La carretera

Tenía una sola oportunidad. Debía cruzar esa brecha; de lo contrario, tendría que buscar otra forma de entrar a la ciudad. Encontrar otro camino no era el problema, sin embargo; el problema era el tiempo, ya que no tenía demasiado. Y mientras el sol comenzaba a ponerse en la distancia, se dio cuenta que tampoco lo tenía nadie más.

Pasando de largo a los vehículos abandonados, X se encontró cara a cara con un solitario Gun Volt. El pesado mecaniloide abrió sus paneles en los "hombros" y disparó dos misiles, ambos con la mira fija en el reploide. X se agachó hacia un lado cuando se acercaron demasiado, logrando evitar su programa de objetivo justo a tiempo. Pero si les daba suficiente tiempo, ambos regresarían y volverían a atacarlo, así que tenía que deshacerse de ellos tan rápido como fuera posible. Así, una vez que logró hacerse a un lado, el Hunter azul lanzó un par de disparos directo a los misiles, acertándoles a ambos.

Los proyectiles explotaron, dañando varios de los vehículos abandonados que lo rodeaban, lo que no fue su intención. El Volt abrió de nuevo sus paneles y soltó una oleada de energía eléctrica, haciendo patrones espasmódicos de luz roja y azul que salieron directo en la dirección de X. El Hunter saltó y comenzó a dispararle al Gun Volt, pero no estaba preparado para las explosiones que generó la onda de energía, que lo empujaron un poco más delante de donde quería ir, así que le lanzó un disparo cargado al Gun Volt, esperando que al menos eso pusiera fin a su viaje.

La ráfaga verde-azulada impactó al Gun Volt, causando que se desplomara hacia un lado y permitiéndole a X seguir adelante. Aunque por si las dudas, se giró y siguió disparándole al mecaniloide para asegurarse que no causara más problemas.

Pero en ese momento, oyó unos gritos distantes de pánico y terror más adelante. En la distancia, X alcanzó a ver un grupo de mecaniloides de clase Crusher, que estaban golpeando los soportes de la carretera para destruirlos, y varios humanos corriendo por lo que bien podría ser sus vidas. Los Crushers no parecían tener intención de perseguir a los humanos que estaban aterrorizando, pero X dudaba que les importara mucho si alguno se metía en su camino.

Un hecho que quedó probado cuando uno de ellos falló por pocos centímetros a un hombre de traje marrón.

El Gun Volt lanzó otro par de misiles en su dirección, a lo cual X respondió el fuego. Tenía que acabar rápido con esto, ¡o de lo contrario su único pasaje hacia la ciudad quedaría destruido! Se encargó rápidamente de los misiles, dejando solo al Gun Volt con el que lidiar, pero no podía olvidarse de los Crushers que estaban adelante. Cargando una ráfaga de plasma concentrado, el Hunter azul decidió finiquitar al mecaniloide. El Gun Volt recibió el disparo directo en el "pecho", y la máquina azul dio tumbos hacia atrás hasta que cayó del borde de la carretera, precipitándose hacia el mar debajo de ellos.

Desde arriba, situado en una aeronave en lo alto, un piloto desde las sombras observaba cómo el Hunter azul se abría paso por el trecho de carretera destrozada.

– ¡¿Qué diablos?! – exclamó, conmocionado de ver que X estaba en la ciudad. ¡Y no sólo eso, sino fuera de la Base de Misiles!

¡Tenía que reportarlo al Comandante de inmediato!

Cuartel General de los Hunters...

– De acuerdo, creo que ya estamos listos. – dijo Trinity, abriendo los pasajes que llevaban adentro del edificio. – Todo lo que queda ahora es entrar.

Zero y Roll miraron los largos corredores que llevaban hacia las profundidades de la isla. Roll de pronto sintió una mano sobre su hombro.

– Deberías ir a refugiarte. – le dijo Zero. – X me mataría si algo te llegara a suceder.

Diciendo eso, el Hunter rubio se giró y empezó a caminar en la dirección contraria.

– ¡Espera! – lo llamó Roll. – ¿A dónde crees que vas?

Zero se detuvo, pensando si debería o no decirle algo. En última instancia, decidió que la verdad saldría a la luz eventualmente, así que sería mejor decírselo ahora después.

– Iré a buscar a X. – admitió. – Ya no está en la Base de Misiles.

– ¡¿Qué?! ¡¿Cuándo sucedió esto?! – El pánico se apoderó de la rubia. ¿Habría sido sobre eso la llamada que Zero había recibido de A-1 poco antes? – ¡¿Por qué no me dijiste nada?!"

– Por esto. – dijo Zero, señalando el estado actual en que se encontraba Roll. – Ódiame tanto como quieras, pero no voy a permitir que salgas allá afuera y que te maten.

Roll quería protestar, pero terminó por contener su lengua. Por mucho que le doliera, él tenía razón; ella no le sería útil a nadie estando muerta. Decidió limitarse a hacerle una sola pregunta:

– ¿Cuándo pasó esto?

– A-1 no pudo decirme qué tan lejos se había ido, pero trataré de extrapolar su ubicación. – explicó Zero. – A juzgar por el hecho de que está tratando de entrar a la ciudad, probablemente esté tratando de acceder por las carreteras o los pasos elevados. – Los ojos azules del Hunter rojo se quedaron fijos en Roll. – Tú concéntrate en ir a algún lugar seguro. X se estará preguntando dónde estás cuando vuelva.

Y se marchó, dejando a Roll y Trinity.

– Bueno... creo que es mejor que hagas lo que dice. – le dijo Trinity. – Ya no hay mucho más que nadie pueda hacer.

– ¿Qué hay de ti? – espetó Roll. – Tendrás que asegurarte de que todo mundo llegue allá abajo a salvo. Sin mencionar que tendrán que hacerlo manteniendo el orden.

Trató de no pensar demasiado en ello, pero no pudo evitar imaginarse cómo estaría el caos afuera comparado con dentro del edificio.

