conoces desde hace el tiempo suficiente, y Sigma todavía más.
– Y tú no sabes nada de él en absoluto. Quizás sea por eso que me estoy cansando de escucharte hablar. – replicó Zero, apuntando pero todavía sin dispararle. Seguro, Goldminer tal vez cargaba algo de sabiduría en su evaluación del reploide azul, X estaba más dispuesto a someter y capturar al criminal antes que utilizar el método más "certero" que prefería Zero. Aunque ese hecho por sí mismo tal vez debería haberle dado a Goldminer un cierto sentido de precaución, si bien no al menos una pizca de auto-preservación.
Y aunque sí, Goldminer claramente estaba tomando cada acción en cuenta, también parecía tener cierta motivación más allá del hecho de mantenerse con vida. En lugar de simplemente huir de Zero, parecía estar yendo en una dirección específica, oculta fuera de los túneles y pasajes principales de la mina. El antiguo criminal convertido en lacayo de Sigma claramente poseía una valentía limitada, así que lo que fuera que estuviera buscando debía de tener algún valor.
Suficiente como para arriesgarse a morir.
– ... Si significa algo, al menos tu amigo tendrá un nuevo accesorio que irá con el resto de su traje nuevo.
Zero por un momento perdió la concentración, ya que su mente se desvió hacia lo que acababa de decir Goldminer, pero no se atrevió a mover su buster. – ¿Qué dijiste?
– ¿Hm? ¿No lo notaste de camino aquí abajo? – cuestionó el Maverick. – De nuevo, eso tampoco importa, considerando que el verdadero está...
*¡BOOM!*
– ¡Deja la mierda, y responde a la pregunta!
Goldminer se quedó tieso, el disparo concentrando de plasma hizo añicos una gran porción de la roca que se encontraba a pocos centímetros de su domo. Zero no había fallado su objetivo, simplemente dejó claro que, si llegara a ello, el Hunter rojo no tendría escrúpulos en hacerle lo mismo al Maverick en cualquier momento.
– Se supone que estén ocultas, y Sigma les ordenó a todos que mantuvieran sus manos lejos de ellas, pero parece que algunos reploides no pueden evitarlo. – Goldminer seguía hablando, tratando de alejarse discretamente. – Por supuesto, hay algunos que tratan de acercarse a alguna de ellas, y dicen que a veces suceden cosas extrañas. – Se encogió de hombros. – Aunque no estoy seguro sobre la que podrías haber pasado por alto, ya que esa no es real.
Zero sólo pudo presentar una mirada de perplejidad, decepcionando a Goldminer, pero sin que lo supiera, sus palabras claramente resonaban entre ellas.
Y mientras tanto, oculto entre las sombras, un ojo solitario rojo comenzó a brillar con una inquietante intensidad.
– ¡Nos vemos!
Tomando esa distracción como su oportunidad de escapar, Goldminer le disparó a una estalactita de roca que colgaba sobre ellos, provocando que la formación de rocas casi le cayera encima a Zero fallando por pocos milímetros, y sólo porque el Hunter rojo saltó fuera del camino al último segundo. La concentración de roca endurecida de tierra salió dispersando esquirlas por la propia energía de Zero, y el disparo cargado envió trozos de roca a volar por todas las direcciones.
Pero, cuando todo se aclaró, el "Demonio" de pelo largo vio que su criminal se había ido, apenas vislumbrando un destello de él cuando giró en una esquina y se adentró más en las profundidades de la montaña
Aunque Zero lo siguió, Goldminer ahora tenía más de un perseguidor pisándole los talones. Y la nueva adición a lo que ahora sería un trío no tenía intenciones de dejar escapar al Maverick tan fácilmente.
Afueras de Abel City...
El mundo fuera de la metrópolis dañada, y la pequeña entrada frente a la enorme boca abierta en el oscuro edificio que se alzaba frente a la máquina encapotada permanecían en silencio, pero sus palabras casi hicieron que el universo entero para Roll se quedara callado como si hubiese muerto.
– ...¿Matarnos?
