Desde el pasado y hacia el futuro


10 de abril, 210X...

El Dr. Phillip Cain observaba las diversas notas frente a él, pasando sus dedos por los papeles llenos de polvo. Menudo hallazgo, fue lo que pensó. Esto no era menos que absolutamente increíble, y aun así, no habría podido prever que nada de esto sucediera.

Inicialmente había partido en esta expedición buscando descubrir fósiles de vida vegetal antigua de la época del Mesozoico; específicamente, una que probase que sus teorías en relación a pruebas potenciales de dos hallazgos bien documentados se encontraban conectadas, y que tal vez hubieran descendido de una misma muestra que había sido descubierta recientemente. Pero luego de partir, no había tenido otra cosa que mala suerte. Había pasado un mes completo desde que él y su equipo se habían establecido aquí, en medio de una tierra desecha y abandonada en busca de la anhelada prueba de sus estudios, y francamente, había empezado a perder las esperanzas.

Al menos, así era hasta el día de ayer.

Luego de establecer el campamento en una nueva locación, Cain y su equipo establecieron la cuadrícula preliminar para trabajar. Pero apenas pusieron el equipo en funcionamiento, detectaron unas extrañas lecturas en la locación E-46. Si bien solo era especulación, parecía ser algo con propiedades metálicas que estaba sepultado en lo profundo de la tierra. Lo que sería con exactitud, nadie lo sabría, pero sin dudas tenía que ser "algo".

Y lo que encontró no se podría describir con otras palabras que no fueran increíble e imposible.

Enterrado en medio de este paisaje seco y yermo, estaba lo que parecía ser un pequeño laboratorio oculto. Uno que había permanecido sepultado durante un largo tiempo. Cain todavía recordaba el eco mientras él y unos cuantos valientes más se aventuraban, con sus linternas siendo una de las pocas comodidades que tenían mientras exploraban. Solo podía especular, y había demasiados detalles faltantes para construir una imagen de lo sucedido, pero no podía evitar pensar que algo había ocurrido aquí. Alguna clase de conflicto... o una batalla.

Era irónico que algo como eso le viniera a la mente, considerando lo que encontraron después.

Uno de los hombres más jóvenes que estaba junto a Cain los llamó, decidiendo chequear una de las habitaciones que estaba al otro lado. Adentro había unos papeles tendidos que se habían deteriorado significativamente, pero aun así se las arreglaron para descifrar parcialmente algunos de ellos. Y lo que descubrieron casi le provocó un ataque cardíaco a Cain, pues le pertenecía a un hombre cuyo nombre literalmente era una leyenda no solo para el mundo de la robótica, sino para la comunidad científica y la humanidad en general.

- Dr. Light. – repitió Cain para sí mismo. Si no tuviese estos papeles frente a él en este momento, jamás lo habría creído. En el segundo en que pudo hacerlo, el adulto mayor se retiró a su tienda, y comenzó a revisar las notas que el equipo había recolectado, verificando hasta el último detalle de los reportes. – ¿Qué estuvo haciendo en este lugar?

Las notas hablaban con lujo de detalles de lo que parecía ser un proyecto muy peculiar. Debía serlo, considerando que el Dr. Light había hecho un esfuerzo por construir un laboratorio en un área tan remota como ésta, aunque el hecho de si estuvo siempre bajo tierra o no seguía siendo un misterio. Aunque el misterio de lo que las notas llamaban "la cápsula" fue lo que más tenía cautivado a Cain en ese momento. No era estrictamente descriptivo, pero una porción del texto podía ser descifrada claramente.

Cain se dirigió a su litera, pero no dejó de leer, y apenas se quedó dormido cerca del amanecer. Si lo que estas notas decían era cierto, eso significaría que, en alguna parte, en lo profundo de este lugar tan oscuro y escondido del mundo exterior, descansaba un proyecto del Dr. Thomas Light. En lo profundo, bajo la tierra, esperando a ser descubierto.

Y él sería el hombre que lo desenterraría.