- Eso puedo manejarlo. – dijo Trinity. – Tú ve abajo y asegúrate que X pueda verte.

– Él no está aquí ahora, así que cuando venga... – No quiso admitir que el "cuando" podría haber sido reemplazado por un "si", aunque amenazaba con colarse en sus circuitos internos. – Yo seguiré aquí. Además, no puedes guiar a todos allá abajo tú sola.

Trinity se quedó algo perpleja de lo que acababa de oír. – ¿Estás segura?

Roll asintió. – No te preocupes, organizar cosas viene en mi programación. Incluso desde antes de mis días como reploide.

De pronto, reploides de diferentes formas y tamaños comenzaron a reunirse, pero no había muchos. Ni siquiera la mitad de los que había originalmente. Aun así, no había tiempo para pensar en eso. Lo que importaba era asegurarse que todos los que quedaban siguieran allí.

– De acuerdo. – le dijo Trinity a la pequeña multitud de reploides reunidos. – Todos procedan a bajar por los túneles y diríjanse hacia el área de los refugios.

– Ingresen en orden, por favor. – añadió Roll. – ¡Nada de empujar o forcejear!

– ¿Y eso no es algo obvio? – cuestionó Trinity, echándole una mirada.

– Te sorprendería lo fácil que mucha gente olvida eso, incluso nosotros. – respondió Roll.

Trinity asintió, reconociendo que el sentimiento de la rubia era cierto. – Claro, hagan lo que ella dijo.

El personal de Hunters que quedaba comenzó a dirigirse hacia el subterráneo, en tanto que Trinity permanecían a cada lado escoltando a quienes entraban. Mientras observaban, las máquinas pelirrosa y rubia sabían que lo inevitable estaba acercándose.

– ¿Trinity? – preguntó Roll. – Seguramente, si llegara a ocurrir, X y Chiyo podrán encontrar su camino hasta una entrada al refugio, ¿correcto?

– Hay entradas por toda la ciudad, así que asumo que sí. – respondió Trinity. – Por supuesto, llegar al refugio no es el problema ahora. – agregó mordiéndose el labio. – El problema es encontrar una entrada a tiempo.

En la carretera...

Mientras los Crushers buscaban derrumbar los cimientos de la carretera, de pronto se dieron cuenta que no estaban solos. Girando sus cuerpos, vieron que algo se venía acercando a ellos desde abajo. Y ese algo comenzó a dispararles, haciendo que detuvieran su labor y se giraran para enfocarse en su atacante. X miró hacia arriba directo a los Crushers que venían hacia él, listos para disparar. En respuesta, apuntó su buster y liberó una ráfaga de plasma verde-azul directo a los mecaniloides.

...

Un poco más adelante, debido a la distancia entre ella y los otros humanos, Chiyo escuchó los sonidos de una batalla. El ruido indicaba tanto su esperanza como su temor: había alguien más aquí. Y ese alguien no era humano, pues no había ningún hombre capaz de combatir contra una máquina, mecaniloide, o reploide. Chiyo se había aferrado a esa esperanza, ya que significaría que alguien entre ellos se encargaría de las máquinas hostiles. Y a la vez le inspiraba temor, ¿pues qué garantía había de que no decidiría unirse a los mecaniloides en su destrucción? Independientemente de quien fuera, amigo o enemigo, estaría aquí pronto, y no habría nada que nadie pudiera hacer para detenerlo.

Aún más preocupante, o esperanzador, fue que la batalla terminó rápido, y ahora el vencedor se acercaba al pequeño número de humanos que viajaban por la carretera.

Chiyo ultimadamente decidió que, si iba a salir de aquí, no podía permitirse quedarse rezagada. Maniobró por la baranda con mucho cuidado y aterrizó sobre la carretera, ya con las piernas libres para correr y estirarse. La joven de pelo oscuro continuó bajando por la carretera, sin más humanos a la vista. ¿A dónde se habían ido todos? No podría haberse quedado tan atrás, ¿o sí?

Se debatió de si debería volver a intentar contactar a Fumiko o no, pero antes de poder tomar una decisión, escuchó un sonido encima de ella. Éste aumentó de volumen mientras la fuente venía descendiendo, mientras las aspas giratorias de una aeronave creaban un fuerte viento que sacudió tanto su pelo como su uniforme furiosamente. La fuerza no le permitió ver lo que era al principio, pero cuando pudo abrir los ojos, Chiyo vio un insecto de metal gigante, de color violeta y dorado, con aspas (o quizás alas) que se agitaban furiosamente estaba situado enfrente de ella, bloqueando el único camino de regreso a la ciudad. Estaba indecisa de si debía correr o quedarse quieta, insegura de lo que haría la nave, o mejor aún, su piloto.

Sin que ella lo supiera, el piloto podía verla sin problemas, y quería que se quedara justo donde estaba. Y entonces, el Bee Blader abrió fuego.

Cuartel General de los Hunters...

– De acuerdo, creo que ya son todos. – dijo Trinity; ella y Roll ahora eran las únicas en esa sala de tamaño medio. – Al menos, todos los que quedan.

Roll miró al suelo, preguntándose si más podrían haberse salvado si ella hubiese llegado antes. – Tú adelántate. – le dijo a Trinity. – Yo me quedaré esperando a Zero.

La navegadora se quedó confusa. – ¿Para qué? No harás más que ponerte en mayor peligro. Y dudo que X quiera verte correr riesgos.

Roll estuvo a punto de protestar, pero en última instancia se dio cuenta de que Trinity tenía razón. – No, no lo haría. Pero aun así, él sigue allá afuera junto con Chiyo. – Estuvo a punto de agregar "y Zero", pero se detuvo al parecer por el shock. ¿Acaso acababa de pensar en eso?

– Mira, hay una cámara cerca de la entrada que muestra lo que sucede afuera. – explicó Trinity. – Yo los observaré mientras tú vas a un lugar seguro.