Ray B. se mordió el labio, y sus ojos ocultos se entrecerraron mientras la voz de la chica robot renacida hacía eco por todo su procesador. A pesar de la madurez de su voz, aún podría reconocerla por lo que solía ser.
El mundo del cual una vez había sido parte. Un mundo que en última instancia ya no existía.
– Lo admito, "matar" es una descripción muy amplia y variada. – respondió la máquina a su guía. – Pero su meta final es asegurarse que ya ustedes no puedan moverse. Y una vez que eso suceda, dudo mucho que dejen algo intacto entre lo que sea que logren echarle la mano encima. – Miró brevemente a su alrededor. – Y si estas piezas de chatarra no sirven, hay muchas rocas por todos lados.
Unos cuantos momentos de silencio transcurrieron antes que Roll pudiese reunir el valor para preguntar más.
– Pero... ¿por qué razón querrían los humanos matarnos? – cuestionóRoll. – Quiero decir, tomar represalias contra las fuerzas de Sigma es comprensible, pero ¿por qué querrían atacarnos a nosotros? Somos los Maverick Hunters, ¿no? Aquellos que fueron puestos aquí específicamente para combatir amenazas como ésta, ¿no? – Esperó unos segundos, y luego añadió. – Además, no puedo decir lo mismo por mí, pero los modelos estándares de reploides están hechos para soportar daños razonables que no exceden ciertos límites. Harían falta más que sólo unas cuantas rocas.
– ¿No fuiste tú la que habló sobre el comportamiento potencialmente errático que la gente puede demostrar bajo ciertas circunstancias? – preguntó Ray B.
– Bueno, sí, pero estaba hablando mayormente sobre Chiyo, respecto a su decisión de abandonar los refugios y salir hacia las calles. – respondió Roll. – Nadie podría entender por qué tomó una decisión tan imprudente y estúpida en ese momento. – Luego resopló. – Te lo juro, para los seres mecánicos que supuestamente tienen circuitos más desarrollados para el procesamiento de señales abstractas y sensaciones, casi todos aquí tienen la misma inteligencia emocional de un mecaniloide.
– Ser demasiado emocional tampoco es bueno. – replicó Ray B. – De hecho, muchos errores y malentendidos han sucedido sólo porque algunos pocos no usaron la cabeza. – Hizo una pausa. – Pero, en el caso de ella, probablemente estaría más segura fuera del refugio que adentro con los demás.
– ...sí, sus relaciones no la hacen exactamente popular con la gente, incluso aquí. – confesóRoll. – Pero están aquellos puestos a cargo que lidian con cualquier problema que pueda ocurrir entre los humanos, y unos cuantos Hunters están siendo desplegados de manera rutinaria allá. – le dijo ella. Seguro, incluso si no le tienen la más alta estima debido al nombre de Fujiwara, todavía es muy claro que ella y su padre no tienen traicionar a los de su propia especie en común.
– ¿Tú crees que eso les importa?
– ¿Qué cosa?
Ray B. suspiró. – Entiendo tus sentimientos, pero... la gente. – se detuvo un momento. – No, los seres vivos que residen aquí, tanto las criaturas de carne y de metal...
Se detuvo de nuevo. No tenía intención de revelarle mucho, si acaso le decía algo en absoluto, aunque fuese sólo para ahorrarle el dolor de lo que sabía, pero el paisaje desolado en el cual se encontraba en ese momento destruyó cualquier ilusión de mantener a la reconstruida y mejorada DLN en la oscuridad por más tiempo.
Pero, por Asimov, quería que así fuera. Él quería que ella nunca tuviera que saber lo que sucedió.
– Dime algo, Roll. – empezó a decir. – ¿Cuánto recuerdas? ¿Cuál es el último evento del que sabes algo, antes que las cosas empiecen a... ponerse borrosas?
Al principio, Roll creía que dar una respuesta sería simple, un simple fragmento de memoria extraído directamente de su procesador, pero al verlo, se encontró sin estar totalmente segura de cómo proceder. Sí, ciertamente ahora estaba al tanto de que literalmente todo había cambiado, y de que muchos a quienes conoció ya no estaban, algunos casos desafortunadamente inevitables, tal como su creador o aquellos como Cossack o LaLinde. Pero, incluso con su deceso inevitable como humanos, eso todavía no explicaba dónde se habían ido todos los demás.
