Los Maverick Hunters


20 de diciembre, 21XX...

En apenas unos pocos meses, X se encontró experimentando un montón de cosas nuevas desde entonces. Ya que Arcadia era una ciudad-estado localizada en Japón, eventos como el 4 de Julio y Día de Acción de Gracias, Cain los celebraba en solitario. Sin embargo, con lo que había visto de los archivos de memoria de Roll, incluso las fiestas "extranjeras" como esas lo interesaban. Aunque resultase ser algo que no le importaba mucho, quería experimentarlas alguna vez. La celebración de Cain del día que su país natal decidió separarse del dominio de Gran Bretaña era fascinante, viendo que sólo él y Roll estaban presentes para celebrar con él.

Y aunque fuera un poco incómodo, por el hecho de que ningún reploide, menos ninguna forma de vida mecánica, podía consumir comida humana, Roll encontró la solución al producir algunas de los tornillos de colores que le había visto preparar hacía tiempo. Éstos no tenían un "sabor", pero masticarlos creaba una sensación muy placentera y explosiva en su boca. El Dr. Cain señaló que sonaba muy similar a un tipo de golosina llamada "Pop Rocks", y también comparó la energía líquida en el vaso de X a los refrescos gaseosos. De nuevo, no tenían sabor, y a pesar de los reploides principalmente funcionaban con cristales de energía creados artificialmente, todavía requerían de un número pequeño de fluidos esenciales para su funcionamiento.

- Sabes, si comes Pop Rocks y bebes soda al mismo tiempo, tu estómago explotará. – dijo el Dr. Cain, provocando que X escupiera el tragó que tomó de su Tanque-E. Cain, lejos de esperar que energía verde líquida saliera volando hacia su cara, se encontró tosiendo y escupiendo el fluido, casi incapaz de creer lo que acababa de pasar. Roll inmediatamente cubrió al hombre con una toalla. Por suerte, ella había mezclado las "bebidas" al punto de que no fueran letales para los humanos, pero eso no mejoraba el gusto, acorde con Cain. Pero habría un lado positivo, o eso dijo Cain. – No sé si comparar eso con la peor limonada de todos los tiempos, o el mejor tequila que jamás haya probado.

Ahora, X se había dado cuenta que estaba a punto de tener su primera Navidad. Cierto, aunque Japón tenía pocos miembros de la religión que la celebraba principalmente, la fiesta seguía siendo todo un evento. Mientras caminaba por las calles nevadas, el reploide azul veía numerosas figuras, tanto humanas como reploides, ateniendo sus asuntos en lo que probablemente fuese compras de Navidad. Decoraciones como luces callejeras enrolladas con oropel verde, y hombres de nieve falsos colocados fuera de varias tiendas llenas con personas listas para gastar sus zennys. Estaba algo concurrido y agitado, pero mientras él pudiera salir de su cuarto en el laboratorio, lo tomaría. De hecho, le hacía apreciar la quietud en el laboratorio de Fujiwara o el estudio de Cain. Roll estaba súper emocionada por las fiestas, especialmente al ver que sería la primera Navidad que tendría con su "hermano menor", aunque X se vio incapaz de abrazar el espíritu de la temporada del todo.

Aunque las cosas parecían haber vuelto a una normalidad relativa, lo que había pasado en los meses anteriores en relación a estos reploides volviéndose "Mavericks" hizo que las relaciones entre los androides replicados y sus creadores y compañeros humanos se tornaran algo tensas. Cierto, todavía caminaban mezclándose entre sí, y por lo que X había visto, su existencia y la de aquellos que surgieron a partir de él seguía siendo aceptada por el público. Aunque sólo eran rumores, Roll le había contado que los padres de Fumiko estaban considerando ordenar un reploide que pudiese hacerse cargo de las tareas domésticas. Y si era cierto, no serían los únicos. En los últimos meses, especialmente ahora en diciembre, los reploides clasificados como "personalizados" eran vistos de manera igual de prominente que aquellos que eran diseñados para mano de obra.

- Aparentemente, quieren una con diseño femenino. – le dijo Roll. – Y el Sr. Takenada quiere que sea, y cito, una muy linda, pero su mujer no quiere que sea demasiado linda.

- Y al decir "linda" claramente se refiere a otra cosa. – respondió X.

- Claramente. – respondió Roll, y luego negó con la cabeza. – Algunos humanos tienen gustos muy extraños.

Al principio, X pensaba que las relaciones entre humanos y robots podrían incluso ir en "esa" dirección, pero Roll rápidamente cambió el tema. Le dijo que hablarían más de eso cuando él fuese un poco más "mayor".