– ¿Estás segura de eso? – Roll se quedó perpleja. – ¿Eso no te pondrá dentro del radio de la explosión?

Ya había aceptado que no habría forma de detener los misiles, así que lo único que quedaba era buscar refugio.

– Las puertas son igual de durables que el resto del subterráneo, asó que no será un problema. – le dijo la Navegadora. – Aunque tal vez haya una onda de choque cuando... bueno, ya sabes. – Trinity se tomó un momento para mirar hacia el sol que se ponía lentamente. – Pero probablemente eso sea todo lo que voy a sentir. Además... bueno, no sé si tu cuerpo sea capaz de soportarlo. – concluyó mirando a Roll.

– Tienes razón. – concedió Roll. En efecto, eso era cierto. – Bajaré entonces.

Las dos reploides descendieron por la escalera hacia el refugio, pero aún así Roll no pudo evitar preguntar. – ¿Crees que él traiga de regres Chiyo?

– ¿Quién? ¿Zero? – preguntó Trinity. – Honestamente, no puedo decir si los podrá traer de regreso al cuartel general o no. Pero hay entradas a los refugios por toda la ciudad. Si no viene por aquí, debe haber utilizado una de esas.

Cierto, eso tenía sentido, pero el hecho de que él y sólo él encontrara refugio no era su preocupación principal. Por supuesto, Roll quería que Zero se salvara de los misiles, pero aun así esperaba que pudiera cumplir con su promesa.

Justo entonces, ella y Trinity oyeron que alguien venía bajando por la escalera, pero cuando entraron en su campo de visión, se dieron cuenta que no era una sola figura sino dos. Firefly venía cargando a Ai en sus brazos, y la navegadora rubia se veía en muy mala forma, con heridas de punzadas por todo el cuerpo, y echando electricidad por varias de las áreas dañadas. En sus manos se encontraba el prototipo que Chiyo había construido.

– ¡A un lado! ¡Abran paso! – gritó Firefly, Roll y Trinity se arrimaron contra la pared mientras el Hunter verde pasaba corriendo delante de ellas. Por preocupante que fuera la condición de Ai, no había nada que ninguna de las dos pudiera hacer. Así, luego de que Firefly atravesó la entrada, ambas lo siguieron, cerrando la puerta detrás de ellas.

En la carretera...

Tras despachar a los Crushers, X oyó un grito de pánico un poco más adelante, junto con el sonido de unas aspas giratorias y disparos. El reploide azul corrió hacia la escena para encontrarse con un Bee Blader flotando sobre la carretera que llevaba hacia la ciudad. Y aún más, había una figura humana en el suelo, cuya pierna tenía una herida donde una de las balas había hecho mella.

X se quedó en shock al ver de quién se trataba; cientos de preguntas de por qué estaba aquí inundaron su procesador, pero en ese instante, fue que se dio cuenta que el piloto del Bee Blader era quien le había disparado.

En la cabina del Bee Blader, el piloto miró hacia abajo donde estaba el Hunter azul, preparándose para soltar toda la munición. Le habían reportado el escape de X, y Sigma le dio un mensaje claro de que había que impedirle la entrada a la ciudad, sin importar nada. Cualquiera que se metiera en su camino no importaba. Tal vez podrían servirles de carnada para atraer a X hacia ellos. Y desde allí, el Hunter podría ser sometido y capturado mientras se deshacía de la humana.

Por supuesto, estaba el asunto de cómo someter al Hunter azul en primer lugar.

Presionando el botón en el panel de control, el Bee Blader disparó un par de misiles teledirigidos, dejando tras de sí un rastro de humo púrpura brillante. Chiyo se puso de pie tan rápido como pudo para correr hacia un lado a la carretera para esquivar el humo, pero el espeso vapor nubló su visión e hizo que le ardieran los ojos. Tuvo que taparse la boca con la camiseta que llevaba debajo ya que los vapores hacían que se le irritara la garganta. Se le estaba haciendo difícil respirar, así que cuando ya no pudo soportarlo más, Chiyo salió de entre el humo, pero el Bee Blader le impidió ir demasiado lejos.

Sin embargo, a diferencia de antes, el interés del piloto ya no estaba enfocado en ella, sino en el reploide que acababa de llegar.

La visión de X estaba nublada por el humo, pero un disparo cargado sirvió para despejar un poco el aire. El Bee Blader lo esquivó, y comenzó a soltar ronda tras ronda de balas de plasma contra el Hunter. Sigma lo quería vivo, pero incapaz de tomar represalias. El piloto tuvo que maniobrar su nave con mucho cuidado, ya que quería mantener a la humana dentro de su rango de tiro por si necesitaban un rehén. Pero por ahora, el objetivo principal era la adquisición del reploide que tenía debajo.

X saltó hacia atrás para esquivar las balas, que golpearon algunos vehículos desafortunados, rompiendo sus vidrios y sus llantas hasta quedar deshechas por la ráfaga de fuego. Él contraatacó con otro disparo cargado hacia la nave con forma de insecto, esta vez apuntando directo hacia las aspas. El plasma concentrado sacudió al Bee Blader, aunque logró mantenerse más o menos en una posición estable para continuar disparándole a X. Una bala le rozó en la rodilla derecha, pero no dañó el mecanismo interno. Comenzó a cargar otro disparo, y el Bee Blader soltó otra ronda de bombas de humo para nublar su visión, pero X logró soltar el disparo justo a tiempo.

El disparo atravesó el "ojo" izquierdo del Bee Blader, golpeando al piloto. Lo repentino de haber sido disparado en el brazo izquierdo causó que no pudiera prepararse para el siguiente disparo, esta vez dirigido hacia las aspas de la nave. Luego, una ráfaga continua de disparos más pequeños siguió golpeando, dificultándole más y más mantener la nave en el aire. X siguió disparando hasta que las aspas de la nave no pudieron soportarlo más. Algunas de las aspas se rompieron, lo que causó que el Bee Blader se desplomara y se estrellara directo sobre la carretera.