¿Qué pasó con ellos?
– ... ¿Esto tiene algo que ver con la razón por la que X fue sellado por tanto tiempo?
– Sí, pero respóndeme primero, por favor. – pidió Ray B., antes de inquirir de nuevo – ¿Cuál es la última cosa que recuerdas? ¿Cuál fue el último día que supiste que aún vivías en ese mundo?
¿El último día?
Técnicamente, mentiría con su respuesta si dijera que su muerte, cuando fuera que vino, ocurrió después de la memoria más reciente de ese tiempo ya lejano, pero tras lo que pudo conjurar, lo único que sabía era que una sensación abrumadora de ardor le consumía todo el pecho.
Y luego, que estaba mirando los ojos verdes de su hermano menor.
Pero una noche, una noche que tuvo lugar no mucho después que el mundo fue salvado de nuevo, esta vez de una fuerza invasora conocida como los Stardroides que habían ocupado una estación en la luna, y en esencia, habían continuado lo que su padre, Ra Moon, había comenzado.
Y a diferencia de antes, la rubia de coleta se encontró atrapada en el medio.
Seguro, mucho de eso afortunadamente también se le había perdido, pero había un evento en particular que ocurrió durante la celebración de la victoria de su hermano.
O más bien, lo que tuvo lugar fuera de ella.
...
Ella apenas pudo vislumbrar la desaparición de un invitado en el evento en el último segundo, cuya forma desapareció de la vista en el momento en que Roll se dio cuenta de quién era la figura, y el cómo, a pesar de lo que acababa de ver, no tenía un dispositivo teletransportador instalado en su cuerpo.
La rubia debatió sus opciones en ese momento, ya que sabía que se darían cuenta de su ausencia si se marchaba, pero al mismo tiempo, mentiría si dijera que estaba totalmente cómoda dejando a solas a su amiga. Ya que, aunque el mundo estaba de nuevo a salvo, esta victoria no vino sin una gran cantidad de sacrificio.
Tomando prestado el aerodeslizador por un breve período, Roll logró localizar hacia dónde había ido la otra máquina gracias al sensor que el Dr. Light había colocado en él, para poder estar al tanto de dónde estaban sus hijos. O al menos, los pocos que aún quedaban.
Para su sorpresa, el robot que escapó se había ido a Grecia, de todos los lugares, específicamente la isla de Creta, pero Roll descubrió que no se encontraba en ninguna de las áreas pobladas en las Islas Mediterráneas. No fue sino hasta que recibió noticias de que Centaur Man se venía acercando, que había visto a la persona (técnicamente robot) de interés adentrarse en los sectores salvajes de lo que tal vez fuese la cuarta aldea costera por donde buscó.
Sin embargo, lo que le dijo la tomó por sorpresa.
– Ella no dijo mucho. – le dijo el Robot Master equino a la DLN. – Sólo que quería ir a donde florecían las Lágrimas de Asterea.
Cierto, aunque Roll no se avergonzaba del hecho de que le encantaba el lenguaje de las flores o devota de cualquier cosa que potencialmente pudiera ser considerada "romántica", no estaba exactamente segura de lo que quiso decir Centaur Man al principio. Pero, luego de ver mejor desde un punto más elevado en la aldea marítima, vio un lugar de interés que le podría haber guiado potencialmente a donde quería ir.
Quizás no fuesen lágrimas literales, pero había una multitud de flores silvestres situadas justo afuera de los límites de la aldea. Y en efecto, tras unos pocos momentos luego de escanear visualmente el área, vio a su amiga mirando a lo lejos en el campo de flora natural de las islas griegas, particularmente en una colección de plantas específicas que, al aproximarse a ellas, Roll se dio cuenta que efectivamente reconocía esta especie.