- "Si tengo más de un siglo de edad, ¡diablos!" – se quejó mentalmente. – "Y aunque yo FUERA más joven que ella, que NO lo soy, ¡tengo la misma IA que ella!" – Cruzó los brazos. – "Me trata como si tuviese cinco años eternamente en su mente."

De repente, una enorme y retumbante explosión casi lo sacó volando. Tanto humanos como reploides comenzaron a gritar y a correr del shock y terror buscando huir de la escena. X observó alrededor tratando de ver si encontraba algo, pero no tuvo que mirar muy lejos ya que un enorme vehículo con ruedas salió volando por encima de él hasta estrellarse contra los ventanales de una tienda cercana. Trozos de vidrio salieron volando por todos lados, y la gente intentó cubrirse a sí mismos o a sus seres queridos, mientras varios reploides buscaban protegerlos o evacuarlos fuera de allí. Tal vez fuese mera curiosidad, pero X se encontró atraído hacia lo que estaba sucediendo, y fue hacia la fuente de la destrucción en lugar de buscar alejarse.

- ¡Sí, así es! ¡Corran! ¡Corran, patéticos monos! – se reía a carcajadas una voz algo chillona, sonando como un payaso demente. Y al verlo, X descubrió que encajaba muy bien con esa etiqueta.

El reploide estaba compuesto mayormente de extremidades redondas, y claramente quien lo construyó había pensado en un diseño de payaso o bufón. Tenía hombros y articulaciones de color negro que conectaban su torso con sus piernas y un pecho violeta con botones amarillos brillantes, y un delineado que hacía que el metal tuviera aspecto como de un chaleco. Su cara era una superficie blanca y lisa con delineados rojos alrededor de su boca y ojos, y un orbe rojo servía como su nariz. Dos extensiones sobresalían de la parte superior de su cabeza, con el aspecto de un sombrero de bufón con campanas doradas en los extremos. Si X hubiese estado activo durante la época del Bombardero Azul, seguramente habría comparado al reploide con Clown Man. Pero a diferencia del Robot Master construido como una atracción para el parque de diversiones, este ser mecánico parecía regodearse por los sonidos de los gritos de pánico a su alrededor.

Luego, de pronto vio al reploide azul que lo estaba mirando. – ¿Y tú qué quieres? Espera un segundo... – Se sujetó la barbilla, registrando los detalles en la apariencia de X. – No le pertenecerás a uno de estos humanos estúpidos, ¿verdad?

- Uh, no. No pertenezco a nadie. – respondió X. Siendo honestos, aunque el tono del payaso sonaba genuinamente curioso, el reploide azul seguía aprehensivo a lo que acababa de ver. Dio un paso al frente. – ¡Pero no creo que eso importe, en comparación a lo que está pasando! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

- ¿A ti qué te parece? – se burló el payaso. – ¡Le estoy dando a estas bolsas de carne una probadita de lo que pienso! ¡Ellos creen que soy un estúpido juguete hecho para su diversión! ¡Como si fuera una enorme broma para ellos! ¡Pero ahora, nadie se volverá a reír de mí! ¡Nunca, jamás!

X no estaba seguro si el payaso era consciente de la ironía de esa declaración, pero no tuvo tiempo de responder, pues alguien más se le adelantó.

- ¿En serio? ¡Porque estoy a punto de enseñarte lo estúpido que suenas ahora!

Una motocicleta Ride Chaser voló por encima de X y del reploide con aspecto de payaso, y el jinete se giró de lado para frenar hasta detenerse. Luego saltó fuera de su asiento y le apuntó con una pistola de plasma al reploide payaso. El recién llegado tenía armadura verde con secciones de azul pálido sirviendo de conexión entre ellas y las partes más exageradamente proporcionadas. Una gema roja, más prominente que la de X descansaba sobre su casco verde, y sus audio-receptores tenían unas pequeñas aletas que tocaban sus mejillas, junto con otras colocadas más arriba.

- Pierrot Unidad-021. – habló el reploide verde, con una voz que sonaba joven y masculina como la de X, pero este sujeto sonaba como si un evento como éste fuese solo un día ordinario para él. – Estás bajo arresto.

X observó la apariencia del otro reploide, particularmente el arma que portaba. – "Esperen... ¿podría ser que sea uno de ellos?" – Otra vez sus ojos se fijaron en el arma de fuego. – "¡¿Podría ser un Maverick Hunter?!"

El payaso, Pierrot, miró al reploide que le apuntaba con la pistola con confusión. – ¿Y quién diablos eres tú?

