El dilema de X

Una década había transcurrido desde que el Dr. Phillip Cain descubrió al robot llamado X, y durante ese tiempo, su contribución a la robótica cambió al mundo. Desde la ciudad-estado de Arcadia, los reploides pasaron de ser exclusivos de un área específica a estar disponibles por todo Japón, especialmente en ciudades pobladas como Tokio y Osaka. Y después de cinco caños, todas las naciones del primer mundo ya tenían una mano en los reploides. Algunos eran para labores domésticas, mientras que otros eran personalizados para propósitos específicos. Y algunos eran puestos a prueba y reclutados como parte del programa militar de sus respectivos países, los cuales se volvían más y más avanzados con cada año que transcurría.

El problema de los Mavericks persistió incluso cuando los reploides se hicieron un fenómeno global, pero esto sólo abrió paso a nuevas investigaciones y programaciones más avanzadas. Y después que el resurgimiento de inteligencia artificial compleja abrió camino para reploides de calidad aún mayor y con características nunca antes vistas. Las máquinas se habían expandido a lo largo y ancho, y en mayores cantidades de lo que los robots jamás lo estuvieron. El Dr. Fujiwara era ahora un nombre grabado en la historia como uno de los co-creadores de los reploides, y con su éxito, el interés en el trabajo del Dr. Light se extendió de un campo científico a otro. En efecto, el mundo había entrado en un frenesí por los reploides.

Y el mundo ya no sería igual, para bien o para mal.

Abel City era una metrópolis aislada pero próspera ubicada en la costa de Arcadia, conectada a la tierra principal por carreteras que se extendían por varios kilómetros sobre el océano. Aunque, a pesar de su enorme tamaño, era sólo una parte de la isla artificial donde fue edificada; varias instalaciones y sectores importantes residían allí. Estas proveían medios tales como electricidad y aire limpio a pesar de la enorme industrialización que se invirtió en crear la ciudad. Y con el crecimiento de los Maverick Hunters, tanto aquellos que fueron construidos para los propósitos de la organización como aquellos que se unieron por cuenta propia, un cuartel general fue construido y establecido en el centro de la ciudad. Se alzaba como un bastión del juramento de ser espada y escudo para aquellos que no podían defenderse a sí mismos.

Y hoy se haría una demostración de eso exactamente.

16 de mayo, 21XX, Abel City,12:42 pm...

Los cielos sobre la concurrida ciudad estaban despejados, con solo algunas escasas nubes, y el sol brillaba con fuerza desde una gran distancia fuera del planeta. Él adoraba los días como este, pero infortunadamente, ahora no era el momento de estirar sus alas. Se encontraba en una misión de reconocimiento crucial, y su reporte dictaría dónde atacarían sus colegas Hunters.

– Eagle, ¿ya has visto al mecaniloide renegado? – preguntó la voz de Sigma, hablando a través del canal de audio.

El reploide volador, Storm Eagle, miró hacia abajo a Abel City, divisando actividad justo debajo de él. – Afirmativo, Comandante. El mecaniloide se está moviendo hacia el Sector A-42.

– Muy bien, podemos interceptarlo justo allí. Mantente en espera y rastrea sus movimientos. Le enviaré las coordenadas a X para que pueda llegar al punto de partida. Eagle fuera.

En las calles de Abel City, Sigma y los Hunters habían logrado atrapar al mecaniloide Maverick en el sitio de una estructura que se encontraba en construcción, en el cual las fundaciones estaban demolidas y arruinadas, y el edificio había sido totalmente destruido antes de poder completarse. Sigma se encontraba en la escena, esperando el momento correcto.

Y entonces, dio la señal para que todos se movieran.

Zero y varios otros Hunters avanzaron, ocultándose tras algunos escombros. En ese momento, Zero notó algo moviéndose en el cielo encima de sus cabezas: sobre la ciudad iba volando un Bee Blader, cuya hélice superior lo cargaba por el aire, mientras su ocupante se preparaba para hacer su salida.

– X, ¿has llegado al objetivo? – preguntó Storm Eagle, todavía volando y manteniendo un ojo sobre el mecaniloide.

– Afirmativo, Eagle. – respondió el reploide al pájaro mecánico. – Estoy justo encima de él.

– De acuerdo, ¡fuego a discreción! ¡Yo seguiré rastreando los movimientos del mecaniloide! ¡Tú encárgate de todo en el suelo!

– ¡Entendido! – La puerta del Bee Blader se abrió, permitiéndole a X lanzarse en caída libre, y Storm Eagle observó cómo el Hunter más pequeño iba descendiendo.

X se giró en el aire, mientras las nubes pasaban a través de él. Divisó al mecaniloide debajo y comenzó a recargar su buster. La energía comenzó a generarse y a acumularse dentro del arma, expandiéndose más y más hasta que ya no pudo contenerla mucho más. Tenía que ser liberada rápido.

Y con un poderoso rugido, X hizo precisamente eso: un estallido de plasma a alta presión salió disparado fuera del cañón, impactando al mecaniloide desde arriba. Toda el área fue consumida por una luz ardiente blanca, cegando a todos los presentes.

Mientras estaba en el aire, X lanzó un pequeño disparo de energía que le desvió la caída, permitiéndole deslizarse hacia la pared de un edificio dañado para deslizarse por ella, antes de finalmente aterrizar en el suelo.