Aster, plantas florecientes de la familia Asteraceae. Recordaba haber tratado de cultivar algunas de estas al notarlas en el conservatorio del Dr. Petil en Brasil. Aunque ella estaba un poco más convencida de que a Plant Man le interesaba en algo más que sólo las flores que ella deseaba cultivar, el Robot Master prácticamente la comparó con cada espécimen con el que se cruzaban.
Sus pensamientos en relación al Robot Master floral se detuvieron cuando vio a quien estaba buscando, de espaldas a ella y con la mirada totalmente enfocada en el oscuro, pero sorprendentemente hermoso, escasamente iluminado abismo que colgaba sobre la Tierra, y cuyas coletas largas de cabello castaño oscuro danzaban ligeramente en la gentil brisa nocturna.
Roll había pasado la última hora buscando a esta colega máquina, pero ahora que estaba en su vista, se encontró insegura de qué hacer. Sí, había encontrado a su amiga, ¿ahora qué? Mejor todavía, ahora que estaba aquí, ¿habría tomado la decisión correcta? ¿Debería haber dejado a su colega máquina en paz? Tal vez había sobrepasado un poco sus límites al ir tras ella después de todo.
Pero, cuando estaba considerando darse la vuelta, la figura frente a ella se movió.
El movimiento fue ligero, apenas visible, pero al darse cuenta Roll no pudo dejarlo pasar. Los hombros acorazados de su amiga, otra robot como ella, aunque una que tuvo un extensivo y confuso conflicto con su propia programación y procesador central, se sacudieron brevemente. Pero, como si hubiese sido capturado en el segundo correcto, no pasó por alto.
Y antes de que Roll pudiese ofrecer algún consuelo, o pensar si necesitaba alguna ayuda, le habló.
– ... Ella tenía razón.
La rubia se detuvo. – ¿Q-qué?
– Vesper Woman. – La figura le respondió, en una voz femenina pero ligeramente más baja de tono en comparación a los DLN's, como si fuese una réplica de una adolescente. – Una vez debatí con ella en relación al término de que las estrellas son "diamantes en el cielo", como dice la canción. – La Robot Master (o tal vez, en su caso, Mistress) verde y violeta, hizo una pausa, y su normalmente tranquilo y relativamente inexpresivo semblante se fue desmoronando contra su voluntad. Lo que fuera que venía era inevitable, sin importar cuánto deseara contenerlo. – No entendía la relación, ya que las estrellas son cuerpos gaseosos de calor que no poseen ninguna forma sólida sobre la cual pararse, a diferencia del carbón endurecido por siglos, tal vez incluso milenios.
Roll se mordió el labio, enrollando los dedos reflexivamente ante la tensión que se formaba. – Tempo...
– Y además, no es sino hasta que una estrella muere que tal vez pueda considerarse similar a un diamante o algún otro mineral de la tierra. – continuó la otra máquina. Tempo, o Quake Woman. – Sólo entonces deja de emitir luz y deja de poseer las cualidades que la hacen calificar como un cuerpo astral vivo. Es poco más que un objeto frío y pequeño que flota en el espacio.
La DLN rubia comenzó a caminar alrededor, circundando para tener una mejor vista del frente de la otra robot. La piel clara de la mucama contrastaba con la complexión más morena de su amiga, teniendo la presencia de un bronceado prominente en la piel artificial. Cierto, una vez había sido más "clara" en cierto momento, pero eventualmente, la Robot Master había optado por oscurecerse un poco más. Una precaución debido a haberse involucrado en relación a Dark Man y la campaña de desprestigio contra Blues. A pesar de la razón inicial, fue un ajuste que la propia Roll había motivado, y en sus palabras, el tono más oscuro ayudaría a resaltar sus ojos.
Tempo no pudo evitar debatir si decir "receptores ópticos" habría sido más apropiada, pero no parecía estar de humor para preocuparse por esas cosas. No, su mente estaba en otra parte.
Al llegar cerca de ella, Roll vio que el literal buster de roca (una ironía que no se le escapó, incluso cuando intentó juntar a Tempo y a Rock en cierto momento) sostenía algo, y ambas manos cargaban el objeto firmemente, pero tratándolo como si fuese de un material más frágil que porcelana china. Sin embargo, considerando lo que era el objeto, tal vez fuese sólo eso.
