¡Escape!


- "Es real." – pensó X, inconsciente de cómo estaban siendo selladas las partes agrietadas de su cristal rojo. – "No estoy loco. En verdad es real."

Actualmente, el reploide azul se encontraba tendido encima de una mesa de operaciones, en la había médica del Cuartel General de los Hunters, mientras un pequeño grupo de reploides enfermeras atendían sus heridas.

- Afortunadamente no te lastimó demasiado. – dijo una de las enfermeras, mirando las grietas en la coraza exterior de X. La enfermera estaba vestida en una armadura verde y blanca con una "falda" y sin cobertura en las piernas. Encima de su cabeza rubia descansaba un gorro de enfermera con la cruz roja en el centro. – A comparación de la unidad de Gamma.

- ¡Shh! – siseó otra de las enfermeras, y la que estaba atendiendo a X se calló la boca.

Le habían advertido a X que permaneciera quieto durante la operación varias veces, pero no podía evitar hacer preguntas. – ¿Cómo está Sigma? – les dijo. Ya sospechaba que no recibiría una respuesta, pero saber la condición del líder de los Hunters hacía que su procesador se volviera loco de preocupación. El otro reploide ya podría haber perecido hacía tiempo por lo que sabía, y él ni enterado de ello.

Las enfermeras se miraron entre ellas, y luego al jefe del ala médica. Era un reploide mucho más grande con un uniforme del mismo color que las enfermeras, pero a diferencia de ellas, poseía una sección marrón alrededor de su mandíbula, como una barba que le daba una apariencia más madura y que comandaba respeto. Bueno, al menos en esta parte del Cuartel General.

- El Comandante está estable. – respondió el reploide más alto, llamado "Lifesaver", a la pregunta de X. – Pero todavía está en condición crítica, así que sigue bajo observación.

- ¿Por cuánto tiempo? – preguntó X, levantándose de la mesa de operaciones, solo para que volvieran a empujarlo de vuelta.

- El tiempo que creamos necesario. – respondió Lifesaver. – Hablando de eso, debería ver si hay algún cambio en la condición del Comandante.

Estaba a punto de salir cuando escuchó que la puerta de esta particular sala de la bahía médica se abría.

- ¡Señorita, todavía tenemos que reparar la articulación de su nombre! – decía un reploide enfermero, cuya "paciente" estaba tercamente tratando de abrirse paso.

- ¡Déjame verlo! ¡Sólo una vez! – suplicaba Roll. – ¡Quiero asegurarme que está bien!

- ¡Está bien! – le aseguró el enfermero a la rubia. – ¿Lo ves? ¡Lo están reparando mientras hablamos!

X se tomó un momento para mirar a su hermana, notando que el conductor todavía seguía conectado a su hombro dañado. Viendo que no tenía esa pieza de equipamiento en la articulación antes, el reploide azul no pudo evitar preguntarse de dónde la sacó. Mucho menos cómo se la puso ella misma. Pero infortunadamente, no hubo tiempo para hacer preguntas respecto a esto ya que Roll corrió hacia su lado, mirándole toda su forma azul.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó.

- S-sí. Claro. – respondió X. Aunque ya él sabía que ella definitivamente vendría a ver como estaba, el reploide azul no pudo evitar sentirse algo avergonzado. Dejando de lado sus "instintos" de hermana (o al menos, así era como ella los llamaba), a X no le agradaba que ella lo viera como si fuese un niño. Algo con lo que los mimos de Roll no le estaban ayudando en nada.

- Oh, ese demonio te dejó muy mal, ¿no es así? – preguntó. ¡¿Cómo se atrevía ese Maverick rojo (o lo que fuera) a su querido hermano?! ¿Qué había hecho ella aparte lanzarle una piedra? Eso no importaba, porque X se había puesto en peligro.

- Señorita, lo siento mucho, pero las visitas no se permiten durante operaciones. – le decía el enfermero a Roll.

- Sí, claro. Lo siento. Con permiso. – le dijo Roll, antes de ser escoltada fuera de la habitación, aunque no sin antes lanzarle una última mirada de preocupación a X. – Lo digo en serio. Lo siento.

En las calles de Arcadia...