El reploide verde sonrió como si estuviese esperando una pregunta como esa. – Mi nombre es Firefly, y desde este momento – se preparó – ése será el último nombre que vas a escuchar si no obedeces.

- ¿Oh, de verdad? Si ese es el caso, y ya que sabes quién soy – de repente, la muñeca derecha de Pierrot se soltó, y su mano salió disparada de frente, conectada por una cadena extensible – ¡¿Qué tal si te doy un saludo especial?!

...

A poca distancia de allí, Sigma estaba de pie encima de un edificio cercano, observando a Firefly combatir contra la unidad Pierrot, pero aun así, X permanecía al margen de la situación.

- Entonces, ¿cuándo va a hacer algo este sujeto? – cuestionó una reploide femenina, mirando hacia abajo y observando al reploide verde enfrentarse al payaso.

- Paciencia. – le dijo Sigma. – Ya he visto de lo que es capaz. Pero no se les olvide, es de él de quien todos nosotros provenimos.

- ¡Feh! A mí no me parece tan impresionante. – dijo, o más bien graznó, un reploide de aspecto menos humanoide. A pesar del hecho de que podía hablar claramente, su voz sonaba chillona y cómica, muy a la par con su apariencia.

- Bueno, si alguien no hace algo pronto, ¡yo iré para allá! – dijo otra de las figuras que observaban lo que tenía lugar, dando un paso al frente sólo para ser detenido por Sigma.

- "No, todavía no." – Los receptores ópticos azules del reploide más alto sabían que si dejaba que las cosas continuaran así, él y los demás tendrían que intervenir, pero por ahora necesitaba observar más. Necesitaba ver si la figura azul allá abajo sería capaz de actuar.

...

De vuelta en la escena, Firefly continuaba disparándole a Pierrot, que usaba sus extremidades extensibles para esquivar los disparos. El payaso era sorprendentemente flexible, capaz de doblarse y torcerse en ángulos extraños, y sus muñecas y tobillos podían extenderse para tratar de agarrar al sujeto que le disparaba. En aquel momento, su agilidad le permitió subirse encima de un poste de luz cercano, y Firefly le apuntaba con su arma para volver a disparar. Pero desafortunadamente esto era lo que el payaso esperaba. Pierrot se lanzó hacia abajo y pateó al reploide verde en todo el pecho, mandándolo a estrellarse contra su Ride Chaser, y enviándolo junto con su vehículo a dar tumbos por el suelo. Y al ver la pistola de plasma en el suelo, el payaso inmediatamente fue a cogerla.

- ¡GAH!

Sólo que no tuvo oportunidad. Primero, Pierrot se miró la mano izquierda para darse cuenta que había recibido un disparo, y que la cubierta de metal de su miembro estaba echando humo por un nada despreciable agujero, si bien el disparo no había penetrado totalmente su mano. Luego, el payaso vio quién le había disparado, y se quedó estupefacto de ver que el reploide aparentemente apacible con el que se había topado antes venía corriendo hacia él apuntándole con un cañón de plasma en su brazo derecho.

- Te sugiero que te entregues. – le advirtió X, con la voz firme aunque calmada.

En respuesta, Pierrot disparó su otra mano en la dirección de X, pero éste saltó hacia atrás, evitando el puño por los pelos. Luego, viendo que el payaso se había enganchado de otro poste de luz, el reploide azul disparó otra ráfaga de plasma impactándole en la otra mano, y desencajándole el agarre a Pierrot. Fue a estrellarse contra el duro concreto que tenía debajo, y X ya estaba encima de él, con el arma todavía apuntándole en su dirección.

- No intentes esforzarte de más. Recuerda que estás herido. – dijo dando un paso al frente, tratando de restringir al al otro reploide para que Firefly pudiera, tal como dijo antes, arrestarlo.

- ¡E-Espera! – suplicó Pierrot, alzando ambas manos dañadas. – ¡Me rindo! ¡No dispares!

El reploide verde ya se había puesto de pie y volvía a la escena, sorprendido de ver que su colega máquina también estaba armado. De inmediato comenzó a gritarle a X. – ¡Deprisa! ¡Acaba con él! ¡Hazlo de una vez!

- ¡No, no lo hagan! ¡Por favor! – suplicó Pierrot. – ¡I-iré con ustedes! ¡Ya no causaré más problemas! ¡Sólo no me disparen!

El reploide verde observaba, esperando que cualquiera de los dos hiciera un movimiento. – ¿Qué estás esperando? ¡Acábalo antes de que intente algo!

- ¡No lo haré! ¡Lo juro! – dijo el payaso, mirando a X con ojos llenos de terror. – Por favor. Creo que... creo que estoy enfermo.