El casco de Proto Man, que alguna vez fue de Break Man, gravemente agrietado y dañado con el visor partido en varios lugares, estaba en posesión de la otra máquina. Quake Woman sostenía la pieza de equipamiento protector como si fuese parte de su propio cuerpo. Sus receptores ópticos se movieron hacia la multitud de plantas que las rodeaban.
– ...¿Has visto estas flores antes? – le preguntó Tempo a Roll, y la otra robot se vio desprevenida ante la repentina pregunta.
– Uh, sí. – respondió la DLN. – Ásteres. Son una variedad muy popular para tener en patios últimamente. Quiero decir, está la variedad aromática, y también la de manera azul, calico, escarcha, Nueva Inglaterra y Nueva York.
– Acorde con su clasificación... – continuó Tempo, con sus receptores ópticos enfocados en los diferentes botones de rojo, rosa y amarillo. Pero entre esas mayorías se podían distinguir las escasas pero sobresalientes ásteres de púrpura brillante. – Se les considera perennes, en el sentido de que están condenadas a marchitarse, igual que toda la vida orgánica, pero bajo las condiciones correctas, pueden regresar y volver a florecer otra temporada. – Sus hombros volvieron a sacudirse, esta vez con un movimiento más violento. Se arrodilló, todavía sujetando el casco de Blues, pero soltó un brazo para palpar con sus dedos color marfil los delgados pétalos.
Entonces, Roll lo vio.
Humedad. Algo líquido se estaba formando en la esquina del ojo de la otra máquina.
– Es una pena, y una vergüenza. – dijo Quake Woman, cuyas lágrimas ahora salían libremente de sus ojos, chorreando por sus mejillas y regando ligeramente las ásteres debajo de ella.
Las palabras de Centaur entonces hicieron click. Las Lágrimas de Asterea.
– Eso llevó una serie de eventos como este, para que un automatón mecánico supuestamente inteligente, pudiese entender algo tan simple. – Se inclinó, sosteniendo el casco contra su pecho. – ... Pero él lo entendió sin mucho esfuerzo. En efecto, a pesar de las diferencias en nuestros componentes, él era más... avanzado que yo. – Otro aliento reprimido. – ... Hay algo sobre las flores de áster. Se dice que solían ser las lágrimas de una diosa que lloraba cuando el cielo estaba desierto, pero la edad de oro había terminado, así que huyó del mundo para escapar de su destrucción. – Sus receptores ópticos se desviaron desde las flores hacia las estrellas que colgaban arriba, y el visor roto de Proto Man reflejaba los puntos esparcidos de luz brillante en su superficie. – ... Puede que ya no sea la edad de oro, y tal vez nunca vuelva un tiempo como ese nunca más, pero... – Se quebró por primera vez. – ... Si tiene cosas como éstas, tal vez sea hermosa a su manera.
Y entonces, sólo unas palabras más podrían decirse antes de que se desplomara por completo, haciéndose pedazos mientras sus piernas sucumbían, y caía al suelo antes de que su voz se viera abrumada por sollozos.
– ... Pero él nunca lo sabrá...
...
Aunque ese recuerdo en particular de lo que le vino a la mente no fue exactamente lo que le contó a Ray B. en su totalidad, Roll igualmente respondió a su pregunta. – ... y después de eso, me encontré en Arcadia con la revelación de que tengo un hermano menor. No hay nada más en medio. Entonces, ¿qué es diferente ahora comparado con ese entonces, al menos, alguna diferencia de la que yo no sepa nada?
Su única respuesta fue silencio.
– ¿Sr. Ray B.?
– ... ¿Ella dijo eso?
– ¿Qué?
– Tempo. – le dijo. Luego, como si se acabara de dar cuenta que se había ido de lengua, se corrigió. – T-tu amiga, quise decir. Ella... ¿realmente dijo eso?