– ¡Escuadrón Chill Penguin, comiencen la operación! – ordenó Sigma al Hunter bajo y con aspecto de pájaro.

– ¡Entendido, aseguraré el área! – graznó Chill Penguin. Él y una banda de reploides humanoides se apresuraron para interceptar al mecaniloide caído, pero algo comenzó a moverse bajo los escombros.

El mecaniloide cuadrúpedo se puso de pie, alzándose sobre ellos y sin otra cosa que algunos rasguños en su superficie.

– ¡¿Qué diablos?! ¡Esa cosa apenas si sufrió daños! – jadeó Penguin. El mecaniloide entonces alzó una de sus patas para pisotearlos. – ¡Aquí viene!

Chill Penguin y sus camaradas Hunters saltaban hacia atrás buscando evitar a la máquina renegada. Sigma apretó sus labios.

– ¡Zero! ¡Spark Mandrill! ¡¿Ya lograron ubicar el generador?!

Zero y otro Hunter de mayor tamaño y con aspecto de primate, con una cara pintada muy elaboradamente se vieron forzados a saltar hacia atrás para evitar el ataque del mecaniloide.

– ¡Esto no es bueno! ¡Esta cosa es demasiado rápida, no podemos acercarnos! – gritó Zero por su canal de comunicaciones.

– ¡Sí, lo que él dijo! – añadió el primate robótico, Spark Mandrill. No tenía mucho qué agregar, pero sabía cómo dirigirse a su comandante cuando le hablaba.

– ¡Toma esto! – gritó Chill Penguin, lanzando una solución compuesta de nitrógeno líquido y varios otros químicos desde su garganta, atrapando las patas delanteras del mecaniloide en un espeso hielo.

Spark Mandrill decidió contribuir y lanzó un poderoso puñetazo hacia una de las patas del mecaniloide, enviando descargas de electricidad magenta por toda la máquina. Desafortunadamente, esta acción terminó desordenando sus circuitos mientras el hielo de Penguin lo mantenía en su lugar, y no pasó mucho antes que el mecaniloide comenzara a hacer movimientos erráticos, rompiendo el hielo que lo sostenía.

– ¡Ahh! ¡Es demasiado fuerte! – chilló Chill Penguin, ahora empezando a preocuparse.

X, que iba a toda prisa hacia la escena, pudo escuchar el ruido de lo que sucedía cada vez más cerca. – ¡Comandante, esa cosa es más poderosa de lo que creímos! ¡Iré a respaldarlos! – dijo por el canal de comunicaciones.

Desde sus "ojos", el mecaniloide lanzó unos rayos láser dorados que atravesaron todo en su camino. Forzando a todos los Hunters a retroceder, para evitar tanto el fuego como los vehículos que explotaban. Sigma se encontraba de pie sobre un edificio que había evitado ser destruido en medio de la conmoción.

– Parece que tus pequeñas bolitas de nieve, no pueden hacer nada, ¿verdad, pajarraco? – Chill Penguin gruñó al escuchar esa voz gutural. Un gigantesco y plateado elefante iba pisoteando hacia el mecaniloide sin miedo alguno. – ¡Apártate de mi camino! ¡Voy a fundir a esa cosa! – gritó mientras un potente barrite salió de su trompa.

Desde su trompa salió un espeso chorro de una sustancia negra y aceitosa que aterrizó en la cabeza del mecaniloide. Su brazo derecho hizo aparece un buster que disparó unas llamas furiosas que rápidamente incendiaron toda el área cubierta de aceite. Las llamas fueron atravesando la superficie de la cabeza, aunque esto sólo sirvió para que la máquina se pusiera todavía más violenta. Empezó a pisotear por todos lados, tratando de apagar las llamas. Pronto el fuego comenzó a esparcirse, y el campo de batalla comenzó a iluminarse.

– ¡Eagle! ¡Apaga esas llamas! – dijo Sigma por el canal de comunicaciones. – "Maldito eseFlame Mammoth, otra vez queriendo lucirse."

– ¡Entendido, señor! – Desde arriba, el Hunter alado apuntó su buster hacia abajo, enviando una poderosa ráfaga que ahogó las llamas. El aceite y el fuego de Flame Mammoth habían consumido toda la placa frontal del mecaniloide, exponiendo su procesador central. – ¿Debería bajar, señor?

– Todavía no. – dijo Sigma. – ¡Pero mantente en espera, podríamos necesitarte!

Finalmente, Sigma vio a X llegar a la escena desde su punto de vigilancia, disparando su buster a mecaniloide que todavía hacía alboroto.

– ¡Vaya, miren quién decidió aparecer por fin! – dijo Flame Mammoth cruzando sus brazos.

– Lo siento, me tardé más de lo que pensé en llegar aquí. – se disculpó X.

– ¡Eso no importa! ¡Ayúdanos a acabar con esta cosa! – graznó Chill Penguin.

– ¡Claro! – X vio que el procesador central había quedado expuesto y comenzó a dispararle, pero la sensación de la energía que atravesaba por sus ya defectuosos sistemas pusieron al mecaniloide a la defensiva. Con todo, volvió a disparar sus lásers, logrando golpear o forzar a quienes estaban cerca a retroceder.

– ¡No dejaré que lastimes más a mis amigos! – gritó Zero, disparándole a la parte inferior del mecaniloide para atraer su atención lejos de los demás.