El vehículo blindado se desplazaba por las secciones menos pobladas de Arcadia, lejos tanto del tráfico y de cualquier número significativo de civiles. Pero a pesar de la apariencia exterior del vehículo, la verdadera amenaza era lo que estaba contenido adentro.

- ¿Cómo está? – preguntó un miembro del grupo de Hunters sentado en la parte trasera. Sus ojos se fijaron en el cuerpo restringido del Maverick rojo, con las muñecas y tobillos sujetados por grilletes.

- No se ha movido ni una pulgada desde que el Comandante le conectó ese golpe. – dijo uno de los Hunters estacionado en la cabina del conductor. – Esperemos que se quede así.

Ninguno de los otros reploides en la parte trasera podía estar de acuerdo con eso. El Maverick rojo había sido aprehendido, pero primero, estaba siendo llevado para ser reparado. Sin embargo, lejos del cuartel general, y viendo que claramente algo estaba mal con él, nadie quiso arriesgarse a ser infectado si este Maverick era en efecto la fuente del "virus".

Aun así, como ahora el "culpable" estaba enfrente de ellos, algunos de los Hunters comenzaban a tener sus dudas. – Seguro que este sujeto no puede ser él. – dijo uno de ellos.

- ¿Él? Por un momento creí que era mujer. – bromeó otro Hunter, con los ojos fijos en la prominente coleta larga y rubia del Maverick. – Pero ¿eso es cierto? ¿Este sujeto logró acabar con Gamma?

- Eso fue lo que dijeron Glenn y Ray. – respondió otro Hunter. – Gamma y el resto de sus hombres entraron, pero el único que salió fue ese Maverick. – Le lanzó una mirada fulminante al cuerpo inconsciente del reploide. – Yo diría que eso basta para que lo manden al deshuesadero.

- ¡No digas eso! – habló otro Hunter. – Ya sabes lo que eso significa, ¿verdad?

- ¡Diablos que sí, claro que lo sé! ¡Y digo que se lo merece! – protestó el otro Hunter, señalando al Maverick rojo. – ¡¿Desde hace cuantos meses que nos tiene dando vueltas para atraparlo?! ¡Y sin mencionar las docenas de reploides que fueron infectados con este virus por culpa suya! – Empezó a rechinar sus dientes. – Y si estás insinuando que lo que le pasó a Gamma no importa...

- No, eso no es lo que quise decir.

- ¿Entonces qué quisiste decir?

El Hunter quiso refutar las palabras de su colega, pero no fue capaz de sacar ningún argumento que le hiciera bien. Así que se quedó en silencio, desviando la mirada del resto de sus camaradas. Cierto, este Maverick merecían castigo, especialmente si era responsable por todo lo que se le acusaba. Pero había demasiados elementos que no encajaban. Desafortunadamente, nada en todo este caso parecía encajar.

Tal vez fuese algo de lo que los demás sugerían. Tal vez fuese una falla que podría ocurrir en sus sistemas. Tal vez este "virus" no fuese realmente un virus. O tal vez ni siquiera existía.

El vehículo blindado continuó su camino, cuyo destino era el laboratorio del Dr. Fujiwara. De repente, uno de los Hunters vio algo. Por supuesto, fue solo por un momento muy fugaz, por lo que asumió que podría haber sido un error. Pero se dio cuenta que el error fue haberlo descartado, pues un dedo temblando pronto se tornó en una mano, y luego todo el movimiento se extendió por todo el cuerpo del Maverick rojo.

Entonces, antes de que nadie pudiese hablar o decir nada, mucho menos reaccionar, los ojos de color azul gélido del Maverick se abrieron de golpe.

Cuartel General de los Hunters...

X volvió a pararse, finalmente libre para abandonar la mesa de operaciones.

- Listo. Con eso debería basta. – dijo Lifesaver, mirando al ya reparado X en busca de áreas que el personal podría haber pasado por alto. El reploide más alto llamó a una de las enfermeras por su comunicador de audio. – De acuerdo, ahora sí puede entrar.