– Por supuesto que lo hizo. – confirmóRoll. – Cierto, es lo último que recuerdo de ella y, bueno, de todo lo demás, pero incluso si ella misma no era exactamente mejor en comunicarlo de manera abierta... nunca fue buena para ocultar cómo se sentía.
– ...no, no lo era.
– ¿Qué dijiste?
– Nada. – respondió Ray B. rápidamente. – Pero aun así, mantengo mi punto. Antes, incluso con lo que pasó en relación a los Stardroides y Ra Moon, aquellos como ella y tú podían seguir viviendo en ese mundo sin miedo. Era un mundo que, aunque tenía sus dificultades con las relaciones entre seres mecánicos y los de... origen natural, por decirlo así... – hizo una pausa. – Aún seguía habiendo lugar para ti. O al menos, habían aquellos en los lugares correctos que reconocían que tenías un lugar entre ellos.
Más silencio se apoderó de ambos.
– .. pero ese mundo ya no existe. – dijo finalmente tras unos momentos donde nada excepto el ambiente de un paisaje ruinoso era todo lo que podía escucharse. Miró hacia abajo, viendo que, para su decepción, no había donde girarse sin poner un pie sobre piezas abolladas y destruidas que una vez funcionaron y vivieron como si fuesen nuevas.
Las piezas abolladas y destruidas de alguien...
– Bueno... en ese caso, ¿en qué clase de mundo vivimos ahora? – inquirióRoll, sin estar totalmente segura de a dónde querría llegar Ray B. con todo esto, pero la forma en que dijo sus palabras indicaba que lo que decía era vital. Tal vez incluso para ella y las vidas de todos los demás.
La máquina encapotada no le respondió por un momento, aunque si fuese debido a que no fue capaz de articular lo que deseaba expresar, o a que simplemente no quiso decirlo, Roll no estaba segura. Pero, antes de entrar en esa aparentemente abandonada fábrica fuera de Abel City, la dejó con una última declaración que la perforaría.
– ... un mundo donde no sé quién sobrevivirá, si es que alguien lo hace, porque lo que sucedió antes volverá a suceder. – dijo mientras daba un paso al frente. – De hecho... ya ha comenzado.
Minas de Zalts...
– Bueno, sí que eres un tipo escurridizo. – murmuró Zero en voz alta, habiéndose detenido, por una vez, durante un segundo para evaluar su entorno, luego de que Goldminer se le escapó otra vez de las manos.
En efecto, se estaba empezando a cansar de esto.
El Hunter rojo se sorprendió bastante de que, dado el estado actual de las cosas y que pronto volverían a reclamar esta sección en particular de la isla, X parecía haber tenido más éxito que él en completar su tarea. Seguro, Zero todavía tenía sus dudas de si X habría o no ido todo el camino y "eliminado" a Armadillo, pero si las comunicaciones estaban otra vez en línea, probablemente habría logrado alguna semblanza de victoria.
Dicho eso, incluso si tenía mayores esperanzas con el reploide azul que con el Maverick que estaba persiguiendo ahora, el rubio de pelo largo tuvo que admitir que, pese a sus intenciones, el Hunter de Rango B tendría que cambiar pronto su mentalidad de duda y empezar a tomar acciones decisivas, y no sólo por su propio bien.
– Hey, niño bonito. – lo llamó una voz familiar. Zero se giró para ver a Goldminer parado en la entrada de un túnel distante, al parecer esperando a que el otro reploide notase su presencia. – ¡Ven y atrápame, si puedes!
Goldminer luego corrió hacia la entrada del túnel. Zero a su vez empezó a perseguirlo, al mismo tiempo que la tercera parte del grupo permanecía oculta en la oscuridad, mientras rastreaba tanto al Hunter como al Maverick mientras continuaban su pequeña persecución.
– Idiota. Es igual de inútil que X. – se burló la figura, cuyo ojo rojo seguía a ambos a través de la red de pasadizos.
Él también entró, ocasionalmente revisando si su arma estaba lista para utilizarse. Y con ese pensamiento, antes de ponerse en marcha le lanzó una mirada penetrante a Goldminer.