Esto funcionó demasiado bien, pues la máquina renegada decidió atrapar al Hunter rojo. Zero logró esquivar la garra que emergió de la parte inferior, pero en vez de eso el dispositivo atrapó a otro reploide que no estaba muy lejos de allí.

– ¡GAH! – gritó el desafortunado Hunter, cuyo torso estaba siendo aplastado por la garra del mecaniloide. – ¡A-ayuda! ¡Ayúdenme! – gritó con agonía.

X vio el generador de la máquina, una gema cuadrada de color rojo que sobresalía de la parte inferior, desprotegida e indefensa.

– ¡Dale al generador! – gritó Chill Penguin, al ver lo que planeaba X. Sólo que el Hunter no disparó. No con su camarada interponiéndose. – ¡El generador, X! ¡Dispara al generador! – insistió el pájaro robótico.

Aun así, X no disparó. La garra del mecaniloide no dejaba de moverse, así que no lograba tener un disparo claro.

– ¡Sólo hazlo de una vez, maldita sea! – bramó Flame Mammoth. – ¡Vamos, ¿qué diablos te pasa?!

¡Quería hacerlo, en serio! ¡Pero no quería arriesgarse a darle al rehén! ¡¿Qué podía hacer?!

Y entonces, en un destello, el Comandante apareció y cortó el generador del mecaniloide y al Hunter a la mitad con su sable. El mecaniloide luego recibió una estocada en la cabeza, haciendo que salieran chispas de electricidad antes que la máquina se desplomara, hasta que finalmente se quedó quieta y dejó de hacer ruido.

X y todos los demás se quedaron mirando, mientras Zero se frotaba la frente como si estuviera sudando. Aunque no pudiera hacerlo, todavía le parecía que esto habría sido un trabajo muy pesado.

– ¿Ya viene el grupo de apoyo? – preguntó un Hunter, mientras todos se alejaban del ahora derrotado mecaniloide.

– ¡Bajas confirmadas! – gritó otro. – ¡Comiencen una retirada completa! ¡Que todos los combatientes dejen sus armas!

No pasó mucho antes que el equipo de apoyo llegara con las ambulancias y vehículos de transporte. X miró alrededor, chequeando el daño que había sido causado. Tal vez si se hubiera atrevido a disparar, o si hubiese llegado un poco antes, las cosas no habrían resultado tan mal.

– ¡X! – El Hunter azul oyó una voz familiar llamándole, y se giró para ver a un Chill Penguin que se notaba muy molesto. – ¿Qué rayos pasó hace un momento? ¿Por qué no disparaste?

X ya lo había visto venir, pero eso no lo hacía más fácil. – Penguin, no fue mi intención...

– ¡Tu intención no importa! – ladró el pingüino. – ¿Sabes cuántas bajas más habría habido si el Comandante no hubiese acabado con esa cosa cuando lo hizo?

X miró hacia el suelo.

– No puedo creer que diga esto, pero es mucho más gallina que tú. – intervino Flame Mammoth, para luego marcharse riéndose de su propio insulto.

Spark Mandrill pasó a un lado, pero no dijo nada. Incluso para ser un reploide, parecía no tener motivaciones o pensamientos más altos. X se giró y vio a Sigma evaluando los daños, y otro reploide que era más o menos de su misma estatura (Signas, así había escuchado que se llamaba), que llevaba una gorra militar oscura le hizo el saludo militar al comandante.

– ¡Sí, señor! ¡Entendido! – dijo Signas antes de irse por su lado. Y luego, el comandante se giró para encarar a X.

– Oh, ahora sí que estás en problemas. – dijo Chill Penguin, antes de irse también.

– X. – Sigma se dirigió directamente al Hunter más bajo.

– ¿Sí, Comandante Sigma, señor?

– Tus capacidades de puntería no son diferentes de las mías. De hecho, las mías vinieron directo de ti. Así que podrías haberle disparado al generador fácilmente.

– Sí, estoy al tanto de eso, señor. – respondió X tímidamente.

– ¿Y eres consciente de que sólo había una ligera posibilidad de que tu colega Hunter hubiera estado en peligro extremo? No estamos hechos de carne y hueso como los humanos.

– Sí, lo sé. – dijo X, decepcionado. – Pero...

– Escúchame bien, X, hay veces en las que nosotros los Maverick Hunters no podemos dudar antes de jalar el gatillo. – dijo Sigma firmemente. X sintió que la realización lo golpeaba. – Debemos convertirnos en espada y escudo para aquellos que no pueden defenderse a sí mismos. Nunca olvides eso.

Sigma se giró y ordenó que se iniciara la retirada una vez que se contabilizaran las bajas. Un coro de "¡Sí señor!" sonó de inmediato y todos comenzaron a trabajar para evaluar qué tanto daño había causado el mecaniloide.

X bajó la mirada hacia el suelo, sabiendo que de verdad había metido la pata esta vez. Ya no había manera de que obtuviera esa promoción ahora. Mientras se lamentaba, sintió una mano sobre su hombro y vio que Zero acababa de llegar. El reploide rojo le sonrió cálidamente, pero el gesto hizo muy poco para aliviarle la culpa.

Más tarde...

