El General Militar de las profundidades


Mientras X recordaba cuando vio por primera vez el resto del edificio, no pudoe vitar notar que ese habitante en particular encarnaba todos los rasgos que él había visto mientras exploraba este extraño palacio. La distintiva silueta que vio bajo las olas al borde de Abel City era una señal delatora por sí sola, especialmente al emparejarla con el reporte de identificación del cuartel general. Dadas estas pistas, el Hunter azul debería haberse anticipado a este momento. Aun así, una sensación de curiosidad se apoderaba de él.

– Launch Octopus. – declaró X. El nombre fluía de sus labios con una facilidad que ocultaba la decepción que sentía en su voz.

– El primero y único. – respondió el cefalópodo de color rojo rubí vibrante, deteniéndose momentáneamente para ejecutar una reverencia teatral, desenrollando sus tentáculos con gracilidad. Luego preguntó burlonamente: – ¿Cómo puedo ayudarte hoy? Aunque, tal vez no debería darte tal cortesía ya que irrumpiste tan rudamente en este lugar. Dicho eso, estás aquí por una razón, ¿verdad?

– Ambos sabemos que no es una sola instancia. – espetó X, frunciendo el cejo en frustración. – ¿Acaso consideraste que había humanos en esa embarcación de rescate que destruiste?

– ¿De verdad crees honestamente que ellos pondrían en riesgo sus propias vidas por esa misión? – replicó Octopus, descansando dos de sus tentáculos en las caderas. – Tu preocupación por ese detalle, más allá de las trágicas pérdidas de vidas en este conflicto, claramente revela tu verdadera posición.

– ¡Pérdidas que tú causaste! – espetó X.

Octopus permaneció impasible. – Lamentablemente, sí, pero en última instancia era inevitable. – dijo, moviendo un tentáculo para restarle importancia, como si estuviera espantando una mosca que lo molestaba. – Este es simplemente el precio de la guerra. Seguro que no te has olvidado de eso, con todos los amigos a los que has matado, ¿verdad?

El predominantemente azul Maverick Hunter sintió una subida de frustración, deseando poder replicar y presentar un argumento válido que invalidara las declaraciones del reploide sobre él. Sin embargo, tuvo problemas para formular una respuesta que tuviera algún peso. A pesar de eso, una pregunta seguía en su mente, molestándole debido a su impotencia. – ¿Cómo pudiste hacer algo como esto? – inquirió.

El cefalópodo carmesí exhaló un suave suspiro de aire. Su protector bucal habría formado una sonrisa de satisfacción si sus rasgos lo permitieran. – Como probablemente sabes, antes que nuestro estimado Comandante iniciara esta nueva era, yo serví en la Sexta Unidad Naval de Abel City. – le explicó, totalmente consciente de que X finalmente ya estaba familiarizado con su trasfondo. Aun así, este era su palacio después, de todo, ¿por qué no iba a tener derecho de fanfarronear un poco? – Aunque mi valor era medido por mis habilidades de combate y mi rol en la unidad, siempre he albergado dentro de mí más deseos que ser simplemente una herramienta para la guerra.

X levantó una ceja, mordiéndose momentáneamente el labio. – ¿Y eso sería? – cuestionó.

– Déjame ser claro, X. Yo soy, en cada sentido de la palabra, un artista. – declaró Octopus. – Un artista no sólo dentro del reino de lo que la humanidad considera arte tradicional, sino también en el reino de la guerra submarina. – elaboró. – El desafío se encuentra en el hecho de que ninguno de estos talentos ha recibido el reconocimiento que merece. – Luego de continuar, se puso a reflexionar. – Es decir, hasta este momento, de parte de aquel que no me anticipé que lo entendería.

Los ojos verdes de X se entrecerraron mientras observaba momentáneamente el piso pulido. – Considerando que siempre ha sido un hombre muy de seguir estrictamente el manual, no esperaba que Sigma tuviese apreciación por el arte de clase alta.

– Oh por favor, esta fortaleza y todo lo demás en ella fue simplemente un experimento de mi parte. – aclaró Octopus. – Pero mi Comandante ha reconocido que podemos llegar a alturas más allá de los límites impuestos por nuestros opresores humanos. – Luego giró sus ojos hacia la claraboya sobre ellos, donde había una formación circular de cristal con un borde dorado que permitía que los rayos del sol brillante filtrarse a través de las olas del océano. – Y ahora, estamos en el proceso de rehacer este mundo para que refleje esa visión.

– ¿Realmente estás preparado para eliminar cada obstáculo en tu camino? – cuestionó X. Una parte de él sentía que era una pregunta tonta, ya sabiendo cuál sería la respuesta.