– Falso, ¿eh? – murmuró, deslizando los dedos sobre el largo barril de su cañón de hombro. – Bueno, si ese es el caso, alguien tendrá que servir de prácticas hasta que llegue con el niño dorado de Sigma.
Cámara de Armadillo...
El silencio que debía ocurrir luego de su derrota había llegado, sí, pero aun así descubrió con el pasar de los segundos al ir lentamente recuperando la conciencia, no era eterno.
Al menos, no todavía.
Pero ¿cómo podía ser? Lo habían vencido, superado, su oponente logró hacerlo caer y... un momento.
...su oponente.
Armored Armadillo pronto se dio cuenta que no estaba muerto. Estaba golpeado y dañado, sí, mucho más de lo que esperaba que X sería capaz de infligirle, pero todavía seguía entre los vivos. Y aun así, al intentar levantarse, se dio cuenta que también había quedado inmovilizado.
Aunque se enorgullecía de considerarse a sí mismo un maestro disciplinado del combate en relación a lo que su forma menos humanoide era capaz de hacer, el mamífero metálico de bandas se dio cuenta que toda su paciencia se había agotado en el encuentro previo, así que empezó a girarse y retorcerse, tratando de ver si podía mover cualquier cosa, un brazo, una pierna, la cola, lo que fuera.
Ni siquiera pudo mover un dedo.
Sin mencionar que, aunque tal vez sus sistemas apenas estaban volviendo a funcionar, se encontró que se sentía algo... frío.
– No te recomendaría eso. – Una voz interrumpió sus pensamientos, trayéndolo de vuelta a la realidad, y sus sentidos lentamente volvieron a él mientras una figura familiar se manifestaba frente a él. – Apenas te recuperaste un poco del estado en que estabas, pero estás muy lejos de haber vuelto al cien por ciento.
Los receptores visuales comenzaron a funcionar como debían, y con el tiempo, el sentido de la vista de Armadillo había regresado, permitiéndole entender completamente lo que había ocurrido durante su breve período que presumió estar "muerto", al igual que lo que el reploide azul le había hecho.
Bueno, para empezar, para sorpresa de Armadillo, el Hunter no había cometido ninguna gran estupidez. Al menos, no del todo. Cierto, el hecho de que él siguiera convida era un mal juicio de su parte, pero a pesar de esta inútil compasión suya, X no se había rendido por completo a basar sus acciones en la relación que él y el Maverick una vez tuvieron.
El Met que había estado apostado afuera ahora era sujetado por X como si fuese un pequeño juguete, y el antiguo miembro de la Unidad Acorazada se dio cuenta que lo habían reparado, pero apenas lo suficiente para hacer funcionar su procesador y su núcleo. Aparte de eso, y francamente, se sentía como si le hubieran tirado de la espalda, una hazaña que él al principio creía imposible.
– "Otra razón para nunca envidiar a los humanos." – pensó. Incluso aunque había sido sanado por su adversario, no era libre de irse a donde quisiera, ya que todo su cuerpo excepto su cabeza estaba encerrado en un grueso bloque de hielo, comprimido de manera densa y muy recientemente. Armadillo giró su mirada hacia X. – Y yo que pensaba que tenías escrúpulos sobre utilizar las armas de otros.
X se mordió el labio, pero a pesar de eso le respondió. – Entonces, supongo que sigue en el aire si utilizaré o no la tuya. – Le dio una mirada al miembro de la familia de los Xenartha. – Pero por el momento, ciertamente ha hecho su trabajo en relación a hacerse cargo de ti.
Armadillo entrecerró los ojos. – ... Si no vas a acabar conmigo, ¿entonces por qué decidiste no dejar de lado cualquier precaución en el viento?
Fue entonces que, para sorpresa del reploide de bandas, la expresión de X se tornó estoica y profesional. Casi como si fuese el Maverick Hunter que se suponía debía ser. Y entonces, le proveyó a su "prisionero" una respuesta.
– Porque la pelea ya se terminó. – declaró X. – Pero la discusión todavía no. Y francamente, todavía tengo algunas cosas que decirte.
Esta historia continuará...
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