Empatía

Finalmente, tras un viaje muy largo, habían llegado a su destino. A pesar de la lluvia que caía y que todos estaban empapados, la visión del faro le dio al desaliñado grupo de humanos una cálida sensación de esperanza.

– Al fin. – dijo un hombre vestido con un uniforme de negocios. – ¡Ahora podemos llamar por ayuda!

– Muy bien. – dijo el líder del pequeño grupo, un hombre de mediana edad con cabello oscuro, y una camisa blanca de cuello alto, con pantalones y zapatos negros. – ¿Alguien sabe cómo operar un faro?

Los humanos se quedaron en silencio por un momento, hasta que alguien más habló. – Mi abuelo era guardián de un faro, cuando vivía en una aldea pesquera remota muy cerca de la costa. A veces me dejaba encenderlo.

– De acuerdo, eso servirá. – respondió el líder. Por ahora, tendría que servir. – ¡Vamos a dentro y pongámoslo en marcha!

Los humanos empezaron a correr hacia la entrada, con palancas y tuberías en sus manos para usar como defensa. O en este caso, como método para abrir una puerta. Mientras el líder observaba al grupo logrando romperla para poder entrar, no pudo evitar dejar que sus pensamientos volaran, y sus ojos oscuros permanecieron fijos en los cielos tormentosos arriba.

– Fumiko, Kenichi. – murmuró. – Puede que no haya podido salvarlos a ustedes. Pero con suerte, podré salvar a los hijos de otros con esto.

Arcadia...

Allí estaba, a muy poca distancia, visible desde el límite de la ciudad, pero cualquier medio para llegar a él había sido cortado. Dos reploides observaban hacia la distante isla, uno masculino y la otra femenina. Ambos eran partes de un equipo de investigación y desarrollo que acababa de iniciar su colaboración con los Dres. Cain y Fujiwara en el desarrollo de reploides, siendo ambos construidos para dicho propósito. En esencia, habían sido diseñados para estudiarse a sí mismos, por el bien de nuevos desarrollos. Pero dado lo que acababa de ocurrir, ambos se preguntaban si tal cosa continuaría tras algo como esto.

Si su existencia continuaría tras algo como esto.

– ¿Alia? ¿Sucede algo?

La reploide femenina, de cabello rubio largo y suelto, vestida con una bata blanca encima de una armadura rosa oscuro debajo, con las secciones medias de su cuerpo de color negro, miró a su compañero. Dicho compañero era otro reploide, pero a diferencia de su colega, tenía un casco violeta en su cabeza, con unos ángulos plateados que convergían en una gema de color azul con forma de diamante en el centro de su frente. También él llevaba una bata blanca que ocultaba su armadura, consistente mayormente en púrpura y negro con algunas secciones de dorado y blanco, pero a diferencia de su amiga, se veía más confiado y poco afectado por lo que sucedía a su alrededor.

– ¿Crees que este sea el final, Gate? – cuestionó la rubia, Alia.

El reploide púrpura y negro, Gate, levantó una ceja bajo su casco. – ¿A qué te refieres? – inquirió, estupefacto.

– Para nosotros. – dijo ella. – El final.

– Yo... no estoy seguro de entender.

Alia miró hacia el mar. – Quiero decir, Sigma, uno de los propios Maverick Hunters, su Comandante, decidió volverse Maverick, ¡y cortó el acceso total a una isla y bombardeó la ciudad que estaba encima de ella! Quiero decir, desde que los reploides existen, la amenaza de volverse Mavericks ha estado en la mente de todos, tanto de vida orgánica como mecánica.

Gate se rio. – Creo que ese es el propósito de haber formado a nuestro equipo. Fujiwara deseaba avanzar más nuestro desarrollo, pero Cain dijo que esto podría ayudar a que los humanos nos vean como seres vivos.

Eso era cierto, pensó Alia. Aunque efectivamente los reploides eran considerados más avanzados y superiores a los mecaniloides y a los robots del pasado, estaban compuestos de metal y cables. No nacían, sino que eran creados, y a pesar de que demostraban tener casi el mismo nivel de conciencia y sapiencia que los humanos (descontando algunas instancias de escoger lógica por encima de emociones), seguían siendo máquinas. Eran capaces de cosas que un robot nunca podría lograr, ni siquiera las creaciones iniciales del propio Light, ya que incluso con sus avances, no se les consideraba vivos. Los reploides eran la siguiente evolución de los robots, pues donde los mecaniloides eran poco más que drones con mente de colmena, ellos eran más capaces, más independientes, y capaces de actuar por su cuenta. Tales habilidades iban más allá de cualquier cosa construida en el último siglo. Y aun así, parecía que había algunas cosas que no habían cambiado.

Incluso con especímenes como X y Zero. Ningún reploide conocía a los dos personalmente, pero ellos eran la base de todo a lo que trabajaban. Incluso ahora, esos dos eran más avanzados y peculiares que ninguna otra máquina hasta la fecha, incluso que el mismo Bombardero Azul.

– He estado leyendo algunas cosas. – Gate volvió a tomar la palabra de pronto. – Sobre por qué la inteligencia artificial fue restringida hasta cierto nivel después del año 20XX.

– Yo también he estado investigando algunas cosas. – confesó Alia. – Sobre algunos de los reploides que fueron construidos o reclutados por los Hunters.

Esto despertó la curiosidad de Gate. – Habla tú primero.

– ¿Estás segura? – preguntó ella.

– Insisto.

– Bueno, está bien. – dijo ella, continuando. – Ya que X es la última creación "oficial" del Dr. Light, es natural que Fujiwara haya referenciado su trabajo en la creación de los otros reploides.

– Precisamente. – respondió Gate. – ¿Qué mejor fuente para obtenerla?

– Bueno, aquí está el detalle. – dijo Alia. – Primero necesitaba aprobación de los Estados Unidos para acceder a las notas de Light.

– ¿Hm? ¿Por qué?

