Ante el Consejo
20 de septiembre, 21XX...
Hoy era el día. Él y Fujiwara habían permanecido en custodia durante cuatro días, y a ambos les advirtieron que más les valía pensar mucho y duramente sobre lo que le dirían al consejo. Los crímenes que habían cometido eran ofensas muy graves, y ambos hombres estarían enfrentando una considerable cantidad de tiempo en prisión. Sin embargo, el japonés fue llamado antes que Cain, al parecer confiado de que su investigación les podría garantizar una victoria. Por su parte, Cain no estaba muy seguro de que todo un año de investigación fuese suficiente para convencer al consejo, mucho menos a una población de civiles aterrados y llenos de incertidumbre.
Pero aunque estaba preocupado por su propia situación, se encontraba pensando mayormente en el robot azul que había sido capturado junto con él. Sabía bien que ellos mantendrían a X en confinamiento, y sospechaba que le harían lo mismo a Roll. Pero, por lo que sabía, las autoridades habían arrestado a Fujiwara primero y se llevaron a la robot rubia antes de entrar al laboratorio. Dónde estaban ahora, Cain no lo sabía, pero sí sabía que las condiciones que tuvo que soportar en los últimos días debían ser mejores que las suyas.
- "Tiene que haber una forma de ayudarlos. ¡TIENE que haberla! Pero ¿acaso estas personas nos escucharán?"
De repente, escuchó a alguien aproximándose a su unidad de contención, el ruido de la puerta siendo abierta hizo eco por toda la pequeña cámara. – ¿Dr. Phillip Cain? – dijo el guardia, con obvias razones para estar allí. – Prepárese. Será llamado en pocos minutos.
Más tarde...
El hombre mayor fue guiado hasta el centro de una cámara masiva, blanca y con forma de domo, vestido con un abrigo púrpura con líneas verdes y rojas en las mangas, cuello rojo, una faja amarilla alrededor de su cintura y amarrada de un lado, y un par de botas blancas. A su alrededor había docenas de personas que habían venido para ser testigos de este evento potencialmente histórico. Había reporteros esparcidos entre la multitud, grabando y fotografiando todo lo que estaba sucediendo. Frente a él había cinco enormes podios mientras que el suyo era minúsculo; los cinco miembros que presidían el consejo, tres hombres y dos mujeres, se veían de la misma edad de Cain y vestidos con atuendos más llamativos y elaborados que el suyo. Con todo, no estaba aquí para comparar o contrastar modas.
- Dr. Phillip Cain. – dijo el hombre que parecía ser el mayor del quinteto, vestido con una toga verde, y con una voz impresionantemente baja y firme para alguien de su edad. – Le debe no solo a este consejo, y a la ciudad de Arcadia, sino al mundo entero una explicación.
Cain bajó la cabeza. – En efecto así es, su señoría.
- Y también entiende los cargos que hay en su contra, ¿verdad?
La cabeza de Cain se hundió aún más. – Sí, lo entiendo, su señoría.
- Entonces, supongo que podemos comenzar. – dijo el Gran Concejal, líder de los cinco. – El Dr. Sho Fujiwara nos ha presentado una extensiva recopilación de datos. Toda la cual, si bien es impresionante, es preocupante.
Oh no, eso era justo lo que el paleobotánico se temía. – ¿Preocupante, su señoría? – cuestionó. – Pero seguramente ya habrían visto los resultados de las pruebas de comportamiento.
- Hemos visto todo lo que ha hecho el Dr. Fujiwara. – dijo una de las mujeres concejales, con el pelo amarrado en un moño y con una toga azul. – Y por lo que hemos indagado, estamos considerando muy seriamente encerrarlos a ambos en un centro de detención de por vida. – dijo en tono severo como si regañase a un niño. – No solo habían descubierto una máquina cuya IA está muy por encima de la de cualquier mecaniloide en existencia, sino que ocultaron un arma muy peligrosa de la vista pública.
Cain dio un respingo, sabiendo bien que las cinco figuras frente a él probablemente habrían asumido lo peor. – ¿Se han olvidado que no fue sino el mismo Dr. Thomas Light quien construyó a X?