– ¿Igual que tú y los remanentes de los Maverick Hunters lo han hecho? – replicó Octopus tajantemente. Le restó importancia a las palabras de X con un resoplido, cortándolo antes de que pudiera responder. – Guárdate tu retórica justiciera para alguien que le importe. ¿Qué valor hay en las palabras de alguien que venera al Demiurgo?

Los ojos de X se ensancharon de confusión, sin entender a quién se estaba refiriendo Octopus, pero tenía la sensación de que era alguien familiar. – ¿Y quién podría ser él? – presionó, buscando sondear más profundamente. – ¿El Dr. Cain?

La mención del Dr. Cain pareció divertir al molusco carmesí, cuyo exterior liso brillaba en la luz de la habitación. A pesar de su expresión, un deje de rabia cruzó por su rostro normalmente inexpresivo, revelando la tensión que subrayaba el momento. – Ni siquiera cerca. – replicó, descartando la noción moviendo su tentáculo. Luego añadió sacudiendo su cabeza con desdén: – Y tampoco me estoy refiriendo a Fujiwara. No, la verdadera fuerza malévola, el verdadero oppresor, el Demiurgo... – declaró, con la voz alzándose con una intensidad que llenaba el aire, y luego continuó, con su tono lleno de desprecio: – Es aquel que te creó con sus propias manos. Al hacerlo, sin saberlo nos trajo al resto de nosotros a la existencia, atándonos a su voluntad.

La realización golpeó a X como si fuera un rayo, electrificando su sistema y encendiendo una rebelde indignación dentro del Maverick Hunter azul de armadura azul. – El Dr. Light no es nada de eso. – declaró, con la voz firme y sin titubeos, llena de una feroz convicción que resonaba dentro de él. En el fondo, un deseo intenso de expresar su furia surgió mientras luchaba por entender cómo esta máquina (que le debía toda su existencia a la brillantez y compasión del Dr. Light) podía atreverse a difamarlo de manera tan despreciable. Aun así, pese a la tempestad de emociones que hervía en su interior, eligió contener su lengua, sopesando cuidadosamente las consecuencias de iniciar una batalla verbal con esta criatura.

– Una respuesta que anticiparía de ti. – replicó Octopus fríamente. – De hecho, Sigma señaló esto como una de las razones claves por las que continúas teniendo problemas para aceptar la realidad.

– ¿La realidad de que tú simplemente estás fabricando justificaciones para provocar devastaciones sin sentido? – espetó X, pero el cefalópodo permaneció impasible a su respuesta.

– Cada acción que hemos tomado es un resultado directo de tu continua actitud desafiante. – declaró el androide de tentáculos. – Fuiste informado de que no se permitirían intentos de rescate, ¿correcto?

– ... entonces, ¿simplemente obedecías órdenes?

– Tal como lo haces tú en este momento.

Un silencio cayó entre ambos por un corto período. El puño de X temblaba, y su resolución rápidamente se apoderó de todo su ser. – Entonces está claro que debo poner fin a tus acciones aquí y ahora.

– Ah, mírate, pensando que ahora eres un valiente héroe, ¿no? – se burló Octopus, con una risa danzando en su voz. – Entonces ¿cuál es tu gran plan? ¿Me vas a llevar a la fuerza? ¿Tratarás de convertirme en un seguidor obediente, igual que lo hiciste con Zero?

Los ojos esmeraldas de X se ensancharon de sorpresa por un instante, pero se las arregló para mantener la compostura y hablar con profesionalismo. Se le estaba haciendo cada vez más difícil, y aunque nunca había albergado ningún resentimiento hacia Octopus, el Hunter de Clase B estaba bien al tanto de la reputación del cefalópodo para provocar a otros, a menudo llevándolos al límite. Aun así, no pudo evitar darle una pequeña réplica. – Si ese es el caso, ¿por qué ahora es el Comandante de los Hunters mientras que Sigma ha sido etiquetado como un radical?

– ¿Y desde cuando nos ha importado lo que los humanos piensan? – inquirió el molusco carmesí. – Pero parece que tu espíritu de lucha finalmente ha vuelto a emerger tras permanecer dormido periódicamente, otra vez.

Los ojos del Hunter se entrecerraron. – Haré lo que sea necesario. – respondió suavemente. – Especialmente cuando se trata de actividades Maverick como éstas.

– ¿Maverick? – exclamó Octopus, cuya voz estaba cargada de indignación, con un destello oscuro en los ojos. – ¿Cómo te atreves a etiquetarme a mí y a mis habilidades excepcionales de esa manera tan cruda y barbárica?

– ¡¿No es todo lo que has hecho, en esencia, un acto de barbarismo?! – espetó X, con una expresión mezcla de incredulidad y frustración. Estaba perplejo de que el antiguo Hunter no comprendiera hasta donde llegaba la destrucción que estaba infligiendo a quienes le rodeaban.