El puente colapsó debajo de su peso, llevándose el suelo sobre el cual había aterrizado, y haciendo que una sección de la carretera se desprendiera del resto y cayera hacia el océano.

La pregunta de X de a dónde fue Chiyo pronto fue respondida por el sonido de su grito.

El reploide azul miró con horror que la humana se había caído junto con la sección de la carretera, que la gravedad iba arrastrando más y más hacia abajo. Al verla caer, X saltó fuera de la carretera y empezó a descender, tratando de atraparla mientras caía. Sus gritos se fueron acercando más y más hasta que finalmente X logró agarrarla por la cintura. Pero esto no quería decir que la humana estaba a salvo, ya que a la velocidad que iban cayendo el océano se habría sentido similar a aterrizar sobre roca sólida. X necesitaba encontrar una forma de desacelerar su caída.

Acumulando energía en su buster, X y Chiyo se fueron acercando más y más al agua hasta que X soltó todo lo que estaba contenido en su arma. La fuerza del disparo propulsó al reploide (y a la humana) hacia arriba, permitiéndole a X alargar la mano hacia los pilares a un lado de la carretera detrás de ellos. Se deslizó hacia abajo una distancia corta hasta que se puso en el rango del Bee Blader y la sección de la carretera que se hundían. Usando la superficie sólida detrás de él como trampolín, X ajustó su agarre en Chiyo mientras la cargaba, estilo princesa, antes de aterrizar en la "cabeza" del Bee Blader, para luego saltar sobre las aspas de la nave. El Hunter azul comenzó a hacer saltos triangulares hasta llegar arriba, al soporte que todavía mantenía en su lugar el resto de la carretera hasta que llegó a tierra firme.

Le llevó a Chiyo un momento darse cuenta que podía sentir algo debajo de ella otra vez; sus ojos oscuros se giraron para ver a su salvador.

– ¿Te encuentras bien? – cuestionó X, pero Chiyo no respondió. Se tambaleó ligeramente, con los ojos muy abiertos y la boca moviéndose mientras intentaba formar palabras, pero no le salían. –Vamos, tenemos que salir de aquí. – dijo X tomándola de la mano.

Comenzó lentamente, permitiéndole a Chiyo recuperar el control de sus piernas antes de incrementar su velocidad. El reploide y la humana corrieron por lo que quedaba de la carretera, esperando llegar a la ciudad tan rápido como fuera posible.

En las afueras de Abel City...

– "Maldita sea, X, ¡te DIJE que te quedaras donde estabas!" – Zero suspiró tras ese pensamiento, ya que ¿qué bien iba a hacerle? Para su desagrado, al bajar por la carretera vio cómo los caminos y viaductos estaban dañados en varias áreas, algunas de ellas apenas logrando sostenerse. – "Lo último que necesito es que te quedes varado en alguna parte."

El Hunter de pelo largo comenzó a mirar a su alrededor, tratando de localizar la ruta que él y X habían tomado para ir a la Base de Misiles. Necesitaba más detalles para comenzar a rastrear sus pasos, así que empezó a viajar sobre un tramo de camino, en busca de cualquier cosa que fuera familiar. Justo entonces, vio un objeto lanzándose en picada directo hacia él desde arriba. Zero se agachó, y el mecaniloide hostil de color púrpura pasó volando de largo, mientras su boca se abría de par en par y sus receptores ópticos se cerraban para imitar una risa. Zero le apuntó y disparó, pero el Jamminger simplemente esquivó el disparo.

Y entonces, el Hunter rubio escuchó un motor rugiendo detrás. Se giró para encontrar un grupo de vehículos rojos conducidos por reploides azules que nunca antes había visto, cuyos cascos ocultaban sus rostros con un "ojo" rojo. Detrás de ellos volaban aún más Jammingers, cuyos ojos azules se enfocaban en Zero.

– Deberías haberte quedado en tu celda. – dijo uno de los Road Attackers. – De lo contrario, ahora estarías muy lejos de la ciudad.

– Prefiero arriesgarme quedándome aquí. – espetó Zero. – Si ir con Sigma significa la muerte, prefiero morir.

– ¡Lo siento, pero no tendrás esa opción! – dijo el Road Attacker que parecía ser el líder de la pandilla. – ¡Acábenlo!

Y presionando un botón, el Road Attacker disparó un par de rayos gemelos mientras los Jammingers descendían, causando daños con los picos en sus costados.

Afuera de Abel City...

Finalmente, su destino estaba al alcance. Todo lo que tenía que hacer era ingresar a la ciudad.

– Ok. – le dijo X a Chiyo, sujetándola de la muñeca suave pero firmemente. Ella no había dicho ni una palabra desde su caída, y aunque el reploide notó que su expresión había empezado a calmarse luego del shock, ahora se veía estática y sin sentimientos. – Lo primero es llevarte a un lugar seguro...

CLICK!*

El sonido de un gatillo amartillando atrajo la atención del Hunter azul hacia lo que estaba frente a él, en el trecho vacío de la carretera. O más bien, hacia quién estaba allí. De pie enfrente de él y la humana a la que intentaba cuidar se encontraba una figura familiar sobre un traje móvil de Ride Armor, mientras el sol naranja contrastaba fuertemente con el metal púrpura.

– Debo admitirlo, no contaba con que llegaras tan lejos. – dijo Vile, dando unos pasos hacia el otro reploide y la humana. – Pero de aquí no pasas.

X empujó a Chiyo hacia atrás ligeramente, usando su brazo para protegerla del ex-Hunter frente e ellos.

– Hazte a un lado, Vile. – respondió el reploide azul. – Este lugar pronto será el área cero del desastre, así que no tiene sentido que pierdas nuestro tiempo aquí.

– ¿Oh? ¿Pero tú tienes suficiente tiempo para salvar a esa humana? – cuestionó Vile, refiriéndose a Chiyo. – Te convendría más dejarla irse, ya que se convertirá en un lastre para ti.