13 de abril, 210X...

Los ojos de Cain se ensancharon al tamaño de platos al ver lo que había frente a sus ojos. Medía unos catorce metros de alto y ocho metros de ancho. La "cápsula" mencionada en las notas del Dr. Light finalmente había sido encontrada.

Habían pasado un par de días desde que Cain y su equipo se habían aventurado más dentro del laboratorio, y su viaje había sido lento debido a no saber qué tan inestable podría ser el lugar. Así que, era irónico lo que estaban buscando se encontraba debajo de un techo colapsado. Pero más impresionante aún, era que la cápsula parecía estar intacta y en condición decente (considerando la cantidad de desechos que le habían caído encima).

La cápsula había sido trasladada a la superficie, pero fue todo lo que se llevaron, ya que nadie tenía la confianza para quedarse allá abajo por mucho tiempo, en caso de que el laboratorio fuese a derrumbarse. Después se podrían hacer más búsquedas con calma. La cápsula había sido colocada en una tienda que tenían de sobra, ya que en lo que concernía a Cain, éste era un hallazgo mucho más extensivo y crítico que cualquier fósil de vida vegetal. Todo mundo estaba haciendo preguntas y formulando teorías sobre lo que podría haber en su interior, aunque el propio Cain se encontró sintiendo algo de ansiedad pese a la emoción inicial.

Ciertamente, como había dicho uno de los miembros más jóvenes del equipo, era una creación del Dr. Light. Cualquier cosa que había sido creada por un hombre cuyo legado consistía completamente en defender la paz y demostrar cómo, a pesar del daño causado por otro infame científico, los humanoides mecánicos podrían llevar a un futuro mejor. Con todo, Cain tenía sentimientos divididos.

En última instancia, se decidió que la abrirían mañana. Los indicadores de funcionamiento estaban todos en verde, lo que indicaba que era seguro abrirla. O más bien, que estaba lista.

14 de abril, 210X...

- Creo que ya es hora. – Cain se preparó para presionar el control que revelaría lo que había escondido bajo la tierra todo este tiempo, por quién sabría cuántos años.

Una vez que todos oyeron el ruido de mecanismos internos en movimiento, supieron que no había vuelta atrás. Fuese que intentaban contener su emoción o aparentar que no estaban nerviosos, cada miembro del equipo de excavaciones se congeló ante lo que vieron sus ojos.

Una máquina descansaba dentro de la cápsula, cuya apariencia le pareció a Cain una extraña mezcla de ser familiar y a la vez extraña. La máquina era humanoide en forma y proporciones, aunque algunas áreas como las pantorrillas, pies, antebrazos y hombros eran mucho más pronunciadas. Estaba cubierto con una armadura azul que descansaba sobre las secciones de mayor proporción de su forma, con áreas de color más claro entre ellas, y menos corpulentas. Parecía tener un par de pectorales en el torso, indicando que este robot estaba diseñado con una forma masculina. Un casco azul le cubría la cabeza, adornado con una gema roja incrustada en el centro de su frente. Sus ojos seguían cerrados y su rostro estaba quieto y relajado, como si estuviese profundamente dormido.

Cain decidió aproximarse poco a poco, y entonces, la máquina abrió sus ojos.

Todo mundo saltó hacia atrás, y Cain se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. El robot vio esto y pareció querer acercarse al anciano, pero entonces se encontró con un arma blaster de alto poder apuntándole directo hacia la cara. No pasó mucho antes que los otros droides siguieran el mismo ejemplo de su amigo, y la máquina azul pronto se vio rodeada de armas listas para disparar en cualquier momento.

Fue entonces que salió de la cápsula, y todos vieron que colocaba su mano sobre su antebrazo azul y redondo. Y luego, una especie de boquilla reemplazó la mano, que los humanos que rodeaban la cápsula reconocieron instantáneamente.

- "Un buster." – pensó Cain, a pesar del peligro potencial. – "Light le dio un buster."

