Desafío


– ¿Qué pasó? – preguntó Roll, notando la expresión de susto de Trinity. – ¿Qué ocurre?

Trinity guardó silencio por unos momentos, tratando de procesar y digerir lo que acababa de suceder. – He perdido el contacto.

– ¿Y qué significa eso? – cuestionó Roll, sintiendo que le aumentaba el pánico.

– No puedo comunicarme con X o Zero. Estoy tratando de reestablecer la conexión, pero parece haber una señal que está bloqueando cualquier transmisión entrante hacia las Minas de Zaltz. – informó. – Parece ser una ocurrencia reciente, así que he de suponer que alguien está interfiriendo intencionalmente cualquier señal de entrada o salida.

– ¿Por qué? – inquirió Roll de nuevo.

– No lo sabe. Y tú no estás ayudando al molestarla con ello.

La reploide rubia se giró para ver a Ai. Roll bajó la mirada hacia el suelo. – Claro. Perdón.

– Pero... – habló otra voz. A-1 acababa de ir a ofrecer sus servicios a los Hunters ahora que estaba de nuevo a plena capacidad de volver al trabajo, aunque descubrió que Ai lo monitoreaba muy de cerca. – Hay algo que podrías hacer que quizás podría beneficiarlos.

– ¿De qué se trata? – preguntó Roll, sin perder tiempo en saltar de cabeza a la oportunidad.

– Hemos estado recibiendo algunos datos de alguien en la ciudad sobre las actividades de los Mavericks y mecaniloides bajo su control. – explicó el navegador más bajo de color naranja.

– ¿Quién es? – preguntó Roll.

– Nos dijo que su nombre era Ray. – respondió A-1. – Aunque, le dije que ya conozco a un sujeto con ese nombre, así que lo llamaré Ray B.

– ¿Ray B?

– Como sea que se llame no es importante al final, supongo. – El reploide de orejas de conejo se encogió de hombros. – Pero dado que, en sus propias palabras, está atrapado aquí sin medios para salir de la isla, no tiene más alternativa que ayudarnos.

– ¿Pero quién es él? – Roll seguía queriendo averiguar. – ¿No les ha dado ningún indicio de algo? ¿Cómo sabemos que no es un espía o doble agente?

– No lo sabemos. – confesó A-1. – Pero de alguna manera, conoce la estructura de esta ciudad mejor que aquellos que construyeron este lugar. Como si hubiera estado aquí mil veces antes, y nadie lo hubiera sabido.

Roll absorbió todo lo que le dijeron, y la descripción golpeó una cuerda de familiaridad dentro de ella. Tal comportamiento, ella ya lo había visto antes. De alguien que había visto muchas veces, pero nunca llegó a conocer del todo. ¿Pero quién era esa persona? ¿Cuál era su nombre? ¿Ese extraño enigmático pero omnipresente?

– Hasta ahora, tenemos más equipos de Hunters desplegados en áreas de Abel City donde los humanos se están reuniendo. – dijo A-1. – Todo es gracias a este sujeto Ray B, que nos dio el soplo de que los humanos empezaban a salirse de sus refugios.

La reploide rubia pensó en las palabras del navegador, contemplando su siguiente curso de acción. – Y... ¿qué me sugieres que haga?

– Bueno, no sé cuánta experiencia tengas. – admitió A-1. – Pero, ya estamos bastante cortos de personal, y cualquier ayuda extra que podamos conseguir es bienvenida.

– Así que... – dijo Roll, al entender lo que estaba pidiéndole – ... ¿quieres que yo...?

– Por el momento. – dijo A-1 con un asentimiento. – Aunque tal vez no sirvas como guía en el sentido de dar direcciones, necesitará a alguien que sirva de contacto de ida y vuelta por el momento.

– Y... ¿eso me convertiría a mí en...?

– Por ahora, en una navegadora.

Minas de Zalts...

El sonido rítmico y tranquilizador del agua fluyendo y cayendo por la montaña lo alertó de que sus sistemas estaban volviendo a estar en línea. Cuando su vista finalmente comenzó a aclararse, el Hunter azul se dio cuenta que seguía todavía en alguna parte de la mina, pero en otro sector más abierta.

– Ugh... ¿qué diablos...?