X entrecerró las cejas bajo su casco. – Será mucho menos lastre que ese traje móvil tuyo. Hablando de eso, ¿por qué estás aquí, Vile? Elegiste un excelente momento para hacerte notar.

– Si tienes que saberlo, nuestro querido Comandante fue el que me dejó salir, y ya me hice notar hace bastante tiempo, X. Sólo que no estuviste allí para verme.

– "Sigma." – pensó X. – Tendría sentido que tú seas parte de la operación. ¿Qué fue lo que hizo? ¿Te ofreció una posición de alto rango en su pandilla?

– Oh, pronto será más que una simple pandilla, X. – espetó Vile. – Lo que sucederá hoy será escuchado por todo el mundo. Cientos, tal vez miles de nosotros, escucharán el mensaje de Sigma y comenzarán a preguntarse si tiene razón o no. Que los humanos ya no nos van a tener atados. – Sus ojos rojos ocultos bajo el casco se fijaron en la joven que X intentaba proteger. – Pero nada de eso me importa.

X estaba confuso. – ¿Entonces por qué estás aquí?

– Si realmente quieres saber, técnicamente estoy aquí por órdenes de Sigma. – le explicó. – Y él está empeñado en asegurarse de que tú salgas vivo de esto.

– Jamás me uniré a él. – respondió X inmediatamente.

– Es lo que me la paso diciéndole, ¡pero no me escucha! – replicó Vile. – Por lo cual no tiene ningún sentido que te lleve con él. Tú ya sabrás por qué te quiere, ¿no? Te daré una pista: no es porque te vea como un igual. De hecho, me dijo que serás un enorme obstáculo.

– Ve directo al grano, Vile. – dijo X secamente. – Eres un incauto, pero no eres estúpido. ¿Por qué ibas a ponerte en riesgo viniendo aquí?

– Discúlpame, ¿qué? Entonces ¿por qué estás TÚ aquí?

X se quedó en silencio. El sol permaneció en su misma posición detrás de Vile, pero la esfera brillante de color naranja ocultaba unas pocas nubes en el cielo, que indicaban que el tiempo para todos se estaba agotando.

– Si lo piensas bien, tú eres el que se está poniendo en peligro. – De nuevo, X no le respondió. Lo detestaba, pero tuvo que tragarse el hecho de que Vile tenía razón. – Independientemente de eso, nuestro querido comandante solicita que te lleve de vuelta con él. Pero no estoy seguro de querer hacer eso.

Vile dio un paso al frente, a lo que X giró la cabeza ligeramente para mirar a Chiyo. – En cuanto te lo diga, dirígete hacia una entrada al refugio.

– P-pero... – Chiyo tartamudeaba, finalmente comenzando a hablar de nuevo.

– Esta podría ser tu única oportunidad. – le dijo X. – Tienes que hacerlo; de lo contrario...

– Si acaso sobrevive, deseará no haberlo hecho. – dijo Vile. – Seguro sabrás que más de unos cuantos humanos están furiosos por lo que hizo tu papá, ¿no es así? – Estaba preguntándole a Chiyo directamente, pero ella no respondió. – De todos modos, como estaba diciendo, se supone que te lleve conmigo, pero no pienso hacer eso.

– Chiyo, vete. – ordenó X.

– Porque a diferencia de Sigma, yo puedo ver más allá de todo tu supuesto potencial. – continuó Vile. – Sé muy bien que, quitando el hecho de que fuiste creado por ese tonto sobrevalorado de Light, no significas nada. No eres más que un idiota que nunca será capaz de dejar atrás sus sentimentalismos.

– Chiyo, ahora. – le dijo X a la humana, sintiendo que Vile se estaba preparando para hacer algo.

– Pero...

– Así que, eso deja a alguien más para hacerse cargo de cambiar al mundo, ya sea en la visión de Sigma o la suya propia. – Vile apretó su agarre en los controles.

– ¡Chiyo!

– Y después de pensarlo mucho, he decidido que si alguien va a hacer eso...

– ¡Vete ahora!

El traje móvil fijó los tobillos en su lugar, y activó sus propulsores. Vile se lanzó a la carga contra X y Chiyo, con los brazos levantados para golpearlos. – ¡Entonces voy a ser yo!

Adentro de la ciudad...

Estaba tan cerca, ¡maldición! ¡Ahora estaba atrapado teniendo que lidiar con estos sujetos!

No tenía tiempo para esto; ¡tenía que encontrar a X! Pero lamentablemente, parecía que ni los Road Attackers ni los Jammingers tenían intención de dejar que Zero se fuera rápido. Uno de los mecaniloides voladores le había rozado en el hombro, un logro que los Jammingers encontraban divertido.

El grupo de Road Attackers lo rodeó, mientras los Jammingers volaban por encima y se lanzaban en pocada.

– ¡Ya ríndete! – gritó el líder. – ¡No importa lo que trates, no escaparás de nosotros!

Zero gruñó de frustración, pero entonces notó los picos que había en la parte inferior de los Jammingers, y su procesador echaba a trabajar mientras pensaba cómo usarlos a su favor. Tendría que pensar rápido, ya que el Road Attacker cabecilla estaba dándoles la señal para moverse.

– ¡Atrápenlo!

En el tramo de la carretera...

X agarró a Chiyo y esquivó saltando hacia un lado, evitando la carga de Vile, que estaba totalmente empeñado en combatir contra el otro reploide.

– ¡Vete! – le ordenó a Chiyo, que seguía reacia a abandonar la única fuente de seguridad que tenía. – ¡Yo estaré bien! ¡Cuida de ti misma!

– ¡Pero...!

– ¡Vete!

Chiyo trató de encontrar algún argumento para refutarle, pero la humana sabía que no había nada que pudiera hacer. El único servicio que podría hacerle a X era irse a alguna parte donde estaría protegida de lo que estaba por venir. Así, aunque fuera a regañadientes, salió corriendo para alejarse de la escena, dejando a Vile y X para que pelearan.