– Aparentemente, ocurrió un incidente cuando la investigación del hombre fue confiscada y ocultada por el gobierno norteamericano, y se mantuvo sellada bajo llave hasta hace muy poco. – explicó la investigadora rubia. – Fue la propuesta de Fujiwara sobre trabajar con los estadounidenses lo que los convenció de permitirles acceder a los archivos. Así fue como nació Storm Eagle.

– ¿Cuál fue ese incidente? – cuestionó Gate.

– Eso es información clasificada. Pero, una vez que Fujiwara recibió el visto bueno, comenzó a tomar notas de las creaciones pasadas de Light, como los Robot Masters y otros robots asistentes. – Alia miró hacia la isla en la distancia. – Pero eso no era todo.

– ¿No lo era?

– Aparentemente, nuestro co-creador no estaba satisfecho sólo con el trabajo de Light. – dijo ella. – También quería el de Wily, o al menos, todo lo que estaba recopilado sobre los esquemas y planos del hombre.

– Seguro que no aceptaron eso. – dijo Gate.

– Por supuesto que no. – Alia resopló. – Pero... eso no lo detuvo.

Los ojos azules de su colega se ensancharon. – ¿Quieres decir...?

Alia asintió. – Fujiwara se las arregló para echarle la mano a algunos de los trabajos de Wily. Mientras trabajábamos en las unidades hermanas, Boomerang Kuwanger y Gravity Beetle, vi sus esquemas cuando se quedaron activos en la pantalla. – le explicó a Gate. – Fui a ver si había algo que se me olvidó colocar, o a alguien más, pero cuando lo hice, noté que muchas de sus características parecían ser... aterradoramente similares a algunas de las creaciones de Light y Wily.

– ¿Cómo así? – preguntó Gate.

– Kuwanger fue construido con un arma curva situada encima de su cabeza. – explicó Alia. – Uno de los primeros Robot Masters creados por el Dr. Light fue DLN-003, un robot de explotación forestal de nombre "Cut Man". Pero también vi notas en relación al número serial DWN-012, una creación de Wily de nombre "Quick Man". – La reploide de armadura rosa hizo una pausa. – Los componentes de Kuwanger son casi idénticos a estos dos, aunque con avances mucho más modernos.

Gate asintió. – Entonces, Fujiwara ha estado conspirando para seguir los pasos de Wily desde hace algún tiempo.

– Así parece. – respondió Alia. – Por supuesto, las cosas no le resultaron bien.

El silencio cayó entre los dos por un rato, pero las palabras de Alia le recordaron a Gate parte de la investigación que llevaba haciendo en su tiempo libre. – Sabes, tú no eres la única que ha hecho descubrimientos.

– ¿A qué te refieres? – La rubia miró a su compañero. Gate sonrió.

– Parece ser que Fujiwara también estaba investigando del porqué la IA avanzada había sido prohibida.

– ¿Lo estaba?

– Así es. – respondió Gate. – La información está restringida, pero de lo que pude reunir al hackear el sistema...

– ¡¿Hackear?! – exclamó Alia, pese a su deseo inicial de querer mantener su conversación encubierta. – ¡Gate! Si alguien llega a descubrirlo, te van a...

– Nadie lo sabrá. – le aseguró Gate. – Además, si algo sucede, tal vez mi pequeña intrusión nos pueda servir en el futuro.

– ¿A qué te refieres? – cuestionó Alia.

Gate sonrió. Ciertamente, aunque él no dudaba del intelecto de Alia, siempre le encantaba poder flexionar sus músculos mentales en frente de otros, especialmente de ella. Si la impresionaba o no, eso era incierto, pero sus colegas científicos, tanto humanos como reploides, siempre estaban intrigados por sus estudios y hallazgos.

– Bueno, parece ser que Wily pasó años aterrorizando a la Tierra con múltiples intentos de dominación mundial, algunos más exitosos que otros. – dijo Gate. – Pero cualquiera que sea el caso, parece ser que eventualmente se volvió demasiado incluso para aquel que fue diseñado para oponérsele.

Alia estaba confundida. – ¿Hablas de Mega Man?

– DLN002, sí. – respondió su compañero. – Originalmente un robot asistente de nombre Rock Light. El creador del Bombardero Azul se molestó en darle a su creación un apellido, aunque nunca se supo por qué. Fue reformateado en, para ponerlo en términos básicos, un súper robot de combate una vez que el Dr. Wily capturó a sus seis Robot Masters originales, y luego utilizó a otros dos para sus nefastos propósitos. Durante años después de eso, el guerrero con cara de niño luchó contra el científico loco, pero pese a sus esfuerzos, la destrucción era inevitable, y hubo mucho daño colateral, tanto a la confianza de los humanos en los robots, como en los propios robots.

Alia bajó su cabeza. – Suena algo similar a nosotros.

– Así es. – Gate estuvo de acuerdo. – No hay datos definitivos sobre cuándo o qué sucedió realmente, pero hay una instancia, presumiblemente después del incidente en el primer Torneo Anual de Robots, en la que aunque nadie está seguro, parece que se soltaron rumores de que Mega Man fue empujado hasta sus límites.

– ¿A qué te refieres?

Gate se quedó en silencio por un momento. – Hizo lo mismo que Sigma le hizo a Fujiwara. Una máquina rompió la primera y más importante de las leyes que rigen a los nuestros. Y no fue un reploide.

La otra investigadora se quedó pasmada. Ciertamente, apenas unos días atrás, el Comandante de los Maverick Hunters había empalado y decapitado a un humano, ¿pero que un robot hiciera tal cosa? ¿Acaso era posible?

– Pero ¿cómo puede ser? – le preguntó a Gate. – Creí que ellos no eran capaces de ejecutar semejantes acciones.

– Cierto. – respondió Gate. – Pero se te olvida, los robots del Dr. Light, aunque palidecen en comparación con nosotros, no eran como otros de su clase. De hecho, pese al nombre y algunas peculiaridades, eran muy similares a los propios reploides.

– ¿En serio? – Alia seguía interesada. Gate asintió.

– Si crees que lo que estoy diciendo es que Mega Man mató al Dr. Wily de la misma manera que Sigma lo hizo con Fujiwara, te equivocas, Alia. El Dr. Light no le programó el mismo amor por la destrucción e indiferencia por sus alrededores. El Bombardero Azul tenía un sentido de justicia y diligencia hacia la ley instalado en su procesador. Si llegara a matar, no lo haría por venganza.