Apenas pronunció Lifesaver esas palabras, X oyó que la puerta de la habitación se abría. Roll volvió a entrar, ahora con su hombro totalmente reparado. – Al fin. – suspiró la reploide rubia de alivio. – Les dije múltiples veces que no era la única que necesitaba reparaciones. – X la recibió con una pequeña sonrisa. Aunque su presencia significaba que tendría que lidiar con sus mimos, al menos ya estaba arreglada. Y como si fuese para demostrarlo, Roll miró por todos lados al reploide azul, haciendo su propia inspección junto a Lifesaver. – Hizo un buen trabajo. Gracias. – le dijo al médico.

X le lanzó a Lifesaver una mirada como si quisiera decirle que la perdonara. El médico nunca había visto a la reploide rubia hasta hoy, pero ciertamente había hecho notar su presencia. – Sí, bueno, no fue nada, señorita. ¿Estás con él? – le preguntó.

- Pues claro que sí, soy su hermana. Hermana mayor. – aclaró ella. – ¿Ya está listo para que le den de alta?

- Ya no hay más daños, y sus sistemas han pasado todas las pruebas. – alertó Lifesaver a Roll. – Así que sí, ya es libre de marcharse.

- Grandioso. Gracias. – Y con eso ambos, X y Roll, abandonaron la sala y la bahía médica, eventualmente llegando al centro principal del cuartel general, el área más significativa. – ¿Seguro que estás bien? – le volvió a preguntar a X, volviéndolo a ver con sus ojos verde-azulados.

- Estoy bien. En serio. – le aseguró X. Luego señaló hacia el hombro de ella. – Había querido preguntarte, pero ¿cómo llegó ese convertidor allí?

Roll miró hacia donde antes tenía el cable de convertidor. – Oh, eso. – Se mordió el labio. – Bueno, ese Maverick de hecho me aplicó algo de cirugía, se podría decir.

X se quedó en shock al oír esto. Cierto, sospechaba que el convertidor tenía que haber venido de alguna parte, ¿pero esto? – ¿Él te reparó?

- Sí. – asintió ella, igual de confusa que su hermano. – Y eso es lo más extraño. Estaba actuando como un completo salvaje contigo y con Sigma, pero a mí me trataba como si fuera de cristal. – Volvió a mirar a X de nuevo en busca de más raspones, por si acaso.

- Así que ¿no te lastimó? ¿En absoluto? – inquirió X. Sólo había escuchado algunas cosas de boca de Lifesaver y los otros médicos, pero ahora que Roll estaba de vuelta con él, podría obtener respuestas de la fuente. – Pero ¿todavía le hizo todo eso a Sigma?

Roll hizo una mueca. – Lo vi hacérselo. Vi cómo disfrutaba cada momento de ello. – Cruzó sus brazos. – Alguien como él no tiene lugar en la sociedad, mucho menos entre humanos. – Suspiró. – ¡TODAVÍA no puedo creer que nadie me haya dicho que fue él quien irrumpió en la casa del Dr. Fujiwara! ¡Y también que Chiyo estaba sola! – Bajó la mirada. – Nunca debí haberla dejado sola, mucho menos haberme ido de Arcadia en absoluto. – Se giró hacia X. – Lamento mucho todo esto. No fue mi intención que Sigma terminara en ese estado, ni tampoco que tú te vieras envuelto.

- Hey, ya estoy bien. – le dijo X. – La verdad, soy yo el que debería disculparme. Después de todo, la trampa que colocamos fue idea mía.

Se quedó mirando a su hermana. Si ese Maverick fue capaz de poner a Sigma en semejante estado, seguramente podría haberla hecho pedazos. Por lo cual X pensó, sabiendo las condiciones en las que estaba el cuerpo de su hermana, ¿por qué? ¿Cómo podía seguir de pie ahora frente a él? X entonces recordó cómo el Maverick había fijado la mirada en él. ¿Por qué lo estaba mirando de esa manera?

- ¡ATENCIÓN, TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS! – la voz de Ai de repente comenzó a resonar por el intercomunicador. – ¡ESTO ES URGENTE! ¡EL MAVERICK QUE ESTABA EN CUSTODIA HA ESCAPADO! – De inmediato, todos los reploides en el área central se congelaron al oír las noticias. – ¡TODOS LOS HUNTERS DISPONIBLES REÚNANSE! ¡ATENCIÓN, TODO EL PERSONAL DE LOS HUNTERS!