Había llegado el mediodía, y se había escrito un reporte oficial. Hasta donde todos sabían, las únicas bajas fueron los reploides trabajadores que estaban laborando cuando el mecaniloide se puso violento. Afortunadamente, no había humanos cerca del sitio. Aun así, esto no alivió las ansiedades de todos, ya que había sido el séptimo incidente de un mecaniloide que se volvía Maverick este mes. Pero hasta el momento, la raíz de las ocurrencias era desconocida.

X y Zero caminaban hacia una sección de comunicaciones en la torre izquierda del cuartel general de los Hunters. Comparado con la que tenían en Arcadia, la Base Hunter de Abel City se alzaba alta y orgullosa sobre toda la ciudad. Era de color azul vibrante con dos torres, con una base amarilla y un orbe dorado que conectaba las dos torres. Varios navegadores de Arcadia habían sido transferidos aquí, mientras la mayoría de los Hunters permanecían en la tierra principal. Casi todos los reclutas en Abel City fueron construidos y diseñados en alguna parte de la isla.

Aun así, el lugar de donde provenían los reploides no hacía ninguna diferencia cuando se trataba de máquinas renegadas.

– Maverick. – dijo X sin hablar con nadie en particular. – ¿Qué causa que se vuelvan Mavericks?

– Errores de programación, cortocircuitos en el cerebro electrónico, las teorías no tienen fin. – respondió Zero. – Y si todavía crees en la teoría del virus, esa es otra lata llena de gusanos por su propia cuenta.

– Bueno, ¿tú qué piensas? – preguntó X.

– Ahí sé tanto como tú. – dijo el Hunter rojo. – Lo único que se me ocurre es que las cosas que nos dan a los reploides nuestro poder de procesamiento avanzado también pueden ser nuestra mayor debilidad.

X se quedó pensando en esto mientras Zero trataba de sonreírle. Justo entonces, los dos reploides se dieron cuenta de que había alguien más aproximándose a ellos.

– ¡Ah, X! ¡Allí estás! – Roll saludó a su hermano (menor), pero al notar a Zero, su sonrisa flaqueó un poco. – Oh, y hola tú también.

– ¿Roll? ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó X, sin haber notado que estaba aquí en el cuartel general. – No sabía que tuvieras trabajo aquí.

– No lo tengo. – respondió Roll. Pero me enviaron aquí a petición del Dr. Cain y Fujiwara. Quieren verte en el centro de exhibición. Habrá una demostración allá y quieren que estés presente.

– Oh, ¿en serio? – preguntó X.

– En efecto. – dijo Roll, antes de girarse hacia Zero. – Y el Dr. Fujiwara solicitó que vengas tú también. – "Aunque para qué, no tengo idea." – pensó para sí misma. – "X es perfectamente capaz de darles lo que quieren." – Como sea, ya que pasaba por aquí pensé en decírselos. Va a empezar más o menos en una hora, pero todavía nos estamos preparando, así que no hay prisa. – Se dio la vuelta. – Pero si nos ayudan a prepararlo todo, lo apreciaríamos mucho.

Y con eso, se fue por su lado, dejando a los dos reploides. En efecto, no tenía trabajo aquí, ya que todavía servía como mucama después de todos estos años. Roll se había quedado en el mismo lugar que cuando estaba en el laboratorio de Light, pese a lo mucho que había cambiado el mundo.

En la exposición...

– No entiendo, ¿por qué estás tan empeñada en verlos? – le preguntaba una chica joven a su amiga, que llevaba el mismo uniforme escolar, sólo que con colores alternos.

– Pues yo no entiendo por qué tú no lo estás. – dijo su compañera. – Están a punto de revelar a algunos de los nuevos Hunters que tu papá y el Dr. Cain crearon. ¿Eso no te parece al menos un poco emocionante?

– Lo que sea. – dijo la otra chica, pagando la cuota de admisión para entrar.

A pesar de sus relaciones con el Dr. Fujiwara, ninguno de los otros humanos o reploides se dieron cuenta que esta chica era su hija. La joven Chiyo Fujiwara se había convertido en una adolescente de camino a la adultez, ya que su graduación de preparatoria estaba muy cerca. Todavía su cabello largo y negro atado en una media coleta con un lazo rojo, pero su cuerpo se había vuelto más alto y femenino con los años. Todavía llevaba el uniforme escolar de su año: un chaleco rojo con secciones amarillas en las tiras, una camiseta blanca con mangas abombadas con bordes azules, una falda azul, medias blancas largas, y un par de zapatillas rojas de correa. Lo único que faltaba era un enorme perro blanco a su lado.

Su amiga, Fumiko Takenada, tenía el cabello negro algo rizado al nivel de su mentón, con un cintillo azul y unas gafas redondas frente a sus ojos. Ella estaba un año por debajo de Chiyo, por lo que llevaba el mismo uniforme pero en colores diferentes. Su chaleco y zapatillas eran azules, mientras que su falda era roja. Ver a las dos colegialas juntas no era nada nuevo, pero del día de hoy, tenían a alguien más acompañándolas.

– ¡Vamos! ¡Quiero ver a los reploides! – gimoteaba un chico mucho más joven que cualquiera de las dos chicas. Tenía diez años de edad y llevaba una camisa verde de mangas largas, con una camiseta blanca de cuello alto debajo. También llevaba shorts y zapatos negros y medias blancas, y su cabello era salvaje y despeinado.