– Entonces... ¿tú crees que lo hizo para librar al mundo de Wily? – cuestionó Alia. – Como si fuera... ¿una forma definitiva de justicia?

– ¿Quién sabe? – Gate se encogió de hombros. – Es posible que Mega Man no haya sido quien lo hizo. Ese es el rumor más comúnmente difundido, pero nadie sabe qué o quién acabó con el Dr. Wily. Aunque, también he estado pensando...

– ¿En qué? – preguntó Alia.

– Dado que X fue sellado hace un siglo, pero apenas fue recuperado una década antes del año actual, tal vez alguna otra creación de Light podría seguir por allí. O más todavía, una creación de Wily.

– ¿En este día y época? No lo creo. – La rubia negó con la cabeza. – No hay máquina que pueda sobrevivir tanto tiempo.

– Entonces ¿sabes quién es el creador de Zero? – cuestionó Gate.

Alia se quedó en silencio por un momento. – Bueno...no. Sus registros antes del punto que fue recuperado siguen corruptos.

– En ese caso, ¿de dónde vino?

Alia estuvo a punto de responder, pero se encontró incapaz de conjurar nada. Pero antes que Gate pudiese continuar, ambos de pronto notaron una muy brillante e intensa luz en la distancia.

– ¿Hm? – Gate se giró en la dirección de la luz. – ¿Qué es eso?

Alia entrecerró los ojos, mirando hacia la distancia. – Es una luz proveniente de un faro. – dijo, y sus ojos se ensancharon. – ¡¿Eso significa que...?!

Abel City...

– Llegamos demasiado tarde. – suspiró Firefly, una vez que él y Zero finalmente alcanzaron a los humanos. Desafortunadamente, el faro estaba encendido y en marcha, con su luz dando vueltas, proyectando un brillo sobre cada superficie que tocaba. Miró a su comandante, cuya expresión era indescifrable.

– ¿Ahora qué?

– ¿Qué más? – dijo Zero. – Esperamos. Es todo lo que podemos hacer.

Firefly bajó la mirada. – ¿Crees que Sigma vaya a contar esto como tratar de contactar con el exterior?

– No lo sé. – respondió Zero. – Pero por ahora, debemos asegurarnos de que su camino esté despejado cuando vuelvan a los refugios. – En eso recibió una notificación por su comunicador, y tuvo que contestar. – Aquí Zero, reporten.

Saludos, Comandante. – Ai era quien hablaba. – Acabo de recibir un mensaje de X. Se encuentra vivo y tuvo éxito en acabar con la amenaza que ocupaba la planta de energía.

Incluso si no lo expresaba abiertamente, el Hunter rojo dio un suspiro mental de alivio.

– Grandioso, dile que nos vea en el cuartel general. – ordenó. – Envía a un equipo de reparación a la planta para reparar cualquier daño causado. Ahora que tenemos una fuente estable de energía, tenemos que asegurarnos que no vuelva a caer en las manos del enemigo.

Afirmativo. – respondió Ai. – Por cierto, dile a Firefly que tiene algo esperándole cuando regrese.

Zero se giró hacia Firefly y sonrió. – Lo haré. Zero fuera.

– ¿Qué pasa? – preguntó el motociclista verde.

– Oh, nada. – dijo Zero. – Sólo creo que tendrás a alguien muy ansiosa por verte cuando vuelvas.

Unas horas después...

Las reparaciones llevaron algo de tiempo, pero para cuando llegó la medianoche, la energía había vuelto a Abel City. Hecho esto, los generadores se apagaron para ser recargados, y los que estaban disponibles para hacerlo hicieron guardia en la ahora ocupada área. De vuelta en el cuartel subterráneo, todos se habían reunido, tanto humanos como reploides. A-1 había regresado, y un niño fue encontrado con vida, pero Roll seguía bastante molesta de que Chiyo se hubiese fugado para salir así. De modo que, hasta nuevo aviso, la chica fue confinada a la base y sólo podría volver bajo la supervisión de alguien más.

La propia Chiyo no estaba incómoda con esto, pues aunque técnicamente estaba siendo castigada, había poco que pudiera hacer así como estaban las cosas. Aunque la energía había sido restaurada, seguía sin ser seguro afuera, y ahora, por lo que había escuchado, un grupo de humanos podría haberlos puesto potencialmente a todos en peligro. Cierto, Sigma todavía no había hecho contacto con los Hunters o los humanos, pero nadie sabía si tomar esto como una señal de que sus acciones contaban o no. Aun así, dos individuos perdidos habían sido encontrados gracias a sus esfuerzos, así que quizás eso contaba para algo. Aunque le hubiese llevado a la noticia de que Fumiko no lo logró.

– Fumiko... – murmuró la chica de cabello oscuro, habiéndose retirado a su habitación por la noche. De repente, oyó que la puerta se abría, revelando a X asomándose desde afuera.

–Oh, ahí estás. – le dijo.

– Sí, aquí estoy. – respondió Chiyo. – ¿Qué quieres?

Los ojos verdes de X se entrecerraron, preguntándose cómo poner en palabras lo que quería decirle.

– Yo... escuché lo que pasó. Lo que encontraste y... – Se detuvo por un momento, sintiéndose algo tonto e incómodo. – Lo siento.

– Tú has perdido a más de los tuyos que yo. – dijo Chiyo volteando la mirada. – ¿Por qué te conciernen mis pérdidas?

– Aun así importa. – replicó X, tomando asiento junto a la humana. – Pero... salir así por tu cuenta no le habría hecho a nadie ningún bien. A-1 dice que fueron atacados en el camino de regreso al cuartel general.

– Tenía que saberlo. – respondió Chiyo. – Tenía que saber si estaba... con vida. Quiero decir, me alegro que Kenichi está bien, pero... – Se detuvo allí, incapaz de decir más nada.

– Pero aun así preferirías que nadie hubiera muerto. – dijo X por ella. – Incluso alguien como tu padre.