Mirando a su alrededor, X vio que se encontraba en una cueva con una cascada que fluía sin parar, presentada ante un enorme espacio abierto en ambos extremos de la cueva, que servían como barreras para mantenerlo adentro. También, fue entonces que se dio cuenta que había otra silueta que acababa de aparecer junto a él: un pequeño mecaniloide amarillo y negro con un casco de seguridad y ojos enormes. ¿Un Met?

– Muy bien, ya está totalmente reparado. – habló de repente una voz, haciendo eco por toda la porción cerrada de la cueva. – Ya puedes irte.

El Met asintió, y corrió hacia un pequeño espacio en la pared, escurriéndose a través de la grieta hacia otra habitación, fuera de la vista y del alcance de X. Al levantarse del suelo, sus ojos verdes escanearon el área, tratando de determinar de dónde venía la voz, finalmente fijando la mirada en una enorme piedra que estaba en el extremo opuesto de donde él estaba parado, sobre la cual había una figura sentada, de espaldas al agua que repiqueteaba armónicamente al caer sobre la cámara que los rodeaba.

El reploide estaba basado en un mamífero terrestre de una secta antigua de animales que aún tenían algunos descendientes vivos en el mundo del presente, pero su apariencia parecía seguir viviendo en el cuerpo de metal de este antiguo Hunter. Con un cuerpo mayormente negro y violeta con bandas doradas, su espalda y frente al igual que en sus extremidades estaban cubiertos de una armadura reflectora brillante que capturaba la luz del sol que se filtraba por el pequeño espacio abierto que permitía su entrada. Un par de receptores ópticos oscuros llenos de determinación observaron al recién despertado X, y el reploide en cuestión parecía algo divertido ante su asumbro.

– ¡¿Armored Armadillo?!

...

– Diablos, eso dolió... – gruñó el Hunter de cabello largo, luego de volver en sí tras el golpe que recibió al ser noqueado fuera de su transporte. Encontrando una roca sólida para sostenerse, Zero se levantó para ponerse de pie sobre una pared, mientras sus sistemas registraban el daño que había recibido. Hasta ahora, nada serio, y aunque tenía algunos rasguños y abolladuras, no era nada que no pudiera ser reparados en algunas horas. Aun así, el estado actual de su cuerpo no era lo primero en lo que pensaría. ¿Qué le había sucedido a X?

Justo entonces, Zero pareció recibir su respuesta, cuando su audio receptor de repente empezó a captar una conversación ocurriendo a una distancia y lugar desconocidos.

¿Puedes oírme?

– ¿T-tú? – Zero reconoció la voz inmediatamente. – Así que también estás con el enemigo.

En este escenario, sí, lo estoy. Pero esa no es la razón por la que les estoy hablando a ambos en este momento. – replicó el que hablaba. Los ojos azules de Zero se ensancharon. – Oh, sí. Tu amigo también se encuentra aquí.

...

– Tranquilízate, él está ileso. De hecho, me tomé la molestia de hacer el esfuerzo y repararlo, así que más te vale demostrarme algo de gratitud. – dijo Armored Armadillo, abriendo su canal de comunicaciones para permitir que X pudiera oír a Zero dentro de la cueva aislada.

Mira, cualesquiera que sean tus motivos, te sugiero que hagas caso de lo que sea que X te diga antes de que yo llegue allí.

– No tengo dudas de eso, pero tú no eres con quien deseo tener mi duelo. – dijo Armadillo, negando con la cabeza. – No, tu tarea se encuentra en otro lugar, pero tal vez sea mejor que les ofrezca a ambos algo de clarificación.

El mamífero metálico con bandas doradas giró entonces su atención hacia el todavía confuso X.

Abel City...

La mañana había llegado y se había transicionado en la tarde, con los humanos aun reunidos en el borde en espera de cualquier señal de rescate potencial.

– "Están perdiendo su tiempo." – pensaba él. – "Aunque alguien viniera, dudo mucho que Sigma simplemente les dejara un medio de trasporte que puedan tomar así de fácil hacia la frontera.

Desde su lugar elevado sobre la azotea de un edificio, su gabardina se movía lentamente con el viento.

– "Fujiwara..." – pensó. – "Los tiempos han cambiado. Hasta no hace mucho un solo humano podría haber comandado una legión entera de máquinas. Pero ahora, las máquinas han decidido tomar el asunto en sus propias manos."