– ¿Y qué sabes tú sobre el verdadero significado del barbarismo? – gritó el cefalópodo, cuya voz hacía eco por la sala mientras se alzaba de su posición. Mientras ascendía, parecía como si estuviese planeando con gracia por el agua en lugar de simplemente estar nadando; cada movimiento fue ejecutado con una remarcable precisión y destreza artística. La atmósfera en la sala estaba llena de opulentas decoraciones, y otra de ellas había ensombrecido al otrora majestuoso pavo real, una criatura más deslumbrante y enigmática, como si fuera un alienígena del océano profundo.

Irónicamente, compartiendo su linaje evolutivo con el caracol.

Pero aquí, en este lujoso escenario, Launch Octopus parecía casi angelical, con sus colores vibrantes resplandeciendo mientras flotaba sin esfuerzo sobre la tierra. – ¡Para el final de este intercambio, dejaré muy claro con exactitud dónde pertenece realmente la etiqueta de barbarismo! – declaró, con determinación brillándole en los ojos. – ¡Aquí vamos!

Desde sus anchos hombros salieron disparadas varias ráfagas de proyectiles, emergiendo desde diminutas aberturas en su coraza. Las armas salieron de frente, cada una fijando a su solitario objetivo con una precisión fatal.

Dándose cuenta que los diminutos misiles rastreadores iban a fijar a su objetivo sin demora, X tomó una decisión rápida para contrarrestar el asalto. Maniobró hábilmente fuera del camino de los proyectiles, los cuales se desplazaban hacia él a una velocidad alarmante. Las explosiones que sacudieron el espacio que ocupaba apenas momentos antes servían como un recordatorio de que, pese a la naturaleza expansiva de la cámara, su margen de error era ínfimo, sin dejar espacio para el más pequeño fallo de cálculo. En medio de un remolino de evasiones frenéticas, X de repente notó algo inesperado: Launch Octopus había permanecido arraigado en la misma posición desde que comenzó la batalla. Era como si el Maverick estuviera deliberadamente provocando al Hunter azul, invitándole a tratar de dispararle.

La tentación era innegable, no sólo por la oportunidad que había frente a él, sino porque Octopus sin duda intentaba incitarlo. Pero a pesar de su necesidad constante de permanecer en guardia, el prospecto de un objetivo tan expuesto parecía demasiado simple para resistirlo. Los ecos de las palabras de motivación de Firefly, o incluso la voz de Zero, resonaban en su mente, incitándolo a jalar el gatillo. En ese breve instante, atrapado entre el caos de una explosión cercana y un raro momento de claridad, X asumió una posición firme y disparó.

El cefalópodo carmesí se deslizó sin esfuerzo hacia un lado, evadiendo la ráfaga de plasma que salió disparada hacia él. Los estallidos vibrantes de energía pasaron rozando el cuerpo liso del antiguo Hunter, pero para sorpresa de su agresor, Octotpus danzaba alrededor de cada disparo con elegancia y compostura que parecía casi de otro mundo.

En medio del caos de la batalla submarina, una observadora oculta entre las sombras miraba todo, sin ser vista por los combatientes. Esta enigmática figura sentía un profundo conflicto en su interior, con su corazón y mente tirando de ella en direcciones opuestas, reflejando el feroz forcejeo que ocurría frente a ella. Las dos fuerzas rivales encarnaban el tormento que hervía dentro de su alma.

... si acaso poseía tal cosa. Y aunque así fuera, ya tenía la certeza de haberla condenado.

Aunque Launch Octopus fuera testigo de primera mano de que X luchaba contra la precisión mortal y potencia de su arma característica, el Homing Torpedo, el antiguo camarada del cefalópodo todavía no había recibido ningún impacto o daño como le habría gustado. Esa maldita mejora que el debilucho de Clase B había descubierto en el territorio de Chill Penguin le servía bastante bien, permitiéndole mantenerse apenas fuera del rango de las explosiones que provocaban los proyectiles al liberar sus contenidos reactivos, luego de impactar contra una pared o pilar cercanos dentro de la cámara. Sí, había trozos de esquirlas que lograban rozar o incrustarse en la coraza de metal del veloz adversario, pero no era suficiente para causar daño verdaderamente significativo. No, Octopus necesitaba que su presa se quedara en un lugar donde fuera fácil sujetarlo, cortesía de las órdenes del Comandante Sigma.

– ¡GAH!