X alzó una ceja debajo de su casco. ¿Enfermo? ¿A qué se refería con...? Y en ese momento X se dio cuenta de lo que podría estar diciendo.

- ¿Quieres decir que crees que podrías tener el virus? – preguntó X, a lo que Pierrot asintió en respuesta. – Entonces tienes que ir con él. Si el virus está en etapas tempranas, habrá tratamientos para limpiar tus sistemas. – Le extendió la mano a Pierrot, luego de retraer su Buster de regreso a su antebrazo. – Vamos, hay que llevarte a la clínica más cercana.

Pierrot extendió la mano, pero su semblante sumiso rápidamente cambió por una sonrisa maligna que pintó toda su cara. Agarrando la mano de X, el payaso le dio un golpe bajo en el abdomen, desorientándolo y permitiéndole coger la pistola de plasma. De inmediato atrapó al reploide azul sujetándolo en un candado y le apuntó con la pistola en la cabeza.

- ¡Un movimiento en falso, y lo mato! – bramó Pierrot, sujetando a X tan fuerte como podía mientras retrocedía. Firefly apretó los dientes, y sus ojos cafés miraban furiosos al bufón renegado, que se rio sombríamente. – Ahora que ya tengo su atención, ¿qué tal si me dicen algunas cosas?

Firefly estaba perplejo, pero tal vez si lo mantenía hablando podría ganar tiempo y crear una oportunidad para que el rehén se pudiera liberar de esta situación. – ¿Qué cosas?

- Bueno, para empezar, ¿qué hicieron con mis amigos? – cuestionó Pierrot. – Llévame con ellos, y dejaré que este sujeto se vaya.

Firefly cruzó los brazos. – Ya es un poco tarde para eso. El Comandante y el resto del escuadrón se encargaron de ellos incluso desde antes que yo llegara aquí.

Los ojos del reploide payaso se ensancharon. – ¿Q-qué dices?

- En este momento, tú eres el único que queda.

El terror y la furia de Pierrot se acrecentaron, mientras miraba a su rehén, y luego al otro reploide que había venido a detenerlo. – Entonces... – dijo en voz baja. X vio al payaso como si estuviese a punto de llorar, si pudiera producir lágrimas. – Entonces, ya no tengo nada que perder, ¿verdad?

Apretó su agarre en X con más fuerza, a sólo momentos de jalar el gatillo.

- ¡Hiya! – gritó una voz chillona desde detrás de X y el payaso, pero antes de que cualquiera pudiese ver a quién pertenecía, Pierrot se encontró volando por los aires tras ser golpeado.

X cayó al suelo junto a él, pero escuchó a alguien aproximándose antes de levantarse. Volviendo a incorporarse, vio que acaban de llegar dos figuras, e incluso más, potencialmente salvándole la vida. Frente a él estaba un reploide casi igual de alto y con la misma constitución que él. Una silueta negra y bien formada cubierta con hombreras, antebrazos, botas y un casco que ocultaba su rostro de la vista, su armadura era de un color violeta con detalles dorados, y había un espacio con forma de T que le permitía ver al reploide. Aunque X no estaba seguro, podría jurar que por un segundo vio un solitario ojo rojo mirándolo desde la oscuridad que creaba el casco.

Pierrot finalmente se desplomó en el suelo, aterrizando con un golpe seco y rebotando sobre la dura carretera donde cayó.

- ¡Ataquen! – gritó la voz chillona triunfante; X miró para ver a quién le pertenecía. Para su sorpresa, era otro reploide, pero no tenía aspecto similar al de un humano. Al contrario, se parecía más a un animal, a un pingüino.

El pingüino tenía una figura redonda; sus muslos y brazos eran relativamente más delgados que sus antebrazos y pantorrillas, y especialmente destacaban sus anchos hombros y pecho amarillo brillante. Un cinturón rojo también se podía ver alrededor de su cintura. Tuvo que detenerse luego de deslizarse por la sección congelada que había creado para tomar a Pierrot por sorpresa; sus enormes ojos (con irises verdes relativamente pequeños) tenían un delineado azul por debajo que enmarcaba un largo pico de plata cuya porción inferior estaba coloreada de amarillo. Dos unidades de contención de color rojo estaban situadas en su espalda, conectadas a su nuca de color oscuro, y dos gemas rojas descansaban sobre su coronilla.

- No es un ataque si solo hay uno. – se burló el reploide violeta, claramente sin estar impresionado.

El pingüino resopló, y aunque X no estaba seguro de ello, podría jurar que vio que el pájaro hinchó las mejillas y su cara se ponía roja. – ¡Lo que sea! ¡Sólo hazte cargo de este sujeto! ¡Yo me ocupo del niño!