La operadora repitió su mensaje, y todos los Hunters presentes en el centro inmediatamente se dirigieron hacia la sala de reuniones a toda prisa.

X miró a Roll, y la rubia supo que de nuevo tendrían que separarse. Ella le tocó el hombro, pero sabía que no podía detenerlo. Aunque acabara de salir de cuidados intensivos, su hermano probablemente sería necesario.

Calles de Arcadia...

¿Dónde demonios se encontraba?

Luego de abrir a la fuerza el metal de los grilletes en sus tobillos y muñecas, el Maverick rojo finalmente se sintió aliviado de tener más rango de movimiento. A pesar de todo, sabía que no podía disfrutar de su libertad todavía. No, la libertad le aguardaba fuera de las murallas de la ciudad, muy lejos de sus perseguidores. ¿Pero por qué? ¿Qué había hecho? Hasta donde sabía, sólo había despertado en un laboratorio en medio de la nada. Y luego, lo estaban transportando restringido en un vehículo a quién sabía dónde.

Probablemente a un lugar donde lo encerrarían y confinarían, o peor todavía, lo matarían. Pero no, no dejaría que eso sucediera. Aún si hubiese estado en esta tierra antes de este momento, ¡sentía que apenas estaba viendo el mundo por primera vez! ¡De ninguna manera dejaría que estas máquinas se lo llevaran! No, tenía que escapar. ¡Tenía que salor de aquí! ¡¿Pero a dónde podría ir?!

No sabía en qué dirección ir, dónde estaba, ¡nada! ¡No le quedaba nada! Nada, nada en absoluto. Aunque irónicamente, esa palabra significaba algo para él. De hecho, el Maverick de pelo largo descubrió que tal vez "nada" podría llevarle a averiguar lo que estaba sucediendo.

Y quizás, aunque fuese una esperanza fugaz, una pista para averiguar quién era.

Más tarde...

- De acuerdo, ya que el Comandante se encuentra actualmente fuera de comisión, ¡yo estaré a cargo de esta misión! – dijo, o más bien graznó, Chill Penguin. – ¡Nuestro objetivo es evitar que este Maverick rojo abandone los límites de la ciudad a toda costa! ¡¿Lo entendieron?!

- ¡Sí, señor! – respondieron todas las tropas reunidas, entre quienes se encontraba X.

- ¡Entonces andando! ¡Muévanse, muévanse, muévanse! – El reploide con forma de pingüino se llevó un puñado de Hunters hacia los callejones de la derecha, mientras X y el resto se fue a la derecha.

- ¡Pfft! ¡Como si alguien pudiera tomarlo en serio con una voz como esa! – dijo uno de los Hunters cuando Penguin estaba fuera del rango de escucha.

- ¿Y viste cómo se tambalea? ¿Cómo hace para moverse sin caerse? – añadió otra. – ¿De verdad cree que algún día dirigirá su propia unidad?

- Como si eso fuese a pasar. E incluso si lo hace, todavía se reirán de él.

X sintió que tenía que decir algo. – Si ya terminaron de hablar sobre Penguin, tenemos trabajo que hacer aquí.

Uno de los Hunters que se estaba burlando del reploide pájaro resopló burlonamente. – Aw, ¿qué pasa? ¿Temes que hiera sus sentimientos? No es culpa mía que ese pajarraco no sea capaz de aguantar una broma.

- ¡Muy bien, ya basta! ¡Fue suficiente! – dijo el líder designado del escuadrón. – ¡Tenemos a un fugitivo peligroso en fuga, y tenemos que atraparlo antes de que cause más daño! – Todo mundo se quedó callado. – Entre más tiempo perdamos aquí, significa que hay más posibilidades de que haya vidas en riesgo. ¡Así que andando!

El grupo se separó, atravesando los espacios estrechos entre las gigantescas estructuras blancas. Todo mundo mantuvo sus receptores ópticos en alerta por cualquier señal del criminal, lo cual dada la general paleta de colores (o falta de ella) en la ciudad-estado, haría que fuese fácil avistarlo.

