Prólogo
La paciente de la 6B presentó nuevas laceraciones en el estómago. La chica del 43A necesita una reevaluación de sus análisis. Revisar el catéter del hombre en el 8A.
Harry, necesitaba descansar.
La lista mental de interminables sucesos que acontecían a su alrededor era imposible de ordenar. Había muchos pacientes, uno nuevo cada cinco minutos, una persona más a la que rescatar, un alma más que necesitaba ayuda.
Llevaba días sin dormir, o comer adecuadamente, sabía que podía desmayarse por la fatiga en cualquier momento; pero simplemente no le importaba.
—Dr. Styles presentarse en el ala de Oncología , Dr. Styles.—Era la tercera vez que le llamaban en ese día, definitivamente, estaba demasiado débil como para enfocarse en su trabajo.
Después de completar sus estudios de medicina interna, había optado por una residencia en Oncología. Lo que significaba que Harry había elegido a las personas antes de sus ocho horas de descanso.
Comenzó a caminar a gran velocidad hacia el lugar donde le requerían. Tiró su quinta botella de agua vacía dentro del cesto respectivo, y siguió su rumbo. Sí, el rizado se negaba a tomar café o alguna otra cosa que le "ayudara" a mantenerse despierto.
De imprevisto, tuvo que detenerse. Lo estaban esperando, estaba a menos de dos metros de regresar a sus labores; pero su rostro estaba caliente, sus piernas rígidas y sentía una extraña presión en su abdomen bajo.
Y es que sí, verdadera necesitaba ir al baño.
Corrió cuanto pudo para en unos breves segundos llegar al sanitario al final de ese pasillo. De prisa, y sin importar que alguien le viese en apuros, se colocó frente a uno los mingitorios. Con dificultad intentó bajar el zipper de su pantalón, sin lograrlo, consiguiendo solamente atorarlo más.
Joder, ese definitivamente no era su día, se movió hasta uno de los cúbicos donde retiró su cinturón, y deslizándolo, su pantalón. Entonces al fin, logró orinar tranquilamente.
Al terminar, serenó su mente. Y trató de acomodar su ropa lo mejor que pudo. Estaba apunto de salir del reducido espacio en el que se encontraba, cuando escuchó como otra persona entraba a la habitación. No iba a darle importancia, hasta que escuchó como colocó seguro en la puerta principal del baño.
Salió de dónde se encontraba, y dijo firme a la persona que había cerrado la puerta.
—Oye, amigo. Si necesitas privacidad, entra a uno de los cubículos; pero no cierres la puerta de esa forma. ¿Qué pasaría si alguien tiene una emergencia?—(como yo hace un rato.)
El chico que estaba de espaldas, frente a los lavabos se sobre saltó —Pe-erdón.—Asustado y avergonzado.—No, creí que hubiese algún problema. No lo sa-abía.—Lento, se giró para darle la cara al hombre que le hablaba.
Harry, se quedó callado, observándole.—¿Estás llorando?—Preguntó notando que sus ojos,aparentemente azules, lucían violáceos a causa de la irritación, como si los hubiese estado restregando constantemente.—¿Te sientes bien?
El rizado dio un paso al frente, el otro retrocedió, topando con el Lavabo.—Sí, sí. Tengo sueño. Eso es todo.
—¿Por qué eres mentiroso, niño?—Le estaba examinando, buscando mentalmente su rostro para identificarle como uno de sus pacientes, sin éxito.—El sueño te provoca una cara de muerte, como esta.—Señaló su rostro.—Y tú, tienes las mejillas sucias, rojas y los ojos hinchados. Dime, ¿Es necesario que pregunte nuevamente, por qué lloras?
No era demasiado alto. Tenía el cabello falsamente peinado hacia un lado, un suéter ancho, pantalones oscuros y una maleta pequeña. Adolescente, a juzgar por la hora—siendo de madrugada—, probablemente escapó de casa, pensó.
—Lloró porque no soy como tú.—Dijo, sacándole de sus pensamientos.
—¿Perdón?—Desconcertado,¿Qué jodidos tenía que ver él con sus problemas?