Ciertamente era muy diferente a lo que él estaba acostumbrado. Cierto que, cuando los reploides emergieron por primera vez, cuando X fue descubierto y revelado "oficialmente" ante el mundo, "Ray B" había creído que era uno de los pocos que podría pensar por encima del nivel de los mecaniloides. Pero ahora, en sólo una década, una nueva oleada de inteligencias artificiales había sido liberadas alrededor del mundo, y ahora había algunos que deseaban usarlas de maneras que los creadores no habían anticipado.

De cierta forma, aunque él no lo diría en voz alta, una parte de él deseaba que hubiera más como esos reploides en su tiempo. Tal vez, habría tenido la oportunidad de defenderse de lo que vino tras la batalla "final" de Mega Man contra Wily.

Y lo que vino después fue peor. Mucho, mucho peor.

Bzzt... ¿ho-la?

– ¿Hm? – Ray B se quedó perplejo al oír una voz hablándole por un enlace de comunicación. – ¿Qué demo...?

¿Puedes...oír...?-¡BZZT!-¿Puedes... oírme? – La voz era femenina, sonando como una adulta joven, muy similar a él. Pero aunque nunca la había escuchado antes, un rostro muy familiar le vino a la mente cuando la escuchó intentar comunicarse con él.

Unos ojos azules muy grandes, y un largo cabello rubio atado en una voluminosa coleta. Ella nunca tuvo oportunidad cuando ese robot apareció. El robot que lo arruinó todo.

¿Hola? – preguntó la voz de nuevo, finalmente obteniendo una señal clara. – ¿Puedes oírme?

La figura cubierta por una espesa capa se sorprendió ligeramente, pero mantuvo la compostura y respondió lo más calmado que pudo. – ¿Quién está hablando? No suenas como ninguno de los otros que he contactado en tu organización. Asumiendo que estés con los Hunters, ¿no?

Bueno, no exactamente, pero les estoy prestando mis servicios, aunque sea en capacidad limitada. – respondió la voz femenina, haciendo una pausa. – ¿Tú eres Ray? ¿Ray B?

– ¿Ray B? – cuestionó la figura.

Es que tenemos a otro Ray estacionado en Arcadia, así que por el momento, tú eres Ray B. ¿Está bien para ti?

El susodicho Ray B guardó silencio por un momento. – Está bien, eso servirá. Pero si no estás con los Hunters, al menos no oficialmente, ¿quién eres? Ya que yo tuve que identificarme.

Claro, no sabes quién soy. – dijo la voz comunicándose con Ray B.

– Lo dudo mucho. Como sea, ¿cuál es tu nombre? – le preguntó. Y nada podría haberlo preparado para la respuesta que escuchó.

Oh sí, mi nombre. Soy Roll.

Minas de Zalts...

– ¿A qué te refieres? – cuestionó X. – ¿Por qué te has aliado con Sigma?

– A su debido tiempo. – respondió Armadillo. – Ahora, tengo noticias que compartir con ustedes dos.

...

Zero, el lugar donde estás parado actualmente, es la entrada hacia la aldea de los trabajadores situada dentro de la mina. – explicaba Armadillo. – Hay varios mineros que están siento retenidos contra su voluntad, tanto humanos como reploides.

– ¿Y entonces? – cuestionó Zero. – ¿Quieres intercambiar a X por ellos?

...no.

...

Los ojos verdes de X se ensancharon. ¿Dijo que no? ¿Qué estaba tramando?

– No habrá ningún intercambio. – le dijo el mamífero acorazado al Hunter carmesí en la distancia. – Ambos están en donde deben estar y más les vale que sigan mis instrucciones, si quieren que esto salga a su favor. – Armadillo miró a X. – ¿Desean escucharme ustedes dos?

X se quedó en silencio mientras la cascada continuaba su omnipresente canción de duras pero sorprendentemente calmantes olas.

– ... Bien. – respondió el Hunter azul. – Te escuchamos.

Zero no dijo nada, pero Armadillo tomó su silencio como una respuesta. – La situación es esta. Sigma no sabe nada de esto, y si llega a saberlo, yo seré severamente castigado. – Cerró sus ojos, contemplando a dónde lo había llevado su camino actual. – Pero, para ver por mí mismo a donde irá todo esto, tengo que hacerlo. No hay otra opción.

– ¿Qué quieres decir? – cuestionó X.

– Lo que quiero decir es... – Armadillo se puso de pie, señalando con un dedo blanco en la dirección de X – ... ¡que te desafío! ¡Te reto a un combate uno a uno, Mega Man X!

...