Al ver que ya no había nada que contuviera a X, Vile se lanzó en una carga suicida contra el otro reploide de nuevo, listo para enviarlo a volar de un puñetazo. X se rodó hacia un lado y comenzó a dispararle al traje móvil. Vile notó que empezaba ligero, posiblemente tratando de debilitar las articulaciones de la Ride Armor.

– ¡Aunque estoy en campo abierto, sigues atacando en los lugares equivocados! – Vile lanzó un gancho de derecha rápido, logrando superar a X con la fuerza de la Ride Armor y mandándolo a volar, dando tumbos hasta que aterrizó sobre su abdomen. – ¡Vamos, niño dorado! – se burló Vile. – ¡Veamos si todo lo que Light metió dentro de ti puede hacer el trabajo cuando es necesario!

Alargó la mano para agarrar a X por el casco, tratando de darle un golpe directo a su cráneo, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, el Hunter azul se puso de pie y se rodó a un lado, disparando su buster a su oponente sin fallar. Al ver que sus disparos estaban teniendo poco efecto, X acumuló más energía en su arma, aumentando el poder de fuego en una serie de ráfagas de plasma cargado.

Vile sintió que la ráfaga de disparos comenzaba a afectar los movimientos de la Ride Armor, pero sabía que el dispositivo mecánico estaba hecho para soportar tales situaciones. Volviendo a fijar los tobillos del traje móvil, el reploide renegado cargó contra X de nuevo, lanzando el puño izquierdo de la Ride Armor en su dirección. X saltó fuera del camino, y el puño terminó impactando el concreto bajo sus nudillos.

Adentro de la ciudad...

Un Jamminger se lanzó en picada contra Zero, esperando que sacara su buster para esquivarle el disparo en el último momento. Pero en lugar de eso, fue recibido de un puñetazo lanzado en su dirección. El golpe del Hunter rojo no fue suficiente para hacer retroceder al mecaniloide, pero sí desorientó a la máquina al haber agrietado sus receptores ópticos. El Jamminger salió volando hacia arriba, estrellándose contra algunos de sus congéneres y enviándolos a caer sobre algunos que estaban abajo. Varios Road Attackers tuvieron que escapar de sus vehículos, mientras que otros lograron moverse fuera del camino.

Zero aprovechó su oportunidad y cogió uno de los vehículos, uno que estaba parcialmente dañado por culpa de un Jamminger, pero todavía funcionaba apropiadamente. Por ahora, al menos. Condujo de frente para alejarse de sus agresores, ya que tenía asuntos importantes que atender. Desafortunadamente, los Road Attackers y los Jammingers no lo veían de esa manera, ya que de inmediato fueron tras él.

La persecución del Hunter rojo continuó hasta que Zero llegó al punto más alto del paso superior, logrando ver las carreteras y caminos debajo de él, y el área exterior de Abel City.

Aún no había señales de X.

Fue entonces que la vio: una joven mujer de cabello negro y largo corriendo por las secciones exteriores de la ciudad, en campo abierto y completamente indefenso. Específicamente, una joven humana.

– ¡¿Qué demo...?! – exclamó Zero, con la mente dividida entre confusión y furia. – ¡¿Pero qué diablos está haciendo ella aquí afuera?!

Su búsqueda en la carretera había llegado a un abrupto final; tenía que ocuparse de la humana de inmediato. Aunque su núcleo le decía que tenía que seguir buscando a X, ¿cómo podría decir que dejó a una humana sin protección sólo porque estaba buscando al Hunter azul? Con esto en mente, se giró y comenzó a disparar los lásers de su vehículo contra los Road Attackers y Jammingers que venían acercándose. Ambos lados estaban preparados para atacar, y el Hunter solitario presionó el pedal a fondo en el motor para darse una ventaja inicial.

En el tramo...

– "¡Diablos, está dañando el traje!" – Vile finalmente se dio cuenta de que se le estaba haciendo más y más difícil mantener su Ride Armor en movimiento.

X continuaba lanzando disparos cada vez más potentes contra las extremidades del traje móvil, haciendo que la navegación fuese incómoda, por no decir menos. Para compensar por este estorbo que iba en aumento, Vile decidió fijar las articulaciones de las piernas en la Ride Armor, lo que sólo le permitía propulsar el instrumento de destrucción sin hacia adelante sin el movimiento de sus extremidades inferiores. Eso le restringía la movilidad, pero protegía su mitad inferior de los disparos del otro reploide. X al ver esto comenzó a apuntarle a los brazos, aunque resultó ser más fácil decirlo que hacerlo, ya que el violento ex-Hunter le lanzó una ráfaga de puñetazos. X los evadió lo mejor que pudo, agachándose y saltando fuera del camino, pero Vile probó ser capaz de maniobrar su Ride Armor lo suficiente para impedir que X pudiese colocarse en una posición cómoda para disparar. Vile estaba mucho más a tono con el movimiento de las extremidades superiores, lanzando golpes como si fueran sus propios brazos. Aun así, X mantuvo la distancia, disparando siempre que era posible, pero casi siempre se mantenía a la defensiva. A este ritmo, ninguno de los dos sobreviviría.

– ¡Vile, esto no tiene sentido! – gritó X. – ¡Toda la ciudad será bombardeada por misiles en cualquier minuto! ¡¿Por qué insistes en hacer todo esto?!

– ¡Por eso mismo! – espetó Vile. – ¡Esa maldita reticencia a aceptar lo que somos realmente los reploides! ¡El verdadero propósito de nuestra existencia!

– ¿Qué? – X no comprendía. – ¿De qué estás hablando?

