El Renacer Del Tiempo
El viento es un aliado en momentos de paz, un enemigo en tiempos de guerra y un alma neutral en tiempos de discordia.
El bosque es tu amiga cuando sonríes, enemiga cuando lloras y neutral cuando duermes.
Un cuerpo en pena corre por este bosque, iluminado por la luz de la noche y el fuego que una guerra ha dejado atrás.
Con un pensamiento encima, su alma grita por ayuda, por alguien que apacigüe sus lágrimas y sus memorias.
Sus ojos descubrieron el infierno minutos antes.
En ese fuego, creado por varias tiendas de campaña, hay cuerpos tirados en el suelo, sin vida, sin nada que las ate a la tierra. Pueden ser tragadas por la madre naturaleza, ya nadie vendrá a darles una tumba digna.
Un hombre de armadura plateada queda inmóvil delante de un cuerpo, delante de una de las tiendas.
Su vista duele, su color rojizo ha presenciado el desastre de sus actos.
—¿Están todos? —una voz gruesa tras él pregunta.
Sin darse la vuelta, el hombre responde.
—No —se da la vuelta para encarar al líder del ataque—. Falta uno.
—No dejes que lo haga. Toda esta misión habrá sido en vano.
Asiente con la cabeza, pues no quiere que todo quede reducido a una mota de polvo.
En el bosque, esa persona que corre, tiene miedo. Hombres armados hasta los dientes siguen su rastro, siguen sus huellas. No pueden dejar que escape para volver.
Mientras choca con árboles por la oscuridad y sus malos pensamientos, una luz intenta brillar en él.
Esperanza... ¿Esperanza? Solo tiene una oportunidad. El miedo la engulle.
Cerca de una construcción alta de ladrillos, su voz suena con el eco del viento. Ahora es su enemiga.
—¡Tamia! —un nombre llega a escucharse.
Llega a la puerta de este, lo abre y entra para luego cerrar y observar el interior. Es muy espacioso, demasiado. Tampoco hay luz y nadie le responde.
—¡Tamia! ¡Tamia, te necesito! —su desesperación le hace girar, intentando encontrar su cuerpo—. ¡Todo ha ido mal! ¡Mis decisiones no cambiaron en nada! La historia se ha repetido.
Divisa un cuerpo en el centro. Se acerca y ve a una mujer de cabello blanco que se va deshaciendo con el paso del tiempo. La oscuridad no le deja ver más de ella.
—¡Tamia! —se agacha para cogerla en brazos, para tenerla cerca y poder escucharla—. Tamia, hay que volver.
—¿Volver? —su voz, un hilo incomprensible—. No hay más oportunidades.
—Debe haber alguna solución. Tú me dijiste que podría volver atrás en el tiempo, tal y como hice veces anteriores.
—Pero esta vez es diferente —se recompone lo máximo que puede—. No volveré a vivir esa vida —de rodillas, sus ojos verdes oscuros miran al chico—. No volveré.
—¿De qué hablas?
Posa su mano en su pecho y de ella sale un resplandor. Al apartar la mano, una luz con forma de espiral se presenta entre ellos.
—Tamia, ¿qué haces?
—Mi don debe prevalecer, mi cuerpo no puede seguir adelante —lo acerca a él.
Tiene miedo. Su don es algo que no puede controlar.
*-*
Uno de los hombres que vigila la construcción le hace una seña a su general. Este se acerca y pregunta.
—¿Están ahí?
El soldado le entrega unos prismáticos. Al mirar con ellos en la dirección designada, ve un par de puntos de calor. Sus cuerpos están cerca del otro, pero un punto más fuerte le hace gritar.
—¡¿A qué cojones estáis esperando?! ¡Matadlos antes de que empiece el proceso!
*-*
La luz se introduce en el cuerpo del chico, quien siente un pequeño dolor que aumenta cada segundo.
—Dolerá, y acabarás en el limbo del tiempo para acabar en el punto de partida.
—Du... Duele demasiado.
—Déjalo salir. Deja que consuma tu cuerpo. Solo así tendrás una nueva oportunidad.
—Tamia...
La puerta sale disparada y de ella entran varios soldados, quienes gritan que se detengan mientras apuntan sus armas.
Un grito ensordecedor sale de la boca del chico, explotando en una luz que no puede cegar los ojos humanos.
—¡Fuego! —dan la orden.
Tamia, con la fuerza que le queda, se levanta y corre hacia los soldados esquivando las balas y desviando su trayectoria con una hoja afilada que solo ella puede ver y blandir.
Al llegar a uno de los soldados, hace bailar su hoja para desmembrarlo e ir al siguiente, haciendo el mismo proceso una y otra vez.
Cuantos más entran, más mueren. Su habilidad sin par no tiene contrincante, pero su debilitado cuerpo la hace trastabillar en sus movimientos.
Acaba con los soldados que puede, hasta que el general hace acto de presencia.
—¡No! —grita al ver al chico siendo consumido por la luz—. ¡Detente!
—¡No le detendrás! —grita Tamia, encarando al general.
Su pelea solo había comenzado y ya se conocía al ganador.
Vueltas, giros, choques de metal, una velocidad que poco a poco va cesando...
Hasta que un mal movimiento acaba por penetrar en el abdomen de la mujer.
—¡Tamia! —sus ojos consumidos por la luz, han podido observar la acción.
La sangre brota de su espada, la mujer solo puede murmurar.
—No dejaré que la libertad sea arrebatada.
—¡Te mataré! —grita el chico—. ¡Juro que te mataré!
—Renace, hijo mío. Devuelve la libertad a aquellos que luchan por ella.
Con un último grito, su cuerpo explota en la luz.
Ya no existe.
—¿Por qué lo has hecho? —pregunta el general.
—Una guerra no acaba hasta que el enemigo se rinde, muera o cambie de bando. Mi niño... La libertad... Volverá a nosotros.
—Me prometí que no volvería a pasar. Pudiste haberme ayudado.
—Sabes que tampoco puedo negarme ante ti. Tú, que luchabas por lo mismo. Ahora... Dejaré que el tiempo me... con... su... ma...
Sus ojos pierden ese color verdoso, pierden vida.
El general deja que su cuerpo caiga, sacando la espada que llevaba en su interior. Una lágrima recorre su mejilla, pues no quería que volviera a pasar.
—Solo haces que destruyan el mundo. Pero siempre lo quisiste ver destruido, verlo tal y como una vez fue —tira la espada—. Pues lo has logrado —susurra para si mismo.
Unas pisadas se escuchan tras él. El líder espera una respuesta de lo ocurrido.
—El tiempo se reinicia.
Levantan la cabeza.
—Ha renacido —suelta el líder.
—Así es. Y con ello, esta línea temporal.
Desde la ventana se puede ver el horizonte siendo consumido por el vacío. Este momento ya no existe.
—Solo tenemos que luchar una vez más. Solo tenemos que hacer lo mismo —el general le mira, solo puede decir una cosa.
—Pero esta vez cumpliré mi promesa —el vacío llega a ellos, consumiendo sus cuerpos poco a poco—. El tiempo no volverá a renacer.
Con sus cuerpos y el mundo consumido por el vacío, su línea temporal ya no existe. Pero... ¿Ha existido alguna vez?
Solo una luz que flota en él puede participar en el siguiente renacer. En la última oportunidad de volver a tener la libertad que tanto le negaron.
Por la que tanto lucharon y lucharán.
Posible novela interactiva e historia de wattpad.
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