- ¿Y acaso usted ha olvidado las restricciones que han estado en vigencia desde 20XX? – añadió otro concejal, con la barba larga y vestido con una toga naranja. – Sin mencionar que el Dr. Light había construido a este robot con un arma instalada en su interior. Por supuesto, DLN-001 fue alterado para combatir las creaciones destructivas del Dr. Wily, ¿pero por qué razón iba Light a construir a DLN-00X ya equipado con un arma?
La mente del Dr. Cain reunió cada punto que pudiese mover a conciencia a cualquiera que pudiera ponerse a su favor en este caso. – La razón todavía no ha sido descubierta. – admitió el hombre, pasándose los dedos por su barba. – Pero aparte de estudiar y poner a prueba sus capacidades, X no ha demostrado ningún signo de agresión en contra de Fujiwara o de mí. Y tampoco le ha causado ningún daño al otro robot que construimos.
- Y eso es otra cosa. – dijo un hombre bajito y calvo con gorra roja y toga interpuesta. – ¡También fueron tan lejos como para construir OTRA máquina! Y más todavía, ¡Fujiwara los tenía a ambos en proximidad de niños y animales sin pruebas apropiadas!
- ¿Acaso no son suficientes sus interacciones con Sho y conmigo? – argumentó Cain. – ¡No ha habido ningún daño a ninguna forma de vida orgánica! ¡Ninguno en absoluto!
El Jefe del Consejo, el hombre mayor de toga verde, cerró los ojos y frunció el cejo. – Todavía no.
Residencia Takenaka...
Chiyo estaba sentada frente al televisor, con los ojos muy abiertos y preocupados mientras observaba lo que sucedía. Resultaba algo irónico que estuviera ahora en casa de Fumiko viendo que su padre se encontraba en custodia. Y si el consejo los declaraba a él y al Dr. Cain culpables, entonces sería muy malo para ella. Pero por ahora, probablemente esos robots la estarían pasando todavía peor. Al principio, estaba furiosa con Fumiko, echándole la culpa por su enorme bocota. Pero cuando vio que la otra niña salía corriendo y llorando, se arrepintió de sus palabras. Después de todo, no había sido realmente culpa suya.
Ella no había mencionado nada sobre Roll o X; lo único que hizo fue pedirle a la robot rubia que le preparara una caja de bento luego de probar un poco del de Chiyo en la escuela. Y entonces, cuando Fumiko trajo el suyo, otro amigo quiso probarlo. Y luego otro, y otro más. Y pronto se fueron escalando las cosas y todos querían comer lo mismo que las dos niñas. Y cuando tenías opciones entre comer mini-albóndigas precalentadas y empapadas, o la mejor anguila a la parrilla que jamás hubieras probado, la elección sería muy obvia.
Chiyo todavía no seguía segura de cómo se filtró la información, pero tenía la sospecha de que inició a partir de lo que le dijo Fumiko cuando iban de camino a casa desde la escuela.
...
- Es una chica agradable. – dijo la niña de pelo corto. – Es una pena que sea... bueno, ya sabes...
- Sí. – respondió Chiyo, ambas con sus uniformes escolares de camisetas de cuello doblado blancas con faldas color azul marino soplando ligeramente en una suave brisa. Luego gruñó. – Necesito comer algo cuando vuelva a casa.
- ¡Apuesto a que será todo ese yakitori que te comiste anoche! – exclamó Fumiko. – Eso se debe comer con moderación, ¿sabes? – Luego empezó a tararear con deleite. – Aun así, ¡Roll hace el mejor menchi katsu que he comido en mi vida!
- ¡Hey! ¡Chiyo, espera! – Las dos niñas se giraron para ver a un niño de su misma edad, con el mismo uniforme de ellas excepto que con pantalones en lugar de falda. Tenía pelo negro revuelto y cuando finalmente las alcanzó, fue bastante obvio que llevaba un buen rato corriendo, ya que su pelo estaba empapado de sudor. – P-pensaba que... nunca... las alcanzaría... – dijo entre jadeos.