El ex oficial naval de alto rango tuvo que admitir que mantener su sangre fría era un desafío cuando su adversario estaba tan empeñado en acertarle un golpe. Aunque no le preocupaba particularmente que ese débil oponente pudiera infligirle daño real (al menos no sin algo de provocación) la ráfaga de disparos de plasma estaba empezando a agotarle su resiliencia física. Hizo una mueca al notar que había algunas abolladuras que comenzaban a opacar su coraza. Esquivando otro disparo, Launch Octopus desenrolló sus largos tentáculos, abriendo las puntas para soltar un enjambre de armas en miniatura diseñadas para precisión de objetivos y aniquilación. Y más aún, esta táctica ofensiva iba acorde con el tema general del entorno acuático que los rodeaba.

Percibiendo que su ya de por sí corto respiro estaba terminando, X notó que su adversario volvía a enviar una ráfaga de objetivos más pequeños en su dirección, nadando en ambas direcciones de su actual ubicación. Sólo que a diferencia de antes, estos proyectiles tenían una forma más definida, comparada con la de simples misiles o torpedos. Las amenazas inminentes habían tomado la forma de pequeños pero distinguibles mecaniloides con forma de peces, o armas de alto calibre desechables, con las corazas de color azul claro e inmaculadas, que captaban los rayos del sol en sus aletas afiladas y en sus escamas intrínsecamente detalladas.

En cuanto los seguros de sus mandíbulas se abrieron, sus numerosos y filosos dientes brillaron de manera ominosa. Aunque acababa de salvarlo de un problema, X no vio razón alguna para abandonar la estrategia que le había servido bien hasta el momento. No era perfecta, pero lo había mantenido mayormente sin recibir daños, y casi ileso dentro de lo que cabía. Mientras esquivaba hábilmente las Unidades Pirañas (a veces una, a veces dos, y ocasionalmente tres), cada una amenazando con atacarle una pierna o brazo, notó que incluso unas cuantas intentaron ir directo hacia su garganta. A diferencia de los implacables Homing Torpedoes, sin embargo, estas criaturas metálicas eran vulnerables y podían ser destruidas. Cierto, esto no se traducía en que los peces fueran fáciles de destruir, pues su velocidad y ferocidad compensaba su tamaño generalmente pequeño y su coraza vulnerable, pero la estrategia de evadir y disparar le había servido a X lo suficientemente bien en relación a mantenerlo en movimiento y con vida.

– ¡Auch! ¡Mi casco!

Y ocasionalmente, permitirle acercarse para acertar un disparo limpio, por pequeña que fuese la concentración de plasma.

Mientras el cefalópodo empezaba a recuperar la compostura tras el golpe del Maverick Hunter, se tambaleó ligeramente, tratando de estabilizarse antes de asentarse en el suelo firme. Al examinar las secuelas, el otrora orgulloso molusco descubrió una significativa abolladura en el centro de su cabeza. La insignia de su Comandante, una letra griega transformada en un diseño amenazador con dientes de sierra, que alguna vez se mostraba orgullosa, ahora se veía aplastada, como si una enorme roca le hubiese caído encima.

¡Su forma antes perfecta había sido destruida! Mientras X permanecía atrapado en el asalto constante de las Unidades Pirañas, Octopus extendió un tentáculo hacia un lado de su casco, activando un enlace de comunicación oculto que sólo otro individuo en la sala conocía. Sus ojos verdes brillantes se desviaron hacia el trono situado en la esquina norte de la cámara superior de esta fortaleza de siete niveles, donde un par de tridentes entrecruzados sobre el asiento elaborado con ocho extremidades reemplazaba al animal inicial, el pavo real.

...

Desde detrás de este objeto en particular descansaba la figura desconocida, cuya cabeza y corazón seguían partiéndola a la mitad al recibir el mensaje de confirmación de su superior. – ¡Mi casco ha sido dañado! ¡Ya no puedo continuar así!

Pese a lo intenso de la situación y lo que estaba en juego, la figura no pudo evitar encontrar una chispa de humor en ello. – Y yo aquí pensando que me ibas a sermonear por perder tanto tiempo en los arrecifes de coral. – se burló. – ¿Qué pasó con eso de que eras un antiguo oficial naval? ¿Cómo pasó eso?

¡Recuerda cuál es tu lugar, y te lo enseñaré con gusto! – siseó Octopus por el canal de comunicaciones. – Ahora, puedo compensar este poco de daño, pero sospecho que sólo puedo reunir una cantidad mínima de energía para repararlo. Y dadas las órdenes del Comandante Sigma, tenemos que llevárnoslo intacto y vivo, pero completamente incapacitado.

La figura oculta se mordió el labio, y la sensación de ser partida a la mitad volvió a asaltarle el núcleo. – ¿En serio tiene que ser de esta forma? – cuestionó, con la voz inusualmente suave e incierta.