El reploide violeta no respondió, sino que corrió hacia el derrotado Pierrot mientras el pájaro gigante caminaba (con un cierto tambaleo de lado) a lado hacia él. – ¿Estás bien?

- S-sí. – respondió X.

Pierrot finalmente había recuperado el sentido tras la caída que sufrió y se encontró una pistola de plasma apuntándole directo entre los ojos. Y entonces, antes que cualquiera pudiera protestar o motivarlo, el reploide violeta jaló el gatillo, y un rayo rojo atravesó la cabeza del payaso, destruyendo completamente el centro vital de su cavidad cerebral. Su expresión quedó congelada para siempre con unos ojos y labios muy abiertos que parecían a punto de separarse para suplicar piedad. Pierrot resopló antes de caerse al suelo, convulsionándose por un momento antes de quedarse flácido e inmóvil.

- ¡Vile! – gritó una reploide femenina, mientras ella y otra figura mucho más grande saltaban desde arriba, siendo el más grande de los dos quien la sostenía con un brazo. – ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!

Al principio, X casi la confundió con Roll ya que tenía una cola de caballo rubia muy similar, pero en lugar de sus mechones cubriéndole la frente se separaban en un prominente pico de viuda. Su armadura externa estaba compuesta de musleras, antebrazos y cuello rojos y blancos. Llevaba una diadema roja mientras que sus audio-receptores eran blancos, haciéndole parecer como si llevara una cinta para el pelo. Sus ojos eran más azules que verdes, pero estaban mirando al reploide violeta (que asumió que se llamaba Vile) de manera fulminante.

Pero el que la cargaba casi lo dejó sin aliento, aunque no necesitaba respirar. – ¡¿S-Sigma?!

Aunque la cara del reploide era reconocible, el resto de él no lo era. En lugar de un cuerpo sin armadura, al parecer por fin le habían proveído de una propia. Llevaba un peto verde con un cullo de plata y hombreras anchas, antebrazos azules con bandas plateadas alrededor de las muñecas, y manos similares a las de X, pero con líneas rojas en las articulaciones de sus dedos. Adicionalmente, llevaba unas botas cafés con bandas plateadas alrededor de las rodillas y empeines, y tenía una gema roja en el centro del pectoral rojo, mostrando un abdomen oscuro con metal blanco rodeándolo.

La reploide rubia fue puesta en el suelo, e inmediatamente corrió hacia donde estaba Vile. – ¡Necesitábamos vivo a ese sujeto! ¡Tenía información vital sobre por qué esas unidades Pierrot enloquecieron!

- ¿Enloquecieron? – cuestionó Vile, el reploide de cara oculta, burlonamente antes de resoplar. – ¡Estos sujetos sabían muy bien lo que hacían! ¡Estaban causando destrucción por pura diversión! ¡En lo que a mí concierne, les hice a este niño estúpido y a todo mundo aquí un favor! – Se acercó y puso un pie encima de la cabeza de Pierrot, pateándolo para que se viera mejor la cara del payaso. Desde debajo de su casco, Vile miró con satisfacción. – Para esto fuimos construidos, ¿no? Uno pensaría que, con ese gigantesco cerebro tuyo, serías lo bastante inteligente para saber eso, Ai.

Ai estaba a punto de pisotear hacia Vile, pero Sigma le puso la mano en el hombro. Luego miró a X; el reploide más pequeño desvió la mirada, incapaz de ver de frente esos penetrantes ojos azules. Su expresión era calmada y neutral, pero X no podía evitar preguntarse si Sigma estaba expresando frustración de manera silenciosa. Frustración dirigida hacia él.

Pero pronto relajó cualquier arruga en su rostro y llamó a los miembros de su equipo. – ¡Firefly! ¡Penguin! – El reploide verde y el pingüino miraron a Sigma al der llamados. – ¡Verifiquen los daños! Luego, Ai, haz un diagnóstico a la unidad Pierrot.

- ¡Sí señor! – respondió la rubia, corriendo hacia el payaso exterminado.

- Y Vile. – Sigma entonces fijó sus receptores ópticos en X – Quiero que escoltes a X al cuartel general.

Ambos reploides se quedaron perplejos por semejante orden. – ¿Estás hablando en serio? – comenzó a protestar Vile. – Este sujeto arruinó totalmente...

- Escóltalo hacia el cuartel general. Es una orden. – Sigma se alejó para unirse a Ai mientras examinaba a Pierrot.