- ¿Tatsuya? – preguntó Chiyo. – ¿Qué estás haciendo? Pareciera que hubieras corrido todo el camino desde la escuela hasta aquí.
- Básicamente... porque... lo hice. – les dijo. – ¿Alguna... de ustedes... tiene agua? – Fumiko abrió su botella y le entregó una botella, que se bajó completa en pocos segundos. De inmediato se la devolvió a la niña. – Gracias.
- Entonces, ¿qué hay de nuevo? – preguntó Chiyo.
- Uh... – Sacó algunos zennys de su bolsillo. – ¿Qué puedo conseguir con esto?
Las dos niñas se quedaron confusas. – ¿A qué te refieres? – preguntó la de pelo largo.
- Para que Cecilia me haga una caja. – respondió el niño.
Chiyo y Fumiko se miraron entre ellas, y luego a Tatsuya. – Pero Cecilia no lo...
Chiyo le dio un pequeño pisotón en el pie a Fumiko, que gruñó de dolor por la ligera presión. – Ok, ¿qué es lo que quieres? – preguntó la niña de pelo largo, cogiendo los zennys que le extendían.
- ¡Chiyo! ¡Roll no puede hacer...!
- ¿Roll? – preguntó Tatsuya.
- ¿Roll? – repitió Fumiko, sintiendo que se le helaba la sangre. – Um... sí. ¡Rollos de huevo! ¡No podemos hacer rollos de huevo esta noche en mi casa! ¡No tenemos ingredientes! – se rio nerviosamente. – Sí, eso es.
Tatsuya alzó una ceja, y el silencio se apoderó de los tres niños. Se encogió de hombros. – Saben, creo que pediré eso. – dijo el niño. – Para mañana, prepárenme unos rollos de huevo, ¿quieren? ¡Adiós!
...
Chiyo creyó que eso sería el final de todo. Ciertamente, Roll no estaba muy contenta de saber que la niña había cogido el dinero de alguien más como "pago" por un servicio, pero viendo que iba a utilizar la freidora de todos modos, pensó que no estaría mal hacer uno o dos rollos de huevo de más. Tatsuya recibió lo que pidió al día siguiente, y todo parecía estar bien. Dos días más tarde, y su padre había sido arrestado y los dos robots habían sido decomisados. Seguía sin tener idea de cómo lo descubrieron, y al principio creyó que fue por la metida de pata de Fumiko. Pero dado que Tatsuya solo les dio las gracias por los rollos de huevo y no dijo otra cosa después, comenzaba a dudar de eso.
En ese momento, Fumiko estaba en su habitación, bien lejos de la otra niña. Y viendo lo destrozada que estaba, Chiyo sabía que pasaría un tiempo antes de calmarse. Aunque ella creía que la niña de pelo corto estaba siendo algo melodramática, sabía también que estuvo mal lo que le dijo.
Después trataría de disculparse cuando llegara el momento. Pero por ahora, los ojos de la niña estaban centrados en la televisión, mientras Cain continuaba dando su declaración.
Edificio del Consejo de la Ciudad de Arcadia...
Los cinco oficiales y el acusado habían estado yendo de ida y vuelta durante la última hora, y Cain sabía que su tiempo para hablar casi se había terminado. El consejo parecía cada vez menos convencido de que ni X ni Roll eran un peligro para nadie, especialmente el primero.
- Y este robot, es consciente de las Tres Leyes, ¿correcto? – preguntó la mujer de azul.
- Sí, lo es. – asintió Cain.
- Pero el Dr. Fujiwara también nos presentó el mensaje que el Dr. Light había instalado en él. – dijo el hombre de naranja. – Y hemos visto que el Dr. Light le ha instalado la capacidad para romper las leyes. – El Dr. Cain dio un respingo, ya que las cosas no iban exactamente a su favor, mucho menos de X. Y una pregunta cómo ésta sería uno de los elementos de este dilema. – Y otra porción de esta advertencia era una amenaza de que no habría fuerza en la Tierra que pudiera detenerlo si se sale de control.
- Y déjeme preguntarle, ¿por qué querríamos tener algo como eso en funcionamiento? O peor aún, ¿por qué tenerlo en las calles entre los humanos? ¿Cuántas vidas estarían en riesgo solo por algo hecho de metal?