– Las filas no se van a mover más rápido de lo que van, Kenichi. – dijo Fumiko, maldiciendo por tener que cuidarlo hoy. El niño era su hermanito menor, Kenichi Takenada, que había nacido en la ciudad en lugar de Arcadia. – Ni el Dr. Cain ni el papá de Chiyo han empezado a hablar, así que tenemos tiempo.

Eventualmente, sin embargo, los tres entraron a la exposición tras pagar su cuota de entrada. Desafortunadamente, a pesar del estatus y desarrollo continuo de la ciudad, el centro de exposiciones no era exageradamente grande. Al parecer, la única área que atraía algo de atención era la del Dr. Cain y Fujiwara.

– ¡Hey, ahí está tu papá! – murmuró Fumiko, señalando al científico.

– Sí, ya lo veo. – respondió Chiyo, encogiéndose de hombros. Ver a su padre no significaba nada para ella, así que echó un vistazo a los alrededores. Entonces, vi Zero junto al Dr. Cain sobre la plataforma elevada donde iba a llevarse a cabo la demostración. – "¿Qué hacen esos dos aquí?"

Sus ojos castaños se fijaron en X, que se veía algo nervioso de estar allí. Aunque la programación de un reploide fuese todo lo que conocían, X siempre le hacía pensarse dos veces a Chiyo sobre sus "respuestas emocionales".

– ¡Oh, hey! ¡Miren a esos sujetos! – dijo Kenichi, señalando hacia los ocho reploides de pie sobre la plataforma, rodeados por los científicos y reporteros.

Aunque no eran nada nuevo (el más reciente de ellos había sido construido apenas una semana antes), los ocho Maverick Hunters que Fujiwara había elegido para la exhibición se pusieron de pie para llamar la atención, listos para ser presentados. Entretanto, a un lado del escenario, Roll revistaba el traje púrpura del Dr. Cain por última vez para ver si necesitaba algún ajuste.

– De acuerdo, creo que eso servirá. – dijo, enderezando la faja verde alrededor de la cintura de Cain. Luego se giró hacia X y Zero. – Y en cuanto a ustedes dos, ellos saldrán después de que los llamen, ¿verdad?

– Esa es la idea. – dijo el Dr. Cain. – Ok, estoy listo.

– ¡Buena suerte! – le deseó X al hombre mayor. Roll lo siguió y se paró detrás de él mientras el Dr. Cain iba con Fujiwara.

– "Te tomaste tu tiempo." – pensó el japonés, pero rápidamente se recompuso. Había una presentación por delante, así que comenzó su discurso. – Como estoy seguro que todos sabrán, con la expansión de los reploides también se ha expandido el problema de los Mavericks. Pero en respuesta a eso, hemos producido la mejor defensa posible para nuestros Maverick Hunters. Hemos hecho un gran progreso, ¿no es así, Dr. Cain?

El humano mayor señaló a las ocho máquinas. – Sí, así es. Estas personas, reploides, serán sólo unos pocos de la banda de defensores a quienes les debemos nuestra gratitud. – Señaló a Chill Penguin, que estaba de pie más a la izquierda. – Uno de nuestros Hunters más antiguos y antiguo miembro de la división de Hunters de Arcadia, Chill Penguin ha sido diseñado con resistencia a temperaturas frías en mente.

– ¡He sido seleccionado para ser parte de la recién creada Unidad Polar Número 13! – dijo el pájaro robótico con orgullo. Esperaba ser conocido por eso más que por cómo fue creado. Al diseñar al primer lote de Maverick Hunters, algunos de los científicos en el proyecto querían que hubiese una mascota adorable en el grupo, y Penguin todavía no lo superaba.

El que estaba a su derecha era Spark Mandrill, cuya cara pintada lo hacía fácilmente reconocible. –Spark Mandrill sirve directamente bajo el mando de Sigma como parte de la Unidad Élite Número 17. – dijo el Dr. Cain, presentándolo. El simio mecánico entonces produjo una ligera descarga de electricidad que se hizo visible en su antebrazo. – Sin mencionar que puede producir y almacenar electricidad en su cuerpo gracias a su núcleo electromagnético.

– Uh, sí. Eso eso. – dijo Spark Mandrill, sin tener mucho para agregar.

El siguiente Hunter era un armadillo de bandas bípedo que era principalmente púrpura, con bandas doradas en las articulaciones de hombros y cintura que complementaban su diseño. Estaba cubierto con metal plateado que servía como su defensa. El Dr. Cain procedió a presentarlo. – Armored Armadillo ha sido ascendido a líder de la Unidad Blindada Número 8, responsable de proteger a la ciudad de cualquier amenaza externa que pueda plagarla.

– La coraza blindada con la que fue construido no sólo ha probado ser capaz de bloquear cualquier proyectil como plasma o lásers, sino que puede absorber los ataques de cualquier amenaza y enviarlo de vuelta. – intervino el Dr. Fujiwara, viendo que, a pesar de ser un co-creador, el campo del Dr. Cain no era la robótica.

Armored Armadillo hizo una ligera reverencia a los espectadores. – Mi función es la protección y preservación de la humanidad y de mis colegas reploides. – dijo en voz baja y con presencia de mando.