La chica de cabello oscuro no respondió al inicio. Efectivamente, aunque trató de no enfocarse en eso, su padre había estado en su mente desde que fue testigo de su muerte. Y para ser honesta, seguía insegura de qué decir al respecto.

– Has de saber que él también es parcialmente responsable por tu sufrimiento. – le dijo Chiyo a X. – Incluso has tenido que exterminar a aquellos que solían ser tus camaradas por haber contribuido con esto. Sigma no habría llegado tan lejos como lo hizo sin ayuda. – Se agarró su falda, arrugando la tela azul entre sus dedos apretados. – Él ayudó no sólo a ponerte a ti en peligro, sino a todos los tuyos. Y además... – se mordió el labio – ... estás dándole refugio a su única pariente viva, aunque no te traiga ningún beneficio.

– Tú nos entregaste sus diarios de investigación, ¿no? – dijo X.

– Esos sólo hablan sobre sus planes. No hay nada útil excepto sus peroratas sobre cómo planeaba "cambiar al mundo" y todo eso. – replicó Chiyo, y luego resopló. – Y más todavía, quería que yo tomara su lugar cuando él ya no estuviera. ¿Puedes creerlo? – Luego miró hacia el techo. – Tenía planes para todos nosotros, incluyéndose a sí mismo y a Sigma. Excepto que Sigma no estaba dispuesto a compartir el trono.

X miró su rostro, dándose cuenta de que intentaba mantener sus emociones a raya. – No es fácil, descubrir que tu padre... se ha ido. Quiero decir, lo tuyo es mucho más reciente, pero para mí, las noticias de que el Dr. Light había fallecido fueron difíciles de aceptar al principio.

– A él vale la pena llorarlo. – dijo Chiyo. – Era un buen hombre.

– ¿Tu padre no se lo merece también? – cuestionó X. Chiyo bajó la cabeza.

– Eso es lo que me he estado preguntando desde que lo vi morir. – El labio le temblaba. – Fumiko... ella no hizo nada malo. Podría llorarla a ella, y no me sentiría mal en absoluto. Pero cuando se trata de él... – Hizo una pausa, tratando de mantener la compostura. No podía quebrarse. No en frente de su visitante. – Él... él no es como ella. Él no es alguien a quien podría decir que...

Se detuvo de nuevo. ¿Qué diría, que le agradaba, lo apreciaba?

– ¿Querías?"

Chiyo se congeló al oír la sugerencia de X. – Yo... no lo sé. No puedo decir si alguna vez lo quise. – Se abrazó con las rodillas contra el pecho. Luego se rio de manera amarga. – Mi padre... qué extraño, estaba hecho de carne y hueso, pero actuaba más como máquina que cualquiera de sus creaciones.

X notó que sus ojos se humedecían, ya que la luz que iluminaba desde el techo se reflejaba en la superficie de sus ojos. – Chiyo...

– Él es responsable por esto, al menos en parte por haber ayudado a Sigma a preparar todo. – dijo la adolescente. – Pero... eso no quiere decir que yo quería que él... – Se mordió tan fuerte el labio inferior que casi rompió la piel.

– No querías que él muriera. – terminó X por ella. Chiyo desvió la mirada, maldiciendo el hecho de que la humedad comenzaba a filtrarse de sus ojos.

– No sé si realmente lo quiero. No sé si alguna vez llegué a quererlo, o si podría hacerlo. – confesó. Había un gran peso de culpa en todas sus palabras, pero tenía que ser honesta. – Pero... aun así... lo extraño. No sé por qué, pero lo hago.

X absorbió sus palabras, mirando hacia el piso de baldosas. – Oye... está bien sentir confusión.

Chiyo moqueó. – ¿Q-qué?

– Está bien que te sientas en conflicto sobre tu padre. – le dijo X. Luego procedió a hacer una confusión. – La verdad es que, toda esta situación me está destruyendo por dentro. Sigma... yo... – Suspiró. – He aceptado el hecho de que hay que detenerlo, pero...

– ¿Pero? – cuestionó Chiyo.

– Es... tonto, lo admito. – respondió el Hunter azul. – Pero, hay una parte de mí que espera que todo esto sea un terrible error. Que Sigma, de alguna manera, sigue siendo el mismo de siempre. Y que tal vez, sólo tal vez, haya una oportunidad de paz. Y, si realmente hay un virus que provoca que los reploides se vuelvan Mavericks, entonces tal vez sea una víctima inocente de una condición que no puede controlar. – Hizo una pausa. – Entonces acabar con él no sería diferente de un asesinato.

Chiyo se quedó en silencio por un momento, perpleja pero curiosa sobre los pensamientos de X. Sus lágrimas ya se habían secado, por suerte, pero seguía sin entender a qué se refería X exactamente.

– Y... ¿cómo exactamente llegaste a creer en esta teoría?

– No es realmente una teoría. – confesó X. – Es... más bien una esperanza. Una esperanza tonta e improbable. Y además... – suspiró – ...eso no cambia el hecho de que Sigma ha causado mucho daño. Pero cuando se trata de eso, espero que haya una oportunidad de que... tal vez haya algo que podamos... que yo tal vez pueda hacer algo para ayudar.

El Hunter azul miró hacia el techo, hacia la luz. Los ojos de la humana se giraron hacia abajo.

– También siento mucho lo que le pasó a Patarche.

– ¿Discúlpame? – Los ojos de Chiyo se ensancharon, mientras se volteaba hacia X.

– Tu perro. Él... era importante para ti, ¿verdad? – dijo X, y cuando se giró hacia ella, para su gran shock, vio que había lágrimas asomándose en sus ojos. – Él era un buen perro, ¿verdad?

Chiyo se quedó en silencio, congelada donde estaba. Había luchado por mantenerse fuerte, para mantenerse al margen y no desplomarse, pero la mención de su amada mascota terminó por abrir la barrera protectora que había colocado durante tanto tiempo. Había intentado detenerlas, pero las gotas de agua comenzaron a fluir por sus ojos, goteando en el suelo. Una mano se colocó en su espalda, acariciándola suavemente en círculos. Lentamente, ella se acercó a él, y entonces se dejó caer en sus brazos, dejando salir todo lo que había estado guardando durante los últimos días.