- Todo lo que puede decir es que ninguna de las dos máquinas le causaría daño a ningún humano. Pero ¿acaso espera que les tomemos la palabra a usted y Fujiwara y eso sea todo? ¿Podemos acaso tomarles la palabra a estas máquinas?
Las cejas de Cain se enfurruñaron. Tenía que pensar en algo; de lo contrario, las cosas podrían ir de mal en peor. La estrategia de Fujiwara había fallado, así que ¿dónde lo dejaba eso a él, el "compañero" del científico japonés? No tenía ninguna de las credenciales en el campo del otro hombre, y hasta el momento, todo lo que había hecho había sido asegurarse que el robot azul tuviera alguien con quien hablar. ¿Qué otra cosa podría presentar a estas personas?
De repente, algo le vino a la cabeza. Al principio, Cain descartó la idea como algo totalmente ridículo, pero se estaba quedando sin opciones, y ahora estaba desesperado. Ciertamente, él y Fujiwara se enfrentaban a la posibilidad de ir a prisión, ¡pero las vidas de X y Roll también estaban potencialmente en riesgo!
- Bien, concejales, si me lo permiten, ¿puedo solicitar algo? – habló Cain finalmente. – A cada acusado se le permite una oportunidad de hablar a su favor si lo desean; ese es un derecho que tengo según las leyes de la ciudad-estado de Arcadia, ¿correcto?
Los miembros del consejo se miraron entre sí, debatiendo silenciosamente lo que podría estar tramando el acusado. – Sí, por supuesto. – dijo el Gran Concejal. – ¿Cuál es su petición?
Cain sabía que solo tenía una oportunidad en esto, y sabía también que esto podría bien salvar a todos los involucrados, o condenarlos. Tanto hombres como máquinas.
Más tarde...
Después de ser liberado del vehículo blindado, X fue asaltado por los flashes de las cámaras de múltiples fotógrafos y reporteros que grababan cada paso que daba. El androide robot mantuvo la compostura mientras los guardias uniformados lo guiaban hacia el edificio, con el vestíbulo totalmente vacío y silencioso, un fuerte contraste con el caos que sucedía afuera. X escaneó el área; sus ojos verdes registraban los pisos limpios y pulidos de azul claro y las paredes de un verde marino. Todo se sentía demasiado limpio y esterilizado, un cambio bien recibido tras haber pasado los últimos días en aquella celda.
Pero el cambio de escenario era tal vez el único aspecto positivo de toda esta situación.
- Muévete. – ordenó uno de los guardias, que junto con su compañero escoltaba a X por los corredores. La mente del robot azul divagaba pensando en los posibles resultados y desenlaces, casi ninguno de los cuales era bueno. Entonces, eventualmente X vio que lo guiaban hacia una gigantesca puerta que se alzaba frente a él. Estaba cerrada, pero esto no le ofrecía ningún confort, sabiendo lo que le esperaba del otro lado.
Desde que se lo llevaron en custodia, él y Roll habían permanecido separados el uno de la otra, por si acaso, como dijo uno de los guardias, "tramaban escapar juntos". Así que cuando escuchó a alguien aproximándosele desde atrás, el robot azul se giró para ver una androide femenina corriendo frente a sus guardias, y él se alejó de los suyos propios. Los dos corrieron uno hacia la otra, y Roll se lanzó con los brazos abiertos hacia su hermano.
- ¡Creí que no te volvería a ver! – gritó, hundiendo su rostro en el pecho del robot ligeramente más alto. – ¿Te hicieron algo?
- No, estoy bien. En serio. – le aseguró X. – ¿Qué hay de ti?
Roll se pasó los dedos por su cabello. – Bueno, no creí que me preferiría estar confinada en el laboratorio o en la casa de Fujiwara. – Sus ojos verde-azulados se fijaron en la gigantesca puerta. – ¿Hacia dónde lleva esto? – le preguntó a uno de los guardias.
- Pronto lo averiguarás. – respondió uno de ellos.