Junto a él estaba un reploide de forma bastante inusual. En lugar de brazos, poseía seis pares de tentáculos y un par de piernas, para un total de ocho extremidades. Tenía sus tentáculos expandidos de forma que los humanos (y sus colegas reploides) pudiesen ver la majestuosidad de su cuerpo. Este reploide estaba basado en un pulpo gigante del Pacífico, y su piel de metal era de un rojo brillante y vivo. Tenía hombreras doradas con gemas verdes delineando el centro, con ventosas encima y debajo de los lados de su cabeza, y un filtro en lugar de una boca.

A pesar de su bizarra apariencia, se creía que era el reploide más apuesto en la sala.

– La concepción de Launch Octopus fue interesante. – dijo el Dr. Fujiwara. – Dado que la amenaza Maverick no está limitada sólo a la tierra, pensamos que sería mejor introducir a la Unidad Naval Número 6 como parte de nuestros refuerzos en defensa. – Miró a su "compañero". – La decisión de basar su diseño en un cefalópodo fue idea del Dr. Cain.

– "Más creativo que hacerlo un tiburón o cualquier tipo de pez." – pensaba Cain.

– Bueno, me siento muy satisfecho con mi cuerpo. – declaró con orgullo Launch Octopus. – Y planeo ponerlo a buen uso. – agregó con una voz que sonaba algo afeminada y engreída, disfrutando de la atención y admiración de la multitud reunida.

El Hunter junto al cefalópodo robótico tenía forma más humanoide, por lo que nadie estaba seguro de qué se suponía que fuera. Era principalmente rojo y se paraba en dos patas, con apariencia principalmente delgada, pero hasta allí llegaban las similitudes. La mayor parte de él tenía formas como ángulos agudos, dándole una apariencia letal e imposible de acercarse a él sin lastimarse. No tenía boca, sólo un par de antenas cortas, pero el rasgo más distintivo de este Hunter eran las enormes cuchillas encima de su cabeza.

– Boomerang Kuwanger sirve en la Unidad Élite Número 17, la misma que Mandrill, y es parte de un programa experimental que llevamos en curso. – explicó el Dr. Fujiwara. – Dado el éxito de las interacciones entre X y su unidad hermana, hemos seguido adelante con las pruebas de conexiones potenciales, sean físicas o mentales. – Señaló a Kuwanger. – Y para aquellos que se preguntan, está basado en un escarabajo kuwagata, más comúnmente conocido como ciervo volador.

– Igual que mi hermano que está basado en un kabutomushi. O cómo se le conoce más comúnmente, escarabajo rinoceronte japonés. – explicó Boomerang Kuwanger con un tono casi aburrido, como si fuese algo muy obvio.

– Sus datos de batalla demuestran un gran progreso. – informó Fujiwara a todos con orgullo. – Parece ser que la tradición de luchas de insectos ha demostrado ser capaz de trascender el tiempo.

El Dr. Cain notó que había un espacio vacío junto a Kuwanger en lugar del siguiente reploide. – ¿Qué rayos? – Empezó a buscar alrededor, pero no vio al Hunter por ninguna parte. – ¿A dónde se fue?

Cerca de la última fila de la multitud se encontraban Chiyo, Fumiko y Kenichi, confundidos. – ¿Qué está pasando? – pregunto el último.

– Parece que uno de los sujetos que trajeron se fue. – observó Chiyo.

– Sí, ya recuerdo. – dijo Fumiko. – ¿No era el que parece una lagartija o algo así?

La humana sintió que algo le tocaba la oreja, y luego algo lamiéndole la mejilla. El objeto no era baboso, se sentía más bien de metal, pero no podía ver lo que estaba tocándola. Luego escuchó unas risitas a sus espaldas.

– ¿Qué te parece un camaleón?

Fumiko se giró pero no vio nada. Kenichi entonces notó que algo pasaba en la plataforma. – ¡Hey, miren!

Los tres humanos vieron cómo un extraño reploide se materializaba de la nada. Y en efecto, era un lagarto, específicamente un camaleón. Era principalmente verde con una corona de cuernos parecida a la de un camaleón de Jackson, sólo que no tenía cuernos delante de los ojos, y poseía una larga cola bifurcada y una larga lengua rosa. Su ojo derecho era un receptor óptico plateado con una gema roja en el centro, lo que le daba un aspecto extraño hasta para estándares de los reploides. Al ver su lengua, Fumiko se dio cuenta de qué fue lo que le tocó la mejilla.

– Ah, allí estás. – dijo el Dr. Cain. – Como acaban de presenciarlo, Sting Chameleon, de la Unidad Especial de Rangers Número 9 está construido con los mismos componentes de las esferas de espejismo en su piel, similar a las de los cromatóforos.

– Aunque, como pudieron observar, éstos no dependen de estímulos emocionales o temperaturas. – agregó Fujiwara.

Al darse cuenta de lo que sucedió, Chiyo se sintió furiosa. Estuvo a punto de abrirse paso entre la multitud para decirle a esa lagartija lo que pensaba, pero Fumiko la contuvo. – Recuerda lo que pasó la última vez que interrumpiste una de las presentaciones de tu padre.

Chiyo apretó los labios con rabia. – Pero...

– ¡Hey, mírenlo! – dijo de repente Kenichi, sin tener idea de lo que le pasó a su hermana.