Al menos, eso fue lo que X asumió. Y entonces, de repente su audio receptor comenzó a pitar, forzando al reploide azul a responder la llamada. – ¿Ves algo en tu extremo? – preguntó el líder del grupo.

- No, nada todavía. – admitió X. Para alguien que sería fácil de avistar, era muy bueno ocultándose, pensaba X. Sus ojos verdes escanearon por los callejones, en busca de cualquier cosa, incluso aunque fuese la menor seña de él. Justo entonces, logró ver algo. – Esperen, hay algo muy cerca.

El reploide azul sacó su Buster y se escurrió lentamente alrededor de las paredes, acercándose poco a poco hacia el ruido que escuchó. Espió por una esquina, sorprendido por el ruido de una tapa de basurero siendo volteada. Vio unas tiras de pelo rubio y lo que parecía ser el Maverick salir corriendo.

- "¡Si va por allí, puedo interceptarlo al final!" – Con esto en mente, X corrió tras la fuente del ruido hasta que llegó a un callejón sin salida.

Sacó de nuevo el Buster, aguardando a que el Maverick emergiera desde la oscuridad... sólo para encontrarse con un simple gato. El felino, irónicamente, tenía pelaje amarillo, haciendo que X se sintiera más como un tonto. El "cabello" que vio había sido su cola.

- ¡GAH!

- ¡Kyle!

X y el felino se vieron atraídos a los sonidos de una pelea. El gato salió huyendo mientras que X se dirigió hacia la fuente.

- "¡Viene desde arriba!" – X se dio cuenta que la batalla tenía lugar en las azoteas. Luego de encontrar una escalera, X comenzó a subir, esperando llegar con los otros antes que fuera demasiado tarde.

El Maverick rojo había agarrado a uno de los Hunters y lo lanzó a una distancia bastante razonable, enviando al reploide fuera de la azotea. La caída no sería letal, pero todos sabían que el Maverick de larga cabellera era capaz de mucho más que eso.

- ¡Bastardo! – gritó otro Hunter, lanzando un disparo de plasma desde su pistola. El Maverick rojo se agachó, haciendo que el disparo le pasara por encima, y corrió hacia el Hunter, conectándole un fuerte rodillazo en el estómago. Pese a no poseer pulmones o la necesidad de respirar, el Hunter sintió que su sistema de ventilación liberaba una gran cantidad de aire con fuerza. Una patada a la cabeza lo derribó, enviándolo al suelo para que luego la bota del Maverick aplastara su arma.

Unos cuantos Hunters se lanzaron contra el Maverick en montón, pero este se deshizo de ellos uno por uno. Algunos recibieron golpes o patadas, mientras que otros fueron lanzados contra sus compañeros, quitándose a varios de encima de una vez. Pronto, sólo el Maverick rojo se quedó de pie.

- ¡Alto! – El Maverick rojo se giró para ver a un reploide familiar de color azul apuntándole con su Buster. – ¡Las manos donde las pueda ver!

Las dos máquinas se miraron fijamente a los ojos, donde los verdes se mantenían intensamente fijos en los azules. Ambos permanecieron allí, inmóviles, sin que ninguno hiciera ningún movimiento.

Y entonces, el Maverick escapó, saltando de una azotea a otra.

- ¡Hey! ¡Espera! – gritó X, persiguiéndolo.

...

Maldición, ¡¿por qué no podían dejarlo en paz?! ¡A este ritmo, lo iban a capturar!

No, de ninguna manera. No podía dejar que lo atraparan; se REHUSABA a que lo atraparan. Lo que fuera que estos sujetos planearan hacerle, no dejaría que sucediera. ¡Se aseguraría de eso! ¡Jamás lo atraparían con vida!

¡Si tan solo pudiera sacudirse de encima a esa maldita máquina azul que lo perseguía! Se desplazó rápidamente hacia adelante, saltando tan lejos como podía (aunque no tanto como para fallar el aterrizaje) para escapar de su perseguidor. Pero esto solo parecía motivar todavía más al otro reploide a ir tras él. Como fuera, pensaba el Maverick rojo. Podría seguir desde allí mientras lograra salir de los límites de la ciudad. Lo único que importaba era escapar.

No podía permitirse ser capturado.