Vile apretó su agarre sobre los controles. – Puede que tú seas el origen de todos nosotros, pero no creas ni por un segundo que eso significa nada. ¡Todo tiene sentido perfectamente! – declaró como si estuviera teniendo una epifanía. – ¡Esos ideales que tú y tu creador tienen nunca nos dejarán alcanzar nuestro verdadero potencial! ¡No harán sino tenernos atados! Le daré crédito a Sigma por eso; ¡tiene la idea correcta en relación a la imagen que la humanidad y el Dr. Light querían imponer sobre todos nosotros! ¡Puede que tú seas un idiota de corazón débil, pero hasta tú tienes que tener algo de inteligencia! ¡No tienes razón alguna para permanecer leal a los humanos o a nada relacionado con ellos! ¡Al menos admite que tengo razón en eso!

– ¡No, te equivocas!

– ¿Oh sí? ¿Cómo? – cuestionó Vile. X trató de conjurar un argumento, pero no pudo contestarle. – No tienes razón alguna para no ser más grande, X. – Vile se echó atrás ligeramente para lanzar un devastador uppercut. – Estás demasiado cegado por esas restricciones imaginarias como para querer intentarlo. Desgraciadamente para ti... – de inmediato activó los propulsores de su Ride Armor, enviándose a sí mismo y su arma móvil directo hacia X – ¡yo no tengo que preocuparme por dudas estúpidas!

Vile levantó el brazo, listo para agarra lanzarlo por los aires, pero al acercarse, Vile vio que el Hunter azul había estado cargando su buster desde hacía un rato, reuniendo tanta energía como podía en ese tiempo. Luego, saltó hacia un lado y se rodó hasta posicionarse detrás de la Ride Armor.

Justo después de ver el centro de control principal en la espalda de la máquina, X apuntó y descargó el disparo, impactando directo en la sección pequeña y de color oscuro de la Ride Armor, causando que se atascara y provocándole convulsiones a Vile, que se esforzaba por mantener el control. X disparó de nuevo, provocando que los movimientos del traje se volvieran aún más erráticos hasta que empezaron a volar chispas, y el centro de control explotó. Vile se giró y trató de agarrar a X, pero debido a que las piernas de la Ride Armor estaban fijadas en su lugar, la máquina no pudo mantener el equilibrio y cayó al suelo, lanzando descargas eléctricas.

X apuntó con su buster a Vile, que parecía haber quedado inconsciente tras la caída que su transporte había sufrido. No vio ningún signo de movimiento ni de Vile o de la Ride Armor, pero mantuvo su buster listo para disparar. Aun así, ¿debía hacerlo? ¿Había alguna razón para disparar en absoluto? Tenía que enfocarse en llegar a un refugio, y aunque ahora estuvieran en lados opuestos, Vile no era un asesino de humanos.

¿Tenía el derecho de acabar con él aquí y ahora?

X se quedó pensando en esto, pero se dio cuenta que no podía desperdiciar más tiempo. Tenía que ir al subterráneo rápido, de lo contrario, su viaje hasta aquí habría sido por nada.

Sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de hacerlo. X pronto se habría dado cuenta de que, como había dicho Sigma, "cometió un error de juicio".

Afueras de Abel City...

¿Dónde había una entrada al refugio, maldita sea? Sus ojos escudriñaban por todo el entorno, vacío de personas excepto ella misma, tratando de encontrar algún indicio de a dónde ir. Chiyo había estado tratando de mantenerse bajo control, pero ahora empezaba a perder la compostura. Preguntas sobre su propio destino, y los de Fumiko y Kenichi, de todos los demás humanos con quienes estaba, y de la humanidad como tal la bombardearon al mismo tiempo. Se sentía mal del estómago, sin saber si era por su imaginación o la bilis subiéndole a la garganta.

No estaba segura. Todo lo que sabía con certeza era que se sentía aterrada, y que no podía ver ninguna ruta hacia la seguridad. En ese momento escuchó un motor rugiendo, ¡alertándole que algún tipo de máquina se estaba acercando a ella!

Chiyo estuvo a punto de girarse cuando vio a un reploide rojo conduciendo un vehículo monoplaza considerablemente dañado. Claramente estaba en sus últimas, así que el conductor lo abandonó para enfocarse en Chiyo.

– ¡Hey, niña! ¡¿Qué estás haciendo aquí?! – gritó el reploide, haciéndole un gesto a Chiyo para que se quedara dónde estaba.

Chiyo estuvo a punto de correr, pero entonces reconoció a la forma de vida que venía hacia ella, ya que la larga cola de cabello rubio que ondeaba detrás de él era inconfundible.

– ¡Tú! – exclamó, dividida entre alivio y miedo. Corrió hacia Zero, colocándole la cabeza al nivel del pecho. – ¡Tienes que ayudarme!

– Espera un minuto, ¿tú no eres la hija de...? – Zero se detuvo antes de continuar. – Eso no importa en este momento. Lo que importa es llevarte a...

– ¡No, no lo entiendes! – interrumpió Chiyo, poniéndose cada vez más frenética, algo que Zero jamás habría asociado con la estoica humana. – ¡Tienes que ayudarme, es decir ayudarlo a él! ¡Es él quien está en peligro!

Al escuchar eso, Zero tomó el control de la conversación. – ¿Dónde está?

– ¡Está peleando contra un Maverick en una Ride Armor, en esa dirección! – La joven mujer le señaló a Zero la ruta por donde vino con el dedo. – ¡No sé si está ganando o no!

Zero tomó a la chica por las manos; Chiyo, desconcertada, comenzó a forcejear. ¿Acaso este reploide estaba en el mismo bando que los Mavericks de los que acababa de escapar?

– ¡Hey, cálmate por un momento! – le dijo Zero. – No me voy a arriesgar a dejar que te vayas por allí, no es seguro aquí afuera.

Se la llevó hasta una entrada hacia el refugio que estaba cubierta por un árbol caído, que había sido dañada por un vehículo que escapaba. Zero quitó el árbol del camino y la entrada se abrió.

– ¡Entra! ¡Yo me haré cargo de X!