Zero se quedó lívido, incrédulo de lo que acababa de escuchar, pero no había error. Lo que dijo Armadillo era cierto. Sin embargo, decidió seguir escuchando, ya que aunque no se sentía bien por hacerlo, X era la mejor oportunidad que tenían de sonsacarle información al enemigo.

...

– ¿Qué quieres decir? ¿Por qué debería pelear contra ti? – cuestionó X. Armadillo le lanzó una mirada inquisitiva.

– Estamos en bandos opuestos, ¿eso no es suficiente?

– ¿Y se me rehúso a tu desafío? – espetó el reploide más pequeño.

– Entonces, los rehenes no podrán irse libremente.

...

¿Rehenes? – Zero escuchó preguntar a X. – ¿Hablas de los trabajadores en la mina?

Correcto. – confirmó Armadillo. – Zero se encuentra cerca de la entrada, así que sólo tendrá que adentrarse un poco más, y entonces, si aceptas el desafío, le permitiré liberar a los cautivos en este lugar.

... ¿y si me niego?

No lo había vocalizado todavía, pero el Hunter rojo se estaba poniendo cada vez más frustrado con las respuestas de su compañero. Era claro que no había más alternativa para salir de esto, así que ¿por qué no lo aceptaba?

Uno de mis subordinados está supervisando la excavación de minerales y metales preciosos. – Armadillo volvió a hablar de nuevo. – Le di órdenes, y también a otro antiguo Hunter estacionado aquí, de no maltratar a los trabajadores, pero no puedo garantizar su seguridad.

¿Quieres decir...? – dijo X tras quedarse callado por un breve instante.

Si ellos deciden ponerse físicos con los rehenes, no me encuentro en posición de detenerlos. Zero es el único que podría salvarlos.

...

– Y además... – continuó el mamífero metálico, sacando un dispositivo de su armadura protectora, y girando su atención hacia X – ... sólo voy a darle acceso a la aldea de los trabajadores si X acepta enfrentarme en un duelo. ¿Qué dices? ¿Ahora entiendes la magnitud de tu decisión?

X se quedó en silencio, pensando en todo lo que había escuchado.

– ¿Y bien? ¿Lo aceptas?

El reploide azul se mordió el labio y, aunque reacio, terminó asintiendo. – De acuerdo. Acepto tu desafío.

– Muy bien. – Armadillo asintió complacido. Aunque, si bien parecía ser sólo imaginación de X, el supuesto Maverick parecía sentirse aliviado ante la respuesta de X. Acto seguido, presionó un botón en el dispositivo.

...

Zero sacó su buster por reflejo al escuchar las paredes a su alrededor comenzar a retumbar y a moverse, pero pronto se dio cuenta que sólo era una enorme porción de la roca que se estaba desplazando de su lugar, permitiéndole acceder hacia otra zona de la mina.

Por ese camino, llegarás a tu destino. – le dijoArmadillo al Hunter rojo. – Ahora ve.

El rubio de pelos largos echó una mirada hacia el oscuro túnel, preguntándose si debería confiar en las palabras del ahora confirmado Maverick. Pero independientemente de eso, si había rehenes, entonces debían ser rescatados. Con eso en mente, Zero dio un paso al frente y comenzó su viaje hacia áreas desconocidas, rogando por dentro porque X tuviera éxito.

Ya que Armadillo no debía ser tomado a la ligera.

Abel City...

La máquina cubierta de tela gruesa se quedó congelada donde estaba, sin estar seguro de cómo responder.

– Vuelve a repetir eso. – exigió.

¿Qué? ¿Mi nombre?

– Sí. Repítelo, al completo.

Roll. Bueno, técnicamente Roll 2.5. – respondió ella.

– 2.5... no, imposible. – murmuró Ray B tras pensar en ello. – Ella está muerta...

¿Qué dijiste?

– No importa. – respondió Ray B. – Como sea, si estás con los Hunters, ¿por qué me estás contactando?

¿No habías dicho que tenías información para nosotros? – cuestionó Roll. No sabía por qué, pero su voz... sonaba mayor, pero a la vez le traicionaba un cierto deje de juventud. Como si fuera de la edad de Chiyo.

Ray B fue sacado de su estupor y traído de vuelta a la realidad. – Sí. Los mecaniloides que pululan por las calles de noche, creo que provienen desde una sola locación.

¿En serio? – preguntó Roll. – ¿Por qué dices eso?