Cain entonces sintió cómo uno de los miembros de su equipo le daba un tirón. Nadie se atrevió a decir una palabra, por miedo a provocar a esta máquina desconocida, a esta supuesta "última" creación del Dr. Light.

...

Entretanto, el robot azul pareció detenerse, y sus ojos verdes escanearon el área. ¿Acaso estaba en peligro? Estas otras máquinas, mucho menos estilizadas y de aspecto menos humano que el suyo, estaban listas para abrir fuego contra él. Y los humanos lo miraban con una mezcla de asombro y terror. Tenían miedo de él.

- "Sé paciente con ellos."

Una voz de pronto resonó en su cabeza. No una voz física, sino algo en sus registros de memoria internos. La grabación de la voz de un hombre. Un hombre excepcional. Un hombre cuyo nombre no podía recordar con exactitud.

- "Aquellos a quienes encuentres tal vez no sepan quién eres." – Los ojos verdes del robot observaron al hombre mayor aproximándose a él, con los ojos de todos los demás tan abiertos y conmocionados como los suyos. – "Podrían sentir miedo. Podrían tener tanto miedo de ti como tú de ellos."

El hombre mayor se aproximó más y más, pasando de largo a los droides que parecían listos para dispararle al robot en cualquier momento ante cualquier movimiento brusco.

...

El Dr. Cain se acercó paso a paso, y sus ojos se encontraron frente a frente con los de la máquina. Todos a su alrededor parecían divididos entre si tratar de separar a ambos, o esperar a que sucediera lo inevitable. Ahora podían verlo: la criatura que acababan de desenterrar acabaría con ellos y luego saldría hacia el mundo, destruyendo todo a su paso. Acababan de liberar a un monstruo.

Cain dio otro paso al frente, y el robot hizo lo mismo. Cain se echó hacia atrás, con los droides listos para disparar y el equipo ocultándose detrás de ellos. Pero, de una forma u otra, los ojos de todo mundo se encontraban en la máquina azul. Y los ojos de dicha máquina los observaban a todos ellos.

El robot azul pareció desanimado, como si hubiese hecho algo malo. Cain y los demás humanos observaron cómo el robot retiraba su Buster y levantaba sus manos en el aire, en rendición.

Y entonces, los droides se movieron para aprehender a la extraña y nueva máquina.

Poco tiempo después...

- Dios mío, ¿qué hemos hecho? – preguntó un miembro joven del equipo de excavaciones, paseándose de un lado al otro en la tienda de Cain, mientras el anciano buscaba recuperar la compostura de lo que había sucedido. – Tenemos que destruirlo.

- ¡¿Destruirlo?! – Cain se levantó de su silla, atónito de lo que acababa de oír. – ¡¿Es que no te das cuenta de lo que esto significa?!

- ¡Sí, por supuesto que sé lo que significa, maldita sea! – exclamó el joven excavador. – ¡Significa que pusimos en marcha algo de lo que no sabemos nada! ¡El mensaje de esa cápsula estaba revuelto más allá de la comprensión, así que no tenemos ni idea de con qué estamos lidiando!

- Se te olvida – intercedió otra excavadora, una mujer alrededor de su misma edad – que es una creación del Dr. Thomas Light. Uno de los mayores, si no es que el mayor, de los expertos en robótica de principios del siglo XXI.

- ¿Y? – preguntó el otro excavador.

- Y ¿necesito recordarte la cantidad de logros y contribuciones que hizo, no solo para la ciencia, sino para el mundo? – argumentó la mujer. – Ten en cuenta que de no ser por él ni siquiera TENDRÍAMOS el modelo básico para construir todo lo de hoy en día, ¡desde los mecaniloides hasta los droides de servicio más simples!

- ¡Y todas las creaciones de Light anduvieron sueltas y causando caos por todas partes!

- ¡Eso fue debido a que Wily los reprogramó! Y además, se te olvidad lo que vino DESPUÉS que se llevaron los robots de Light.

Nadie necesitaba aclaraciones sobre de qué hablaba la mujer. O más bien, de quién.