Entonces, la puerta se abrió, con ambos paneles separándose ligeramente, y una luz brillante filtrándose por el pequeño espacio. – Sí, ya están aquí. – dijo un hombre vestido con un traje blanco de una pieza. – Tomaremos a la mucama primero.
Dos de los guardias comenzaron a llevarse a Roll alejándola de X, guiándola (o más bien, forzándola) a través de la puerta hacia el hombre de traje blanco. Ella miró a X por unos breves momentos antes de que los paneles de la puerta volvieran a cerrarse, dejand solas con sus dos "chaperones".
Tal vez no fuese el mejor momento, pero el robot azul se giró con ansiedad, con la pregunta carcomiéndolo desde que lo habían capturado. – ¿Qué quiere el consejo de mí? – preguntó.
- ¿Hm? – Los dos guardias se miraron entre sí, y luego a X. – ¿De qué estás hablando? – inquirió uno de ellos con confusión.
- Quiero decir, ¿qué quieren escuchar de mí? Digo, ¿qué debería decirles? – aclaró X. Luego levantó el brazo que ocultaba su Buster en su interior. – Es cierto, fui construido con... esto, pero... – Se detuvo, tratando de pensar en lo que quería transmitir, pero se encontró en un punto muerto. Pero sabía que tenía que decirlo de la manera correcta. Todo su futuro descansaba en el resultado de este juicio, no solo para sí mismo, sino para todos.
X y los guardias se quedaron de pie frente a la puerta, dejando pasar los minutos, luego media hora, que se convirtió en dos horas. Y luego, el silencio empezaba a volverse insoportable para él, por lo que tuvo que decir algo. – ¿Qué clase de preguntas creen que harán?
De nuevo, los dos guardias se quedaron confusos. Sus superiores no mentían; esta máquina se comportaba de manera muy extraña. – No sé qué decirte, para ser honesto. – le dijo uno de ellos al robot azul. – No podía creerlo; le estaba dando consejos a un robot. – Aunque si quieres mi opinión, te sugiero que no ocultes nada. El solo hecho de que estés aquí en absoluto significa que...
De repente, los paneles de la puerta volvieron a abrirse, revelando a otro humano diferente con traje blanco. – Ya están listos para recibirlo.
Los ojos verdes de X se ensancharon, y la luz que se filtró por el pequeño espacio hizo que le invadiera el miedo, pero también sabía que tras esa puerta se hallaba su única oportunidad de vida. O al menos, de una vida libre.
- Buena suerte. – dijo el mismo guardia. X miró atrás y asintió, sonriendo silenciosamente a modo de agradecimiento.
Gran Cámara...
X se paró frente a un delgado sendero que llevaba hacia el centro de la enorme sala, dirigiéndose lentamente hacia las cinco figuras de togas que lo aguardaban. Sabía que probablemente sería mejor no hacerlo, pero el robot azul no pudo evitar observar las reacciones de las docenas de humanos mientras caminaba. Cientos de ojos centrados en él mientras trataba de abrirse paso hacia el estrado, observando y estudiándolo como si fuese alguna especie de animal extraño y exótico. Y tal vez, de cierta forma, lo era. Algunos humanos parecían conmocionados al verlo, otros se veían más curiosos y trataban de acercarse para verlo mejor, pero muchos más mantenían su distancia. Toda la cámara estaba en silencio mientras X avanzaba hacia el centro, y vio al Dr. Cain y Roll presentes, de pie a un lado de donde X debería pararse.
Dando algunos pasos tentativos más, finalmente llegó hasta el podio, y levantó la mirada hacia los cinco humanos en cuyas manos descansaba su destino.
El robot observó a las figuras mayores. X se sintió relativamente pequeño, pese a que los superaba en poder de fuerza mientras lo veían desde arriba.
- ¿Quién eres tú? – preguntó el Gran Concejal. – Dinos cuál es tu nombre.
Pese a no tener la capacidad de consumir materiales orgánicos, X tragó en seco, preparándose para responder la pregunta. – X. DLN-00X, título: Mega Man X. ¿O sólo necesitan, bueno, mi nombre? – preguntó, dejando a los cinco miembros del consejo mirándole fijamente a los ojos. La mitad de ellos, junto con la embelesada multitud, parecía intrigada por su respuesta, mientras que la otra mitad pareció ponerse más sospechosa e intranquila.