Vile y X intercambiaron una mirada, ninguno de los dos totalmente seguro de qué hacer respecto al otro. Sin embargo, parecía que el reploide azul no estaría volviendo al laboratorio de Fujiwara pronto.

Más tarde...

El edificio frente a X era relativamente pequeño, muy similar a una estación de policía de los humanos, aunque estaba compuesto de estructuras más inclinadas, y el exterior era blanco, igual que muchas otras estructuras en Arcadia. El reploide de color violeta se paró al lado de X, trayéndolo a su ubicación actual.

- Si ya terminaste de mirar, vamos a entrar. – le dijo a X.

- ¡Oh, s-sí!

Vile no dijo nada más, y tanto él como X entraron al edificio. El interior era igual de blanco que el exterior, y Vile llegó a X hasta un elevador a poca distancia.

- Espera. – dijo X de repente. Aunque el rostro ocultaba su rostro (o tal vez FUERA su rostro), Vile comenzaba a sentirse algo molesto con el reploide azul. – Este edificio sólo tiene un solo piso. Es decir que este elevador no tiene a dónde ir.

- A ningún lado, excepto hacia abajo. – respondió Vile.

Antes de que X pudiese cuestionar más al respecto, el elevador comenzó a descender, hundiéndose en la tierra y yendo a una distancia razonable de la superficie. Así que bajaron, bajaron y bajaron, hasta que finalmente llegaron a su destino. Los paneles de la puerta se abrieron para revelar un corto pasillo con unas cuantas puertas de cada lado. Pero había una sola puerta al final del pasillo que sobresalía del resto.

Principalmente, porque era la única que ya estaba abierta para ellas.

- Sígueme. – ordenó Vile, y el reploide azul lo acompañó atravesando la puerta, y se encontró con las mismas figuras de antes presentes en una cámara pequeña y blanca que coincidía con el interior que vieron arriba.

Sin embargo, esta sala tenía algunas diferencias. Para empezar, este lugar parecía ser simultáneamente un área de reuniones y un centro de comunicación, varios monitores conectados a una supercomputadora desplegando un mapa general de la ciudad, y también de la ciudad-estado propiamente dicha. Una pequeña mesa estaba situada en el centro de la habitación, alrededor de la cual se habían sentado todos los reploides que había visto antes, incluyendo al que montaba en la Ride Chaser y el propio Sigma. Estaban observando un mapa de la Ciudad Blanca sobre un monitor cuadrado construido en el centro.

- Ah, X, Vile. Me alegra que se hayan unido a nosotros. – los saludó Sigma. Vile fue a sentarse junto a los demás reploides, dejand solas con para ser observado por cinco pares de ojos, que variaban de intrigados a indiferentes. – Saludos, X.

- Saludos también para usted, señor. – replicó X. A pesar de tratar de mantener un tono cordial y calmado, no podía evitar pensar en por qué habría sido traído aquí. Mejor todavía, ¿qué lugar era éste?

Sigma alzó una ceja sin pelo. X se preguntaba si habría hecho algo malo, pero el reploide más alto de pronto cambió su expresión a una divertida. – Hm, si ya me estás llamando de esa manera, encajarás muy bien.

¿Encajar bien? ¿A qué se refería con...? Un momento. ¿Estaba donde creía que estaba? Sigma había mencionado algo sobre el "cuartel general", pero no podría haber estado seguro. Pero ahora, no podía negarlo. Estaba aquí en presencia de un equipo de élite que fue reunido para combatir amenazas Mavericks.

Estaba en presencia de los Maverick Hunters.

- Como estoy seguro de que lo habrás deducido ahora, hemos sido asignados y formados por el consejo para proteger a la ciudad-estado de Arcadia e investigar cualquier incidente reportado que potencialmente haya sido provocado por actividades Maverick. – explicó Sigma. – Nuestro francotirador y maniático de las motocicletas, Firefly. – el reploide verde saludó a X con la mano, que le devolvió el saludo. – Nuestra navegadora y operadora, Ai. – La rubia simplemente le lanzó a X una mirada con expresión neutral, como si el que él estuviera aquí ni siquiera le interesara. – Nuestro miembro más único, y parte de un programa experimental, Chill Penguin. – El pájaro sacó el pecho tratando de verse más impresionante. – Y nuestro experto en armas, Vile. – El susodicho no dijo nada, pero mantuvo sus receptores ópticos ocultos fijos en X, manteniendo su expresión oculta e indescifrable.

- Bien, gusto en conocerlos a todos. – dijo X. – Pero si puedo preguntarles, ¿por qué me encuentro aquí?