- Yo conozco muy bien la historia del robot asistente que fue reformateado como una máquina de combate. – intervino otra voz, un hombre maduro, más joven que Cain, pero mayor que los dos excavadores más jóvenes. – Y también conozco bien de las contribuciones tanto de Light como WIly.

A pesar de haber entrado a la tienda sin ser invitado, nadie pensó en obligarlo a irse. Más bien, Cain y los dos excavadores tenían curiosidad sobre lo que tenía que decirles.

- Los inventos de ambos hombres cambiaron al mundo para siempre. Algunos para bien, otros para mal.

- Y... ¿eso qué tiene que ver con lo que pasa ahora? – preguntó el excavador joven. – ¿Está diciendo que esta... cosa que desenterramos es buena o mala?

- No lo sé. – admitió el hombre maduro. – Ahora nadie sabe nada. – Luego miró hacia afuera de la tienda, observando otra en la distancia. Aquella donde habían almacenado a la misteriosa máquina. – Pero lo que sé, es que nadie aquí está equipado para manejar esta situación.

Cain sabía bien la verdad. Aunque el hombre tenía su lista de credenciales, no era Thomas Light, ni tampoco Albert Wily. El hombre era un paleo botanista, no un experto en robótica. Necesitaba a un veterano con experiencia para que diera su visión sobre esta situación.

De pronto, los tres excavadores desviaron su atención hacia Cain, que se encontraba pulsando botones en su dispositivo móvil furiosamente.

- ¿Doctor? – preguntó la mujer joven acercándosele. – ¿Qué está haciendo?

- Una llamada. – respondió Cain, sin dejar de presionar los números. De pronto, y sin más, el dispositivo comenzó a sonar, y Cain se lo puso al oído. – ¡Ah, sí, hola! – saludó. – ¿Se encuentra el señor Fujiwara?"

El líder de la expedición abandonó la tienda, pero los otros tres ocupantes pudieron oír la voz de una mujer proveniente del dispositivo. Sonaba algo mayor y con un acento muy característico.

- ¿Con quién está hablando? – preguntó el excavador joven.

Si había recibido una respuesta, Cain no dio señal de ello. Toda su atención estaba enfocada en la llamada.

- Entonces, ¿se encuentra allí o no, Cecilia?

- ¡Sí, sí, se encuentra aquí! – respondió la mujer. – ¿Qué sucedió?

Cain hizo una pausa por un momento. – Yo... necesito que venga aquí ahora mismo.

- ¿Ir a dónde? ¿Qué está sucediendo?

De nuevo, Cain guardó silencio por un momento. – Encontramos algo que necesito que vea.

15 de abril, 210X

¿Se había quedado dormido?

La máquina azul se agitó un poco cuando sus receptores ópticos vieron que el sol comenzaba a asomarse por la pequeña rendija en los dobleces de la tienda. Era muy temprano por la mañana, de eso estaba seguro, pero todo lo demás era confuso. No tenía idea de quiénes eran estos humanos que lo habían desenterrado, mucho menos de cuánto tiempo habría pasado desde que fue sellado por primera vez. ¿Y cuándo habría sido eso?

Su procesador todavía estaba apenas saliendo de su estado durmiente, a raíz de la larga hibernación en la cual fue colocado, pero lo que sí sabía era que, en el tiempo que permaneció sellado, las cosas habrían cambiado. El cuánto, de eso no estaba seguro, pero esperaba que al menos se le presentase alguna claridad. En lugar de eso, todo lo que sabía era que casi no sabía nada, pues había sido llevado por este equipo de excavaciones, y lo mantendrían confinado en esta tienda hasta nuevo aviso.

- ¡Quédate aquí, y no te muevas! – fue lo que le dijo uno de los excavadores, tratando de parecer intimidante, pero en sus ojos podía verlo todo.