Junto a Chameleon se encontraba un reploid aviano con unas enormes alas plegadas de color púrpura y azul vibrante. Tenía unas marcas faciales rojas muy prominentes, y un pico dorado y afilado. – Dado que mi co-creador es norteamericano, hubo una sugerencia de que uno de nuestros Hunters fuese diseñado basándose en el símbolo nacional de su país. – explicó Fujiwara. – Storm Eagle recientemente se ha convertido en el líder de la Unidad Aérea Número 7, para protegernos de cualquier amenaza en el cielo.

– Me esforzaré por ser digno de mi posición, señor. – dijo Storm Eagle, saludando.

El último de los ocho Hunters en fila era, irónicamente, un paquidermo del tamaño de un mamut (aunque más parecido a un elefante africano, para ser precisos) de color plateado, rojo y dorado. Sus enormes orejas parecían disipadores de calor, y tenía una impresionante barriga. Era el más grande, venciendo a Spark Mandrill y haciéndole sombra a Chill Penguin, que era el más bajito de todos. Un hecho que el elefante adoraba restregarle en su cara al pájaro.

– Y finalmente, Flame Mammoth ha tenido experiencia fuera de Japón, habiendo participado en situaciones de combate en el Medio Oriente. – dijo el Dr. Fujiwara, señalando al elefante. – También acaba de convertirse en el líder de la Unidad Terrestre Número 4.

Flame Mammoth sacó su enorme pecho, presentándose como más grande y mejor que todos los demás. – Por supuesto, no debemos olvidar a aquel que hizo todo esto posible. – intervino el Dr. Cain. X supo que esa era su señal, así que subió a la plataforma, y Zero lo siguió. – Y tampoco a aquel que podría ser la clave para revertir los efectos causados por los errores Maverick.

Los otros ocho Hunters miraron a los reploides azul y rojo, algunos con respeto, otros con resentimiento de que les quitaran los reflectores de encima.

Aquella noche...

Ya pasaba de la medianoche, y tenía escuela al día siguiente, pero eso no le importaba. Tenía cosas que necesitaba hacer.

– ¿Chiyo? – La chica japonesa, vestida con un camisón de mangas cortas se giró para ver entrando a Roll. La humana estaba sentada en su escritorio, con un aparato mecánico en su mesa. Parecía ser un par de abrazaderas ortopédicas atadas para parecer un arnés para perros. Roll no necesitaba preguntar para quién era. – ¿Cómo ha estado Patarche? ¿Todavía tiene problemas?

Chiyo asintió. – Su artritis está empeorando. Estoy haciendo esto para quitarle algo de presión en las patas. – Le presentó su pequeño proyecto a la mucama rubia. – Echa de menos poder salir.

El susodicho perro estaba durmiendo en el lado derecho de la cama, con una pequeña rampa para poder subir y bajar. Desafortunadamente, ya no podía saltar como antes.

Dicho eso, la condición de su perro no era la única cosa que ocupaba su mente. – "Fumiko no quiere que lo haga, pero le voy a decir a esa lagartija lo que pienso, ¡si llego a verlo de nuevo!"

– Bueno, de cualquier manera, tendrás mucho tiempo para trabajar en él mañana. – le dijo Roll a la humana. – Es noche de escuela.

– El café y las píldoras de cafeína me han venido de maravilla hasta ahora. – replicó Chiyo.

– Café y... honestamente, deberías medir tu consumo de cafeína. – la regañó Roll, sonando casi como una madre. – No quiero que te vuelvas como tu padre.

Aunque sabía que Roll no lo había dicho con esa intención, Chiyo sintió su furia elevarse al oír eso. – Yo JAMÁS voy a ser como él. Jamás.

La habitación se quedó en silencio por un momento, hasta que Roll decidió que era mejor salir. – Cierto. Bueno, creo que ya me voy. No quiero dejar esperando al Dr. Cain esperando. – dijo mientras se giraba hacia la puerta. – ¡Buenas noches!

– ... buenas noches. – dijo Chiyo antes que Roll cerrara la puerta.

Realmente no era que tuviera que irse, pero también odiaba dejar a la humana sola. No era como que la relación fuese siempre cálida, pero parecía que Chiyo y su padre solamente reconocían la existencia del otro cuando era absolutamente necesario. Parecía que no fueran padre e hija, y Roll no estaba segura si la muerte de la esposa de Fujiwara tuvo algo que ver con ello, pero había una distancia considerable entre ellos. Tal vez se debía a su posición de cuidadora que Roll tuviera ese deseo de poder hacer algo, pero en última instancia, se dio cuenta que no podía hacer mucho.

De nuevo, tal vez lo de ser cuidadora era un poco generoso, pero era una de las pocas cosas que podía proveer. A pesar de que habían transcurrido años desde su activación (y un siglo desde que dejó de funcionar), Roll todavía no había sido provista de un cuerpo más durable, y su coraza externa seguía compuesta de materiales baratos. Cierto que, ahora que los reploides eran un fenómeno global, el horario del Dr. Fujiwara podría haberse vuelto mucho más apretado, pero Roll ya había esperado diez años. Muy pronto podría hacerse demasiado tarde, y se quedaría atrapada en su posición actual, igual que cuando todavía tenía el cuerpo de una niña.

Cuartel General de los Maverick Hunters, Abel City...

Con la expansión de las fuerzas de los Hunters y el incremento de los miembros, se había provisto de alojamiento a aquellos que no tenían residencia fuera del cuartel general. Zero apreciaba esto enormemente, ya que no tendría que seguir viviendo en el laboratorio del Dr. Fujiwara. X le había ofrecido al reploide un lugar en la casa del Dr. Cain, pero lo declinó. Desde entonces, X había estado quedándose por la noche en el cuartel general si había lugares disponibles.