Y tal vez, durante los últimos años.

En otra parte...

– Muy bien, allí está. – murmuró para sí misma, viendo a su objetivo al alcance. Kenichi finalmente se había quedado dormido, así que era su oportunidad.

Muchos todavía seguían en servicio activo, pero algunos ya estaban terminando por hoy. Firefly era uno de ellos por insistencia de Ai. También, parecía haber un cierto desarrollo en su relación, pues la navegadora le plantó los labios al Hunter en los suyos, como agradecimiento por encontrar a A-1. Tras pasarlos de largo, Roll vio a Zero entrar a una sala al final del corredor y logró atraparlo justo antes que cerrara la puerta.

– Oh, um, hola. – lo saludó. Zero claramente estaba confuso de verla allí.

– Um, claro, sí. – dijo algo incómodo el otro rubio. Supuso que la otra reploide debía tener una razón para venir a verlo, ya que él no era uno de sus favoritos. – Entonces... ¿qué estás haciendo aquí?

– Bien, es que he querido... decirte algo. – confesó Roll. – O más bien, explicarme.

– ¿Explicarte? – preguntó Zero, confundido. Roll asintió.

– ¿Puedo entrar?

Zero asintió y se apartó, dejándole a Roll espacio para que pudiese entrar. Luego de cerrar la puerta, ella giró su atención hacia el compañero de su hermano, preguntándose por dónde iba a empezar.

– Bueno... supongo que es mejor comenzar con esto directamente. Mira, sobre como tú y yo nos... – Hizo una pausa. – Bueno, no es que te odie, pero... sé que no fui exactamente... cortés... – Soltó un suspiro con pesadez. – Lo que trato de decir es... que lo siento.

Los ojos azules de Zero se ensancharon. – ¿Qué?

– Lo siento. – dijo Roll de nuevo. – Por... cómo te he tratado todos estos años. No... no estuvo bien.

El Hunter rojo cruzó sus brazos. – Si recuerdo correctamente, no nos conocimos en las mejores circunstancias. Según los testigos, yo te secuestré.

– No es la primera vez que sucede, lo creas o no. – respondió la reploide asistente. – Una vez, ¡lo hizo una de las propias máquinas del doctor!

– ¿El doctor?

– El Dr. Light. – aclaró Roll. – Yo... sólo pensaba que, luego de todo este tiempo, el que te guardara rencor era... innecesario. Y... también injusto. Pero por favor entiéndeme. No fue que yo haya simplemente elegido... bueno, no necesariamente odiarte, pero...

– ¿No tenerme en mucha estima?

Roll hizo una pausa. – Sí, supongo que eso encaja. Debo admitir, tenía mis reservas respecto a que X anduviera cerca de ti debido a su primer encuentro, incluso aunque él confía plenamente en ti. – Luego sonrió. – Debo admitir que ustedes dos... no sé qué será, pero...

– ¿Pero qué?

– ...no, no es nada. – le dijo. – Es sólo que... me he dado cuenta que tú me recuerdas mucho a él.

– ¿A quién? – preguntó Zero.

– A alguien que conocí. – respondió Roll. – Bueno, Rock, Mega Man lo conocía mejor que yo. De hecho, podría decirse que lo conocía como un hermano.

Calles de Abel City...

Sabía que venir aquí era un error. Sabía que ir de Arcadia a Abel City seguramente resultaría en quedarse atrapado aquí. Lo supo desde que vio a aquel reploide despachar a aquel humano, lo primero que necesitaba era salir de aquí.

Y aun así, aquí estaba, afuera en la lluvia, buscando refugio debajo de los restos apenas en pie de un edificio dañado por las explosiones de los misiles. De lejos este no era el peor lugar en el que había estado, mucho menos la peor situación, ya que ahora eran los humanos los que estaban en peligro en lugar de los suyos. Aun así, no tenía dudas de que, si lo encontraban, las fuerzas de Sigma no se lo pensarían dos veces antes de despacharlo.

Fue una tontería venir aquí, especialmente luego de sentir aquel desastre que estaba a punto de suceder... pero lo hizo de todas maneras.

Ya fuese por un deseo de pagarle el favor, o quizás tratar de salvarla de lo que estaba por venir, no lo sabía. Pero una cosa era segura: ella se había ido, pero su amiga todavía seguía con vida. Fue a la que llamó cuando lo encontró aquella noche.

Una noche muy similar a la de hoy.

Cuartel general de los Hunters...

– ¿Proto Man? – cuestionó Zero.

– Sí. ¿No has leído los registros sobre él? – preguntó Roll.

– Una vez. – replicó Zero. – Cuando X me estaba contando sobre el Dr. Light y me preguntó si recordaba o no a mi propio creador.

Roll se quedó callada por un momento. – Y bien, ¿lo recuerdas?

– Para nada. – Zero cerró sus ojos. – Cualquier cosa después del momento en que Sigma hundió su puño en mi cabeza, está totalmente borroso.

– Ya veo. – Roll pensó cuidadosamente de sus siguientes palabras, decidiendo volver al tema anterior. – Bueno, al principio, Rock y yo lo conocimos durante el incidente del apagón mundial que involucraba a Ra Moon.

– ¿Ra Moon? – cuestionó Zero.

– Es... una porción de la historia que he recordado recientemente. También recordé que Proto, que en ese entonces era Break Man, intentó dispararle a Mega Man. – dijo apretando los labios. – El disparo me dio a mí, ya que yo me atravesé.

– Suena como algo que haría X. – dijo el otro rubio. – Ustedes dos realmente son familia.

– Me alegra que pienses eso, aunque yo soy la mayor. – respondió ella. Su expresión se tornó seria. – Aunque eso NO quiere decir que yo sea una anciana.

– ¿Ok? – El Hunter rojo estaba confuso.