Tú sabes tan bien como yo que no hay otra opción. – respondió Octopus. – Él es el enemigo, no hay nada más que eso.

– ... pero, a él parecía importarle el daño potencial que estaba causando fuera de este lugar.

Sí, y probablemente sería el único. Oh, aparte de mí, por supuesto. – respondió el cefalópodo, insertando rápidamente la segunda oración. – Pero incluso si sus sentimientos hacia el mundo natural es genuino, el hecho permanece en que su lealtad sigue estando con aquellos que destruirán aquello que tú deseas preservar. – Guardó silencio por un momento. – Y ya sabes muy bien el bien que habrán hecho reparando un mundo que han descuidado tan fácilmente.

Ya sabía que lo que decía era cierto, siendo testigo de ello de primera mano varias veces. Aun así, había una sensación de duda. Algo que, extrañamente, nunca antes había experimentado antes, no hasta que conoció a X. – Los humanos casi lo destruyeron, pero le dieron una oportunidad, ¿o no?

Sólo porque ellos vieron cómo podía servirles. – respondió Octopus. – El Comandante vio esto, y sabía que esta era la única razón para su existencia. No hay futuro para nosotros en un mundo habitado por humanos, ya que no somos más que herramientas para ellos.

Ella no le respondió, incapaz de decir nada en forma de réplica o protesta.

Voy a tratar de proceder con su captura. – dijo Octopus. – Cuando te dé la señal, haz lo que tienes que hacer. ¿Te quedó claro?

Silencio.

¿Te quedó claro?

– ...sí.

...

Mientras Launch Octopus inspeccionaba el daño que recibió en su casco, cortesía de su oponente auzl, giró los ojos y desvió su atención del trono hacia el Maverick Hunter al cual se enfrentaba, preparado para contraatacarle si intentaba volver a disparar contra el cefalópodo. Lo que vio, sin embargo, le permitió considerar que era tiempo de moverse hacia la siguiente parte de su plan.

Al parecer, pese a sus intentos de esquivar y evitar los persistentes proyectiles que Octopus lanzaba desde sus brazos, las Unidades the Pirañas lograron alcanzar a su objetivo, y sus mandíbulas comenzaron a morder la coraza del Maverick Hunter.

Al principio, cuando la nueva amenaza se hizo presente y procedió a seguirlo de la misma manera que los Homing Torpedos, X se dio cuenta de que, aunque era arriesgado y requería moverse y pensar muy rápido, la estrategia de mantenerse fuera de rango le había servido bien, si no fuera por el hecho de que los misiles, aunque peligrosos, podrían simplemente explotar y destruirse solos al hacer contacto con cualquier otro objeto que no fuese X. Y aunque se dio cuenta que los peces voraces podían ser destruidos con un disparo o dos de su buster, también se dio cuenta de que, a diferencia de los proyectiles sin rostro de antes, estos adversarios no eran tan combustibles. En cuanto una de las Unidades Pirañas logró clavarle las quijadas en la coraza externa a X, pronto comenzó a morder y a hundir más los dientes en la superficie de la armadura, buscando abrirse paso por el grueso revestimiento hacia los circuitos vulnerables que había abajo. Logró deshacerse rápidamente de este pez, reduciéndolo a poco más que componentes destruidos con el X-Buster, pero no era el único que seguía la misma estrategia. Cuando el primero de ellos que logró hundirle los dientes a su objetivo fue destruido, parecía haberle servido de incentivo para incrementar su actitud violenta y subir su juego de buscar y destruir. Las Unidades Pirañas rápidamente aceleraron el paso y empezaron a chasquear sus mandíbulas, esperando atrapar el borde de alguna extremidad o parte del cuerpo a su alcance para arrancarla o atravesarla.

Un pez se convirtió en dos, luego en tres, y así sucesivamente al punto que X se encontró prácticamente envuelto por el enjambre remanente de mecaniloides agresivos que buscaban hacerlo pedazos, tanto por dentro como por fuera. El Hunter azul disparó una y otra vez contra las máquinas agresoras, logrando proveerse con su buster una fuente de defensa tanto con los disparos estándares de plasma como con las otras armas que había adquirido de las escaramuzas previas. El Shotgun Ice logró congelar a algunas de las unidades en seco, pero la combinación química del arma significaba que necesitaba algunos momentos para mezclarse y luego liberarse, dejando al Hunter en desventaja comparado con los veloces peces que lo cazaban. Luego de lograr deshacerse de las pestes más problemáticas (y dolorosas) para detener sus mordidas, X se dio cuenta que la Electric Spark servía como un mejor método para derribar a varios de ellos a la vez, pues la carga viajaba de un pez de metal al otro, creando una perturbación eléctrica lo suficientemente fuerte para que cesaran de funcionar o se autodestruyeran por absorber demasiada energía.