Estaba asustado. Todos lo estaban. Tenían miedo de él. Tal como la voz a la que recordaba le dijo que sería. No estaba seguro de quién era esa voz, pero reconocía que hablaba de que debía tener paciencia, paciencia con aquellos que lo encontrasen. Pero estas personas no parecían ser muy pacientes. Más bien, una gran cantidad de ellas parecía querer mantenerlo confinado en esta tienda de manera indefinida. Y aunque solo fue de pasada, alcanzó a oír que algunos de los excavadores hablaban de ponerle fin a su vida.

De manera irónica, esto hizo que la máquina quisiera permanecer dentro de la tienda, lejos de todos los demás. Desde ayer, el robot había permanecido aquí dentro, con muy poca idea de cuánto tiempo estaría confinado y aislado de los demás. Pero sospechaba que no pasaría mucho tiempo antes de que lo sacaran para algo.

- Está justo allá.

Y tal vez ese "algo" estaba a pocos pasos de distancia, pues el sonido de dos figuras que se aproximaban fue captado por sus audio-receptores.

- ¿Aquí dentro? – preguntó una voz, que el robot no reconoció de ninguno de los miembros del equipo excavador.

- Sí. – dijo otra. ¡Era del hombre que lo desenterró! Cain era su nombre, ¿correcto? La máquina solo lo oyó de pasada mientras las personas hablaban de lo sucedido. – Te lo advierto, está armado.

- ¿Armado? – le preguntó la voz desconocida a Cain. – ¿Entonces por qué no lo has puesto en estasis?

- Ya ha ESTADO en estasis. Y la cápsula indicaba que era seguro abrirla. – le dijo Cain a su acompañante. – Y hasta ahora, ha obedecido todo lo que le hemos dicho que haga. No se ha movido de esta tienda desde ayer.

De pronto, la cortina de la tienda se abrió, cegando momentáneamente al robot antes que volviera a cerrarse. Frente a él se encontraban Cain y otro humano. El otro humano se veía algo más alto y también más joven. Parecía de descendencia asiática, con cabello corto y negro, y gafas redondas. Llevaba un traje profesional negro, algo impráctico para un ambiente tan lleno de polvo y tierra. Pero quienquiera que fuese este hombre, claramente estaba aquí por negocios.

- Tú. – dijo el hombre asiático, dirigiéndose al robot azul. – ¿Puedes hablar? – El robot asintió. – Entonces habla. Di algo. – El robot se mantuvo en silencio por un momento. – ¿Esta cosa no es capaz de seguir una instrucción tan básica? Sus conexiones de procesamiento deben estar fuera de tono.

Cain negó con la cabeza. – ¿Tal vez solo no está seguro de qué debe decir?

- ¿Eso qué sentido tiene? – preguntó el hombre asiático. – ¡Si es tan avanzado como lo dices, entonces debería ser capaz de obedecer una petición tan simple! – Volvió a girarse hacia el robot azul. – ¡Tú! ¡Di algo!

- ... ¿algo? – respondió la máquina.

Cain se quedó en shock por la acción, pero el otro hombre más joven ni se inmutó. La voz del robot sonaba como la de un hombre joven, quizás uno que apenas entraba en la adultez. Sonaba inseguro y nervioso, como si fuese él quien sentía miedo del humano más joven que demandaba una respuesta.

- ¿En dónde está tu tienda, Cain? – preguntó el hombre de traje.

- Apenas a una corta caminata de aquí. ¿Por qué?

Sin decir ni una palabra, el hombre asiático le dio la espalda al robot azul, y Cain, el hombre mayor, le dirigió la mirada a dicho robot, que se veía igual de confuso que él.

- Yo... regresaré pronto. Pero hasta entonces, quédate aquí. ¿De acuerdo? – El hombre mayor le estaba hablando a esta máquina avanzada como si fuese un niño, pero Cain no fue capaz de simplemente abandonarlo sin dejarle al menos algo de claridad de lo que estaba sucediendo.

Pero de nuevo, Cain tampoco tenía mucha idea de ello.

Más tarde esa noche...