– Como sea, luego de eso también escuché que, no mucho tiempo después de eso, irrumpió destruyendo una pared y rompiendo una foto en la casa de la Dra. LaLinde. – explicó Roll. – Una vieja amiga del Dr. Light. Tenía una robot propia, llamada Tempo, o LMN-001, Quake Woman, que también era una amiga mía. – Roll sonrió al recordarla. – Siempre fue muy tímida y reservada. Kalinka, por otro lado, siempre estaba lista para presentarse.

Zero seguía escuchando mientras ella hablaba. – Suena a que las extrañas mucho.

– ...Yo... realmente no las recuerdo mucho. – confesó Roll. – Sólo recuerdo que fueron mis amigas, pero... eso es todo. Aparte de algunos rasgos que tenían, no recuerdo mucho de nuestras interacciones.

Roll frunció el cejo, y Zero permaneció en silencio, aunque por dentro pensaba que los tres, ella, él y X, todos tenían problemas de memoria.

– Pero sí sé que Tempo me dijo que su primera conversación con Break Man la dejó muy asustada. Aunque no le puso una mano encima, si es lo que estás pensando. – dijo Roll. – Luego de eso, y de que quemara el laboratorio del Dr. Light, yo creí que sólo era un matón, un criminal que intentó matar a mi hermano y poner en peligro a todos mis seres queridos. Sin mencionar que él fue el responsable de secuestrar a Kalinka. Cierto, el Dr. Wily era quien manejaba los hilos y lo manipuló para que trabajara para el científico, pero aun así... me llevó algo de tiempo confiar en él, mucho menos tratarlo con amabilidad. Pero con el tiempo, creo que realmente estaba tratando de enmendar las cosas que hizo. Sólo que...

– ¿Sólo que qué? – inquirió Zero.

– Él... – Roll suspiró. – Supongo que, sintió que creyó que estaría mejor por su cuenta...

Un año antes, Arcadia...

No era muy sensato salir cuando estaba tan bajo de energía, pero ¿qué otra opción tenía? Necesitaba partes de repuesto, ya que su cuerpo estaba volviendo a caer por su desgaste. Cierto, muchos de sus componentes internos habían sido ajustados a mano para manejar mejor el consumo de energía con las fuentes del tiempo presente (excepto por la remoción de su reactor central), pero su armadura externa había permanecido casi sin ninguna modificación. Así que su aspecto era bastante deplorable.

Y fue por eso que, al darse cuenta demasiado tarde que debería haberse llevado uno o dos cristales de energía consigo, a nadie se le ocurriría buscarlo, ya que probablemente asumirían que ya no estaba funcionando.

Pero justo cuando todo se había vuelto oscuridad, descubrió que sus sentidos todavía no lo habían abandonado. Sintió un par de manos sujetándolo bajo los brazos de su abrigo empapado y tratando de levantarlo. Desafortunadamente, parecía que su peso era demasiado para la persona que trató de alzarlo, así que llamó a alguien de nombre "Mimi" para que viniera a darles una mano extra. Fue entonces que se dio cuenta que quien lo inspeccionaba era una chica, y lo siguiente que supo fue que lo levantaron del suelo antes que el mundo volviera a ponerse oscuro otra vez.

...

Su cabeza estaba en un lugar suave. Suave y cálido. Ya no sentía más la lluvia, así que seguramente estaba en algún lugar en el interior. Al levantarse, se dio cuenta que le habían quitado su sombrero y gafas, junto con la tela raída que solía llevar alrededor de su cuello.

¿Q-qué demo...? – Intentó ponerse de pie, pero se dio cuenta que su postura era inestable y daba tumbos, y casi se cayó en el segundo en que se puso de pie.

¡Oh, qué bien! ¡Ya despertaste! – El extraño se giró para ver que se encontraba en lo que parecía ser una especie de sala, con muebles doblados en varios ángulos, un reflejo de las tendencias populares de la época. – Qué bueno que tu compartimiento de energía es compatible con el energón, de lo contrario Mimi habría tenido que mezclarlo en aceite con gasolina para poder ponerte de vuelta en funcionamiento.

Una adolescente humana vestida con un chaleco azul y falda roja estaba de pie en el arco que llevaba hacia el espacio en su hogar. Sus ojos oscuros, pero suaves, observaban los de él, detrás de unas gafas de montura gruesa.

Un momento... ¡sus ojos! Inmediatamente se cubrió la cara, evitando mirar a la chica.

¿Qué pasa? – le preguntó ella, aproximándose. – ¿Estás herido? ¿Hay algo mal con tus ojos?

¡No! – le gritó, haciendo que la chica se congelara. – No me mires. – dijo un poco más calmado, antes de volver a ponerse sus gafas oscuras, pero sin girarse para encararla. – ¿Quién eres? ¿Cómo llegué aquí?

La chica dio un paso adelante, pero notó que el cuerpo de su invitado se tensaba al hacerlo, así que se alejó para darle algo de espacio.

Me llamo Fumiko. – le dijo ella, tratando de sonar lo menos amenazante posible. Tal vez había actuado algo precipitadamente al meter a este extraño en su casa. – Y estás en mi casa. Te encontré tirado contra la pared de afuera, así que le dije a Mimi que te trajera adentro.

¿Mimi?

Oh, es nuestra mucama reploide.

Ah, sí, reploide. – dijo la figura desconocida. – Son la última novedad, ¿verdad?

Incluso después de todos estos años, sí. – respondió Fumiko. – Hablando de eso, ¿qué clase de reploide eres tú?

¿Cómo?

¿Qué clase de reploide eres? – volvió a preguntar la chica. – Eres, y discúlpame si sueno grosera, ¿un modelo más antiguo? – Señaló hacia sus botas. – Pareces estar muy desgastado.

No podía negar eso, había tenido mejores días. Diablos, había visto mejores años, tal vez incluso décadas. Fumiko volvió a hablar.

Mira, tengo una amiga que es buena con las máquinas. Me ayudó bastante cuando Mimi fue infectada con aquel spyware. – se giró para marcharse. – ¡Sólo quédate donde estás, ya vuelvo!

Con eso, Fumiko dejó a su invitado a solas en la sala, y el, por su parte, observó su cuerpo desgastado y envejecido. En efecto, tal vez había estado aquí demasiado tiempo. Mucho más de lo que había pensado. Y mucho más de lo que habría deseado.