Ai fue quien habló entonces. – Bueno, para empezar, estás en violación al artículo 234: ningún reploide puede llevar armas ocultas sin licencia. – Su tono sonaba muy estricto. – Aunque dadas las circunstancias, estamos dispuestos a dejarte ir con un cargo menor.

- Oh. – X se maldijo por no considerar el artículo en ese momento. Sospechaba que algo sucedía cuando Vile lo trajo aquí. Bueno, sí, seguro. Gracias.

- Firefly agradece tu intervención. – señaló Sigma. – Aun si las cosas no resultaron a tu favor.

X bajó la cabeza avergonzado. Había sido un completo idiota, lo sabía. Pero todavía tenía una pregunta por hacer. – ¿Obtuvieron alguna información sobre si los sistemas de ese reploide estaban infectados o no?

La sala se quedó en silencio por un breve instante. – Infortunadamente eso es información clasificada. – le dijo Chill Penguin. – Al menos para ti.

- Hey, dale un respiro. – habló entonces Firefly. – Es gracias a él que esa unidad Pierrot no pudo utilizar sus manos. – El Hunter verde señaló hacia el brazo donde X portaba su Buster. Luego vio que los ojos del reploide azul se abrían momentáneamente. Finalmente, pareció entender de lo que hablaba. – Algo como eso nos sería de mucha ayuda.

- "Especialmente con el caso más reciente." – pensó Sigma. Miró a X, y él le devolvió la mirada, siendo ésta la razón por la que por la que lo trajo aquí. – X, tengo una propuesta para ti.

Al día siguiente...

- ¡¿Ahora eres parte de los Maverick Hunters?! – exclamó Roll, que había venido a ver a X en la residencia del Dr. Cain. El paleobotánico había decidido tratar de reorganizar sus libros, para lo cual Roll se ofreció voluntariamente a ayudarle. Y descubrió que, aunque los humanos tenían años de experiencia estudiando vida vegetal antigua y en leer historia y filosofía en su propio tiempo, el hombre todavía no recordaba cómo poner sus libros en orden alfabético. – ¿Cómo rayos es que la "A" terminó donde va la "Z"? – murmuró mientras agarraba el susodicho libro para ponerlo donde pertenecía.

- Bueno, no exactamente. – le dijo X, mirando los estantes. – Estoy más bien en capacidad de informante.

- ¿Informante? ¿Para qué? – cuestionó Roll, continuando con su trabajo. – ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que el Dr. Cain puso estos libros en orden correcto?

- "Todos están mal colocados y desordenados." – gruñó X para sí mismo. Cierto, a veces él dejaba sus cosas regadas en su cuarto (a pesar de lo que Roll decía), ¡pero esto era diferente! Aun así, él y Roll estaban teniendo una conversación, así que él le respondió. – Admito que no puedo dar muchos detalles, pero viendo que tengo conexiones directas con el Dr. Cain y Fujiwara, podrían convertirse potencialmente en objetivos y necesitarían protección.

- ¿Protección? ¿De qué? – preguntó Roll, sin que le gustasen mucho estas noticias.

- Bueno, Sigma cree que podría haber una conexión entre los incidentes Maverick. – explicó X. – Todavía no han localizado al programador responsable por crear el virus que causa los errores en el programa, pero ha habido un reciente giro de acontecimientos que podrían guiar a Sigma y a su equipo en la dirección correcta.

- ¿Y eso sería...?

Cuartel general de los Maverick Hunters...

- Ha habido reportes de una cierta figura presente en todos los sitios donde tuvieron lugar los incidentes. – explicó Ai, mientras las pantallas electrónicas mostraban el mapa de Arcadia frente a ellos. Había varios puntos rojos en diversas locaciones esparcidas por varias locaciones alrededor de la ciudad-estado. – El primer avistamiento conocido tuvo lugar por aquí, justo alrededor de una planta de producción de reploides. – dijo mientras señalaba un área alrededor de la frontera.

- Esa planta produjo algunos de los reploides que fueron con el Dr. Cain en su excavación cuando ocurrió el primer incidente Maverick, ¿correcto? – preguntó Firefly.

- Exactamente. – asintió Ai. – El programador debe haberse infiltrado y hackeó la computadora principal que administra todos los componentes de los sistemas de los reploides. Cada uno de ellos uba a ser instalado en una unidad individual. Desafortunadamente, tres de estas unidades estaban infectadas, pero luego del incidente en la excavación, cada reploide que esta fábrica produjo fue retornado y probado. Por suerte, sólo esas tres unidades contenían el Virus Maverick. Aparte del que Mega Man X exterminó, los otros dos reploides pudieron ser llevados a estudio y limpiados en sus sistemas. El virus estaba en sus etapas tempranas, así que no estaba muy desarrollado como para causar daños mayores. Y aunque no haya sido declarado un problema, esos dos pudieron proveernos una lista de síntomas potenciales, así que ahora la detección temprana es posible.