Sintió que alguien lo tacleaba por detrás, enviándolo al suelo. Se giró para ver que el reploide azul finalmente lo había alcanzado y lo estaba sujetando por las piernas para evitar que se moviera. El Maverick comenzó a forcejear tratando de que la otra máquina lo soltara, tanto empujando como lanzándole puñetazos en su dirección. Lo segundo resultó ser efectivo, ya que X salió volando de espaldas por la fuerza del golpe. El Maverick rojo volvió a levantarse, listo para continuar hasta llegar a los límites de la ciudad.

SCREECH!*

De repente, ambas máquinas se vieron atraídas a la escena de abajo, mirando lo que estaba sucediendo, y perdiendo el enfoque que tenían en el otro por completo.

...

Embarazada. Su madre estaba embarazada. Fumiko iba caminando por las calles con su padre mientras retornaban del hospital. Inicialmente, su madre había estado sufriendo de calambres abdominales y náuseas en la madrugada, pero cuando los resultados de las pruebas volvieron, no había forma de negarlo. Su madre iba a tener un bebé, y ella se convertiría en hermana mayor.

Sin embargo, su madre habría permanecido en el hospital ya que había algunas preocupaciones debido a lo difícil que fue su embarazo con Fumiko, por lo que su padre vendría a recogerla más tarde. Por ahora, sin embargo, la niña japonesa iba a ser llevada a casa. Como dijo su padre, todavía tenía muchas tareas por hacer.

Pero dado lo que venía hacia ellos, tal vez no tendría siquiera la oportunidad de ver a su nuevo hermano.

En eso sonó fuerte chirrido de unas llantas seguido del ruido de metales chocando entre ellos. Dos vehículos habían colisionado entre ellos, enviando a un tercero volando por el impacto; justo en la dirección de Fumiko. Su padre corrió a tratar de salvar a su hija, pero estaban separados por varios metros. Nunca llegaría a tiempo.

La niña se quedó congelada de terror mientras veía el vehículo volando directo hacia ella; se cayó al suelo y se enrolló en posición fetal en un último esfuerzo por protegerse a sí misma. Estaba a sólo instantes de quedar aplastada,

Solo para darse cuenta de que no sintió su diminuto cuerpo siendo aplastado. En lugar de eso, frente a ella estaba de pie un reploide alto y de color rojo, con una larga cabellera rubia, colocando su cuerpo enfrente del vehículo que se acercaba. Y con un rápido puñetazo, el auto se detuvo de inmediato por la fuerza que sintió, hundiéndose todo el capó y dañando varios componentes internos.

- ¡¿Qué diablos crees que haces?! – gritó el conductor, emergiendo de su ahora dañado vehículo.

El Maverick rojo miró a Fumiko, que tembló bajo su mirada. De repente, todos vieron a la banda de Hunters aproximándose, todos apuntándole con sus armas a la máquina de cabello largo. X permaneció en la azotea, en caso de tener que hacer algún movimiento desde arriba.

- Aléjate de la niña humana. – le ordenó uno de los Hunters al Maverick, que estaba observando de nuevo a Fumiko.

La niña se echó para atrás antes de correr con su padre, aterrorizada y llena de lágrimas. X observó cómo los Hunters entraban en acción, listos para aprehender al fugitivo.

Y para su shock, esta vez, el Maverick rojo no intentó oponer resistencia.

Al día siguiente, en el centro de detención...

Era mucho pedir no ser atrapado.

El Maverick rojo se apoyaba contra la pared, muerto de aburrimiento. Seguro, técnicamente seguía en prisión, así que tal vez deberían haberse esperado eso. Aun así, eso no significaba en absoluto que quisiera estar aquí. Se maldijo a sí mismo; estuvo tan cerca, ¡tan cerca de la libertad! Si esa niña humana no se hubiera metido en su camino, ¡entonces seguramente ya habría salido de este lugar a estas alturas!

Por supuesto, eso también podría haber significado que ella podría haber terminado muerta.

No había pensado en ella hasta este momento, ya que se quedó mirándola con los ojos llenos de terror hasta que vio la oportunidad para salir huyendo. Ella le tenía miedo. Todos le tenían miedo. El porqué, el Maverick no estaba seguro, pero todos parecían estar extremadamente cautelosos al lidiar con él. Especialmente ese reploide azul. El Maverick no tenía idea de quién era, pero parecía haber golpeado una cuerda de familiaridad con él.