Chiyo no tuvo ni siquiera oportunidad de responder antes que el Hunter rojo saliera disparado, dejándola sola. Sin nada más que hacer, abrió la compuerta y bajó, sintiendo que el cuerpo comenzaba a entumecérsele de nuevo, al darse cuenta de la horrible verdad.

La humanidad, a partir de este momento, ya no tenía control sobre su destino. Ya fuese temporal o para siempre, podría pensar en eso más tarde, pero por ahora, esa era la realidad para la raza humana. Desde este momento, su futuro descansaba en la esperanza de que hubiera algunos entre las formas de vida mecánica que no los vieran como una especie interior, listos para ser aplastados bajo sus botas.

En el tramo de la carretera...

Justo cuando estaba poniéndose a tiro, el brazo derecho de la Ride Armor se movió violentamente, sujetando e inmovilizando a X. El Hunter azul gritó en shock y dolor mientras Vile aplicaba presión en la extremidad del arma móvil. Al principio temblaba, pero Vile eventualmente logró mover la Ride Armor para que se incorporase mientras mantenía a X firmemente en su agarre.

– ¿Sabes algo? – dijo el reploide sujetando a X en alto como si estuviese presentando a una presa recién cazada. – La visión que Sigma tiene para el mundo no coincide con la mía, pero me dio un consejo muy útil. Aquel que duda siempre pierde. – Aplicó más presión en el cuerpo de X. – Ya estabas condenado desde antes que empezara nuestra pequeña escaramuza.

X no dijo nada, tratando de reprimir los gruñidos de agonía. Pero la presión en su pecho se intensificaba y cada vez se hacía más y más difícil de soportar.

– Si no hubieras perdido el tiempo debatiéndote si disparar o no, podrías haber tenido una oportunidad de ganar. Pero como sabía que lo harías, dejaste que tu maldito sentimentalismo se apoderara de ti.

La Ride Armor apretó más. X esta vez no pudo contenerse, expulsando un grito de dolor de su garganta.

– Si hubieras disparado, las cosas habrían salido mejor para ti. – dijo Vile, aplicando más y más presión. – Si hubieras disparado cuando aquel mecaniloide se salió de control, probablemente estarías al lado de Sigma ahora. Pero de nuevo – continuó apretando más el agarre de la Ride Armor – si hubieras hecho aquel disparo en lugar de mí cuando ocurrió lo del Cuarteto Skull, los planes de Sigma habrían seguido sin detectar hasta el último momento. Pero no, tenías que preocuparte por los malditos humanos. – Sintió una oleada de furia recorrerlo. – O en algunos casos, ¡por un maldito perro!

– ¡GAH! – gritó X, sintiendo que algunos de sus componentes internos comenzaban a ser aplastados. Un pequeño chorro de fluido comenzó a salir de su boca.

– No pienso llevarte con vida. ¡Le probaré a Sigma y a todos los demás que tu tan llamado potencial significa nada! – Vile atrajo más a X, dejándolos a pocos centímetros de distancias. – Cualquiera puede cambiar al mundo, sólo tiene que deshacerse de quienes se interpongan en su camino.

X no pudo escuchar mucho más con el ruido zumbando en sus oídos, ya que sus sistemas le alertaban de que estaba sufriendo daños severos. Pero podría jurar que oyó algo desde lejos, el ruido de un arma siendo cargada. Vile también se dio cuenta de esto, y desvió su atención de X hacia la fuente del ruido repentino.

Y de pronto, lo golpeó, literalmente. Un disparo de plasma hizo contacto con el brazo derecho de la Ride Armor, atravesándole los cables y cercenándolo del resto del cuerpo. El brazo que sujetaba a X cayó al suelo, todavía manteniendo sujeto a su cautivo. Estaba perdiendo la conciencia rápidamente, pero en esos últimos momentos, X apenas pudo levantar la mirada para ver a quién lo rescató. Si la armadura roja no fuera suficiente para identificarlo, la larga cabellera dorada sin duda lo sería. X trató de decir su nombre, pero cualquier movimiento que hiciera le daba dolor en el pecho, y el mundo a su alrededor lentamente se desvaneció.

Zero se paró frente a Vile, y el ex-Hunter se quedó perplejo ante la repentina llegada e intervención del reploide rojo. – ¿Por qué? ¡¿Por qué él?! – preguntó, genuinamente incapaz de comprender.

Zero no dijo nada, simplemente cargó otro disparo y lo lanzó. Al ver esto, Vile saltó fuera del tramo de la carretera, aterrizando sobre una enorme nave que venía ascendiendo desde abajo. Esta se elevó hacia las nubes, y Zero le disparó un par de veces más mientras ascendía.

Cuando se fue, Zero se dirigió a liberar a X del agarre del brazo de la Ride Armor. Le tomó algo de esfuerzo, pero eventualmente logró desprender los dedos de metal hasta que pudo ver tanto la cavidad pectoral y el torso de X habían sido agrietados y empujados hacia adentro. Levantándolo del suelo, Zero colocó a X sobre su espalda y se dirigió hacia el refugio más cercano lo más rápido que pudo. Abrió la compuerta y se adentró en las profundidades, llevando consigo al inconsciente X.

Nadie pudo verlo, salvo por aquellos que estaban fuera de los límites de la ciudad, pero los misiles fueron disparados justo cuando Zero y X descendían por las escaleras. Cualquier medida preventiva resultó ser inútil, pues la metrópolis de Abel City estaba destinada a ser destruida. Y cuando los misiles descendieron, destruyendo el lugar que habían sido construidos para proteger, todo el mundo observó, fuese desde la tierra principal o desde un lugar lejano.

Y todos, humanos y reploides por igual, supieron que este día cambiaría el mundo para siempre. Por un largo tiempo por venir, lo que alguna vez significó el día de independencia de una potencia mundial, ahora serviría como un día donde la raza mecánica juró poner a toda la humanidad de rodillas.

Esta historia continuará...


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