Y así, el robot azul se encontró otra vez a solas, con todos demasiado asustados como para acercarse a su tienda. No podía mentir; se sentía muy aburrido, sin mencionar no poco ansioso de salir de aquí. Por otro lado, los confines de la cápsula no eran tan terribles, y una parte de él deseaba poder regresar a ella. La calma y quietud le daban una sensación de paz, pero al mismo tiempo le hacían sentirse restringido. Aunque no podía recordar mucho en ese momento, el robot azul conocía muy bien esos breves y pasajeros pensamientos que tuvo durante su prolongado descanso.

Salir. Quería salir.

Y aquí estaba ahora, afuera. Pero otra vez estaba confinado. Eso lo frustraba, y había contemplado salir de allí varias veces. No tenía malas intenciones contra estos humanos o sus robots asistentes. Y bueno, si tenía que ser honesto, no era como que nadie pudiese detenerlo. Y si se explicaba, tal vez, seguramente, lo entenderían. Fuera como fuese, solo quería salir, aunque fuese por un momento.

Pero le dijeron que esperase. Y recordó lo que la voz le había dicho. Los humanos iban a TENERLE miedo. ¿Cómo podrían no hacerlo? Él era algo nuevo para ellos, algo desconocido. Potencialmente peligroso, incluso.

Pero todavía quería salir. Tendría que esperar hasta después cuando el campamento estuviese tranquilo. Entonces, podría ir al laboratorio donde lo habían descubierto.

Podría ir a ver si había algo más que se les escapó a quienes lo desenterraron, ya que, si algunas piezas perdidas y divididas de sus archivos de memoria estaban en lo correcto, probablemente no era el único que estaba allí abajo.

En la tienda del Dr. Cain...

- Entonces, recapitulemos. – comenzó a hablar el hombre asiático, luego de haberse quedado totalmente sin palabras. – Usted no sabía lo que era esta cosa. – Cain solo asintió para confirmarlo, como si fuese un niño que fue atrapado en una travesura. – Abrió su cápsula. – Cain volvió a asentir. – Pero antes de eso, usted sabía que no se encuentra en un campo científico apropiado para lidiar con este tipo de cosas. – Cain volvió a asentir. Se estaba empezando a sentir relativamente pequeño. – Y fue DESPUÉS de haberlo abierto que decidió abrirlo que decidió llamar a alguien que estuviese mejor cualificado. ¿Estoy en lo correcto?

Cain suspiró. – Sí. Estás totalmente en lo correcto, Sho.

El hombre más joven, Sho Fujiwara, se tomó un momento para ajustarse las gafas, sintiendo una irritación en su sien. – Y ahora, usted ha dejado libre a ese... lo que sea que sea ESO, para salir al mundo.

- ¡Pero el indicador de la cápsula decía que era seguro abrirla! – explicó Cain. – E incluso si no es mi intención descartar tus preocupaciones, honestamente no creo que esa máquina sea peligrosa.

Sho Fujiwara suspiró. – Corrección: no ha hecho nada peligroso TODAVÍA. Usted mismo lo dijo, ese modelo recibió un arma. Un buster.

Aunque no se lo creía al principio cuando Cain se lo dijo, pero al correr la cortina y ver a esta máquina con sus propios ojos, le quedó muy claro quién era su creador.

No obstante, todo esto seguía siendo mucho para asimilar. Una máquina nueva y extraña había sido desenterrada, y nadie conocía cuáles eran sus capacidades, mucho menos cuánto daño podría causar. Todos aquí eran corderos en potencia para el matadero. Pero aun así, lo que Cain y su equipo habían encontrado era algo que sin duda ameritaba mayor estudio.

- ¿Sho? – preguntó Cain, a lo que el más joven de los dos se tomó un momento para ajustarse las gafas.

- Esta expedición se acabó. O tendrá que acabar ahora, si es que usted quiere mi ayuda.

- ¿Qué cosa? – preguntó Cain levantándose de su silla.

- Haga que trasladen ese robot a mi laboratorio en Arcadia. – le dijo Sho. – Podemos empezar por allí.