Por ahora, hasta donde él sabía, era el único que quedaba,

Tiempo presente, cuartel general...

– Entonces, ¿había un impostor haciéndose pasar por él? – cuestionó Zero, a lo que Roll asintió en respuesta.

– Cuatro, en realidad. – le respondió. – Lo más gracioso, cuando Mega Man trató de insistir en la inocencia de Proto Man al inicio cuando el Dr. Cossack también fue capturado, junto con el Dr. Light, tuvo que tomar acciones. Por lo que escuché, se las arregló para encontrar y pelear contra Proto Man, y estuvo a punto de al menos dejarlo inconsciente.

– ¿Y entonces qué pasó?

Roll se puso la mano en el mentón. – Lo más extraño, es que alguien que jamás me habría esperado fue quien salió en su defensa. – le dijo a Zero. – Tempo, o Quake Woman, ayudó a Mega Man a probar su inocencia, lo que llevó a la revelación de que Wily hizo varios duplicados de un Robot Master llamado Dark Man, que tenía la habilidad de imitar la apariencia externa de otros robots.

El Dr. Wily. Sí, él también había escuchado ese nombre.

– He de suponer que la relación de Proto Man y Wily no fue la mejor después de eso.

– Desde entonces, se dedicó a detener cualquier cosa que ese científico loco estuviera tramando. Claro, debo admitir que siempre fui un poco cautelosa con él, pero bueno, supongo que será por la misma razón que actué como lo hice contigo. – Roll desvió la mirada. – Yo... tenía miedo.

– ¿Miedo? – cuestionó el recién nombrado Comandante.

– Sí. – respondió la rubia. – Aunque fuese mi función, y bueno, todavía lo es, mi cuerpo está diseñado para trabajos simples como tareas del hogar y labor manual. No estoy hecha para el combate. – Su expresión se tornó de frustración. – Incluso con las mejoras a comparación de mi cuerpo original, sigo sin poder hacer nada para ayudar.

– ¿A qué te refieres? – preguntó Zero.

– No mucho después que Proto Man le dio totalmente la espalda a Wily, ese lunático construyó un nuevo robot para servirle, uno que estaba obsesionado con derrotar a Mega Man. – le dijo Roll al Hunter rojo. – Ayudó a Wily a escapar de prisión, y nos engañó a todos haciéndonos creer que estaba de nuestro lado.

– ¿Es decir que los traicionó?

– Esencialmente, sí. Era un peleador muy violento, obsesionado con el poder, y siempre tratando de ponerse por delante de Mega Man... – Hizo una pausa. – Pero... él no es nada comparado con... ése.

– ¿"Ése"?

Roll bajó la cabeza. – El que persiguió a Mega Man a casa. No sé quién era, o cuándo fue construido, o qué metieron en él, pero sí sé una cosa.

A pesar de sí mismo, Zero de pronto empezaba a ponerse nervioso en presencia de Roll. Como si ella supiera algo que él no.

– ¿Y eso es...?

La otra reploide cerró sus ojos turquesas, frunciendo el cejo cada vez más a medida que las aterradoras imágenes de esa alta y terrible figura que aterrorizaba los fragmentos y piezas de sus recuerdos que apenas revisaba cuando lograba juntar el valor para hacerlo.

– Sé que él, de alguna manera, es el responsable de haberme dejado en el estado en el que me encontró el Dr. Cain.

Zero se quedó en silencio por un momento. – Entonces, ¿crees que...?

Roll asintió. – Creo que él fue el que me mató.

Un año antes, residencia Takenada...

Escuchó que alguien venía. Fumiko fue a contestar la puerta, y dejó que alguien entrara.

¿Tienes idea de la hora que es? – cuestionó una voz, que claramente no estaba feliz de que la hubieran hecho salir a estas horas de la noche. – Tuve que inventarme una buena excusa porque dijo que no quería perder su tiempo.

Aun así, gracias por venir, Chiyo. – dijo la chica de pelo corto. Él se asomó por la esquina para ver a una chica con cabello largo que venía con una pequeña caja de herramientas.

¿En dónde está? – preguntó.

Oh, está en la sala. – le dijo Fumiko a la otra humana, guiándola hacia esa área específica de la casa.

Esto no era bueno, ¡tenía que salir de aquí! ¿Pero cómo? No tenía idea de cómo eran los planos de este lugar, mucho menos dónde esconderse, ¡pero no podía permitir que lo abrieran! Cierto, todavía no había estallado, ¡pero eso no quería decir que su núcleo hubiera dejado de ser peligroso! ¡Si alguien lo tocaba, entonces...!

Y bien, ¿dijiste que se ve muy viejo? – escuchó decir a Chiyo, mientras intentaba conjurar un plan de escape. Antes no tenía suficiente energía para utilizar su arma, pero ahora, quizás hubiera recobrado la cantidad necesaria...

No viejo en el sentido de la edad aparente. – aclaró Fumiko. – De hecho, tiene aspecto de niño. Pero está muy desgastado.

¿Es un modelo antiguo? – cuestionó Chiyo.

Se lo pregunté, pero no dijo nada. – replicó Fumiko. – Creo que está un poco paranoico. Casi parece que tenga miedo de que lo voy a entregar o algo así.

¿Es un Maverick? – inquirió la otra humana.

No, no lo creo. – dijo la chica de pelo corto. – Al menos, todavía no ha tratado de atacarme.

Entonces, me estás diciendo que acabas de meter a tu casa una máquina desconocida, ¿sin saber siquiera si podría tratarse de un fugitivo?

Fumiko se quedó en silencio. – Bueno... no creo que sea malo. Quizás sólo...

¿Qué? – preguntó Chiyo, a lo que Fumiko de pronto se quedó callada de nuevo. La otra chica echó a correr hacia la sala, dejando a Chiyo atrás. – ¡Hey, espera!

Ambas corrieron hacia el área, pero se dieron cuenta que el extraño ya había desaparecido, y una de las ventanas estaba abierta. Fumiko corrió y miró hacia afuera, pero no vio ningún rastro del individuo al que trajo a su hogar.