Finalmente, los dos Hunters llegaron a una habitación con varias cápsulas en formación circular, todas conectadas a un generador masivo cuyo propósito era monitorear los sistemas de los reploides cuando entraban en modo de sueño.

Los dos estaban a punto de irse a descansar, cada uno eligiendo una cápsula en extremo opuesto del otro. A pesar de que había terminado el día, X no parecía estar cansado.

– ¿Qué te sucede? – preguntó Zero, ajustándose en su propia cápsula.

– Oh, lo siento. – dijo X. – Sólo pensaba.

– Algo que a veces haces demasiado. – replicó Zero. Esperó a que X entrara en su cápsula, y las cubiertas de cada uno de los dispositivos se cerraron sobre los dos reploides. X esperaba que ese fuera el fin de la conversación, pero entonces escuchó la voz de Zero por su comunicador. – Lo digo en serio, ¿algo anda mal?

X suspiró, sabiendo que estaba atrapado y no se liberaría a menos que respondiera las preguntas de Zero. – Ya sabes que yo serví como base para el diseño de todos los reploides, ¿verdad? – X no dijo esto con orgullo, sino que más bien como si fuera una realidad incómoda. – Y poco después, comenzaron a ocurrir los incidentes Maverick. Así que me he estado preguntando si...

– ¿Si hay algo en tu programación que lo causó? – Zero completó la oración por X, y el reploide azul se quedó en silencio. – No seas ridículo, eso es una locura. Hay millones de reploides globalmente, incluso en este país. Y hay docenas de reploides aquí en la ciudad. Ninguno de ellos se ha vuelto Maverick, ¿o sí?

– No, pero...

– Y más aún, mis sistemas una vez fueron un desastre, pero ahora estoy bien. Y... – Zero hizo una pausa – ... todavía no lo recuerdo, pero sé que lo que pasó no fue nada agradable.

X se quedó callado. Desde que fue transferido a Abel City, Zero había podido hacer muchos más amigos que antes, pero seguía reacio a contar su historia.

– Mi punto es, conectar todo lo malo que suceda contigo es ilógico, y basado en una serie de eventos diferentes en los que tú ni siquiera estuviste presente. – le dijo Zero al reploide azul. – De hecho, creo que seguramente no hay más incidentes gracias a que el programa original provino de ti.

X se sorprendió de escuchar esto. – ¿Tú lo crees?

Aunque X no podía verlo, Zero asintió. Sabía que tendría que ponerle fin a esta conversación pronto, ya que se acercaba la hora de que la mayoría de los reploides decidieran irse a descansar por hoy. – Deberías tener más fe en ti mismo. Por ahora sólo intenta dormir un poco. Presiento que lo necesitaremos.

– S-sí, claro. Buenas noches, Zero.

– Buenas noches, X.

El canal se cortó. Eventualmente más reploides, tanto Hunters como navegadores (X incluso vio a A-1 entre ellos), vinieron para dormir, y pronto todas las cápsulas quedaron ocupadas. Las luces se apagaron, dejando toda la habitación en oscuridad, y la puerta automática se cerró poco después. Todos excepto un reploide entraron en modo de recarga, y sospechaba que no lo haría en un futuro cercano.

X sabía que probablemente se estaba preocupando por nada, pero no podía evitarlo. Desde el primer incidente Maverick, que ocurrió durante una de las excavaciones de Cain, no pudo evitar preguntarse si él era de alguna manera responsable. Y si lo era, ¿era ya demasiado tarde para prevenirlo? X sabía que tendría que venir de alguna parte, fuese alguna falla o un virus. Y si no provenía de él, ¿entonces de dónde? O tal vez, los Mavericks no fuesen producto de fallos o virus.

Tal vez fuese algo instalado dentro de los reploides. Y por ende instalado en él.

En otra parte...

– Entonces, ¿cuándo estará listo todo? No puedo mantener estas distracciones para siempre.

– ¡Trata de ponerte en mi lugar por un momento! ¡Estas cosas no ocurren de la noche a la mañana!

En una ubicación desconocida, dos figuras discutían sobre una operación esencial a punto de tener lugar. Era muy difícil hacer que las cosas despegaran, y estaba muy lejos de estar listos para ponerse en acción.

– ¿Cuándo estará todo en orden? – preguntó una figura alta cubierta en sombras.

– Sí. En algún momento entre julio y agosto. – respondió la figura más pequeña.

– Agosto es demasiado lejos. – dijo la más alta. – Julio sería mejor. El 4 de julio es el día de la independencia en el país del Dr. Cain. Si deseas enviar un mensaje que entienda, así es como debes hacerlo.

La figura más baja sospechaba que la fecha límite que le daba su compañero era final, lo que significaba que tendría que acelerar las cosas. Sin embargo, sería un día para ser recordado si todo salía bien. Y no sólo para quienes vivían en los Estados Unidos.

– Pero recuerda. – dijo la figura más pequeña. – La población humana será mía para gobernarla, una vez que la Operación Día de la Independencia sea puesta en marcha.

– Oh, claro que lo será. – respondió la figura alta. – "Sin embargo, puede que descubras que una raza extinguirá a la otra."

Esta historia continuará...


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top