Cain estuvo a punto de hacer varias preguntas, pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo.

- ¡Dr. Cain! – entró de repente una mujer con mucha prisa en la tienda, y claramente en pánico. – ¡Se fue!

Los dos hombres se sorprendieron al principio, pero pronto registraron lo que la mujer quería decir. Saliendo a toda prisa de la tienda, tanto Cain como Fujiwara fueron a donde habían dejado al susodicho robot. Y con toda certeza, no estaba por ninguna parte.

...

¡Solo sería por un corto tiempo! Solo quería verlo para estar seguro. Entonces podría volver a la tienda donde debía estar.

Se había dado cuenta apenas hacía poco, justo cuando ya no podía resistirse más al impulso de salir a caminar alrededor del campamento otra vez. Tal vez eso les demostraría a los humanos que no tenía intenciones de causar ningún problema. Pero la máquina azul sabía que, o bien causaría pánico, o que lo volverían a encerrar en su prisión. Recordaba que la voz en su memoria le suplicaba tener paciencia, pero la máquina descubrió que su paciencia tenía un límite.

Tenía que salir. Y planeaba hacerlo cuando todo mundo se hubiese ido a dormir por la noche. Luego, podría explorar el área por un rato y regresar a la tienda al terminar. Sería como si nada hubiese pasado. Pero, cuando ya había encontrado una razón para esperar, un pensamiento le vino a la mente.

O más bien, un recuerdo.

En lugar de explorar el mundo exterior, el androide azul se encontró de vuelta en las ruinas del laboratorio donde fue encontrado. Cuando escaneó el área afuera de la tienda, vio que había pocas personas, las suficientes como para escurrirse sin ser visto. Tenía la intención de esperar solo un poco más, pero fue entonces cuando el recuerdo vino a él.

Le llegó desorganizado y hecho un caos, imágenes de rostros jóvenes, un hombre viejo, y el mundo lleno de luz, para luego desvanecerse fuera de su alcance por lo que temía, para siempre. Al menos, eso fue lo que pensó, de lo que podía recordar. Pero estaba bien al tanto de que podría haber juntado las piezas de manera equivocada. Todo era demasiado confuso.

Pero aun así, el hecho de que al menos podía ver imágenes de ellos, flashes en su banco de memoria, le hicieron preguntarse. El hombre mayor debía de estar muerto; un clip mostraba que se encontraba en un estado de salud relativamente pobre. Pero los otros, las máquinas... ¿habrían sido sellados como él? Si este laboratorio pertenecía al hombre mayor, seguramente ellos deberían estar aquí también, ¿verdad? Eran pequeños, tímidos, con aspecto similar a niños. Si acaso ellos, o en serio, cualquier otra cosa que el hombre mayor debía haber construido estaban aquí abajo, él quería verlo. Tenía que verlo.

Se dedicó a explorar cada cuarto, pero no encontró nada que valiera la pena. Así que comenzó a andar por cada corredor y esquina; el laboratorio era relativamente pequeño, así que no tendría que buscar por mucho tiempo. Pero aun así no encontró nada. ¿Acaso no había nadie más aquí? ¿Era el único que estaba sellado en este lugar?

¿Acaso era el único que quedaba?

- "No." – pensó negando con la cabeza. Imposible. No podía ser. Tenía que haber alguien más. ¡O por lo menos algo más! ¡Tenía que haberlo! ¡No podía ser el único que quedara! ¡Simplemente no podía serlo!

No podía serlo.

Y entonces, como si quisiera responderle, vio una puerta oculta tras un enorme trozo de escombros. Sacando su buster, hizo volar la roca de un disparo. Pero tras completar su tarea, se dio cuenta de lo que acababa de hacer, dejándolo a partes iguales confundido y sorprendido. Hablando de manera lógica, por supuesto, podía utilizar su buster: lo tenía instalado en su brazo, así que su función era ser utilizado. Pero un arma como esa solo le servía para destruir escombros, no para dispararle a nadie, como aquellas máquinas que había visto antes. Entonces, tal vez su función no estaba tan clara como había pensado. ¿O caso acababa de hacer eso que llamaban "improvisación"?