- Pero eso no nos ayuda a combatir el virus. – añadió Firefly. – Y sólo está empeorando.

Ai asintió sombríamente. – Y con cada avistamiento, la corrupción solo va de mal en peor. – Señaló otro punto rojo en el mapa. – Aquí es donde ocurrió el más reciente. Y poco después que nuestro hombre misterioso visitó la planta de producción aquí, toda una línea de reploides dieron prueba positiva con el Virus.

- Pero ¿cómo pudieron entrar y hacer tanto daño en una sola noche? ¿O incluso en unas pocas horas? – graznó Chill Penguin. – ¡Por muy bueno que sea el programador, ningún humano puede trabajar tan rápido!

- ¿Y quién dijo que el culpable era humano? – señaló Vile. – Y aunque lo fuera, no sería tan estúpido como para ir por su cuenta a causar problemas.

- Ese es otro detalle que recientemente salió a la luz. – intercedió Ai. – El sospechoso fue descrito, según los reportes, con la forma estándar de un reploide. Es decir que, hasta este momento, todo lo que sabemos es que a dónde quiera que va este reploide, el Virus Maverick va con él. – A continuación, los cinco Hunters estudiaron el mapa de la ciudad-estado donde residían actualmente, notando cómo los puntos indicaban que los avistamientos se iban acercando más y más a áreas poblados. – No puedo creer que diga esto, pero casi parece un agente de contagio por cómo se está esparciendo.

- Pero los virus computarizados no funcionan de esa manera. – dijo Firefly. – Quienquiera que esté haciendo esto TIENE que estar haciéndolo a mano. – Tenía que ser así. ¿Qué otra opción habría? – La única pregunta que queda es ¿dónde atacará la próxima vez?

Sigma miró el mapa, contemplando cuál sería el siguiente movimiento que harían él y su equipo. Pero los bizarros patrones frente a él eran considerablemente confusos. ¿Para quién estaría trabajando si el sospechoso visto en la escena era en efecto un reploide? Aunque no estaba fuera de las posibilidades reales que un reploide crease un programa de computadora, mucho menos un virus, ¿qué razón podrían tener para crearlo en primer lugar? Algo que causaba que otros como ellos perdieran toda razón y pusieran en peligro a otros a su alrededor sin duda afectaría su propia existencia. ¿Por qué crear algo que podría destruirlos?

Pero esto tendría que ser resuelto pronto, de lo contrario, las cosas sólo empeorarían.

En la residencia del Dr. Cain...

Por fin, luego de mucho tiempo, habían llegado a la mitad de organizar los estantes. Aunque este fue un enorme alivio para él (los sistemas de X eran incapaces de comprender cómo un humano tan inteligente podría ser tan desorganizado), notó que su hermana se había quedado inusualmente callada.

- ¿Roll? – le preguntó. Parecía estar inmersa en sus pensamientos. – ¿Hey, Roll?

- ¿Hm?

- Pareciera que quieres decir algo.

La reploide rubia lo miró confusa. – ¿Qué? No, estoy bien. Sólo que estaba viendo cuántos de estos faltan por poner en su lugar.

- Y dices que yo soy un mentiroso terrible. – señaló X. Roll estuvo a punto de argumentar que NO estaba mintiendo, pero no dijo nada y volvió a su tarea a la mano.

X no sabía qué querría decir, pero por la expresión en su cara, insegura y en conflicto, sospechaba que tal vez fuese algo más personal. Si ese era el caso, mejor mantener la boca cerrada, pero...

- En realidad... – Roll finalmente decidió hablar – sí hay algo que he querido preguntarte. Bueno, tal vez debería decir que es para el Dr. Cain, ¿pero podrías decírselo de mi parte?

- Claro. – respondió X, agradecido de que decidiera hablar, aunque confuso. – ¿Qué necesitas?

Roll se quedó callada, contemplando cómo formular su pregunta exactamente, pero tras unos breves momentos, finalmente encontró las palabras que buscaba. – ¿Por casualidad no sabrás cuándo será la siguiente expedición del Dr. Cain?

Ahora X se quedó todavía más confuso, pero aun así respondió. – Será en un par de meses. ¿Por qué?

- Bueno... – Roll empezó a jugar nerviosamente con su coleta – Me estaba preguntando si... ¿podrían incluir un miembro más en el equipo?

Esta historia continuará...

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