—Porque no soy como ustedes, los doctores que están acostumbrados a la muerte, y dicen las cosas sin tacto, y no les importa en los más mínimo los sentimientos de las personas.
Suspiró. No era la primera vez que un familiar culpaba a los médicos al recibir una mala noticia. El muchacho seguía llorando, y lento, se sentó en el piso como un pequeño niño frustrado.
Estaba a punto de decirle algo en sentido burocrático para manejar la situación de manera ética. Pero no pudo, ya que su pecho se retorció por la forma en la que apretaba sus ojos, y se limitaba a sollozar.
Se acuclilló a su altura.—¿Qué te hace pensar que todos los Doctores somos iguales, amigo? Dime, ¿Qué fue eso que te dijeron que hizo que nos vieras a todos nosotros como unos monstruos despiadados?
—Cáncer.
—¿Es una palabra muy corta, no crees?
—Mi madre ha estado los últimos dos años de su vida asistiendo con el mismo tipo quien le decía que todo estaba bien, que el dolor en su vientre era una mala digestión; pero hoy después de mucho tiempo, confirmó que era Cáncer, uno muy avanzado.
Se quedó pensativo.—¿Cuál es tu nombre?
—Louis.—Contestó con sus ojos cristalizados abiertos.
—Bien, Louis. ¿Tú madre está internada en este hospital?—Asintió varias veces.—Ya veo, y es la madrugada de un martes, ¿Correcto?—Asintió de nuevo.—No puedo puedo dejarte aquí solo, eso sería desconsiderado. ¿Qué te parece si llamo a tu padre? Él debe estar muy preocupado por ti.
—Él no cuidará al par de enfermos.
—¿Qué?—Torció el gesto, empezaba a preocuparse. Buscando una salida, el pequeño comenzó a respirar con apnea.—No, por favor. Ya deja de llorar, porque si lloras, haces que me sienta terrible, ¿Y tú no quieres eso, o sí? ¿Por qué no te tranquilizas, regresas a la habitación de tu madre y duermes un poco?
—No puedo, ella quiere que me vaya a casa. Mañana tengo examen.
—¿Ves? Entonces tienes que obedecerle, o tendrás malas calificaciones.
—¡Pero no puedo dejarla sola!—Chilló.
—Yo me encargaré de eso, ¿Sí? La cuidaré, Ahora tú, ve a casa. Ya.—Le ayudó a ponerse de pie mientras él mismo lo hacia.
—¿Lo prometes?—Finalmente, limpió con la manga de su suéter su rostro mojado, y tomó su mochila para salir.
—Por supuesto.—Dijo Harry contento. Y este asintió.
Le vio salir del baño y caminar por el pasillo hasta que su figura desapareció de su visión.
Sonrió ampliamente, sintiéndose satisfecho, al haber, solo tal vez, mejorado un poco el día de ese niño. O bueno, de ese adolescente.
Pero a Harry, no le trajo nada bueno, pasó el resto de la mañana perdido, sin prestar atención a lo que las enfermeras le decían. Chocando cientos de veces con las personas en el corredor.
Quería enfocarse, pero no podía. La imagen de Louis a punto de llorar regresaba a su mente cuando divagaba.
No tenía remedio, hasta que al medio día le vio aparecer de nuevo en el hospital.
Pasó a su lado, no se detuvo a hablarle, únicamente le dedicó una sonrisa pequeña, que se quedó atrapada en su subconsciente, y jamás salió de allí.
Le vio ese día, y el que sigue de ese, y de ese y de ese.
Así que comenzó a esperarle cada día. Rezando por que le sonriera, porque Harry se volvió fanático de sus sonrisas, y le gustaba verle ser, positivo.
"Nadie tiene la vida comprada, y aún así decidimos malgastarla toda".
Mayoritariamente ficción.
Contenido Homosexual.
Si tienes alguna duda, este es el espacio para que me lo hagas saber.
Si te ha gustado la idea, tanto como a mí cuando me animé a escribirla, deja tu voto y tus comentarios.
Manténganse con Vida. J.S.
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