Fuera cual fuera el caso, había quitado el obstáculo del camino. Abriendo a la fuerza la puerta que se había oxidado, al grado que su mecanismo para abrirla se había desactivado hacía mucho tiempo, el androide azul ingresó al cuarto, esperando que tal vez algo, cualquier cosa, le esperase adentro.

...

- ¡Diablos, Cain! ¡¿Qué es lo que ha hecho?! – gruñó Fujiwara, claramente agravado por este repentino giro de acontecimientos. – ¿Dónde está ese laboratorio?

- ¡Está justo allá! – dijo Cain, señalando la entrada descubierta. El hombre más joven inmediatamente se dirigió hacia las ruinas. – ¡Espera, Sho! – Cain intentaba explicarle, siguiéndolo escaleras abajo hacia unos túneles oscuros. – ¡Espera un momento! – Al ver que no le escuchaba, se giró hacia uno de los excavadores. – ¡Tráigannos un par de linternas!

El excavador asintió y fue en busca de lo que le pidieron, regresando en poco tiempo para entregárselas a él y Fujiwara. – ¿En serio va a dejarme ir allá abajo? – preguntó el hombre asiático.

- No. – respondió Cain. – Pero es claro que lo que sea que yo diga no te detendrá. – Dio algunos pasos adelante. – Si vas a ir, al menos ten cuidado. Este lugar no parece muy estable.

Con esa advertencia, los dos hombres comenzaron a buscar al robot desaparecido, examinando minuciosamente el laboratorio tratando de encontrarla. – Entonces, no parece que se encuentre en este lugar. ¿Está seguro de eso? – cuestionó Fujiwara.

- Sí. – asintió Cain. – Le dijimos que se quedara dónde estaba, pero...

- Pero claramente no lo hizo. – señaló Fujiwara. Aunque estuviese frustrado ante la inexperiencia e ingenuidad de Cain cuando se trataba de robótica y asuntos como éste, el científico tuvo que admitir que el hecho de que el robot violó una orden que le fue dada de manera explícita era fascinante. ¿Cómo fue capaz de hacer eso? – Este robot, es una creación del Dr. Light, ¿cierto?

- Sí, eso es lo que decían las notas. – respondió Cain. – No es que quiera disminuir tus preocupaciones, pero me estoy preguntando si esta cosa tal vez...

- ¿Tal vez qué?

- Bueno, si tal vez... no es tan peligroso como tememos que pueda ser. Después de todo, nadie ha salido herido, hombre o máquina, y hasta ahora, bueno, se ha comportado, por decirlo de alguna manera.

Fujiwara negó con la cabeza. – No se trata de lo que es o de lo que hace. – le respondió. – Se trata de lo que podría ser, especialmente si no podemos controlarlo primero.

De pronto, la linterna de Cain iluminó algo. – ¡Mira! ¡Creo que puedo verlo!

Adentro de un cuarto con la puerta parcialmente cerrada, Cain y Fujiwara navevaron por los enormes trozos de roca que antes habían bloqueado el paso. Al entrar a la habitación, vieron a la máquina azul, pero había algo más.

O más bien, alguien más.

Tendida sobre una especie de mesa de operaciones que se encontraría típicamente en un laboratorio, había una silueta pequeña descansando, con las manos cruzadas sobre su pecho y los ojos cerrados, como si estuviese dormida. Era una máquina, sin duda, con la apariencia de una niña muy joven. Su cabello era rubio y estaba amarrado en una coleta, llevaba puesto un vestido rojo con cuello blanco, mangas negras y botas rojas. El robot azul se inclinó sobre ella, como si la estudiase.

No podía recordar. No podía recordarlo, pero estaba seguro de haber visto su cara en alguna parte. La había visto, y también las caras de varios otros antes, hacía mucho tiempo.

¿Dónde estaban ahora?

Esta historia continuará...

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