– Digamos que tenía intenciones de quedarme aquí por un corto tiempo. – confesó la figura misteriosa a Roll. No, no podía ser ESA Roll. Eso era imposible. – Pero ahora, me encuentro en la misma situación que ustedes. Tengo que salir de esta isla lo más pronto posible, lo que significa que hay que encargarse primero de Sigma y sus fuerzas.

¿Por qué tienes que salir de la isla?

– Eso es mi asunto.

De acuerdo, de acuerdo, no voy a insistir. – dijo Roll. – Aun así, ¿cómo sabré que eres de fiar?

– De cierta forma, no lo sabes. – le dijo Ray B. – Pero, si de alguna manera puede beneficiar a tu hermano menor, ¿no considerarías que eso vale la pena?

Roll guardó silencio por unos momentos, contemplando las palabras del enigmático contacto.

Muy bien. ¿Qué noticias tienes hasta ahora de los mecaniloides?

– Para empezar, cuando la luz del día inicia, se retiran de la ciudad hacia donde creo que siempre es la misma locación. – respondió Ray B. – Es una distancia considerable desde la ciudad, pero está lo suficientemente cerca, a pocos kilómetros. Y dado que la resistencia de las máquinas es mayor comparada a la de los humanos, sería un viaje muy fácil de hacer para ellos.

Bueno, ¿a dónde crees que van?

Ray B miró en dirección hacia el sureste, notando las pequeñas piezas de evidencia de que los droides mecánicos se encontraban aquí. – Tengo una locación en mente, aunque...

¿Aunque qué?

La figura encapotada hizo una pausa breve antes de volver a hablar.

– Creo que debo tener cuidado, ya que tengo el presentimiento de que estará vigilado.

Minas de Zalts...

– Ahora, ya podemos comenzar. – dijo Armadillo, colocándose en posición erguida sobre la roca, antes de saltar hacia la tierra desecha y agrietada, cara a cara con su oponente.

– Espera. – suplicó X, alzando las manos.

– Si piensas retractarte ahora, el trato se acaba. – dijo el mamífero metálico al reploide más pequeño.

– No me estoy retractando. – respondió X. – Sólo quiero saber algunas cosas. Entonces... pelearé contigo.

Armadillo pensó en la oferta por un momento, y luego cruzó los brazos y alzó el pecho. – Muy bien. ¿Qué deseas saber?

– ¿Por qué? – inquirió X. Era quizás una pregunta muy obvia, pero necesitaba respuesta. – ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué, de todos los reploides, por qué tú, Armored Armadillo?"

Armadillo suspiró, cerrando sus ojos por un momento. – Lo creas o no, hay más de una respuesta para eso.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó X.

– Si dejas de hablar sólo por un momento, te lo diré. – dijo Armadillo. X se mordió el labio, pero guardó silencio. – Primero que nada, soy un soldado, X. Y se supone que sirvo a los Maverick Hunters bajo el mando de Sigma.

– Es decir que cuando cambió de bando, ¿lo seguiste sin más? ¿Sólo porque eres un soldado?

– No es un comportamiento Maverick seguir las órdenes. – respondió Armadillo. – Sigma es mi comandante, y por lo tanto, debo seguirlo. Sin embargo, nosotros no estamos equivocados.

– ¿No están equivocados? – preguntó X, en shock. – ¿Bombardear una ciudad y mantener a humanos y reploides como rehenes de algún modo son actos justificados? ¿Es lo que me estás diciendo?

– La pérdida de vidas es algo muy desafortunado. – replicó el reploide acorazado. – Pero también lo es la naturaleza brutal de este conflicto.

– Entonces... – X entrecerró sus ojos. – ¿Quieres pelear contra mí sólo porque sigues las órdenes de alguien que ha causado todo este daño? ¿Qué hay de tu juramento de proteger tanto a los humanos como a los reploides? ¿Acaso te has olvidado de él?

– ...no totalmente.

El Hunter azul no estaba seguro de qué querría decir Armadillo con eso. Sin embargo, continuó escuchando al mamífero de armadura metálica.

– Aunque estoy de acuerdo con los sentimientos del Comandante sobre nuestra relación con los humanos, y del maltrato general y supresión que sufren los reploides... – Hizo una pausa. ¿De verdad debía decir esto? Si era así, ya no habría vuelta atrás. Sellaría su propio destino.

– ¿Armadillo?