- Supongo que tendrás curiosidad de por qué estás aquí... X, ¿correcto? – inquirió el Gran Concejal. X asintió en respuesta. – Ya hemos revisado las declaraciones tanto del Dr. Fujiwara como del Dr. Cain. Aunque la investigación en la cual participaste fue verdaderamente impresionante, no hace que sus acciones sean menos ilegales.
X bajó su cabeza. – S-sí. Lo entiendo.
- Aun así, Cain también ha presentado su argumento, y solicitó que tanto tú como tu... "hermana" fuesen traídos aquí. – dijo el humano anciano con toga verde. – De lo que hemos visto y escuchado, tanto del Dr. Fujiwara como de Cain, hemos tomado la decisión de permitirles a ambos hablar por ustedes mismos. – Miró hacia Roll. – Y ya que pudimos oír sobre las alegrías de limpiar una casa y preparar almuerzos escolares, – volvió a mirar a X – estamos listos para escucharte a ti.
El robot azul asintió. – Si, su señoría.
El Gran Concejal levantó una ceja. – El Dr. Light te ha programado a sus robots con modales, puedo verlo. – Entrelazó las manos. – Muy bien, ¿comenzamos ya?
Los miembros del consejo tenían varias preguntas para que X las respondiera, que iban desde listar los componentes con los que fue construido a cosas mucho más sencillas como sus intereses y preferencias, en cosas como materiales de lectura y la televisión. X encontró el contraste entre las variadas y numerosas cosas que se le preguntaron y solicitaron, pero no pudo evitar sentir que esto no era lo que deseaban oír. Solo era una simple charla.
Roll observaba el intercambio de su hermano con el consejo y supo lo que estaban haciendo, ya que habían hecho lo mismo con ella. Cierto, le habían pedido que dijera su nombre y número serial, al igual de lo que había sido puesta a hacer desde que fue activada. Con eso, supo al instante que tenían poco interés en hablar con ella sobre lo que pensaba de la situación. No, estaban más preocupados por aquel que llevaba el arma.
Un arma que pronto saldría a colación.
- Hablando sobre de qué estás hecho – dijo la mujer de toga azul – se te fue instalada una nueva arma, ¿sí?
X se mordió el labio. – Sí. El Dr. Light me otorgó un Buster. – confesó.
- Muy parecido al que utilizaba el Mega Man original. – dijo el hombre de toga naranja. – Y ¿por qué razón crees que el Dr. Light inmediatamente te dio uno?
X bajó la cabeza de nuevo. – Honestamente no lo sé. – respondió mirando el brazo que contenía a su Buster. – Pero si puedo decir algo, les aseguro que no tengo mucho interés en utilizarlo.
- ¿Es así? – preguntó el hombre más bajo de rojo. – De las pruebas que Fujiwara nos había presentado, pareces ser muy hábil utilizándolo. Tus capacidades físicas, tu diseño y rápido crecimiento de sus en tus sistemas me hace preguntarme por qué. O más bien, has recibido estas habilidades, y aun así no tienes incentivo para utilizarlo. Se me hace muy interesante que ni tu ni tu compañera han hecho ningún intento por escapar del laboratorio.
- Los riesgos eran muy altos. – respondió X. – Quiero decir, esa es la razón por la cual me encuentro ahora aquí. Al menos según sus leyes, yo no debería existir. – Aunque no pudiera sentirse mucho peor por decir eso, era la verdad absoluta para estas personas. Todos observaban a X como si fuese algún tipo de anomalía, un ser antinatural que tenía a todos con la guardia alta. – Y dado que se me informó que yo sería encerrado y confinado a un museo, o incluso... desmantelado, si acaso alguien más llegaba a verme. – Tuvo un respingo ante la última posibilidad. – No tuve otra opción más que quedarme en el laboratorio.