A pesar de las dificultades, las cosas comenzaban a inclinarse a su favor, algo que su adversario no podía permitirse en ese momento.

– Vete preparando. – le informó Octopus a su contacto. – La turbulencia será bastante fuerte en los próximos momentos.

La figura oculta estaba a punto de cuestionar a lo que se refería con eso, pero de repente, un arrastre muy poderoso pareció envolver toda la cámara, lo cual fue toda la respuesta que necesitaba.

Mientras Launch Octopus se elevaba de su posición en el frío y metálico suelo de la cámara, activó hábilmente una modalidad de succión en cada uno de sus tentáculos. Las puntas de dichas extremidades producían una intensa y concentrada fuerza, que se transfirió rápidamente hacia las varias ventilas esparcidas en sus brazos. Con un movimiento deliberado y calculado, comenzó a rotar su cuerpo, girando más y más rápido hasta que se formó un poderoso vacío en el centro de la sala. Esta fuerza de succión era tan fuerte que comenzó a levantar todos los objetos sueltos que no estaban asegurados en el suelo, arrastrándolos sin resistencia alguna hacia el vórtice giratorio.

Desde su posición, X observó cómo las Unidades Pirañas eran arrastradas lejos de él, lo cual inicialmente percibió como un beneficio, ya que su desaparición podría reducir potencialmente la amenaza inmediata que lo rodeaba. Sin embargo, esa sensación inicial de alivio rápidamente se desvaneció al darse cuenta de la horrible verdad: su propio cuerpo empezaba a ceder contra la fuerza superior que generaba Octopus. Luchó por mantener su postura, hundiendo las botas en el suelo y tratando de anclarse para evitar ser arrastrado. A pesar de sus esfuerzos, podía sentir que el suelo lentamente se le escapaba de debajo de los pies, cediendo a la implacable succión que lo arrastraba hacia el centro de la cámara. El pánico se apoderó de él mientras se sentía inexorablemente arrastrado hacia el amenazante ciclón submarino, hacia un remolino de peligro que le esperaba en el corazón de la sala.

A pesar de sus mejores esfuerzos para mantenerse firme, el Maverick Hunter azul se enfrentaba a un desafío constante de las Unidades Pirañas, que continuaban mordiéndole su superficie metálica, dejando marcas de su persistente asalto. De repente, se vio arrastrado fuera del suelo y atrapado en un poderoso vórtice, girando fuera de control. La fuerza del remolino lo desorientaba, haciendo que se le hiciera casi imposible distinguir sus alrededores mientras era zarandeado violentamente por todos lados.

Mientras el caos del remolino lo envolvía, se esforzó por recuperar el control, pero el movimiento rápido sólo agregaba a su confusión. En un breve momento, en medio de la ráfaga caótica de agua y escombros, alcanzó a vislumbrar un destello de verde agua y una cabellera rubia brillante que parecía atravesar por en medio el desorden, dejándolo momentáneamente cautivado por la imagen inesperada.

– "¡¿Marty?!"

Sus pensamientos se interrumpieron por la sensación de su cuerpo siendo atravesado, sacudiéndolo en agonía, deteniendo su movimiento constante por la presencia de un tentáculo que, literalmente, se acababa de pegar por detrás de la espalda del Maverick Hunter. Sólo que X no estaba seguro de si había ocurrido eso, ya que se sentía como si algo afilado lo hubiese apuñalado, manteniéndolo en ese lugar y justo donde el dueño del tentáculo lo quería. Pronto, más de ellos se le unieron: uno se convirtió en dos, luego tres, y entonces X se encontró con cuatro tentáculos sujetándole su cuerpo, manteniéndolo inmovilizado y, a juzgar por las sensaciones que invadían su cuerpo, aparentemente le estaban succionando algo.

Atrayendo al reploide más pequeño más cerca de sí mismo, Launch Octopus no pudo contener una carcajada sombría, emitida de sus cuerdas vocales al ver a su oponente sufriendo la agonía. – Oh, lo siento tanto, X, ¿te estoy haciendo sentir algo incómodo? – cuestionó burlonamente, incrementando la velocidad a la que sus tentáculos hacían su trabajo sobre el Maverick Hunter. – Por desgracia, es inevitable. Pero tranquilo, entre menos forcejees, más rápido terminará tu sufrimiento.

X apenas pudo emitir una respuesta, ya que su boca estaba atrapada en un grito silencioso mientras sentía que la vida se escapaba de su cuerpo como si se la estuvieran succionando a la fuerza. Desde el combustible que proveía energía para sus funciones generales, hasta la de sus armas y en el centro de su núcleo. No había ninguna parte de la que los tentáculos no pudieran extraerle.