No. Ya había tomado su decisión en el momento en que los dos Hunters entraron a la mina. Tenía que seguir con esto, y aceptar lo que vendría después. – La primera oleada de misiles no será el final para aquellos que están atrapados en esta isla.

– ¡¿Qué?! – Los ojos verdes de X se ensancharon.

– Sigma está planeando otro ataque. – dijo el ex-Hunter con forma animal al otro reploide. – Uno que no sólo aniquilará toda Abel City, sino que hundirá toda la isla en el océano. Todos los que no apoyen nuestra causa morirán. – Bajó su cabeza. – Sigma es mi Comandante a quien sirvo... pero no puedo permitir que esto suceda.

X apenas podía creer lo que estaba escuchando. ¿Otro ataque a la ciudad? ¿Hundir la isla entera? Tantas muertes, ¡eso era inconcebible! ¡Todo! Pero, si ese era el caso...

– ¿Por qué me cuentas todo esto?

– ¿No me lo preguntaste?

– Bueno, sí, pero... – X hizo una pausa – ... no es como que estuvieras obligado a responder.

– Te lo digo porque... – Armadillo se detuvo, debatiéndose si sería capaz o no de seguir adelante con todo esto. Ya había llegado tan lejos, y aun así, la incertidumbre de lo que había adelante, para su vergüenza, lo hacía sentir temor. Apretó sus dientes, era ahora o nunca. – Yo... no puedo permitir que esto suceda.

– ... ¿q-qué?

– No puedo permitir que suceda una tragedia como esta. – continuó Armored Armadillo. – Soy un soldado, pero me rehúso a ser un asesino de aquellos que no pueden protegerse a sí mismos.

Era una luz muy pequeña y débil, pero X no perdió un instante en aferrarse a esa chispa de esperanza que de pronto surgió en su interior.

– Entonces, ven con nosotros. – dijo a su antiguo camarada. – Ayúdanos, pon tus habilidades a buen uso para detenerlo.

– Tampoco puedo hacer eso, ya que sería ir en contra de la cadena de mando. – dijo Armadillo. Luego enfocó su mirada en X. – Sin embargo... tú puedes hacerlo.

– ¿Hacer qué?

Armadillo se quedó en silencio. – ... Matar a Sigma.

...

– Parece que al fin llegué. – murmuró Zero, notando el área que se expandía para permitir más espacio para vehículos y otros medios de transporte para viajar.

En dicho espacio mucho más abierta había una enorme área donde había evidencias de excavaciones por todas partes, muchas de las cuales se veían recientes. Los trabajadores tenían que estar muy cerca, quizás se los habrían llevado a la fuerza. En cualquier caso, Zero siguió avanzando. Este campo llevaba hacia la aldea de los trabajadores si las palabras de Armadillo resultaban ser ciertas.

Aunque tenía la certeza de que ese Maverick hablaba muy en serio sobre lo que dijo de pelear contra X.

...

– ¿Matar a Sigma? – preguntó X, conmocionado por lo que acababa de oír.

– No me digas que todavía tienes dudas sobre du deber. – dijo Armadillo, claramente insatisfecho con la respuesta que había recibido.

– No se trata de eso. – dijo X. – Es sólo que... yo...

– No estoy seguro de qué fue lo que provocó este cambio tan repentino en Sigma. – confesó Sigma. – No sé si fue el resultado de los años de represión y de ser una herramienta para los humanos, una infección viral, o tal vez ambas cosas. Pero tú estás de acuerdo en que debe ser detenido, ¿verdad?

– Por supuesto. – respondió X.

– Entonces tienes que matarlo. No hay otra alternativa. – le dijo Armadillo simplemente. X bajó su cabeza. – Pero para lograrlo, tendrás que fortalecerte a ti mismo. – Se colocó en una postura de combate. – Y yo seré el metal que afinará las habilidades que posees, ¡pero que fallas en utilizar por tener tantas dudas!

– ¡Armadillo!

– Si logras derrotarme, habrá una recompensa para ti. – continuó el otro reploide. – Una cápsula construida por tu creador reside en esta misma habitación. Derrótame, y será tuya. La necesitarás para las pruebas que deberás enfrentar.

– Armadillo...

Armadillo cerró sus ojos, preparándose mentalmente para lo que vendría ahora. Su destino estaba sellado, ya no había vuelta atrás. Sólo le quedaba gritar una última cosa:

– ¡Basta de charlas! ¡A pelear!

Esta historia continuará...

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