La mujer de toga azul comenzó a murmurar. – Hmm, ya veo. – miró a X curiosamente. – ¿Y cómo te hizo sentir esto? Por la información que nos fue presentada, al parecer estabas mostrándote muy intranquilo y deseoso de ver el exterior.
- Sí, su señoría. – admitió el robot asintiendo. – Pero no habría tratado de escapar. Yo... sólo no quería... – Se aferró a los extremos del estrado donde estaba, inclinándose hacia adelante y ocultando su rostro de la vista. – Todo lo que quiero es vivir.
El silencio se apoderó de toda la cámara, y los cinco ancianos concejales se miraron entre sí como para confirmar que habían escuchado lo que habían creído escuchar. Entonces, el Gran Concejal se puso de pie. – ¿Eso es todo lo que quieres? ¿Todo lo que hiciste fue solo para poder caminar y experimentar el mundo?
X se quedó callado por un momento antes de responder. – Sí, su señoría.
- Y no tienes intención de quebrantar ninguna de las Tres Leyes de... los de tu clase, ¿correcto? – ¿Su clase? ¿A qué se refería con eso? Con todo, X asintió. – ¿Y crees que deberíamos tomarte la palabra?
- No tengo razón alguna para mentirles. – respondió X. – ¿Por qué querría decirles alguna mentira? Mi vida... – Hizo una pausa. – No, las vidas de todos, todos los involucrados en esto, están en sus manos.
Otra vez, los miembros del consejo intercambiaron miradas, debatiendo silenciosamente lo que debían hacer. El Gran Concejal estudiaba a X, mirando fijamente en sus enormes ojos verdes. Ciertamente había mucho en riesgo en ambos extremos, ya que este robot, esta machine, esta arma que podría acabar con todos ellos con un bien medido disparo de su Buster, se encontraba a su merced. Y había sido él mismo quien se sometió voluntariamente a ellos.
Esto era un problema. Ciertamente, este robot estaba involucrado en lo que podría ser el mayor caso de las últimas décadas, pero considerando todo lo que él y sus colegas del consejo habían visto, había mucho que considerar, tanto para bien como para mal. Pero lo que estaba frente a él hizo que el anciano se sintiera dividido en lo que debía hacer.
Y entonces, una idea vino a su mente.
- Entonces, ¿eso es todo lo que quieres? – preguntó el hombre de toga verde a X. – ¿Todo lo que deseas es vivir?
X asintió, como si fuese un niño tratando de apelar al sentido oculto de amabilidad de un adulto autoritario. – Sí, su señoría. Si puedo tener eso – miró en dirección hacia Roll – y si Roll también puede tenerlo, es todo lo que pido.
El anciano humano se frotó el mentón, y entonces tanto él como los demás miembros del consejo comenzaron a murmurarse entre ellos. X no estaba alerta a ninguno de ellos, pero su oído avanzado le permitía discernir algunas palabras sueltas. Podía oír términos como "impredecible" y "peligroso", pero también escuchó decir que era "un gran descubrimiento". Y luego oyó a alguien más decir "sería un gran desperdicio".
- "¿Desperdicio de qué?" – pensó X.
Entonces, tras otro breve momento, los ancianos que presidían el juicio, llegaron a una decisión unánime. – Muy bien. – habló el Gran Concejal. – Si eso es lo que deseas, te otorgaré una oportunidad de reclamar ese derecho.
Los ojos verdes de X se ensancharon. – Quiere decir... ¿que nadie va a ser destruido?
Al principio, el hombre no le respondió, pero lo que le dijo a X no sirvió para tranquilizarlo. – No. Pero sí dije que te otorgaré una oportunidad. Si tienes éxito, ni tú ni tu compañera sufrirán ningún daño.
- Es mi hermana, su señoría. – dijo X. – Oh, si es que se me permite pedir que se dirijan a ella como tal.
El Gran Concejal levantó una ceja. – Muy bien, tu hermana. Tal vez el que ella se encuentre aquí sea un beneficio para ti, viendo que con seguridad necesitarás ayuda extra.
X se quedó confuso. – ¿A qué se refiere?
- Bueno... – dijo el humano – tengo un trabajo para ti.
Esta historia continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top