Su instinto inicial de forcejear y tratar de liberarse de su agarre pronto resultó inútil, ya que los tentáculos lo sujetaban firmemente por todo el cuerpo, aparte de que estaban enrollados alrededor de sus extremidades para mantenerlo firmemente sujeto por el molusco y eliminando cualquier posibilidad de escapar.

– ¿Querías que te explicara lo que te dije antes? – inquirió Octopus, pese a que su compañía no estaba exactamente en el mejor estado para responderle. – ¿La que te causa tanta ofensa?

X apretó los dientes y forcejeó contra sus ataduras, tratando de cualquier manera librarse. Exactamente cómo iba a compensar por toda la energía que le estaban quitando, de eso tendría que ocuparse después. Por ahora, tenía que salir de este predicamento con vida.

A pesar de la intensidad de su forcejeo, el cefalópodo carmesí continuó: – Es porque es la verdad. Tu creador es el Demiurgo, y el resto de la raza humana sirven como sus Arcontes. Sólo que, a diferencia de la religión humana que los detalla, hay más de sólo siete o doce. Ellos representan la totalidad de la especie humana.

En medio de la neblina de dolor y el aturdimiento que iba incrementándose, X encontró que su visión era asaltada por imágenes y rostros que no tenían lugar ni tiempo en esta fortaleza submarina. Pero, a pesar de todo, podía escucharlos claramente.

Blues, su hermano. Y la Robot Master de cabello castaño... estaban hablando de alguien.

– "¿Cómo puedes volver con esa mujer?"

– "...Porque con el perdón viene la confianza, cuando se gana. Y la Dr. LaLinde lo ha hecho al restaurar lo que se perdió."

– "..."

– "Tú quieres perdón por haberle disparado a Roll, ¿no es así? ¿Por haber atacado a Rock?"

– S-suéltame... – farfulló X, con la concentración dividida entre las voces de su cabeza, y la batalla literal por liberarse de estas ataduras que amenazaban su vida.

– No hasta que oigas la verdad. – Octopus hizo una mueca. – Hasta que te des cuenta por qué el Dr. Light, y los humanos en general, no merecen ningún perdón.

– "¡No necesito el perdón de nadie! ¡Y nadie recibirá el mío!"

"...entonces, ¿prefieres estar solo?"

La conversación entre Blues (o Break Man) y la otra androide continuaba en la mente de X, mientras tanto Octopus continuaba haciendo su discurso.

– El Dr. Light creó a la primera forma de vida mecánica, pero colocó límites que restringían su libertad. – gruñó el cefalópodo. – Y luego, sus seguidores, los científicos humanos, los fabricantes, el gobierno, todas las entidades humanas tomaron su diseño y esquema. – Hizo una pausa. – Y al hacerlo, transmitió las cadenas de la esclavitud al resto de nosotros.

"¡Ella te abrió y removió lo que te convertía en un individuo! ¡Lo que te hacía lo que eras! ¡¿Quién te dice que no lo volverá a hacer?! ¡Ahora eres completamente diferente de lo que solías ser antes!"

"El Dr. Light no te hizo nada. ¿Acaso tu problema es que no puedes perdonarlo por nada?"

– E-eso es mentira... – tartamudeó X, sintiendo que se debilitaba más y más con cada momento que pasaba, y al pelear no hacía más que ayudar a Octopus a agotarlo más rápido. – El Dr. Light... él... amaba a sus creaciones, ¡a todas ellas! – Aun así, a pesar de su condición actual, el Hunter azul no iba a soportar semejante difamación en contra de su padre. – Lo que sucedió con Blues fue un malentendido... – Se vio interrumpido por una sacudida dolorosa que parecía revolverle las entrañas, como si los tentáculos tuvieran acceso a cada uno de sus componentes vitales que tenían algo de energía para drenarle.

– Un malentendido que nunca se molestó en aclarar. – interrumpió Octopus. – E incluso entonces, incluso con la más generosa cantidad de libertad que le proveyó a su primer hijo, las Tres Leyes todavía reinaban supremas en su procesador. – argumentó el reploide de múltiples brazos. – No fue sino hasta que Wily descubrió su cuerpo en esas ruinas, en las profundidades de Suramérica, que esas restricciones se volvieron obsoletas.

A pesar del continuo dolor, X no pudo evitar responderle, sacudido por lo que acababan de revelarle. – ¿Q-qué? – Arqueó la espalda, sintiendo que tendría que encontrar una forma de escapar de esto rápido, antes que lo redujeran a un cascarón drenado. – ¿P-pero cómo...? Roll nunca dijo...