Esos ojos verdes. Su coraza azul. Y un semblante cauteloso pero lleno de determinación. No era un extraño, el Maverick rojo lo había visto antes. Pero ni siquiera conocía el nombre del otro reploide. ¿Quién era? Y más todavía para el propio Maverick rojo, ¿quién era él mismo?

Justo entonces, oyó el ruido de su celda abriéndose. La puerta se deslizó abriéndose, y un par de reploides guardias aparecieron. – Vamos. – dijo uno de ellos en tono rudo. – Alguien quiere hacerte algunas preguntas.

Lo que eso significaba, el Maverick no tenía idea. Sin embargo, se fue con ellos, planeando cómo iba a escapar de este lugar. Necesitaba tener una buena idea del lugar primero para ver cualquier potencial atajo y áreas para ocultarse si fuera necesario. En cuanto a lidiar con quienquiera que tratara de detenerlo, no tendría ningún problema con eso.

El Maverick fue llevado hacia una pequeña sala con ventanas por todas partes para poder ser observado. Un reploide muy familiar de color azul se encontraba ya adentro; y el androide de cabello largo se quedó confundido sobre qué podría estar haciendo aquí. Uno de los guardias abrió la puerta y lo dejó entrar, cerrándola y dejándolos a ambos adentro solos.

El Maverick rojo fijó sus ojos en los de X, que empezaba a preguntarse si esta sería una buena idea.

- Uh, hola. – lo saludó X. El otro reploide no le respondió. – Entonces, supongo que te estarás preguntando qué es todo esto. – Todavía no recibió respuesta. – Bueno, la verdad es, estoy aquí para escoltarte al laboratorio del Dr. Fujiwara para análisis. Pero dadas las circunstancias, me temo que tendré que tomar medidas de precaución si no cooperas.

Esto no pareció siquiera mover al Maverick en absoluto. Más bien, sólo parecía estar mirándolo con más rabia.

X se recordó a sí mismo que no podía permitirse ser intimidado a pesar de su mirada. Lo que vio la pasada noche todavía seguía repitiéndose en su cabeza, junto con varias preguntas que habían surgido. Pero se dijo que no podía descuidado. No después de haber sido informado de lo que este sujeto era capaz de hacer.

- Por supuesto, quiero hacerte algunas preguntas antes de eso.

Esto pareció sacarle una respuesta al Maverick rojo, aunque no habló.

- Supongo que debe ser obvio, pero ¿cuál es tu nombre? – preguntó X.

Nombre. El Maverick rojo pensó en esto. Un nombre. Buscó por todos sus sistemas, y la pequeña cámara se quedó en silencio.

Y entonces, para sorpresa de X, finalmente recibió una respuesta. – No tengo un nombre.

- ¿Qué? – preguntó X. La voz del Maverick sonaba profunda y calmada, contrastando con su apariencia de alguien "fogoso".

- Un nombre. – dijo. – No tengo ninguno.

X se quedó callado por un momento, pensando en a dónde ir desde allí. – Todos tienen un nombre. O en nuestro caso, al menos algún tipo de identificación. ¿En serio no tienes nada?

El Maverick negó con la cabeza. – Absolutamente nada.

- Bueno, eso no servirá de nada. Tendremos que llamarte de alguna manera. Mi nombre es X. Técnicamente Mega Man X, pero soy más parcial a que me llamen X a secas.

El Maverick rojo no entendía el punto de que lo trajeran aquí, mucho menos ver a este tal X. Sin embargo, se suponía que tendría que encontrar alguna forma de que todo mundo pudiese referirse a él. ¿Pero cuál? No podía recordar nada, y sus sistemas no le decían nada. Ni un nombre, ni un número de serie, nada.

Absolutamente nada. Un cero absoluto.

X entonces vio los ojos del Maverick iluminarse como si una realización acabara de llegarle. Y justo después, X recibió su respuesta. – Zero.

- ¿Perdón? – preguntó X.

- Mi nombre. – dijo el Maverick rojo. – Mi nombre es Zero.

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top