Tan pronto como él entró a su vida, se había ido.

...

Tras haber saltado por la ventana, corrió por las calles, ocultándose entre los edificios para mantenerse fuera de la vista. Se había descuidado, tenía que asegurarse de no volver a quedarse bajo de energía nunca más.

Aun así, pese a lo cerca que estuvo, el misterioso extraño no pudo evitar sentirse agradecido con la chica que le ofreció refugio de la lluvia. De cualquier manera, esperaba que no tuvieran que volverse a ver, ya que no necesitaba a más gente en su vida.

No quería perder a más nadie.

Tiempo presente, cuartel general...

– ¿Cómo lo sabes? – le preguntó Zero a Roll.

– Yo... no estoy segura de cómo. – confesó Roll. – Pero... no recuerdo nada después de él. Recuerdo que le disparó a Mega Man, y... eso fue todo. – Hizo una pausa por un momento. – Y, si fue él quien me mató, ¿quién me dice que no fue él quién mató a los demás? Tal vez... tal vez él es el responsable de que Rock ya no esté... – Se detuvo, incapaz de completar esa oración, pero rápidamente retomó el tema. – Tal vez... la prohibición de IA... tuviera algo que ver con él. Por eso, aunque no esté construida para eso, quiero ayudar a X. Quiero ayudar a mi hermano, y... – Suspiró de nuevo, y bajó la cabeza. – No puedo hacerlo. No de la forma en que tú, Ai, o Lifesaver pueden hacerlo. Pero... no sé cómo pasó, pero Mega Man... Rock... y el Dr. Light... ellos se han ido. Y... no quiero perder a la última de las creaciones de mi padre.

– Lo entiendo. – Zero asintió. – Aunque, ¿por qué dices que no puedes ayudar de la misma manera que yo o que los demás?

– Bueno, es que no estoy construida para esas cosas. – respondió Roll. – No fui construida para el combate, mucho menos con la habilidad de conectarme y guiar a los Hunters en sus misiones.

– ¿No puedes aprender? – sugirió el Hunter rojo.

– ¿Qué?

Zero cruzó los brazos. – Seguro, pienso que tienes un largo camino por recorrer, pero después de que todo esto haya terminado, tal vez podamos admitirte.

– Quieres decir... – Los ojos turquesas de Roll se ensancharon. – ¿Quieres que me una a los Hunters?

– Técnicamente, has sido parte de ellos durante los últimos días, así que en lo que a mí concierne, ya eres parte del personal hasta nuevo aviso.

La otra rubia se quedó en shock ante la respuesta de Zero. – A-aun así... sigo sin ser de mucha utilidad.

– Entonces cambia eso.

– ¿A qué te refieres?

– Cámbialo. – repitió Zero. – Si quieres contribuir, hazlo de cualquier manera que desees.

– Pero... yo no fui diseñada para... – Roll quiso protestar, pero Zero la cortó.

– Detesto decirlo, pero Sigma tiene razón en una cosa. – dijo el Hunter rojo. – Hay algunos humanos que nos ponen restricciones encima. El Dr. Fujiwara era uno de ellos.

Roll suspiró. – Cierto, no puedo negar eso.

– Bueno, ya no estás más a su servicio, ¿verdad? – preguntó Zero. Roll se quedó pensando en ello.

– No, pero Chiyo todavía está aquí.

– Si quieres seguir trabajando para ella, eso está bien. Hablo de lo que quieres hacer a partir del aquí y el ahora. – explicó el reploide más alto. – A pesar de las circunstancias, ahora técnicamente eres libre. No tienes por qué hacer lo que te fue asignado.

La mucama asimiló las palabras de Zero, registrándolas como si acabara de darse cuenta de una verdad oculta. – Cierto, aunque todavía me gustaría tener un cuerpo más fuerte, independientemente de lo demás.

– Cuando todo esto haya terminado, veré si podemos transferirte a una forma más sólida. – le dijo Zero con una sonrisa. Roll lo miró a los ojos.

– ¿Podrías hacer eso?

– No estoy seguro. – admitió Zero. – Pero dadas tus contribuciones hasta ahora, diría que cumples los criterios para recibir una mejor coraza exterior, si vas a trabajas con nosotros.

Los ojos de la otra reploide se ensancharon. – ¿Lo dices en serio? – Zero asintió. – Wow, yo... no sé qué decir. Gracias.

Zero asintió. – Ahora, se está haciendo muy tarde. Probablemente mejor deberías descansar.

– Soy una máquina igual que tú. – le dijo Roll. – Puedo quedarme despierta durante días sin problemas.

– Está bien, si insistes. – respondió Zero. Ambos salieron de la habitación, y en ese momento fue que Zero recordó un detalle que había escuchado. – Por cierto, escuché que Chiyo se encontró con alguien en la ciudad cuando ella y Kenichi venían de regreso al cuartel general.

– Oh, claro. Ray, ¿verdad? – respondió Roll, al recordar lo que Chiyo le dijo. – Como Ray Charles...

– Él era un músico, ¿correcto? – preguntó Zero.

– Así es. Un cantante estadounidense, que era particularmente prolífico en el género del soul y el blues. Aun así... – empezó a pensar en voz alta – ... no es que sea demasiado popular aquí en oriente, así que es una elección de nombre muy extraña.

– ¿Quizás sea de Norteamérica? – sugirió Zero.

– Tal vez. Aun así, parece ser que se tomó su tiempo para asegurarse de que lograra escapar a salvo. – Roll se rio. – Es muy extraño. Apareció justo cuando se le necesitaba.

Al volver a la sección principal del cuartel subterráneo, Zero y Roll tomaron caminos separados. Ella se fue a chequear a Kenichi mientras Zero iba a recopilar cualquier actualización o noticia nueva. Ninguno estaba seguro de lo que vendría a continuación, mucho menos si Sigma contaría el intento de los humanos de alertar a la tierra principal como una violación de sus términos.

Pero fuera lo que fuera que viniera a continuación, todos esperaban estar preparados para enfrentarlo.

Esta historia continuará...


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