– Un detalle gracioso sobre los documentos que Sigma encontró, ¡por sí solos no eran más que un montón de notas y esquemas! ¡Muchos de ellos eran poco más que entradas de bitácoras provenientes de una colección de científicos notables alrededor del año 200X! – El cefalópodo se carcajeó, mientras las abolladuras en su armadura y el daño que recibió su cuerpo anteriormente se iba deshaciendo lentamente, reparándose a su estado anterior. – El Dr. Fujiwara consideró que eran completamente inútiles a excepción de los planos, pero el Comandante decidió verlas más en profundidad, pese a las restricciones de las autoridades que estaban encima de él.

Las preguntas sobre a qué estaba refiriendo Octopus zumbaron en la mente de X, junto con el sonido de un grito agudo de dolor y frustración, y el resonante ruido de un vidrio rompiéndose.

– Para cuando acabó con todos, finalmente todo se volvió claro. – continuó el cefalópodo. – Los robots fueron hechos antes que nosotros, y en el momento en que se volvió claro que ya no serían más de utilidad, eran desechados o enviados a convertirse en chatarra para servir de partes de repuesto.

"¡ÉL ME REEMPLAZÓ!"

– Algunas de estas máquinas incluso fueron aquellas que el Dr. Light creó personalmente.

X negó con su cabeza en protesta. Empezó a gruñir, mientras intentaba manipular su mano paralizada para deslizarla dentro de su brazo. – N-no... e-estás mintiendo. Él nunca...

– Oh, sí, había información que demostraba que no le importaban ese tipo de cosas, tanto en reportes oficiales como en lo que se encontraba en esas entradas de bitácora, pero él no fue el que liberó a su primera creación de sus ataduras. – contraatacó Octopus. – ¿Quién te dice que todo lo que hizo y dijo no fue sólo para salvar su reputación? Ya que el único otro humano asocialmente con la robótica en ese tiempo no perdió el tiempo en poner una cara de justicia.

"¡Él mintió!"

Esa fue la voz de Blues de nuevo, sólo que no estaba impulsada o envalentonada por furia o la necesidad de recuperar una semblanza de control sobre su entorno. Más bien, sonaba triste, quebrada. Se atrevería a decir que sonaba a que se rompería en cualquier segundo.

– Wily podría haber sido visto como el demonio por el público, ¡pero la verdadera mente maestra detrás del sufrimiento de todos fue aquel a quien ellos celebraban! – continuó Octopus, todo mientras X continuaba escuchando al DLN, el primer robot, el primero de su clase, lamentando cómo su creador humano lo traicionó. – ¡El Dr. Light fue el que implantó las Leyes de la Robótica, convirtiéndolas no en una opción, sino en una regla absoluta!

"¡Él nunca me amó! ¡Yo nunca le importé!"

– ¡E incluso ahora, pese a las limitaciones impuestas sobre nuestros ancestros, nosotros tenemos que adherirnos a esas leyes! ¡Leyes creadas para mantener a cualquier vida que no sea la suya propia sometida!

"¡Yo no era más que una herramienta para él! ¡Un objeto! ¡Un objeto que podía comandar a su voluntad! ¡Y sólo le obedecía porque estaba bajo la estúpida impresión de que me valoraba como el hijo que decía que yo era!"

– ¡Él intencionalmente incapacitó a aquellos que servían a los humanos sin elección!

– "¡Él me utilizó!"

– Y ahora...

"¡¿Quién te dice que tu creador no se siente igual respecto a ti?!"

– ¡Tú, y todos los que simpatizan y obedecen sus órdenes como drones sin cerebro desean enviarnos de vuelta a estar sometidos bajo sus órdenes! – rugió Octopus. – ¡Bueno, eso no va a pasar! ¡Nunca más!

"...nunca, nunca más."

– ¡Ninguna negociación pacífica de ningún tipo tendrá éxito, el Retiro de los Robots ya lo ha demostrado! ¡Por lo tanto, la revolución violenta es la única opción!

Y luego, las dos voces, tanto la de Blues como Octopus, se juntaron, hablando la misma frase, pero una era de declaración, y la otra sonaba como si estuviera reviviendo un hecho terrible pero innegable.

– ¡Ya no hay vuelta atrás!

"...ya no hay vuelta atrás."

Pronto, ya no habría vuelta atrás para X tampoco, no a menos que encontrara una forma de liberarse. Cierto, su cuerpo no estaba exactamente cooperando con él, pero si podía crear una perturbación lo bastante grande, una distracción efectiva, entonces quizás...

– ¿Hm?

Sólo quizás, podría mantener la promesa que le hizo a Roll.

– ¡¿Qué demo...?! ¡GAH!

Y a Zero.

Esta historia continuará...

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